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miércoles, agosto 19, 2009

Acteal: herida abierta

Richard Roch

Al oprobio vergonzante de la matanza más horrenda de que se tenga memoria se añade hoy la infamia. Porque el fallo de la Corte manda tres mensajes perversos: que los hechos no fueron tan graves, que no hay culpables y que el caso está cerrado.

Absolutamente falso e inaceptable. Primero porque la masacre no es un hecho aislado. Para entonces el gobierno de Zedillo ya había roto con Salinas y cambiado la estrategia de diálogo con el zapatismo por una de desgaste y confrontación entre comunidades zapatistas y oficialistas. Con la complicidad del gobierno estatal inventó y provocó enfrentamientos por agua, por tierras o por sacos de granos. A la vez que auspició, formó y entrenó a grupos paramilitares como Máscara Roja y Chinchulines. Durante meses, desde el alzamiento en enero de 1994, documenté con voces e imágenes muchos de estos crímenes de a uno, tres o cinco emboscados aquí y allá en numerosos viajes a Chiapas. Así que lo de Acteal no fue de un día para otro. Tampoco es cierto que de pronto unos se volvieron locos para masacrar a los de enfrente.

Lo que el gobierno zedillista andaba buscando era el momento oportuno para darles un escarmiento a todas aquellas comunidades de base zapatista y aun a las que sin serlo se declaraban insumisas. Era el caso de Las Abejas en Acteal, municipio de Chenalhó, a los que empezaron a perseguir y a amedentrar a punta de pistola. Así los desplazaron de sus comunidades. Así los encontré entre la niebla, la lluvia y el lodo el 7 de diciembre de 1997. Y así los mostré en la televisión con sus recién nacidos en brazos y temblando de frío en una escena que, Carlos Fuentes dijo, era sólo comparable con aquellos judíos de Auschwitz que esperaban entrar a la cámara de gases: “¡Nos quieren matar… los prillistas echan bala y nos quieren matar!”, me dijeron. Y lo hicieron 15 días después, el 22 de diciembre.

Por supuesto que hay culpables. De los 52 cuyo caso llevó el CIDE a la Corte hay por lo menos dos confesos. Pero la pregunta sin respuesta es por qué si había errores jurídicos en su aprehensión y encarcelamiento sólo en seis casos y no en todos se repuso el procedimiento. Desconcierta y ofende que los ministros digan que “tuvimos que dejarlos en libertad por esas fallas procesales y que no nos toca determinar si son o no culpables”. Entonces para qué están. Por qué a ninguno de ellos se le ocurrió ordenar una nueva investigación para hacer justicia de una vez por todas y señalar no sólo a los autores materiales, sino a los intelectuales.

viernes, agosto 14, 2009

México quebrado

Richard Roch

En más de un sentido: vivimos hoy, como nunca, una quiebra social de proporciones gigantescas; rota está también la confianza en las instituciones; hendido el ánimo colectivo por la inseguridad y la violencia de cada día. Ahora la versión oficial reconoce al fin que el país está también en quiebra económica, según lo dicho por el secretario de Hacienda, Agustín Carstens: México enfrenta el “shock” financiero más grande en 30 años, por lo que la economía tendrá un faltante de 780 mil millones de pesos en 2009 y 2010; equivalente a la cuarta parte del presupuesto de este año.

A ver: la palabreja no está en el Real Diccionario; pero en inglés —que es la lengua que mejor domina Carstens— significa choque, sacudida, conmoción, horror y colapso; así que la cosa está como para salir corriendo.

Pero antes, hay que exigir al gobierno calderonista que nos responda algunas cuestiones extremadamente graves: porqué pospuso la verdad hasta después del 5 de julio con fines electoreros; por qué se negó a escuchar las voces que desde el año pasado han advertido del agravamiento sistemático de la economía; por qué se ha puesto en riesgo la viabilidad de la nación en beneficio de unos cuantos.

Además, mucho nos tememos que el diagnóstico del doctor Carstens sea otra vez engañoso. Porque no se trata únicamente de un “shock financiero”. Desde hace meses estamos inmersos —aunque el gobierno haya pretendido engañarnos— en la más profunda recesión, en la parálisis productiva y en un decaimiento sistemático del empleo y los niveles de vida de cada vez más millones de miserables y pobres; con una clase media depauperada y sin esperanza. Ese ocultamiento de información ha sido no sólo un insulto a la inteligencia, sino acelerador de la propia y ahora incalculable crisis económica a la que enfrentamos tardíamente. Que tenía que haber sido la prioridad de este gobierno, en lugar de una cuestionable y desgastante guerra antinarco en la que ha consumido el quehacer público.

Peor todavía, la receta gubernamental para nuestros grandes males proviene otra vez del vademécum neoliberal: recortes presupuestarios, más impuestos y aumento de tarifas de servicios públicos; otra vez la contracción del mercado, la explosión social del desempleo y la carga de la crisis sobre el lomo de los causantes cautivos.

En el mismo foro del Senado en que hizo sus shockeantes anuncios el secretario de Hacienda estuvo también José Narro Robles. El rector de nuestra UNAM estableció una vez más la urgencia de un nuevo modelo económico que anteponga el interés de la gente. A lo que Carstens respondió que no es un asunto de doctrina.

No, señor secretario; lo que se plantea es modernizar la economía y salvar a la nación haciéndola más justa. Los doctrinarios son ustedes. Podrían haberle preguntado a mister Obama por qué está aumentando los impuestos a los ricos en apoyo a los pobres y a la reactivación económica, a riesgo de que lo empiecen a llamar socialista. Lo hubieran consultado ahora en Guadalajara. Ustedes que tan bien hablan inglés.

martes, julio 07, 2009

PAN: derrota presidencial

Richard Roch

Por supuesto que esta elección fue también un plebiscito. Y el resultado es un no rotundo, claramente expresado en contra del modelo de país que nos han impuesto el gobierno de Calderón y su partido.

No a un país bañado en sangre por una guerra absurda y sospechosa contra el narcotráfico. Si el gobierno quería legitimarse debió saber que tenía que empezar por limpiar la casa, por una gran indagatoria interna para arrancar de sus entrañas a todos aquellos que desde sus órganos policiacos y de justicia conforman junto con los narcos lo que se conoce como crimen organizado. En cambio, se optó por una estrategia mediática que sacó al Ejército a las calles para dar la idea de un gobierno duro y temible. Que no fuerte y respetado.

No a un país cada vez más pobre. El peor administrado y el de más bajo crecimiento en toda América Latina, aun por debajo de República Dominicana y Haití. Con cada vez más desempleados y cada vez más hambrientos.

No a un país cada vez más injusto. Donde las cárceles están llenas de presos políticos como los de Atenco con penas de más de 100 años de prisión. Donde Jacinta sigue en la cárcel acusada de secuestrar a seis afis. Donde el gobierno se aprovecha del poder para arraigar a 30 adversarios políticos en Michoacán y no se atreve a arraigar a ninguno de los asesinos de 48 niños en Hermosillo.

El problema es que este gobierno es igual a todos los anteriores en un punto: cree que todos somos idiotas. Y que nos dejamos engañar por el bombardeo de mensajes pagados con nuestros impuestos. Y que somos cobardes y manipulables.

Desde luego, algún mérito hay que dar al PRI: la sagacidad, la paciencia, el oficio político para percibir la oportunidad del regreso. Convertirse en el gran ganador, como si el pasado no existiera. Y replantear el presente con sus nuevas reglas: mayoría absoluta en la Cámara de Diputados mediante el alquiler complementario del Verde; el carro casi completo en cinco de los seis estados en disputa; la recuperación de ciudades y municipios tan emblemáticos como Guadalajara, Cuernavaca, Toluca y Naucalpan. Todo lo que, en sentido contrario, ha representado para el PAN la más dolorosa derrota de su historia. Tanto que ayer mismo rodó la cabeza de su belicoso dirigente, Germán Martínez Cázares, luego de una reunión de seis horas con Calderón en Los Pinos. Así que es verdad que el PRI ganó. Pero también que el PAN perdió.

