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lunes, agosto 24, 2009

Juanito y Zeferino

Julio Hernández López

Ese es el problema: que no hay compromiso político real, construido desde abajo, en el que las decisiones provengan de estructuras y procesos colectivos. Por ello es que el tragicómico Juanito se la cree y, tocado caricaturalmente por la varita de la fama lumpenesca y asomado con codicia a los baúles del presupuesto y el poder, se va encaminando a la ruptura con Clara Brugada y Andrés Manuel López Obrador que, en caso de darse, exhibirá la pobreza de fondo de las soluciones "mágicas" tomadas al vapor de la obsesión electorera. Juanito no ha sido él, sino sus creadores, con todo y el contexto sabido de la trampa tendida por el tribunal electoral federal para quitar a la ganadora original de la candidatura, Brugada, y tratar de colocar a Silvia Oliva, la consorte de uno de los miembros de la familia Arce-Círigo que se han turnado el manejo de la jugosa delegación política capitalina.

Habilitar a quien sea ha resultado mala jugada, pues el Frankenstein de banda tricolor en la testa va siendo manejado para convertir la fatigosa victoria electoral del 5 de julio en esa demarcación en una inducida exhibición pública de pitorreo político a cuenta de la poca seriedad y consistencia de un activista desbordado del lopezobradorismo que, sacado de la nada, ahora defiende su "fama" personal y su "capital político", habla en tercera persona de sí mismo, entona a la menor provocación cantos épicos en los que el personaje es él y condiciona el cumplimiento de aquel chirriante episodio de su destape, y promesa de posterior cesión de paso a la mencionada Brugada, a que ahora ésta le entregue la mitad de las posiciones administrativas y se comprometa a respetar lo que en esas áreas hagan los representantes del Partido Juanito.

La historia del gandallismo político y la corrupción económica en las peleas internas del perredismo por las delegaciones políticas tiene su equivalente en los sueños inducidos con los que se pretende hacer creer a la "izquierda" que se han ganado batallas y tenido históricos avances porque las siglas del partido del sol azteca son usadas para que se ganen gubernaturas. Un ejemplo actual de esas historias mendaces se tiene en Guerrero, donde un empresario derechista, más cercano al panismo que a cualquier otro partido, fue postulado como candidato a gobernador para "ganarle" al PRI. Zeferino Torreblanca ha sido uno de los mandatarios estatales "perredistas" más afines a Felipe Calderón y más desdeñosos de López Obrador y su movimiento civil de resistencia. No sólo ha gobernado de manera totalmente ajena a lo que debería esperarse de alguien llegado al poder gracias a un movimiento plural "progresista", sino que ha realizado una sistemática tarea de división y desgaste en esa amorfa corriente social de "izquierda" que había hecho a un lado a una parte de los caciques tradicionales del PRI en la entidad.

Ahora, la muerte del diputado Armando Chavarría está siendo aprovechada para marcar distancia de un gobernador llevado en su momento al cargo por los mismos aires de oportunismo que hoy pretenden aprovechar las circunstancias para colar a aspirantes sin presencia real en la entidad, como la diputada Ruth Zavaleta, a la que hasta ahora nadie considera seriamente parte de la papeleta viable de precandidatos, pero a la que los Chuchos pretenden empujar por enmedio de fisuras fúnebres, aunque ahora también habrá que apuntar a la viuda del legislador difunto, Martha Obeso, entre los aspirantes locales, todos ellos de menor talla que el difunto Chavarría, que este jueves venidero, en su cumpleaños 53, habría de anunciar abiertamente su búsqueda de la candidatura a gobernador.

Las historias de Juanito y Zeferino son las mismas que se repiten por todo el país en un partido que juega a las refundaciones decembrinas para tratar de conservar exitoso el negocio de la representación electoral del segmento social cargado a la izquierda. Lo mismo sucede en el Zacatecas imperialmente gobernado por Amalia García y su hija, Claudia Corichi, o en el Chiapas manejado a media tarde por el gobernador Sabines de fiestas nocturnas, o en Baja California Sur y los grandes negocios de las familias en el poder, los Agúndez y los Cota, o en el Michoacán del desfondado Godoy, donde mandan las Familias, la del narcotráfico y la del caciquismo "revolucionario", o el Distrito Federal, donde Marcelo Ebrard vive en la indefinición ideológica (que es una forma de definirse) y el botepronto administrativo. ¿Ganar las elecciones? ¿Ganar gubernaturas, jefaturas delegacionales, senadurías, diputaciones, presidencias municipales? ¿De verdad se gana, se ha ganado?

jueves, marzo 12, 2009

Dos mil treinta y ocho municipios

Miguel Ángel Granados Chapa

En un ejercicio de política nueva, de comunicación directa con la gente sin propósito electoral específico, Andrés Manuel López Obrador ha culminado una campaña de casi 150 mil kilómetros

Anteayer concluyó Andrés Manuel López Obrador un ejercicio insólito de política a ras de tierra: entre el 4 de enero de 2007 y el 9 de marzo de 2009 recorrió los 2 mil 38 municipios donde se eligen autoridades conforme al régimen de partidos. Visitará en el último cuatrimestre del año -después de la elección federal de julio- los 418 municipios oaxaqueños que se rigen por usos y costumbres. De ese modo, habrá estado en comunicación directa con millones de ciudadanos a cuyos puntos de residencia llegó en un recorrido que comprende hasta ahora casi 150 mil kilómetros.

López Obrador protagoniza en esas condiciones el primer caso de un candidato opositor al que se niega el acceso a la Presidencia de la República y se mantiene intensamente activo. Es verdad que durante el año siguiente a la elección de julio de 1988 el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas encabezó la organización del Partido de la Revolución Democrática, que culminó el 5 de mayo de 1989. Pero ni antes ni después de esa fecha esa tarea implicó un esfuerzo personal tan concentrado como el que ha desarrollado ahora López Obrador. Es que, a diferencia de Cárdenas, el candidato de la coalición Por el Bien de Todos denunció como fraudulento el resultado electoral, activó la Convención Nacional Democrática que lo invistió como presidente legítimo (frente a Felipe Calderón, considerado como espurio por la propia Convención) y organizó un movimiento de resistencia civil pacífica.

Esta movilización se ha desarrollado a lo largo de más de dos años con diversas modalidades. Como consecuencia de su nombramiento, López Obrador organizó un gabinete con cuyos integrantes se reúne entre lunes y miércoles de cada semana, antes de iniciar los jueves sus giras municipales. En esos días capitalinos el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal actuó durante más de un año como principal dirigente de la izquierda partidaria, mientras estuvo actuante el Frente Amplio Progresista, a cuyas vicisitudes me referiré más adelante. En esa circunstancia, López Obrador se reunía también con los legisladores de los partidos que integran el frente para coordinar tareas que requieren tramitación parlamentaria. De ese modo fue posible que una de las modalidades de la resistencia civil pacífica, el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, consiguiera abrir una discusión amplia de la reforma energética presentada por el presidente Calderón en abril de 2008 y que, de no mediar esa movilización, hubiera sido aprobada al vapor en aquel mismo mes, y no como al final ocurrió, en octubre siguiente. Una vez concluida la reforma, con resultados que no fueron reconocidos por el propio López Obrador no obstante que significaron una modificación sustantiva del proyecto calderoniano, la movilización se orientó a la defensa de la economía popular. En los meses recientes, a la par que concluía su recorrido por la República, han ido abriéndose en las entidades federativas y en las delegaciones del Distrito Federal sedes del movimiento donde se ofrece asesoría de diversos géneros a los seguidores de López Obrador, que perseveran en acudir a los mítines que no ha dejado de organizar desde noviembre de 2006, y que muestran estar listos para responder a los llamados de su dirigente.

Con el encuentro directo con la gente que lo considera presidente legítimo, una forma de acción política diferente del ejercicio de la oposición, López Obrador buscaba escapar de las limitaciones que le imponen las estructuras internas de los partidos que lo postularon a la Presidencia de la República. No parece que trate de crear su propio partido, sino de encauzar la frustración de quienes se sintieron defraudados por los órganos electorales al cabo del proceso de 2006. Desde que dirigió el PRD, ha sido claro que López Obrador prefiere encabezar un movimiento y no un partido, porque las vías de acción de aquél no se limitan a los procesos electorales sino que son más anchas y buscan satisfacer necesidades ciudadanas más inmediatas que las de contribuir a la formación de gobiernos y representación.

Con todo, López Obrador no pudo prescindir por completo de actuar dentro del PRD, en el que ha militado desde su fundación. Al hacerlo entró en franco enfrentamiento con Nueva Izquierda, la corriente a la que él alentó cuando dejó a Jesús Ortega dominar la estructura partidaria en los años de su presidencia, de 1996 a 1999. Después de muchos meses de enojosos litigios el liderazgo de López Obrador no se tradujo en control de los mandos del partido. Su candidato a dirigirlo, Alejandro Encinas, fue arrollado por el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que hizo a Ortega presidente del partido. A partir de ese momento, el aire perredista se ha enrarecido para López Obrador, que ahora encuentra una comarca más amplia para su actuación en el Partido del Trabajo y en Convergencia, que decidieron formar una coalición sin el PRD para participar en los comicios de julio próximo.

En esos partidos López Obrador dispone ahora de elementos que su propio partido, el PRD, le niega o le regatea, en reciprocidad a la reticencia con que el ex candidato presidencial sobrelleva la pertenencia a su estructura. Su actual estrategia de apoyarse en el PT y Convergencia puede no ser eficaz, sobre todo si por ella disminuye el número de diputados que se manifiesten de su lado en los lances legislativos que, pese a todo, es menester llevar adelante. Veremos.

Cajón de Sastre

Extravagante, fuera de lugar, sin motivación real y hasta inoportuno fue el mensaje del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación al presidente Nicolas Sarkozy. El SNTE de Elba Esther Gordillo dio la bienvenida al gobernante francés y le expresó "su más sincera satisfacción por la visita que realiza en tierras mexicanas". Como si la gestión de Sarkozy se hubiera significado por un progreso significativo en el campo educativo, los dirigentes del sindicato magisterial aseguran que "dice mucho el papel que ha otorgado a la educación en su país". Sin conocer con precisión ese papel (pues de lo contrario no lo alabarían, como no lo hacen los profesores y los educandos franceses), los líderes del SNTE elogian una carta a los educadores donde Sarkozy enuncia en general la función magisterial, como podría haberlo hecho el autor de cualquier discurso alusivo.

martes, marzo 10, 2009

El país desde abajo

Andrés Manuel López Obrador

I

En enero de 2007 inicié una gira por todos los municipios del país. Hoy, 9 de marzo de 2009, aquí, en Tamazula, Durango, donde nació el primer presidente de México, Guadalupe Victoria, termino el recorrido por los dos mil 38 municipios de régimen de partido que existen en el país. Ahora, sólo me faltan los 418 municipios indígenas de usos y costumbres del estado de Oaxaca, que visitaré en el último cuatrimestre de este año.

Viajé en compañía de un pequeño grupo de colaboradores. Durante 430 días transitamos por 148 mil 173 kilómetros de caminos pavimentados y de terracería, para llegar a los pueblos más apartados de México. En muchas ocasiones dormimos en hoteles modestos y limpios de ciudades pequeñas, comimos en restaurantes, fondas y, a veces, dentro de la camioneta o a la orilla del camino.

Durante este tiempo, trabajé de lunes a miércoles en la ciudad de México y de jueves a domingo me dediqué a recorrer los pueblos. Desde las 10 de la mañana hacíamos un promedio de 5 asambleas informativas diarias en la plazas públicas, a las que asistían entre 100 y 5 mil personas, dependiendo del número de habitantes y de la fuerza de nuestro movimiento en cada lugar. La asamblea consistía en palabras de bienvenida a cargo de un dirigente local de los partidos del Frente Amplio Progresista o de algún destacado ciudadano. En mi intervención, informaba durante 45 minutos sobre los problemas nacionales y planteaba la necesidad de renovar la vida pública de México. Además, cuando llegaba y cuando me iba, saludaba de mano a la gente en un genuinio ejercicio de diálogo circular.

