“México es paradisíaco e indudablemente infernal”, le escribe Malcolm Lowry a Jonathan Cape. A un amigo le confiesa: “México es el sitio más apartado de Dios en el que uno pueda encontrarse si se padece alguna forma de congoja; es una especie de Moloch que se alimenta de almas sufrientes”. JV.
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viernes, febrero 25, 2011
viernes, agosto 27, 2010
viernes, febrero 27, 2009
jueves, noviembre 20, 2008
viernes, octubre 31, 2008
martes, julio 08, 2008
El inframundo
Patricia Dávila En Ciudad Juárez, cuya fama arrastra feminicidios, ejecuciones y guerra entre narcotraficantes, un viaje al infierno en la tierra está a la mano de cualquiera... Son cientos, miles de picaderos de heroína, en donde seres que apenas llevan nombre, mujeres que ya no sueñan, jóvenes que viven para la droga y se drogan para “vivir”, capaces aun de matar por ella, deambulan como autómatas en medio de la podredumbre y el olvido oficial. La reportera y el fotógrafo de Proceso se internaron en este inframundo, y en este reporte especial lo muestran tal como es: descarnado, enfermo, delirante... CIUDAD JUAREZ, CHIH.- Piltrafa humana, a Eduardo lo inunda un inesperado ataque de pudor. Siempre indiferente a las miradas, ahora le incomoda la promiscuidad del sitio. Por ello gira su harapienta figura hasta darle la espalda a sus compañeros. Sus ojos navegan en el extravío, su respiración se agita... Titubeante, la mano izquierda hurga en una de las bolsas de su pantalón. Saca un envoltorio de plástico. De reojo lo mira: parece un diminuto caramelo. Se tranquiliza. Su cuerpo, con sobrepeso, huele mal. Solitario en la faena, deposita el dulce en el fondo de una lata de cerveza, le agrega agua, activa un encendedor, le da calor hasta que aquello se transforma en un líquido café. De otra bolsa de su pantalón, como un mago transformando el aire en palomas, aparece una jeringa desechable. Está usada, pero con ella absorbe la sustancia. Se la lleva a la boca, la atenaza con los labios resecos. Un ataque de ansia lo estremece… Tembloroso, se desabrocha, baja el cierre de su pantalón, que se le escurre por los muslos. Encorva las rodillas. Evita que la prenda caiga. Sus nalgas quedan al aire… No lleva trusa. Con su mano derecha recupera la jeringa usada. Experto en el trámite, se cerciora de que fluya el líquido. La mano izquierda, entre tanto, sostiene su pene erecto. Y ahora la derecha apunta ya sobre la hinchada vena del miembro. Tras el pinchazo –40 rayas (0.40 mililitros) de heroína disparadas de golpe al torrente sanguíneo–, la contorsión… Instalado en su efímero paraíso, respira con los ojos cerrados. Su mirada se aviva, las facciones de su rostro se suavizan. Y entonces sí, luego de un intento por acomodarse la ropa, se integra a la comunidad. Inicia la plática con sus compañeros de viaje: alrededor de 20 congregados en ese mediodía de un jueves de junio. Unos se inyectan, otros alistan la infusión, uno más arregla un cigarro de cocaína. Alejado un poco, otro se prende con una piedra. –¿Por qué se inyecta, o filerea, como se dice aquí, en el pene? –pregunta la reportera a Julián, exadicto que presume 12 años sin reincidencia en el consumo de heroína y quien por ello es respetado ahora en este inframundo. –Se filerea en el pene –responde– porque es el único lugar en que las venas están sanas. El resto del cuerpo: brazos, piernas y cuello, ya se lo destrozó. Eduardo se infiltra hasta tres veces al día en la vena bulbouretral. Es asiduo visitante de la zona conocida como Las Tapias, una de entre miles que existen en la ciudad y en las que personas de cualquier sexo y edad (cada vez más jóvenes) se concentran para aplicarse droga, especialmente heroína. A estos lugares se les conoce como picaderos. Para llegar a esos refugios, conseguir el veneno e inyectarse no se requiere de un mapa secreto ni de un guía que lo lleve por los escondrijos de esta ciudad tocada permanentemente por la violencia. No, los picaderos pueden encontrarse a dos cuadras del Zócalo, del mercado principal o la presidencia municipal. Aquí todos saben dónde se ubican: a unos pasos de los operativos del Ejército, de la Policía Federal, de la fuerza pública estatal y municipal. –¿Cuántos picaderos hay en la ciudad? –se le inquiere a Julián, a quien se le menciona que en 1989 el PRI local manejaba la cifra de 10 mil. –No hay una cifra exacta, pero creo que el número ha disminuido. Actualmente se calcula que existen alrededor de 6 mil. Por lo pronto, la incursión de las Fuerzas Armadas provocó que se modificara el precio de la dosis. Antes de la llegada del Ejército –finales de marzo pasado– se pagaban 50 pesos por 40 rayas. A partir de los operativos esa dosis llega a cotizarse hasta en el doble. Conocida internacionalmente como la ciudad de “las muertas de Juárez” debido a los cientos de feminicidios impunes cometidos aquí, y más recientemente por la guerra entre bandas del narcotráfico –que en lo que va del año arroja un saldo de mil 100 ejecuciones–, esta región fronteriza se encuentra prácticamente tomada por el Ejército. El motivo de la presencia militar es precisamente la guerra que libran esas bandas. Según declaraciones de autoridades locales de seguridad pública, el líder del cártel de Sinaloa, Joaquín El Chapo Guzmán, insiste en disputarle la plaza al cártel comandado por Los Zetas y sus hoy aliados: los hermanos Beltrán Leyva y el cártel de Juárez, que dirige Vicente Carrillo Fuentes. A su vez, este cártel lidera al grupo de expolicías conocidos como La Línea, que junto con la banda de Los Aztecas controlan la venta de droga en esta ciudad fronteriza desde 1989. Las Tapias se ubica en la colonia Barrio Alto. La conforman cuatro de los picaderos más grandes de Juárez, tres fijos y uno ambulante. Los operadores de esta zona son conocidos como Los Pilullos, quienes son controlados por Los Aztecas. u u u Sentada en el piso con las piernas extendidas, María, de 32 años, acaba de “meterse” 0.40 mililitros de heroína. Por unos segundos su rostro deja ver la extraña serenidad que le proporciona la invasión de la droga. –¡Estoy embarazada! –grita de pronto. La joven viste ropa limpia: un short blanco y una amplia camisa a rayas color café y blanco, en la que apenas cabe su abultado vientre. Los rizos de su pelo negro caen sobre su cara y cuello. No se inmuta cuando suelta el dato: “estoy a 10 días de parir”. A pesar de tener dos hijos de 18 y 12 años, dice que el que espera es como si fuera el primero porque los otros viven con su abuela. “Me los quitó por adicta”, asume. Sin dificultad, se instala en la confidencia. Cuando tenía seis meses de embarazo acudió al doctor para que la ayudara a dejar la droga: “Me dijo que no, que en todo caso será hasta que yo dé a luz”. –¿Le explicó por qué? –Sí. Dijo que si dejo de picarme mi bebé se muere porque ya lo volví dependiente a la droga. Sólo me dio ácido fólico (tratamiento para evitar que venga con defectos de nacimiento en el cerebro y la médula espinal). –¿Qué piensan tú y tu esposo de lo que dijo el médico? –Sentí feo, ya perdí a dos hijos y puedo perder a éste. Mi esposo tenía la esperanza de que al casarnos dejara de drogarme. Pero no pude. Su marido, dice, es quien le financia la droga: “Sabe que salgo a conseguirla, pero no le digo adónde. Si conociera este lugar –Las Tapias– no me dejaría regresar aquí”. En todo su embarazo, María sólo fue una vez al médico. No se hizo ningún ultrasonido. A estas alturas de la gestación ignora el sexo de su bebé. La próxima madre reposa su espalda en el muro, sus brazos caen a los lados de sus caderas. Con sus manos se acaricia el vientre. Muy cerca de ella, Martha y su esposo, sentados también en el piso, escuchan el relato de María. Martha, explica su pareja, cumplió seis meses de embarazo el 18 de junio. Acaban de inyectarse, pero están en alerta. Esperan el arribo de los militares. “Todos los días vienen”, arguye Martha. “Hace dos meses llegaron cuando estábamos comprando… Todos corrieron, también el vendedor. Por mi estado, mi esposo se quedó a esperarme y lo agarraron. Dijeron que él era el distribuidor”. Los de la migra, dicen, pueden llegar en cualquier instante. Y aunque golpean a los adictos y les quitan la droga, éstos regresarán al picadero porque, sostienen, no hay alternativa. u u u Es mediodía. La reportera y el fotógrafo ingresaron a la zona de los picaderos de Las Tapias acompañados por Julián y Manuel, ambos exadictos, que ahora forman parte del programa Compañeros, que se dedica a combatir enfermedades como el sida y la hepatitis C, a las cuales los drogadictos son más propensos. Llevan cajas con 800 jeringas desechables, conocidas en estos bajos fondos como cuetes. La aguja tiene un milímetro de calibre y 0.5 de grosor. “Son especiales para nosotros, no se desperdicia nada”, dice satisfecho un heroinómano en medio de su éxtasis. Julián y Manuel llevan también cuatro botes grandes, llenos de caramelo macizo y dos cajas de jugos. Lo dulce es bueno para calmar la ansiedad causada por la malilla que deja la falta de droga, explican los voluntarios. La calle en que estacionan el automóvil está desierta. De la cajuela bajan los cuetes, los dulces y los jugos. De la nada aparece un joven como de 25 años. Quiere intercambiar 15 jeringas usadas. Las cuenta una a una mientras las deposita en un recipiente rojo y toma las nuevas. En cosa de segundos, Julián y Manuel están rodeados por una decena de adictos. Desde las casas cercanas llegan más personas. De la cuadra siguiente también. Todos se dirigen al auto de los voluntarios. La dotación de cuetes vírgenes se agota pronto. Los voluntarios acuden una vez a la semana a este lugar. Gracias a esta labor consiguen disminuir –mas no desparecer– el riesgo de que una jeringa sea usada más de una vez. Por ello, cuentan Julián y Manuel, han enseñado a los adictos a “desinfectarlas con alcohol o cloro”. De uno de los picaderos de Las Tapias asoma Daniel, hombre joven, alto, de pelo lacio color negro que reconoce a Julián y lo invita a entrar. En el interior del cuartucho, al fondo, descansa Ismael, el dueño, en una cama matrimonial. Además de la cama hay tres sillones, y hace las veces de mesa una vieja hielera de unicel donde los “clientes” preparan la dosis. A dos jóvenes la malilla les pegó desde temprano. Malamente pueden coordinar sus movimientos y su habla. No habían conseguido dinero para curarse, pero ya están ahí. Piden su cuete nuevo y entregan el usado. Daniel les da la cuca, el fondo de una lata de cerveza parada al revés y donde se forma una especie de cazuelita. Los adictos la utilizan para disolver y calentar la heroína. Sobre la cuca, los dos jóvenes colocan una minúscula mota de algodón –de apenas unos tres milímetros de diámetro– que sirve, dicen, para absorber sustancias como el café, con las cuales los vendedores rebajan la droga. Uno de ellos se filerea en el antebrazo derecho, pero el líquido no fluye, la aguja se tapó. Lo intenta en el izquierdo, muy cerca de la axila. Tiene éxito. Adentro del baño, sentado en una silla, un harapiento con la piel plagada de mugre se pica entre los dedos del pie derecho. Cuando termina, con dificultad desliza la callosa extremidad dentro de un desgastado tenis sin agujeta. El pie izquierdo lo acomoda en una sandalia “pata de gallo”. Apenas puede andar, sale cojeando. En el baño se observa un bote blanco de 40 litros repleto de cucas y, a su lado, una caja igual de llena. Para entonces, en solo 15 minutos, el procedimiento lo repiten nueve que llegaron “bien locos”, describe Daniel. Por usar el picadero los adictos pagan una gota (10 mililitros) de heroína que dejan en el recipiente y que es recolectada por Daniel en otra jeringa hasta llenarla. Así juntan las ocho dosis que entre su patrón y él consumen al día. u u u “En su mayoría, los picaderos son operados por usuarios con problemas de adicción muy fuerte. Los tienen para resolver su situación de consumo, no para hacer dinero”, explica María Elena Ramos, directora de Compañeros, que atiende 50 picaderos fijos y 15 ambulantes, y quien fue el primer contacto de los reporteros para ingresar a esos lugares. Ahora es Ismael quien autoriza el acceso de los visitantes a otro picadero de Las Tapias, situado a unos pasos de su casa. Al fondo, en los dos cuartos que conforman este punto de adicción, se pierde un grupo de aproximadamente 30 hombres y mujeres andrajosos y despeinados. Esperan al vendedor de droga. Huele a orines. Huele a vómito, a mariguana. Huele a cocaína. Huele a piedra… El aire es denso, provoca náuseas. La cabeza duele. De todo se consume ahí. Entra un distribuidor. Se percata de que hay extraños. Inicia la venta a la discreta, primero fuera del cuarto, pero después ya no importan los desconocidos: el tráfico es abierto. El vendedor se confunde entre los consumidores… Aturdidos por el ansia, los adictos no reparan en visitas de extraños como los reporteros. Mucho menos cuando se están filereando, aunque