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miércoles, agosto 26, 2009

De un mundo mágico…

Tomás Mojarro

“¡Yo soy Oaxaca!, en la presencia de sus siete regiones; en sus trajes de vértigos en colorido que roban al paisaje los tonos de su luz; en el perfil moreno de sus mujeres disímiles de carácter, a veces místicas, humildes, sonadoras y también alegres y agresivas en la belleza; fieles hasta la obse­sión y sacrificadas hasta el coraje…!

En el recuerdo mantengo las imágenes de Oaxaca, mis valedores. Cierro los ojos, me miro de piel adentro y me veo mano con mano de una mujer, sota moza que es flor y espejo de Ciudad Ixtepec. Nallieli su nombre, que en zapoteca significa: “yo te amo”. Con mi única planeaba viajar hasta Oaxaca, la capital, y asistir al espectáculo, magia y esplendor, de La Guelaguetza, soberbia expresión de cultura, folklore, raíz, tradición y seña de identidad de ese pueblo que es abanico y mosaico de tantos pueblos. La Guelaguetza, sobrevivencia de un mundo mágico. Mis valedores…

¿Alguno de ustedes habrá asistido a los Lunes del Cerro en el Cerro del Fortín, oeste de la ciudad? ¿Alguno ha admirado esa que es, a ojos, oídos y espíritu, maravilla de color y fulgores, y encantamiento de sones, tonadas, clamor y recitaciones de música y flor, olanes y plumas, y brillos y cintas y enrevesados juegos coreográficos que saben a raíz de un pueblo que es multitud de pueblos, y esencia e idiosincrasia, e identidad. Era el 2006. Mi única y su servidor (de ella) planeábamos asistir a los Lunes del Cerro…

¡Yo soy Oaxaca! Y hablo con la voz de mi fértil suelo, de mis agrestes montañas, de mis fecundos bosques y de mi tierra erosionada; con los cafetos y la copra señoreando el cielo con la brisa de un mar intensamente azul, que retrata entre sus aguas las alturas; también, y con el agrio dulzón de mis pinas derramando sus mieles en las bocas que rezan un rito de emoción. Así, con esos labios, voy a dialogar hacia mí misma…”

Cálida prosa con la que Dn. Francis­co Hernández Domínguez trova a su tierra, prosa a la que me permito agregar: La Guelaguetza: cerrados los ojos contemplo la parvada de danzantes llegados de las siete regiones, cuajaron de penachos y máscaras, danzas y ofrendas, que al vivo rayo del sol ejecutan un mágico ceremonial acompasado a tonadas que a toda garganta y a pecho abierto se claman en tono mayor, o se salmodian a lo hondo, a lo memorioso, a lo melancólico, en un acompasado tono menor. La Guelaguetza…

Porque yo, mi mano en la de mi istmeña de Ciudad Ixtepec, año con año desde hace algunos, presenciaba esa ceremonia que es síntesis y amalgama de lo indígena tradicional y español y mestizo, donde se queman el copal y el incienso a Centéotl, diosa del maíz tierno, y a la Virgen que vino de España y convive en santa paz con la Princesa Donají, con el rey Cosijoeza y el arrogante Zahuindanda, el Flechador del Sol…

Fue en esta semana, pero del 2006. A la fiesta del espíritu y los sentidos pensá­bamos asistir mi Nallieli y su servidor (de ella). Contando las horas se nos iban los días, pero a mí y a tantos nos dejaran vestidos, alborotados y alborozados, yo, reluciente mi chaleco de pelos y mi única con los collares de monedas de oro, su atuendo de tehuana con el “resplandor” con que habría de enmarcar el resplandor de su rostro. Vestidos y alborotados quedamos mi Nallieli, su amador y los oficiantes de La Guelaguetza, representantes altivos de la “raza de bailadores de jarabe”, que dijo López Velarde. Lástima.