Gracias a estos encuentros, recogí demandas, sentimientos y preocupaciones de muchos ciudadanos y me enteré con más detalle de la situación económica, social y política del país, desde abajo.

Aunque hay asuntos importantes que no abordaré por razones de espacio, si puedo compartir algunas de mis observaciones, experiencias y reflexiones sobre las características del territorio, la belleza de naturaleza, las actividades económicas, los contrastes entre regiones, la desigualdad, la marginación, la pobreza, la vocación de trabajo y la inmensa bondad que hay en nuestro pueblo.

Nogaleras y minerales

México es un país de gran diversidad geográfica, donde predominan las zonas semidesérticas, en las vastas extensiones montañosas del norte. En contraste, es muy inferior la superficie de valles, costas y tierras bajas tropicales. En el norte, donde el suelo no es muy fértil y llueve poco, las poblaciones se fueron asentando a la orilla de los ríos y así se desarrollaron la agricultura y la ganadería extensivas.

Para subsanar la escasez de agua, el régimen de Porfirio Díaz inició la construcción de presas, actividad que se intensificó después del triunfo de la revolución junto con la perforación de pozos profundos y la creación de sistemas de riego. De todos modos, en casi todo el norte la sequía es impresionante. Y por lo mismo, ahí donde se logra una plantación de nogales, o nogalera que le llaman, cerca del cauce de un río, la vista se alegra como si en medio del desierto apareciera un oasis.

Viajando por distintas regiones del norte, uno no puede dejar de pensar en que debajo de esa tierra árida proliferó, y fue saqueada por siglos, la gran riqueza mineral del subsuelo, que hoy es todavía causa de la más inhumana explotación de los trabajadores. Cuando uno recorre las laderas de los cerros de Concepción del Oro, Zacatecas, hacia Melchor Ocampo, saltan a la vista los vestigios de pueblos mineros abandonados en la época colonial y el siglo XIX, y lo mismo pasa al llegar por el túnel de Ogarrio, el más largo construido por el porfiriato, al bello Real de Catorce, en San Luis Potosí.

El centro y el sur del país, por lo contrario, poseen mucha más fertilidad, al extremo de que en Tabasco hay tanta agua como cielo. Paradójicamente, aunque es mucho menos montañoso que el norte y que el centro, donde despuntan los volcanes del valle de México, el sur tiene las cimas más elevadas de la orografía nacional, como por ejemplo el Pico de Orizaba o el Cofre de Perote, sin olvidar que hay zonas muy altas en la sierra sur de Oaxaca o en la sierra de Chiapas limítrofe con Guatemala, donde los nombres de los pueblos contradicen a la realidad, porque se llaman El Porvenir, La Grandeza y Bellavista y son de los más pobres y marginados que he visto. Así como las nogaleras y la minería son características del norte, el sur es la región natural del café.

La doble vida de las barrancas

En cuanto a belleza, todo México es espléndido. Se puede pensar que las grandes llanuras y los cerros pelones del norte son monótonos, pero no es así, hay una asombrosa variedad de formas. En las cumbres de Durango, en la Sierra Tarahumara, en la península de Baja California, en las montañas de Coahuila, Sonora o de Nuevo León, de repente, en medio del camino, surgen rocas gigantescas, que parecen esculpidas por la mano del hombre, con aspecto de aguilas, frailes, sillas, dientes, pirinolas.

Es imposible dejar de admirar las cordilleras, los despeñaderos, las cuevas, las cascadas que brillan desde lejos como hilos de plata, o las grandes mesetas con su extraordinaria diversidad de cactos. Y por todas partes hay cerros majestuosos e históricos, que tienen nombre propio, cerros con plataformas y peñascos, entre los que sobresalen los cañones y las barrancas con distintos climas, vegetación y culturas, arriba y abajo, como ocurre al pie de la Barranca del Cobre, donde crecen los plátanos y los cocoteros, mientras en lo alto abundan los pinos y las casas con chimenea. Otro caso representativo de esta dualidad es el de la Misión, Hidalgo, donde el delicioso chile rallado se siembra abajo y luego se transplanta y se cosecha arriba.

En enero de 2007, visité algunos municipios de Chihuahua. Estaba nevando y había hielo sobre la carretera de Parral a Guadalupe y Calvo. Ahí se encuentra el cerro más alto de ese estado, el Mohinora, un pico a 3 mil 300 metros sobre el nivel del mar. En esa gira fuimos también a Madera, municipio emblemático porque ahí nació, en los tiempos de mayor opresión política, la guerrilla mexicana moderna con el asalto al cuartel militar. Y qué decir de la monumental sierra de la Rumorosa, en el camino de Mexicali a Tijuana, o de los manglares de la costa de Nayarit, o de los cielos estrellados de la sierra de Sonora, o de las puestas de sol de Caneto de Comonfort en Durango.

Por mi origen, desde luego, disfruto más la flora y la fauna exuberante de las zonas cálidas de gran humedad. Me gustan mucho las Huastecas, la potosina, la hidalguense y la veracruzana; todas las regiones de Michoacán, los paisajes del estado de México, la Sierra de Puebla con sus impresionantes caídas de agua, las costas del Pacífico; las grandes lagunas costeras del Golfo; los pantanos de Tabasco con su flor del sol y sus noches de plenilunio; el mar turquesa del Caribe y la belleza natural de todo Chiapas.

Las frutas de Tepeyanco

Los nombres de los municipios mexicanos suelen ser de héroes y de santos, aunque predominan los que se componen de palabras indígenas en lengua náhuatl. En cuanto a la arquitectura, la mayoría de las cabeceras municipales tiene su plaza central con kiosco, rodeada de portales, su iglesia o convento antiguo y su palacio de gobierno. Las calles principales ostentan los nombres de nuestros héroes: Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero, o se llaman Independencia, Reforma o Revolución. Cuando uno topa en una calle con cualquiera de estos nombres, sabe que está en el centro del pueblo, cerca de la plaza pública. Por lo general, es más antiguo y majestuoso el templo católico que el edificio del ayuntamiento. Puebla, sin duda, es el estado con las iglesias más bellas. Las plazas son agradables, pese a que han sido remodeladas más de una vez, por autoridades que desean dar la imagen de que trabajan y también para justificar la corrupción.

Tengo presentes las ceibas centenarias de la plaza de Ocampo, Tamaulipas y la de Huitiupán, Chiapas, tan antiguas como las de la zona arqueológica de Yaxchilán, a la orilla del río Usumacinta, en la frontera con Guatemala. En el jardín principal de Tepeyanco en Tlaxcala, hay árboles frutales y la cosecha se vende para dar mantenimiento a la plaza.

Es un placer visitar Cuchillo Parado en Chihuahua, donde comenzó la Revolución Mexicana antes del 20 de noviembre de 1910; o la remota y serrana comunidad de Ayoxustla, en Puebla, donde se firmó el Plan de Ayala. En verdad, ha sido un privilegio haber podido estar en tantos sitios y poblaciones de relevancia histórica.

Hay muchos pueblos bellos en todo México, pueblos mágicos, como se les llama ahora, aunque no todos han sido catalogados así por la Unesco. Uno de ellos es San Sebastián del Oeste, en Jalisco, que es realmente hermoso.

Los caminos de la corrupción

Es notoria la carencia de infraestructura y de servicios básicos en los municipios. De los 2 mil 38 que visité, 108 no cuentan con caminos pavimentados a sus cabeceras municipales. El estado más atrasado en este aspecto es Oaxaca; de sus 152 municipios de régimen de partido, hay 36 sin pavimento. Le sigue Puebla con 15; allí y en la región de la Montaña de Guerrero, constaté no sólo el mal estado de los caminos, y vi que los nuevos, los que apenas están construyendo, son de tan mala calidad que a más tardar en un año volverán a ser de terracería.

En esta rama de actividades es común que constructoras privadas se asocien con los gobernadores o con los secretarios de Obras Públicas para obtener contratos mediante la entrega de dinero a funcionarios; por lo tanto, realizan trabajos de mala calidad, sólo para "aguantar entrega". Y, en las tierras bajas, donde son frecuentes las lluvias, muchas veces no compactan bien o no llevan a cabo obras de drenaje, lo que provoca hundimientos y la destrucción de la de por sí delgada capa de pavimento.

De igual forma, en las zonas altas o de terrenos quebrados, no construyen buenos taludes y las lluvias ocasionan derrumbes que se llevan tramos completos de carretera. En este caso, cuando se inauguran las obras, sólo se recorre una parte del camino y se destaca, entre palmadas y elogios, los seis metros de ancho de la carpeta asfáltica, pero no se toma en cuenta el problema de los taludes y de los derrumbes, que a menudo provocan la muerte de personas, como sucedió el 5 de julio de 2007, en el tramo de la carretera Coxcatlán-Tlacotepec de Porfirio Díaz, en la sierra Negra de Puebla.

El ejemplo de San José Tenango

Es más, hay caminos que aparecen como pavimentados en las guías roji de carreteras, que se elaboran con información oficial, pero realmente son de terracería y, seguramente, fueron cobrados de antemano. Sin duda, los estados con peores caminos son los del sur del país; en este orden: Oaxaca, Guerrero, Puebla, Veracruz e Hidalgo. Aunque también hay malos caminos en San Luis Potosí, Guanajuato, Chihuahua, Nayarit, Durango y Sonora. En muchos lugares, ante la falta de mantenimiento gubernamental a las carreteras, hombres, mujeres y niños se dedican a tapar los hoyos con tierra y reciben cooperación voluntaria de quienes las transitan.

En cuanto a las vías interestatales, el contraste es evidente entre el norte, el centro y el sur del país. En esta última región hasta las llamadas autopistas de paga están en pésimas condiciones. Sin embargo, como en todo, hay honrosas excepciones. No puedo dejar de reconocer que en San José Tenango, en la Sierra Mazateca de Oaxaca, un presidente municipal del PRD organizó a la gente y decidió usar los escasos recursos del ayuntamiento para construir de concreto y con mano de obra de las comunidades, el camino hacia Huautla de Jiménez, que llevaba años intransitable. Me tocó, al fin de esa administración, en 2007, dar el Grito de Independencia en este pueblo y constatar la alegría de la gente porque estaban por inaugurar el camino que habían deseado toda su vida. Allí, por cierto, en las elecciones de finales de ese año, a pesar del gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, el PRD volvió a ganar. Ojalá y todas las autoridades surgidas de nuestro movimiento sigan este ejemplo de honestidad y trabajo.

II

En todo el país la gente del pueblo es buena y trabajadora. Los norteños son muy emprendedores. Por lo general, son serios, poco expresivos, pero muy respetuosos. En las asambleas escuchan atentamente, no aplauden con facilidad, actúan como ciudadanos en sentido clásico, son más razón que pasión. La gente más progresista del norte es la de Nayarit, Sinaloa, La Laguna, el sur de Sonora, Colima y las Baja Californias. También lo son quienes viven en las ciudades fronterizas, posiblemente por el fenómeno migratorio. En Michoacán, por su gran cultura purhépecha y por las enseñanzas de Morelos, Ocampo, Mújica y el general Lázaro Cárdenas, la gente es liberal y de vocación social bien arraigada. Jalisco, contra lo que se piensa, no es conservador, le ayuda la influencia de Michoacán, su población de origen indígena, el carácter abierto de los costeños, y el espíritu cosmopolita de Guadalajara.

En el centro del país predomina la influencia de la gran ciudad de México. Mucha gente de los estados más cercanos ha emigrado al Distrito Federal y mantiene comunicación con familiares que todavía viven en pueblos de San Luis Potosí, Querétaro, Hidalgo, estado de México, Guanajuato, Michoacán, Puebla, Tlaxcala, Morelos, Oaxaca y Veracruz. En toda esta región predominan las culturas indígenas, la población es trabajadora y generosa. Mención especial merecen los habitantes de la ciudad de México, los más progresistas del país, los más informados y politizados pero, sobre todo, los más solidarios. Mi admiración y respeto a los guerrerenses por su ejemplar vocación de lucha. Siempre han demostrado su amor por la libertad y la justicia. Los habitantes del sureste son festivos y están llenos de pasión. Alguien dijo que un tabasqueño vive en un día las pasiones, los amores, las desdichas y las alegrías, que le llevaría un año experimentar a otros seres humanos.