conforme pasa el efecto de la droga reaccionan y se intimidan ante los desconocidos. u u u Instalado a la mitad del cuarto, Martín, adicto también a la heroína, es diestro para filerear el cuello, directamente en la yugular. Igual que la vena que recorre el pene, esta arteria es gruesa y fácil de localizar. Martín no recuerda cuantos años lleva haciéndolo, pero sus clientes, que se cuentan por decenas, tienen el mismo problema: el único conductor que les queda útil está en el cuello. Hacen fila. Esperan pacientemente su turno. Gozan con los pinchazos que recibe el de adelante… En tan solo 30 minutos, por las manos de Martín han pasado 10 de sus compañeros de cuarto. Encabeza la fila Domingo, le sigue Sara, quien no quita la vista de la yugular de su compañero. Su rostro hace un gesto de disfrute al observar cómo poco a poco le penetra la heroína. Es su turno. Lleva la cabeza hacia atrás, deja la piel de su cuello estirada, cierra lentamente los ojos. Goza antes de que la aguja la penetre. Martín le dispara la carga de heroína. Sara abre la boca con deleite. Le escurre saliva. Está en éxtasis. Todos han recibido su primera dosis del día. Alrededor de las cuatro de la tarde les toca la segunda. Antes de llegar al picadero tuvieron que haber resuelto el problema de la lana. –¿Qué han hecho por conseguir la droga? –se le pregunta a Marcelo, encargado del picadero y también adicto. En la puerta, Alma, una mujer delgada, bajita y muy morena, con brazos y cuello desfigurados por tanta cicatriz, responde: “La malilla nos hace robar, asaltar a la gente y hasta matar, porque necesitamos la droga en nuestro cuerpo”. Una joven de aproximadamente 18 años, alta, esbelta, hermosa pero desaliñada, interviene: “La droga nos transforma. Me puedo tirar (matar) a quien sea por ella”. Esta mujer se reserva su nombre, pero sube su falda. Muestra su pierna derecha: es una brasa debido a la infección por las filereadas. Junto a ella, otro adicto enseña la pantorrilla: también está hecha una desgracia por las cicatrices e infecciones. Uno más exhibe los antebrazos, comidos por las llagas. Pero ese dolor no es nada. Es soportable, a diferencia del que provoca la falta de la droga. Alma, quien intervino primero, ya no le hace caso a nadie. Camina como entre nubes, tranquilamente se abre paso y se refugia en una esquina del derruido cuarto. Sentada en el piso, se acurruca. Se pierden sus ojos, su rostro, su pecho, prácticamente hasta su respiración. Las graves laceraciones que los adictos se ocasionan en el cuerpo, explica la directora de Compañeros, María Elena Ramos, únicamente son atendidas los jueves durante las campañas de intercambio de jeringas, ya que, se queja, las autoridades de salud en el estado se niegan a auxiliar a estas personas. Ramos cree que este tipo de lesiones, que van pudriendo la carne, se producen porque las drogas pueden estar siendo rebajadas con sustancias tóxicas. Rumbo al oriente y poniente de Ciudad Juárez se concentra el mayor número de picaderos, donde los adictos le pegan a todo: a la piedra (bicarbonato de sodio, agua y raticida), que se fuman con una pipa fabricada con un trozo de antena para TV, con un foco o con papel aluminio; al agua celeste (químico que inhalan similar al thinner); a la mariguana; a la heroína, e incluso al mezcal… Igual hacen mezclas, como el speedball (combinación de cocaína con heroína), que también se inyectan. En otra de las colonias visitadas por los reporteros de Proceso, la San Antonio, operan dos picaderos. Cada uno recibe más de 100 usuarios por día. Los dueños de este picadero son Lalo y Juan. El primero tiene 35 años, pero parece de 50; al segundo se le calculan 60, aunque tiene 42. Este picadero es frecuentado por Hugo, al que apodan El Locutor, quien en una garrafa de plástico lleva un litro de mezcal. Dice que el dinero no le alcanzó ni para una dosis de heroína. Sus brazos están hinchados, tienen bolas moradas y grandes agujeros amoratados de los que escurren hilos de sangre. Toma una cobija del piso, le quita los pedazos de tierra dura y se limpia con ella. En su brazo izquierdo se forma una torta de sangre… Mete la jeringa en el mezcal, la llena, deja caer un poco en el brazo manchado y lo vuelve a limpiar. Se lleva la jeringa a la boca, se vacía otro chorro y lo traga. Luego se inyecta lo que queda. Repite la operación enseguida y luego otra, y otra y otra vez. La sangre no deja de fluir. Pegada a la colonia Bella Vista está la Alta Vista. En ésta operan cinco picaderos fijos. Las dos colonias son controladas por Los Aztecas. Aquí resulta imposible visitar un picadero. El recorrido se realiza en automóvil. En cada calle hay vendedores en bicicleta, sentados en la banqueta bajo un árbol, en una ventana, en una puerta, en una tienda o en la cancha. Todos vigilan: desde las amas de casa hasta las niñas chifladoras, que dan el aviso cuando detectan a un extraño. Debido a picaderos como éstos y a la presencia de los grandes cárteles de la droga, Ciudad Juárez mantiene el primer lugar en consumo de heroína en el país, por arriba de Tijuana. u u u Recorren el cuartucho como si estuvieran en la intimidad. Una joven mujer se acerca a un hombre que en la mano izquierda sujeta un refresco. Se coquetean. Se disputan, jugueteando, la posesión del envase. Él le cruza un brazo sobre los hombros y alcanza a deslizar su mano dentro de la roja blusa. La mujer aprovecha el manoseo para quitarle el líquido. Él avanza. La besa en el cuello y con la mano que tiene libre le toquetea la vagina. Ambos se acaban de infiltrar. Se refugian en un rincón de la habitación, pero ninguno de los habituales usuarios de estos espacios se interesa por el espectáculo de sexo en vivo. La promiscuidad es asunto de todos los días… |
lunes, junio 30, 2008
Que bonita famiglia

Redacción
El Universal
Lunes 30 de junio de 2008
Los priístas fueron mayoría la noche del sábado.
Pero no para imponer su criterio legislativo en un dictamen, sino en una boda que convocó a decenas de políticos.
Esa noche se llevó a cabo el enlace matrimonial de Sylvana Beltrones Sánchez, hija del líder de los senadores del PRI, Manlio Fabio Beltrones, con Pablo Escudero Morales.
En el patio del Colegio de San Ignacio de Loyola, en el Centro Histórico, donde se realizó la recepción, muchos priístas de alto nivel estaban entre los invitados.
Ahí se dieron cita el ex presidente Carlos Salinas de Gortari; el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto; el ex candidato presidencial Roberto Madrazo; el senador Francisco Labastida; la senadora María de los Ángeles Moreno.
Además, el líder de los diputados priístas, Emilio Gamboa; la líder del tricolor, Beatriz Paredes; Jesús Murillo Karam, Raúl Salinas de Gortari, Carlos Hank Rohn y Esteban Moctezuma.
También varios gobernadores: el de Veracruz, Fidel Herrera; la de Yucatán, Ivonne Ortega; de Chihuahua, José Reyes Baeza.
De los panistas llamaron la atención el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño; Santiago Creel y el controvertido Diego Fernández de Cevallos.
Uno de los pocos perredistas que acudieron fue el líder de los senadores, Carlos Navarrete. De Convergencia estuvieron Dante Delgado, Alejandro Chanona y Luis Maldonado.
Se le vio sonriente al líder de los trabajadores petroleros, Carlos Romero Deschamps, al igual que a Joel Ayala, de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado.
El procurador de la República, Eduardo Medina Mora; el ministro presidente de la Corte, Guillermo Ortiz, y el titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, José Luis Soberanes, también asistieron.
sábado, junio 28, 2008
martes, junio 24, 2008
El nuevo miedo: desaparecer
Gloria Leticia Díaz A pesar de que poca, muy poca gente se atreve a denunciarlos, durante el gobierno de Felipe Calderón se han cometido más de 600 desapariciones, entre “levantones” anónimos y desapariciones forzadas cometidas por el Estado. De acuerdo con una investigación realizada por Proceso, la cifra real es incalculable porque, en medio de la “guerra” de Felipe Calderón contra el narcotráfico, las familias de presuntos delincuentes y de activistas políticos y sociales tienen miedo de denunciar la desaparición de sus parientes –secuestrados muchas veces por policías o militares– debido a que las autoridades las relacionan con el narco… A las más de 4 mil ejecuciones ocurridas durante la “guerra” de Felipe Calderón contra el narcotráfico, se suman por lo menos 600 “levantones” y desapariciones forzadas que, en numerosos casos, han sido cometidos por fuerzas policiacas y militares de la presente administración. Aunque las cifras oficiales al respecto son menores, la reportera obtuvo ese número aproximado recabando información de instituciones públicas, de medios de comunicación y de agrupaciones de derechos humanos, las cuales explican las diferencias estadísticas por el hecho de que, en el presente gobierno, son pocas las familias que superan el miedo y denuncian formalmente las desapariciones forzadas de sus parientes. A pesar de que, en 2007, el Programa Especial sobre Presuntos Desaparecidos (Predes) de la CNDH dio cuenta de 43 desapariciones –23 verificadas en el presente sexenio–, y no obstante que Amnistía Internacional (AI) emitió un informe acerca de este fenómeno en México, el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, declaró el 27 de mayo pasado que el actual gobierno “no tiene ni presos políticos ni desaparecidos”. Consultada al respecto, la senadora Rosario Ibarra manifiesta: “¿Quién le puede creer a Mouriño cuando dice que en México no hay desaparecidos? Claro que ahora les llaman ‘levantones’, vocablo terrible que inventaron para asociarlo a otros dos fenómenos, ‘delincuencia organizada’ y ‘narcotráfico’, lo cual es una maña calculada del gobierno ilegítimo de Calderón para quitarse de problemas”. En entrevista, la senadora perredista comenta que, a diferencia de las más de 500 desapariciones ocurridas durante la guerra sucia, “cuando estábamos seguros de que los que se llevaron a nuestros seres queridos eran la Dirección Federal de Seguridad, la policía de Arturo Durazo en el Distrito Federal y el Ejército, ahora no se sabe quiénes son los responsables. Eso llena de miedo a los familiares de las víctimas y por eso no denuncian”. Rosario Ibarra es integrante de la comisión mediadora para la localización de los dos militantes del Ejército Popular Revolucionario (EPR) desaparecidos el año pasado, Edmundo Reyes Amaya y Alberto Cruz Sánchez, casos en los que se ha documentado la intervención policiaca. También es presidenta del Comité Eureka y representa, además, a los familiares de 38 trabajadores petroleros desaparecidos este año en Cadereyta, Nuevo León. Así mismo, la legisladora ha recibido información en el sentido de que en Oaxaca ha habido otras 32 desapariciones forzadas y tres más en Michoacán durante el presente gobierno, en tanto que el EPR, en un comunicado del pasado 11 de junio, denunció 75 desapariciones forzadas, incluidas las de sus dos compañeros. Por su parte, la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos y Desaparecidos (Fedefam) y su filial mexicana, Afadem, reportaron que hasta el 11 de junio se habían producido 78 desapariciones forzadas. Dos días después de esa fecha, según el secretario técnico de Afadem, Julio Mata Montiel, hubo un nuevo caso en Puebla. Luego de confirmarse que al menos una veintena de desapariciones forzadas del calderonismo están relacionadas con el activismo político o social de sus víctimas, Édgar Cortez, de la Red Todos los Derechos para Todas y Todos (RTDT), señala que en muchas ocasiones los desaparecidos nada tienen que ver con esas prácticas ni con actividades delictivas. “En todas las guerras –dice–, quien paga una buena parte de los costos de las mismas es la población civil. Muy probablemente una buena parte de esta gente ejecutada y desaparecida estará implicada, pero otra parte de ella nada tenía que ver en el problema. Esas personas se convierten en mera estadística… más los ejecutados que los desaparecidos… porque de éstos poco se sabe.” En entrevista con Proceso, Cortez aclara que, a pesar de haber recibido información de agrupaciones agremiadas sobre la proliferación de las desapariciones forzadas de personas en México, no hay una cifra exacta “por el miedo de la gente a denunciar”. Al temor, continúa, se suma la desconfianza de los ciudadanos en las autoridades, muchas de ellas “infiltradas por la delincuencia”. Tanto las ejecuciones como las desapariciones “no se investigan de manera automática. Se dice que una desaparición es un ajuste entre bandas o parte de la guerra entre los grupos de narcotráfico, como si eso fuera una justificación para no investigar. Hay enormes omisiones en términos de la procuración de justicia, es decir, de la investigación de los delitos para juzgarlos y castigarlos…” Acciones policiacas y militares En Chihuahua, la Comisión Estatal de Derechos Humanos (Cedhch), que ha