Por cierto, participó igualmente en la contienda una cosa llamada PRD y que en algún momento representó la esperanza de la izquierda en este país y ahora es comparsa. De ello y algo más hablaremos en una próxima entrega.

jueves, julio 02, 2009

¡Ir a las urnas!

Richard Roch

Yo digo que es no sólo un estricto derecho sino una feliz obligación. Yo digo que hay que ir no únicamente por los héroes que dieron vida para que tengamos patria, sino por los millones de ciudadanos anónimos que a lo largo de todos estos años han venido construyendo con su voz, con sus marchas y sus votos esto que llamamos democracia: el peor de los sistemas de gobierno, exceptuando todos los demás.

Una democracia que junto a la política han sido degradadas un día sí y otro también en este país. Pero no por sí mismas sino por el uso que de ellas hacen los políticos supuestamente democráticos. Todos, los de cualquier partido, están ahí no para dar soluciones sino para dar vergüenza: cambian de emblema y de convicciones con la misma rapidez con que las hetairas ascienden y descienden la prenda más íntima; igual ensucian todo lo que tocan, sus propios partidos con elecciones fraudulentas y el IFE y el TEPJF con sus cuotas partidistas y toda suerte de trácalas; también estafan a la nación con presupuestos millonarios, sus autos de lujo, sus vinos y comilonas y cuantas prebendas engullen para sus panzas gigantescas; y casi lo peor de todo, viven del engaño, maestros del disfraz y la apariencia son mentirosos de tiempo completo entre ellos y hacia nosotros; con decirles que en unos cuantos años han denigrado no sólo el ejercicio de la política, sino el valor de ese patrimonio común que son las palabras.

Hay, desde luego, unas cuantas excepciones que, sin embargo, no hacen sino confirmar la regla.

Todo eso es cierto. Pero también lo es que no podemos seguir así. Por eso estamos obligados a la pepena electoral. A hurgar entre la basura para encontrar de lo perdido lo que aparezca. Y votar por él o por ella. Y en última instancia ejercer nuestro sacrosanto derecho a la anulación. Que no es, por cierto, ni traición a la patria ni simulación ni berrinche ni indecisión ni venganza, como quieren hacer ver algunos. Se trata, en cambio, de un ejercicio que sí es tomado en cuenta en regímenes democráticos más avanzados.

Una posibilidad que por cierto se ha visto notablemente enriquecida por agrupaciones ciudadanas diversas a través de foros de análisis y discusión. Pero sobre todo con la realización de encuestas de salida este domingo 5 de julio, que ahora le dan un nuevo sentido al voto nulo para que deje de ser tan sólo un voto de rechazo. Se trata de conocer las razones que han llevado a cada quien a tomar esta decisión. Para que quede claro que de ninguna manera el voto nulo atenta contra la democracia, sino —por el contrario— pretende fortalecerla.

Por eso se incluirán también preguntas sobre temas de una agenda ciudadana que puede ser propuesta al próximo Congreso con asuntos torales como reducción de dineros para partidos, el referendo, el plebiscito, la consulta popular, la revocación del mandato y la rendición de cuentas para funcionarios y representantes populares. No es poca cosa.

Por todo eso y más, yo digo que ¡hay que ir a las urnas!

miércoles, mayo 27, 2009

La mafiocracia

Richard Roch

Los casos recientes de Morelos y Zacatecas, sumados a una larguísima y ominosa lista de agravios sociales, no hacen sino confirmar que en México ya impera esta nueva forma de gobierno.

Esa es la única razón por la que en ambos estados se hayan podido producir sucesos que sólo se explican con la operación de un grupo criminal cotidiano, y del que forman parte por igual los delincuentes comunes y sus cómplices en los aparatos policiacos, de seguridad y en los propios gobiernos.

Por cierto, en estos casos, de signos partidistas distintos. Lo que probaría por un lado la alta capacidad de infiltración del narcotráfico, pero también la alta capacidad de recepción que tienen los gobiernos para dejarse penetrar por los seductores poderes del dinero sucio. A tal grado que es válido preguntarnos si uno de los objetivos principales de los candidatos no será acceder a tan jugosos contratos.

Recuérdese lo que decía el célebre juez Falconi: “No hay crimen organizado sin complicidad oficial”.

En el caso de Morelos y desde los tiempos del gobernador priísta y coronel Jorge Carrillo Olea, sus habitantes llevan más de una década soportando no sólo la ineficacia y la complicidad de sus policías, procuradores y ministerios públicos, sino que todos éstos participen directamente en la comisión de secuestros y asesinatos. Ahí la mafiocracia es una e indivisible. Y lo ha seguido siendo sin importar el cambio de partido en el gobierno.

Es más, dicen por allá que si Carrillo Olea del PRI le abrió la puerta a los narcos, su sucesor Sergio Estrada Cajigal, del PAN, se acostó con ellos. Esto en clara alusión al sabido romance del escandaloso mandatario con Nadia Esparragoza, hija de El Azul, uno de los narcotraficantes más poderosos de este país.

Tuvo que renunciar todo el gabinete de seguridad del gobernador panista. Y él salvó la cabeza sólo porque así lo decidieron el secretario Creel y el presidente Fox, dizque para no manchar a su partido. Ahora la historia se repite con el panista Marco Antonio Adame quien ha tenido que renunciar a su procurador y a su secretario de Seguridad Pública, otra vez acusados de vínculos con el narcotráfico.

En Zacatecas ha seguido creciendo el escándalo por los 53 zetas fugados. Cada día surgen nuevas evidencias gráficas y revelaciones que desnudan la pérfida relación entre los narcos y funcionarios estatales del penal de Cieneguillas y hasta donde tope.

Alguien, por cierto, ha malaconsejado a la gobernadora perredista Amalia García que esconda la cabeza en lugar de salir y dar la cara. Una mala, muy mala señal.

miércoles, mayo 20, 2009

Mejor el poeta

Richard Roch

Sí, ya sé que debiera estar hablando del desastre que es la economía y la negrura que anticipa. O de los escatológicas revelaciones sobre la podredumbre de la política y lo bajo de los altos personajes. De cómo unos cuantos se han apoderado del país para medrar, para enriquecerse, para abusar del poder y de los más débiles. Peor aún, para aliarse con los criminales y hacer correr la sangre.

Tal vez debiera hablar de esas cosas. Sólo que hoy, si me perdonan, yo escojo al poeta. Aquel que de verdad ha tenido que ver con mi vida. El que se me ha quedado para siempre. Cuya obra se metió en mis entrañas para no irse nunca. Con el que aprendí a decir algunas de las cosas más lindas que pueden expresarse a una mujer: “Si te quiero es porque sos/ mi amor, mi cómplice y todo./ Y en la calle codo a codo/ somos muchos más que dos”.

O bien aquello con lo que uno podría darse para siempre: “Compañera/ usted sabe/ que puede contar conmigo,/ no hasta dos ni hasta diez/ sino contar conmigo”.

Era un predestinado: Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti nació hace 88 años, fue contador, cajero, taquígrafo y vendedor de refacciones para automóviles. Hasta que descubrió sus tres vocaciones: la literatura, la izquierda y Luz, su compañera de toda la vida a la que ahora se ha ido a encontrar.

En las letras, Benedetti —siempre uruguayo pero cada vez más universal— exploró por igual el cuento que el ensayo, la novela y el teatro pero, sobre todo, nos estremeció con su poesía. Y fue el único poeta intruso en el círculo estrecho de los grandes novelistas del boom latinoamericano al lado de García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa y Fuentes. Por eso su voz se hizo miles de libros en idiomas insospechados y la alegría de recepciones multitudinarias en cualquier lugar del mundo.