Un país abundante en pobreza

En México los más pobres son los indígenas de todas las regiones y etnias. Fue tan cruel la conquista y la colonia que, en pos de la libertad y de sus culturas, y para salvarse de la esclavitud y la encomienda, se fueron remontando a las partes más alejadas e inhóspitas del territorio. Es el caso de los huicholes, coras y tepehuanes de las sierras de Jalisco, Zacatecas, Durango y Nayarit; el de los tarahumaras de Chihuahua, de los yaquis de Sonora, el de los náhuas de las montañas de Puebla, o de los chontales de los pantanos de Tabasco. Como sabemos, todos los pueblos originarios estaban asentados en los mejores valles o en las franjas costeras y con la colonización se les despojó de sus tierras y se fueron a proteger a zonas inaccesibles, "de refugio".

No sólo padecieron durante la colonia, sino después de la independencia y hasta el porfiriato en que eran acosados por enganchadores para ser convertidos en peones acasillados de las haciendas. Desde la conquista, la explotación del indígena siempre se ha querido justificar con una supuesta inferioridad racial. Este pensamiento, desgraciadamente, aún persiste. Con frecuencia se olvida que la pobreza no es producto ni de la raza, ni de la fatalidad, ni del destino, ni porque Dios quiere, sino de la injusticia y de la opresión.

La pobreza está por todas partes del país, aunque es más agobiante en las comunidades indígenas del sur y del sureste. Hay mucha pobreza en pueblos como San Juan Cancuc, Chalchihuitán y Chanal, en la zona de Los Altos en Chiapas; duele lo que sucede en muchos municipios y comunidades de Oaxaca; inclusive, en la región de la costa, donde habita población afromexicana que vive en el abandono.

Recuerdo que por un camino de terracerías, llegamos una tarde-noche a Tapextla, comunidad cercana a Cuajinicuilapa, en la zona limítrofe entre Oaxaca y la Costa Chica de Guerrero. Allí, a pesar de la marginación, conservan su cultura y sus bailes tradicionales, zapatean arriba de un tronco hueco de árbol de parota, llamado artesa. En todas las comunidades pobres de México, lo único que no les falta es la música; sea con violín como en Chiapas, o con bandas como en Oaxaca o en la Montaña de Guerrero. En mi visita a Cochoapa, Guerrero, municipio de nueva creación –que surgió al dividirse el territorio de Metlatónoc, considerado el más pobre del país–, me impactó tremendamente el silencio de la gente. Me recibieron con música de banda de acordes tristísimos. Allí me llené de sentimientos. Les dije despacio que nuestra lucha se resume en una frase: arriba los de abajo, arriba los pobres y abajo los privilegios.

También hay mucha pobreza en la sierra de Zongolica, Veracruz; en la sierra de Hidalgo y Puebla, y en las Huastecas; lo cierto es que la pobreza está extendida por todo el país.

La despoblación del campo

En los tiempos de la política neoliberal o de pillaje, el sur-sureste se ha vuelto como Centroamérica y el norte se ha empobrecido como era antes el sur-sureste. Durango es el estado con más pobreza en el norte. Recientemente estuve en Benjamín Hill, Sonora, que antes de la privatización de los ferrocarriles era una importante estación del tren; ahora es un pueblo desolado, con población desempleada, y esto se repite en muchos otros municipios de esa región. No olvidemos que en los últimos 26 años, el modelo económico impuesto ha consistido en la creación de islotes de progreso rodeados de pobreza.

La mayor parte del territorio nacional se despobló por el abandono al campo y la gente se ha ido a vivir y a buscarse la vida al extranjero, a ciudades fronterizas, a centros turísticos y a algunas ciudades del interior del país. De los 2 mil 38 municipios que visité, la mitad tiene ahora menos población que en 1980.

Por el fenómeno migratorio hay pueblos abandonados o donde sólo viven ancianos, mujeres y niños, porque los jóvenes han salido a buscar oportunidades a otras partes o del otro lado de la frontera. Este éxodo ha servido como válvula para aminorar la presión y evitar un estallido social. Imaginemos lo que hubiese pasado si durante este largo periodo de estancamiento económico y desempleo no hubiesen ido a buscarse la vida a Estados Unidos 8 millones de mexicanos. Ha sido doloroso e infame este exilio forzado por la necesidad de muchos compatriotas, pero al mismo tiempo, ha sido un factor de estabilidad política y social. Además, ha permitido que ingresen remesas anuales por más de 20 mil millones de dólares, en beneficio de las familias de nuestros paisanos y de la economía de los pueblos en muchas regiones. Gracias a la migración, en zonas tradicionalmente pobres de México, como el Valle del Mezquital en Hidalgo o la Mixteca poblana, oaxaqueña y guerrerense, se ven mejoras importantes en las viviendas que ningún programa gubernamental ha propiciado.

Los que no han emigrado viven con muchas carencias, hay hambre y desnutrición; los trabajadores deben resignarse con salarios que apenas les permiten sobrevivir; la gente no tiene siquiera para lo más elemental: para el pasaje, la compra de medicamentos, para el gas, la luz, o para vestir y calzar a los hijos; hay muchos enfermos y discapacitados sin ninguna atención. El llamado "Seguro Popular" es pura demagogia; faltan médicos y en los centros de salud sólo entregan recetas, porque se carece de medicamentos.

En municipios de la Mixteca de Puebla, limítrofe con el estado de Guerrero, concretamente en Ahuatlán e Ixcamilpa, me pidieron con desesperación que denunciara que los centros de salud no tienen suero contra picaduras de alacrán, que es lo más urgente. En materia educativa el atraso es notorio, en las comunidades más apartadas sólo hay clases de martes a jueves. Muchas veces, un maestro debe atender a los alumnos de varios grados. Los profesores están mal pagados y para obtener una plaza necesitan comprarla en 150 mil pesos.

También debo decir que en ciertas partes del país ha habido crecimiento económico, pero esto no ha significado mayor bienestar para su población. Por ejemplo, en las ciudades fronterizas hay empleo en las maquiladoras pero muy mal pagado. Una mujer que trabaja recibe 500 pesos a la semana y, por lo general, sólo en transporte y en celular se gasta la mitad. Y vive en colonias donde no hay pavimento, escasea el agua, no cuentan con guarderías, la gente habita en viviendas precarias y ha crecido la desintegración familiar y la pérdida de valores comunitarios.

La virtud de los indígenas

De estas colonias son algunos jóvenes que por problemas familiares, el mal trato y ante la falta de oportunidades de trabajo bien remunerado y de estudios, han tomado el camino de las conductas antisociales. Pero no olvidemos que la pobreza en las comunidades indígenas se enfrenta en una atmósfera colectiva de auténtica solidaridad; algo distinto al individualismo que se ha venido entronizando en las zonas urbanas pobres.

Cuando fui jefe de gobierno en la ciudad de México, comprobé que la mayor incidencia delictiva provenía de barrios y colonias con más descomposición social y era menor la delincuencia en el sur de la ciudad, en delegaciones como Tlalpan, Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta, donde se tienen arraigados valores colectivos y vínculos comunitarios. De modo que mejores oportunidades de trabajo y de estudios, impiden el desbordamiento de la violencia, pero también a mayor cultura y valores comunitarios, menor delincuencia.

Al recorrer el país he vuelto a comprobar que la comida tradicional del pueblo de México es variada, sana y nutritiva. La comida, como el habla de la gente, obedece a la cultura de cada región. Entre más predominio indígena existe, es mayor la variedad de condimentos y guisos. El México del norte es más carnívoro, el del centro y del sur, con más presencia indígena, es más vegetariano; la costumbre de comer pescado está en todas partes, no sólo en las costas, también en las zonas centrales. Me llevaría mucho espacio abordar la diversidad de la comida mexicana, que va desde la carne seca de Chihuahua, pasando por el huauzontle de Tlaxcala hasta el caldo de cuatete y mariscos de la Costa de Guerrero, al que llaman rompecatres.

La comida es deliciosa, qué duda cabe, el problema es que la gente no tiene para comprar lo que necesita. Con un salario mínimo en 1982 se podían adquirir 56 kilos de tortilla; hoy apenas alcanza para 5. La falta de dinero limita la ingesta de proteínas, las porciones no son suficientes y se compra la carne más barata y con menos nutrientes.

Además, se han venido introduciendo malos hábitos alimenticios. Es ilógico que se consuma tanta coca-cola o su equivalente, habiendo, sobre todo en el medio rural, la posibilidad de tomar agua de fruta de temporada, más barata y nutritiva. La coca-cola cuesta tres veces más que el agua de fruta. Hay quienes justifican este hábito diciendo que estos productos embotellados aportan calorías, aunque en caso de ser cierto, esta misma energía se podría obtener de bebidas tradicionales como el pozol y el tascalate, elaborados de maíz con cacao, o el chilate, de arroz y cacao.

Falta orientación nutricional

Creo que este consumo de "refresco", calculado en un millón de litros diarios, se debe fundamentalmente a la publicidad y ha llegado a ser, en ciertas regiones, algo que da estatus. Me parece injustificado que en las comunidades más pobres de Chiapas, se consuman más bebidas industrializadas por persona, en comparación con el resto del país. En casi todas las regiones indígenas de México es lo mismo, pero lo que he visto en Los Altos de Chiapas es sorprendente; si acaso algo consuela es que en vez de cervecerías hay refresquerías.

Lo mismo puede decirse de otros productos chatarra, como el jamón, las hamburguesas, las papas fritas, los gansitos y el pan industrializado, que no alimentan y son muy caros. Por eso considero fundamental un plan de orientación nutricional, utilizando los mismos tiempos y espacios en medios de comunicación que emplean las grandes empresas para promover el consumo de sus productos.

Con este propósito también debe informarse sobre el contenido de elementos químicos en los alimentos: es escalofriante saber que para la engorda de ganado se usa de manera generalizada clembusterol, así como otras hormonas y sustancias químicas nocivas se utilizan en la producción de cerdos, pollos y huevos, todo lo cual daña la salud y provoca enfermedades. Tenemos que volver a lo natural. Regresar a la alimentación sin productos químicos no es cosa sencilla, pero es inaceptable que donde se puede no se haga por falta de información y de orientación nutricional.

III

Como expresé anteriormente, en el territorio mexicano predominan las zonas áridas y montañosas, aunque una buena parte es susceptible para la producción agrícola, ganadera y forestal. La gran diversidad de suelos y climas permite el cultivo de muchas especies; además, hay en la población una importante vocación productiva.

Sinaloa es el estado más agrícola de México, es donde hay más sistemas de riego, se usa tecnología moderna y agroquímicos en la siembra de frijol, maíz y hortalizas. Sonora es el principal productor de trigo. Tamaulipas de sorgo. Aunque también sobresalen, en cultivos de ciclo corto, Baja California, Jalisco y el Bajío. Es admirable lo que hacen, sin apoyo gubernamental, los campesinos pobres productores de frijol de Zacatecas, Durango, San Luis Potosí y Nayarit.

Más bien por cultura, para sobrevivir, para no emigrar, siguen sembrando, a pesar de que constantemente aumentan los precios de los insumos, en particular del fertilizante, que subió en un año hasta 300 por ciento, y de que les pagan cuatros pesos por kilo cuando se vende en 20 al consumidor. Este mismo amor a la tierra y al trabajo lo comparten los productores que cultivan, sobre todo, maíz en las comunidades campesinas e indígenas, en pequeñas propiedades y ejidos del centro, sur y sureste. La mayoría lo hace sin crédito, sin asistencia técnica y obtienen en promedio dos toneladas por hectárea, a diferencia de Sinaloa donde se cosechan hasta 10 toneladas por hectárea.