recabado 64 quejas contra miembros del Ejército Mexicano en lo que va de este año, documentó la desaparición forzada –atribuida a militares el 31 de mayo pasado– de Fabián Cruz Torres. De 40 años, Cruz Torres fue detenido junto con otras nueve personas por un grupo de soldados que los llevaron a las instalaciones de la V Zona Militar, donde fueron torturados en el llamado Campo “C” mientras eran interrogados sobre los distribuidores de mariguana de su colonia. Así lo denuncia en Ciudad Juárez Gustavo de la Rosa Hickerson, visitador de atención a víctimas de la Cedhch, y agrega: De los 10 detenidos, ocho fueron liberados, y uno ellos, Ricardo Pérez, fue consignado cuatro días después acusado de portar un arma calibre .22. Pero de Fabián Cruz Torres, enfermo de esquizofrenia, hasta la fecha no se sabe nada. “En la PGR nos dicen que nunca llegó, y el área de Derechos Humanos del Ejército asegura que no lo tienen –indica De la Rosa–. Sin embargo, contamos con información fidedigna de que su nombre aparece en la bitácora de la enfermería de la V Zona Militar, donde fue atendido por un médico de grado mayor. “Hemos de tener unas 50 quejas específicas, con unos 100 afectados, de personas denunciando a militares que los retienen, los torturan e interrogan por seis o 10 días y luego los sueltan, pero el de Fabián es el caso más grave”, apunta. En Ciudad Juárez se han registrado, sólo de enero a abril de este año, 33 levantones de personas. De ellas, 26 permanecen desaparecidas. El resto aparecieron ejecutadas, de acuerdo con la Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos, A.C. (Cosyddhac). A su vez, la Asociación Esperanza contra las Desapariciones Forzadas y la Impunidad ha asumido el seguimiento de 24 desapariciones forzadas ocurridas en Baja California de 2006 a la fecha. Alma Díaz, coordinadora de la agrupación, explica que “cuando se trata de ajustes de cuentas, los levantados aparecen días después muertos, pero cuando los autores de detenciones son autoridades, o al menos eso parecen, nunca se vuelve a saber de las víctimas”. El pasado 12 marzo, Alma Díaz entregó a la esposa del presidente Calderón, Margarita Zavala, de gira por Mexicali, una carta –Proceso tiene copia– donde la Asociación Esperanza apela a “su corazón de madre, hermana e hija de familia” para que las autoridades judiciales trabajen en sus casos. A la misiva le adjuntaron una relación de 44 víctimas de desapariciones forzadas ocurridas en Baja California durante los gobiernos federales panistas, 24 de ellas en la administración de Felipe Calderón, de las cuales se encarga esa agrupación civil. “Con Vicente Fox –observa Alma Díaz– nos avisaban que habían recibido la información, pero con éste (Calderón) ni siquiera eso”. Lamenta la conducta de la CNDH ante el fenómeno: “En 2000, logramos que viniera a Mexicali el encargado del Programa de Presuntos Desaparecidos, Tomás Serrano; se llevó toda la información de los asuntos que teníamos hasta ese momento, y no volvió ni emitió ninguna recomendación. Eso sí, nos pidió que lo lleváramos a San Diego a comprar perfumes”. Mientras tanto, en Sinaloa, las desapariciones forzadas atribuidas a cuerpos policiacos han sido registradas por el Frente Cívico Sinaloense (FCS) y por el expresidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos Óscar Loza Ochoa, ahora regidor en Culiacán. Mercedes Murillo, del FCS, lleva el caso de Vicente Raúl Ontiveros Avendaño, quien fue detenido la madrugada del 4 de junio en su casa de la colonia Nuevo Bachigualato. “La información que nos han proporcionado los familiares es que el 4 de junio en la madrugada llegaron cinco camionetas de la Policía Federal Preventiva (PFP). Los agentes, todos, iban cubiertos del rostro y se metieron de manera por demás violenta a la casa del señor Ontiveros. “Supuestamente buscaban drogas, porque según ellos recibieron una llamada anónima; además de detenerlo, los agentes se llevaron tres televisores, dos DVD, una laptop, un lote de joyas, celulares y una camioneta. Ésta ya apareció, pero no el señor Ontiveros. Los familiares tomaron los números de dos patrullas en las que iban los agentes: 12419 y 12347.” Para la defensora de derechos humanos, “lo peor del caso es que a nosotros, por representar a las víctimas, se nos acusa de estar del lado de los narcotraficantes. Nos encontramos en estado de indefensión, pero no podemos callarnos”. Óscar Loza destaca que “hay un temor generalizado de la población a denunciar, porque en este ambiente de militarización la gente teme ser víctima de represalias. Además, cuando las autoridades califican a los desaparecidos como posibles delincuentes, la gente entra en un estado de incertidumbre”. En su edición número 1639, este semanario dio cuenta del seguimiento que Loza Ochoa daba a los casos de José Luis Ramírez y de Jesús Armando Sarabia, desaparecidos el 22 de enero y el 10 de marzo, respectivamente. Ahora sigue también los de Luis Ernesto Reyes Durán y Pablo Gerardo Nájera Urías, desaparecidos el 9 de marzo y el 2 de abril, en ese orden. En todos ellos, expresa, hay indicios de la participación de cuerpos policiacos. Pablo Gerardo es hermano de Omar Nájera Urias, presentado el 31 de abril con otros 12 individuos como presuntos sicarios por el entonces comisionado de la PFP, Édgar Millán, posteriormente asesinado. “Cuando la mamá se enteró, fue a verme y me dijo que ya no iba a seguir buscando a Pablo Gerardo, que le daba mucha vergüenza por su otro hijo. Yo la reanimé y le dije que no era un asunto de vergüenza, que afortunadamente su hijo Omar fue presentado y tenía el derecho de ser juzgado, pero que si su hijo Pablo había cometido algún delito, las autoridades tenían la obligación de presentarlo y juzgarlo, y que su desaparición seguía siendo un delito”, cuenta Loza Ochoa. Negligencia criminal En Guerrero, otra entidad severamente golpeada por la “guerra” contra el narcotráfico, el Comité de Familiares y Amigos de Secuestrados, Desaparecidos y Asesinados reporta 138 “levantados”, 18 secuestrados y 504 asesinados de diciembre de 2006 a mayo de este año. Javier Monroy, coordinador de dicho comité, que da seguimiento a 10 desapariciones forzadas y a dos asesinatos, denuncia que las autoridades “insisten en vincular estos asuntos a la delincuencia organizada, sin ningún sustento, sólo por evadir su responsabilidad. Y todo ello sigue alimentando las sospechas de que algo saben y lo esconden, lo que implica impunidad y posiblemente complicidad”. Según cifras oficiales de la Procuraduría de Justicia de Guerrero, la Comisión Estatal de Defensa de Derechos Humanos (Coddehum) y la organización de Monroy, durante el gobierno del perredista Zeferino Torreblanca ha habido 28 desapariciones forzadas, 18 de ellas ocurridas en los primeros 11 meses de 2007, es decir, durante el primer año de gobierno de Calderón (Proceso 1626). En Tamaulipas se han reportado por lo menos 130 personas desaparecidas en lo que va del sexenio, la mayoría en hechos relacionados con el crimen organizado. la directora del Centro de Estudios Fronterizos y de Promoción de Derechos Humanos de Reynosa (Cefprodhac), Rebeca Rodríguez, puntualiza que “de cada 10 desapariciones que se registran en la frontera, si acaso una es denunciada actualmente”. El Cefprodhac documentó un caso en el que intervinieron agentes federales que, al realizar una redada contra taxistas, se llevaron hasta a los pasajeros. Los condujeron “a veredas donde los desnudaron y los sometieron a interrogatorios sobre quién y dónde se vendía droga”. Por este asunto, continúa, hay tres personas que siguen desaparecidas, pero ninguna de ellas ni sus familias han presentado una denuncia formal. Es más, añade, los agentes del Ministerio Público se niegan a integrar averiguaciones por estos casos, y cuando lo hacen, no hay investigaciones. En 2007, el Cefprodhac contabilizó 81 personas desaparecidas hasta noviembre de ese año, de las cuales 31 no han reaparecido, mientras que en lo que va de 2008 se han producido 17 desapariciones. De acuerdo con las estadísticas de la Policía Ministerial del Estado (PME), se han recibido 90 denuncias por desaparición forzada –sin incluir el municipio de Reynosa– y las víctimas no han sido localizadas. En Nuevo León y Coahuila el miedo de la población a denunciar las desapariciones forzadas se ha traducido en que no haya registros oficiales de las mismas. Pero, en Nuevo León, los medios locales han informado de 88 “levantones” en 2007 y de 36 en lo que va de 2008, así como de tres secuestros, en tanto que en Coahuila cifras extraoficiales hablan de 50 “levantones” al mes, pero sin denuncias formales. Algo similar sucede en Michoacán, donde la delegación de la Procuraduría General de la República tiene 20 expedientes de desapariciones forzadas en lo que va del sexenio. Entre éstas se encuentran: la del exmilitante del Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) Francisco Paredes Ruiz, ocurrida el 26 de septiembre de 2007; la de los periodistas Mauricio Estrada Zamora, de La Opinión de Michoacán, y la de Axel Christian López Cruz, desaparecidos el 14 de febrero y 20 de julio, respectivamente. Así mismo, las de Jesús Bustamante y Eduardo García, policías ministeriales de Guanajuato, que desparecieron el 25 de marzo pasado entre los límites de La Piedad, Michoacán, y Santa Ana Pucuato, Guanajuato. En el estado panista de Guanajuato, la delegación de la PGR tiene un registro de 43 personas desaparecidas originarias de esa entidad, casos de los cuales 12 han sido denunciados de 2006 a la fecha, mientras que en Tabasco la violencia ha cobrado 30 ejecuciones, unos 60 “levantones” y secuestros y cinco desapariciones forzadas. Entre las desapariciones sobresale la del reportero del diario Tabasco Hoy Rodolfo Rincón, especializado en temas de narcotráfico, en enero de 2007. En esta misma entidad, el sacerdote jesuita Jesús Maldonado, director del Comité de Derechos Humanos de Tabasco (Codehutab), refiere que, en medio de la guerra contra el narcotráfico, muchas agrupaciones de derechos humanos deciden no ocuparse de las desapariciones forzadas. Édgar Cortez, de la Red de Organismos Civiles, reflexiona: “No tenemos una respuesta de cómo entrarle a esta situación de alto riesgo. Es ingresar a un terreno desconocido. Frente a las autoridades puede haber una serie de mecanismos de contención y de control, pero en el tema del narcotráfico es meterte con un actor totalmente irracional e inesperado. “Por el momento, lo que ubicamos es que la justicia se vuelve imposible; la negligencia para investigar estos casos es sistemática; las procuradurías no hacen mayor esfuerzo al respecto, generando un miedo social que dificulta la lucha contra la delincuencia.” (Con información de Gabriela Hernández, Arturo Rodríguez, Francisco Castellanos, Verónica Espinoza y Armando Guzmán.) |
lunes, junio 16, 2008
Un centímetro más allá
Hermann Bellinghausen
“Ni que fuera para tanto”. “Hombre, qué tanto es tantito”. La agresión sexual contra mujeres y menores habrá quien diga que es inevitable, parte de la condición humana. O que existen problemas más importantes, luchas más heroicas y urgentes que combatir los hábitos de agresión machista (siempre humillante, predadora, impune).
En este periodo nacional en que predominan la crueldad, la corrupción y el desprecio a la vida humana (convertidos en los bien remunerados oficios de secuestrador y sicario), la violencia sexual dejó ya una cicatriz en la fama de México, y una herida abierta. Sí, se acabaron el desdén, el ninguneo, la ironía, la negación para las muertas de Ciudad Juárez (¿habrá que sumarles a la niña de 12 años asesinada la semana anterior pues, junto con dos amigas de la misma edad que sobrevivieron, fue usada como parapeto de una banda de delincuentes en balacera con otra?). Todas ellas son un síntoma, una tragedia colectiva, un aviso.
Menor respeto han merecido del gran público, los grandes medios y las grandes autoridades los asesinatos de tres mujeres nahuas en Zongolica, mayores de edad o ancianas. Sus cuerpos aparecieron con huellas de abuso sexual. Ni el presidente de la República, ni su ombudsman, ni las fuerzas armadas admiten que esas cosas ocurren. Columnistas hay que hasta hacen chistes. Ocupando tan sólo un pedacito de la boyante nota roja, las mujeres mueren por ser mujeres.
El hostigamiento contra ellas, la violación y el abuso son pluriclasistas y no respetan ideologías. El gobierno de Jalisco, histérica y etílicamente católico, solapa a sus autoridades ¡de justicia!, descubiertas in fraganti teniendo sexo con menores “contratadas” para animar sus fiestas. El mandatario de Puebla pasó a la historia con sus dos botellas de coñac bien cogidas, y ahora imparte conferencias motivacionales a sus correligionarios sobre cómo manejar dichas “crisis” atizadas por la oposición y cómo limpiar la imagen con dádivas al pobrerío y la prensa leal. Ahora la represión es más sexista que nunca: Guadalajara, Atenco, Oaxaca.