Lástima grande, porque a la fiesta de los Lunes del Cerro del 2006 se le atravesó la insurrección de la APPO y maestros de la Sección 22 (causas justísimas) contra el gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz, que iba a degenerar en decenas de heridos, fuego y destrucción de automóviles y locales comerciales, la prisión de varios maestros y militantes de la APPO y la muerte de un periodista extranjero. ¿Ulises Ruiz, del que exigían su destitución, para que el gobierno terminara sustituyéndolo por otro del mis­mo Sistema? Ese, en la fiesta de La Guela­guetza de este 2009, presidiéndolo todo en primera fila del graderío. Mis valedores:

¿Alguna vez lograrán los maestros pensar, hacer un ejercicio de autocrítica y crear las tácticas apropiadas para la defensa de sus objetivos de lucha? ¿O pura mega-marchita y plantón? “¡E-xi-gi-mos!” Dios…

Este año tampoco podré asistir a los Lunes del Cerro, ni siquiera porque La Guelaguetza se celebra por partida doble: la oficial y la de los maestros y la APPO. No habré de asistir. Es que mi Nallieli de alguna forma ya no es de este mundo. Tampoco yo. (Y duele.)

miércoles, agosto 19, 2009

¿Desde la fe…?

Tomás Mojarro

El laicismo es la dictadura de nuestro tiempo: pretende erigirse como único director de la escena, olvidando que cada ciudadano tiene derecho a ser tomado en cuenta con todos sus valores y principios. (P. M. A. Flores.)

Si no es en este sexenio, cuando. El primero que en su afán de legitimarse en Los Pinos lesionó el Estado laico al establecer relaciones diplomáticas entre nuestro país y El Vaticano fue Carlos Salinas. Vendrían más tarde Fox y el devoto del Verbo Encarnado, que han permitido a la capa pluvial lastimar el laicismo que habían conseguido establecer los liberales de Gómez Farías y Benito Juárez. Hoy, matador vestido de luces partiendo plaza, pavo real que se pavonea en un corral de gallinas, Norberto Rivera impone condiciones a la vida nacional, y a ver quién frena su activismo político. Leo a P.M.A. Flores en reciente edición de Desde la fe, órgano oficial de la Conferencia del Episcopado Mexicano:

“Uno de los capítulos menos conocidos de nuestra historia reciente es la “persecución religiosa de 1924-29. La ley Calles detonó el verdadero conflicto: el gobierno y su fuerza militar contra el pueblo creyente y sus tradiciones religiosas”.

Más le vale al clero, mis valedores: que los mexicanos desconozcan la historia del país y el funesto protagonismo de las sotanas desde antes de las guerras de independencia hasta el día de hoy, que entonces conocerían (muy aparte la religión, para mí intocable) la actuación de la más nefasta plaga que ha asolado este país, un clero autor intelectual de las traiciones y felonías de López de Santa Anna y demás abyectos. Quien estudia la historia y conoce la actuación de los tonsurados considera un prodigio que el medio México que sobrevivió al naufragio que le causaron gringos, sotanas y traidores, se haya consolidado como país. Laus Deo.

Mínimo botoncillo de muestra: “Ante la urgencia de detener al invasor, Gómez Farías solicitó un préstamo al clero, principal capitalista del país, que se lo negó. Desesperado por tan antipatriótica actitud, el presidente dictó un decreto que autorizaba a ocupar los bienes eclesiásticos. El clero, entonces, utilizó el dinero para equipar grupos de voluntarios aristócratas apodados polkos, que desconocieron al gobierno. Santa Anna destituyó a Gómez Farías y regresó al clero sus bienes. Este, en recompensa, le otorgó un préstamo de dos millones de pesos. Más tarde, en Jalapa y en honor del Gral. Scott, el Tedeum y el día de campo, donde los munícipes clericales brindaron a la salud del ejército americano y por la anexión de México a los Estados Unidos, mientras los cadáveres de patriotas mexicanos…”

Que la historia oficial ha cercenado la memoria del movimiento cristero, afirma P. M.A. Flores, y que (con esa sintaxis) “hemos tenido que esperar la pluma de escritores extranjeros como Graham Green y su novela El Poder y la Gloría o historiadores de gran talante -por cierto de otras latitudes, hoy nacionalizado mexicano- (sic) como Jean Meyer y su célebre libro La Cristiada, para conocer que hubo un largo y sangriento capítulo ignorado deliberadamente por el régimen revolucionario”.

