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miércoles, febrero 01, 2012

Este barco capitalista se hunde

José Blanco

En "El desprecio como destino" nuestro entrañable escritor Eduardo Galeano puso en negro sobre blanco: "Como Dios, el capitalismo tiene la mejor opinión sobre sí mismo, y no duda de su propia eternidad". Es posible que el capitalismo del que habla Galeano empiece a asumir otro punto de vista, si nos atenemos al documento Global Risks Report 2011 encargado por la élite mundial que se reunió en Davos, que bien podría subtitularse "Las cosas duran hasta que se acaban". Esa es quizá la principal conclusión del reporte: en breve, advierten que el derrame de la actual crisis financiera agotó la capacidad del mundo para hacer frente a nuevas crisis.

Concluyen también que la gravedad y la profundidad de los riesgos para la estabilidad mundial se han vuelto más frecuentes, mientras que resulta evidente que la idoneidad de los "sistemas de gobernanza" (?) para enfrentar tales problemas ha periclitado. El sinceramiento es impresionante.

Como era de esperarse, las élites llegaron a Davos, cada una con su propio discurso, a decir a las demás qué debían hacer, y regresaron a sus lares con el mismo discurso con que llegaron; no pueden asumir que todos vamos en el mismo barco. Dilma Rousseff dijo: "prefiero asistir a Porto Alegre, un foro creado como alternativa a la política capitalista de los banqueros del mundo".

Todos reconocen que navegamos en el mismo barco: George Osborne, responsable de la Hacienda de Cameron, dijo en Davos al referirse a Grecia (0.028 por ciento del PIB de la eurozona, en 2010): "La cola mueve al perro". Grecia tiene en jaque, dadas las articulaciones financieras internacionales, a la poderosa Alemania y a la eurozona como conjunto. Y más allá, la eurozona (20.5 por ciento del PIB mundial en 2010), hizo exclamar a Donald Tsang, jefe del gobierno autónomo de Hong Kong: "Nunca había tenido tanto miedo como ahora como efecto de lo que está pasando en la eurozona".

Los sistemas de libertinaje financiero del siglo XX y primera década del XXI están diseñados para que los banqueros repleten de ganancias sus alforjas. Todos parecen saberlo, pero no tienen un acuerdo para someterlos al orden y ponerlos al servicio de la economía productiva.

El director general del propio foro de Davos, Robert Greenhill, mira, impotente, el caos: "La interconexión y la complejidad de las cuestiones significa que las consecuencias no intencionales [los cisnes negros del capitalismo occidental] abundan, y los mecanismos tradicionales de respuesta a esos riesgos simplemente transfieren el riesgo a otros grupos de interés o a partes de la sociedad".

Con todo, en Davos aparecieron unos aliens en la primera sesión formal de sus actividades. Cinco ponentes que representan a cinco países que, sumados, tienen más de 200 millones de habitantes, con economías en crecimiento constante durante toda la década pasada y un potencial de transformación económica y social que escapa a la imaginación de gringos y europeos.

La región donde se encuentran estos cinco países, que mandaron a tres presidentes y dos primeros ministros a Davos, es la segunda región de mayor crecimiento económico del mundo, una zona emergente que atrae inversiones de las grandes potencias inversoras, aunque no tiene aún ninguna visibilidad y traducción en influencia política. Las oportunidades de crecimiento que hay allí son inusitadas, pues está experimentando el mayor crecimiento urbano de toda su historia, con la aparición de unas extensas e incipientes clases medias urbanas emergentes. Cuentan con una extensa población muy joven, un don invaluable que puede tener cualquier país si sabe aprovecharlo mediante una educación extensa, profunda, educada desde el principio en el pensamiento complejo.

Hacia estos países de enorme oferta de mano de obra se puede conducir la próxima oleada de deslocalizaciones, una vez se encarezcan los sueldos en Asia. Aunque sufren dificultades de corrupción e inseguridad, también están mejorando la gobernanza económica, así como unas políticas monetarias y fiscales hasta hace poco inexistentes. Todo es aún, claro, muy incipiente.

Estos cinco hombres se plantaron convencidos de que en sus manos están cinco países que serán parte de una nueva geografía económica que definirá el siglo XXI, donde todo o casi todo está por hacerse en infraestructuras de todo tipo, carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos o redes eléctricas. Esto es así por el enorme caudal de materias primas que tiene escondido en su suelo, origen del caudal de riqueza de los últimos diez años, cuando la globalización y el incremento del consumo mundial ha hecho explotar su potencial comercial y también los pecios.

Uno de ellos cree que deben buscar el ejemplo de la Unión Europea, que partió de la Comunidad del Carbón y del Acero, para construir también paso a paso la unidad de su continente a partir de un mercado común de la energía y de las infraestructuras. También hay que romper las barreras del comercio y eliminar las fronteras. Hay que cambiar hábitos culturales y acostumbrarse a las tecnologías.

Esto es África y entre los cinco países representados hay de todo, en ingresos, en democracia y en crecimiento: Guinea, Tanzania, Kenia, Etiopía y Sudáfrica. Detrás está, en gran medida, China. El barco capitalista occidental, se hunde.

jueves, enero 26, 2012

Actuar ahora, pensar a largo plazo

ENRIQUE SEMO

MÉXICO, D.F. (Proceso).- Siempre ha sido difícil ponerse de acuerdo en qué se entiende por izquierda, pero hoy lo es más que nunca. Los principios de la publicidad aconsejan robar cualquier concepto que logra audiencia. De ahí la necesidad del pensamiento crítico: analizar la relación entre discurso y práctica, entre rumor y realidad. Por otra parte, en época de campaña electoral, la izquierda debe inevitablemente cumplir con dos objetivos que no siempre coinciden, uno inmediato y otro a largo plazo: ganar las elecciones y reafirmar su identidad. Triunfar en la elección equivale a conseguir una porción del poder; afirmar una identidad es construir una hegemonía, sin la cual no hay cambio posible.

Como cualquier otra identificación política, la díada izquierda/derecha está históricamente determinada. En los últimos 20 años ha surgido en México y en varios países de América Latina un nuevo tipo de izquierda, más pragmática, orientada a la construcción de amplias coaliciones que apuntan a reformas en los aspectos nocivos del ajuste neoliberal impuesto en los últimos 30 años. Con ciertos parecidos con los movimientos nacional-populares del pasado (en el sentido que dio Germani al concepto), están modificando la política y la economía de la región por medio de la competencia electoral, las masivas movilizaciones públicas y nuevos proyectos de integración de países latinoamericanos.

La nueva izquierda está firmemente anclada en las expectativas de cambio democrático y progreso social. Elaborando el término con un significado amplio para que pueda englobar a organizaciones y personalidades de muy diversos grados de radicalismo o gradualismo, debe sin embargo fijar límites mínimos que la distingan claramente de la derecha neoliberal que dominó en la mayoría de los países latinoamericanos y que en México sigue dominando. Los nuevos límites deben posibilitar la inclusión de grupos sociales hasta hace poco excluidos. Deben ampliar la eficacia reformadora de su política en cuestiones vinculadas con las relaciones de producción y distribución, la promoción de modalidades de acción popular, la consideración de variantes de economía mixta y de actitudes hacia el capital extranjero. En lo ideológico, deben abrirse para sumar desde sectores moderados hasta los que siguen manteniendo la utopía creadora de la abolición de la propiedad capitalista y el socialismo.

La nueva izquierda latinoamericana, que en Cuba tiene su precursor y que en 10 países ha ganado el gobierno por la vía electoral: Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Brasil, Perú, Ecuador, Venezuela, Nicaragua, El Salvador y, hasta hace poco, Chile, es a la vez partidaria y movimiento social, una izquierda heterogénea, compuesta de múltiples grupos y de variados enfoques teóricos: liberalismo, marxismo, nacionalismo, catolicismo social. Como entidades nacionales mantienen fuertes diferencias debido a las condiciones particulares impuestas por las diversidades de condiciones territoriales, étnicas, geopolíticas y culturales propias de cada país. El gran punto de encuentro es la insatisfacción con el tipo de capitalismo efectivamente configurado por el neoliberalismo.

Decididamente, la historia de América Latina ha mostrado desde su independencia y hasta ahora diferencias muy grandes con la historia de Europa y de Estados Unidos. Mientras que hoy en esos lugares la izquierda liberal y socialdemócrata se encuentra sin rumbo, vencida por el poder financiero, en América Latina una multitud de países que buscan romper con las políticas del neoliberalismo y la dependencia suman éxitos visibles, y en algunos casos decisivos, sin romper con el capitalismo.

En Estados Unidos, el gobierno demócrata de Barack Obama realiza una operación gigantesca de rescate de las instituciones financieras a costa de los impuestos pagados por los ciudadanos. En Grecia, Giorgios Papandreu, quien fuera presidente de la Internacional Socialista, puso en práctica una política de austeridad feroz con privatizaciones masivas, supresión de empleos y, al final, abandono de la soberanía en manos de tecnócratas no elegidos. En países como España o Portugal el término de “izquierda” está a tal punto pervertido que no se le asocia con ningún contenido político particular. La parte socialdemócrata de la izquierda europea ha claudicado ya ante la decisión de la derecha de sacrificar el Estado de Bienestar para restablecer los equilibrios presupuestarios y complacer a los círculos financieros.

En cambio, en la mayoría de los países de América Latina se forma una nueva izquierda, muy distinta a la estadunidense o la europea, que logra mellar la ofensiva del Consenso de Washington, mostrando una firme tendencia a tomar el relevo de la izquierda liberal y socialdemócrata de Europa. Se trata de una izquierda de tipo nacional-popular bastante común en la historia del continente en el siglo XX. En México, alrededor de la figura de AMLO, esa izquierda existe también, y sus posibilidades no son menores que en el resto de los países latinoamericanos, respetando las particularidades muy marcadas de nuestro país.