Pero en todas partes sopla el aire. ¿Quién arrojará la primera piedra? Recientemente, organismos civiles y colectivos de San Cristóbal de las Casas han denunciado la presencia de varones agresores en sus propias filas: cuates, colegas, compañeros de lucha por las buenas causas. Un verdadero acontecimiento, una conmoción, y la aceptación de que no son los únicos casos, ni los primeros.
Ataques de género se suceden en escuelas, cárceles, sacristías, centros de trabajo, hogares y gendarmerías de todo el país. Cuántas veces nadie dice nada. La agresión es “normal”, casera, con frecuencia intrafamiliar, negada por victimarios, víctimas y elusivos testigos (esas madres que “no vieron” al padre, padrastro o tío metiéndose con la hija, y que se llevan la negación a la tumba). Nunca faltan compadres propasados, amigotes del hermano, maestros, entrenadores, confesores, guardianes de la ley. Ni esas muchachas deprimidas hasta la inanición que se blindan contra las emociones y callan en ausencia de ternura y comprensión.
“Así son los hombres”. Incontinentes ¿por naturaleza? Con tantito poder, a cuántos aqueja el síndrome Bill Clinton. La opinión de la mujer carece de importancia para los varones en sus escarceos. Ya no digamos cuando el hombre trae intención de abuso a-como-dé-lugar, para probar que sí es macho y porque puede, puede. Pasa hasta en las mejores familias. En el primer mundo y en todos los demás.
Lo que está sucediendo en el ámbito progresista de San Cristóbal puede enrarecer el ambiente. O bien volverse un fenómeno liberador y de gran valor educativo. No falta quien vea en las denuncias y movilizaciones de ONG y grupos feministas revanchismo, ánimos de linchamiento, “exageraciones”. ¿Y si sí, qué? Estos no parecen ser el motivo de fondo, sino romper el silencio, como dicen ellas en una carta pública a los hombres.
“También es una violencia que, después de sufrir una agresión, tenemos que demostrarla y convencer a la gente de lo que nos ha pasado, y aún así hay gente que no nos cree. Ignorar, no querer ver, no tomar posición y hasta aliarse con un agresor es pactar con la violencia. Es no considerar nuestra lucha por ser dueñas de nuestros cuerpos como una lucha tan importante como las otras en las que estamos.”
Un agresor es un agresor. No entiende (ni lo cree necesario) que “un no siempre significa no”, inclusive en el matrimonio. Hasta la mujer más desinhibida, tolerante o imprudente tiene derecho a decidir qué, cuándo y hasta dónde. Un centímetro más allá, todo es violencia.
“Ni que fuera para tanto”. “Hombre, qué tanto es tantito”. La agresión sexual contra mujeres y menores habrá quien diga que es inevitable, parte de la condición humana. O que existen problemas más importantes, luchas más heroicas y urgentes que combatir los hábitos de agresión machista (siempre humillante, predadora, impune).
En este periodo nacional en que predominan la crueldad, la corrupción y el desprecio a la vida humana (convertidos en los bien remunerados oficios de secuestrador y sicario), la violencia sexual dejó ya una cicatriz en la fama de México, y una herida abierta. Sí, se acabaron el desdén, el ninguneo, la ironía, la negación para las muertas de Ciudad Juárez (¿habrá que sumarles a la niña de 12 años asesinada la semana anterior pues, junto con dos amigas de la misma edad que sobrevivieron, fue usada como parapeto de una banda de delincuentes en balacera con otra?). Todas ellas son un síntoma, una tragedia colectiva, un aviso.
Menor respeto han merecido del gran público, los grandes medios y las grandes autoridades los asesinatos de tres mujeres nahuas en Zongolica, mayores de edad o ancianas. Sus cuerpos aparecieron con huellas de abuso sexual. Ni el presidente de la República, ni su ombudsman, ni las fuerzas armadas admiten que esas cosas ocurren. Columnistas hay que hasta hacen chistes. Ocupando tan sólo un pedacito de la boyante nota roja, las mujeres mueren por ser mujeres.
El hostigamiento contra ellas, la violación y el abuso son pluriclasistas y no respetan ideologías. El gobierno de Jalisco, histérica y etílicamente católico, solapa a sus autoridades ¡de justicia!, descubiertas in fraganti teniendo sexo con menores “contratadas” para animar sus fiestas. El mandatario de Puebla pasó a la historia con sus dos botellas de coñac bien cogidas, y ahora imparte conferencias motivacionales a sus correligionarios sobre cómo manejar dichas “crisis” atizadas por la oposición y cómo limpiar la imagen con dádivas al pobrerío y la prensa leal. Ahora la represión es más sexista que nunca: Guadalajara, Atenco, Oaxaca.
Pero en todas partes sopla el aire. ¿Quién arrojará la primera piedra? Recientemente, organismos civiles y colectivos de San Cristóbal de las Casas han denunciado la presencia de varones agresores en sus propias filas: cuates, colegas, compañeros de lucha por las buenas causas. Un verdadero acontecimiento, una conmoción, y la aceptación de que no son los únicos casos, ni los primeros.
Ataques de género se suceden en escuelas, cárceles, sacristías, centros de trabajo, hogares y gendarmerías de todo el país. Cuántas veces nadie dice nada. La agresión es “normal”, casera, con frecuencia intrafamiliar, negada por victimarios, víctimas y elusivos testigos (esas madres que “no vieron” al padre, padrastro o tío metiéndose con la hija, y que se llevan la negación a la tumba). Nunca faltan compadres propasados, amigotes del hermano, maestros, entrenadores, confesores, guardianes de la ley. Ni esas muchachas deprimidas hasta la inanición que se blindan contra las emociones y callan en ausencia de ternura y comprensión.
“Así son los hombres”. Incontinentes ¿por naturaleza? Con tantito poder, a cuántos aqueja el síndrome Bill Clinton. La opinión de la mujer carece de importancia para los varones en sus escarceos. Ya no digamos cuando el hombre trae intención de abuso a-como-dé-lugar, para probar que sí es macho y porque puede, puede. Pasa hasta en las mejores familias. En el primer mundo y en todos los demás.
Lo que está sucediendo en el ámbito progresista de San Cristóbal puede enrarecer el ambiente. O bien volverse un fenómeno liberador y de gran valor educativo. No falta quien vea en las denuncias y movilizaciones de ONG y grupos feministas revanchismo, ánimos de linchamiento, “exageraciones”. ¿Y si sí, qué? Estos no parecen ser el motivo de fondo, sino romper el silencio, como dicen ellas en una carta pública a los hombres.
“También es una violencia que, después de sufrir una agresión, tenemos que demostrarla y convencer a la gente de lo que nos ha pasado, y aún así hay gente que no nos cree. Ignorar, no querer ver, no tomar posición y hasta aliarse con un agresor es pactar con la violencia. Es no considerar nuestra lucha por ser dueñas de nuestros cuerpos como una lucha tan importante como las otras en las que estamos.”
Un agresor es un agresor. No entiende (ni lo cree necesario) que “un no siempre significa no”, inclusive en el matrimonio. Hasta la mujer más desinhibida, tolerante o imprudente tiene derecho a decidir qué, cuándo y hasta dónde. Un centímetro más allá, todo es violencia.
martes, junio 03, 2008
El plátano, parábola de nuestro tiempo
Las prácticas depredadoras de corporaciones bananeras llevan al fruto hacia su extinción
Johann Hari*
Debajo de los encabezados que hablan de carestía de alimentos y gobiernos tambaleantes, existe un hecho casi inadvertido: los plátanos mueren. Este alimento, más consumido incluso que el arroz o las papas, tiene su propia forma de cáncer. Se trata de un hongo conocido como enfermedad de Panamá, que da a la fruta un color rojo ladrillo y la vuelve incomible.
No hay cura. Todos los frutos perecen conforme se propaga, lo cual ocurre de prisa. Pronto –entre 10 y 30 años– la fruta amarilla y cremosa que conocemos no será más.
La historia del ascenso y caída de este alimento puede verse como una extraña parábola sobre las corporaciones que cada vez dominan más al mundo y adónde nos están llevando.
El plátano parece un espléndido producto de la naturaleza, pero eso es una dulce ilusión. En su forma actual, su creación fue bastante deliberada. Hasta hace 150 años existía gran variedad de plátanos en las selvas del mundo, los cuales se consumían siempre en las zonas cercanas. Algunos eran dulces; otros, amargos. Los había verdes, morados o amarillos.
Un consorcio llamado United Fruit sacó de la selva un tipo en particular –conocido como Gros Michael– y decidió producirlo en masa en enormes plantaciones, y distribuirlo por el mundo en barcos frigoríficos. El plátano se estandarizó en un modelo amigable: amarillo, cremoso y cómodo de llevar en la lonchera.
Hubo allí una chispa de genio empresarial, pero United Fruit ideó un cruel modelo de negocio para llevarlo a cabo. Como explica el escritor Dan Koeppel en su brillante historia Banana: the fate of the fruit that changed the world (Plátano: el destino de la fruta que cambió al mundo) funcionó así: encuentra un país débil. Asegúrate de que el gobierno sirva a tus intereses. Si no lo hace, derrócalo y remplázalo por uno que sí. Quema sus selvas y construye plantaciones de plátano. Haz que los nativos dependan de ti. Aplasta cualquier brote de sindicalismo. Y luego, ¡lástima!, hay que ver morir los plantíos de plátano por una enfermedad que se disgrega por el mundo. Si eso ocurre, arrójales toneladas de químicos, a ver si sirve de algo. Si no, pásate al país de al lado y vuelve a comenzar.
Parece una exageración hasta que uno estudia lo que pasó. En 1911 el magnate platanero Samuel Zemuray decidió convertir a Honduras en su plantación privada. Reunió algunos gángsteres internacionales, como Guy Ametralladora Maloney; montó un ejército privado e invadió la nación, instalando a un amigo de presidente.
El término “república bananera” se inventó para describir las dictaduras serviles que se crearon para favorecer a las empresas del plátano. A principios de la década de 1950, el pueblo guatemalteco eligió a un profesor de ciencia llamado Jacobo Arbenz, porque prometió redistribuir parte de los fincas bananeras entre los millones de campesinos sin tierra.
El presidente estadunidense Eisenhower y la CIA (encabezada por un ex empleado de United Fruit) giraron instrucciones de matar a esos “comunistas”, haciendo notar que “martillo, hacha, pinzas, desarmador, atizador de fuego o cuchillo de cocina” eran buenos métodos para ese fin. Luego la tiranía con la que los remplazaron asesinó a más de 200 mil personas.
Pero, ¿en qué forma se relaciona esto con la enfermedad que hoy diezma los platanares del mundo? Las pruebas indican que, aun cuando vendan algo tan inocuo como los plátanos, las corporaciones se estructuran para hacer una sola cosa: maximizar las ganancias de sus accionistas. Si no hay normas que las contengan, harán lo que sea por maximizar las ganancias a corto plazo, lo cual conducirá a conductas como destruir el medio ambiente que explotan.
No mucho después que la enfermedad de Panamá comenzó a matar plátanos, a principios del siglo XX, científicos de United Fruit advirtieron al consorcio que cometía dos errores. Uno era construir un gigantesco monocultivo: si todos los plátanos eran de la misma especie, una enfermedad que entrara en la cadena en cualquier lugar del planeta se propagaría con rapidez. ¿La solución? Diversificar las variedades que se producían.
Las normas de cuarentena de la empresa también eran una calamidad. Hasta las personas encargadas de prevenir la infección entraban en plantíos sanos con suelo infectado adherido a sus botas. Pero las soluciones a los dos problemas costaban dinero, y United Fruit no quería pagar. Optó por maximizar ganancias hoy, suponiendo que podría abandonar el negocio del plátano si las cosas salían mal.
Así pues, para la década de 1960 el Gros Michel, que United Fruit había empacado como el único plátano auténtico, estaba muerto. La compañía buscó un remplazo inmune al hongo y al fin dio con el Cavendish**. Era más pequeño, menos cremoso y muy fácil de magullar, pero no había de otra.
Pero, como en una secuela de película de horror, el asesino volvió. En la década de 1980, el Cavendish enfermó también. Ahora está muriendo; su inmunidad era un mito. En muchas partes de África la cosecha ha caído 60 por ciento. Existe consenso entre los científicos de que el hongo acabará infectando todos los plátanos de esa variedad en el mundo. Tal vez habría alguna especie que pueda adaptarse como Plátano 3.0, pero son tan diferentes que parecen una fruta del todo diferente y mucho menos apetitosa. El contendiente más probable es el Goldfinger, que es más rígido y agrio: se le conoce como “la banana ácida”.