En el terreno de las ideas, Mario forzó a sangre y tinta una congruencia que mantuvo hasta el último aliento.

Hombre de izquierda purísima, expresó sus convicciones no sólo en revistas y diarios sino en la militancia con los Tupamaros; lo que le valió la persecución, el exilio y una condena a muerte de la dictadura militar que lo persiguió hasta el regreso a su patria, que ahora lo ve partir en paz. Porque los buenos no deberían sufrir tanto.

Por eso hoy prefiero mirar a este perseguidor de la utopía que para darnos valor supo decirnos: “No te salves/ no te quedes inmóvil/ al borde del camino/ no congeles el júbilo/ no quieras con desgana/ no te salves ahora/ ni nunca/ no te salves”.

Menos mal que los políticos se van. Y los escritores se quedan.

miércoles, mayo 13, 2009

México después de la influenza

Richard Roch

Suponiendo que todavía existamos. Suponiendo que todavía habrán de pasar semanas y tal vez meses de una batalla estoica y desgastante. Suponiendo que, pese a su terquedad, el virus acabará por ser dominado. Suponiendo que podremos dejar de pensar en la epidemia para atender otras cosas que también tienen que ver con la supervivencia.

Suponiendo que todos esos supuestos se cumplen, la pregunta obligada es: ¿qué vamos a hacer después de la influenza?

Hay mucho: necesitamos curar heridas y fracturas donde las haya; en la economía, en la política, en nuestra compleja sociedad en su conjunto; urge generar empleos; atender a los pequeños y medianos damnificados y reactivar a los sectores —particularmente el turístico— con programas audaces e imaginativos. En pocas palabras, evitar el colapso. Porque el país, todo, está en un grave riesgo.

Si alguien piensa que exagero que se de una vueltita. Igual por el otrora esplendente Caribe mexicano que por La Piedad, Michoacán, capital mundial de las carnitas. El espectáculo es desolador igual en hoteles fantasma que en ranchos abandonados

A nivel macro, la cosa está de angustia: la disputa por el pronóstico es deprimente; las fuentes oficiales dicen que decrecemos sólo hasta 5%; las extraoficiales que nos hundiremos a 7% o más. Igual si se perderán 500 mil o hasta 700 mil empleos adicionales en lo que resta del año. Añada usted una inflación galopante y siéntese a esperar un estallido social. Como dicen los clásicos: del nabo.

Esos son los grandes desafíos. Pero además están otros retos relativamente menores pero exponencialmente riesgosos. La influenza nos desnudó un México frágil: nuestro sistema nacional de salud es antediluviano, carece de laboratorios e instituciones fabricantes de vacunas para enfrentar epidemias; nuestras escuelas no dan clases, dan lástima; 23 mil sin sanitarios, 26 mil sin agua, aunque el gobierno diga que ahí se las arreglen como puedan.

Es imprescindible atender esas emergencias. Pero la carta veraniega a Santa Claus implicaría también otras esperanzas: una gran convocatoria nacional que —aprovechando la inercia de las obligadas coincidencias por la influenza— nos obligaría a cambios históricos; la revisión de un modelo económico que lleva 20 años produciendo cada vez más pobres; el entendimiento de una vez por todas de que la pobreza no es un asunto de conmiseración sino de mercado; a nadie nos conviene que haya tantos pobres, porque luego quién compra; la pobreza seguirá teniendo un costo económico gigantesco para el país mientras siga siendo subsidiada; lo que hay que crear es la generación de riqueza a partir de la pobreza.

Sí, sí, ya se que todavía no es diciembre.

miércoles, mayo 06, 2009

México humillado

Richard Roch

Y ofendido también. Afuera, el trato que han recibido decenas de mexicanos, sobre todo en China, ha sido calificado por la Cancillería de inaceptable. Un eufemismo cobardón para referirse a una cacería humillante y violatoria de quienes de pronto fueron detenidos como si se tratase de delincuentes, trasladados contra su voluntad para exámenes médicos exhaustivos y luego encerrados en hoteles sellados por una cuarentena que en realidad es una prisión.

A cambio, los chinos nos arrojaron una limosna de un millón de dólares y un montón de cubrebocas, made in China, por supuesto.

Con los amadísimos cubanos, a quienes tanto hemos defendido en foros internacionales, las cosas no han marchado mucho mejor. ¿Todavía irá Calderón a Cuba? Igual con los argentinos a quienes asilamos masivamente hace no muchos años. Así que ya habrá tiempo de ajustar nuestra lista de amigos.

Mientras tanto, la respuesta del gobierno es francamente blandengue y tardía. Ni una sola protesta formal y mucho menos enérgica.

Consuela, por cierto, el siempre sorprendente señor Obama, quien teniendo, él sí, millones de razones en cruces fronterizos y en cientos de vuelos semanales, ni ha cerrado la puerta ni ha bajado la cortina. Le debemos una.

Lo malo es que aquí adentro hay también un sentimiento de humillación y ofensa. La primera ejemplificada en las largas colas a las afueras de los hospitales públicos y las atestadas salas de espera aguardando el diagnóstico del miedo y la ayuda oportuna para salvar la vida.

Ya suman cientos las quejas contra las instituciones federales de salud, por la ineficacia y el maltrato sobre todo a los más pobres; una negligencia criminal frente a la que no se ha dado una orden clara y contundente para otorgar atención expedita y humanitaria; con dispensa de cualquier burocracia absurda ante la magnitud de la emergencia.

En este sentido faltó también liderazgo a nivel nacional. En el caso de la capital, ésta salió mejor librada por una presencia más consistente del jefe de Gobierno. A pesar de las medidas draconianas que semiparalizaron la ciudad y que habrá que analizar si eran justificables. Por lo pronto hay que reconocer que Ebrard no dudó en arriesgar su capital político. Aunque ya luego tendremos que reflexionar sobre deberes y haberes derivados de esta crisis.

Ahora, ofende también que no nos digan toda la verdad. Por ejemplo, que la mayoría de los muertos son pobres. Y que esta pobreza es consecuencia de un modelo económico inhumano, en el que la inversión extranjera es más importante que la salud de los mexicanos.

viernes, mayo 01, 2009

México aterrado

Richard Roch

De todos los miedos, el miedo: a la muerte. Que es el que corre más rápido: de cubreboca a cubreboca; de unos ojos a otros en los altos del semáforo; que está presente en todas las pantallas de televisión; que viaja veloz por la red; que se escucha machaconamente en la radio, porque ya nadie habla de otra cosa y que se hace pánico en las miradas del elevador si a alguien se le ocurre toser o, peor aún, estornudar.

El miedo está ya en todas partes. Y se ha hecho imágenes inéditas: una ciudad tan desolada, tan encerrada en sus casas, que se extrañan los automóviles en calles y avenidas; el virus del miedo se materializa en el silencio de los estadios, en el vacío de los restaurantes y en la nada de los foros de la música y el teatro ahora mudos.

Un miedo tan grande que ya no cupo aquí adentro. Y voló más allá de nuestras fronteras y los límites de la razón: Cuba y Argentina no quieren saber nada de nosotros y suspendieron todo contacto aéreo; en Chile fumigan a las Chivas antes y después del partido y la gente les saca la vuelta en las calles; en Londres, al joven Vela —que de por sí no jugaba— lo encierran en su casa para que no los contagie; de Europa y Estados Unidos recomiendan de plano no venir. Y un círculo de repudio nos empieza a aislar del mundo. Lo dicho: apestados.

Y mientras tanto, el otro virus, el de la incertidumbre, también sigue creciendo y expandiéndose: ¿cuáles los nombres de los muertos y los infectados y dónde están? ¿Ahora resulta que nada más siete murieron por el virus de influenza porcina? ¿De verdad, era para tanto? ¿De qué tamaño es realmente el enemigo? ¿Por qué sólo aquí se mueren sus víctimas? ¿Por qué si se trata de un virus porcino no se manifiesta en el campo y sí en cambio en las ciudades? ¿Quiénes ganan con esta crisis? ¿Cuándo terminará el periodo de emergencia? ¿Y luego?