El eje de sus propuestas se orienta a dotar a la democracia representativa de eficacia para convertir las aspiraciones populares en políticas reales. El combate contra la corrupción y la violencia; la lucha contra la pobreza, la desigualdad social y política y el desempleo, así como la búsqueda tenaz de una inserción más independiente en los escenarios de la globalización, son sus cartas de presentación irrenunciables. Es cierto que la derecha también esgrime esos mensajes como parte de su demagogia. De ahí la importancia de que el discurso coincida con las prácticas en la actividad cotidiana de los políticos de izquierda, de sus gobiernos municipales, estatales y federal. En esto no hay aspectos chicos y grandes. La identidad se borda laboriosamente, no se constituye a gritos y a sombrerazos. Quizás el mayor atractivo de la figura de AMLO sea esa congruencia entre la palabra y la acción a lo largo de toda una vida.

La nueva izquierda latinoamericana no obtuvo el apoyo popular de la noche a la mañana. Su ascenso ha estado más de acuerdo con la estrategia gramsciana de la lucha de posiciones que con la idea de la revolución, predominante hasta hace poco. El esfuerzo por ganar el referéndum antipinochetista en Chile, las políticas de los gobiernos locales de Porto Alegre, Montevideo y las alcaldías de izquierda de Venezuela, el PRD en la Ciudad de México, fueron algunas de sus primeras experiencias. Los duros combates en Bolivia contra la privatización del agua en Cochabamba, el dirigido por Evo Morales en defensa de los productores de la hoja de coca contra los ensayos de Estados Unidos por erradicar la planta, son otros de los antecedentes y acompañantes de sus victorias parciales.

La captación del voto indeciso de amplios sectores sólo puede ser lograda con las referencias a la coherencia entre discurso y acción de la izquierda y la disipación militante e inteligente de los rumores de doblez, de intención expropiatoria y antiempresarial, sembrada empecinadamente por un enemigo equipado con medios gigantescos.

miércoles, junio 08, 2011

Ideologías de la revolución y fervor ideológico

José Steinsleger

La detención en Venezuela de varios integrantes de las guerrillas colombianas, así como la entrega del periodista sueco colombiano Joaquín Pérez Becerra al gobierno de Juan Manuel Santos, han zambullido en la perplejidad a no pocos intelectuales y luchadores sociales de América Latina y Europa.

Con fervor ideológico, los unos traen a cuento que Salvador Allende salvó la vida del grupo de guerrilleros argentinos que en 1972 huyó de una prisión refugiándose en Chile; que Cuba jamás entregó un revolucionario a sus verdugos, que en el drama se impuso la razón de Estado, que la revolución bolivariana se encontraría en su Thermidor, etcétera.

No es algo para celebrar. De lado y lado menudean los alegatos, denuncias y reproches. Los unos atacan al presidente Hugo Chávez, en tanto sus partidarios aseguran que la ideología de la revolución bolivariana se mantiene incólume. Tras la siguiente digresión, retomaré el asunto.

En la espina dorsal del continente, el triunfo de Ollanta Humala acaba de romper el bloque imperialista que apenas un mes atrás urdieron México, Colombia, Chile y Perú para dinamitar el proceso de integración política y de cooperación impulsado por Brasil, Argentina y los países bolivarianos.

Es de esperar que su gobierno fije posición clara frente al complejo proceso que vienen tejiendo los países de la Alba y el Mercosur. Sería un modo efectivo para conjurar, desde el arranque, el poder de la oligarquía peruana, la mafia fujimorista y los medios de comunicación alineados con Washington.

Dilema que atenaza a las izquierdas: ¿cuán revolucionario es Humala? Pregunta ociosa. El pueblo del Perú acaba de pronunciarse contra el capitalismo salvaje. Una victoria que, geopolíticamente, desafía las pretensiones imperiales de trasladar a nuestro continente el negocio de la guerra permanente. Para ello hay que barrer a Venezuela del mapa.

La confrontación histórica de nuestros pueblos tuvo y tiene lugar en dos grandes espacios: el liberal-conservador y el nacional-popular, con sus respectivas izquierdas y derechas, abajos y arribas. Nada estuvo ni está escrito.

Así es que a las ideologías que, con fervor, aseguran pensar con el método del materialismo histórico no les vendría mal estudiar algo de historia. No me hago ilusiones. Sé que no disponen de tiempo, pues cualquier pensador europeo o gringo que se llame stein (o algo así) los deja boquiabiertos. Perdón… nothing personal. Olvidé que (con excepción de los jefes), el humor no es propio del buen revolucionario. Volvamos a lo anterior y revisemos nuestros dramas:

1) Haití (1804). En el año de la independencia, el revolucionario Jean Jacques Dessalines se proclama emperador, y dos años después el revolucionario Alexander Petion lo manda a fusilar. Con todo, la posteridad reconoció a Dessalines. El himno nacional se llama La dessalinienne.

2) Venezuela (1812). Francisco de Miranda, el arquitecto de la unidad latinoamericana, Simón Bolívar, el constructor. ¿Cómo posicionarnos cuando el primero capituló ante los españoles en Puerto Cabello, y el segundo votó en favor de su ejecución, para finalmente ser entregado a los españoles que lo dejaron morir en una prisión de Cádiz (1814)?

3) Argentina y Chile (1818). En la región del Cuyo (Mendoza), donde el libertador José de San Martín organizaba el Ejército de los Andes, son fusilados los hermanos Juan José y Luis Carrera. Poco después, el libertador Bernardo O’Higgins libra orden de aprehensión contra el guerrillero Manuel Rodríguez, quien sería asesinado en un traslado (Til Til). Despechado por la suerte de sus hermanos, José Miguel (a quien los indígenas de las pampas llamaban Pichi-rey) emprende por el territorio argentino una serie de correrías sangrientas sin ton ni son. Tres años después, es fusilado en Mendoza.

4) Gran Colombia (1829). El coronel José María Córdova, héroe de la batalla de Ayacucho (1824) junto al mariscal José Antonio de Sucre, se alza contra Bolívar. Luego de un combate sangriento, el general de brigada Daniel F. O’Leary ordena su ejecución.

¿No eran todos revolucionarios y luchadores independentistas? Oigo a los humanistas que dictan éticas a la carta: la revolución devora a sus hijos. Pamplinas. Hemos dado cuenta de las recias lecturas y opciones del campo nacional-popular, a la hora de nuestra independencia. Y más vale no tocar las desventuras ideológicas de la Revolución Mexicana, o las de las izquierdas en el siglo pasado.

Ayer fueron las distintas lecturas de la revolución entre las logias masónicas. Hoy, la disputa por el canon del marxismo revolucionario. Y a muchos compañeros les cae la frase de Martí: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea…” (Nuestra América, 1891).

La irrupción de Ollanta Humala en el escenario político refrenda que lo importante para avanzar en estas luchas no pasa por la caníbal unidad de las izquierdas (histórica y crónicamente minoritarias), sino por la unidad de todas ellas con las fuerzas democráticas y antimperialistas que luchan por un mundo mejor.

lunes, mayo 30, 2011

Discursos de Salvador Allende

ONU, 1972


Universidad de Guadalajara, 1972

lunes, abril 04, 2011

Normal rural de Teneria

Parte 1


Parte 2


Parte 3


Parte 4

jueves, marzo 24, 2011

PRD: fin de un ciclo

Adolfo Sánchez Rebolledo

El PRD no se partió en pedazos, pero la división permanece y de alguna manera se institucionaliza. La elección de Jesús Zambrano y Dolores Padierna no es un acto de unidad, sino de sobrevivencia elemental de los grandes grupos de poder internos de cara al largo y accidentado camino hacia la sucesión de 2012. Se conjuró la fractura orgánica, pero siguen sin resolverse las controversias políticas fundamentales. Se puso a salvo la existencia del partido como aparato, esto es, como una organización cuya permanencia legal, sin duda importante, se ha convertido en un fin en sí mismo por cuanto posibilita la realización de la agenda particular de sus administradores, pero sigue en el aire el tema capital del qué hacer y con quién hacerlo.

En otras palabras, está en juego la existencia del partido como un conjunto articulado de medios y fines, de ideas y propuestas, capaces de elaborar y transmitir a la sociedad en su conjunto una alternativa de izquierda que trascienda la individualidad o los intereses inmediatos, parciales, de quienes la sostienen. Las llamadas corrientes, que se pensaron como antídoto contra las inercias del partido centralizado y monocolor, caudillista, se transformaron en feudos permanentes, en parcelas de poder para la negociación interna de los cargos públicos y partidistas, y acabaron por rendirse al pragmatismo y otras formas de oportunismo que erosionan el debate democrático en sus filas a costa de magnificar la adjetivación, el maniqueísmo o la vacuidad discursiva. Ese ciclo, al parecer, está completamente agotado, pues donde no hay, propiamente hablando, discusión ideológica la identidad se esfuma y todo se reduce a la pugna táctica, aritmética, por el control de los órganos de dirección, a la gesticulación hacia fuera y a la disputa interna, pero el horizonte se pierde. No puede sorprender que las resoluciones se reduzcan a simples prohibiciones para amarrar las manos al adversario y no, como sería lógico, acuerdos positivos para avanzar en un curso definido de acción. Un ejemplo: el Consejo Nacional aprobó rechazar las alianzas con el PAN para las elecciones presidenciales en 2012, pero siguió adelante en lo que respecta a las estatales, incluida la del estado de México, sin explicar a nadie, menos a los ciudadanos, la incoherencia (o el oportunismo) que está implícita en esa doble vía. Pero hay más. ¿Cómo es posible que el Consejo Nacional del mayor partido creado por la izquierda mexicana omita toda referencia política al acto fundador del Movimiento de Regeneración Nacional y la presentación del proyecto alternativo de nación en las mismas fechas, considerando, además, que entre los nuevos dirigentes partidistas se hallan varios promotores de la candidatura de Andrés Manuel López Obrador? ¿Hasta qué punto resistirá la cuerda perredista que la elección del candidato se trate como una cuestión de personalidades al margen o por encima de los planteamientos o las propuestas que se requieren para resolver los problemas del país?

