Mostrando las entradas con la etiqueta Jean Meyer. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Jean Meyer. Mostrar todas las entradas

lunes, abril 21, 2008

Danos hoy nuestro pan de cada día

Jean Meyer
jean.meyer@cide.edu

En septiembre 2007, en Chicago, el “bushel” de trigo rebasó por primera vez en la historia el precio de 8 dólares, o sea el triple de lo que costaba en 2000. Para la misma fecha el precio de referencia europeo alcanzó 280 euros la tonelada cuando, un año antes, a duras penas alcanzaba los 100 euros, para desesperación de los agricultores. Explicaciones muy ciertas: el invierno de 2006, la prolongada y catastrófica sequía en Australia, la canícula en Europa meridional y en el granero ucraniano, tres fenómenos climatológicos que han reducido el estrecho margen de trigo disponible para el mercado mundial (20% de la producción). Al final de la campaña agrícola 2007-2008, las existencias se encontrarán a su nivel más bajo desde 1970. Esa altísima cotización nos dice que un reto mayor en el siglo XXI será alimentar al mundo, a sus pobres que son los primeros, cuando no los únicos en sufrir de la crisis del trigo, maíz y arroz.

La tonelada de arroz brincó de 360 dólares hace seis meses a 760 el 27 de marzo de 2008 y rompió su récord histórico el 3 de abril. Ese grano es el alimento básico de 3 mil millones de personas y su encarecimiento vertiginoso puede desestabilizar muchos países pobres, como lo demuestran los primeros motines. China, India y Vietnam ya decidieron reducir sus exportaciones de arroz para frenar su alza en el mercado nacional; Indonesia y Filipinas intentan aumentar sus importaciones. La soya y el maíz no se quedan atrás cuando bajan las exportaciones mundiales. Nuestra América Latina consume mucho arroz y el alza de su precio, así como el del maíz y del trigo, afectará inevitablemente a las masas populares. Bimbo subió los precios de sus productos en varias ocasiones desde diciembre, y es que el precio del trigo subió 30% de enero a marzo. El Consejo Empresarial de la Industria del Maíz y sus Derivados pronostica alzas inevitables, por más que el gobierno federal anuncie subsidios para mantener los precios: desde la más remota antigüedad los gobiernos han tenido la preocupación de alimentar al pueblo (“pan y circo”, decían en Roma) para evitar disturbios y revoluciones. Por eso Eduardo Sojo declaró que “no hay control de precios, pero vamos a usar todos los instrumentos a nuestro alcance para mantener el precio (de la tortilla) estable”.

Para los agricultores, después de tantos años de precios deprimidos, son buenas noticias y llaman la atención las grandes superficies sembradas en trigo en nuestro Bajío; hacía tiempo que no veía semejante espectáculo en México y en Francia: la comunidad europea que durante años obligó a los agricultores a dejar en barbecho el 10% de sus tierras de labor, levantó la medida y tomó medidas drásticas para fomentar el cultivo de granos… Pero para los países pobres la situación se ha vuelto peligrosa. La Oficina Coordinadora de Asuntos Humanitarios de la ONU acaba de elaborar un memorando (para difusión interna) en nueve cuartillas que expresa una “inquietud mayor: que el conjunto del sistema de ayuda alimenticia de emergencia sea incapaz de enfrentar” una crisis. Pronostica que el alza de precios de los granos no va a ser una mala racha pasajera, sino un fenómeno estructural que amenaza con hundir en la inseguridad alimenticia a cientos de millones de personas. Para colmo, dicha alza lleva a la Agencia norteamericana para el Desarrollo Internacional a reducir el monto de su ayuda en alimentos. Tiene que escoger entre limitar el número de países ayudados o la cantidad de harinas y granos entregados a cada uno. Es que el alza de los precios le causó un déficit inesperado. El Programa Alimenticio Mundial de la ONU depende en un 40% de la ayuda estadounidense y de por sí ya había sufrido el aumento del precio del petróleo, es decir del transporte.

No mencioné hasta ahora otro factor de encarecimiento de los alimentos que tiene que ver con el petróleo: el alza muy fuerte de los hidrocarburos contribuye al entusiasmo fatal por los biocarburantes, los famosos etanoles elaborados a partir de los granos, de la caña de azúcar, etcétera, ha reducido las superficies dedicadas a la alimentación humana. Nos encontramos atrapados en un círculo vicioso de crecimiento sin fin por todos deseado y que depende de un consumo no menos creciente de energía, lo que nos lleva a otro problema, el del recalentamiento del planeta con todas sus consecuencias. ¿Consecuencias? El cambio del clima, la sequía, las inundaciones, las tormentas y otros desastres naturales afectan la producción agrícola, como la afectan la urbanización desenfrenada generalizada en todo el mundo, la misma que transformó en zonas estériles los valles de México y Toluca, antes graneros inagotables.

