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lunes, noviembre 09, 2009

En el grano palestino

Hermann Bellinghausen
Periódico La Jornada


Todos los pueblos importan. Debería sobrar decirlo, pero no. Los romanos, y antes los asirios, y después de ellos los ingleses y los estadunidenses, borraron del mapa pueblos enteros que sin denominarse país lo eran. Eso sigue sucediendo, con otros "romanos" y métodos más modernos. Mas siempre habrá pueblos periféricos, menores ("Pulgarcitos", como decía el salvadoreño Roque Dalton del suyo), que importen particularmente. Cuando menos por sus poetas: son su pasaporte a la memoria.

Por citar un ejemplo, Nicaragua: allí la felicidad palpita a flor de piel, pero a los nicas siempre se la echan a perder. Quién hubiera dicho que la gesta sandinista se volvería una dictablanda corrupta y cíclica, otro caso más de futuro pospuesto. Hasta nuevo aviso. Y sin embargo, sus poetas. Nuestra lengua sería más gris sin Rubén Darío. Más estrecha sin Martínez Rivas, Coronel Urtecho, Mejía Sánchez. Y menos atenta sin Ernesto Cardenal. Demuestran, mejor que nada, que Nicaragua existe.

Todo este preámbulo para decir que si Palestina no tuviera otra prueba de su existencia que la poesía de Mahmud Darwish (1941-2008), eso le bastaría para ser todo un pueblo, una nación indispensable para el mundo humano del milenio en curso.

La poesía es la única prueba concreta de la existencia del hombre, sostuvo siempre el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón. A esa demostración se abocó Darwish. En el gran caudal de la poesía árabe (toda una civilización literaria) no han sido pocas las voces palestinas hasta los tiempos modernos. Pero Darwish dio para más. Atento, sensible, siempre allí, aun cuando en exilio, dejó una obra universal e indispensable, fundacional. No por redactar la Declaración de Independencia de Palestina, a la manera de Thomas Jefferson, sino porque la suya conforma toda una literatura. Como su amigo Pablo Neruda, nombró cada cosa, hizo el "canto general" del mustio suelo palestino que detalló y engrandeció; de sus olivares y quienes los cultivan y habitan; de sus voces y silencios.

Bautizó al amor joven y viejo de muchas maneras, en la nostalgia, en la batalla, en la consumación. Habló de la Historia con resentimiento y dolor fundados en la propia Historia. Desde su pequeñez individual se sumó a la invención de una patria para un pueblo que la necesita y la merece. Se enfrentó al Dios de los hunos y al de los otros, en una batalla solitaria que nunca perdió.

Palestina, el paisito que a nadie le conviene que exista, no pide permiso a nadie para hacerlo, sólo anhela que la libertad lo acompañe. Para eso lucha y vive. Conoce la desesperación, y constantemente muere. Ningún poeta como Darwish ha puesto nombre a la guerra moderna, hasta el último detalle de como la vive el hombre común. En Memoria del olvido recobra el sitio de Beirut en agosto de 1982 con la piel, el detenimiento y la delicadeza hipersensible de Proust bajo el acero de las bombas enemigas.

Habitó con reconocido genio las formas clásicas de la poesía árabe. Y no obstante, sus bellísimas casidas las escribió, expresamente, después de García Lorca. Como se dice del labrador, cultivó la rima tradicional lo mismo que la narración de verso y aliento largos. Trashumante de las Arabias y las Europas, no pocas veces resuena como las canciones del canadiense explícitamente judío Leonard Cohen (y Georges Moustaki de fondo): el extranjero, el meteco, es su persona. Un poco opuestos, Cohen y Darwish, no mucho, comparten puntos de encuentro en estaciones de tren y caminos polvosos. Son proclives a las alcobas y los hoteles, a las confesiones no pedidas. "Mujer, no hay nombre para nosotros cuando el extraño se encuentra con el extraño."

Darwish no perdió tiempo en ser estrella pop, como Cohen; en todo caso, lo perdió conviertiéndose en "amenaza" para las pocas pulgas del invasor israelí, o siendo acogido por multitudes que nuestra cultura no brinda a los poetas. Vivió, desde niño, atrás de las trincheras, sin otra opción. No la quiso.

"La realidad es la única certeza de la imaginación", escribe en Mural (2000), épica e íntima contemplación retrospectiva donde parece hablar después de su muerte (traducida al inglés por la poeta palestina Rema Hammani y John Berger, Verso, Londres, 2009). Wallace Stevens, uno de los pocos poetas indispensables del siglo XX, decía que la realidad es obra de la más augusta imaginación.

Desde niño, Darwish estuvo destinado a la resistencia, la persecusión, la defensa; a una construcción de vida desde el dolor inolvidable. En Mural se recuerda "aquí, solo en la blanca frontera de la eternidad", donde quizás sigue vivo en alguna parte, deseando que "su país sea su cuerpo".

La nunca presuntuosa escritura de Darwish es de las que prueban y confirman la existencia de la poesía. Sus metáforas "dan sentido a lo que está a punto de suceder". Lo supimos con Kafka: el futuro no mejora, pero el futuro siempre mejora a la buena poesía.

martes, mayo 19, 2009

Mario Benedetti

Eduardo Galeano


El dolor se dice callando.

Pero me pregunto:

¿qué será de nuestra ciudad,

sola de él?

¿qué será de Montevideo,

mutilada de él?

Y me pregunto:

¿qué será de nosotros, sin su

bondad inexplicable?

jueves, mayo 07, 2009

El que pone las cosas en alto

De los informantes de Fray Bernardino de Sahagún

In tlaquetzqui

Tlaquetzqui:
ahuile, camanale, tentlamache,
tentotecatl, camatoltecatl.

In cualli tlaquetzqui:
tlatoluelic, tlatolahuiyac,
tenxochitl.

Zazanilatlatole,
yectlatole,
camaxochihua, xochitl.
Huelic, ahuiyac itlatol,
tecpillatole, yamancatlatole.

In amo cualli tlaquetzqui:
tlatolchochopoc,
tlatolcampax;
tencuappol, tencuahuitl.
Tlahellaquetza, tlahellatoa,
ahuillatoa,
amo mamauhti.

El que pone las cosas en alto

El narrador:
donairoso, dice las cosas con gracia,
artista del labio y la boca.

El buen narrador:
de palabras gustosas, de palabras alegres,
flores tiene en sus labios.

En su discurso las consejas abundan,
la palabra correcta,
brotan flores de su boca.
Su discurso: gustoso y alegre como las flores;
de él es el leguaje noble y la expresión cuidadosa.

El mal narrador:
lenguaje descompuesto,
atropella las palabras;
labio comido, mal hablado.
Narra cosas sin tino, las describe,
dice palabras vanas,
no tiene vergüenza.

lunes, abril 13, 2009

El tercero

Javier Sicilia

Los amantes contemplan en el otro lo Abierto
–no la noche aparente que miramos nosotros con ojos invertidos,
temerosos de entrar en sus abismos,
como si reteniéndonos pudiéramos eludir el camino hacia el misterio,
sino lo Abierto, donde libres avanzan como avanzan los ríos–
y olvidados de sí descubren en el otro lo Puro, virgen de todo lo aparente,
como si en él, en su finita geografía, conocieran lo inmenso.