Se dirá que esa desidia ante la realidad no es nueva. Sin embargo, la gran diferencia es que hoy el centro de gravedad de la política de izquierda se ha deslizado fuera del PRD, y ése es un hecho político de la mayor importancia que de ninguna manera debiera subestimarse, pues plantea una agenda nueva para hoy y para el futuro.

Para todo fin práctico, aunque los resultados se verán después de 2012, el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador NO es un partido, pero en la práctica actúa como si lo fuera (por su identificación con ciertos principios, causas, fines), aunque si se quiere muy diferente a los otros. Surgido para competir en las elecciones presidenciales del año próximo, el movimiento lopezobradorista se concibe como parte de un proceso que no se agota ni comienza en las urnas, sino que habrá de proseguir hasta lograr las transformaciones que México requiere. (Al respecto, abro un paréntesis, creo que la izquierda tiene ante sí la tarea teórica y práctica de superar la idea de partido que ha prevalecido hasta hoy, pero sería insensato oponer el movimiento al partido, así, en general, como se hace también con la movilización popular frente a la acción parlamentaria.) Por lo pronto, el Movimiento de Regeneración Nacional ha presentado un proyecto radical que busca establecer el rumbo del país más allá de 2012. Y eso, en el erial que es la política nacional, partidista o no, es algo digno de subrayarse y de discutirse, pues un proyecto es siempre una idea que se somete a la revisión para ser mejorado, enriquecido o rechazado por sus destinatarios. Habrá que leer el texto completo que fue la base de la presentación de Andrés Manuel para opinar o criticar con conocimiento de causa, pero, insisto, el solo hecho de que un movimiento haya tomado el toro por los cuernos es altamente positivo.

Por lo pronto, se advierte que López Obrador no ha llamado a la desbandada de quienes comparten en los partidos sus mismas posiciones, pero sí exige fidelidad a una plataforma mínima que es la base de sus alianzas y eso, por fuerza, tendrá efectos sobre la correlación de fuerzas dentro de la izquierda, en especial en el partido donde todavía milita, aunque haya pedido licencia.

En los días próximos asistiremos a un segundo capítulo de la crisis del PRD: la consulta acordada con el PAN para coaligarse en el estado de México. Los resultados son previsibles; las consecuencias también. ¿Quién gana?

miércoles, marzo 23, 2011

Notas para un manifiesto de la izquierda en el siglo XXI

Pablo González Casanova

Un clamor resuena en todo el mundo. Todos queremos libertad, todos soñamos con la democracia. Que nos la den, que la hagamos, que la apoyen y, sobre todo, que luchemos por tenerla.

Pero, ¿con quién vamos a luchar, al lado y al amparo de quién queremos luchar? ¿Con quién contamos y queremos contar?

Obviamente no queremos apoyarnos en quienes entrenan a sus soldados para que al grito de libertad invadan, destrocen y saqueen pueblos enteros, y sin piedad alguna causen daños horripilantes a mujeres, niñas y niños, jóvenes y viejos, con el supuesto de que están luchando contra quienes merecieron su inmenso apoyo en armas, dinero, negocios, publicidad y diplomacia durante años y años.

No queremos apoyarnos en quienes han atacado por todos los medios a su alcance, incluidos los bloqueos, los intentos de magnicidio, las plagas, los golpes de Estado, las invasiones militares y paramilitares, las falsas y crueles guerras contra un narcotráfico que les sirve como gigantesco negocio para lavar el dinero de los criminales en sus bancos y quedarse con la mayor parte; que les sirve para prestar dinero con altos intereses a los gobiernos aliados que son sus clientes en la compra de armas de mediano y alto poder, iguales o inferiores a las que también les venden a los narcotraficantes; que les sirve para mediatizar la ira del pueblo empobrecido por sus políticas privatizadoras y especuladoras y para embarcar a los jóvenes de ésta América en falsas luchas de mafias que les hacen perder –con su identidad y sus vínculos sociales y familiares–, el sentido de la vida y el sentido de la lucha, y con que pierden a su propia juventud, a la joven América que protestara en Chicago contra la guerra en Vietnam y se manifestara a favor de los afro-americanos y de los habitantes y movimientos sociales del Tercer Mundo de los que el Che Guevara fue su icono y que hoy constituyen el principal mercado de narcóticos del mundo, con que se destrozan y los destrozan. No queremos apoyarnos en la lucha por la libertad con el ejército que defendió durante años al Mubarak que el imperialismo también apoyó, ni en los aviones de la OTAN que durante años han estado destruyendo a Irak y Afganistán. No queremos coincidir con quienes han declarado una guerra total contra el pueblo y gobierno de Cuba, con quienes han hecho todo lo posible por dividir y enfrentar al pueblo y gobierno de Venezuela, con quienes apoyaron y apoyan la secesión y desestabilización de la República de Bolivia.

Es más, debemos denunciar el hecho de que las potencias imperialistas encabezadas por Estados Unidos y la OTAN están aplicando la vieja táctica de mediatizar los movimientos emancipadores del pueblo para poner a sus ejércitos serviles como liberadores del pueblo que durante años y años han contribuido a oprimirlos. ¿Podemos olvidar esta vieja trampa que se ha aplicado contra nuestros pueblos desde hace más de un siglo y medio y que hoy está al orden del día en los nuevos golpes legales de estado, y en las nuevas luchas por la libertad y la democracia de un imperialismo que cada vez más oprime y despoja a nuestros pueblos y que sólo apoya a los gobiernos que le hacen crecientes concesiones a sus empresas extractivas y depredadoras?

Aclaremos de una vez por todas que nosotros queremos una libertad y una democracia de las que el imperialismo es su principal enemigo aunque quiera nuevamente jugar con los equívocos para decir que lucha por lo mismo que nosotros ¡Mentira! Nosotros queremos una democracia en que el pueblo gobierne y en que los gobernantes le sirvan al pueblo, gobiernen con el pueblo y se reintegren al pueblo cuando termine su mandato. Nosotros queremos una democracia en que se creen espacios de diálogo, debate y consenso a lo largo y lo ancho de toda la nación, con respeto a las distintas religiones, ideologías, culturas, razas, sexos, edades. Nosotros queremos una libertad de pensar, de estudiar, de decidir, en la que deje de estar sujeta al hambre y la miseria la inmensa mayoría de la población humana en beneficio de 200 multimillonarios que juntos tienen el ingreso nacional de Alemania y por separado el de muchos países del sur del mundo. ¿Es esa la democracia que ellos quieren? ¿Es esa la libertad que dicen defender? Por supuesto que no… Pero hay algo más que ellos no quieren, la justicia. Nosotros queremos la justicia a la persona humana; pero miremos donde están los mentados derechos del hombre por los que ellos dicen haber luchado. Nosotros estamos por la justicia social, y miremos cómo han impuesto sus políticas privatizadoras, desnacionalizadoras y desreguladoras que han acabado con los derechos de las naciones, de los pueblos y los trabajadores. Es más nosotros queremos que la justicia social la hagan los pueblos, que los pueblos gobiernen en uso de la democracia y que los pueblos y sus integrantes hagan justicia personal, hagan justicia familiar, social, laboral, política, cultural, económica, y que la justicia social sea propia del hacer y quehacer de los pueblos y no de señorones dizque generosos o dizque humanitarios y a esa justicia social que los pueblos ejerzan en uso real de la democracia le llamamos socialismo del siglo XXI, pues no concebimos el socialismo sin el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo, y menos el socialismo sin la libertad. ¿Y ellos? Y los supuestos y oportunistas aliados del pueblo de Libia que están bombardeando al pueblo de Libia, ¿quieren esa libertad, esa democracia y esa justicia que nosotros queremos? Por supuesto que no. Pero son unos notables farsantes que confunden y engañan con ideales fingidos.

Por nuestra parte tenemos que aclarar no sólo lo que queremos sino cómo pensamos realizarlo y hasta qué punto, en medio de las diferencias que se dan entre quienes luchamos bien que mal por la emancipación humana, y que luchamos en distintos países y condiciones…; hasta qué punto en medio de nuestras diferencias podemos encontrar algunas políticas coincidentes que nos ayuden a respetar las distintas posiciones que tenemos a reserva de que la evolución de las luchas vaya unificando criterios y experiencias. A ese respecto lo primero es no exigir que todos tengan la misma posición que uno tiene. Lo segundo, es dar las razones por las que en un momento y situación dados uno toma la posición que otros no comparten. Lo tercero es ver si las razones de una toma de posición se confirman o disconfirman por la experiencia.

Señalemos como punto de partida una política global del imperialismo neoconservador y neoliberal. Desde el grito de la Tatcher afirmando que ¡no hay alternativa! los complejos empresariales-militares que dominan el mundo han aplicado la política de lo no negociable a las medidas de desnacionalización, privatización y desregulación por las que han empobrecido sistemáticamente a todos los pueblos del mundo, incluso a los metropolitanos. Esa política de lo no negociable está vinculada a la destrucción de los derechos políticos, laborales y sociales que implicaban una distribución del producto global y del producto nacional, menos desigual e injusta que la actualmente existente en que las naciones pobres son más pobres que hace 30 años, y los ciudadanos y trabajadores pobres y depauperados han crecido de una manera dramática.