En África, Asia, América Latina, una oferta insuficiente, probablemente agravada por la especulación y la corrupción, desató la escalada de los precios y ha provocado ya tensiones sociales y disturbios más o menos violentos en unos 30 países, como Bolivia, Camerún, Costa de Marfil, Egipto, Haití, Marruecos, Senegal… Cada país, pobre como rico, busca una solución pero en forma de “sálvese quien pueda”, lo que agrava la crisis. Algunos prohíben o disminuyen sus exportaciones, otros que no tienen problemas, se curan en salud y compran para acumular reservas, cuando hace falta una estrategia global. ¿Qué podemos hacer, tanto los ciudadanos como los dirigentes, si nos arrastran unas fuerzas económicas, naturales, históricas que nos rebasan? Primero, aprender a ver el mundo tal como es, en lugar de ver la realidad a través de los lentes ideológicos.

lunes, marzo 31, 2008

Conrado, Ingrid, Bulus Rahho

Jean Meyer
jean.meyer@cide.edu

Tres nombres, tres personas, tres víctimas de la violencia ciega y criminal. El Miércoles Santo, en la ciudad de México, en la esquina de Lázaro Cárdenas y Doctor Bolaños Cacho —la siniestra colonia Doctores— fue asesinado nuestro colega y amigo Conrado Hernández. Ingrid Betancourt sigue viviendo como muerta, secuestrada por las ingloriosas FARC. El arzobispo de Bagdad, Bulus Faraj Rahho, secuestrado el 29 de febrero cuando salía de celebrar la misa en Mosul, fue asesinado 15 días después.

En febrero del presente año, los principales delitos en la ciudad de México aumentaron 11.8% en comparación con el mes de febrero del año pasado. El promedio diario subió de 194 a 217 y perpetraron 57 “homicidios dolosos”. Conrado, joven y brillante historiador, murió asesinado el miércoles 19 de marzo de cuatro balazos, a las 11 de la mañana, en una avenida céntrica de la capital.

Todos los que lo conocieron han recibido con pesar e indignación la noticia y demandan a las autoridades competentes la investigación expedita de los hechos y el castigo de los responsables. Su identificación, arresto y castigo no devolvería la vida a Conrado y tampoco haría olvidar que cada día dos personas mueren de muerte violenta en esta ciudad y que la estadística de los “homicidios dolosos”, a escala nacional, es horripilante, equivale a una pequeña guerra: 3 mil muertes ligadas al narcotráfico y quién nos dirá de manera creíble cuántos miles más para el gran total? Conrado Hernández, doctor en historia por el Colegio de México, había estudiado en la Universidad Autónoma Metropolitana y en la UNAM, había sido el editor de muchos números de la revista Metapolítica, trabajaba ya en el Colegio de Michoacán y era el director de la revista Relaciones de esta famosa institución. Autor de varios libros y de no menos buenos artículos, había sido recientemente premiado por su última publicación.

Esa distinción pudo contribuir a su asesinato puesto que, aprovechando las vacaciones universitarias, había viajado a la ciudad de México para retirar dinero, quizá la cantidad modesta correspondiente del premio, de un banco capitalino. Luego de salir del banco fue interceptado por sus agresores.

Así quedó truncada una vida más. Un gran talento, un hombre joven en la plenitud de sus posibilidades, animado y con proyectos. No tengo los datos para hablar de las otras 60 víctimas capitalinas del mes de marzo, ni de los asesinados que se cuentan por centenares en todo el país, pero la muerte de Conrado, tragedia para sus familiares y sus amigos, nos obliga a reflexionar sobre la matonería que es una plaga nacional. ¿Hasta cuándo?

Ingrid Betancourt, en su martirio, representa a los cientos, a los miles de víctimas secuestradas por la narcoguerrilla colombiana. Joaquín Villalobos, quien fue en su juventud uno de los más temibles “comandantes” de la guerrilla salvadoreña antes de convertirse a la democracia, lamenta que sectores de la izquierda europea, americana, mexicana sigan idealizando las FARC, cuando han dejado de ser una guerrilla revolucionaria para transformarse en ‘narcoguerrilla’. Decirlo no es un ataque político reaccionario sino constatar fríamente la realidad: son los mayores extorsionadores y secuestradores del mundo (El País, 24 de marzo).