¿Qué gracia les otorga esa mirada,
ese fluir sin deseo de conquista,
obedientes al flujo de su pura proximidad?

¿Qué los hace posibles,
a ellos que se miran frente a frente
y sienten el destino de su completud,
su suave comunión?

No lo saben, quizás
–tan extasiados viven en la respiración del infinito
que sólo el resplandor los ilumina–,
pero entre uno y otro,
en el “nosotros” de sus desnudeces,
en ese “¿quién soy yo, quién eres tú?”,
que sus labios pronuncian al oído,
extasiados de sí,
hay un tercero siempre,
que ávidos recorren sobre la geografía de su carne,
ciegos de luz,
y nombran al decirse “amor”.

Ni siquiera podrían ya reconocerlo en el rostro de un niño alado,
en la paloma abierta como un deslumbramiento a mitad de la noche,
en la pequeña luna levantada día tras día sobre el altar del templo,
y, sin embargo, él está allí diciéndose en el enlazamiento de los cuerpos,
en el borde sagrado de sus precipitaciones,
en la celebración del gemido que acoge lo inefable
convocando lo Abierto,
y a el encarnar al dios en su trina intimidad
nos dicen el anuncio de nuestra dicha en él,
como si entre ellos,
desbordados de fuego en el umbral de sus cuerpos,
el dios prefigurara nuestra resurrección.

De Tríptico del desierto, con el que el autor obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2009.

viernes, marzo 20, 2009

Rimbaud, más allá de su leyenda

Chivo-comentario: Si Rimbaud, Rulfo, Cortázar, etc. hubieran vivido en esta época, se publicarían sus e-mails? Se harán editores Yahoo!, MSN o Google? A quién pertenece esa información?

Las cartas inéditas del poeta, casi unas memorias, descubren su faceta más íntima

ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS

Para Albert Camus era "el más grande de todos", y Patti Smith lo consideraba "el primer poeta punk". A Arthur Rimbaud (1854- 1891) le bastó un libro, Una temporada en el infierno, para convertirse en mito. Tenía 18 años y poco después decidió que la literatura había muerto para él. Quería vivir todas las vidas. Y, aunque murió a los 37 años de un cáncer de huesos, casi lo consiguió. Prometo ser bueno: cartas completas (Barril & Barral) reúne la correspondencia completa del poeta. Misivas autobiográficas que revelan los miedos y anhelos en la desesperada voz de un hombre condenado a errar, que viajó incansablemente, fue profesor, mendigo, explorador, comerciante, traficante de armas y hasta miembro de un circo. La desamparada huida de un poeta cuyas consignas visionarias -"Yo es otro", "Hay que ser absolutamente moderno", "La verdadera vida está ausente"- le convirtieron en el gran mito de la rebeldía adolescente. Lejos de esa imagen, su correspondencia, inédita hasta ahora en España, descubre a otro Rimbaud. Más íntimo y alejado de la leyenda.

Inquieto, irascible e insensato, también añoró sentar la cabeza. En 1883 confiesa a los suyos el deseo de tener una familia: "Isabelle [su hermana] se equivoca con su decisión de no casarse si alguien serio y experimentado se presenta, alguien con un futuro. La vida es así y la soledad es mala cosa. Yo echo de menos el estar casado y tener una familia. Pero estoy condenado a errar [...] ¿De qué sirven estas idas y venidas, estas fatigas, estas aventuras junto a razas extranjeras, estas lenguas con las que uno se llena la memoria y estas penas sin nombre si no puedo, pasados algunos años, descansar en un lugar que me guste, encontrar una familia y tener un hijo con el que pasar el resto de mi vida, educándolo como quiera, crear y armar la instrucción más completa que alguien pueda esperar, y que lo vea convertirse en un ingeniero prestigioso, un hombre rico y poderoso gracias a la ciencia?".
Y en 1889, el poeta muestra un apego familiar impropio del mito: "Mi querida mamá, mi querida hermana: al mismo tiempo que me excuso por no escribiros más a menudo, aprovecho para desearos un feliz año 1890, una buena salud. Sigo muy ocupado y me comporto lo mejor que soy capaz mientras me aburro mucho, mucho. Recibo también pocas noticias vuestras. Sed más prolijas y no dudéis que soy vuestro servidor".

Atrás quedan la rabia y el entusiasmo de sus cartas a Paul Verlaine, amante, que cansado de su joven y embarazada mujer huye con él y le llama "el hombre de las suelas de viento". La relación de Verlaine y Rimbaud no tardó en convertirse, tal y como la definió el propio poeta, en las de "un marido infernal y una virgen loca". En julio de 1873 escribe: "Vuelve, vuelve, querido amigo, amigo único, vuelve. Prometo ser bueno. Si me he mostrado desagradable contigo, fue tan sólo una broma; me ofusqué, me arrepiento de ello más de lo que eres capaz de imaginar. Vuelve, todo se habrá olvidado totalmente. ¡Qué desgracia que te hayas tomado en serio esta broma! No paro de llorar desde hace dos días. Vuelve. Sé valiente, querido amigo. Nada está perdido todavía. [...] No me irás a olvidar, ¿verdad? No, no puedes olvidarme, yo te llevo siempre conmigo".

Además de las cartas, Prometo ser bueno (que el lunes se presenta en Madrid en una jornada en el Centro Cultural Moncloa que incluye un recital de poesía, un concierto, una mesa redonda y la proyección de un documental) reúne el Dossier de Bruselas con las declaraciones e interrogatorios sobre el disparo a Paul Verlaine, las cartas de su hermana Isabelle a su madre y un artículo, de cuya autoría no se tenía constancia hasta 2008, publicado con el seudónimo de Jean Baudry en una revista en 1870.

La vida dejó su huella en el poeta de los ojos azules ("Me porto bien, pero el pelo se me encanece por minutos. Hace tanto tiempo que esto sucede que temo que mi cabeza parezca ahora a la de una borla de maquillaje. Resulta desoladora semejante traición del cuero cabelludo, pero ¿qué hago?"). Hasta que en 1891, meses antes de que le amputen la pierna carcomida por el cáncer de huesos que le matará, pide a su madre que le envíe unas medias para aliviarle. "Me encuentro mal. Tengo en la pierna derecha varices que me hacen sufrir mucho. [...] Hazme este favor: cómprame un remedio para las varices, para una pierna larga y enjuta. [...] La mala alimentación, los alojamientos malsanos, las ropas demasiado ligeras, los problemas de todo tipo, el aburrimiento, la rabia permanente en medio de negros tan imbéciles como canallas; todo esto ataca profundamente la moral y la salud en muy poco tiempo. Uno envejece muy rápidamente aquí, como en todo el Sudán".