La política de lo no negociable ha acabado con la capacidad de los partidos políticos y las organizaciones sociales y laborales para protestar, presionar y negociar para el cumplimiento de derechos y prestaciones sociales: ha liquidado en los hechos los derechos de la Carta Magna de cada país y de la Carta de Naciones Unidas en derechos humanos y en derechos de no intervención y libre autodeterminación de los pueblos. La política de lo no negociable ha hecho de la violación del derecho la práctica del derecho. Y esto ocurre con la práctica del derecho internacional, público, social, laboral, o civil. Lo más frecuente es usar el derecho para criminalizar a las víctimas del sistema y en usarlo al arbitrio de jefes y patrones.

Al mismo tiempo y en vez de reconocer los derechos políticos y sociales que tantos gastos implicaban se han generalizado las políticas de cooptación y corrupción de funcionarios públicos, de partidos políticos y gobiernos enteros para que apliquen las medidas neoliberales contra lo ofrecido en los idearios de partidos y candidatos. El desprestigio de la democracia electoral y parlamentaria es así tan grande como el de la inmensa mayoría de los partidos de izquierda, e incluye a los candidatos socialdemócratas, socialistas, comunistas, nacionalistas, desarrollistas que teniendo nombres distintos hacen políticas neoliberales iguales… con el cinismo y la furia de quienes sólo luchan por tener puestos de elección popular

A tan lastimosa situación de un mundo que parece haber acabado con la posibilidad de las luchas legales efectivas, se añade el inmenso desastre de la restauración del capitalismo en el bloque soviético, China y Vietnam donde los antiguos comunistas reniegan de sus antiguos héroes o los invocan diciendo que están actualizando y modernizando su pensamiento, y que sólo los conservadores se oponen a su avanzado pensamiento.

Para luchar debemos recordar estos y otros grandes tropiezos y ver cómo se están superando entre líderes y masas, dando creciente atención a las palabras de consecuencia, a las conductas coherentes, a los líderes que igualan con la vida el pensamiento, como el comandante en jefe Fidel Castro.

Tenemos que destacar el programa de paz mundial del gobierno venezolano y la nueva lucha bolivariana que libra por el socialismo del siglo XXI, buscando resolver las contradicciones que enfrenta con la organización y concientización creciente del pueblo en un proyecto que no repita la historia pasada de las revoluciones nacionales y sociales que se volvieron populistas y acabaron reintegrándose al sistema neocolonial, hoy neoliberal.

Tenemos que destacar la lucha por el vivir bien del pueblo y el gobierno de Bolivia pues se trata de un programa que hablando de Bolivia habla del mundo.

A otro nivel, el de los gobiernos que mandan obedeciendo a las comunidades, aparece un programa que es también de alcance universal, y riquísimo en metas y medios como el movimiento zapatista de los pueblos mayas que luchan y construyen otro mundo posible en el sureste mexicano.

Al mismo tiempo necesitamos tenderle la mano a otros gobiernos progresistas que entre contradicciones están apoyando una política de paz y de respeto a las naciones y los pueblos, y si no los apoyamos en todo, apoyémoslos en lo que sean luchas por la libertad, la justicia, la democracia, la paz, y hagámosles ver que una condición evidente para el triunfo, radica en que sus gobiernos y sus políticas sean gobiernos y políticas de todo el pueblo y que, sobre ese principio político, indeclinable si no quiere uno perder, enfrenten los acosos de las oligarquías, del capital monopólico y el imperialismo con medidas que tiendan a profundizar la democracia y la economía de todo el pueblo.

En cualquier caso procuremos que nuestras diferencias internas se resuelvan en formas que no nos tribalicen y nos hagan nuevas víctimas de la vieja política colonialista que aprovecha las luchas internas para las intervenciones externas, colonizadoras y recolonizadotas.

La responsabilidad que en América Latina tenemos es inmensa pues el Nuevo Mundo saldrá del Nuevo Mundo que ya muestra su grandeza, enriquecida por todos los proyectos de emancipación humana.

jueves, marzo 10, 2011

La perspectiva de las izquierdas en el 2012 /II y último

Octavio Rodríguez Araujo*

Lo que diferenció al PRD de los partidos de derecha y de centro derecha no fue que el primero fuera socialista o algo semejante, sino que estaba en contra de la forma de acumulación dominante conocida ideológicamente como neoliberalismo. El neoliberalismo, permítaseme recordarlo, es un liberalismo más crudo, basado en la prescindibilidad de personas, grupos sociales y hasta países completos, si así conviene a quienes dominan la economía mundial. Para el neoliberalismo no hay más intereses válidos que los del mercado y, más que todo, de sus dueños, y de sus representantes en los gobiernos de cada país, razón por la cual a muchos gobernantes se les ha llamado gerentes, ya que son los que administran un país para favorecer los grandes intereses económicos. El PRD, desde que fue Frente Democrático Nacional en 1987 y 1988, surgió ciertamente en contra de las políticas neoliberales que entonces administraba el Partido Revolucionario Institucional, y ahora el Partido Acción Nacional, desde la Presidencia de la República.

De manera semejante a la socialdemocracia, el PRD no es anticapitalista pero sí partidario (formalmente, es decir, en sus documentos) de políticas distributivas y sociales que puedan disminuir el número de pobres y miserables y también las enormes desigualdades de ingreso en el país. De otra manera dicha, los principios del PRD y de sus aliados electorales tradicionales son de izquierda o, si se prefiere, de centro izquierda, porque plantean una cierta tendencia al igualitarismo sin combatir al capitalismo ni su esencia como sistema económico y social.

Dije aliados tradicionales del PRD, porque recientemente sus dirigentes han llevado su organización a alianzas que no tienen nada que ver con las tradiciones de las izquierdas, ni siquiera en Europa. Se me dirá que las izquierdas francesas apoyaron en 2002 al derechista Chirac para evitar que en la segunda vuelta ganara el fascista Frente Nacional. Es correcto, pero en muy pocos países la extrema derecha, después de la experiencia alemana de los años 30, ha tenido posibilidad de tomar el poder por vía electoral. El caso francés de 2002 fue excepcional y no se parece, en ningún sentido, a lo que está viviendo México hacia el 2012. Aquí la extrema derecha está en el PAN más que en el PRI y, sin embargo, hay algunos perredistas que prefieren aliarse con el PAN que con el PRI, para evitar, según ellos, que este partido triunfe el año entrante.

Durmiendo con el enemigo se llamó una película de 1991 con Julia Roberts. Así están muchos perredistas con sus dirigentes actuales. Cuando se despierten, si nada cambia, corren el riesgo de ver a los panistas como sus amigos y casi correligionarios, si no en la cama, porque sus dirigentes y otros que dirigen sin ser dirigentes formales decidieron que no importan los principios ni las alianzas sino derrotar al PRI. Algo verán que yo no veo. Para mí el PAN y el PRI son de derecha porque con sus propuestas y acciones han estado afirmando las condiciones existentes, que es característica de los conservadores. El papel del PRD, de las izquierdas en general e incluso del centro izquierda es combatir lo que han venido haciendo priístas y panistas desde el gobierno y luchar por un México con menos pobreza, con menos desigualdades, con más justicia social.

Si las izquierdas actuales no se diferencian de las derechas, ¿para qué existen y quién les creerá que son de izquierda?

Surge entonces la pregunta: ¿por qué se mantienen como partidos supuestamente diferenciados aunque sean lo mismo? Por una sencilla razón: porque así el financiamiento público se reparte según el porcentaje de votos que cada partido obtenga, aliado con otros o solo y, además, porque de este modo pueden lograr cargos de elección en municipios, estados, diputaciones y senadurías. En otros términos, los partidos, instituciones públicas por definición, se han convertido en negocios privados de sus dirigentes para ocupar cargos públicos de manera patrimonialista.

Esto debe cambiar. Si esto no cambia, haga lo que haga el PRD en el futuro inmediato no ganará la Presidencia de la República y después del 2012 desaparecerá. Mejor sería que se refundara ahora o que surgiera otro partido con una mayor y más clara definición. De no ocurrir lo anterior, muy pronto nos pareceremos a Estados Unidos, pero sólo en una cosa: las muy pocas diferencias, si alguna, entre los republicanos y los demócratas, y la subordinación de ambos partidos al gran capital de ese país.

Sólo un partido de izquierda sólido, creíble, arraigado en el pueblo y reconocido por éste, puede evitar que en cuestión de partidos nos parezcamos a Estados Unidos, país donde las izquierdas son absolutamente marginales.

* Ponencia presentada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, el 28 de febrero de 2011, durante la mesa redonda La izquierda y el 2012

http://rodriguezaraujo.unam.mx

jueves, febrero 24, 2011

La relación juvenil entre Arreola y Rulfo

Raquel Tibol

MÉXICO, D.F., 23 de febrero (Proceso).- La semana pasada nuestra colaboradora Raquel Tibol dedicó un artículo a la relación entre los escritores jaliscienses Juan José Arreola y Antonio Alatorre, para resaltar la generosidad del primero, no siempre reconocida; sin que constituya una segunda parte, esta entrega se refiere a otra entrañable relación amistosa de Arreola, ahora con Juan Rulfo.

“Rulfo me retuvo con su prosa hasta beberme todo su breve libro de bárbaros cuentos. La música ríspida, penetrante, cortante, profunda, de la prosa de Juan Rulfo me capturó al extremo de contagiarme de un ritmo que descubro alarmante.”

Salvador Novo (30 de enero de 1960)

Gracias a la publicación por Orso Arreola de las memorias dictadas por su padre en los años finales de su vida (Editorial Diana, 1998), se pueden apreciar, debido a la sinceridad del relato, situaciones que hoy todavía importan a la cultura literaria de México. A mediados de los cuarenta del siglo XX llegaban a Guadalajara, de otras poblaciones de Jalisco, escritores que comenzaban a desarrollar sus vocaciones. Constituidos en capilla se reunían primero en la farmacia Rex y después en el café Nápoles. Juan José Arreola ejercía cierto liderazgo debido a ciertas experiencias extramuros: se había desempeñado como locutor y actor en la Ciudad de México.