Lo peor es que la violencia delictiva en las calles de Madrid o México, concluye el ex comandante, está conectada con todo esto. “La violencia criminal es ahora hegemónica y, en estas condiciones, la violencia política organizada, cualquiera que sean sus intenciones, termina contagiada por la primera”. El terror golpea cada día más a la menguante comunidad cristiana de Irak y el asesinato del arzobispo de Bagdad ha confirmado sus peores presentimientos. Ya han caído unos 30 sacerdotes y no sé cuántas iglesias han sido tiroteadas, dinamitadas, bombardeadas. Bin Laden recordó que está en guerra contra los Estados Unidos, los “cruzados” y el Papa; el asesinato del arzobispo lo confirma y sume en la consternación la Iglesia caldea, una de las más antiguas del cristianismo, de rito oriental pero en comunión con Roma.

Los caldeos son la comunidad cristiana más numerosa de Irak; los siriacos ortodoxos, los armenios católicos y ortodoxos, los asirios, también llamados nestorianos, todos presentes en Irak desde toda eternidad como lo manifiestan sus nombres, están amenazados de desaparecer. Muchos huyeron a la provincia norteña de Kurdistán, en los países vecinos, otros tomaron el camino del exilio definitivo a Europa, Australia, América. Los cristianos eran 1 500 000 en 2003. Quedan menos de 800 mil como resultado de los “daños colaterales” de la decisión estadounidense de acabar con Saddam Hussein… Irak es un país devastado por la guerra, por el terrorismo y ahora por la miseria.

Todos en esta región tan castigada han sufrido desgracias trágicas, pero entre todos los iraquíes, los cristianos son los más amenazados. Descendientes de los contemporáneos de Abraham —quién salió de Ur, en Caldea, esa Caldea que dio su nombre a la Iglesia caldea— estos cristianos, hijos de los primerísimos cristianos, hablan una lengua derivada del arameo hablado por Jesús. Ciudadanos leales de la república de Irak, no aceptan la dislocación del país y su división en guettos para sunitas, shiitas, curdos etcétera… Nos recuerdan la permanencia de la revelación ya vieja de 2 mil años: todos los hombres son hermanos.

Sí. Pero Caín mató a Abel, Conrado, Bulus y mantiene muerta en vida a Ingrid.

domingo, marzo 02, 2008

Kosovo, o la trampa del Estado-nación

Jean Meyer
jean.meyer@cide.edu

Las condiciones en las cuales evolucionaron desde el principio de su historia los pueblos que ocupan actualmente el espacio que va del mar Mediterráneo hasta el mar Báltico por un lado, de Alemania hasta Rusia por el otro, son incontestablemente las más complejas y confusas que pueda uno imaginar. Los desplazamientos de poblaciones y las modificaciones de fronteras se han sucedido a lo largo de los siglos en condiciones muchas veces trágicas y todos estos pueblos han conocido una historia atormentada con periodos de apogeo hasta imperial o casi, derrumbes espectaculares, cambios radicales de alianzas cuyo recuerdo persiste en forma de “memoria” enfermiza que nutre y resucita numerosas querellas.

El historiador podría decir: “Todo empezó en Kosovo, todo termina en Kosovo”. ¿Por qué? Kosovo era en el siglo VII un sitio ocupado por la antigua nación albanesa, la cual fue poco después empujada hacia el poniente y el sur por unos eslavos que formaron su primer principado alrededor de Kosovo en el siglo X, y por eso los serbios de hoy dicen con razón arqueológica que es la cuna de Serbia. Pero en1389, en el campo de batalla de Kosovo Polié, el sultán turco y sus vasallos cristianos, entre los cuales varios príncipes serbios, derrotaron al príncipe Lazár de Serbia. Me brinco cinco siglos de historia del imperio otomano, de conversiones de contingentes serbios y albaneses al islam, de desplazamientos de naciones, para llegar al año de gracia de 1911 cuando el derrumbe final del imperio otomano empezó con el levantamiento de los albaneses de Kosovo, preludio a las guerras balcánicas de 1912 y 1913 y a la guerra mundial de 1914-1918. Al final resultó una gran Yugoslavia que aglutinó alrededor de Serbia a Slovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, parte de Macedonia, Voivodina y Kosovo.