Nadie parece saberlo. El país no estaba listo. No sólo para enfrentar este virus de la influenza porcina. Tampoco lo estuvo para enfrentar otros demonios: ni la crisis financiera ni la económica ni la social derivada de las otras. Ya decíamos que México lleva un rato inerme y enfermo.

Por lo pronto, ya hay otra epidemia, para la que tampoco nos estamos preparando: los efectos devastadores de miles de pequeñas y medianas empresas quebradas y cerradas; de cientos de miles de nuevos desempleados que ya no volverán al trabajo; de pérdidas gigantescas en todo el territorio, pero más aún en una ciudad marcada como de alto riesgo. En suma, el ahondamiento exponencial de una crisis económica que ya de por sí era extremadamente severa. Un fenómeno global y local que nos cancela el futuro. O que, en el mejor de los casos, lo cuestiona dolorosamente.

Y en consecuencia, una nueva plaga de depresión colectiva, con dos etapas de la enfermedad: primero, la invalidez, el desamparo y la indefensión; luego, el descontento, la irritación y la rabia tanto tiempo contenidos. Una pandemia para la que la única vacuna sería un liderazgo fuerte, creíble e indiscutible. Así que, en eso, tampoco estamos preparados.

Mientras tanto, el miedo sigue creciendo.

miércoles, abril 08, 2009

Devaluados y ofendidos

Richard Roch

El saldo a mitad del gobierno es dramático: en los seis meses recientes el peso perdió la mitad de su valor. Peor aún, después de la humillación devaluatoria ahora se nos ofende con un endeudamiento inexplicable.

A ver: la nueva línea de crédito por 47 mil millones de dólares contratada con el FMI tendrá un alto costo para el país. No sólo porque duplica la deuda actual, sino porque nos costará cada año 127 millones de dólares se use o no. Un monto que, según la endeble explicación oficial, nos ofrecerá un nuevo blindaje que —como todos los anteriores— nos protegería si acaso de la carabina de Ambrosio.

Pero lo peor es que —siguiendo con la balística— se trata sólo de “parque, por si se ofrece”; que no compromete nuestra economía porque realmente no lo necesitamos ahora. Lo malo es que este diagnóstico es del mismo doctor Carstens, el del catarrito que terminó en tsunami; así que no es precisamente confiable. Y es que se insiste en que toda la crisis nos vino de fuera y aquí no queremos reconocer ni la inoportunidad ni la lentitud con que se ha reaccionado.

Por eso hay un montón de preguntas absolutamente válidas: ¿si no nos hace falta para qué queremos el préstamo? ¿En qué libro dice que es mejor estar endeudados? ¿Por qué nos han mentido tanto con los blindajes? ¿Porqué habríamos de creerles ahora? ¿En qué contingencias específicas se utilizaría este “parque”? Y una crucial: ¿es verdad que esta nueva y gigantesca deuda es para salvar a empresas como Cemex, Vitro, Comercial Mexicana y Banamex ? ¿Y que se reeditará la historia del Fobaproa al usar dinero público para enmendar monstruosos errores privados?

Porque para nadie es un secreto que esas y otras empresas representan la prototípica versión mexicana de economía ficción y de especulación financiera a ultranza; de crecimientos irracionales y de cúpulas de frágil cristal al que el pedradón de la crisis hizo añicos. Por ello sería inadmisible que con el dinero de todos se rescataran las fallidas ambiciones de unos cuantos, so pretexto de la conservación de empleos y otros cuentos. En todo caso ahí está el ejemplo de Obama, que les ha acortado el mecate a los gigantes de un capitalismo agónico y hasta ahora impune.

Mientras tanto y en una monsivaisiana documentación del optimismo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe nos informa ayer que este año tendremos el peor desempeño de toda el área. No sólo por debajo de Chile y Brasil, sino aun de países caribeños como República Dominicana y Haití. Por eso digo que algo estamos haciendo mal. Muy mal.

miércoles, marzo 18, 2009

Presos estuvieron:

Richard Roch

Los defensores de la gran ciudad de México-Tenochtitlan Cuauhtémoc y Tetlepanquetzaltzin. Cuatro años los tuvo prisioneros Cortés. Tiempo en el cual los quemó de las manos y los pies, dejándolos cojos y tullidos, hasta que el conquistador decidió ahorcarlos.

El cura regiomontano Fray Servando Teresa de Mier fue uno de los primeros mártires de la libertad de expresión. Su célebre sermón sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe delante del virrey, el arzobispo y la Audiencia tuvo mala fortuna. El arzobispo consideró osadas y hasta impías sus palabras; por lo que lo mandó encarcelar y luego expulsar —con pérdida de púlpito y de cátedra— y condenar a 10 años de prisión en Santander, España. Por cierto, este émulo del Zorro y Houdini se escapó hasta cuatro veces de diversas prisiones.

Los héroes de nuestra independencia: Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez. Que fueron hechos presos por los realistas en las Norias del Baján, encarcelados, fusilados y luego decapitados. Y cuyas cabezas, para escarmiento de los insurgentes, fueron puestas en jaulas una en cada esquina de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato. A don Mariano Abasolo, activista patriota en la conspiración, le fue peor. Enviado a España estuvo prisionero en Cádiz hasta su muerte.

A doña Josefa Ortiz de Domínguez, corregidora de Querétaro, la detuvieron por prestar su casa quesque para reuniones literarias en las que realmente se gestó la insurrección independiente. Nomás porque era la esposa del corregidor le perdonaron la vida. Pero en cambio, en calidad de presa, la encerraron en un convento.

Benito Juárez fue un preso de conciencia, o preso político si se prefiere. Estuvo encerrado varias veces, entre otras cárceles, en la temible San Juan de Ulúa. La primera vez el presidente Comonfort lo tuvo en prisión un año por sus ideas liberales que postulaban, entre otras cosas, la separación de la Iglesia y el Estado.

Los próceres revolucionarios Pancho Villa y Don Francisco I. Madero, que diferían en tantas cosas, coincidieron en una: ambos fueron prisioneros del chacal Victoriano Huerta. El primero con el invento del robo de una yegua en el penal de Santiago Tlatelolco, y el segundo, preso y obligado a renunciar a la mismísima Presidencia.

En tiempos más recientes, Demetrio Vallejo, Valentín Campa, José Revueltas y Heberto Castillo simbolizan en México los derechos a disentir, a la protesta callejera y a la libertad de manifestación, que han sido fundamentales para la construcción de nuestra todavía inacabada democracia. Todos estuvieron presos.

Escribo esto porque, a propósito de los casos de Jacinta y los de Atenco, algunos creen que si están en la cárcel merecido se lo tienen porque algo han de haber hecho. Como si en este país los presos siempre hubieran sido culpables.

En todo caso, habría que escoger entre los presos de esta lista y los delincuentes y defraudadores que andan libres, vivitos y, por supuesto, coleando.

miércoles, marzo 04, 2009

“¡Pulpos chupeteadores…“

Richard Roch

…explotadores, farsantes, gasnápiros y esdrújulos…”, diría el gran Jesús Martínez Palillo. El mismo discurso de hace 40 años y hoy todavía vigente. Y es que aquí los políticos buscan los cargos con un solo propósito: hacerse ricos en el menor tiempo posible. Punto.

Nada de buscar el bien común. Menos todavía aquello de procurar beneficios para las mayorías. Ni siquiera paliar algunos de los males que azotan a los más pobres. A quién le importa que el peso se haya devaluado 50% nada más de agosto a la fecha. Que en este año aumentemos de cuatro a seis millones de desempleados. Que el narco gane la guerra. Que se acabe de comprobar la tesis del Estado fallido. Que ya no haya nada que ofrecer a nuestros hijos. Que se nos cancele el futuro. Aquí de lo que se trata es de ganar dinero. Cuanto más, mejor.