¡Viva también la Reacción! ¡La reacción es la única parte del sector mexicano que tiene derecho a la vida! ¡Más nos vale un solo Juan Diego que todos los Juárez de la historia…! (Pregón sinarquista.)

De no creerse, mis valedores. Uno pudiese suponer que en el México actual ese episodio renegrido de la historia patria que fue el movimiento cristero quedó muerto y sepultado para bien del país, pero ahora resulta que la “cristera” no ha muerto; que, hidra de siete cabezas, la añeja contienda armada con que el fanatismo cristero enfrentó la Constitución de 1917 para sembrar, como resultado, un almacigo de hasta 70 mil cadáveres, se resiste a morir, y que sus siniestros rescoldos son atizados por los Norberto Rivera que en el siglo XIX atacaron la constitución de 1857. Si no es en el sexenio del Verbo Encarnado cuándo. Así activa el alto clero una hornilla apagada que intenta convertir, una vez más, en hornaza:

Un régimen anticlerical y masón provocó, en el exceso de su intolerancia, el control de las manifestaciones religiosas que derivaron en una resistencia heroica de miles de católicos y una represión cobarde y sanguinaria por parte del gobierno revolucionario… (P.M.A. Flores.)

viernes, agosto 14, 2009

Especialista en “estados fallidos”

Tomás Mojarro

Estados Unidos reconoció la independencia mexicana enviando por Ministro Plenipotenciario a Mr. Joel R. Poinsett, quien ejerció un pernicioso influjo en la política fomentando la frac-masonería…

Este dicho Poinsett, especialista en “estados fallidos”, había venido a nuestro país y tanteado el terreno para sus maquinaciones, y explorado las posibilidades y ventajas para el Norte rapaz, y ofrecido hasta 5 millones de dólares por el estado de Texas. Apenas consumada la independencia de México Poinsett fue enviado en calidad de ministro plenipotenciario del país que hoy nos envía al cubano-norteamericano Carlos Pascual, especialista, él también, en “estados fallidos”. Para calcular semejanzas o diferencias del México de 1822 y el de hoy día, aquí algunos párrafos del diario de viaje del susodicho Poinsett.

“¡Cuántas dificultades, peligros y privaciones! Sin nada qué comer, excepto tasajo o carne seca; sin nada que beber, excepto pulque. Ventas carentes de lo más necesario y horriblemente sucias; ladrones en cada paso de la montaña, gritos y chiflidos. Estuve escuchando un largo catálogo de miserias y peligros a los que tendré que enfrentarme…”

Ricos y pobres. “Entre nosotros (en EU) el forastero no ve ese sorprendente y asqueroso contraste entre el esplendor de los ricos y la escuálida penuria de los pobres que constantemente hiere sus ojos en México.” De 1822 al 2009, ¿ha cambiado el país? ¿Cuánto…?

Burocracia. “Con una deuda exorbitante, el presupuesto para el sostenimiento del gobierno es muy elevado, y el número de personas empleadas en los diversos ramos de la administración aumenta, de modo excesivo, los gastos de ésta”. ¿Ha cambiado…?

¿Justicia en México? “Los abogados: un gremio numeroso y la práctica de la abogacía no es, como en Estados Unidos, un llamamiento a la justicia imparcial, sino al arte de multiplicar actuaciones y de aplazar resoluciones hasta conseguir el apoyo del juez por medio de influencias y sobornos…” (¿Así era? ¿Ya no es?)

Las mujeres. “Las casadas son de modales muy agradables. Se dice que son fieles al amante favorecido y que una intriga de esta clase no afecta la reputación de una dama”.

La religión. “Sienten placer infantil al marchar en procesiones y para ellas se visten del modo más fantástico, y los sacerdotes han considerado necesario permitirles que mezclen sus danzas y mojigangas con las ceremonias católicas (…) Son los campesinos, sobrios, industriosos, dóciles, ignorantes y supersticiosos. Dejan que sus sacerdotes los manejen para bien o para mal. ¿El agro? Ese está completamente arruinado”. ¿Y hoy…?