La amarga industria del azucar

En el sureste es muy poco lo que se produce para el mercado, casi todo es para el autoconsumo y la economía familiar; es decir, se combina la agricultura con la crianza de animales de corral como gallinas, pavos y cerdos. Me detengo también en describir un poco la gran vocación productiva de los campesinos del Valle de México, incluyendo a Hidalgo, Puebla y Tlaxcala; estos últimos siempre se han parecido por su laboriosidad a los pobladores de China: trabajan hombres, mujeres y niños, desde muy temprano hasta que anochece, en pequeñas parcelas, donde siembran maíz, frijol y hortalizas, pero además, en los solares o patios tienen borregos, chivos o vacas, y dentro de la casa el telar; es la economía campesina familiar más integrada del país.

El café es un cultivo clave para el bienestar de muchas familias campesinas. Se produce en las zonas más pobres de México, donde vive la población indígena más marginada. Hablo de la Montaña de Guerrero, de Hidalgo, Puebla, Veracruz, Oaxaca y Chiapas. La calidad del café mexicano es de primera; tiene el aroma y la fortaleza que le da la altura donde se cosecha; es injusto e irresponsable que no haya un proyecto de fomento al cultivo y a la comercialización del café y que los habitantes de estas zonas cafetaleras, sobre todo los jóvenes, estén emigrando por falta de trabajo y bienestar. Estoy más que convencido de que debe aplicarse un subsidio directo al productor para mejorar las condiciones de vida de miles de familias campesinas y evitar una mayor descomposición social.

Aún con la tremenda crisis del campo, sigue en pie la industria azucarera. Aunque, como siempre, los dueños de los ingenios han sido apoyados por el gobierno, al grado que recientemente con el gobierno de Fox se expropiaron "inexplicablemente" 27 ingenios y el resultado fue que los empresarios ganaron los juicios y lograron que les devolvieran sus instalaciones. Este "ensayo" le costó al erario 13 mil millones de pesos. A pesar de todo, la producción de azúcar es muy importante, porque no sólo genera riqueza, sino que la distribuye. De esta actividad viven más de 400 mil familias. Donde hay un ingenio se ayudan los productores, los cortadores de caña, los trabajadores de la industria, mecánicos, choferes y el comercio de la región; por eso hay que evitar que se cierren, porque significaría más ruina y pobreza.

Vacas a 5 pesos kilo

Las plantaciones de frutas y de otros productos están extendidas por todo el territorio nacional. Se cultivan flores en el estado de México; nopales en Milpa Alta, Distrito Federal; agave en Jalisco y Guanajuato; manzanas en Cuauhtémoc, Chihuahua y en Puebla; la vid en Valle de Guadalupe, Baja California, así como en Sonora, Aguascalientes y Coahuila; la nuez en Durango, Coahuila, Chihuahua y Nuevo León; el aguacate en Tancítaro, Peribán y Uruapan, Michoacán; la guayaba en Zitácuaro y Benito Juárez, Michoacán, y en Calvillo, Aguascalientes; el limón en Colima; la naranja en Álamo, Veracruz, Nuevo León y Tamaulipas; el plátano en Teapa, Tabasco, Tapachula, Chiapas y San Rafael, Veracruz; el cacao en Tabasco; el melón en La Laguna; las piñas, en Loma Bonita, Oaxaca e Isla, Veracruz; el mango en Veracruz; la papaya en Chiapas; el coco en Guerrero; y recientemente, se han venido introduciendo nuevos cultivos como la palmera para la elaboración de aceites en Palenque, Chiapas, y se está sembrando para la exportación frambuesa en Jocotepec, Jalisco, y arándano en los Reyes, Michoacán.

La ganadería, sobre todo la crianza de bovinos, está en franca decadencia. Se ve poco ganado y muchos potreros abandonados. Hay miles de hectáreas de praderas amarillas, sin animales, en Chihuahua y Durango. Hay corrales de engorda en los estados del norte, pero no abundan. Un pequeño ganadero de San Bernardo, Durango, y esto me lo repitieron en Chihuahua, Sonora, Veracruz, Chiapas y Tabasco, me explicó con enojo que les pagaban las vacas en pie a 5 pesos el kilo y a 16 pesos el becerro, cuando todavía hace seis años recibían el doble.

Es inexplicable que una vaca de 400 kilos cueste dos mil pesos, que a los productores les paguen 5 pesos por kilo y la carne se venda al consumidor a 50 pesos el kilo. La ganadería es de las actividades más afectadas por las políticas de apertura comercial sin límites, que empezó a aplicarse desde 1983, porque se puso a competir a los productores nacionales con los extranjeros en condiciones de desigualdad. En Estados Unidos el productor de carne tiene un subsidio equivalente al 50 por ciento de su costo de producción, y hay países de Europa en donde al productor lo subsidian con dos dólares diarios por cabeza de ganado, mientras en México están abandonados a su suerte.

En cuanto a la crianza de cerdos, aunque la porcicultura también está afectada por la importación de carne, sigue habiendo actividad en Jalisco y Michoacán. De igual forma, la avicultura se concentra en Sonora, Jalisco y Puebla, aunque está extendida por todo el país. Es muy importante la apicultura en la península de Yucatán, aunque tampoco obtiene apoyo del gobierno. Hay miles de pequeños productores de chivos y borregos en Oaxaca, Puebla, Hidalgo y en otros estados de la República.

Sembrar un millón de cedros

Ahora que he vuelto a recorrer el país, insisto en que debe impulsarse la actividad forestal. Es triste constatar la devastación de los bosques de Durango; en poco tiempo, han arrasado con ellos, sin aprender a manejarlos de manera racional. Mantengo la idea de sembrar un millón de hectáreas de árboles maderables, sobre todo, cedro, en los estados de Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo, con varios propósitos: crear empleos, arraigar a los jóvenes campesinos a la tierra, detener el fenómeno migratorio, reforestar y lograr la autosuficiencia en la producción de madera porque actualmente, estamos importando el 50 por ciento de la madera que consumimos. Estoy consciente que se trata de una actividad cuyos beneficios se dan a largo plazo, pero hay que hacerlo, porque es mucha su importancia económica, ecológica y social.

La pesca también es muy importante. Tenemos 11 mil 122 kilómetros de litorales; hay lagunas, ríos, arroyos y vasos de presas, que se utilizan para esta actividad. La contaminación ha provocado prácticamente la desaparición de la pesca de aguas interiores, no sólo por desechos industriales, sino también por la falta de tratamiento de las aguas negras. Es preocupante la sobreexplotación y la falta de fomento que están acabando con mojarras, robalo, sábalo, piguas, tortugas de agua dulce, manatíes, lagartos y prácticamente toda la fauna acuícola tropical. Lo mismo sucede con los animales de monte como el venado, tepescuintle, armadillo, jabalí, jaguar, puma y otros. Y están desapareciendo especies de pájaros y patos.

Algo que sí ha tenido éxito, y debemos reconocerlo, es la protección de la tortuga marina, ejemplo de que sí se podría llevar a cabo un programa de conservación de la gran variedad de especies que hay en el país. En el norte hoy se cuida más al venado, al borrego cimarrón, al tigre y al león, pero están de moda los llamados ranchos cinegéticos donde se permite la cacería de estos animales. En una ocasión, en San José de los Cabos me platicaron del ganado que a través del tiempo se fue remontando a la sierra y se volvió salvaje, y ahora son animales enormes y fieros que sólo se pueden cazar con armas de alto poder.

Hablando de la península de Baja California es menester decir que tanto en el Pacífico como en el Mar de Cortés, hay un gran potencial pesquero. Es importantísima la pesca de langosta y de abulón en Bahía de Tortugas. Allí mismo, en el Pacífico, llegan cada año ballenas desde Canadá, a las lagunas de Guerrero Negro y López Mateos. El mar de Cortés es un estero natural lleno de vida marina; en Mulegé es tanto el calamar que capturan que los pescadores se quejan de que les pagan a dos pesos el kilo.

Por la soberanía alimentaria

La zona pesquera del Pacífico, con base en Mazatlán, es la más importante del país: recientemente, en los límites de Nayarit y Sinaloa, encontraron un enorme banco de callo de hacha que ojalá lo exploten de manera racional. En el Golfo de México también hay mucha actividad pesquera, desde Tamaulipas hasta Quintana Roo, pasando por Alvarado, Veracruz, donde sus pobladores además de hablar con franqueza, son los pescadores que dominan toda la costa del Golfo hasta el río San Pedro, en los límites de Tabasco con Campeche. En la península de Yucatán, destaca Champotón, importante puerto pesquero, famoso por su camarón pequeñito y espléndido, lo mismo que Ceibaplaya, Campeche, Celestún, Sisal, Progreso, Dzilam de Bravo, San Felipe y Río Lagarto, en la cornisa de Yucatán, lugares pesqueros muy afectados por los huracanes y santuario natural de flamencos y zona de chivitas, un caracol exquisito.

En suma, estoy convencido de que México puede ser autosuficiente en la producción de todos los alimentos que consumimos. Es cosa de cambiar la política económica que tiene en el abandono al campo y a todas las actividades productivas, apostando a comprar en el exterior todo lo que necesitamos. El año pasado se destinaron 22 mil millones de dólares a comprar maíz, frijol, arroz, leche, carne de res, de cerdo, desechos de pollo y otros alimentos. Dinero que podría ser utilizado para rescatar al campo y reactivar la producción agropecuaria, forestal y pesquera, crear empleos y atemperar el fenómeno migratorio.

Es absurdo que estemos comprando alimentos y expulsando mano de obra. Pero lo más importante es tomar la decisión de lograr la soberanía alimentaria, lo demás es lo de menos. Consistiría en hacer una planeación por estados y por regiones, estimular la producción con precios justos, mediante subsidios donde se requiera, resolver problemas de almacenamiento, distribución y comercialización. Considero que no se necesita mucho dinero, es cosa de orientar adecuadamente lo que se tiene, evitando la corrupción y el despilfarro. Pero insisto: el Estado debe asumir su responsabilidad como rector de la economía para garantizar el regreso al campo y el bienestar de la gente.

IV

En mis recorridos por el país pude comprobar que en los últimos tiempos se ha reactivado la explotación minera. Se trata de una actividad dominada básicamente por tres consorcios nacionales –Minera México, Peñoles y Grupo Carso–, así como por empresas extranjeras, sobre todo canadienses.

La privatización de este sector se ha llevado a cabo de manera silenciosa, pero profunda. Durante el gobierno de Salinas se reformó el artículo 27 y se concesionó a particulares, nacionales y extranjeros, la explotación de los recursos mineros. Bajo el gobierno de Vicente Fox se ampliaron las concesiones de 25 a 50 años, con la posibilidad de prorrogarse. Actualmente, se encuentran concesionadas 24.5 millones de hectáreas del territorio nacional, superficie equivalente a la extensión del estado de Chihuahua, el más grande del país. De modo que, prácticamente, toda la superficie y el subsuelo con potencial minero han sido enajenados para el aprovechamiento de unas cuantas compañías nacionales y extranjeras.

Esta desaforada entrega de bienes de la nación y los altos precios de los metales en el mercado internacional, propiciaron que la minería creciera más que otros sectores de la economía. En materia de metales preciosos, la producción de oro pasó de 6.2 toneladas en 1980 a 39.3 para 2007, un incremento de 533 por ciento; la extracción de plata aumentó de mil 500 toneladas a 2 mil 311 (60 por ciento); y en lo que se refiere a metales industriales no ferrosos, destaca la producción de cobre y zinc, que creció de 414 mil a 762 mil toneladas (84 por ciento en promedio).

Según cifras oficiales, el valor total de la producción minera en 2007 fue de 113 mil 429 millones de pesos. Sin embargo, esta bonanza ha generado muy pocos beneficios al pueblo y a la nación. La actual explotación minera se parece mucho a lo que pasaba durante el porfiriato, los dueños de las compañías se llevan todas las ganancias, no pagan impuestos, los trabajadores reciben bajos salarios, no cuentan con protección ni con la debida seguridad social, y los sindicatos, con la complacencia del gobierno, están siendo tomados por las empresas, independientemente del cuestionamiento que se les pueda hacer a sus dirigentes.