Fuera de la Albania ahora independiente quedaban los albaneses que formaban 80% de la población de Kosovo y 33% de Macedonia.

En la Yugoslavia comunista y federal del mariscal Tito, Voivodina y Kosovo gozaron de un estatuto de relativa autonomía en el seno de la república de Serbia. Y 10 años después de la muerte de Tito, una vez más “todo empezó en Kosovo”, en este caso, la desintegración de Yugoslavia, cuando el líder serbio Milosevich, pasando del marxismo-leninismo al ultranacionalismo de la gran Serbia, canceló de un plumazo la autonomía de Kosovo, provincia que los serbios llaman Metohija. ¿Todo estará terminado en Kosovo hoy, con la independencia de ese pequeño cantón de Europa? Espero que sí, pero no se puede ser demasiado optimista, cuando se ve el furor nacionalista de ciertos serbios y el apoyo que reciben de Moscú, China e India, y la perplejidad de una Europa dividida.

Un Estado más, según uno de los principios proclamados por la Revolución Francesa, el famoso derecho de los pueblos a disponer de sí mismo. Sí, pero ese famoso principio era y es demasiado geométrico y la realidad nunca funciona con tanta pureza y por lo mismo cada nación no tiene su Estado, a suponer que nos podamos poner de acuerdo en definir qué es una nación (o pueblo) y qué es un Estado.

El otro legado de la Revolución Francesa es precisamente la idea, mejor dicho el programa de Estado-nación, de Estado nacional, programa seductor y mortífero que ha funcionado entre nosotros y que sigue realizándose a fuego y sangre en el resto del mundo. Cuando se fundaron las Naciones Unidas hace cerca de 60 años, el número de los estados andaba por los 50 y ahora va por los 200, con una aceleración impresionante desde la implosión de la URSS y la explosión de Yugoslavia. Nos prometen que por culpa de los kosovares mañana proclamarán su independencia los micro-micro-estados de Abjazia y Osetia del Sur (contra Georgia) y de Transnistria (contra Moldavia); pero si los rusos apadrinan dichos estados liliputianos, les puede reventar un día todo el Cáucaso, empezando por Chechenia, y a los chinos no les gustó para nada la independencia proclamada por los kosovares porque tienen en la mente las “cuestiones” del Tíbet y Xinzhiang y Taiwán. España, piensa en vascos y catalanes.

Ya son demasiados los estados independientes en la comunidad internacional, no cabe duda, y de seguir el movimiento podríamos llegar a miles de estados-nacionales. Y también sufrir interminables cambios de fronteras: es muy probable que los serbios de Kosovo, reconcentrados en el norte de la provincia, logren su anexión a Serbia; luego, ¿cómo impedir que los serbios de Bosnia se incorporasen a Serbia y los croatas de la misma a Croacia?, y mañana los albaneses que forman 90% de la población de Kosovo se unirían a Albania, así como los albaneses que forman la tercera parte de Macedonia. Si proyectamos este esquema sobre África, la India, Pakistán, sería una pesadilla.

Uno se sorprende al soñar con los grandes imperios difuntos que, mal que bien —tampoco se trata de idealizarlos— reunían bajo su inmensa sombrilla un sinfín de naciones, pueblos, tribus, clanes y lenguas. El Estado-nación es demasiado cuadrado; sé de alguien que consiguió hace poco la nacionalidad mexicana. Nació en la antigua Yugoslavia, en Mostar, la ciudad del hermoso puente destruido por el odio y reconstruido por la Unión Europea, en Bosnia-Herzegovina. Era ciudadano yugoslavo, de padre serbio ortodoxo y de madre croata católica, con un abuelo húngaro y una abuela bosnia musulmana. Volverse mexicano fue la solución, puesto que ya no tenía ningún lugar entre tantos flamantes y excluyentes estados.

Nos guste o no, el divorcio entre kosovares y serbios después de la tragedia provocada por Milosevich a partir de 1988-1989, era inevitable. Los kosovares acaban de oficializarlo pero la comunidad internacional, atrapada en sus contradicciones, sabía muy bien que eso iba a pasar. No pudo aprovechar estos últimos años durante los cuales Kosovo fue de hecho un territorio bajo mandato de la ONU. ¡Ojalá y la Unión Europea pueda funcionar como un imperio benévolo que permita a serbios, kosovares y demás naciones balcánicas vivir en paz!