Ya con la pierna amputada, en un hospital de Marsella, incapaz de dormir y descansar por los dolores, le escribe a su hermana Isabelle: "Mi querida hermana: No me has escrito. ¿Qué ha pasado? Tu carta me asustó, me gustaría tener noticias tuyas. Espero que no sean nuevos problemas, ¡ya tenemos bastantes! No dejo de llorar día y noche, soy un hombre muerto, lisiado de por vida. [...] No sé qué hacer. Todo esto me ha vuelto loco: no consigo dormir ni un solo minuto. En fin, nuestra vida es miserable, una miseria eterna. ¿Para qué vivimos? Enviadme noticias".

domingo, marzo 15, 2009

El legado poético de los antiguos mexicanos

Adriana Cortés Koloffon
entrevista con Miguel León-Portilla

La tinta negra y roja, antología de poesía náhuatl (Era/El Colegio Nacional/Galaxia Gutenberg, 2008), el más reciente libro de Miguel León-Portilla, incluye ilustraciones de Vicente Rojo y una introducción de Marcelo Uribe y Coral Bracho, quienes seleccionaron los textos que integran el volumen.

– ¿Qué dificultades implica la traducción del náhuatl al español?

– En primer lugar, como toda traducción, implica una serie de problemas, porque la traducción es el acto de trasvasar una manera de ver el mundo, una lengua determinada a otra lengua: la que recibe. Hay varios criterios: la traducción literal, la traducción libre, la que se propone –sobre todo en la poesía– recobrar el sentido poético. ¿Yo cómo he procedido? Desde luego no es traducción literal, porque sería la muerte de la poesía, pero tampoco es libre en el sentido de que yo me aparto del texto náhuatl para decir lo que yo quiera. Es una traducción en que, sin forzar al castellano, trato de expresar hasta donde me es posible todos los matices, las sutilezas de la expresión en náhuatl, que es una lengua polisintética e incorporativa, es decir, que une elementos de varias palabras, un poco como el alemán o el griego, pero no nada más los une así, como si fuera un pegote, como si fuera con resistol. Por eso a mí no me gusta decir que es aglutinante, sino que las incorpora, las modifica estructuralmente. Eso se lleva a cabo por modificaciones que los lingüistas llaman morfofonéticas, es decir, en la forma, en la morfología y en la fonética. A mí me ha pasado, como al padre Garibay, mi maestro, que a veces dicen que estamos inventando, a lo cual él respondía: “Ojalá que así fuera pues sería un gran poeta.” En la Filosofía náhuatl saco todos los textos del náhuatl de tal manera que a quien me diga que estoy inventando le respondo: allí está el texto en náhuatl –si es que el crítico sabe náhuatl y me dice: “Usted omitió o añadió.” Mi objetivo ha sido trasvasar a otra lengua y a otro contexto cultural hasta donde se pueda el alma de la expresión indígena.

– ¿Coinciden sus traducciones con las de su maestro, el padre Ángel María Garibay?

– Yo no diría ni que es mejor ni peor; es distinta. Garibay era poeta. Tiene unos poemas bellísimos en un libro que se llama Poemas de los árboles, sobre el ahuehuete, el ciprés. Yo he intentado ser poeta aunque medio de mala muerte. Escribí un libro que me atreví titular: Poesía náhuatl, la de ellos y la mía.

– Para hacer una buena traducción se necesita un conocimiento muy profundo de la cosmovisión nahua.

– Claro, de la cultura general, de las instituciones de ese pueblo. Por ejemplo, si yo digo en La leyenda de los soles: In atl tanatiuh (el sol de agua), tengo que haber explicado qué significa. Es que hubo cuatro edades cósmicas vinculadas curiosísimamente a los cuatro elementos. En la Piedra del Sol pueden verse, en el Calendario que llaman Azteca, y en otras muchas piezas y en muchos textos, tanto en náhuatl como en quiché, en maya. Entonces debe uno tener un conocimiento de la cultura. Por ejemplo, hay un texto que habla de los calpulli. ¿Qué es? Una institución, una organización social muy peculiar de los pueblos antiguos muy diferente de la sociedad anónima de ahora. Si yo quiero poner ahora en náhuatl el concepto “sociedad anónima”, es difícil. Yo he publicado los manifiestos que Emiliano Zapata expidió en náhuatl y español. Dice: “Democracia, tierra y libertad.” Algunas palabras como “tierra” son muy fáciles, pero “democracia” ya no es tan fácil. Te dice, por ejemplo, “patriotismo”. ¿Cómo traducimos al náhuatl “patriotismo”? El que hizo la traducción de esos manifiestos para Emiliano Zapata lo hizo y logró expresar un concepto afín. En La tinta negra y roja yo pongo citas de varios textos que dicen lo que significa este concepto: es la sabiduría lo que nos hace seres humanos, lo que nos da corazón. Por eso dicen: ponte al lado, junto al sabio que es el maestro de la tinta negra y roja. Quetzalcóatl se fue a la Tierra de la Tinta Roja cuando se embarcó huyendo. Hay muchísimas metáforas en náhuatl que no son tan fáciles de expresar. Por ejemplo, Atl-tlachinolli lo suelo traducir como agua y fuego. Pero en realidad no es agua y fuego, sino agua y chamusquina, que para mí es “la realidad de algo que se está quemando”. Si prendiéramos fuego a esta biblioteca donde estamos, sería una espantosa chamusquina, ¡cosa que espero nunca suceda! Chamusquina es quemazón. En náhuatl se dice tlachinolli; tiene que ver con achichinar: esa palabra sí es de origen náhuatl.

– ¿Se puede hablar de un corpus cerrado de la poesía náhuatl?

– El padre Garibay se planteó esa pregunta. Yo puedo contestarte que hay compilaciones o colecciones de poemas. Una que se llama Romances de los Señores de la Nueva España, un título curioso. Es una colección de textos bellísima que tradujo Ángel María Garibay; el manuscrito está en la colección latinoamericana de la Biblioteca de la Universidad de Texas, en Austin. Yo los he traducido también, porque en esto de traducir se puede repetir y repetir. El corpus de poesía náhuatl incluye otro manuscrito importantísimo que está en la Biblioteca Nacional de México, en Ciudad Universitaria. Ese manuscrito ha sido objeto de un estudio de un seminario que yo he coordinado con diez participantes, a lo largo de varios años, entre los que han estado dos de origen francés, dos estadunidenses, Chonita mi mujer y dos de estirpe náhuatl; es una cosa bastante heterogénea y es interesantísimo porque cada uno va dando su parecer. El tomo primero de esta colección va a salir este año con seguridad. Además de estas dos grandes compilaciones, hay poemas en náhuatl en otros muchos manuscritos que tratan de historias o de leyendas, y de ésos sí hay muchísimos; están en el Códice Florentino que nos conservan los textos recogidos por Sahagún, en algunos huehuetlatolli o discursos de la antigua palabra, y en crónicas como Los anales de la nación mexicana que están en la Biblioteca Nacional de Francia; están también, yo pienso, en la Leyenda de los soles que está en la Biblioteca de Antropología e Historia instalada en el Museo Nacional de Antropología. Es decir, aquí en La tinta negra y roja hay textos que se podría discutir si son poesía o no. Yo creo que son poesía.

– ¿Hay rima en el náhuatl?