Gracias a la mala conducta corporativa y a los límites físicos, parece que estamos en un callejón sin salida. La única esperanza parecería ser un plátano genéticamente modificado para resistir la enfermedad de Panamá. Pero es una posibilidad remota, y encontraría mucha resistencia: ¿a quién le gustaría un banana split hecho con un plátano que contuviera genes de pescado?
¿Hay una parábola de nuestro tiempo en este licuado de plátano, sangre y hongos? Durante cien años, un puñado de corporaciones recibieron una fruta espléndida y se les permitió hacer lo que quisieran con ella. ¿Qué ocurrió? Para exprimirle hasta la última gota de ganancia, destruyeron democracias, quemaron selvas y acabaron matando la fruta misma.
Pero, ¿acaso hemos aprendido? Por todo el mundo, políticos como George Bush y David Cameron nos dicen que regular las corporaciones es “una amenaza” que hay que “combatir”; incluso sostienen que debemos dejar en sus manos el clima del mundo. Para mí, sería una locura.***
* Periodista galardonado, colaborador de The Independent y una veintena de periódicos y revistas de GB, EU, Francia, Canadá y otros países. Amnistía Internacional lo nombró Periodista del Año 2007 por sus reportajes sobre el Congo.
** Conocido en México como tabasco.
*** Juego de palabras intraducible con la expresión “that’s bananas.” (N. del T.)
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Johann Hari*
Debajo de los encabezados que hablan de carestía de alimentos y gobiernos tambaleantes, existe un hecho casi inadvertido: los plátanos mueren. Este alimento, más consumido incluso que el arroz o las papas, tiene su propia forma de cáncer. Se trata de un hongo conocido como enfermedad de Panamá, que da a la fruta un color rojo ladrillo y la vuelve incomible.
No hay cura. Todos los frutos perecen conforme se propaga, lo cual ocurre de prisa. Pronto –entre 10 y 30 años– la fruta amarilla y cremosa que conocemos no será más.
La historia del ascenso y caída de este alimento puede verse como una extraña parábola sobre las corporaciones que cada vez dominan más al mundo y adónde nos están llevando.
El plátano parece un espléndido producto de la naturaleza, pero eso es una dulce ilusión. En su forma actual, su creación fue bastante deliberada. Hasta hace 150 años existía gran variedad de plátanos en las selvas del mundo, los cuales se consumían siempre en las zonas cercanas. Algunos eran dulces; otros, amargos. Los había verdes, morados o amarillos.
Un consorcio llamado United Fruit sacó de la selva un tipo en particular –conocido como Gros Michael– y decidió producirlo en masa en enormes plantaciones, y distribuirlo por el mundo en barcos frigoríficos. El plátano se estandarizó en un modelo amigable: amarillo, cremoso y cómodo de llevar en la lonchera.
Hubo allí una chispa de genio empresarial, pero United Fruit ideó un cruel modelo de negocio para llevarlo a cabo. Como explica el escritor Dan Koeppel en su brillante historia Banana: the fate of the fruit that changed the world (Plátano: el destino de la fruta que cambió al mundo) funcionó así: encuentra un país débil. Asegúrate de que el gobierno sirva a tus intereses. Si no lo hace, derrócalo y remplázalo por uno que sí. Quema sus selvas y construye plantaciones de plátano. Haz que los nativos dependan de ti. Aplasta cualquier brote de sindicalismo. Y luego, ¡lástima!, hay que ver morir los plantíos de plátano por una enfermedad que se disgrega por el mundo. Si eso ocurre, arrójales toneladas de químicos, a ver si sirve de algo. Si no, pásate al país de al lado y vuelve a comenzar.
Parece una exageración hasta que uno estudia lo que pasó. En 1911 el magnate platanero Samuel Zemuray decidió convertir a Honduras en su plantación privada. Reunió algunos gángsteres internacionales, como Guy Ametralladora Maloney; montó un ejército privado e invadió la nación, instalando a un amigo de presidente.
El término “república bananera” se inventó para describir las dictaduras serviles que se crearon para favorecer a las empresas del plátano. A principios de la década de 1950, el pueblo guatemalteco eligió a un profesor de ciencia llamado Jacobo Arbenz, porque prometió redistribuir parte de los fincas bananeras entre los millones de campesinos sin tierra.
El presidente estadunidense Eisenhower y la CIA (encabezada por un ex empleado de United Fruit) giraron instrucciones de matar a esos “comunistas”, haciendo notar que “martillo, hacha, pinzas, desarmador, atizador de fuego o cuchillo de cocina” eran buenos métodos para ese fin. Luego la tiranía con la que los remplazaron asesinó a más de 200 mil personas.
Pero, ¿en qué forma se relaciona esto con la enfermedad que hoy diezma los platanares del mundo? Las pruebas indican que, aun cuando vendan algo tan inocuo como los plátanos, las corporaciones se estructuran para hacer una sola cosa: maximizar las ganancias de sus accionistas. Si no hay normas que las contengan, harán lo que sea por maximizar las ganancias a corto plazo, lo cual conducirá a conductas como destruir el medio ambiente que explotan.
No mucho después que la enfermedad de Panamá comenzó a matar plátanos, a principios del siglo XX, científicos de United Fruit advirtieron al consorcio que cometía dos errores. Uno era construir un gigantesco monocultivo: si todos los plátanos eran de la misma especie, una enfermedad que entrara en la cadena en cualquier lugar del planeta se propagaría con rapidez. ¿La solución? Diversificar las variedades que se producían.
Las normas de cuarentena de la empresa también eran una calamidad. Hasta las personas encargadas de prevenir la infección entraban en plantíos sanos con suelo infectado adherido a sus botas. Pero las soluciones a los dos problemas costaban dinero, y United Fruit no quería pagar. Optó por maximizar ganancias hoy, suponiendo que podría abandonar el negocio del plátano si las cosas salían mal.
Así pues, para la década de 1960 el Gros Michel, que United Fruit había empacado como el único plátano auténtico, estaba muerto. La compañía buscó un remplazo inmune al hongo y al fin dio con el Cavendish**. Era más pequeño, menos cremoso y muy fácil de magullar, pero no había de otra.
Pero, como en una secuela de película de horror, el asesino volvió. En la década de 1980, el Cavendish enfermó también. Ahora está muriendo; su inmunidad era un mito. En muchas partes de África la cosecha ha caído 60 por ciento. Existe consenso entre los científicos de que el hongo acabará infectando todos los plátanos de esa variedad en el mundo. Tal vez habría alguna especie que pueda adaptarse como Plátano 3.0, pero son tan diferentes que parecen una fruta del todo diferente y mucho menos apetitosa. El contendiente más probable es el Goldfinger, que es más rígido y agrio: se le conoce como “la banana ácida”.
Gracias a la mala conducta corporativa y a los límites físicos, parece que estamos en un callejón sin salida. La única esperanza parecería ser un plátano genéticamente modificado para resistir la enfermedad de Panamá. Pero es una posibilidad remota, y encontraría mucha resistencia: ¿a quién le gustaría un banana split hecho con un plátano que contuviera genes de pescado?
¿Hay una parábola de nuestro tiempo en este licuado de plátano, sangre y hongos? Durante cien años, un puñado de corporaciones recibieron una fruta espléndida y se les permitió hacer lo que quisieran con ella. ¿Qué ocurrió? Para exprimirle hasta la última gota de ganancia, destruyeron democracias, quemaron selvas y acabaron matando la fruta misma.
Pero, ¿acaso hemos aprendido? Por todo el mundo, políticos como George Bush y David Cameron nos dicen que regular las corporaciones es “una amenaza” que hay que “combatir”; incluso sostienen que debemos dejar en sus manos el clima del mundo. Para mí, sería una locura.***
* Periodista galardonado, colaborador de The Independent y una veintena de periódicos y revistas de GB, EU, Francia, Canadá y otros países. Amnistía Internacional lo nombró Periodista del Año 2007 por sus reportajes sobre el Congo.
** Conocido en México como tabasco.
*** Juego de palabras intraducible con la expresión “that’s bananas.” (N. del T.)
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
viernes, noviembre 02, 2007
Tabasco
Villahermosa, Tab. Miles de habitantes de la capital tabasqueña comenzaron a hacer este jueves compras de pánico, ante el temor de que el puente Solidaridad, que cruza el río Grijalva, pueda colapsarse en cualquier momento e incomunicar aún más a la ciudad.
De acuerdo con el gobernador Andrés Granier Melo, el número de afectados por el desbordamiento de siete ríos, a causa de dos frente fríos y el desfogue de la presa Peñitas, ya aumentó a más de un millón y los albergues instalados son ya insuficientes, por tal motivo, el gobierno informó que se habilitó un nuevo albergue en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Tabasco, ubicada en la llamada "Zona Cultural", donde se espera la llegada de al menos dos mil damnificados en las próximas horas.

"Es un desastre total", expresó en entrevistas con medios de comunicación electrónicos, tras precisar que en 90 por ciento de la ciudad no hay luz, no hay agua potable y la gente camina en las calles buscando albergue.
"Si hablamos del campo, eso ya no existe, y la ciudad de Villahermosa ha ido sucumbiendo a pesar de que ha habido enorme respuesta de éste pueblo; pero ha ido sucumbiendo colonia por colonia, los bordes, los diques hechos de costales donde se ha trabajado", relató.
"Es la peor tragedia en 90 o 100 años, ningún tabasqueño recuerda algo similar. El río Grijalva rompió en muchos puntos a lo largo y ancho de la ciudad, lo único que nos está resistiendo en este momento es el bordo del malecón Carlos A. Madrazo que está defendiendo el casco antiguo", subrayó Granier Melo.
De acuerdo con el gobernador Andrés Granier Melo, el número de afectados por el desbordamiento de siete ríos, a causa de dos frente fríos y el desfogue de la presa Peñitas, ya aumentó a más de un millón y los albergues instalados son ya insuficientes, por tal motivo, el gobierno informó que se habilitó un nuevo albergue en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Tabasco, ubicada en la llamada "Zona Cultural", donde se espera la llegada de al menos dos mil damnificados en las próximas horas.

"Es un desastre total", expresó en entrevistas con medios de comunicación electrónicos, tras precisar que en 90 por ciento de la ciudad no hay luz, no hay agua potable y la gente camina en las calles buscando albergue.
"Si hablamos del campo, eso ya no existe, y la ciudad de Villahermosa ha ido sucumbiendo a pesar de que ha habido enorme respuesta de éste pueblo; pero ha ido sucumbiendo colonia por colonia, los bordes, los diques hechos de costales donde se ha trabajado", relató.
"Es la peor tragedia en 90 o 100 años, ningún tabasqueño recuerda algo similar. El río Grijalva rompió en muchos puntos a lo largo y ancho de la ciudad, lo único que nos está resistiendo en este momento es el bordo del malecón Carlos A. Madrazo que está defendiendo el casco antiguo", subrayó Granier Melo.

miércoles, octubre 24, 2007
El chico que volvió del infierno
Se estrena 'Sin destino', sobre las vivencias del Nobel Imre Kertész en Auschwitz
JUAN G. BEDOYA
¿Cómo pedir una descripción de lo indescriptible? Es obsceno, o casi, preguntar a un superviviente del Holocausto, atrapado en Budapest por los nazis con apenas 13 años, sobre cómo sobrevivió a semejante tragedia, e incluso cómo la vivió. El silencio es la única pregunta. Dejar hablar, a ver si por el camino de la memoria cabe alguna interrogación. Y a esa memoria ha dedicado su vida Enrique Valdor quien el viernes asistirá a la entrega del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia al Museo de la Memoria del Holocausto de Jerusalén.
Tampoco es fácil hacer preguntas a los que salieron con vida de Auschwitz. Esa es la evidencia que subyace bajo la película Sin destino, del director húngaro Lajos Koltai, en torno a la estremecedora experiencia personal del escritor y premio Nobel de Literatura Imre Kertész.
Enrique Valdor tenía 13 años en 1944 y vivía en Budapest (Hungría) con su familia, cuando, sin saber por qué, como el Joseph K. de El proceso de Kafka, fue detenido una mañana para hacer trabajos forzados o instrucción militar en los ratos libres. Su destino más probable, la muerte; en su chaqueta de niño, mal cosida, la estrella de David que le señalaba como víctima irremediable.
Tenía un año menos que Imre Kertész, hoy premio Nobel de Literatura, también habitante de Budapest. Pero tuvo mejor suerte. Un día, el diplomático Ángel Sanz Briz, el Schindler español, libró de su puño y letra un salvoconducto para la madre y el hermano de Valdor. Lograron llegar a Barcelona sanos y salvos. Allí sigue, vigoroso a sus 76 años, con los recuerdos intactos. Valdor es un superviviente, pero sobre todo un combatiente para que siga viva esa memoria. En Oviedo estará acompañado por su hermano Jaime, también salvado por Sanz Briz. Enrique Valdor enseñó ayer a los periodistas, en la Casa-Sefarad de Madrid, la fotocopia del milagroso salvoconducto.