Cerro de San Pedro y Mulatos: desesperación y resistencia

Los enclaves mineros son como pequeños estados dentro del territorio nacional. Los dueños de las empresas dominan todo; tienen guardias blancas, en los lugares más recónditos han construido hoteles y casas para sus directivos, mientras que los obreros carecen hasta de lo más indispensable y los pueblos donde se encuentra el mineral están en el más completo abandono. Visité municipios mineros como Moris, Ocampo, Témoris, Chinipas y Urique, en Chihuahua, y Tayoltita y Topia, en Durango, y tuvimos que transitar por caminos de terracería en pésimas condiciones. A Tayoltita se llega después de cinco horas de viaje por una brecha. El oro lo sacan por avión, hace cien años la mina era explotada por norteamericanos, y ahora por canadienses. En Urique sucede lo mismo, ahí se encuentra la mina El Zauzal en manos de la empresa canadiense Goldscorp Inc, que es la que más oro produce en el país (alrededor de 9.5 toneladas al año, 25 por ciento de la producción nacional).

Los abusos de las compañías indignan y se repiten por todas partes; cuando estuve en Sahuaripa, Sonora, pobladores de Mulatos, una comunidad de ese municipio me pidieron con desesperación que les ayudáramos porque la compañía canadiense Alamos Golden Inc, que explota oro desde hace cinco años, está devastando el ecosistema, contaminando mantos acuíferos, arroyos y ríos, causando la mortandad de peces y ganado. Incluso, tiene la intención de desaparecer la comunidad porque debajo del poblado se encuentra la veta más grande que pretenden explotar.

Lo mismo me manifestaron en Melchor Ocampo, Zacatecas, en Huizopa, Chihuahua y en Cerro de San Pedro, San Luis Potosí. En este último municipio, sus pobladores han dado una lucha heroica no sólo en contra de otra minera canadiense Metallica Resources, sino del gobierno del estado y del federal. Allí fue asesinado con vileza el presidente municipal por oponerse a la destrucción del poblado y del cerro emblemático que aparece en el escudo del estado de San Luis Potosí. En Cananea, Sonora, la complicidad entre autoridades y la Minera México es absoluta; los trabajadores llevan año y medio en huelga, el gobernador de Sonora mandó a la policía a reprimirlos, les cerraron el hospital, les quitaron el agua; las autoridades laborales están entregadas a la empresa y, por si fuera poco, el actual secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, era el abogado de la empresa.

Quiero señalar que de ningún modo me opongo al desarrollo de la minería, creo que es una fuente importante para la generación de empleos, pero es inaceptable el modelo depredador imperante, sustentado en la sobreexplotación de los trabajadores y de los recursos naturales. Es obvio que en Canadá no se permite esta ignominia y siempre he pensado que progreso sin justicia es retroceso. Es inhumano que a tres años de la tragedia de Pasta de Conchos, no se haya obligado a los dueños de la Minera México a rescatar los cuerpos de los mineros, como lo demandan sus familiares.

El absurdo del petróleo: vender naranjas y comprar jugo de naranja

El petróleo es el principal recurso con que cuenta el país para su desarrollo. Estoy convencido de que si se cuida y se explota de manera integral, podría convertirse en el eje de la economía nacional. En mis recorridos por las zonas petroleras me di cuenta de cómo se puede utilizar toda la cadena de valor del sector energético –desde la exploración de yacimientos, la perforación, la producción de crudo y de gas, la refinación, la industria petroquímica, la generación de electricidad y el desarrollo de energías alternativas– para proporcionar al consumidor ,y a la industria nacional, combustibles e insumos baratos que impulsen el desarrollo y la generación de empleos.

Es absurdo que se siga vendiendo petróleo crudo, como materia prima, al extranjero, y compremos casi la mitad de las gasolinas que consumimos, el 18 por ciento del diesel, el 15 por ciento del gas LP y el 15 por ciento del gas natural. Es como vender naranjas y comprar jugo de naranja. Esta irracionalidad sólo se explica por el afán privatizador y los compromisos con empresas y organismos internacionales. De ahí que haya sido fundamental el Movimiento en Defensa del Petróleo.

El año pasado, con la participación entusiasta y decidida de miles de mujeres y hombres, se pudo frenar el propósito de la derecha, de reformar las leyes para entregar la refinación, el transporte, los ductos y el almacenamiento de petrolíferos a particulares, sobre todo a extranjeros. Pero esto aún no termina, continúa el acecho. Es mucha la ambición que provoca este recurso natural estratégico. Sobre todo, debemos estar atentos porque quieren otorgar concesiones a empresas petroleras extranjeras para explorar y explotar nuestro petróleo en áreas o bloques exclusivos del territorio nacional.

Al igual que en la minería, pretenden que la zona petrolera del país se divida en lotes, como ya se anunció en Chicontepec, Veracruz. Pero estamos decididos a impedirlo. El sector energético debe estar única y exclusivamente al servicio del pueblo y de la nación. Más temprano que tarde, vamos a cambiar la política energética, que ha resultado un verdadero desastre. Sólo recuerdo que si no nos hubiesen robado la Presidencia de la República, actualmente estarían por terminarse las tres refinerías que necesita el país para dejar de comprar las gasolinas y el diesel en el extranjero.

8 de cada 10 empleos son de empresas pequeñas


Además, estoy convencido que sólo convirtiendo al sector energético en palanca del desarrollo nacional se podrá apostar a la industrialización del país. Es innegable que mientras el precio de los combustibles y de la energía eléctrica estén por encima de los costos en el mercado internacional, nunca podremos ser competitivos. El sostener a la pequeña y a la mediana empresa, al comercio y a la producción agropecuaria para la generación de empleos implica ofrecer un paquete de insumos energéticos a valores accesibles. El objetivo debe ser bajar los precios de las gasolinas, el diesel, el gas y la luz; y junto con otras medidas de fomento, apuntalar a los miles de pequeños negocios que hay por todo México.

Un dato: el 80 por ciento de los empleos en México están sostenidos por las pequeñas y medianas empresas. Tenemos que alentar la creatividad y la vocación productiva de los mexicanos. En todo el territorio hay pequeños talleres y empresas familiares que sin ningún apoyo gubernamental se dedican a la elaboración de muebles, utensilios para el hogar, huaraches, zapatos, monturas, cintos, sombreros, ropa, salsas, dulces, panes, quesos, café y muchos otros alimentos procesados. Hay infinidad de talleres de reparación. Sigue sorprendiendo el ingenio de las mujeres indígenas en la confección de bordados y tejidos, y de los artesanos de Olinalá, en Guerrero o de Zacoalco en Jalisco, y de muchos otros que son creadores de verdaderas obras de arte.

Continúa viva la tradición prehispánica del comercio. Ahí están los mercados que se establecen cada semana en Oaxaca, Puebla o Michoacán, y donde todavía se practica el trueque. O los grandes tianguis de ropa y calzado como los de San Martín Texmelucan, Puebla; Chiconcuac y San Mateo Atenco, en el estado de México. No olvidemos que gracias a este espíritu emprendedor mucha gente ha logrado anteponerse a las adversidades económicas; es más, si no es por la economía informal –que consiste, sencillamente, en que la gente se busca la vida trabajando en lo que puede– y por el fenómeno migratorio, ya hubiese habido un estallido social en nuestro país. Nada de esto ha sido siquiera contemplado por el gobierno usurpador, Calderón en vez de apuntalar las actividades productivas ante el agravamiento de la crisis, sigue empeñado en proteger a los que lo impusieron, a banqueros, grandes empresarios y traficantes de influencias. Se autonombró el presidente del empleo y lo que hay es mortandad de negocios y actualmente seis mil mexicanos están perdiendo sus puestos de trabajo cada día.

Hacia una revaloración del turismo como industria

México tiene mucho potencial turístico. Lo más extraordinario son sus sitios arqueológicos: su patrimonio histórico y cultural. Eso es lo que realmente nos distingue como país. Y la dolorosa paradoja es que los grupos indígenas, herederos directos de este pasado grandioso, viven en la pobreza y el abandono. Estar en Tulum, Cobá, Chichen Itzá, Uxmal, Edzná, Calakmul, Yaxilán, Palenque, Toniná, Comalcalco, La Venta, Tajín, Mitla, Montealbán, Tula, Teotihuacán, Cacaxtla, Cuicuilco, Xochicalco, Paquimé, La Quemada, Trincheras o el Templo Mayor, y tantos otros sitios históricos, es mirar con asombro el vasto conocimiento de nuestros antepasados en ciencia, ingeniería, astronomía, arquitectura, escultura, pintura, obras hidráulicas, agronomía y en organización social y política.

Puede ser que haya otros países con playas tan bellas como las del Caribe mexicano, pero ninguno tiene, además, tan importantes zonas arqueológicas. Por si fuese poco, habría que agregar la arquitectura colonial, las reservas ecológicas, la flora, la fauna, el paisaje y la espléndida y variada comida de todas las regiones de México. Por eso el turismo debe ser más aprovechado para generar empleos y obtener divisas, aunque cuidando siempre nuestro patrimonio histórico y cultural, así como los recursos naturales y los derechos de la gente.

V y última

En esta gira por los municipios del país, dediqué tiempo a reflexionar sobre cómo enfrentar los grandes y graves problemas nacionales. Al igual que otros mexicanos, con frecuencia me he preguntado el por qué si México posee importantes recursos naturales, un pasado cultural extraordinario y cuenta con un pueblo bueno, noble y trabajador, como pocos en el mundo, padece de tanto atraso y de una profunda desigualdad social. Desde mi perspectiva, los males que aquejan a la mayoría de los mexicanos y atormentan a la nación, han sido causados por el pequeño grupo que realmente manda y decide sobre los asuntos públicos del país, que se ha apoderado de todo: de las instituciones políticas del Estado, de los bienes nacionales y del presupuesto público. En esto radica que, con una naturaleza pródiga y con un pueblo excepcional, se sufra de un proceso de degradación progresiva.

En nuestro país existe una República aparente, simulada, falsa; hay poderes constitucionales, pero en los hechos un grupo ha confiscado todos los poderes. Esta especie de gobierno mafioso o de dictadura encubierta no sólo ha nulificado la vida democrática, sino que ha causado una infame e inmoral desigualdad económica y social. Basta un dato revelador y contundente: en 1987, cuando se desataron las privatizaciones, en la lista de la revista Forbes, donde aparecen los hombres más ricos del mundo, sólo había un mexicano con mil millones de dólares. Al finalizar el gobierno de Salinas, seis años después, ya eran 22. Y el año pasado, los diez más ricos de México acumulaban 100 mil millones de dólares, mientras la mayoría del pueblo ha sido condenada al destierro y a la sobrevivencia. Es claro pues que más allá del discurso neoliberal, el principal propósito de los potentados ha sido el pillaje, el vandalismo, el descarado traslado de dominio de bienes del pueblo a particulares. Ésta es la cruda y amarga realidad: la riqueza de unos pocos se ha edificado sobre el sufrimiento y la desgracia de la inmensa mayoría de los mexicanos.

Y como es evidente, el país ya no soporta más de lo mismo, se requiere un cambio profundo. Sin embargo, todo indica que quienes se sienten amos y señores de México no quieren ceder en nada. Por el contrario, están obcecados en continuar con el saqueo, aunque terminen de destruir a México. Se atienen a que también son dueños o controlan la mayoría de los medios de comunicación y creen que pueden seguir administrando la ignorancia y manipulando impunemente. Pasan por alto que, como decía Abraham Lincoln, al pueblo se le puede engañar una vez, dos veces, pero no se le puede engañar toda la vida.

Cada vez estoy más convencido que la regeneración tendrá que venir desde abajo y con el impulso de la gente, que sólo así se podrá establecer un gobierno verdaderamente del pueblo, donde el interés general esté por encima de ambiciones personales y de grupos. También creo que el proyecto para la transformación del país, debe girar alrededor de cuatro ideas fundamentales: rescatar a las instituciones políticas del Estado; cambiar el modelo económico; moralizar al gobierno; y crear una nueva corriente de pensamiento.