Los sacerdotes. “Ejercen una influencia ilimitada sobre las clases bajas y altas y se oponen a las libertades civiles. El clero posee fincas muy extensas y ricas, y una proporción bastante elevada de las tierras está hipotecada a su favor. Visité la catedral de Puebla, muy bella, pero en medio de su esplendor entraban indios miserables y semidesnudos, que nos veían boquiabiertos o se arrodillaban ante el altar de algún santo predilecto, ofreciendo un contraste tan especial como doloroso frente a la magnificencia del templo”.

Por cuanto a la Cuba de Carlos Pascual. “Cuba es de gran importancia para nuestros estados del sur. Lo que más me atemoriza por ser más perjudicial para nuestros intereses es que esta isla sea ocupada por alguna gran potencia marítima. Esto no sólo nos privaría de esta extensa y lucrativa rama de comercio, sino también, en caso de guerra con esa nación, le brindaría una posición militar desde donde podría aniquilar todo nuestro comercio en estos mares. Cuba no es solamente la llave del Golfo de México, sino también la de nuestra frontera marítima al sur de Savannah y en su suerte están involucrados algunos de nuestros más altos intereses, tanto políticos como comerciales.

Ahora me ocupo de un asunto del que apenas me atrevo a escribir: los ultrajes e insultos inferidos a nuestros compatriotas por las viles turbas de La Habana. Nuestros sufrimientos por este motivo son comunes a todas las naciones de gran comercio. Pero algún remedio exige el salvaje tratamiento que nuestros mercaderes, capitanes de buque y marinos han sufrido a veces en esta ciudad (…) Nuestros agentes comerciales no son reconocidos como tales por las autoridades de La Habana, y no se atreven ni siquiera a protestar contra estos actos deliberados de crueldad…”

Poinsett, Carlos Pascual, México. (Este país.)

viernes, junio 05, 2009

"De pendejo no me baja,.."

Tomás Mojarro

Tertulia de anoche, que desperdiciamos hablando de libros. Pero un momento, no juzgar mal, que no ponderamos los clásicos griegos, El rey Lear ni Crimen y castigo o Don Quijote de la Mancha, sino (imagínense) ese madrazo titulado El despojo, de Roberto Pintado, y eso apodado Derecho de réplica, del espécimen funambulesco Carlos Ahumada. Calculen ustedes si no fue un desperdicio desmenuzar los escritos no de Sor Juana, la monja jerónima, sino el escrito Soy de una que no es jerónima, y creo que monja tantito menos, una de la que la Jana Chantal asentó la ficha signalética:

-Nada menos que la compañera Niurka, mi colega de oficio.

Observé a la Jana Chantal (el Tano de día, vulcanizador de los repelos de llantas que Texas nos avienta por media cara): alta, delgada, bolerito tachonado de cha-quira, mini-mini de licra y medias negras, cuadriculadas. La Jana Chantal es enemiga mortal de mi prima Tencha chica, que ficha en El Burro de oro bajo nombre artístico de La Princesa Tamal, con la que disputa la clientela. Disputa la Jana Chantal y disputa mi prima. Las dos. Ella siguió:

- Pero no sólo Niurka. Ana Colchero también, y Claudia Lizaldi, Aline, Jordi Rosado, Regil, tantos que se revelan de escritores. Ya oigo a los criticones que nunca fallan y casi siempre salen sobrando, pero yo también, como Niurka y Ahumada, estoy redactando mis memorias de aventurera. Todo el catálogo de políticos de este y anteriores sexenio que han requerido mis servicios salen por orden de estatura, el prólogo voy a pedírselo yo sé a quién.

Y me miraba. Tragué saliva, tragué un buche de infusión. La voz del maestro me libró del sofoco: “Pero no sólo Niurka. La vanidad de parir capítulos ha sido la gripe AH1N1 de los políticos. López Portillo es autor de Quetzalcóatl, Mis tiempos y algunos más. Salinas tiene, entre otros, México, un paso difícil a la modernidad. Por cuanto a El maratón presidencial, ¿identifican a su autor?”

Nos miramos. A modo de indicio el maestro leyó: “Lo escogí como mi sucesor porque no había opción mejor. Me decidí por él cuando supe que violó la ley para salvar a su maestro, que estaba a punto de ser detenido bajo sospechas de corrupción”.