El Nobel Imre Kertész no tuvo la suerte de Valdor aquel otoño de 1944. Una tarde, el autobús en que viajaba el adolescente Kertész, en vez de regresar al centro de Budapest, tomó el camino de Auschwitz, donde aquel niño flaco y larguirucho vivió lo que no se puede contar salvo que seas un superdotado de las palabras, como Primo Levi, Jean Améry, pocos más.
Imre Kertész es hoy uno de los grandes novelistas europeos, un hombre de una autoridad moral inmarcesible. Ha escrito mucho sobre el Holocausto, y sobre su vida después de Auschwitz, porque "escribir le salvó la vida", ha dicho varias veces. Y también porque "que sucediera [Auschwitz] una vez, significa que hay la posibilidad de que se repita". Con esta frase presentó el pasado 26 de septiembre en Barcelona su último libro, Dossier K, de evidentes resonancias kafkianas como la propia vida de Europa en el siglo pasado, el más criminal de la historia, quizá.
A partir de otro libro de Imre Kertész, el más célebre y vendido, Sin destino (editado en España por Plaza & Janés en 1996), se fraguó la película que se estrena este viernes, y que fue presentada con éxito en el Festival de Berlín en febrero de 2005. A su preestreno en Madrid, ayer, acudió Vandor, que leyó en el cine uno de esos textos que encogen el alma del oyente. "Es difícil representar lo irrepresentable. Con palabras de Kertész, yo no sé lo que es el infierno, sólo sé lo que es un campo de detención y, en su caso, un campo de concentración. Las experiencias de este tipo provocan cierto mutismo entre quienes las hemos sufrido porque, ¿puede alguien comprender que todo un pueblo quisiera exterminar a otro?, ¿hay alguien que pueda entender un horror así?", dijo.
La propia experiencia de Vandor serviría para comprender no sólo la extrema brutalidad de la guerra, sino "el aislamiento, la soledad y la vergüenza" de muchos de los que sobrevivieron a aquella tragedia. Todavía mediados los años sesenta, a este judío nacido en Viena, crecido en Budapest y nacionalizado español, con décadas ya de residencia en Barcelona, le pidieron el certificado de bautismo cuando acudió en Madrid al Ministerio de Justicia a preguntar por el papeleo para hacerse español. "La normalidad de su vida", ironizó ayer en un desayuno con media docena de periodistas.
JUAN G. BEDOYA
¿Cómo pedir una descripción de lo indescriptible? Es obsceno, o casi, preguntar a un superviviente del Holocausto, atrapado en Budapest por los nazis con apenas 13 años, sobre cómo sobrevivió a semejante tragedia, e incluso cómo la vivió. El silencio es la única pregunta. Dejar hablar, a ver si por el camino de la memoria cabe alguna interrogación. Y a esa memoria ha dedicado su vida Enrique Valdor quien el viernes asistirá a la entrega del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia al Museo de la Memoria del Holocausto de Jerusalén.
Tampoco es fácil hacer preguntas a los que salieron con vida de Auschwitz. Esa es la evidencia que subyace bajo la película Sin destino, del director húngaro Lajos Koltai, en torno a la estremecedora experiencia personal del escritor y premio Nobel de Literatura Imre Kertész.
Enrique Valdor tenía 13 años en 1944 y vivía en Budapest (Hungría) con su familia, cuando, sin saber por qué, como el Joseph K. de El proceso de Kafka, fue detenido una mañana para hacer trabajos forzados o instrucción militar en los ratos libres. Su destino más probable, la muerte; en su chaqueta de niño, mal cosida, la estrella de David que le señalaba como víctima irremediable.
Tenía un año menos que Imre Kertész, hoy premio Nobel de Literatura, también habitante de Budapest. Pero tuvo mejor suerte. Un día, el diplomático Ángel Sanz Briz, el Schindler español, libró de su puño y letra un salvoconducto para la madre y el hermano de Valdor. Lograron llegar a Barcelona sanos y salvos. Allí sigue, vigoroso a sus 76 años, con los recuerdos intactos. Valdor es un superviviente, pero sobre todo un combatiente para que siga viva esa memoria. En Oviedo estará acompañado por su hermano Jaime, también salvado por Sanz Briz. Enrique Valdor enseñó ayer a los periodistas, en la Casa-Sefarad de Madrid, la fotocopia del milagroso salvoconducto.

El Nobel Imre Kertész no tuvo la suerte de Valdor aquel otoño de 1944. Una tarde, el autobús en que viajaba el adolescente Kertész, en vez de regresar al centro de Budapest, tomó el camino de Auschwitz, donde aquel niño flaco y larguirucho vivió lo que no se puede contar salvo que seas un superdotado de las palabras, como Primo Levi, Jean Améry, pocos más.
Imre Kertész es hoy uno de los grandes novelistas europeos, un hombre de una autoridad moral inmarcesible. Ha escrito mucho sobre el Holocausto, y sobre su vida después de Auschwitz, porque "escribir le salvó la vida", ha dicho varias veces. Y también porque "que sucediera [Auschwitz] una vez, significa que hay la posibilidad de que se repita". Con esta frase presentó el pasado 26 de septiembre en Barcelona su último libro, Dossier K, de evidentes resonancias kafkianas como la propia vida de Europa en el siglo pasado, el más criminal de la historia, quizá.
A partir de otro libro de Imre Kertész, el más célebre y vendido, Sin destino (editado en España por Plaza & Janés en 1996), se fraguó la película que se estrena este viernes, y que fue presentada con éxito en el Festival de Berlín en febrero de 2005. A su preestreno en Madrid, ayer, acudió Vandor, que leyó en el cine uno de esos textos que encogen el alma del oyente. "Es difícil representar lo irrepresentable. Con palabras de Kertész, yo no sé lo que es el infierno, sólo sé lo que es un campo de detención y, en su caso, un campo de concentración. Las experiencias de este tipo provocan cierto mutismo entre quienes las hemos sufrido porque, ¿puede alguien comprender que todo un pueblo quisiera exterminar a otro?, ¿hay alguien que pueda entender un horror así?", dijo.
La propia experiencia de Vandor serviría para comprender no sólo la extrema brutalidad de la guerra, sino "el aislamiento, la soledad y la vergüenza" de muchos de los que sobrevivieron a aquella tragedia. Todavía mediados los años sesenta, a este judío nacido en Viena, crecido en Budapest y nacionalizado español, con décadas ya de residencia en Barcelona, le pidieron el certificado de bautismo cuando acudió en Madrid al Ministerio de Justicia a preguntar por el papeleo para hacerse español. "La normalidad de su vida", ironizó ayer en un desayuno con media docena de periodistas.
martes, octubre 16, 2007
Alarmante incremento de violencia contra mujeres
Sara Lovera López
México, D.F., 14 de octubre (apro-cimac-semlac).- La violencia que sus parejas aplican a las mujeres creció en 72% en los últimos 17 años en el país, lo que ha generado más gastos en los servicios de salud, tanto en costos como en capacidad de atención.
Los datos señalan que las víctimas bajan su productividad laboral y, como ha crecido el número de mujeres violentadas, también se afecta la productividad nacional por ausencias laborales, distracción en el trabajo y depresión.
Estos son algunos contornos de un estudio aún inédito al que SEMlac tuvo acceso, realizado por cinco investigadoras del Instituto Nacional de Salud Pública, al explorar especificidades de la encuesta nacional efectuada por la Secretaría de Salud en todo el país, durante 2005.
Hallaron que en los últimos 17 años en el país la violencia de pareja aumentó entre 30 y 72%, y que en un solo año más de 7 mil mujeres tuvieron que ir al hospital, lo que equivale a que 30% de más de 24 mil encuestadas requirió atención médica.
De las lesionadas, 13% fueron hospitalizadas con lesiones físicas significativas, resultado de heridas con instrumentos punzo-cortantes o golpes severos en la cabeza.
El análisis señala que la violencia de pareja se da entre mujeres de educación básica, de campo y ciudad, entre casadas y unidas, de diferentes estratos económicos y en las 32 entidades del país.
Rosario Valdez, Martha Híjar, Leticia Ávila, Rosalba Rojas, Aurora Franco y Leonor Rivera, responsables del estudio, afirman que esto debe ser tomado en cuenta para mejorar los servicios de salud y ampliar la mirada en la atención y prevención de este flagelo.
Seleccionaron para su análisis sólo violencia de pareja, y ratificaron que la agresión de maridos o concubinos tiene consecuencias físicas y sicológicas para ellas, además de incidir en la productividad.
También se impacta la economía familiar, por los días que ellas dejan de laborar o las mermas en su salario por desatención al trabajo, afectadas por el sufrimiento.
Esto es particularmente grave en un país en crisis, con más de 3 millones de desempleados, sostiene el documento.
Interés reciente
Las investigaciones a fondo sobre el maltrato de mujeres por parte de sus parejas masculinas son muy recientes en México. Datan de los noventa, apenas hace 17 años.
La población estudiada fue de 34 mil 42 mujeres entre 15 y 80 años. En relación con la escolaridad, llama la atención el nivel educativo reportado por las entrevistadas, que se refleja en la elevada proporción de mujeres que indicaron como máximo la primaria completa (22.6%) y la secundaria (27.3).
El resto de la población se distribuyó de la siguiente manera: 9.1% sin instrucción, 16.8 primaria incompleta, 7.8 carrera técnica o comercial, 10.8 preparatoria o Normal básica, 5.1 licenciatura; sólo 46 mujeres reportaron estudios de posgrado.
Respecto del estado civil, 56% eran casadas, 18% estaba en unión libre, 11.8 eran solteras y el resto separadas, viudas o divorciadas.
Vida con violencia
Al seleccionar sólo a mujeres casadas y unidas que reportan violencia en casa, encontraron un patrón repetitivo de maltrato, a veces durante más de una década.
Las entrevistadas hablaron de violencia física (empujones, golpes, heridas de arma de fuego o punzo-cortante); violencia psicológica o emocional (intimidación, humillaciones verbales, amenaza de violencia física); violencia sexual (forzar física o emocionalmente a la mujer a la relación sexual).
De las que reportaron tener pareja, 7.8% reconoció vivir una relación violenta.
En preguntas indirectas se halló una prevalencia de violencia de pareja de 21.5%, muy por arriba de lo que se había estimado en los noventa.
Para cada uno de los tipos de violencia de pareja actual, la encuesta reveló que sufren la psicológica 19.6%, física 9.8, sexual 7%, y económica 5.1. Se estableció que las mujeres pueden sufrir más de una forma de violencia y que alguna de esas variantes son difícilmente reconocidas o reportadas por las mujeres.
Evidencias
El análisis servirá para investigar cuáles son las condiciones estructurales, culturales o poblacionales que están influyendo en las diferencias y armar políticas públicas adecuadas y no sólo de percepciones generales.
Las investigadoras sostienen que los hallazgos indican que, además de los problemas físicos por las lesiones, las mujeres pueden tener problemas de salud mental e impactos muy desfavorables.
Pero algo más: de las mujeres que reportaron violencia por parte de la pareja actual, 23.5% tuvieron algún tipo de consecuencia para su salud; representando 4.8% del total de entrevistadas. En su mayoría, declararon haber tenido moretones y dolores en el cuerpo.
Estas lesiones se localizaron principalmente en extremidades superiores y en la cabeza.
Dentro de las lesiones físicas provocadas por la violencia, destacan aquellas que se presentaron durante o luego de una relación sexual en el último año. El 11.4% de éstas informaron haber tenido algún tipo de daño: 9.8% infecciones genitales y 8.4 sangrado vaginal.
Necesitaron visitar al médico, en consultorio, 30%. De ellas, una visita 86.5%, y 13.5% tuvieron necesidad de hospitalizarse, lo cual señala la severidad de las lesiones infligidas por la pareja.
Respecto de las lesiones en gestantes, un dato alarmante es que 4.4% refirieron haber sido pateadas y golpeadas en el abdomen en alguno de sus embarazos.
El análisis de las investigadoras muestra que una de cada cinco mujeres en el ámbito nacional sufre violencia de su pareja actual, lo que significa que una proporción importante de la población femenina que demanda atención médica está sufriendo las consecuencias de acciones agresivas y requiriendo servicios de salud, con lo cual se eleva el costo de éstos.
Los datos señalan que las víctimas bajan su productividad laboral y, como ha crecido el número de mujeres violentadas, también se afecta la productividad nacional por ausencias laborales, distracción en el trabajo y depresión.
Estos son algunos contornos de un estudio aún inédito al que SEMlac tuvo acceso, realizado por cinco investigadoras del Instituto Nacional de Salud Pública, al explorar especificidades de la encuesta nacional efectuada por la Secretaría de Salud en todo el país, durante 2005.
Hallaron que en los últimos 17 años en el país la violencia de pareja aumentó entre 30 y 72%, y que en un solo año más de 7 mil mujeres tuvieron que ir al hospital, lo que equivale a que 30% de más de 24 mil encuestadas requirió atención médica.
De las lesionadas, 13% fueron hospitalizadas con lesiones físicas significativas, resultado de heridas con instrumentos punzo-cortantes o golpes severos en la cabeza.