Rescatar a las instituciones políticas del Estado


No se logrará ningún cambio si los poderes de la Unión y las instituciones públicas continúan al servicio de unos cuantos. Reitero mi concepción esencial: el Estado se encuentra secuestrado por una minoría y esta es la causa principal del desastre nacional. Por eso lo primero debe ser recuperar democráticamente al Estado y convertirlo en el promotor del desarrollo político, económico y social del país. Hay que desechar el engaño de que para crecer, el Estado debe diluirse o subordinarse en beneficio de las fuerzas del mercado. El Estado no puede eludir su responsabilidad pública, ni económica ni social. Su razón de ser es garantizar a todos los ciudadanos una vida digna y justa, con seguridad y bienestar; y su función básica es evitar que los pocos que tienen mucho abusen de los muchos que tienen poco.

Cambiar el modelo económico

Es indispensable eliminar la actual política económica que ni en términos cuantitativos ha dado resultados. México es uno de los países del mundo que menos ha crecido en los últimos años. La nueva política económica tiene que ser conducida por el Estado. Debe impedirse la injerencia de gobiernos extranjeros y de organismos financieros internacionales. En los últimos 26 años ni siquiera se han elaborado planes de desarrollo en el país, todo se ha hecho a partir de recomendaciones y recetas dictadas desde el exterior. El Estado debe recuperar su facultad para planear el desarrollo de acuerdo al interés nacional.

Entre otras cosas, es fundamental rescatar al campo y al sector energético. Desde 1983, se dejó sin apoyo a los productores agropecuarios y se optó absurdamente por comprar los alimentos que consumimos en el extranjero. Y ahora, en consecuencia, hay tierras ociosas, potreros abandonados, se ha despoblado el medio rural y millones de campesinos han tenido que emigrar. En cuanto al sector energético, todo se ha centrado en la sobreexplotación de los yacimientos petroleros para exportar materia prima, petróleo crudo, y comprar afuera gasolinas, diesel, gas y productos petroquímicos. Todo ello porque se descuidó deliberadamente la industria petrolera para poder privatizarla. Tanto para la importación de alimentos, como para la compra de productos derivados del petróleo, el año pasado se destinaron 75 mil millones de dólares, lo que ha llevado a incrementar, cada vez más, el déficit comercial. En otras palabras, se ha dejado pasar la oportunidad de aprovechar el potencial del campo y del sector energético, que podrían ser los pilares del desarrollo del país y las fuentes principales de crecimiento, empleo y bienestar de la población.

Moralizar al gobierno

Es necesario cambiar la forma de hacer política. Este noble oficio se ha pervertido por completo. Hoy la política es sinónimo de engaño, arreglos cupulares y corrupción. Los legisladores, líderes y funcionarios públicos están alejados de los sentimientos del pueblo; sigue prevaleciendo la idea de que la política es cosa de los políticos y no asunto de todos. Este desprecio por la gente no es más que el reflejo de la falta de convicciones y principios. Por eso quienes se dediquen al quehacer público, deben tener ideales y entender la política como imperativo ético y servicio a la comunidad. Para ello no necesariamente hay que convertirnos en teóricos de la política, sino estar dispuestos a aprender y a poner en práctica lecciones sencillas de dignidad, congruencia, honestidad y amor al pueblo. Y siempre he creído que la enseñanza mayor está en la historia de nuestro país. Qué más digno para un mexicano, que seguir el ejemplo de Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero, Villa, Zapata, Flores Magón y el general Lázaro Cárdenas.

En la actualidad la llamada clase política se distingue por el cinismo: ministros de la Corte, diputados, senadores, gobernadores y funcionarios públicos del más alto nivel, independientemente de que incurren con frecuencia en actos de corrupción, cobran sueldos elevadísimos y son de los mejores pagados del mundo; tienen atención médica privada, cajas de ahorro especiales y gozan de muchos otros privilegios que resultan ofensivos, sobre todo en épocas en que la gente padece por la crisis económica y la falta de bienestar social.

En pocas palabras: le cuesta mucho al pueblo mantener al gobierno. Y ante ello, no hay más que hacer valer la política de austeridad republicana, el ejemplo de Juárez y los liberales: el apego al principio de la justa medianía en que deben vivir los servidores públicos. Y a partir de esta idea, debe revisarse todo el funcionamiento del gobierno. La austeridad no sólo es un asunto administrativo, sino de principios; la austeridad significa rigor y eficiencia, pero también justicia. No es aceptable un gobierno rico con un pueblo pobre.

Crear una nueva corriente de pensamiento

La transformación que necesita el país no sólo debe tener como propósito alcanzar el crecimiento económico, la democracia, el desarrollo y el bienestar. Implica también y sobre todo, cristalizar una nueva corriente de pensamiento sustentada en la cultura de nuestro pueblo, en su vocación de trabajo y en su inmensa bondad; añadiendo valores como el de la tolerancia, el respeto a la diversidad y la protección al medio ambiente. Hay que alentar un pensamiento que ayude a impedir el predominio del dinero, del engaño, de la corrupción y del afán de lucro, sobre la dignidad, la verdad, la moral y el amor al prójimo.

Sólo así podremos hacer frente a la mancha negra de individualismo, codicia, y odio que se viene extendiendo cada vez más, y que nos ha llevado a la degradación como sociedad y como nación. No olvidemos que el actual modelo no sólo ha cancelado el futuro de millones de mexicanos que carecen de empleo y de bienestar, sino que alienta como opción casi exclusiva lo material y lo superfluo, al grado de que sólo vale el que tiene y el que pertenece al mundo de las buenas camionetas, "el mueble", la troca, la Hummer, "la cheyenne apá", las joyas, la ropa de marca, el lujo barato. Y en mucho a ello se debe que quienes no encuentran oportunidades educativas o laborales, elijan como salida las conductas antisociales.

Aquí también es necesario apuntar lo irresponsable que ha sido dejar de impulsar la educación pública, sobre todo en el nivel medio superior y universitario. En los últimos tiempos, la política educativa impuesta por la derecha ha propiciado el rechazo de miles de jóvenes que intentan ingresar a las universidades, con el pretexto de que no pasan el examen de admisión, cuando lo cierto es que las universidades públicas no tienen espacios por falta de presupuesto. Por eso una meta justa y razonable, es abrir las puertas de la educación a todos los jóvenes, es decir, cero rechazos, cien por ciento de cobertura. La escuela no sólo enseña sobre temas técnicos, filosóficos o científicos; es un espacio para la convivencia con otros jóvenes y con maestros que transmiten conocimientos para la vida. Me apego al dicho popular, es mejor que estén los muchachos en la escuela que en la calle.

De modo que es indispensable elaborar textos básicos sobre la creación de una nueva corriente de pensamiento y, al mismo tiempo, definir estrategias, objetivos y metas para evitar caer en la improvisación y echar a perder algo tan importante y verdaderamente transformador.

Estoy optimista


No podremos frenar la degradación que se padece actualmente en el país y darle una nueva viabilidad a la nación, si no llevamos a cabo una verdadera transformación en todos los órdenes de la vida pública.

La renovación tendrá que darse de abajo hacia arriba, a partir de una revolución de las conciencias, de un cambio de mentalidades, con la organización y con la participación de la gente. Con estas ideas realicé la gira por el país y, entre otros resultados, pudimos contar con la adhesión de dos millones doscientos mil ciudadanos que se inscribieron como representantes del Gobierno Legítimo y asumieron su compromiso de luchar por la transformación de México. Además, ya estamos por terminar de constituir comités en todos los municipios, y en pocos días, entrarán en acción 15 mil cuadros dirigentes a lo largo y ancho del territorio nacional.

La verdad es que estoy optimista, sobre todo porque no me siento solo, me han acompañado en la conducción de este proceso millones de mexicanos, mujeres y hombres libres y concientes. En mi recorrido constaté que hay una inquebrantable fe en la causa que defendemos. Por eso tengamos confianza, nunca en la historia del país ha existido tanta gente conciente y dispuesta a luchar por la renovación de México. Pronto, muy pronto, crearemos una nueva República, más justa, más humana y más igualitaria.

viernes, octubre 31, 2008

El movimiento social en México

Lorenzo Meyer

Si el sistema de partidos cumpliera realmente su función, los movimientos sociales tendrían poca razón de ser

Democracia anormal

En una democracia normal, lo usual es que ningún actor político gane todo ni pierda todo. Sin embargo, México hoy no es precisamente una democracia normal: sus divisiones son profundas y la desconfianza es total pues una parte del espectro político no le concede legitimidad a la otra y viceversa.

El resultado es la imposibilidad de la negociación de buena fe. La reforma petrolera refleja bien el problema: los que la apoyan aseguran que ya no tiene ni un ápice privatizador pero se han negado a incluir en el texto un párrafo que pedía la oposición para asegurar que no se darán concesiones exclusivas a empresas privadas -a las petroleras internacionales- en zonas predeterminadas del territorio para la exploración y explotación de nuevos yacimientos. La negativa de unos confirmó las sospechas de otros y, al final, el encono es igual al que había al inicio de la negociación. Así, la normalidad democrática es imposible.

La reforma petrolera ha dejado en claro que la dinámica del proceso político mexicano actual está determinada, en buena medida, por el choque entre los partidos y los intereses que realmente representan -básicamente los de las cúpulas políticas y económicas- y los movimientos sociales, en especial el más dinámico y con la agenda mayor: el que encabeza Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Como muestran las encuestas de opinión, los partidos políticos no son vistos por el grueso de los mexicanos como lo que se supone que son: instrumentos eficaces para recoger y dar cauce a las demandas y preocupaciones ciudadanas. Esos partidos, alimentados por cuantiosos recursos públicos -30 mil 500 millones de pesos en los últimos 14 años- son hoy unas de las instituciones públicas más desprestigiadas (véase "Confianza en las instituciones. Ranking nacional", Consulta Mitofsky, www.consulta.com.mx, abril 2008). Pero el problema no es sólo la desconfianza en los partidos sino en la propia naturaleza del sistema: en una encuesta elaborada por la Secretaría de Gobernación, el 51 por ciento opinó no estar seguro que México viviera en democracia o de plano negó que ése fuera el caso ("Conociendo a los ciudadanos mexicanos. Principales resultados, 2005").

La alternativa

El fin del régimen autoritario priista combinado con la mala calidad de las instituciones y el liderazgo que le sustituyeron, llevaron a que la elección presidencial del 2006 funcionara no como un paso más en la consolidación de la recién nacida democracia mexicana sino como generadora de inconformidades que, a su vez, propiciaron el surgimiento de un movimiento político y social encabezado por AMLO que se presenta como una alternativa para organizar a los inconformes -a la fecha, ese movimiento ha registrado y credencializado a más de 2 millones de ciudadanos- y dar voz y fuerza a demandas de naturaleza popular que las oligarquías partidistas no pueden o no quieren recoger.

El descontento de una parte de la sociedad mexicana por la falta de representatividad de los partidos, por la disfuncionalidad creciente del entramado institucional y por los pobres resultados de una economía que ahora está entrando de nuevo en crisis, forma el contexto en que se debe de entender no sólo al movimiento político-social lopezobradorista, sino al resto de los movimientos que puntean el país.

Definición

Hace un par de siglos que se empezaron a estudiar los movimientos sociales modernos (MS) en Inglaterra -entonces el centro del sistema mundial. Los disparadores de ese fenómeno fueron los cambios y dislocaciones que produjo la revolución industrial. Las características de los MS contemporáneos arraigaron en Estados Unidos en los años sesenta del siglo pasado, durante la lucha por los derechos civiles y oposición a la guerra en Vietnam y también en los movimientos estudiantiles en Francia, Alemania, Japón o México. Desde entonces se marcó aún más su carácter de movilizaciones sociales, políticas y culturales.

Desde la perspectiva conservadora, los MS fueron y siguen siendo vistos como reacciones elementales aunque pasajeras a los procesos de modernización. Esta perspectiva (propia de la escuela de sociología de Chicago, por ejemplo) supone que las sociedades nacionales modernas son conjuntos básicamente bien integrados, con valores compartidos y donde el conflicto es sólo una forma de adaptación. Por ello suponen que, tras el logro parcial de sus objetivos, los MS tienden a desaparecer. Sin embargo, hay otra perspectiva que ve a las acciones colectivas de descontento como un fenómeno que tiende a la permanencia mediante su evolución.