– En náhuatl no había rima, no se podía decir, por ejemplo: presidente/ la gente, ¿verdad? No había concordancia tampoco. Generalmente me han preguntado: “¿Cómo hace usted para ponerlos en verso? ¿Ya estaban en verso en el manuscrito?” Es una pregunta muy importante. No, no estaban en verso. Lo escribían como si fuera prosa. ¿Entonces por qué no los transcribo como si fuera prosa? Bueno, porque yo creo que se van a trasvasar al contexto poético de la lengua española o de las lenguas romances y en ellas la poesía se escribe como versos. ¿Cómo creo encontrar versos? Un elemento muy importante son las frases paralelas. Por ejemplo, dice: “Has llegado/ has venido/ estás recobrando tu aliento/ goza un poco, disfruta de la vida.” Esas son frases paralelas. Entonces son versos. También recupero un poco el ritmo de la expresión en náhuatl. Desde luego, estoy de acuerdo en que podría discutirse el tema y podría otro señor hacer otra traducción y distribuir los versos de otra manera. En el náhuatl nosotros, al traducirlo, acudimos a lo que es la tradición de la lengua receptora. Si alguien dice: “¿Pero cómo es posible que usted abandone la traducción que había hecho?” No es que la abandone, es que yo creo que en este momento de mi pensamiento capto matices que no capté en otra ocasión.

– ¿En qué etapa de nuestra historia se ha demeritado más el náhuatl?

– En el siglo XIX fue cuando la lengua náhuatl estuvo más pateada. Yo estoy ahora trabajando sobre los indios en1810 y 1910, y cómo están ahora hacia 2010: son los centenarios. Los indios participaron muchísimo en las revoluciones, la de Independencia y en la de 1910. ¿Qué sacaron de eso? Muy poco. Perdieron su identidad como indios. Eso les permitía, con las leyes de Indias, mantener su propiedad comunal de las tierras, gozar de ciertos privilegios, proteger sus lenguas. Pero con las leyes republicanas todos somos iguales, ya no hay propiedad comunal, son cosas atrasadas, y las lenguas y esos dialectos deben desaparecer para que pasen a hablar la lengua europea. La Constitución de 1857 fue catastrófica para los indígenas y la de 1917 algo les restituyó: los ejidos que han sido afectados por disposiciones del presidente Carlos Salinas. Para los pueblos indígenas la propiedad comunal es la base de su organización social. Eso es primitivo y distinto al comunismo que no pretende que los medios de producción se queden en manos comunales.

– ¿Cree que el comunismo ha muerto?

– Yo creo que no ha muerto. Es, si tú quieres, una utopía. Pero ha influido muchísimo y seguirá haciéndolo a lo largo del tiempo. El liberalismo en el que nos estamos parando ahora, esta crisis espantosa, se debe a ese desenfreno loco de la ambición personal, de la acumulación de riquezas.

– ¿Cómo son las elecciones entre los pueblos indígenas?

– Aunque tarden tres o cuatro días cuando van a nombrar a su gobernador, según sus usos y costumbres, buscan unanimidad. Por ejemplo, van a elegir los yaquis o los tzeltales al gobernador interno. Entonces se juntan los viejos, los sabios y dicen: “Qué tal si elegimos al Tata Viate.” Y dicen: “Está muy bien esa persona, pero claro, no quiero atacarlo ni nada, como guerrero no se ha distinguido mucho. ¿Qué tal si ponemos a tal persona? Pues es magnífico, pero no quiso salir a danzar en ninguna de las fiestas de la Pascua , a lo mejor estaba mal.” Hasta que de repente dicen: “Éste tal vez no sea el mejor, pero es el que nos satisface a todos.” Hasta la fecha mucho de eso subsiste y con las leyes de Indias se respetó. Sucedió al revés con las leyes republicanas. Respecto a las lenguas, por ejemplo, Justo Sierra dice: “Realmente estos dialectos son primitivos, necesitamos que todos hablen español para que sea un pueblo más civilizado.” Apenas ahora, en estos últimos años, la Constitución ya en su artículo ii reformado dice: “La nación mexicana tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban el territorio actual del país al iniciarse la colonización, y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas o parte de ellas. La conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes se aplican las disposiciones de pueblos indígenas.” Esto es como volver a las leyes de Indias, en parte.

– Doctor, sus libros son fundamentales para comprender y divulgar la cultura indígena.

– Al publicar todos estos textos nos damos cuenta del enorme valor de la cultura indígena. Por algo me han pedido que muchos de ellos se publiquen en alemán, francés, inglés, checo, ruso, polaco, japonés, hebreo. Mi Filosofía náhuatl está traducida a tres lenguas eslavas: al checo, al ruso y ahora al croata. Además la han traducido al italiano, al alemán y al francés. Esto interesa porque los pueblos de México vienen de una civilización originaria: la mesoamericana, que tiene un desarrollo originario desde los olmecas hasta hoy. Es una civilización original, como lo fue la china o la egipcia o la de Mesopotamia. La cultura griega no es originaria, porque estuvo muy influida por Egipto. Esto es lo que hace que el estudio de estas culturas tenga un atractivo universal. Yo siempre le digo a mis alumnos: “Tenemos muchos problemas, pero somos herederos de la cultura originaria de Mesoamérica que fue una gran civilización y también somos herederos de la cultura mediterránea que nos llegó a través de España. Entonces tenemos un doble legado riquísimo, y si nos va mal es o por tontos o por corruptos.”

domingo, marzo 08, 2009

Elena Liliana Popescu

El sueño del alba

¿Infinidad será la palabra
que sigilosamente invade nuestros sueños
sin cumplir, dejados a los hijos, vivo
tormento para su probada alma?

¿Silencio será tal vez la palabra
que mágicamente desprende el sueño del alba
a ti dejado, arcano tesoro
y misterio del alma purificada?


¿Qué puede significar?

¿Qué puede significar aquel desierto
que riegan incesantemente sólo las lágrimas,
volviéndolo cada vez más árido?

¿Qué puede significar aquella profundidad
que te obstinas en tocar,
cuando todas las esperanzas han muerto?

¿Qué puede significar aquella tristeza
que llevas contigo en la noche
que piensas que nunca acabará?

¿Qué puede significar esa tranquilidad
que estás experimentando de improviso
sin nombre, sin forma sin ti?...


Para volverse

Gotas de agua
no dejan
de caer de las nubes
surgidas de ninguna parte:
se apresuran a morir,
para volverse
a casa...

Versiones del rumano de Dan Munteanu

jueves, marzo 05, 2009

Juan Gelman vestido de gala

Sergio Ramírez

Repasando recortes de periódicos de ésos que uno guarda porque para algo los necesita, el corazón lo sabe, me encontré con la foto de Juan Gelman en estricto traje de etiqueta inclinándose con gracia frente a una potestad desconocida. Él da la cara en la foto, y enfrente, lógico, debe hallarse quien recibe su reverencia. Caramba, me dije, ¿ante quién se inclina Juan Gelman tan galante, perfecto caballero serio y sentimental, vestido de gala? No podía ser más que ante la más alta de las potestades, la augusta potestad de la poesía.

Sereno y apenas sonriente se inclina, lord de los poetas, con ese supremo desdén que siempre ha tenido para títulos y honores y otras veleidades frente a las que suele estallar en risa si lo provocan demasiado, ¿y qué hace, me dije, un cantor de tangos que ha pulsado la lira de la desgracia vestido con semejante elegancia como si fuera padrino de la boda de alguien, digamos un grande de España o Portugal, algún príncipe ocioso heredero de alguna dinastía destronada por alguna revolución lejana y olvidada más allá de los montes Cárpatos? Pero un hombre así, tan acuchillado el rostro por la pena, no se viste de chaqué si no son sus propias bodas con la lengua con la que ha vivido amancebado todo la vida en coloquio carnal, alguna vez tenía que normalizar su situación, qué vida ésa de disturbios domésticos, de papeles revueltos en el lecho nupcial y las sábanas siempre manchadas de tinta.