Por eso sigue mañosamente congelada la ley de salarios máximos. Y continúan los abusos en los gastos desde el Presidente y su gabinete hasta los mandos medios. Igual con los priístas pero sobre todo con los panistas, que servidos con la cuchara grande han generado un gobierno glotónico y obeso mientras muchos se mueren de hambre. Ahí están también las dietas —pero de engorda— de diputados y senadores. Y qué decir de los ministros de la Corte que ganan más de 600 mil pesos mensuales, el triple de don Obama. Y de los desvergonzados consejeros del IFE que querían doblarse el sueldo de 170 mil a 325 mil pesos. O de los pulpejos alcaldes del estado de México que se pagan más que los de Nueva York o París.

Y en todos los casos agregue una caterva de lambiscones disfrazados de asesores, asistentes, choferes y guaruras pululando en torno a cada uno de estos mal llamados servidores públicos y representantes populares.

¿A quién sirven y a quién representan? A mí no me incluyan. A mí me avergüenzan. A mí me irritan. Y no lo digo yo solamente. Cada vez hay más miles y millones de mexicanos que, agobiados por la crisis, rebasan el límite del hartazgo y empiezan no sólo a impacientarse sino también a violentarse. Y ya hablan de protestar al estilo Saramago en la próxima elección de nuevos moluscos. Pero igualmente comienzan a asaltar trenes cargados de granos. O se exponen a morirse con medicinas chatarra según consigna apenas ayer EL UNIVERSAL.

Cuidado: ya están clarísimas señales y advertencias. Los poderosos no pueden seguir tan voraces y provocadoramente irresponsables: chupan fortunas mientras ofrecen empleos miserables de 2 mil pesos al mes. Ya no están despertando al México bronco. Están encabronando a todo México.

Chivo-comentario: De acuerdo con los agravios. Y las soluciones? No hay que quedarse solamente en el desfogue de cantina, A ORGANIZARSE!

jueves, febrero 19, 2009

El modelo y la crisis

Richard Roch

El gobierno está siendo el peor de los ciegos al no querer ver el desempleo, la deuda, las movilizaciones

El presidente de Estados Unidos, el mero mero del Banco Mundial, el rector de nuestra UNAM, nuestro gran escritor, el principal empresario mexicano y el más significativo líder social de nuestro país coinciden: hay que revisar el modelo económico. Y los señores Obama, Zoellick, Narro, Fuentes, Slim y López Obrador lo plantean como una tarea urgente e impostergable.

Por el contrario, el gobierno calderonista se opone autista y sistemáticamente a la necesidad de un replanteamiento de fondo. En su lugar, ha optado por puros ungüentos de superficie. Por ahí andan sueltas las 25 medidas unilaterales de principio de año que se anunciaron como un Acuerdo Nacional, que en realidad nunca lo fue porque no le preguntaron nada a nadie. Luego por ahí y por allá algunas otras aspirinitas para una gripe que ya se reconoce oficialmente como neumonía y que en la realidad ya requeriría de terapia intensiva ante la gravedad de los síntomas en todo el cuerpo social del país.

El gobierno está siendo el peor de los ciegos al no querer ver: el aumento incesante y doloroso del desempleo, aun con sus propias cifras; la explosividad de la cartera vencida; las movilizaciones de transportistas en todo el país; las protestas callejeras por la presencia del Ejército; la debacle del peso; el abandono del campo y el deterioro sistemático en los niveles de ingreso y poder adquisitivo.

Eso sin contar con la despiadada espiral de violencia e inseguridad que se manifiesta en las calles de numerosas ciudades, que son ya verdaderos campos de batalla entre el Ejército y un crimen organizado que cuenta con 4 millones de jóvenes desempleados como un potencial inacabable para su reclutamiento. No se necesita ser muy listo para suponer que hay dos razones de la enfermiza ceguera gubernamental: la cercanía de las elecciones de julio y la negativa a reconocer la magnitud de la crisis como justificación para no discutir el modelo económico. Seguramente operan también las presiones de quienes quieren seguir manteniendo sus privilegios aun a riesgo de reventar una liga de contingencia social que ya no puede seguir estirándose más.

Así que en lugar de entrarle a la búsqueda de soluciones verdaderamente estructurales, el gobierno ha optado por dos vías igual de peligrosas: una, la de la línea dura de mantenerse inflexible, por ejemplo, en lo del precio del diesel mientras se beneficia a unos cuantos con la colocación de dólares que sirven para pagar deudas internacionales privadas y para las arcas de las matrices extranjeras de los bancos que operan en México; la otra es un discurso ya muy añejo “en beneficio del país”, “por la unidad de los mexicanos”, “hacia un futuro mejor”, que no tiene efecto alguno en la búsqueda de soluciones.

En cambio, la intolerancia absoluta a toda crítica que atente contra la verdad oficial. Lo que desprende un cada más intenso tufo autoritario, que sería lo único que nos faltaba para acabar de ensombrecer lo que ya es, de por sí, un oscuro panorama.

Sin embargo, el mayor de los riesgos es desperdiciar una oportunidad histórica para replantearnos el país que podemos y debemos ser. Para abatir la pobreza como el más pesado lastre del pasado, la más infame realidad del presente y el más grave impedimento para el futuro.

Es urgente, pues, una gran convocatoria, de verdad, a la que concurran los más importantes y representativos dirigentes empresariales, sociales, partidistas y del gobierno para reconstruir el México que todavía es posible.

Mañana ya será muy tarde.

viernes, febrero 06, 2009

Oficio de tinieblas

Richard Roch

A la crisis económica y social que padecemos se añade la violencia más sangrienta en décadas

Son estos tiempos de oscuridades. No hay la menor señal luminosa. La crisis financiera se hizo crisis económica. Ahora vivimos también una profunda crisis social. El desempleo, las deudas crecientes, la pérdida del valor de nuestro dinero, la amenaza cierta del decrecimiento, pero sobre todo la distancia con quienes nos gobiernan agudizan día a día sentimientos de dolor, orfandad y rabia cada vez menos contenida.

Eso de que la crisis nos vino toda de fuera no es ningún consuelo. Tampoco es cierto. Aquí contribuimos a profundizarla con la ignorancia, la irresponsabilidad, la soberbia y la frivolidad que hoy caracterizan al gobierno.

Así que, a riesgo de una comodina acusación de traición a la patria, hay que decirlo: esto es apenas el principio de la peor crisis económica de que se tenga memoria. Y sus embates nos golpearán cada vez más fuerte debido a los rezagos en el mayor de nuestros males: la pobreza. Más de la mitad de los 110 millones de mexicanos son pobres, 20 millones padecen hambre y muchos de nuestros niños se mueren cada año a causa del abandono oficial.

También es incuestionablemente cierto que la miseria ha desgarrado y separado a decenas de miles de familias por el éxodo al norte. El que no quiera ver y reconocer este escenario es por torpeza, ignorancia o conveniencia. Decir mentiras siempre ha sido un gran negocio.

A la crisis económica y social se añade la violencia más sangrienta en décadas. La estadística de los miles de muertos, los ejecutados, los descabezados y los secuestrados es un entretenimiento perverso. ¿Alguien puede caminar en cualquier pueblo o ciudad sin miedo a ser víctima de un delincuente o, peor aún, de un policía?

Y mientras administramos aspirinas para el cáncer de la crisis o nos desgastamos en una guerra sospechosa contra el crimen organizado —que ya está adentro de todos nuestros órganos de seguridad y justicia—, el país se nos deshace entre las manos: perdemos cada año 400 mil hectáreas de bosques y selvas, el equivalente a Aguascalientes, por lo que tendremos un México cada vez más chico; nadie como nosotros para ensuciar ríos, aires y suelos y para desecar lagunas o destrozar los hábitats submarinos de nuestras costas.