Suplicante, mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins.: “Que mi partido está a punto de recuperar Los Pinos. Discreción…”

- Cálmese. La corrupción no es privativa del PRI. El párrafo completo: “Escogí a Vladmir Putin como mi sucesor. (…) El violó la ley para salvar a su maestro, A. Sobechak, acusado de corrupción”. El autor de la obra es Boris Yeltsin de Rusia, que la publicó “para recomponer mi imagen”. Elocuentes estos párrafos: “Tengo una casa de campo, un automóvil, un departamento en Moscú, un refrigerador en la casa de campo y otro en el departamento, varios televisores; muebles de sala, sillones, libreros, etc.; algo de ropa también y unas pocas joyas que son de mi mujer y mis hijas; raquetas de tenis, una báscula, rifles de cacería, libros, un aparato para escuchar música y una grabadora pequeña”.

“Mis hijas han derramado muchas lágrimas, perdieron nervios y salud, por las mentiras de la prensa. ¿Cómo explicarles que los ataques infundados son la cruz que debe cargar toda persona famosa, que hay que aguantarse y no hacerles caso?” “El alcohol es un excelente recurso para quitarse el estrés. Cuando arrebaté la batuta al director de una banda militar, el dia de la retirada del último contingente soviético de Alemania, el ambiente cargado y lo histórico del momento me provocaron una insoportable sensación de pesadez. Me liberé de ella después de unas copas, alcanzando un estado de levedad en el que me sentí capaz incluso de dirigir aquella orquesta”. ¿Qué les parece el ruso? Infinitamente pobretón junto a su colega Salinas, ¿en lo extrovertido qué tiene que envidiar a Niurka o Ahumada?

Pues sí, pero el che desnuda a Salinas, el enano del tapanco que fue en su momento el orejón más odiado de los mexicanos; pero no tenemos memoria, y ahora mismo el supremo depredador del erario público sigue moviendo los hilos de la grilla nacional. Sus títeres van desde allá arriba, miren, hasta acá abajo, y a quién le importa, dijo don Tintoreto, y el maestro:

- Escritor de más alto rango fue López Portillo que en su momento de gloria escribi
ó Quetzalcóatl, y que al dejar el poder se tornó personaje de aborrecimientos. Al final, redrojillo humano, bajó hasta la abyección de declarar a los medios: “Sasha me pega, me maltrata, de pendejo no me baja….”

miércoles, mayo 06, 2009

Para manipular a la Perra Brava

Tomás Mojarro

El futbol, como espectáculo para las masas, sólo aparece cuando una población ha sido ejercitada, reglamentada y deprimida a tal punto que necesita, para que no decaiga por completo su desfalleciente sentido de la vida, cuando menos una participación POR DELEGACIÓN en las “hazañas” en las que se requiere fuerza, habilidad y destreza…

Del clásico pasecito a la red, mis valedores. En el futbol cimarrón acaban de ocurrir acontecimientos que cimbraron a las masas con vocación de Perra Brava y que las traen a estas horas como agua en batea Y cómo pudiera ser de otro modo, si no acaban de asimilar triunfos ajenos, derrotas que padecen como propias y cambios estrepitosos en la dirección del equipo “nacional”.

Ahí, avieso y manipulador, el contubernio del Sistema de poder y el duopolio de la televisión se encarga de crear oportunas cortinas de humo para que las masas mal se percaten de la carestía de la canasta básica y la soporten sin protestar. Para los gigantescos corporativos las gigantescas líneas de crédito del Monetario Internacional. Para los que han de pagar tales préstamos el clásico pasecito a la red, sin más. Pero no jugarlo, que tal acción lúdica iba a representar un acto voluntario y desenajenante. No, mirarlo sentados a dos nalgas en el estadio o el televisor. Futbol, sí, y mucho, y a todas horas, con todo y los respectivos análisis de los merolicronistas. Sí, pero sólo verlo jugar.