El presidente Lázaro Cárdenas había fundado el Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad, en cuya emisora el locutor estrella era Adolfo López Mateos. Otro locutor era Salvador Carrasco, creador del personaje El Monje Loco, quien convenció a Arreola, debido a su buena voz, que se ubicara en estaciones más profesionales. Primero entró a la XEJP y luego a la W. En 1940 el locutor más famoso de México era Marco Antonio Albuquerque y su programa más gustado La hora del tango, al que Juan Rulfo se aficionó al punto de sumarse a un grupo de fanáticos tangueros que hicieron un viaje a Buenos Aires para gozar de las raíces.

En 1943, establecido en Guadalajara, Rulfo comenzó a frecuentar a veces a los literatos de la farmacia Rex y del café Nápoles, aunque no se integró completamente. A Arreola le gustaba averiguar dónde habían nacido sus compañeros de tertulia. Fue así que se enteró de que Rulfo había nacido en Apulco y que fue registrado en Sayula. Un fiel asistente, Ricardo Serrano, le aconsejó a Rulfo que buscara a Arreola en el periódico El Occidental y le llevara algunos de sus cuentos, a ver si se los publicaba en la revista Pan. El resultado fue el inicio de una larga amistad.

En 1944 Arreola se casa con Sara Sánchez Torres, originaria de Tamazula. Cuando su hija Claudia cumplió cinco meses Juan Rulfo la fotografió. Tanto le gustaron las fotos a Arreola que inmediatamente se las envió a su papá.

En 1945 Louis Jouvet, la gran personalidad del teatro francés, le envió a Arreola una carta, fechada el 3 de mayo, en la que le ofrecía su ayuda si se decidía a cumplir con su anhelo de viajar a Francia a estudiar teatro. Durante su ausencia fue Juan Rulfo quien lo sustituyó en las tareas de la revista Pan, en cuyo número 6 se había publicado su cuento Macario. La invitación se debía a que tanto Antonio Alatorre como Arreola eran decididos admiradores de Rulfo. Lo que por entonces más leía Juan Rulfo era un autor francés que había influido en él hasta el centro de su alma: Jean Giono. Desde el primer día Juan les dijo: “Esta es mi meta”. Luego identificó el relato de Giono Ese bello seno redondo es la colina con la colina redonda en el valle profundo de Zapotlán que da a lo que se llama el Bajo. Juan había nacido exactamente en las estribaciones del nevado de Colima, no teniendo más frontera que el cerro de la Media Luna que aparece en su obra. Pero en ese momento leía a Jean Giono el provenzal, el francés de origen mediterráneo, italiano, marsellés. Giono fue el escritor que más le importó a Juan antes de leer a William Faulkner. Otro autor francés donde está la fuente más segura de su inspiración es Marcel Aymé, especialmente su libro La yegua verde.

Cuando Arreola regresó de Europa, los problemas económicos lo impulsaron a él, a Rulfo y Alatorre a instalarse en la Ciudad de México. Para entonces la admiración de sus dos colegas era un hecho. El cuento que Rulfo le había entregado a Arreola en El Occidental fue Nos han dado la tierra. Pero entonces Arreola ya conocía La vida no es muy seria en sus cosas, que Efrén Hernández le había publicado en la revista América.

Rulfo trabajó un tiempo en la Secretaría de Gobernación, luego solicitó su cambio a Guadalajara, donde se desempeñó como jefe de migración. Su oficina estaba en la Suprema Corte de Justicia de Jalisco. Fue ahí donde escribió Nos han dado la tierra, cuando a miles de campesinos les repartieron tierras baldías donde –como dijo Arreola—“sólo podían escarbar un agujero para mal morir. Ahí quedó plasmado el tamaño del despojo a que fueron sometidos los indígenas de México”.

Cuando Alatorre leyó el cuento le dijo a Arreola que no creía que ese personaje tan curioso que había conocido unos meses antes fuera capaz de escribirlo. El comentario de Arreola no podía sino ser tajante: “Creo que a muchos de los intelectuales que servían al gobierno les gustaba exaltar la obra de Juan para llevar agua al sediento molino de la revolución, al que Juan criticó desde adentro en forma magistral”.

Por no oficiar en los altares de la cultura revolucionaria, a Juan Rulfo y a Arreola les negaron la entrada a El Colegio Nacional. “Los intelectuales pensionados por el Estado no soportaron nuestras actitudes críticas”.

Con precisión Arreola relató para sus memorias: “Nuestra amistad con Juan Rulfo fue muy intensa en los meses previos a mi viaje a París. El frecuentaba mi casa y pronto hizo amistad con mi esposa Sara, a la que años después le contó que en una cantina de Tamazula salvó la vida gracias a que les dijo a los fulanos que él era amigo de Juan Sánchez Torres, hermano de Sara. Fue el único amigo real que tuvo mi mujer en toda su vida. Nuestra amistad creció en las calles de Guadalajara, visitábamos las librerías de viejo y de nuevo, asistíamos con frecuencia al cine y alguna vez me invitó a su casa a escuchar música clásica; tenía una preciosa tornamesa RCA Víctor en su mueble de madera, y muchos discos de pasta, gruesos y relucientes. En ese tiempo Juan leía novelas de escritores norteamericanos, como John Dos Passos y William Faulkner, en particular su novela Mientras agonizo. Dejé de ver a Juan en 1945. Me lo volví a encontrar en 1947, cuando me llevó a mi casa de San Borja, en México, su cuento Anacleto Morones. En esa ocasión le dije: “Ya la hiciste”. Fue hasta que publiqué Varia invención y luego Confabulario, en el FCE, que nos volvimos a ver y a tratar, siendo ya director del FCE Arnaldo Orfila Reynal y subdirector Joaquín Díez-Canedo, a quien le conté acerca de los cuentos de Juan. Joaquín-Díez-Canedo y Alí Chumacero sabían que yo promoví la publicación de El llano en llamas y de Pedro Páramo.

“Muchos años después, en 1988, en París, en el Centro Pompidou, durante una mesa redonda sobre literatura mexicana, Juan se exaltó cuando uno de los presentadores se refirió a mí como el promotor de varias generaciones de escritores jóvenes; en esa ocasión Juan dijo ante el público: ‘¡Cómo que jóvenes, este hombre no nomás nos enseñó a escribir, primero nos enseñó a leer’. Efectivamente a Juan le recomendé algunas lecturas que fueron capitales para su desarrollo posterior en las letras y en la investigación literaria.

“A Rulfo hay que ubicarlo en el territorio superior del realismo mágico, más cerca de la poesía que de la realidad. Antonio Alatorre ha dicho que Pedro Páramo le parecía un hermoso poema. En una ocasión añadió: ‘Me parece glorioso, una maravilla’. Una vez tuve la idea que esa novela se imprimiera como una colección de poemas, con tipografía como versos sueltos. Ahí la discontinuidad del texto sería todavía mayor. Sería como relámpagos intuitivos. La idea es loca, pero siento a Pedro Páramo más como poema que como novela.

“A mediados de los cincuenta el Indio Fernández invitó a Juan Rulfo y le propuso que escribiera un guión a partir de una idea que tenía él para hacer una película con Rossana Podestá, que en un principio se iba a llamar Río arriba y finalmente se llamó La paloma herida. Juan le dijo al Indio que con mucho gusto participaba, pero que le sugería que yo también interviniera en el proyecto, lo que el Indio aceptó. A las dos semanas de trabajar en casa del Indio les presenté mi renuncia. Las razones fueron dos: mi desacuerdo con las ideas del Indio para esa película, y el hecho de que nos presionaba para beber las copas de tequila. Creo que Juan inicio en casa del Indio su carrera de bebedor profesional.

“La última vez que platiqué a fondo con Juan Rulfo fue dentro de un avión que volaba sobre la cordillera andina a 20 mil pies de altura. Regresábamos a México desde Buenos Aires, donde los dos asistimos a la Feria del libro. Hablamos durante diez horas. Juan me reveló en las alturas muchos aspectos de su alma que yo desconocía. Ya en tierra, un automóvil nos condujo hasta la casa de Juan. Cosa rara, subí por el elevador para acompañarlo hasta el interior de su casa. En ese amanecer saludé a su esposa Clara que lo estaba esperando. Me despedí de él y ya no lo volví a ver.”

Quizás aquellas revelaciones de su alma de Rulfo colmaron la confianza de una larga relación y despertaron el pudor del que debía guardar los secretos de los que era depositario.

Cuando Rulfo regresó a Guadalajara, vivía en un solar a las orillas de la ciudad. Al fondo del solar –recordaba Arreola– tenía una especie de nicho enorme, más grande que un nicho sepulcral. “No quiero pensar que ahora está en un nicho porque no me hago a la idea de eso. Yo sigo hablando con Juan como si estuviera vivo”. Ese diálogo inmaterial no debe ubicarse en el pasado. Amistades como ésa, con su profundo respeto mutuo, deben vivir en un prolongado presente.

miércoles, febrero 23, 2011

"La independencia es otro nombre de la dignidad"

Quiero dedicar este homenaje a la memoria viva de dos Carlos: Carlos Lenkersdorf y Carlos Monsiváis, amigos muy queridos que ya no están, pero siguen estando.

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Y empiezo por decir gracias: Gracias, Marcelo, por este regalo, esta alegría. Te digo gracias en nombre propio y también en nombre de los muchos sureños que jamás olvidarán su gratitud a México, el país de su exilio, refugio de perseguidos en los años de mugre y miedo de nuestras dictaduras militares.