A los MS se les puede definir como "formaciones políticas orientadas hacia el cambio", con estructuras de organización laxas, con posibilidad de crear fuertes solidaridades entre sus miembros y cuyas tácticas, con frecuencia, se centran en la acción directa y la desobediencia civil. Los elementos de cohesión son, por una parte, un conjunto de ideas generales y, por la otra, la presencia de adversarios claramente identificados: la oligarquía, el gobierno, los patronos o una potencia extranjera. Todo lo anterior puede permitir a los seguidores de un movimiento adquirir una nueva identidad social (esta definición toma elementos de la que se encuentra en: Iain McLean y Alistair McMillan eds., Oxford Concise Dictionary of Politics, Oxford, 2003, p.499-500).

Aunque las estructuras de gobierno son los destinatarios inmediatos de las acciones de los MS, estos grupos pueden desarrollar objetivos más ambiciosos. Sin ser revolucionarios en el sentido clásico, suelen aspirar a la modificación e incluso la eliminación de ciertas estructuras y principios sociales. En 1960 Daniel Bell, un sociólogo norteamericano, señaló que los MS tienen la capacidad no sólo de influir en el proceso político sino de transformar, en el curso de la acción, a sus propios participantes a condición de que logren conjugar tres elementos: presentar sus ideas centrales de manera llana, con sencillez, que tales ideas puedan ser vistas como verdaderas y finalmente, que en nombre de esas verdades demanden un compromiso con la acción (The End of Ideology in the West, Nueva York, Free Press, 1965, p. 401). En una perspectiva más reciente, Alain Touraine, en Francia, ha visto a los MS como acciones colectivas organizadas, normativamente dirigidas y cuya lucha busca influir en la "dirección de la historicidad", es decir, en la orientación cultural misma de la sociedad.

El lopezobradorismo

En principio, el MS lopezobradorista pareciera corresponder a lo señalado por Bell y Touraine: su afán va más allá de la búsqueda de votos, de conseguir una legislación específica (para el petróleo o para otra cosa) o de posiciones en la estructura gubernamental. Y eso es justamente uno de los elementos que más irrita y atemoriza a sus enemigos.

La tensión social que dio origen al MS encabezado por AMLO se incubó con el proyecto de cambio neoliberal que se puso en marcha a partir de 1985. Esa tensión se intensificó al modificarse las reglas del juego político -del autoritarismo se pasó a la democracia-, para agudizarse con la violación de esas reglas -de su letra, pero sobre todo de su espíritu- a partir del intento de desafuero de AMLO en el 2004 y de la forma como se condujeron las elecciones presidenciales del 2006.

Dentro de un marco de polarización social y falta de dinamismo de la economía, la evolución de las contradicciones dio origen a la ruptura entre el PRD y AMLO, así como a la decisión de este último de usar su capital político para organizar un MS que hoy se centra en la disputa por la legislación y la renta del petróleo pero que mañana puede poner el acento en algún otro tema de controversia.

La élite del poder mexicana, acostumbrada a la política de las cúpulas -partidos, organizaciones corporativas, grupos de interés económico o religioso-, no ha sabido cómo cooptar o neutralizar a los MS como el organizado por AMLO. En el pasado autoritario, lo que no se podía cooptar se reprimía, tal y como sucedió en 1968 y 1971 o más recientemente con movimientos geográficamente y socialmente limitados como han sido los casos de Atenco en el estado de México y la APPO en Oaxaca.

Pero enfrentar al lopezobradorismo, un movimiento nacional, siguiendo la línea que acaba de recomendar el ex presidente Vicente Fox -"partirle el queso a López Obrador"- sería una gran imprudencia, jugar con fuego en un llano social muy seco, como es en el que hoy se desarrolla la protesta irritante pero pacífica. La represión quizá desactivara temporalmente la protesta, pero igualmente podría tornarla violenta y dejarla sin el control moderador que hoy ejerce AMLO sobre ella.

miércoles, octubre 29, 2008

Derecho a la resistencia

John M. Ackerman

A nadie se le ocurriría criticar los tradicionales festejos populares que se improvisan en el Ángel de la Independencia después de las victorias de la Selección Mexicana de futbol por obstaculizar el tránsito vehicular. Se vale tomar las calles para expresar nuestra alegría, desahogarnos del estrés y celebrar un momento de gloria. Pero todo cambia cuando se trata de la acción política. Las manifestaciones y mítines a favor del sufragio efectivo, el desarrollo del campo, mejores condiciones laborales, más y mejor educación, o en contra del autoritarismo sindical, la falta de democracia o la privatización del petróleo, son inmediatamente censuradas como acciones ilegítimas que atacan las instituciones públicas y afectan la "paz social". Se vale golpear y encarcelar a un maestro inconforme, mientras a un aficionado ebrio se le permite hacer y deshacer a su antojo en la vía pública.

El éxito que ha tenido el movimiento de Andrés Manuel López Obrador para lograr una transformación (aunque todavía parcial e incompleta) de la reforma a Petróleos Mexicanos, es una muestra de la gran importancia de la movilización social en la vida democrática moderna. Si no hubiera sido por la ocupación de las calles en abril, difícilmente hubiéramos presenciado los debates públicos en el Senado de la República, y nunca se hubiera construido la nueva propuesta de reforma a partir de las iniciativas de los tres partidos políticos mayoritarios.

"La protesta es un derecho, la represión un delito", reza la atinada campaña de la Red Todos los Derechos para Todas y Todos (RedTDT) que este domingo 26 de octubre celebra un magno evento público en el Ángel de la Independencia en contra de la criminalización de la protesta social. "Cuando el gobierno mexicano habla de legalidad, estado de derecho y democracia, no está hablando de lo mismo que se entiende por estos conceptos desde los derechos humanos, sino que habla desde el autoritarismo", afirma esta agrupación de defensoras y defensores de los derechos humanos con presencia en casi todas las entidades federativas del país.

Un enfoque social y garantista hacia la legalidad defiende la posibilidad de la "autotutela" de los derechos fundamentales. En otras palabras, cuando las instituciones no funcionan para defender nuestras garantías, está plenamente justificado defender estas prerrogativas por medio de la acción directa. En su campaña, la RedTDT cita una resolución histórica de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que afirma que "los sectores más empobrecidos de nuestro hemisferio confrontan políticas y acciones discriminatorias, su acceso a información sobre la planificación y ejecución de medidas que afectan sus vidas diarias es incipiente y en general los canales tradicionales de participación para hacer públicas sus denuncias se ven muchas veces cercenados. Ante este escenario, en muchos países del hemisferio, la protesta y movilización social se han constituido como herramientas de petición a la autoridad pública y también como canales de denuncias públicas sobre abusos o violaciones a los derechos humanos".

El distinguido filósofo y jurista Roberto Gargarella incluso ha argumentado que el "derecho a la resistencia" puede ser conceptualizado como el "primer derecho", ya que por medio de ello se reclama la vigencia de todos los otros derechos, desde el referido a la vida hasta el alusivo a la libertad de expresión. Sin el derecho a protestar, los ciudadanos estaríamos inermes ante las constantes violaciones de nuestras garantías por parte de la autoridad pública.

En México, afortunadamente, la vía parlamentaria no está cerrada del todo. A pesar del crónico distanciamiento de la clase política de la sociedad civil, con las negociaciones de la reforma petrolera hemos atestiguado una importante disposición a escuchar los reclamos y las demandas de la ciudadanía. Pero no podemos quedarnos conformes con detener los proyectos antipopulares que romperían el pacto nacional, sino que también habría que empujar una agenda de avanzada a favor de la ampliación de nuestros derechos ciudadanos.

En este orden de ideas, destaca un par de iniciativas legislativas que recientemente presentó el grupo parlamentario del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en la Cámara de Diputados. Después de una amplia consulta con académicos y expertos en la materia, el PRD, en voz del diputado Juan Guerra, propuso una reforma al artículo 17 constitucional para instalar la figura de la "acción popular" o class action que permitiría la defensa jurídica de los derechos e intereses colectivos. Por otro lado, también se propone una reforma al artículo 103 de la Carta Magna que obligaría a los tribunales de amparo a tomar en cuenta los criterios de los sistemas internacionales y regionales de derechos humanos, así como "dar plena efectividad a los derechos económicos, sociales y culturales".

Estas dos reformas implicarían una transformación de gran envergadura al estado de derecho en México al permitir la tutela de los derechos colectivos y sociales por medio del sistema judicial. Actualmente el juicio de amparo sólo sirve para la defensa de los derechos individuales y tiene poca o nula efectividad para la tutela de derechos difusos como el derecho al trabajo, la educación y la salud. Como señala una de las iniciativas, "no es suficiente la incorporación al sistema jurídico de derechos sustantivos, sino que es necesario establecer aquellas acciones y procedimientos sencillos y eficaces que permitan su ejercicio y defensa adecuada, pues de lo contrario estaremos inmersos en un sistema perverso que provocaría que las violaciones a los derechos y al sistema jurídico en general sean simplemente toleradas por falta de medios de acceso a una real justicia".

La movilización social es un signo de la vitalidad de nuestra joven democracia. Una acción parlamentaria arrojada y con sensibilidad social constituye el complemento perfecto a la resistencia, al permitir la consolidación de nuestros derechos fundamentales y el avance hacia una democracia de calidad que defienda el bienestar de la población.

lunes, octubre 27, 2008

Slim y López Obrador, otra vez

Jorge Zepeda Patterson

Se habla mucho de los suicidios políticos de Andrés Manuel López Obrador y de su tendencia a pegarse balazos en el pie

El empresario y AMLO son los dos mexicanos que habrán de salir más “beneficiados” de la crisis económica

Se habla mucho de los suicidios políticos de Andrés Manuel López Obrador y de su tendencia a pegarse balazos en el pie. Ya “lo perdimos”, se afirma luego de su fallido cerco en el Senado para impedir la aprobación de la reforma petrolera. “Hay que partirle el queso”, dijo este viernes Vicente Fox, solazándose con la posibilidad de darle por fin un tiro de gracia político.

Yo creo más bien que López Obrador es el Carlos Slim de la política. Sus reservas son prácticamente ilimitadas. Y no tanto por mérito del tabasqueño, sino porque está colocado justo donde soplan los vientos históricos. Slim y Andrés Manuel son los dos mexicanos que habrán de salir más “beneficiados” de la crisis económica. Slim padecerá la caída del valor de sus acciones, pero acabará adquiriendo muchas empresas a precios regalados.

Algo similar sucederá con AMLO. Se afirma que ya sólo es seguido por un grupo de resentidos sociales. Puede ser, pero si quitamos el matiz peyorativo, lamento decir que el país está a punto de colmarse, literalmente, de “resentidos” sociales como resultado de las penurias económicas que se avecinan.

En este espacio he insistido que la crisis de los dos próximos años asolará a los sectores más desprotegidos, a diferencia de la crisis del 95 que castigó duramente a las clases medias. La diferencia es que hace trece años Estados Unidos experimentaba una bonanza, hoy está en recesión. Eso significa caída de remesas, regreso de paisanos, cierre de maquiladoras, desplome del precio del petróleo, caída de exportaciones y, en cascada, cierre de fuentes de trabajo en México. El precio internacional de los alimentos seguirá subiendo.

Todo lo anterior significa que muchos que no eran pobres, comenzarán a serlo; y peor aún, aquellos que ya lo eran descenderán varios escalones en el infierno de la miseria. Del otro lado, el subsidio a la pobreza por parte del gobierno disminuirá debido al achicamiento de la recaudación fiscal producto de la caída de los ingresos petroleros y, en general, del decrecimiento de la actividad económica. Los programas de asistencia social habrán de ser recortados, pues la mayor parte del gasto público está amarrado (sueldos y deuda pública).