En este panorama desolador, vamos dejando atrás nuestras tareas más apremiantes: una gran reforma del Estado para reequilibrar los tres poderes de la Unión y el pacto federal; un nuevo modelo económico para abatir la pobreza y recuperar el crecimiento; una gran revolución educativa para construir el futuro.

Hoy, más que nunca, urge rehabilitar un Estado fallido ahora también en crisis de valores: donde los intereses se oponen a la ley, en el que se privilegia a unos cuantos en perjuicio de los más; donde la corrupción es moneda habitual; en el que se han prostituido los mejores propósitos y en el que el bien más escaso es el patriotismo.

Es en este escenario de oscuridades donde los periodistas hemos de ejercer nuestro oficio de tinieblas. Y en esta convicción, tal vez podríamos recurrir al pasado para iluminar el futuro; a las gestas heroicas de las mujeres y los hombres que nos definieron como nación; a los muros incendiados por los colores imposibles de nuestros artistas; a las páginas de ensoñación de nuestros escritores; a la suma, en fin, del esfuerzo anónimo pero todavía presente de quienes han construido este país a lo largo de 30 siglos de historia envidiable. Sobre todo en estos tiempos de globalización irracional.

Mirar al pasado para alumbrar el futuro. Puede ser un principio.

jueves, enero 08, 2009

2009: el año que viene

Richard Roch

Tenemos una crisis económica generalizada. Pero falta lo peor: una crisis social que comienza a manifestarse

No hay una sola señal luminosa en el horizonte. Tiempo de oscuridades. El año que comienza el país no crecerá, incluso decrecerá a menos de cero; la recesión será total; se encarnizará la carrera entre precios y salarios; se crearán apenas 50 mil empleos, de risa nerviosa si se consideran el déficit de tres millones y el millón de nueva demanda cada año; habrá más hambrientos en México.

Lo que empezó como una crisis financiera ha derivado en crisis económica generalizada. Pero falta lo peor: una crisis social que comienza a manifestarse. Una veloz gestación frankensteiniana. Lo mismo en las ciudades que en los pueblos, un conglomerado polimórfico con los aglutinantes del desánimo, la desilusión, la irritación y a veces la furia.

Lo peor del caso es que el gobierno calderonista se niega a mirarse al espejo. Apenas ahora reconoce que enfrentaremos una situación económica “difícil”. Aunque insiste en que “el país está en las mejores condiciones para enfrentarla”. No es así. Simple y llanamente porque desde hace ya más de un cuarto de siglo —y cinco gobiernos priístas y panistas— estamos atrapados en el yugo de un modelo neoliberal a ultranza que ha propiciado los extremos más peligrosos: somos los más desiguales del planeta; el esquema propicia la concentración de la riqueza, pero también la generación y expulsión de millones de pobres —más de la mitad de la población— arrojados al comercio informal, a la delincuencia o más allá de la frontera norte.

El problema no es de coyuntura sino de estructura. Porque hemos venido acumulando rezagos en todos los órdenes: un desarrollo científico y tecnológico prácticamente inexistente; una planta productiva ineficaz; carencias notorias en comunicaciones, agua, combustibles y energía eléctrica; un debilitamiento criminal de un campo abandonado y de nuestra capacidad estratégica para producir alimentos. En suma, un desastre.

Por eso este año no creceremos. Y sí lo harán, con todo y crisis, no sólo países como Chile y Brasil, sino aun economías caribeñas como República Dominicana y Haití. Así que algo estamos haciendo mal o algo no estamos haciendo que sí hacen los demás: atreverse a buscar y encontrar esquemas económicos propios, vías alternativas a las del Consenso de Washington al que conviene que sigamos en el subdesarrollo sumiso y no en la fortaleza independiente. Sólo que las reglas han cambiado y los paradigmas también. Si algo nos puede dejar la crisis global es la posibilidad de cambiar el modelo económico como el mundo ya lo está haciendo.

Pero aquí siguen faltando decisión, inteligencia y agallas para un cambio histórico en una circunstancia irrepetible. Siguen pesando más los intereses de quienes estiran la liga a riesgo de que un día de éstos reviente. Por eso en este 2009 el país estará en vilo y con una rabia creciente apenas contenida en movimientos sociales que pretenden dar cauce a la inconformidad, todavía en el marco de las leyes.

Por lo pronto, los pescadores están en huelga y ya se anuncian megamarchas obreras y campesinas para protestar por la pérdida del poder adquisitivo, los ceses masivos y el deterioro en los niveles de vida.

Apenas ayer, el presidente Calderón anunció un Acuerdo Nacional en Favor de la Economía Familiar y el Empleo, que contempla 25 acciones, como la reducción a tarifas de luz, el congelamiento en combustibles, mayores apoyos a desempleados y más inversión en infraestructura. En pocas palabras, abrir la llave de los recursos públicos para paliar los efectos de la crisis.

No está mal. Pero tampoco es el cambio que requiere la nación.

jueves, diciembre 18, 2008

Lo que el 2008 nos dejó

Richard Roch

Mientras el mundo cambia, aquí seguimos aferrados a un esquema que en 26 años nos ha dado un raquítico crecimiento

No fue un buen año. Algunos dirían que para el olvido. Pero eso no será posible. Habrá mucho que recordar aunque sea ingrato. Esta semana intentaré un ejercicio de reflexión crítica sobre lo mucho de amargo y lo poco de dulce que nos dejó el 2008 que termina. No pretende ser un recuento exhaustivo. Acaso un rescate del olvido de algunos de los acontecimientos que nos marcaron.

Para empezar, el catarrito del doctor Carstens. Que ejemplifica toda la displicencia insensible con que el gobierno calderonista fue sorprendido por una crisis económica largamente anunciada y apresuradamente minimizada. Y es que, aun en el entendido de que era inevitable, está claro que sus efectos pudieron ser atenuados y que podríamos haber paliado algunos daños mayores. Si se hubiera actuado a tiempo. Pero no fue así. El país ha estado en vilo y el gobierno demasiado ocupado con su guerra al narco como para advertir una crisis que crecía incesantemente en el horizonte. Sin atender a los signos, más que evidentes, nos dejamos atrapar en una tormenta perfecta. La mejor muestra de insensatez es que todavía hoy, a estas alturas, el gobierno ha sido incapaz de presentar un plan de choque, una estrategia y mucho menos una gran convocatoria económica y política para hacer frente a los tiempos más aciagos de las décadas recientes. Por eso nos embarga una sensación de pérdida en el año que se va y una desgracia anticipada en el umbral del que viene.

Tal vez por esas zonas de oscuridades refulge todavía más un acontecimiento impensable hasta hace poco: el todavía más poderoso país de la tierra elige a un presidente negro. Y lo hace no a pesar de haber generado la crisis, sino porque allí se engendró la crisis. De tal manera que asistimos no sólo a una quiebra de hipotecarias, bancos y gigantes empresariales sino a un quiebre del modelo económico y a un cambio brutal de paradigmas. Así, la elección de Obama significa también el hartazgo ante un modelo de neoliberalismo a ultranza, de capitalismo salvaje y de dictadura del mercado. Un modelo que —dicho incluso por los mandamases del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional— ya no se sostiene. Que rompió sus propios límites. Y que explotó con sus mismas y gigantescas burbujas de especulación. Por eso, al votar por Obama en Estados Unidos —y virtualmente en buena parte del mundo— se optó no sólo por un candidato carismático sino por la posibilidad de la diferencia. Y ciertamente el mundo occidental está ya revisando ese modelo caduco y el propio Obama conforma un gobierno innovador donde seguramente habrá más Estado y menos mercado.