Y quiero subrayar que México merece, por eso y por muchos otros motivos, toda nuestra solidaridad, ahora que esta tierra entrañable está siendo víctima de la hipocresía del narcosistema universal, donde unos ponen la nariz y otros ponen los muertos, y unos declaran la guerra y otros reciben los tiros.

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Este acto generoso me honra por venir de quien viene. La ciudad de México está a la vanguardia en la lucha por los derechos humanos, en un amplio abanico que va desde la diversidad sexual hasta el derecho a respirar, que ya parecía perdido.

Y mucho me honra recibir esta ofrenda, porque mucho tiene de desafío: en nuestros países la independencia plena es todavía, en gran medida, una tarea por hacer, que nos convoca cada día.

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En la ciudad de Quito, al día siguiente de la independencia, una mano anónima escribió en una pared: Último día del despotismo y primero de lo mismo.

Y en Bogotá, poco después, Antonio Nariño advertía que el alzamiento patriótico se estaba convirtiendo en baile de máscaras, y que la independencia estaba en manos de caballeros de mucho almidón y mucho botón, y escribía: Hemos mudado de amos.

Y el chileno Santiago Arcos comprobaba, desde la cárcel:

–Los pobres han gozado de la gloriosa independencia tanto como los caballos que en Chacabuco y Maipú cargaron contra las tropas del rey.

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Todas nuestras naciones nacieron mentidas. La independencia renegó de quienes, peleando por ella, se habían jugado la vida; y las mujeres, los analfabetos, los pobres, los indios y los negros no fueron invitados a la fiesta. Aconsejo echar un vistazo a nuestras primeras Constituciones, que dieron prestigio legal a esa mutilación. Las Cartas Magnas otorgaron el derecho de ciudadanía a los pocos que podían comprarlo. Los demás, y las demás, siguieron siendo invisibles.

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Simón Rodríguez tenía fama de loco, y así lo llamaban: El loco. Decía locuras, como éstas:

–Somos independientes, pero no somos libres. La sabiduría de Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son, en nuestra América, dos enemigos de la libertad de pensar. Nuestra América no debe imitar servilmente, sino ser original.

Y también:

–Enseñemos a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.

Don Simón decía locuras, y hacía locuras. Allá por mil ochocientos veinte y pico, sus escuelas mezclaban a los niños y a las niñas, a los pobres y a los ricos, a los indios y a los blancos, y también unían la cabeza y las manos, porque enseñaban a leer y a sumar, y también a trabajar la madera y la tierra. En sus aulas no se escuchaban los latines de sacristía y se desafiaba la tradición del desprecio por el trabajo manual. Poco duró la experiencia. Un clamor de indignadas voces exigía la expulsión de este sátiro que ha venido a corromper a la juventud, y el mariscal Sucre, presidente del país que ahora llamamos Bolivia, le exigió la renuncia.

A partir de entonces, anduvo a lomo de mula, peregrinando por las costas del Pacífico y las montañas de los Andes, fundando escuelas y formulando preguntas insoportables a los nuevos dueños del poder:

–Ustedes, que imitan todo lo que viene de Europa y de los Estados Unidos, ¿por qué no les imitan la originalidad, que es lo más importante?

Este viejo vagabundo, calvo, feo y barrigón, el más audaz y el más querible de los pensadores de América, estaba cada día más solo, y solo murió.

A los ochenta años, escribió:

–Yo quise hacer de la tierra un paraíso para todos. La hice un infierno para mí.

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Simón Rodríguez fue un perdedor. Según la escala de valores de este mundo, que sacraliza el éxito y no perdona el fracaso, los hombres como él no merecen memoria.

Pero, ¿acaso no está vivo don Simón en la energía de dignidad que hoy recorre nuestra América de norte a sur? ¿Cuántos hablan por su boca, aunque no lo sepan, como hablaba en prosa aquel personaje de Molière que no sabía que hablaba en prosa?

¿Acaso don Simón no nos sigue enseñando, un siglo y medio después de su muerte, que la independencia es otro nombre de la dignidad? Es verdad que todavía pesa, y mucho, la herencia colonial, que aplaude la copia y maldice la creación y admira, como denunciaba don Simón, las virtudes del mono y del papagayo. Pero también es verdad que son cada vez más los jóvenes que sienten que el miedo es una cárcel humillante y aburrida, y libremente se atreven a pensar con sus propias cabezas, sentir con sus propios corazones y caminar con sus propias piernas.

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Yo no creo en Dios, pero sí creo en el humano milagro de la resurrección. Porque quizás se equivocaban aquellos dolientes que se negaban a creer en la muerte de Emiliano Zapata, y creían que se había marchado a Arabia en un caballo blanco, pero sólo se equivocaban en el mapa. Porque a la vista está que Zapata sigue vivo, aunque no tan lejos, no en las arenas de Oriente: él anda cabalgando por aquí, aquí cerquita nomás, queriendo justicia y haciéndola.

Y fíjense ustedes lo que ha ocurrido con otro perdedor, José Artigas, el hombre que hizo la primera reforma agraria de América, antes que Lincoln y antes que Zapata.

Hace casi dos siglos, él fue vencido y condenado a la soledad y al exilio. En años recientes, la dictadura militar del Uruguay le erigió un ampuloso mausoleo, queriendo encerrarlo en cárcel de mármol. Pero cuando la dictadura intentó decorar el monumento con algunas de sus frases, no encontró ninguna que no fuera subversiva. Ahora el mausoleo tiene fechas y nombres de batallas, y ninguna frase. Involuntario homenaje, involuntaria confesión: Artigas no es mudo, Artigas sigue siendo peligroso.

Cosa curiosa: con tantos vivos que hablan sin decir, en nuestras tierras hay muertos que dicen callando.

***

Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos cometieron la insolencia de amar a su tierra, y por ella se jugaron la vida. Pero está visto que el patriotismo es el honorable privilegio de los países dominantes: sólo los que mandan tienen el derecho de ser patriotas. En cambio, los países dominados, condenados a obediencia perpetua, no pueden ejercer el patriotismo, so pena de ser llamados populistas, demagogos, delirantes: nuestro patriotismo se considera una peste, peste peligrosa, y los amos del mundo, que nos toman examen de Democracia, tienen la mala costumbre de conjurar esta amenaza a sangre y fuego.

Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos se negaron a repetir la historia y quisieron cambiarla.

Bienaventurados sean los perdedores, y malditos sean quienes confunden el mundo con una pista de carreras y lanzados a las cumbres del éxito trepan lamiendo hacia arriba y escupiendo hacia abajo.

Bienaventurados sean los indignados, y malditos sean los indignos.

Maldita sea la exitosa dictadura del miedo, que nos obliga a creer que la realidad es intocable y que la solidaridad es una enfermedad mortal, porque el prójimo es siempre una amenaza y nunca una promesa.

Bienaventurado sea el abrazo, y maldito sea el codazo.

***

Sí, pero… Cuántos perdedores, ¿no?

Cuando algún periodista me pregunta si soy optimista, yo contesto, sinceramente:

–A veces. Depende de la hora.

Siempre me parecieron más bien inhumanos los optimistas full time.

Creo que el desaliento es un derecho humano, y de algún modo es también la prueba de que somos humanos, porque no sufriríamos el desaliento si no tuviéramos aliento.

Hay que reconocer que no es muy alentadora la realidad, que tiene la jodida costumbre de recompensar a los exprimidores del prójimo y a los exterminadores de la tierra, el agua y el aire. Y en cambio, las más apasionantes aventuras de transformación de la realidad suelen quedarse a mitad de camino, o se extravían y se pierden, y muchas veces terminan mal.

Hay que reconocerlo, digo, pero también cabe preguntar: Cuando esas lindas experiencias colectivas terminan mal, ¿de veras terminan? ¿No hay nada que hacer, sólo nos queda resignarnos y aceptar el mundo tal cual es, como si fuera destino? Hace pocos años, se puso de moda la teoría del fin de la historia. Más de uno se tragó ese sapo, a pesar de que el sentido común nos demuestra, con poderosa sencillez, que la historia nace de nuevo cada mañana.

Lo mejor de este asunto de vivir está en la capacidad de sorpresa que la vida tiene. ¿Quién podía presentir que los países árabes iban a vivir este huracán de libertad que están ahora viviendo? ¿Quién iba a creer que la plaza de Tahrir iba a dar al mundo esta lección de democracia? ¿Quién iba a creer lo que ahora puede creer ese muchachito plantado en la plaza durante días y noches, cuando dice: "Nadie nos va a mentir nunca más"?

Al fin y al cabo, cuando la historia dice adiós, o eso parece decir, ella nos está diciendo, o al menos murmurando: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.

Y yo me despido de ustedes, ahora, que ya es hora, como la historia me enseñó, diciéndoles gracias, diciéndoles: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.

* Palabras pronunciadas el 22 de febrero de 2011, en la ceremonia de entrega de la Medalla 1808, que el jefe de Gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, otorgó al escritor Eduardo Galeano

viernes, enero 28, 2011

Desafíos de la crisis boliviana

Raúl Zibechi
 
Afinales de diciembre se produjo un hecho sin precedente en la historia reciente de América Latina: el primer levantamiento popular contra un gobierno de izquierda, provocado por el aumento del precio de los combustibles decidido por el gobierno de Evo Morales. Es posible que sea el hecho político cualitativamente más importante generado por los de abajo desde el caracazo de febrero de 1989 contra uno de los primeros ajustes neoliberales en la región. Si esto fuera así, se abriría una nueva etapa en las luchas sociales en un periodo caracterizado por el alza generalizada de los alimentos.
 