La verdad es que lo sé. Tomaron esa foto el 23 de abril del año pasado en los claustros de la Universidad de Alcalá, el día en que Juan Gelman recibió de manos del rey Juan Carlos el Premio Cervantes, primera vez que se inclina ante alguien aunque sea tan ligeramente y con tanta gracia que no hay desperdicio, él que ha vivido erguido toda su vida y no hay nadie que pueda vanagloriarse de haberlo nunca doblegado, nadie ni nada, ni el terror, ni la insidia, ni el infortunio, erguido frente al peor dolor que no hay guitarra que se atreva con esa milonga.

En el año de desgracia de 1976 secuestraron en Buenos Aires a su hijo Marcelo Ariel junto con su esposa María Claudia, que tenía un hijo en el vientre, siete meses de embarazo, una pareja muy joven de entre las miles de parejas juzgadas subversivas solamente por ser jóvenes, lo metieron a él en un bloque de cemento y lo tiraron al Río de la Plata unos sicarios de los muchos que andan todavía sueltos mientras los muertos aún penan justicia, el río de los muertos que se revuelve oscuro en el estuario sin orillas arrastrando cadáveres, el mar de los muertos atados de manos y amordazados lanzados al vacío desde los aviones militares, tierra inmensa y oscura de los desaparecidos la Argentina de las juntas militares, y a María Claudia la sacaron clandestina al Uruguay, la hicieron parir en un hospital de Montevideo y también la asesinaron porque había entonces una santa hermandad siniestra entre las dictaduras del cono sur que se repartían los secuestrados y los muertos.

El caballero que se inclina en la foto, y que si fuera del siglo diecisiete tendría en la mano un sombrero adornado con plumas de avestruz, se visita siempre con el hijo:

Estas visitas que nos

hacemos

vos desde la muerte, yo

cerca de ahí, es la infancia

que

pone un dedo sobre

el tiempo. ¿Por qué

al doblar una esquina

encuentro

tu candor sorprendido?

¿El horror es una música

extrema? ¿Las

casas de humo donde vivía

el fulgor que soñaste?

¿Tu soledad obediente

a leyes de fierro? La

memoria

te trae a lo que nunca fuiste.

La muerte no comercia.

Tu saliva está fría y pesás

Menos que mi deseo.

Y la nieta, por años desaparecida, creció en un hogar adoptivo, se hizo adulta, y el abuelo tenaz tras de su rastro no cejó nunca hasta encontrarla, un cuarto de siglo buscándola, parece poco, una tenacidad que nunca doblegó el viento cruel del infortunio, ese mismo que le ha acuchillado la cara, hasta que en el año 2000 por fin dio con ella, Macarena, que acompañó a su abuelo a Madrid, y que estuvo presente junto a él en la ceremonia de Alcalá donde el rey de España le entrega el premio Cervantes, qué final feliz más lleno de penas de bandoneón, qué bronco el eco de las cuerdas de esa guitarra.

Apenas un poco inclinado, y ligeramente sonriente, un esbozo de ironía en la foto, y toda la dignidad del poeta vestido de chaqué el día de recibir el premio a su concubinato de por vida tan pasional y tan feroz y tan carnal con la poesía, amor de desvelos nocturnos, pasión de los ojos ardidos despiertos, tantos oficios y fue a dar con éste que él dice que no es suyo pero ante al cual se inclina en esta foto que guardo, un oficio para dejar constancia de los dolores ajenos, ya no se diga de los propios. Las palabras que se atrapan en su misterioso vuelo y no se trabajan sino con la sangre que hay que sacarse de las venas, como en las milongas y en los tangos y en los boleros, y lo que yo siento al contemplar desde Nicaragua, donde él vivió en un tiempo su exilio, esta foto suya impresa en este periódico del año pasado, es un ligero temblor en el alma y en el cuerpo, y entonces yo también me inclino reverente ante la figura que se inclina en la foto, él ante la poesía y yo ante el poeta que ha sentido que el horror es una música extrema.

Masatepe, marzo 2009.

http://sergioramirez.com

martes, marzo 03, 2009

Octavio Paz, poeta del tiempo

LULA GÓMEZ

En el discurso que dio Octavio Paz (México, 1914-1998) cuando recibió el Nobel de Literatura en 1990 aparecen gran parte de las claves que servirían para entender a uno de los grandes poetas hispanoamericanos. La lectura se llamaba La búsqueda del presente y es una explicación de su poesía, de sus ensayos y de su forma de experimentar y narrar el mundo. "Escribo sobre lo que he vivido. Vivir es también pensar y, a veces, atraviesas esa frontera en la que sentir y pensar se funden: la poesía". Habló del tiempo, de la lengua, del sentirse de un lugar, del espacio, de la modernidad, del mundo en que vivía...

El poeta -de difícil clasificación- era un cosmopolita que apostó por la experimentación y el inconformismo, de cualquier tendencia, corriente o pensamiento. Era un hombre moderno que se sentía de aquí y de allá (además de en su país, vivió en Francia y en la India como diplomático, pasó por España en solidaridad con las tropas republicanas y estudió en Estados Unidos) para estar en constante peregrinación hacia la modernidad, un término que aseguraba que no existía: porque hay tantas como sociedades.

De la ficción del tiempo que siempre vivió, contó en el discurso que leyó en Oslo, que sólo lo resolvió con sus versos y escritura. "La poesía está enamorada del instante y quiere revivirlo en un poema; lo aparta de la sucesión y lo convierte en presente fijo".

Su obra poética comprendida entre 1933 y 1957 aparece recogida en Libertad bajo palabra (1960). Otros de los libros del literato que consideraba que cada aventura poética es distinta y que cada poeta planta un árbol diferente son: Días hábiles (1961), Salamandra (1962), Ladera este (1969), El mono gramático (1974) y Vuelta (1976).

domingo, enero 25, 2009

¿Lo que es la vida?

Nuno Júdice

El poeta griego que comparó el hombre a las hojas que no duran, cuando el invierno les robó la esperanza de vivir de acuerdo con sus deseos, no salió esta tarde para el campo, ni vio el cuerpo que se interpuso entre el sol y los arbustos, oscureciendo el cielo con su blancura de nieve primaveral. Preguntó, mientras, de qué sirve la vida, y para qué sirve la alegría, si no existe, más allá de ellas, el horizonte dorado del amor; y alejó de su frente el crepúsculo, diciendo que prefería la madrugada, luego que el gallo canta, para despertar con el propio día. Ese poeta, que el polvo de los siglos sepultó, y no llegó a encontrar, para sus dudas, ninguna respuesta, aconsejó a los que lo leían que se divirtiesen, antes de que la muerte los fuera a sorprender. Y me acuerdo, a veces, de este pedido, al pensar que la memoria de alguien se puede limitar a una pequeña frase, que puede ser la más banal de las sentencias, que nos viene a la cabeza en una u otra circunstancia. Entonces, el poeta griego continúa vivo; y esta tarde, por detrás de los arbustos, oí su voz en el viento que por instantes sopló, trayendo con su frescura el sentimiento que sobrevive a todas las estaciones de una vida humana.