En resumen, mucha gente tendrá motivos para estar resentida con el sistema y en contra de instituciones incapaces de ofrecer respuestas. No creo que eso se traduzca en alguna posibilidad electoral encarnada en López Obrador de cara al 2009 o al 2012. Por el contrario, la insatisfacción en el “mundo institucional” habrá de cosecharla el PRI en ambos comicios. Pero la molestia social de los estratos sociales más pobres habrá de radicalizarse y constituirá una reserva permanente de capital político para AMLO.

¿Qué va a hacer López Obrador con ese patrimonio? Se convertirá en un reventador crónico e irresponsable, como dicen sus detractores, o en un Alter Ego o Defensor del Pueblo contra los abusos del sistema y de la clase política? Su actuación en la reforma petrolera da pie para ambas versiones. Su oposición a la “privatización” evitó que hace seis meses se firmara un acuerdo entre cúpulas. Pero su exabrupto de esta semana, para añadir 12 palabras al acuerdo petrolero que ya había ganado, revela que aún opera desde el resentimiento.

AMLO puede convertirse en cualquiera de las dos cosas: caudillo de la ruptura, o verdadero Ombudsman de los intereses populares. Una cosa es cierta, contra los que ya los suicidaron políticamente, hay que decir que, para bien o para mal, hay Peje para buen rato.


lunes, septiembre 15, 2008

La Gran Tentación: el petróleo de México

Andrés Manuel López Obrador

A partir de hoy, Grijalbo pondrá a la venta el nuevo libro de Andrés Manuel López Obrador, La Gran Tentación. El petróleo de México. El texto que presentamos a continuación, por cortesía del sello editorial que lo publica, fue tomado del capítulo “La política irresponsable”

Los gobiernos neoliberales le han confiscado a Pemex todos sus ingresos. Tan sólo de 2000 a la fecha, mientras esta empresa ha registrado ventas acumuladas por 6 billones 442 mil millones de pesos, ha pagado y enterado impuestos por 4 billones 467 mil millones de pesos, cifra que significa 75.8 por ciento de sus ventas. En contraste, en este mismo periodo la inversión pública directa en Pemex (sin incluir deuda) fue de 162 mil millones de pesos, cifra que representa apenas 2.5 por ciento de sus ventas totales.

Los ingresos obtenidos por petróleo han sido utilizados para financiar el presupuesto público, al grado que de cada peso del presupuesto, cuarenta centavos provienen del petróleo. Esta política fiscal que sangra a Pemex, ha sido utilizada para compensar el déficit que registra la recaudación, debido a que en nuestro país las grandes empresas prácticamente no pagan impuestos.

Por ejemplo, en 2007 Pemex tuvo ventas por un billón 134 mil 980 millones de pesos y sus aportaciones a las finanzas públicas fueron de 846 mil 200 millones de pesos, es decir, 74.6 por ciento de sus ventas. Mientras, en ese mismo año, según cifras de la Bolsa Mexicana de Valores, nueve grandes empresas registraron ventas por 1 billón 209 mil 316 millones de pesos y pagaron impuestos por 51 mil 325 millones: cinco por ciento de sus ventas. O sea, Pemex aportó dieciséis veces más. Habría que agregar que estas empresas presentaron impuestos diferidos en sus balances por 106 mil 296 millones de pesos; es decir, obtuvieron créditos fiscales por el doble de lo que pagaron de impuestos. Además, no sabemos cuánto al final terminaron pagando porque suele pasar que se beneficien con la devolución de impuestos.

La gran corrupción que se da entre las cúpulas del poder económico y del poder político en México, puede describirse señalando que un trabajador, un integrante de la clase media o un pequeño o mediano comerciante o empresario, están obligados a pagar de 15 a 28 por ciento de impuesto sobre la renta (ISR); sin embargo, los grandes monopolios vinculados al poder, por los privilegios que se les otorgan, reducen al mínimo el pago de impuestos y, en algunos casos, no pagan nada.

Las reformas fiscales realizadas desde el gobierno de Fox y hasta la fecha han agravado este problema. Así lo confirma el reciente informe de la Auditoría Superior de la Federación. Según este organismo, en 2005 “se detectaron cincuenta grandes contribuyentes cuyos pagos individuales de impuestos sobre la renta, deducidas las devoluciones, fueron menores a 74 pesos”. Así mismo, se asegura que “las devoluciones efectuadas en el periodo 2001-2005, alcanzaron la cantidad de 604 mil 300 millones de pesos. Por ello se genera una situación de privilegio para unos cuantos contribuyentes que contraviene el principio de equidad fiscal”. Esta situación ha continuado, y durante el primer semestre de 2008, las devoluciones de impuestos efectuadas ascendieron a 93 mil 613 millones de pesos.

Por último, habría que agregar que a los gobiernos panistas les ha tocado la época de precios más altos del petróleo en toda la historia del mundo. Fox recibió durante su sexenio recursos presupuestales del petróleo del orden de 335 mil millones de dólares y tan sólo de excedentes por los precios altos, obtuvo 10 mil millones de dólares por año en el trienio de 2004 a 2006. Y la desgracia fue y sigue siendo, que todo ese dinero, en vez de destinarse a modernizar a Pemex, a promover el desarrollo de México y a garantizar el bienestar del pueblo, se derrochó en beneficio de la alta burocracia o se fue por el caño de la corrupción.

Así mismo, en 2007, el gobierno de facto recibió 12 mil millones de dólares de excedentes por precios altos del petróleo de exportación, y en 2008, serán 20 mil millones más. Tengamos en cuenta que la Cámara de Diputados fijó en la Ley de Ingresos de la Federación un precio estimado por barril de 49 dólares y se ha vendido a 100 dólares en promedio. Desde 1901 que comenzó la explotación petrolera en México hasta nuestros días, ningún presidente de la República había obtenido tanto dinero por concepto del petróleo, como el que está recibiendo en este año el usurpador Felipe Calderón. Sin embargo, todos estos recursos, al igual que cuando Fox, se han utilizado para subsidiar fiscalmente a sus aliados de las grandes corporaciones empresariales, se han dilapidado con la corrupción o se han orientado para mantener los privilegios de los altos funcionarios públicos. Baste subrayar que el gobierno de facto no ha hecho nada para reducir su enorme gasto burocrático. Por el contrario, en 2007, lo aumentó en 154 mil millones de pesos. Y hasta ahora su gasto corriente en 2008 se proyecta en 250 mil millones más. Es decir, en sólo dos años sumará 404 mil millones de pesos. En suma: ineptitud, corrupción y derroche a manos llenas.

La gangrena de la corrupción

Todo el desastre en el sector energético nacional ha sido alimentado por la corrupción que predomina en el gobierno, en Pemex y en la Comisión Federal de Electricidad. Este es el mal que más aqueja a Pemex y atormenta a la nación. Aunque son inagotables los casos de corrupción, aquí sólo trataré de manera puntual algunos de los más actuales que considero relevantes.

El primer contrato de servicios múltiples que se otorgó, violando la Constitución, a una empresa extranjera, se suscribió cuando Felipe Calderón fue secretario de Energía y presidente del Consejo de Administración de Pemex. El 14 de noviembre de 2003, sin que hubiera participado en la licitación ninguna otra empresa, se entregó a Repsol de España un contrato por 2 mil 437 millones de dólares, para explotar yacimientos de gas en la Cuenca de Burgos.

Este contrato de servicios múltiples, celebrado con Repsol, en su anexo “Catálogo de Precios Máximos” muestra cómo se integran los costos de los servicios contratados y sus elevadísimos sobreprecios: para la adquisición de infraestructura se paga 120 por ciento adicional del costo directo; y en el caso de los servicios de mantenimiento, hasta 320 por ciento sobre el costo directo diario. Además, el precio unitario original se aplica independientemente de que la empresa contratista utilice materiales nuevos o usados; es el contratista quien tiene la “responsabilidad absoluta” de inspeccionar, probar y certificar todos los materiales, y por si fuese poco, se incluyen cargos adicionales no previstos como tasas y tarifas de importación, impuestos laborales, impuestos por adquisición de inmuebles y permisos, licencias y registros públicos.

Pero lo peor es que estos contratos han resultado benéficos sólo para las empresas extranjeras, pero improductivos y perjudiciales para el interés nacional. Por estos contratos leoninos que han sido otorgados a Repsol, Tecpetrol, Petrobras, Teikoku, Schlumberger y Halliburton, entre otras, Pemex convino pagar más de 5 mil millones de dólares, con la justificación de que la producción de gas iba a aumentar en 50 por ciento en la Cuenca de Burgos, lo que hubiera significado 500 millones de pies cúbicos diarios. Sin embargo, en cinco años las empresas aumentaron la producción sólo en 63 millones de pies cúbicos, pasando de 126 millones, que era la producción que Pemex obtenía al entregar los campos, a 189 millones de pies cúbicos; es decir, el incremento equivale a cuatro por ciento de la producción estimada en Burgos. Es más, en el mismo periodo, Pemex aumentó la producción en los campos operados por la paraestatal, de mil a mil 347 millones de pies cúbicos. En suma, los contratos de servicios múltiples elevaron muy marginalmente la producción a costos muy elevados: han sido un fracaso.

Inversiones inútiles

Para la reconfiguración de la refinería de Cadereyta se contrató en 1997 a Sunkion Limited, Siemmens e ICA. La obra debió terminarse en julio de 2000, pero tardó más del doble del plazo pactado. Se entregaron los trabajos inconclusos, con irregularidades y los precios unitarios se pagaron muy por encima de lo contratado. En noviembre de 2001, la auditoría cuantificó pérdidas, hasta ese entonces, por más de mil millones de dólares. Pemex, que había renunciado a la jurisdicción nacional, fue demandado por el consorcio en tribunales internacionales. Ante la falta de una defensa adecuada, fue obligado a pagar 630 millones de dólares adicionales. A ningún funcionario se le fincó responsabilidad alguna ni mucho menos sanción hasta el día de hoy. Se generó un daño patrimonial de cuando menos mil 630 millones de dólares.

Los contratos con empresas extranjeras en Chicontepec, Veracruz, también demuestran, cuando menos, lo absurdo de la política privatizadora. En esta zona, con amplias reservas de petróleo, pero cuya extracción supone gran dificultad técnica, entre 2004 y 2007 se incrementó la inversión de dos mil 905 millones a cuatro mil 871 millones, cerca de 70 por ciento. Las fechas coinciden con la contratación de las empresas Schlumberger y Halliburton para la perforación de 300 pozos. Sin embargo, en ese periodo la producción pasó de 25 mil 223 millones de barriles de petróleo crudo equivalente (pce) a 26 mil 625 millones de barriles diarios , es decir, únicamente se incrementó seis por ciento. En suma, Burgos y Chicontepec resultaron un magnifico negocio para los contratistas pero un pésimo negocio para la nación.

En 2007, la empresa noruega PetroMena, poseedora de plataformas de perforación para aguas profundas, rentó durante cinco años tres plataformas: la más grande para 3 mil metros de profundidad a Petrobras America Inc., en 750 millones de dólares. La de capacidad media, para 2 mil 500 metros de profundidad, a Petrobras Brasil, en 645 millones de dólares. Y la de menor capacidad, para 2 mil metros de profundidad, a Pemex a un costo de 940 millones de dólares. En pocas palabras, Pemex rentó la plataforma más pequeña 300 millones de dólares más cara.

[...] Después de este rosario de hechos fraudulentos, queda claro que detrás del actual afán privatizador de la derecha, está la ambición del mismo grupo que ha venido haciendo negocios privados al amparo del poder público y a costa del patrimonio nacional. Más allá de consideraciones técnicas, financieras o administrativas, la intención de privatizar Pemex se basa en el interés de las minorías rapaces y de funcionarios corruptos que quieren seguir montados en el negocio del petróleo.

En síntesis, es un hecho innegable que durante la época del pillaje neoliberal, han tratado de destruir a la industria petrolera nacional. Es cuando más ha padecido de intervencionismo y la han saqueado a mansalva, como a ninguna otra empresa en el mundo. Y sin embargo, sigue siendo imprescindible defenderla ante la actual embestida que busca aniquilarla por completo, porque de la salvación de esta industria depende, en mucho, el destino del país y de nuestro pueblo.