El análisis señala que la violencia de pareja se da entre mujeres de educación básica, de campo y ciudad, entre casadas y unidas, de diferentes estratos económicos y en las 32 entidades del país.
Rosario Valdez, Martha Híjar, Leticia Ávila, Rosalba Rojas, Aurora Franco y Leonor Rivera, responsables del estudio, afirman que esto debe ser tomado en cuenta para mejorar los servicios de salud y ampliar la mirada en la atención y prevención de este flagelo.
Seleccionaron para su análisis sólo violencia de pareja, y ratificaron que la agresión de maridos o concubinos tiene consecuencias físicas y sicológicas para ellas, además de incidir en la productividad.
También se impacta la economía familiar, por los días que ellas dejan de laborar o las mermas en su salario por desatención al trabajo, afectadas por el sufrimiento.
Esto es particularmente grave en un país en crisis, con más de 3 millones de desempleados, sostiene el documento.
Interés reciente
Las investigaciones a fondo sobre el maltrato de mujeres por parte de sus parejas masculinas son muy recientes en México. Datan de los noventa, apenas hace 17 años.
La población estudiada fue de 34 mil 42 mujeres entre 15 y 80 años. En relación con la escolaridad, llama la atención el nivel educativo reportado por las entrevistadas, que se refleja en la elevada proporción de mujeres que indicaron como máximo la primaria completa (22.6%) y la secundaria (27.3).
El resto de la población se distribuyó de la siguiente manera: 9.1% sin instrucción, 16.8 primaria incompleta, 7.8 carrera técnica o comercial, 10.8 preparatoria o Normal básica, 5.1 licenciatura; sólo 46 mujeres reportaron estudios de posgrado.
Respecto del estado civil, 56% eran casadas, 18% estaba en unión libre, 11.8 eran solteras y el resto separadas, viudas o divorciadas.
Vida con violencia
Al seleccionar sólo a mujeres casadas y unidas que reportan violencia en casa, encontraron un patrón repetitivo de maltrato, a veces durante más de una década.
Las entrevistadas hablaron de violencia física (empujones, golpes, heridas de arma de fuego o punzo-cortante); violencia psicológica o emocional (intimidación, humillaciones verbales, amenaza de violencia física); violencia sexual (forzar física o emocionalmente a la mujer a la relación sexual).
De las que reportaron tener pareja, 7.8% reconoció vivir una relación violenta.
En preguntas indirectas se halló una prevalencia de violencia de pareja de 21.5%, muy por arriba de lo que se había estimado en los noventa.
Para cada uno de los tipos de violencia de pareja actual, la encuesta reveló que sufren la psicológica 19.6%, física 9.8, sexual 7%, y económica 5.1. Se estableció que las mujeres pueden sufrir más de una forma de violencia y que alguna de esas variantes son difícilmente reconocidas o reportadas por las mujeres.
Evidencias
El análisis servirá para investigar cuáles son las condiciones estructurales, culturales o poblacionales que están influyendo en las diferencias y armar políticas públicas adecuadas y no sólo de percepciones generales.
Las investigadoras sostienen que los hallazgos indican que, además de los problemas físicos por las lesiones, las mujeres pueden tener problemas de salud mental e impactos muy desfavorables.
Pero algo más: de las mujeres que reportaron violencia por parte de la pareja actual, 23.5% tuvieron algún tipo de consecuencia para su salud; representando 4.8% del total de entrevistadas. En su mayoría, declararon haber tenido moretones y dolores en el cuerpo.
Estas lesiones se localizaron principalmente en extremidades superiores y en la cabeza.
Dentro de las lesiones físicas provocadas por la violencia, destacan aquellas que se presentaron durante o luego de una relación sexual en el último año. El 11.4% de éstas informaron haber tenido algún tipo de daño: 9.8% infecciones genitales y 8.4 sangrado vaginal.
Necesitaron visitar al médico, en consultorio, 30%. De ellas, una visita 86.5%, y 13.5% tuvieron necesidad de hospitalizarse, lo cual señala la severidad de las lesiones infligidas por la pareja.
Respecto de las lesiones en gestantes, un dato alarmante es que 4.4% refirieron haber sido pateadas y golpeadas en el abdomen en alguno de sus embarazos.
El análisis de las investigadoras muestra que una de cada cinco mujeres en el ámbito nacional sufre violencia de su pareja actual, lo que significa que una proporción importante de la población femenina que demanda atención médica está sufriendo las consecuencias de acciones agresivas y requiriendo servicios de salud, con lo cual se eleva el costo de éstos.
miércoles, agosto 22, 2007
martes, julio 24, 2007
La alianza fiscal (del FAP)
Marco Rascón
Bajo el mismo criterio maniqueo de que los "enemigos de mis enemigos son mis amigos", la fuerza legislativa del lopezobradorismo no sólo dio inicio a un proceso de negociación de la reforma fiscal, sino que lanzó a la derecha empresarial una propuesta de reforma fiscal que a cambio de aislar a Felipe Calderón -llamado "el espurio"- sacrifica toda congruencia programática de izquierda que pretendería un Estado fuerte, capaz de imponerle a esta caricatura de burguesía y empresariado subsidiado, controles para que pagaran sus impuestos, resultado de ganancias extraordinarias, gracias al proteccionismo y el subsidio estatal.
El Frente Amplio Progresista (FAP) sale en defensa de ese sector privilegiado y se suma al coro contra una medida que impactaría a los grupos económicos que se benefician de la exención fiscal, como los Teletones, los redondeos, las donaciones, la educación privada, la filantropía y el altruismo.
Los legisladores del FAP rechazan la llamada contribución empresarial de tasa única (CETU), hecha por Felipe Calderón, y con ello coinciden -más con el hígado que con los principios- con las cúpulas empresariales de la Coparmex, Canacintra, Consejo Coordinador Empresarial, Grupo Monterrey, el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, las trasnacionales, los empresarios españoles y el puñado de familias que constituyen la cerrada y monopólica oligarquía mexicana.
El pasado 12 de julio se publicaron desplegados de las llamadas organizaciones de la sociedad civil (OSC), defendiendo a sus donadores contra la llamada CETU que, dicen, "provocará que los pobres sufran más de lo que ya sufren" ante el hecho de que las personas altruistas del país "dejen de dar donativos a nuestras instituciones".
O sea, lo que el FAP defiende es que la política social se siga haciendo a través de las empresas privadas y la estructura filantrópica, en vez de que sea por conducto del Estado. Bueno sería que toda la estructura teletonaria (del Teletón y sus derivados) hicieran filantropía y ejercitaran su altruismo con el dinero de sus ganancias netas y no con recursos públicos mediante la exención fiscal.
Ello explica por qué surgieron como hongos las Instituciones de Asistencia Privada y asociaciones civiles que son el parapeto empresarial para la evasión fiscal de las grandes empresas que con donativos y atendiendo pobres o discapacitados resuelven sus preocupaciones religiosas a cambio de negarle al César lo que es del César.
Bajo esta estructura rapaz, de cada pobre "que atienden", fabrican cientos más sin empleo y cierran cualquier alternativa para mejorar las condiciones alimentarias, de educación y salud.
En el fondo del debate y las alianzas está el rechazo a lograr una recaudación eficiente, producto de una visión profundamente reaccionaria. Oponerse por oponerse, sin ver el fondo de la necesidad de un Estado económicamente fuerte, es coincidir con las más radicalizadas posiciones neoliberales que buscan recortar los ingresos del Estado y achicar su capacidad de gasto e inversión.
La actitud del FAP al sumarse a la ola empresarial derechista con tal de combatir "al espurio" constituye una traición programática a la izquierda que dicen representar en el Congreso y significa un populismo oportunista coincidente con la derecha.
Vea el lector los desplegados y declaraciones, de estos agrupamientos, incluyendo los de la Confederación Nacional de Escuelas Particulares que no pagan ISR, que viven de los donativos privados que se exentan del pago de impuestos y cuyas colegiaturas aumentaron más que la inflación. Razonamiento corto: la evasión y la hacienda pública pagan la educación privada a manera de subsidio fiscal.
Cuando el FAP asegura que la CETU es una reforma laboral oculta, no se dice que fue en la pasada administración del Gobierno del Distrito Federal cuando más se contrató por honorarios.
Si la Revolución Francesa tuvo un origen fiscal que generó las causas para la convocatoria de los Estados Generales (nobleza, clero y los comunes), esto fue posible cuando sectores de la nobleza liberal y el bajo clero se unieron a los comunes y cambiaron el carácter de la Asamblea a una constituyente que derrumbó el Estado monárquico y su estructura fiscal. Acá pareciera todo al revés: los liberales se unen a la monarquía y los intereses del clero y lo apoyan en su objetivo de defender sus privilegios de casta.
Es claro que la llamada "propuesta alternativa hacendaria" del FAP es una vergüenza para la izquierda y para la congruencia, porque al final ha sido inventada en el último momento para defender su derecho a negociar privilegios de clase política, ante la orden "¡cero negociación!" Sin embargo, fueron más allá y, pretendiendo engañar a todos, hicieron una propuesta que es un canto a la oligarquía y a la derecha empresarial mexicana para mantener sus privilegios.
Bajo el mismo criterio maniqueo de que los "enemigos de mis enemigos son mis amigos", la fuerza legislativa del lopezobradorismo no sólo dio inicio a un proceso de negociación de la reforma fiscal, sino que lanzó a la derecha empresarial una propuesta de reforma fiscal que a cambio de aislar a Felipe Calderón -llamado "el espurio"- sacrifica toda congruencia programática de izquierda que pretendería un Estado fuerte, capaz de imponerle a esta caricatura de burguesía y empresariado subsidiado, controles para que pagaran sus impuestos, resultado de ganancias extraordinarias, gracias al proteccionismo y el subsidio estatal.
El Frente Amplio Progresista (FAP) sale en defensa de ese sector privilegiado y se suma al coro contra una medida que impactaría a los grupos económicos que se benefician de la exención fiscal, como los Teletones, los redondeos, las donaciones, la educación privada, la filantropía y el altruismo.
Los legisladores del FAP rechazan la llamada contribución empresarial de tasa única (CETU), hecha por Felipe Calderón, y con ello coinciden -más con el hígado que con los principios- con las cúpulas empresariales de la Coparmex, Canacintra, Consejo Coordinador Empresarial, Grupo Monterrey, el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, las trasnacionales, los empresarios españoles y el puñado de familias que constituyen la cerrada y monopólica oligarquía mexicana.
El pasado 12 de julio se publicaron desplegados de las llamadas organizaciones de la sociedad civil (OSC), defendiendo a sus donadores contra la llamada CETU que, dicen, "provocará que los pobres sufran más de lo que ya sufren" ante el hecho de que las personas altruistas del país "dejen de dar donativos a nuestras instituciones".
O sea, lo que el FAP defiende es que la política social se siga haciendo a través de las empresas privadas y la estructura filantrópica, en vez de que sea por conducto del Estado. Bueno sería que toda la estructura teletonaria (del Teletón y sus derivados) hicieran filantropía y ejercitaran su altruismo con el dinero de sus ganancias netas y no con recursos públicos mediante la exención fiscal.
Ello explica por qué surgieron como hongos las Instituciones de Asistencia Privada y asociaciones civiles que son el parapeto empresarial para la evasión fiscal de las grandes empresas que con donativos y atendiendo pobres o discapacitados resuelven sus preocupaciones religiosas a cambio de negarle al César lo que es del César.
Bajo esta estructura rapaz, de cada pobre "que atienden", fabrican cientos más sin empleo y cierran cualquier alternativa para mejorar las condiciones alimentarias, de educación y salud.
En el fondo del debate y las alianzas está el rechazo a lograr una recaudación eficiente, producto de una visión profundamente reaccionaria. Oponerse por oponerse, sin ver el fondo de la necesidad de un Estado económicamente fuerte, es coincidir con las más radicalizadas posiciones neoliberales que buscan recortar los ingresos del Estado y achicar su capacidad de gasto e inversión.
La actitud del FAP al sumarse a la ola empresarial derechista con tal de combatir "al espurio" constituye una traición programática a la izquierda que dicen representar en el Congreso y significa un populismo oportunista coincidente con la derecha.
Vea el lector los desplegados y declaraciones, de estos agrupamientos, incluyendo los de la Confederación Nacional de Escuelas Particulares que no pagan ISR, que viven de los donativos privados que se exentan del pago de impuestos y cuyas colegiaturas aumentaron más que la inflación. Razonamiento corto: la evasión y la hacienda pública pagan la educación privada a manera de subsidio fiscal.
Cuando el FAP asegura que la CETU es una reforma laboral oculta, no se dice que fue en la pasada administración del Gobierno del Distrito Federal cuando más se contrató por honorarios.
Si la Revolución Francesa tuvo un origen fiscal que generó las causas para la convocatoria de los Estados Generales (nobleza, clero y los comunes), esto fue posible cuando sectores de la nobleza liberal y el bajo clero se unieron a los comunes y cambiaron el carácter de la Asamblea a una constituyente que derrumbó el Estado monárquico y su estructura fiscal. Acá pareciera todo al revés: los liberales se unen a la monarquía y los intereses del clero y lo apoyan en su objetivo de defender sus privilegios de casta.