Version de Marco Antonio Campos

martes, enero 20, 2009

Sólo quiero estar en su seno

Fadwa Tuqan

Sólo quiero morir en mi tierra,

que me entierren en ella,

fundirme y desvanecerme en su fertilidad

para resucitar siendo hierba en mi tierra,

resucitar siendo flor

que deshoje un niño crecido

en mi país.

Sólo quiero estar en el seno de mi patria

siendo tierra

hierba

o flor.

viernes, enero 02, 2009

Los últimos poemas de Harold Pinter (1930-2008)

La semana pasada murió Harold Pinter. Dramaturgo (autor de más de 30 obras, entre ellas La fiesta de cumpleaños, El regreso a casa y El guardián nocturno), guionista (La amante del teniente francés), actor y poeta, hijo de un sastre judío de clase trabajadora, durante toda su vida se mostró comprometido contra la represión y la guerra (en los ‘80 fue expulsado de la embajada americana en Turquía por denunciar junto a Arthur Miller torturas a prisioneros políticos). En 2005, tras anunciar su retiro para dedicarse a la política, la Academia Sueca le otorgó el Nobel de Literatura, y sus obras, sus férreas críticas a la política exterior de Occidente y su figura volvieron a tener alta exposición mundial. A manera de despedida, Radar reproduce dos de sus últimos poemas, ominosos e íntimos, escritos en tiempos de militancia pública.

Células del cáncer

“Las células del cáncer son las que se olvidan de cómo morir.”
(Enfermera, Hospital Royal Marsden)

Se olvidaron de cómo morir
Y entonces estiran su tiempo de matar.

Mi tumor y yo peleamos a fondo.
Esperemos que no sea una muerte doble.

Necesito ver muerto a mi tumor
Un tumor que se olvida de morirse
Y en vez planea asesinarme.

Pero yo sí me acuerdo de cómo morirme
Aunque todos mis testigos estén muertos.
Pero yo me acuerdo de lo que dijeron
De tumores que los dejarían
Tan ciegos y tan sordos como eran
Antes del nacimiento de esa enfermedad
Que puso los tumores en acción.

Las células negras se van a secar y morir
O a cantar con alegría y hacer la suya.
Se reproducen tan en silencio día y noche,
Uno nunca sabe, ellas nunca dicen.

Marzo 2002

La muerte puede estar envejeciendo

La muerte puede estar envejeciendo
Pero todavía tiene palanca

Pero la muerte te desarma
Con su límpida luz

Y es tan astuta
Que nunca te enterás

Dónde te espera
Para seducir tu voluntad
Y dejarte desnudo
Cuando te arreglás para salir

Pero la muerte te permite
Acomodar tus horarios

Mientras chupa la miel
De tus flores favoritas

Abril de 2005

martes, diciembre 09, 2008

Poema

Rubén Bonifaz Nuño

15

No me ilusiono, admito, es de mi gusto,
que soy un hombre igual a todos.
Trabajo en algo, cobro
mi sueldo insuficiente; me divierto
cuando puedo, o me aburro hasta morirme;
hablo, me callo a veces, pido
mi comida, y a ratos
quisiera ser feliz gloriosamente,
y hago el amor, o voy y vengo
sin nadie que me siga. Tengo un perro
y algunas cosas mías.

En general, no estoy conforme
ni me resigno. Quiero mi derecho,
de hombre común, a deshacerme
la frente contra el muro, a golpearme,
en plena lucidez, contra los ojos
cerrados de las puertas; o de plano
y porque sí, a treparme en una silla,
en cualquier calle, a lo mariachi,
y cantar las cosas que me placen.

También, monumental, hago mi juego
en serio con las gentes,
según las reglas, y reclamo
mis ganancias y pérdidas, y busco
la revancha, o perdono
por generoso o por flojera.

Manos de hombre tengo; manos
para tomar, de las cosas que existen,
lo que por hombre se me debe,
y, por lo que yo debo, hacer algunas
de las cosas que faltan.

Y reconozco que me importa
ser pobre, y que me humilla,
y que lo disimulo por orgullo.

Tú, compañero, cómplice que llevo
dentro de todos, junto a mí, lo sabes.
Hermano de trabajos que caminas
en hombres y mujeres, apretado
como la carne contra el hueso,
y vives, sudas y alborotas
en mí y conmigo y para mí y contigo.

De Fuego de pobres, 1961

lunes, noviembre 24, 2008

Poemas

Ledo Ivo

La lagartija

De mi niñez recuerdo apenas
una nerviosa lagartija.
De tanto sol sobre su lomo
parecía hecha de vidrio.

Entre las piedras y las matas
del jardín, ella aparecía.
Tal vez quería ver el mundo
o desearme un buen día.

Este saurio hábil y paciente
que el sol transforma en diamante
me hace alabar la maravilla
oculta en la infancia distante.

Pues grande cosa es para un hombre
sentir que en el alba de la vida
toda la belleza del universo
estaba en una lagartija.

Marea

En la playa de papel
respiro el aire del mundo.
Letras.

En la ortografía vive
todo mi misterio.
Tinta.

El mar azul vomita
algas y medusas.
Signos.

Los despojos del mar
son mi patrimonio.
Canto.

En la playa

Amazona te llamo:
la claridad del día
mama tu pecho desnudo.

lunes, noviembre 10, 2008

La noche es blanca

Yannis Kondós

La otra habitación es un país lejano.
Tiene soles, bosques y felices barcos de río.
La otra habitación es una barranco
en mi cerebro.
Trato de ir a ella y me encuentro aquí
Aquí sin aparato para respirar
apretado con los muebles y los libros.
El río rompe las puertas
y trae adentro los muertos de las guerras de los Balcanes.
Feroces canciones eslavas asustan mis ojos.

Tú por supuesto existes y duermes tu otra vida
casi muerta y muy amada.
Aviones cruzan el techo
y lanzan ángeles –con ellos tiran
también a Guevara en el jardín–

Salto afuera corriendo y un rayo de sol
me decapita, diríase que soy el traidor.

lunes, octubre 20, 2008

Los milagros expresivos de la poesía

Javier Galindo Ulloa
entrevista con Juan Gelman

Sencillo, cordial y solidario, el poeta Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) ha aprendido a resistir el tiempo de injusticia, a convertir en belleza el dolor y la ausencia, y a dar luz a las cosas por medio de la palabra. Tras haber sido galardonado con el Premio Cervantes 2007, continúa creando poesía y escribiendo artículos sobre política. Entrevistado en su casa ubicada en una calle de la colonia Condesa, Gelman habla acerca de su experiencia poética a propósito de la publicación de su antología intitulada Los otros (2008).

– Desde que publicó su primer libro de poesía Violín y otras cuestiones (1956) a los últimos poemas incluidos en Los otros, ¿hasta dónde ha querido llegar con su quehacer poético?

– Ignoro hasta dónde quiero llegar con la poesía. La edad, el exilio, el secuestro y rescate de mi nieta, el asesinato de mi hijo, son acontecimientos, sin duda, que influyen en ella, y tratar de atraparla es una tarea muy difícil. Pero como decía Dylan Thomas, lo único que se produce y existe en el trabajo tan arduo de la poesía son los milagros expresivos. Eso es lo que uno persigue en toda la vida.