La importancia histórica del caracazo es que fue la primera insurrección popular contra el modelo impuesto por el Consenso de Washington. Un paquete de medidas antipopulares fue respondido por cientos de miles en las calles, abriendo un foso infranqueable entre los de arriba y los de abajo. La insurrección de Caracas mostró que se podía derrotar el modelo si se desbordaban los cauces establecidos para la protesta social, entre ellos los sindicatos, convertidos en muros de contención de la rebeldía.

El nuevo periodo histórico fue seguido por decenas de levantamientos populares, empezando por el de Ecuador en 1990, que marcó una ruptura en las luchas sociales al instalar la agenda indígena de autogobiernos territoriales en el centro del escenario político. Desde ese año se sucedieron más de media docena de erupciones populares forzando la caída de tres presidentes. Los gobiernos de Rafael Correa y Hugo Chávez son consecuencia del nuevo protagonismo popular.
En Bolivia, tres grandes insurrecciones (2000, 2003 y 2005) jalonaron un ciclo de luchas que culminó con la elección de Evo Morales. Desde el subsuelo de las sociedades nacieron potentes movimientos que modificaron el mapa político latinoamericano.

Lo sucedido ahora es diferente. La reacción popular al aumento de la gasolina (72 por ciento) y el diesel (82 por ciento), difundida un domingo 26 de diciembre de noche, debió ser suspendida porque la creciente movilización amenazaba convertirse en estallido social. Fue en las regiones más evistas, aquellas donde el presidente cosechó más de 80 por ciento de los votos, las que se movilizaron contra la decisión del gobierno. El Altiplano aymara y las zonas cocaleras del Chapare fueron testigos de acciones colectivas que enfocaron la ira de la población contra los mismos que se habían beneficiado de un apoyo casi unánime un año atrás, cuando el presidente fue relegido con 64 por ciento de los votos.
Lo sucedido en El Alto es, tal vez, lo más importante. La ciudad aymara fue epicentro de la rebelión de 2003 y allí Evo obtuvo 81 por ciento de los votos. El 30 de diciembre la multitud atacó las sedes de las organizaciones que se pronunciaron en favor del alza de los combustibles, entre ellas la Federación de Juntas Vecinales, que protagonizó el levantamiento de 2003 contra Gonzalo Sánchez de Lozada, y la Central Obrera Regional (COR). También atacaron la alcaldía de la ciudad e incendiaron las casetas de peaje El Alto-La Paz, quemaron una bandera venezolana y retratos de Evo.

A finales de enero el instituto Ipsos difundió encuestas que muestran fuerte descenso del apoyo al gobierno. La popularidad de Evo cayó de 84 por ciento en 2007 a 36 por ciento en enero de 2011, y 56 por ciento de la población rechaza su gestión. El vicepresidente Álvaro García Linera, cuyo nivel de aprobación cayó de 46 por ciento en noviembre de 2010 a 29 por ciento, cosecha 71 por ciento de reprobaciones.

La rebelión contra el gasolinazo muestra cinco hechos significativos. El primero es que el movimiento popular no ha sido cooptado y mantiene su autonomía, pese a que hubo consistentes esfuerzos del gobierno por domesticarlo con políticas sociales que se resumen en transferencias monetarias. Lo que consiguió fue atraer a unas cuantas dirigencias, pero al precio de separarlas de sus bases, que han mostrado que no son simple masa electoral.

La segunda es que el ciclo de luchas se está relanzando contra los límites que impone el extractivismo. El intento de aumentar precios a los combustibles muestra que la nacionalización de los hidrocarburos fracasó, porque se quedó en mera negociación de contratos con las multinacionales. Pero enseña además que el salto industrial que difunde el gobierno no ha pasado de las declaraciones y que no se discute un modelo económico alternativo.

No haber consultado a la población y a los movimientos y el modo en que se emitió el Decreto 748, demuestra que no existe ni refundación ni descolonización del Estado, ya que se aplicó una medida neoliberal con métodos neoliberales. Ésta es la tercera conclusión, que coloca todo el proceso boliviano ante una disyuntiva: o se reconduce rápidamente o tiene los días contados.

En cuarto lugar, es una seria advertencia a todos los procesos de la región, ya sean los tibiamente progresistas o los que se inscriben en el socialismo del siglo XXI. Hemos ingresado en una fase más aguda de la crisis del sistema-mundo, caracterizada por la tendencia al desgobierno y al caos que genera la combinación del alza de las materias primas y la desarticulación geopolítica global. Los sucesos de Bolivia y los del sur de Chile se van a repetir y pueden arrasar cualquier gobierno, aun aquellos que tienen fuerte apoyo popular.

Por último, es necesario hacer una opción ética. Cuando los de abajo atacan y destruyen los locales de sus organizaciones es porque los diques de contención de la protesta social están rotos, o son tan frágiles que no pueden impedirla. ¿De qué lado nos vamos a colocar cuando las multitudes arremetan contra gobiernos y dirigentes de izquierda? En este punto no puede haber el menor cálculo en el sentido de a quién beneficia o perjudica la insurrección en curso. Estar con los de abajo es la única brújula en medio del caos.

miércoles, enero 26, 2011

Samuel Ruiz (1924-2011), el profeta mexicano del siglo XX

Enrique Dussel*

Ha muerto el 24 de enero el santo profeta de Chiapas, digno sucesor de Bartolomé de las Casas. Este último comenzó su lucha en favor de los pueblos originarios de América en el ya lejano 1514 en el pueblito de Sancti Espíritu de Cuba. Fue obispo de Chiapas desde 1544 hasta 1547, en que fue expulsado por la oligarquía de los conquistadores que ya dominaban esa tierra maya, por su lucha en favor de los pueblos originarios. Algo más de cuatro siglos después, y como continuando la labor de Bartolomé, fue nombrado en 1959 don Samuel Ruiz, a la edad de 35 años, obispo de Chiapas (siendo el más joven del episcopado mexicano de esos años). Había nacido el 3 de noviembre de 1924 en Irapuato. Estudió primero en León; obtuvo su doctorado en hermenéutica bíblica en la Gregoriana de Roma. Era un hombre letrado, director del seminario de León (como Miguel Hidalgo lo fue del de Valladolid). Asistió al II Concilio Vaticano, participando todavía dentro de las filas del episcopado conservador. Le tocaron tiempos de profunda renovación de la Iglesia y las convulsiones políticas del 68. En ese tiempo cambiará drásticamente su posición teórica y práctica. Será su comunidad indígena maya la que lo confrontará con la miseria, la opresión, la dominación política, económica, cultural y religiosa que la oligarquía chiapaneca había orquestado como herencia de los conquistadores y de los terratenientes contra ese pueblo originario. El joven obispo sufre una conversión radical. Ya en 1968 fue uno de los cuatro oradores (sobre el tema de la pastoral indígena) en la Conferencia de Medellín del Celam, donde manifestó su calibre latinoamericano. Brillará en América Latina como miembro de una camada de obispos que optaron por los pobres del continente, junto a Helder Camara, en Brasil; Leónidas Proaño, en Ecuador, y Óscar Romero, en El Salvador. Será uno de los reformadores de la Iglesia, fundamentando bíblicamente la revolucionaria teología de la liberación que estaba naciendo. Pero aún más, la llevó a la práctica con su pueblo indígena chiapaneco. Aprendió dos lenguas mayas y se transformó en el profeta de su pueblo. Esto le traerá grandes enemistades, persecuciones, aun de aquellos que hoy, después de su muerte, lo ensalzan. Decía de él, y de don Samuel, el obispo de Cuernavaca don Sergio Méndez Arceo: "Nosotros unificamos al episcopado mexicano. ¡Todos están contra nosotros!" Perseguido por los potentados, los terratenientes, los políticos y hasta por algunos de sus sacerdotes, con indomable brío, con paciencia de indígena, con sacrificio titánico, recorriendo innúmeras veces su diócesis en camioneta, avioneta o a caballo, estaba presente consolando, alentando y dirigiendo a las "comunidades" mayas. Todas lo tenían por tatik (como el tata de los tarascos que fue Vasco de Quiroga); nombrado por ellos mismos "Protector del pueblo indígena". Contra viento y marea, y contra la opinión de muchos en el Vaticano (que como decía San Juan de la Cruz a un hermano observante estricto: "¡Cuídate de ir a Roma, partirás descalzo (reformado) y volverás calzado (corrompido)!"), transformó la Iglesia y la sociedad chiapaneca, educó a los líderes indígenas, que de catequistas llegaron a ser diáconos. ¿Qué fueron muchas y muchos comandantes zapatistas sino catequistas de don Samuel Ruiz? Don Samuel creó proféticamente la conciencia de lucha de su pueblo, del cual, por otra parte, aprendió todo. Por ello, en la celebración de su muerte (no es contradictorio que el pueblo reunido junto a su cadáver exultara un cierto espíritu de profundo regocijo), se gritaba, en algunos casos machete en mano: "¡Samuel vive, la lucha sigue!"; o aquella crítica a la Iglesia de tantas traiciones: "¡Queremos obispos al lado de los pobres!" Esa Iglesia ocupada en la beatificación de su burocracia (cuyo miembro supremo se le vio fotografiado junto a R. Reagan, o a A. Pinochet, y que se encolerizó ante la presencia de un humilde Ernesto Cardenal de rodillas, y sin embargo ministro de Estado de la revolución sandinista, junto al gran cartel en el que se leía en la Plaza de la Revolución: "¡Entre cristianismo y revolución no hay contradicción!"

Don Samuel no fue sólo una figura mexicana. Era una personalidad profética latinoamericana, defensor de los derechos humanos de los humildes, de los inmigrantes en toda Centroamérica. Era una figura mundial, recibiendo premios internacionales y doctorados honoris causa en las más diversas y encumbradas universidades en reconocimiento a su pensamiento y a su acción.