Pero, mientras el mundo cambia afuera, aquí adentro seguimos aferrados a un viejo esquema neoliberal que en 26 años nos ha dado un raquítico crecimiento promedio de apenas 2.5% y que en lo único que ha sido eficiente es en la producción de cada vez más pobres. No se ve por ahora ni el menor intento por revisar a fondo nuestro modelo económico para atrevernos a buscar una alternativa mexicana propia.

Por desgracia, quienes debieran empujar estos cambios se encuentran demasiado ocupados en sus batallas internas. Este año que termina la izquierda mexicana vivió una de sus etapas más autodestructivas. El partido que supuestamente la representaba se desgarró en unas elecciones marcadas por las trampas y las sospechas. Así que ahora los convocantes de multitudes andan sin membrete, mientras los solitarios ocupan el edificio, disponen de los dineros y gastan en anuncios donde aparecen muy modositos.

Ni ellos ni ningún otro partido tiene prisa por el país. Lo único que les preocupa es el reparto de cuotas para la rebatinga que viene. Pero de algo más de lo que nos dejó el 2008 y lo que nos depara el 2009 me ocuparé en próximas entregas. Por lo pronto, reciban por favor mis más sinceros votos por una Navidad muy feliz.

jueves, diciembre 04, 2008

Bomba de tiempo

Richard Roch

Lo peor ahora son las revelaciones de que PGR y SSP están al servicio de bandas del narcotráfico

Puede estallar en cualquier momento. Y será un salpicadero que alcanzará alturas insospechadas. Ya desde ahora es un verdadero escándalo.

No se trata sólo de corroborar lo que desde hace tiempo era más que sospecha: que nuestras corporaciones policiacas y de justicia están infiltradas por el crimen organizado; más aún, que muchos mandos medios y altos son verdaderos empleados a sueldo de los narcos. Lo peor ahora son las revelaciones de que la Procuraduría General de la República está penetrada por el cártel de los Beltrán Leyva, mientras que la Secretaría de Seguridad Pública está al servicio de los hermanos Zambada. Bandas que luchan ferozmente por el control del Pacífico.

Da escalofrío pensar que esa sea la explicación a los enfrentamientos inocultables entre la PGR y la SSP y a la animadversión pública que se profesan el procurador Eduardo Medina Mora y el secretario Genaro García Luna. Dos personajes a los que nadie les ha pegado un manotazo en la mesa para que se dejen de maniobras y trampas que han costado ya muchas vidas entre sus respectivos agentes.

Por esta batalla interinstitucional sin cuartel, más las delaciones a los medios uno en contra del otro, da la impresión de que la famosa Operación Limpieza fue una medida inevitable más que una decisión política. De cualquier modo esa sospechosa disputa, sumada a la ausencia de una estrategia oportuna e inteligente, anticipa ya como perdida la llamada guerra contra el narcotráfico y sus derivados de violencia.

Ya son muchos los muertos y pocos los resultados. Por el contrario, el desgaste ha sido brutal no sólo para los aparatos policiacos y de justicia, sino para todo el gobierno calderonista. Y es que a dos años ya de distancia todo el esfuerzo parece dedicado prioritariamente a ese propósito de un exterminio que ahora parece selectivo. Mientras tanto se pudren temas torales como una estrategia convocante e incluyente para enfrentar la crisis económica, medidas urgentes para evitar el desempleo masivo o la elaboración de una agenda bilateral con el nuevo gobierno de Obama que está por arrancar.

No. Nada de eso parece urgirle al actual gobierno federal. Y cuando acaso se mencionan estos temas, la prioridad sigue siendo la guerra contra el narco. Ya perdimos de plano la fe en algún cambio estructural de fondo a un modelo económico que es la fábrica de pobres más grande del planeta. El gobierno se conformó con seguir aplicando las viejas recetas de subsidariedad salinistas y zedillistas porque no quiere distraerse de su guerra particular que cree que lo legitima cada día.

Por el contrario, si bien las encuestas muestran una aprobación apenas de panzazo, la percepción en las calles es de hartazgo, de orfandad y de abandono de un gobierno que pelea pero no crea en lo absoluto.

Mientras tanto, el mapa de la violencia, la sangre y la muerte, que antes se focalizaba en ciertas regiones del país, ahora se ha extendido a todo el territorio con una irracionalidad absoluta, que incluye la ejecución de inocentes jornaleros como si de reses se tratara, o de víctimas civiles atrapadas por el fuego cruzado o asesinadas por error de un piquete de soldados. Por cierto, en el Ejército están cada vez más irritados por este error histórico: el crimen organizado contra un gobierno desorganizado.

Y todavía nos dicen que vamos ganando la guerra aunque no lo parezca. Lo cierto es que siguen sin caer los peces verdaderamente gordos. Que ahora pueden estar en cualquiera de los dos bandos.

jueves, noviembre 27, 2008

Moderna, moderada y modosita

Richard Roch

Como la que ejercen los nuevos jefes del que fuera el frente más representativo de la izquierda mexicana

Así la quisieran algunos: sumisa y de preferencia de rodillas; flexible y también reversible; amigable e intercambiable; calladita, para que se vea mas bonita. En pocas palabras, una izquierda de derecha.

Algo así como la que ejercen los nuevos jefes formales de lo que alguna vez fue el frente político más representativo de la izquierda mexicana, el Partido de la Revolución Democrática. Ahora desprovisto de sustancia. Un cascarón sin contenido. Con una militancia disminuida, dividida y extraviada. Con una dirigencia diluida, reducida y avinagrada.

Ese es el saldo de un vergonzante proceso electoral interno, que los detractores habituales derechistas se apresuraron a bautizar como “el cochinero”. Un duelo de trampas, transas, trácalas y mutuas acusaciones de fraude. En el que ni Alejandro Encinas ni Jesús Ortega tuvieron nunca la grandeza de renunciar a sus candidaturas, exigir un nuevo juego con nuevos jugadores y salvar al partido. Por el contrario, con uñas y dientes pelearon hasta el final por los despojos. El membrete, los dineros y la plataforma para el 2009 y el 2012, antes que la ideología y los principios.

Una vieja confrontación entre tribus, agravada por lo que pudo haber sido y no fue en 2006. Una corriente, la de Ortega, que tuvo a su cargo —por lo menos de manera formal— la coordinación de la campaña de su candidato a la Presidencia. Que no reconoció el resultado. Que calificó de ilegítimo al nuevo gobierno con el que ahora se dice dispuesta a dialogar. Y que reniega de Andrés Manuel López Obrador, el hombre que les dio millones de votos que los llevaron a donde están, sobre todo en las cámaras de Senadores y Diputados. La desvergüenza total.

Para aumentar la confusión, Los Chuchos toman oficialmente posesión de la presidencia del PRD, arropados por los panistas, los priístas, y beneficiados por un Tribunal Electoral que es tan sólo un instrumento más del gobierno en turno. Como lo ha sido siempre. Simultáneamente, Encinas y los lopezobradoristas anuncian la creación de un movimiento opositor. Dos hechos que generan más preguntas que respuestas: ¿se trata de un partido paralelo? ¿De un sabotaje sistemático a todo lo que provenga de la dirigencia formal? ¿Serán capaces de ponerse de acuerdo en las listas de candidatos para 2009? ¿Se desbarata en definitiva la posibilidad de alianzas en el FAP con el PT y Convergencia? ¿Cuántos escaños perderán en la próxima legislatura? ¿Está el PRD condenado a la extinción?

En suma, la izquierda no se merece ese partido. Porque se ha convertido en una agencia de colocaciones y no supo consolidarse como una fuente de propuestas para enfrentar los graves problemas que asedian al país. Y que no ha entendido que la izquierda no es un mezquino partido político, sino una forma de mirar al mundo.