– ¿Cómo ha superado la madurez de su escritura a partir de esas experiencias?

– Para mí es difícil hablar de mi situación y creación a la vez. Los golpes de la vida que cualquier ser humano padece, el transcurso de la edad, las lecturas y el conocimiento de la gente traen una madurez de percepción, y el trabajo en la poesía obliga a una mayor afinación en los instrumentos líricos. Todo eso forma parte del quehacer poético. Lo que a uno le pasa o no le pasa y lo que lee y no lee no necesariamente se traduce en madurez de escritura, pero en ocasiones sí. En particular, no sé si alcance a realizarlo, pero sí sé lo que persigo: la palabra justa.

– ¿En qué períodos de su poesía ha logrado alcanzar lo posible?

– No sé, porque cuando los libros se publican uno va alejándose de ellos. Como la búsqueda aún sigue, lo anterior se mira con mucha insatisfacción. Pocas veces veo un poema de mi primer libro y digo qué bien escribía entonces. No por ello dejaré de escribir. No tengo idea clara en lo que mi obra respecta, a la que considero como intentos, y estaré más o menos cerca en ese sentido.

– ¿Podemos advertir en su poesía rasgos filosóficos como el platonismo?

– He leído a distintos filósofos, desde Platón hacia delante. Estas lecturas las he hecho en determinado lugar que es el de la palabra. No puedo decir que estoy adscrito a una corriente filosófica. Lo que expreso son intentos de explicación del mundo. Y los filósofos que sí me han interesado han sido Nietzsche y Spinoza, pero mirándolos de otro lugar, el de la palabra.

– ¿Usted se angustia cuando publica un libro suyo y no es reconocido en su momento?

– Lo más grave y duro es la escritura misma. Yo he publicado pero también me he pasado años sin publicar, porque lo primero que realizo es ver cómo se plasma la poesía en la escritura. Eso es lo más importante y tal vez lo único. Lo demás ya no depende de uno, sino de otras circunstancias. Lo que veo últimamente con preocupación es cómo avanza el tema de la mercadotecnia, el monopolio editorial. Y como siempre, la poesía es la Cenicienta y su única defensa está en las editoriales chicas e independientes. Las grandes editoriales casi no publican poesía. No es negocio, dicen. El monopolio de los bestsellers dificulta en realidad la difusión de la misma, sobre todo, a los verdaderos lectores. Sin embargo, lo que observo en distintos países de América Latina es que hay necesidad de hacer algo por este género poético. Yo he dado recitales con otros poetas donde han asistido centenares de personas. El público está muy atento y a lo mejor en su mayoría nunca ha comprado un libro de poemas o tampoco lo ha leído. En este momento hay una atracción hacia este género. Tal vez porque los jóvenes están buscando algún tipo de respuesta a las preocupaciones que sufren en una vida bastante incompleta como realización del ser humano.

– ¿En que se distinguía la generación del sesenta a la que usted pertenecía en Argentina?

– Hablar de esta generación fue como una especie de comunidad en el sentido de que había advenido la Revolución cubana. La mayoría de nosotros nos sentíamos entusiasmados y escribíamos poemas políticos. Unos muy malos y otros muy buenos. Una cosa es César Vallejo escribiendo poemas políticos y otra la multitud de poetas latinoamericanos con temas políticos, pero que no escriben verdaderos poemas. El único tema de la poesía es la poesía misma. Shakespeare era un gran poeta político; Dante también. En nuestra generación hubo gente que escribió panfletos, pero solamente hubo un gran poeta: Francisco Urondo. Por lo tanto, no es el tema que determina la calidad de una poesía. Safo escribió versos de amor hace veinticinco siglos y se conservan fragmentos que son estupendos. De Safo a la fecha se han escrito millones y millones de poemas de amor que no le llegan ni al tacón de las sandalias que ella usaba. Y el tema es el mismo.

– En un artículo suyo se refiere a Joseph Brodsky y dice: “En las avenidas del tabaco y el alcohol, Brodsky revisitaba un país que nunca sacó de adentro. De eso murió.” ¿En qué sentido puede usted identificarse con este escritor ruso exiliado en Estados Unidos?

– Escribí ese artículo por obvias razones. Brodsky era de ascendencia judía y rusa como yo. Soy el único argentino de la familia. Él sufrió una persecución increíble en la ex Unión Soviética, que lo obligó a irse del país. Algo parecido me ocurrió a mí. No estoy comparando obras, por supuesto, sino destinos. A Brodsky lo conocí el año de 1987, en un seminario sobre el exilio en donde había autores del este europeo entre los que se encontraba, además, el fallecido Gabriel Cabrera Infante. De ahí Brodsky se fue a recibir el Premio Nobel de Literatura. Recuerdo que era un invierno friísimo que se resentía mucho en la reunión. Yo coincidí con el texto que él presentó, el cual hablaba sobre las características de un escritor en el exilio. Terminó diciendo que no habría de olvidarse que en todo el mundo había millones de exiliados por distintas razones: persecuciones políticas, bélicas y todo tipo de migraciones que se han producido en Europa. Que se recordara que la situación del escritor exiliado, en cierto sentido, era privilegiada, porque poseía el arma de la palabra. Esto implicaba para él varias dificultades. Él escribía en ruso y con trabajo llegó a dominar el inglés, de tal manera que él traducía sus propios poemas a este idioma.

– ¿Cómo ha sido su experiencia al escribir poesía en otro idioma?

– Cuando me exilié en París curiosamente escribí poemas en francés, pero eran muy malos. No se puede escribir en otra lengua si no se está dentro de ella. No basta sólo comprenderla. Luego escribí un libro en sefardí, un idioma del español antiguo, el de las jarchas del siglo IX y del Cid. Al ser expulsados de España los judíos lo conservaron como lengua interna en todos lo países donde ellos se encerraban. Llegué al sefardí porque en el exilio tuve un reencuentro con los místicos españoles de ese tiempo, que antes leía su poesía en Argentina sin haberla reconocido aún. En los místicos está su presencia ausente. Algo semejante me ocurrió durante la época de la dictadura militar argentina, con los familiares y amigos desaparecidos. En ese sentido me identifiqué con la poesía mística, que me llevó a conservar el lenguaje de Santa Teresa y San Juan de la Cruz , un lenguaje muy contenido, y decidí ir más atrás de ese español antiguo, que es el sefardí. Este modo de escritura me pareció la zona más exiliada de la lengua, porque se habla en grupos muy pequeños en territorio ajeno.

– ¿Cómo fue su relación con Jorge Luis Borges?