Es claro que la llamada "propuesta alternativa hacendaria" del FAP es una vergüenza para la izquierda y para la congruencia, porque al final ha sido inventada en el último momento para defender su derecho a negociar privilegios de clase política, ante la orden "¡cero negociación!" Sin embargo, fueron más allá y, pretendiendo engañar a todos, hicieron una propuesta que es un canto a la oligarquía y a la derecha empresarial mexicana para mantener sus privilegios.
domingo, junio 10, 2007
México empuja a 5 millones de jóvenes a la delincuencia
El Universal
Casi una cuarta parte de los 27 millones de jóvenes del país no estudian ni trabajan. Cinco millones tienen pocas oportunidades de entrar a la Población Económicamente Activa, por lo que ser delincuente es más redituable que obtener un empleo y, si los atrapan, el sistema penal los induce más al crimen sin readaptarlos.
Es el caso de Edwin, que a sus 21 años ha entrado dos veces al tutelar de menores y una a la cárcel, acusado de robo. Fue tratado como esclavo por los reos y sólo encontró en la calle, en la pandilla, la familia que nunca tuvo.
No es el único. Están también El Memo, que roba autos por 3 mil pesos cada uno, o Manuel y Ricardo quienes, siendo pareja, se prostituyen porque de esa forman cuadruplican los ingresos que tenían cuando trabajaban para una empresa telefónica que les ofrecía un sueldo de hambre.
La mayor parte de los reclusos del país son menores de 30 años, jóvenes encerrados en cárceles o consejos tutelares donde se "gradúan" en criminalidad en lugar de readaptarse a la sociedad.
Cerca de 70% de adolescentes y muchachos mayores de edad están en prisión por robo; la mitad de ellos hurtó objetos con un valor menor a los 6 mil pesos y una cuarta parte arrebató cosas que no valían ni mil.
De los consignados, 70% son "novatos" en las cárceles, los más maltratados por los reincidentes.
Su readaptación es impensable en prisiones saturadas hasta en 300%. Son simples "cajas de humanos", detalla el investigador y maestro en Políticas Públicas, Guillermo Zepeda Lecuona.
La delincuencia tiene en la juventud sin ocupación un enorme campo fértil. Los coopta por todo el país, desde la colonia San Simón, en el DF, hasta en los barrios más recios de Mexicali, donde existen 122 pandillas de delincuentes juveniles, que cometen 70% de los ilícitos de la ciudad.
¿Apelar al rescate gubernamental? Impensable. Las política hacia la juventud, desde la mitad del siglo pasado, sólo ha usado como "carne de cañón" a los jóvenes; porros al servicio de los partidos políticos.
Por su parte, las empresas privadas no ofrecen incentivos atractivos para incorporar a los jóvenes al campo de trabajo. Sueldos magros, sin prestaciones, es lo más que les ofrecen.
En otros países existen salidas. Esfuerzos individuales o de pequeñas organizaciones que por medio de oficios, deporte y arte sacan a los jóvenes del círculo de violencia o previenen que ingresen a él. Pero el gobierno mexicano, al igual que otros en la región, se concentran sólo en estrategias policiacas, las cuales siguen fracasando no sólo en este país, sino en todo el mundo.
Es el caso de Edwin, que a sus 21 años ha entrado dos veces al tutelar de menores y una a la cárcel, acusado de robo. Fue tratado como esclavo por los reos y sólo encontró en la calle, en la pandilla, la familia que nunca tuvo.
No es el único. Están también El Memo, que roba autos por 3 mil pesos cada uno, o Manuel y Ricardo quienes, siendo pareja, se prostituyen porque de esa forman cuadruplican los ingresos que tenían cuando trabajaban para una empresa telefónica que les ofrecía un sueldo de hambre.
La mayor parte de los reclusos del país son menores de 30 años, jóvenes encerrados en cárceles o consejos tutelares donde se "gradúan" en criminalidad en lugar de readaptarse a la sociedad.
Cerca de 70% de adolescentes y muchachos mayores de edad están en prisión por robo; la mitad de ellos hurtó objetos con un valor menor a los 6 mil pesos y una cuarta parte arrebató cosas que no valían ni mil.
De los consignados, 70% son "novatos" en las cárceles, los más maltratados por los reincidentes.
Su readaptación es impensable en prisiones saturadas hasta en 300%. Son simples "cajas de humanos", detalla el investigador y maestro en Políticas Públicas, Guillermo Zepeda Lecuona.
La delincuencia tiene en la juventud sin ocupación un enorme campo fértil. Los coopta por todo el país, desde la colonia San Simón, en el DF, hasta en los barrios más recios de Mexicali, donde existen 122 pandillas de delincuentes juveniles, que cometen 70% de los ilícitos de la ciudad.
¿Apelar al rescate gubernamental? Impensable. Las política hacia la juventud, desde la mitad del siglo pasado, sólo ha usado como "carne de cañón" a los jóvenes; porros al servicio de los partidos políticos.
Por su parte, las empresas privadas no ofrecen incentivos atractivos para incorporar a los jóvenes al campo de trabajo. Sueldos magros, sin prestaciones, es lo más que les ofrecen.
En otros países existen salidas. Esfuerzos individuales o de pequeñas organizaciones que por medio de oficios, deporte y arte sacan a los jóvenes del círculo de violencia o previenen que ingresen a él. Pero el gobierno mexicano, al igual que otros en la región, se concentran sólo en estrategias policiacas, las cuales siguen fracasando no sólo en este país, sino en todo el mundo.
lunes, mayo 28, 2007
Las Afore, el saqueo institucionalizado
Carlos Fernández-Vega
Tanta belleza catequiza a cualquier hereje sobre las bondades del sistema privado de pensiones impuesto en México a partir de 1997: el 40 por ciento de los trabajadores que cotizan en las administradoras privadas de fondos para el retiro (Afore) obtendrá, en el mejor de los casos, una pensión menor a un salario mínimo.
¿En qué se traduce lo anterior? Sencillo: en que alrededor de 15 millones de mexicanos están condenados a "vivir", abundancia ante todo, con menos de mil 500 pesos mensuales gracias a la "reforma estructural" en materia de pensiones "recomendada" por el Banco Mundial, impuesta por el zedillato y aplicada religiosamente por los "gobiernos" del "bienestar para la familia", el "cambio" y la "continuidad".
Para los incrédulos, los datos citados no provienen de los afectados por las "reformas" a las leyes del IMSS y/o el ISSSTE o los sobrevivientes de 1997, sino de la comparecencia del mismísimo presidente de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), Moisés Schwartz, quien además de no desmentir la información aportó como cereza del pastel el siguiente elemento: algunas Afore cobran una comisión equivalente a 25 por ciento de los recursos aportados por cada trabajador, una tajada, dijo, "fuera de toda proporción". La competencia entre las administradoras privadas de fondos de pensiones no ha sido en beneficio de los trabajadores que son dueños de esos recursos, según sus propias palabras.
Una década después, gracias a la citada "reforma estructural", practicada "en beneficio de los trabajadores" (se presumió en su momento, y se presume ahora), ese es el venturoso futuro para quienes, obligadamente, entregan su ahorro a las 21 entidades financieras privadas (de capital foráneo muchas de ellas, la banca en primer lugar) dedicadas a la "administración" de recursos de terceros, las cuales, en los hechos, se quedan con la mayor tajada del circuito.
En esa década las "administradoras" privadas de fondos para el retiro han acumulado utilidades netas, limpias de polvo y paja, superiores a 26 mil millones de pesos, mientras la perspectiva para los cotizantes es verdaderamente tétrica. Más de 7 millones de pesos diarios de utilidad neta a lo largo de diez años por jinetear el dinero de los trabajadores obligadamente inscritos en el nuevo sistema, el cual, dicho sea de paso, históricamente ha sido el más oneroso en toda América Latina.
Si a estas alturas "vivir" con un salario mínimo es una hazaña digna de reconocimiento mundial, habrá que imaginar, y no hay que ser muy creativo para ello, qué será hacerlo con menos de un mini ingreso de "pensión".
¿En qué se traduce lo anterior? Sencillo: en que alrededor de 15 millones de mexicanos están condenados a "vivir", abundancia ante todo, con menos de mil 500 pesos mensuales gracias a la "reforma estructural" en materia de pensiones "recomendada" por el Banco Mundial, impuesta por el zedillato y aplicada religiosamente por los "gobiernos" del "bienestar para la familia", el "cambio" y la "continuidad".
Para los incrédulos, los datos citados no provienen de los afectados por las "reformas" a las leyes del IMSS y/o el ISSSTE o los sobrevivientes de 1997, sino de la comparecencia del mismísimo presidente de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), Moisés Schwartz, quien además de no desmentir la información aportó como cereza del pastel el siguiente elemento: algunas Afore cobran una comisión equivalente a 25 por ciento de los recursos aportados por cada trabajador, una tajada, dijo, "fuera de toda proporción". La competencia entre las administradoras privadas de fondos de pensiones no ha sido en beneficio de los trabajadores que son dueños de esos recursos, según sus propias palabras.
Una década después, gracias a la citada "reforma estructural", practicada "en beneficio de los trabajadores" (se presumió en su momento, y se presume ahora), ese es el venturoso futuro para quienes, obligadamente, entregan su ahorro a las 21 entidades financieras privadas (de capital foráneo muchas de ellas, la banca en primer lugar) dedicadas a la "administración" de recursos de terceros, las cuales, en los hechos, se quedan con la mayor tajada del circuito.
En esa década las "administradoras" privadas de fondos para el retiro han acumulado utilidades netas, limpias de polvo y paja, superiores a 26 mil millones de pesos, mientras la perspectiva para los cotizantes es verdaderamente tétrica. Más de 7 millones de pesos diarios de utilidad neta a lo largo de diez años por jinetear el dinero de los trabajadores obligadamente inscritos en el nuevo sistema, el cual, dicho sea de paso, históricamente ha sido el más oneroso en toda América Latina.
Si a estas alturas "vivir" con un salario mínimo es una hazaña digna de reconocimiento mundial, habrá que imaginar, y no hay que ser muy creativo para ello, qué será hacerlo con menos de un mini ingreso de "pensión".
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sábado, abril 21, 2007
¿Y si Irán Hubiera invadido México?


Artículo completo. La Jornada. 2007/04/21
viernes, abril 20, 2007
Lista de presos políticos de Yucatán
A raíz de las propuestas contra el espurio y Bush en Yucatán, aquí la lista de presos políticos.
Fuente: U-lool T’an
Exp. Juez Detenido
130/07 2 maria victoria texeira
130/07 2 fabian sonda souza
130/07 7 juan jose garcia ortiz
130/07 7 miguel sulu mut
130/07 7 william enrique vera veliz
130/07 7 carlos orlando mejia cocom
130/07 7 roger adolfo magaña yam
130/07 7 edgar manuel gomez navarro
130/07 7 gerardo gonzalez miranda
130/07 7 Ivan Alexander Baas Osorio
130/07 7 carlos miguel lopez sierra
130/07 7 leonido g. moguel bergman
130/07 7 luis fernando rodriguez lopez
130/07 7 juan carlos cohuo uicab
130/07 1 fernando posadas gonzalez
130/07 1 sara gabriela guzman muñoz Liberada pagando fianza de 37,100 pesos
129/07 1 Juan Canche Canul
130/07 7 isaac gualberto mutul guevara
130/07 7 marta carolina ruiz puch
130/07 7 julian bernardino campos casanova
130/07 7 rigoberto moreno mendoza
130/07 7 mario alberto tuz medina
130/07 7 Yahaira Solis
130/07 7 Eduardo Ojeda Garcia
130/07 7 Claudia Ceron Vega
Fuente: U-lool T’an
Exp. Juez Detenido
130/07 2 maria victoria texeira
130/07 2 fabian sonda souza
130/07 7 juan jose garcia ortiz
130/07 7 miguel sulu mut
130/07 7 william enrique vera veliz
130/07 7 carlos orlando mejia cocom
130/07 7 roger adolfo magaña yam
130/07 7 edgar manuel gomez navarro
130/07 7 gerardo gonzalez miranda
130/07 7 Ivan Alexander Baas Osorio
130/07 7 carlos miguel lopez sierra
130/07 7 leonido g. moguel bergman
130/07 7 luis fernando rodriguez lopez
130/07 7 juan carlos cohuo uicab
130/07 1 fernando posadas gonzalez
130/07 1 sara gabriela guzman muñoz Liberada pagando fianza de 37,100 pesos
129/07 1 Juan Canche Canul
130/07 7 isaac gualberto mutul guevara
130/07 7 marta carolina ruiz puch
130/07 7 julian bernardino campos casanova
130/07 7 rigoberto moreno mendoza
130/07 7 mario alberto tuz medina
130/07 7 Yahaira Solis
130/07 7 Eduardo Ojeda Garcia
130/07 7 Claudia Ceron Vega
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