Don Samuel es, junto a don Sergio Méndez Arceo, el símbolo más profético de la Iglesia mexicana del siglo XX, y uno de los pastores más importantes de la pastoral indígena en nuestro continente y el mundo. No queda sino alegrarse con el pueblo cuando exclamaba: "¡Samuel vive, la lucha sigue!" Como Walter Benjamin escribía, se trata de un "mesianismo materialista" (si por "materialista" se entiende cumplir responsablemente con los deberes para con la vida de los pobres y explotados, como los indígenas chiapanecos). Samuel fue heroicamente consecuente con aquél: "¡Tuve hambre y me dieron de comer!" (que del Osiris egipcio pasó a Isaías y al fundador del cristianismo, del cual Samuel fue un digno testimonio).

* Filósofo, emérito de la Universidad Autónoma Metropolitana

martes, enero 25, 2011

Si todos los obispos del mundo…

Octavio Rodríguez Araujo

En México y en otros países hay de obispos a obispos. Unos son conservadores y otros progresistas; unos protegen en su ámbito de influencia a los ricos y a los gobernantes, otros abrazan las causas de los más desprotegidos y explotados; unos están por el sacrificio de las personas en el aquí y el ahora a cambio de indulgencias para después de su muerte, otros promueven la liberación de los pobres en el aquí y en el ahora y no en el más allá. Samuel Ruiz era de los segundos, un obispo que perteneció a la estirpe de Méndez Arceo, en Cuernavaca; de Arturo Lona, en Tehuantepec; de José Llaguno, en la Tarahumara; de Bartolomé Carrasco, en Oaxaca; de Raúl Vera, en Saltillo. Éstos se han distinguido por oponerse a los conservadores y a los colaboracionistas tanto del PRI como del PAN, a Girolamo Prigione en su momento, a la ortodoxia pastoral y, en lo político y lo social, se han opuesto también a los poderes fácticos que han impedido el desarrollo y la realización de los más pobres del país como personas, cuya liberación debe darse en el aquí y el ahora y no para las calendas griegas.

Estos obispos, que bien pudieran ser llamados "liberacionistas", enfrentaron, a veces con esa sutileza que se aprende en el sacerdocio y otras veces con energía, los dictados vaticanos y de los gobiernos mexicanos de los años 80 y 90 del siglo pasado. Siempre desde la fe, pues nunca cayeron en posiciones no religiosas, buscaron en los textos sagrados la justificación para que sus fieles hicieran conciencia de su realidad social, se organizaran y se plantearan una sociedad más justa libre de caciques y de explotadores de toda laya. No hicieron del marxismo su ideología, pues en realidad no simpatizaron con él, pero tampoco lo combatieron como sí lo habían hecho en los años 50 y 60. En otros términos, evolucionaron, y tal vez el Concilio Vaticano II y la teología de la liberación que comenzó a discutirse en aquellos años influyeron favorablemente en ellos. Otros obispos, en cambio, combatieron esas corrientes progresistas y tolerantes de un sector de la Iglesia y en lugar de optar por la Iglesia de los pobres lo hicieron, hasta la fecha, por la de los ricos.

La Iglesia de los pobres no contrarió la fe ni el dogma, pero estos instrumentos fueron usados en un sentido cristiano, es decir en la lógica del Jesucristo al lado de los pobres y de los necesitados y no del que transfiguraron los aliados de los poderosos convirtiéndolo en su negación. Samuel Ruiz, desde su grande diócesis de San Cristóbal de las Casas, no simpatizó con los métodos armados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), pero sí con sus principales planteamientos en favor de los indios, los más pobres de los pobres de México. Ofreció no sólo su mediación, que fue aceptada por las partes gracias a su enorme influencia en la zona y a su compromiso, sino la catedral de San Cristóbal para el primer diálogo entre el EZLN y el gobierno, un hecho insólito en la historia del país. Él y su gente, unos curas y otros no, promovieron no sólo el entendimiento entre el gobierno y los armados, sino el respeto a los derechos humanos en toda su extensión. El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas fue fundado por Samuel Ruiz en 1989, y su papel ha sido muy importante para registrar todo tipo de violaciones a los derechos humanos en Chiapas, principalmente de los indios. El Frayba, como también se le conoce, se ha orientado, según señala en su sitio web, por la integridad e indivisibilidad de los derechos humanos, el respeto a la diversidad cultural y al derecho a la libre determinación, la justicia integral como requisito para la paz y el desarrollo de una cultura de diálogo, tolerancia y reconciliación, con respeto a la pluralidad cultural y religiosa (las cursivas son mías).

A mi juicio estas premisas de orientación de las acciones del Frayba sintetizan no sólo el pensamiento y la acción de Samuel Ruiz sino lo que debiera guiar a la Iglesia católica en México y el resto del mundo donde participa. Dicho sea de paso, este 26 de enero un grupo de organizaciones civiles iba a entregar, por segundo año consecutivo, el Reconocimiento jTatik Samuel jCanan Lum a personas, comunidades y organizaciones de Chiapas que se han destacado por su servicio, cuidado y trayectoria en su trabajo liberador por las causas verdaderas del pueblo. El Tatic Samuel ya no será testigo de dicho reconocimiento.

Si todos los obispos del mundo, comenzando por el de Roma, fueran como Samuel Ruiz, especialmente en los últimos 40 años de su fructífera vida, la religión católica y su Iglesia estarían a la vanguardia del pensamiento liberador y de la justicia social. Pero lamentablemente no es así.

http://rodriguezaraujo.unam.mx

jueves, diciembre 16, 2010

Una ignorada batalla por la vida

Ángel Guerra Cabrera

La colaboración médica cubana con muchos de los países más empobrecidos e ignorados del planeta es un entrañable capítulo por escribir de la revolución en la mayor de las Antillas. Sus inicios se remontan a los tempranos años 60 cuando ya había médicos internacionalistas cubanos en varios países de África. Pero fue hasta décadas después que Cuba pudo disponer para este fin de una gran fuerza de profesionales de la salud excelentemente educados pues después del triunfo de la revolución Estados Unidos estimuló el éxodo de la mitad de esos profesionales. De modo que hubo que formar aceleradamente decenas de miles de trabajadores de la medicina que proporcionaran una universalización de calidad de los servicios recibidos gratuitamente por la población cubana en lugar del sistema prerrevolucionario de atención elitista y restringido a las áreas urbanas.

La labor formativa hizo posible enviar colaboradores de la salud de manera creciente a países subdesarrollados, como es el caso ejemplar, pero lejos de ser único, de la Brigada Médica Cubana (BMC) en Haití, convertida en la fuerza decisiva en el combate a la epidemia de cólera en la hermana república. El enorme éxito de lograr menos de uno por ciento de mortalidad entre los pacientes atendidos por la BMC, comparado con 3.2 de otras instituciones, sólo se explica por la entrega sin reservas al paciente que prevalece en la profesión médica en Cuba y por la larga tradición de trabajo de campo de sus profesionales en las condiciones geográficas, climatológicas y económico-sociales más adversas, aunque siempre ligados a la comunidad y con su apoyo, principio fundamental en que descansa el propio sistema de salud cubano. Un factor muy importante también es la familiaridad de la BMC con el terreno y la cultura haitiana y sus estrechas relaciones con la población, los ministros de culto, alcaldes, activistas comunitarios y autoridades sanitarias nacionales y de otros grupos internacionales que le han proporcionado su presencia durante 12 años en el país, donde ya pueden comunicarse con los pacientes en el patois haitiano.

La epidemia de cólera en Haití es extremadamente amenazadora por su aparición en un país destrozado por el terremoto de enero de 2010, inundado por el ciclón que lo abatió después, que sufre la ausencia de la tan proclamada ayuda internacional y, por consiguiente, del inicio de la reconstrucción. Fidel Castro ha sacado la cuenta de lo insignificante que resulta la cifra de 20 mil millones calculada necesaria para la reconstrucción si se la compara con el millón 500 mil millones gastados anualmente en armas y guerras. Pero quien conozca la historia sabe que sería ingenuo esperar ese aporte de los países desarrollados ni siquiera en justa retribución al fabuloso aporte de la otrora colonia francesa de Saint Domingue a la acumulación originaria capitalista y a la opulencia de aquellos. Existe, además el grave peligro de que esta epidemia, de una cepa asiática desconocida en América Latina, se extienda por la región.

En todo caso, el gobierno cubano decidió poner todos los recursos disponibles para enfrentar de conjunto con las autoridades haitianas y otras organizaciones la epidemia que ya ha cobrado más de 2 mil 200 vidas y se pronostica que podría infectar a 400 mil personas sólo en Haití. Luego del incansable trabajo inicial de la BMC en el enfrentamiento y labor de profilaxis ante el mal, Cuba envió en refuerzo a la Brigada Internacional Henry Reeve, integrada por graduados de varios países de la Escuela Latinoamericana de Medicina, así como personal médico y de enfermería cubanos, para un total de mil 200 profesionales que llegará a todas las comunas, suficiente para derrotar el mal en opinión de la dirección de la BMC.

El portal británico Worlwide Healthcare at a Glance interrumpió por un instante el ciego silencio mediático sobre este gran combate del siglo XXI por la vida. Allí se lee: “Cuba sin hacer publicidad ha hecho más que nadie para ayudar a su vecino y ha cooperado con Naciones Unidas en el envío de su personal a las zonas más difíciles de ese país. Los médicos cubanos están en los lugares donde los médicos de habla inglesa jamás han conseguido llegar ni con grandes subvenciones –los pueblos de montaña más afectados– y en esos lugares incluso han creado centros estables para el tratamiento de la emergencia”. Ya son nueve los grandes Centros de Atención al Cólera establecidos por Cuba con apoyo venezolano, y llegarán a 20.