– Yo nunca lo conocí personalmente. Lo vi una vez cuando me enviaron del diario La Opinión a hacerle una entrevista. Borges la había aceptado, pero ocurrió que su mamá había caído enferma y la entrevista no se pudo llevar a cabo, cosa que lamento. Desde luego mi acercamiento con su poesía fue muy temprano en mi vida. Soy un hombre que ha militado en las izquierdas y que ha chocado en conciliación con Borges con otros escritores de izquierda, que lo consideraban un reaccionario desde el punto de vista político. A ellos ciegamente les impedía apreciar la obra de Borges propiamente dicha. Él nunca fue un reaccionario ni fascista, sino un conservador. A veces es bueno conservar la cultura y la historia. En ese sentido soy también un conservador, que en definitiva consiste en mantener la transmisión poética. Pienso que no se puede considerar la obra de un poeta a partir de determinada sociedad política. Hay algo que se hospeda en la concepción poética que es la lengua, lo que ella trae, evoca, arrastra y silencia en un terreno mucho más enorme, porque es un espacio que tiene que ver con la vivencia de todos los días, la gente, la música, las lecturas y con la realidad que es mucho más amplia, y no con el terrenito de las ideas políticas. Hay un episodio de Borges muy significativo. Julio Cortázar era defensor de la Revolución cubana y sandinista, y cuando falleció le dedicaron varias notas en los suplementos de los diarios de Argentina. En La Nación, por ejemplo, un periódico conservador muy bien escrito, aparecieron opiniones de distintos escritores; algunas eran francamente mezquinas, porque lo estaban juzgando a él por sus ideas de izquierda. En cambio, Borges escribió en Clarín un artículo muy conmovedor, contando que cuando era secretario de redacción de la revista Los Anales de Buenos Aires había sido el primero en publicarle un cuento a Cortázar, “Casa tomada”, aludiendo a ese silencio literario del autor fallecido. Borges concluye que lo que queda de un novelista, poeta o artista, son dos cosas importantes: la obra y la integridad, y por lo tanto Cortázar fue un hombre íntegro y un gran escritor. Esto es una lección de grandeza y, sobre todo, de buena ubicación en el terreno desde donde hay que leer la obra de cualquier autor.

lunes, octubre 13, 2008

La travesía

Juan Domingo Argüelles

Para mis padres

Cada verano yo hacía el viaje de regreso a mi tierra natal.
Por veinticuatro horas el autobús surcaba las olas del asfalto
sinuoso y devoraba, lento, los cientos de kilómetros
de asombro y espesura. Al principio miraba el paisaje infinito.
Luego, al caer la tarde, las páginas de un libro
me hablaban de otro tiempo y de extraños asuntos.
A trechos me dormía, y al despertar veía
la joven luz de cierta madrugada. Saber que estaba cerca
de la casa paterna me daba una alegría que no he vuelto a tener;
una melancolía adolescente con bordes de llorar.

Hoy, si me fuera dado repetir la existencia,
pediría los años de esa edad inmadura.
Este que ya no es joven escribe estas palabras
que a sus espaldas lee un ser que ya se fue.
Si algo valió la pena fue aquel tiempo de oro
felizmente agotado en todo su caudal.

Aquel adolescente no sabía
que por cada retorno había una resta.
Hoy tiene unas monedas de cobre entre las manos.
El oro se ha perdido y no lo restituyen las palabras.

domingo, octubre 05, 2008

Cantata (fragmento)

Carles Duarte

I

Somos de barro y de olas.

Atravesando continentes
esculpidos por la luz
provenimos de un tiempo lejano.

Llevamos en los ojos un largo camino de sueños
desde un pasado de lucha y de dolor;
ansiamos un futuro generoso de horizontes.

Antiguas manos perviven en las nuestras,
hace siglos que miramos el mismo mar
y reescribimos tenaces las generaciones.

Guardamos en la memoria un atardecer que se desangra,
la sandía en los labios, el tronco del olivo,
el abrazo del viento, el vuelo ágil del vencejo.

El beso del aire enciende nuestras pieles
y nos unimos a otras vidas para celebrar la nuestra,
hechos de alegría y lágrimas, de la tierra somos.

Sentimos el paso del tiempo como un vértigo
el perfume de la lluvia entre los árboles,
las voces del río que desciende entre los juncos

De pie sobre la roca
hemos visto la nieve de las cumbres,
la arena de los desiertos.

Miramos la noche,
el origen,
el abismo del olvido de la ausencia.

Somos un gesto compartido.

II

Cierras los ojos, abres los ojos del sueño.
El silencio de la noche enciende la luz del alba.
Se adormece el cielo y escribes la esperanza.
Imaginas paisajes y nuevos rostros
y añoras a los que has de abandonar.

Demueles la casa donde has vivido.
Llevas un bagaje de aromas y miradas
en la maleta que has llenado de ilusiones.
Te ves en la mirada del que ha sido,
al cual perderás cuando emprende la aventura.

Cargas la herida abierta del pasado,
dolor y coraje, el anhelo de dejar rezagada
el hambre y la pobreza, y aquello que ignoras.
Posees el vestido de la incertidumbre.
Reescribes tu destino. Renaces.

Te sientes un árbol que empieza a caminar.

III

Lo has comprendido, el corazón te impulsa al viaje.
El mar verde de cristal deviene inhóspito,
la tierra roja se torna escarpada y rugosa.

La muerte camina contigo:
no hay sino dolor
y desgarramiento.

Todo es esfuerzo y adversidad
no hay cobijo
sino un oleaje inmenso
que, frágil, te arrastra.

Mientras el cielo agoniza,
la noche inunda el mar
y el mundo va enmudeciendo
un otro tú palpita tercamente.

Reanudas tu trayecto,
avanzan fatigados
tus pies, tus brazos
en medio de la quietud del aire.

Se borran las huellas.
Tus manos extrañan otras manos.
Crece en ti el gesto de otras miradas.

No has comprendido:
la vida es descubrimiento
y retorno
y ahí comienzas a reconstruirte.

Dos poemas

Anoldo Krauz

Vi la muerte

Vi la muerte en sus ojos.

Él lo sabía.

La víspera escribió:
“Mañana es demasiado.”

Él lo vivía.

Entre sus manos
quedó prensada
la última mariposa.

Él lo hizo.

Vi la muerte en su rostro.

Él la llamó.

Bebí su alma.

Él me la dio.

Antes del amanecer las flores
se habían marchitado.


De aire

De aire eres

De aire te imagino:
Transparente, volátil.

De aire te pienso:
Entre los poros de la piel,
junto a las aves que hablan
con las nubes. Como la arena
debajo del mar.

Inaprensible,
incorruptible.
Como el viento imposible de beber.

domingo, septiembre 28, 2008

Poemas

Umberto Saba

Para un niño enfermo

En la casa paterna
tú rondabas silencioso
como un gato.

Sabías el nombre, pero
no la realidad del dolor.
Separado de tus comapañeros
en tus mejillas afiladas
palidecían las rosas.

Nacido de mi alma,
flor de la vida,
niño amigo.
Es tuya esta última
lágrima mía
que no puedes ver.

Versión de Hugo Gutiérrez Vega

Boca

De la boca
que primera en mis labios
puso el rosa del alba,
todavía
expío el perfume en bellos pensamientos.

Oh boca juvenil, boca querida
de atrevidas palabras y que eras
tan dulce de besar.

Amé

Amé palabras simples que ni uno
osaba. Me encantó la rima flor
amor,
la más antigua difícil del mundo.

Amé la verdad que yace en lo hondo
como un sueño olvidado, que el dolor
amiga redescubre. Con miedo el corazón
se le aparea, y ya no lo abandona.

Te amo a ti que me escuchas y a mi buena
carta dejada al final de mi juego.

Versiones de Rodolfo Alonso