Cierto, se requiere hoy de una izquierda moderna. Pero la modernidad no debe entenderse como sumisión y mucho menos complicidad con un sistema político y económico que ha llevado al mundo al desastre y que en México genera cada año todavía más millones de pobres. Por el contrario, la izquierda podría ser la impulsora de los más novedosos modelos económicos, de una auténtica revolución educativa y de una profunda transformación de la moral pública para propender a un México justo, equitativo, progresista y seguro.

Pero la izquierda no puede olvidar su esencia popular y perder la calle. En su combatividad como factor de contrapeso a los abusos de los poderosos está su razón de ser. Moderna sí, moderada de vez en cuando, modosita nunca.

jueves, octubre 23, 2008

Qué hacemos con los mexicanos

Richard Roch

Es una crisis democrática porque —aunque claro que en diferente proporción— a todos nos está pegando

Y es que ahora se trata de todos nosotros. Ya no nada más de los pobres, como planteaba la maestra Julieta Campos. Sino qué hacemos con los habitantes de este país. Con nosotros mismos, pues. Y es que los efectos de la crisis global y local son ya desastrosos y lo serán más aún. Y no están golpeando únicamente a los que menos tienen, sino incluso a algunos megarricos que ya no saben si van al súper o a la Comer.

Igual a quienes ya no tienen nada que comprar porque se quedaron sin empleo que a los que tienen muy poco y no saben si van a perderlo; que a los que contando todavía con un ingreso han de renunciar a sus satisfactores y marcas favoritas para apretarse el cinturón hasta el último hoyo. Hasta los grandes señores del dinero han de cancelar o posponer sus ambiciosas inversiones personales o corporativas. Es, dijéramos, una crisis democrática porque —aunque claro que en diferente proporción— a todos nos está pegando.

Lo malo es que los pronósticos no podían ser peores. En tan sólo estos seis días recientes, en estas páginas y espacios se ha consignado: que lo peor está por venir según el Banco de México, que detecta los primeros signos de una recesión nacional en la caída de las ventas en almacenes y tiendas departamentales y una contracción económica por la baja en exportaciones y consumo interno; en paralelo, los del INEG anunciaron que en septiembre llegamos a 4.25 % de desempleo, imponiendo un nuevo y triste récord desde 2004; el peso sigue en picada y en su caída ya se llevó 14 % de nuestras reservas en dólares; el colmo es que hasta la conservadora y mañosa Sedesol reconoce que de los 50 millones de pobres —la mitad de los mexicanos— hay ya 15 millones que todos los días padecen hambre. Con todo lo que esto implica.

A este escenario de desastre habría que añadir el éxodo al revés de los migrantes indocumentados mexicanos acosados por el desempleo y por la migra. Los optimistas dicen que no pasarían de 350 mil; los otros hablan de hasta 2 millones. O sea, entre un gran problema y la hecatombe.

Lo más grave es que no hay signo alguno de que el gobierno calderonista cuente siquiera con un plan de choque para confrontar la contingencia múltiple. Menos aún la convocatoria a un gran pacto nacional para rediseñar el país como ya están haciendo en Europa y hasta en Estados Unidos con esquemas y medidas inimaginables hasta hace poco tiempo. Nada aquí sobre la urgente reactivación del mercado interno, la inversión productiva para explorar opciones de desarrollo, la construcción de infraestructura para generar empleos o una política integral que incluya no sólo las variables macroeconómicas, sino las afectaciones a la economía real.

En cambio, sí tenemos un gobierno contrariado porque no pudo imponer su reforma petrolera en sus términos originales. Y de cuya propuesta lo más seguro es que quede muy poco una vez que concluya el proceso legislativo en las cámaras de Senadores y Diputados. Un gobierno descontento porque no halla el modo de combatir eficazmente al crimen organizado y cuyo nerviosismo se refleja en permanentes cambios y ajustes a un organigrama de justicia y seguridad que ahora más parece un laberinto. Y sin salida.

Un gobierno cuyo enojo se está incubando y creciendo desde hace un año ya por los paupérrimos resultados electorales de su partido. Y que podría estar furioso en muy poco tiempo por un 2009 que muy probablemente le resultará catastrófico. Y ya se sabe que el que se enoja pierde.

PD. Tic tac, tic tac… y contando.

viernes, octubre 17, 2008

De saqueos y mundos posibles

Richard Roch

Otra vez lo mismo. Unos cuantos poderosos en un despiadado y múltiple ataque al peso mexicano

He aquí que el país reedita aquel capítulo de la voracidad de sus propios hijos: a pesar de la patética frase lopezportillista, nos volvieron a saquear.

Otra vez lo mismo. Unos cuantos poderosos que disponen de información privilegiada. Que compran dólares a carretadas y provocan la caída de la moneda nacional. Un despiadado y múltiple ataque al peso mexicano.

Y a pesar de la meliflua denuncia del señor secretario de Hacienda, otra andanada impune de los señores del dinero que protegen sus capitales ahora sí que caiga quien caiga. Nada habrá de pasar porque, como dicen los cúpulos empresariales, en este país la especulación es absolutamente legal. Así que pueden comprar cuantos millones de dólares quieran y en cualquier momento. En el peor de los casos, un regaño y un puchero entre aliados muy cómodos. Hay pactos indestructibles no tanto por las convicciones sino por la mutua conveniencia.

Por lo pronto, el daño está hecho y el patrimonio de nuestras reservas internacionales sufrió una feroz tarascada de 10% producto de los casi 9 mil millones de dólares que el gobierno tuvo que aventar “a subasta”. Y nadie sabe, nadie supo, quiénes compraron antes y quiénes después ni cuánto en cada ocasión. Zhenli Ye Gon, a lo bestia.

Sin embargo, el problema de fondo es un sistema económico-financiero que dicho incluso por el mero mero del Banco Mundial, Robert Zoellick, ya no da para más. Y cuya naturaleza especulativa ha generado una crisis de tal magnitud que resquebrajó ya las propias estructuras neoliberales y de capitalismo salvaje en que fue edificado. La confusión es tal que el mundo todo —y México no podría ser la excepción— está planteando preguntas elementales, y no por ello menos dramáticas: ¿qué nos pasó? y ¿hacia dónde vamos?

Es por eso que alientan las reflexiones, estadísticas, datos duros y las propuestas de mentes brillantes reunidas en un libro como De la pobreza al poder, de Duncan Green, editado por Oxfam, una organización no gubernamental que trabaja en 100 países para encontrar soluciones a la pobreza y la injusticia. Y para quienes se apresuren a demeritar estas propuestas calificándolas de izquierdismo trasnochado, baste decir que fue escrito en las aulas de la Universidad de Oxford y prologado por Amartya Sen, premio Nobel de Economía.

Comienza por establecer que el mayor reto global del siglo XXI es poner fin a los lastres que representan la pobreza extrema, la desigualdad y el colapso ambiental que se avecina. Ilustra con datos tan estremecedores como que los ingresos anuales de los 500 más ricos del planeta son muy superiores a lo que ganan los 500 millones más pobres. Que los mercados por sí solos no pueden hacer frente a los retos actuales. Que hace falta diseñar una nueva economía para este inicio de milenio que aporte a los países pobres y en desarrollo las herramientas necesarias para crecer de modo sostenible y sustentable.

Deja muy claro que la conmiseración hacia los pobres de nada sirve y resulta muy costosa en su fase asistencialista. Que lo que hay que hacer es darles instrumentos y acceso a créditos y proyectos. No es un catálogo de utopías y buenas intenciones. Detalla los ejemplos formidables de transformaciones extraordinarias en China, Vietnam, Corea del Sur y en Botswana, África. Y nos dice que un planeta de hombres y mujeres felices es posible siempre y cuando los ciudadanos de la Tierra nos organicemos para plantear propuestas y exigir gobiernos eficaces que las lleven a cabo. Que así sea.

PD. Para Joan Manuel Serrat. Amigo fraterno y entrañable. Soñador de pelo largo y mundos posibles.