Alguno pudiera hacerle notar a la Perra Brava la perversidad del Poder: los destinatarios del préstamo grande del FMI juegan ellos mismos: golf tenis, cricket, polo, natación; pero esos que van a pagar el préstamo ven jugar, pasivos y dependientes, el clásico pasecito a la red, que mediante sumas miÍonarias en nuestra moneda nacional (dólares) practican los alquilones del espectáculo. Pero las masas populares se niegan a pensar, a crecer, a madurar, que entonces asumirían en lugar de seguir delegando.

La inmensa mayoría del pueblo rara vez toca un balón. En el estadio se convierte en espectador pasivo que participa ‘por delegación’ de los triunfos de su equipo predilecto, a cuyos partidos asiste a distancia, desde una tribuna, enajenándose en el jugador profesional, que adquiere de ese modo categoría de ídolo. Pero ay de su ídolo, si es vencido en la cancha…

A su hora Elvira García, periodista-”Abandonados, desatendidos por el gobierno, los pobres han caído en manos de la televisión”. Y Leo Zuckerman “La TV ha convertido el futbol en una gran telenovela. Cada equipo es una telenovela. Es una historia interminable sin final feliz o triste. Hay momentos de alegría eufórica y de angustia depresiva. La historia de siempre continúa.”

Pero claro, para lograr tan sañuda manipulación de las masas, el duopolio ha integrado todo un equipo de merolicronistas histriones, maestros de la prosopopeya, la vociferación y el aullido estridente cuando cantan el ¡goool! Y los ditirambos para la enajenación: “gol versallesco”, “de caravana y alfombra roja”, “sublime”, “héroes”, “la gloria”, “la excelsitud”…”

“Tienden los comentaristas a acentuar el carácter estético del juego; se habla del estilo de los jugadores del mismo modo que se puede hablar de una obra pictórica. Pero no debemos extrañamos: se trata de crear una pseudo-cultura basada en valores irrisorios para uso de las masas a las que no se les permite tener acceso a la cultura. Se simula un serio estudio de algo de lo que no hay nada que aprender, enseñar o comentar más allá de algunas elementales reglas de juego”. (¿Lo entenderá, querrá entenderlo la Perra Brava?)

Recuerdo, a propósito, la iracundia de cierto comentarista que ya a los cincuenta o más años de su edad, hizo del comentario futbolístico su razón de vida (Lóbrego.) Al finalizar algún encuentro de futbol se esponjó, vitriólico, arrojando bocanadas de bilis negra sobre la página de Ovaciones:

“Repetimos, para definir lo que fue el juego, en un editorial de cuatro palabras: el América, cobarde; los pumas, impotentes. ¡Que no blasfeme el director técnico contra el arbitraje! ¡Un cobarde como él no tiene derecho a exigir premios del silbato! ¡Que nadie se enoje tampoco de que la gente esté trinando contra el sistema definitorio del campeonato, y las sospechas comerciales se agudicen…¡por culpa de los cobardes y los impotentes..!”

El Gráfico: “Esto ya no sirve”, exclamó F.T.H., de 28 años de edad, y se suicidó arrojándose al paso de pesado autobús. Los familiares del hoy occiso, que lo acompañaban en el momento fatal, declaran: “F. no resistió el dos a uno que los Pumas le metieron al América…”

martes, abril 07, 2009

México, paranoia y psicosis…

Tomás Mojarro

La intolerancia, mis valedores, síntoma claro de una sociedad con problemas de salud mental. Pienso en el trabajador recién muerto a balazos por el automovilista al que las obras del gobierno capitalino le impidieron el paso allá por los rumbos del monumento a La Raza ¿Cuántos en el país circulamos por la ciudad cargando nuestra psicosis, que a lo mejor ignoramos? A principios del sexenio anterior éramos uno de cada seis. Hoy día, en el México de las cabezas sin cuerpo y los cuerpos descabezados, ¿cuántos andaremos en el filo de la susodicha psicosis?

- La intolerancia de los capitalinos a situaciones tan cotidianas como el manejar, afirma la psiquiatra Elsa Robinskis, se ha agudizado en los últimos años en el DF debido a la falta de disciplina, respeto y responsabilidad social.

El caso del asesino, hoy prófugo, del ingeniero de obras del GDF, me recordó uno muy semejante que aconteció hace siete años. ¿Recuerdan ustedes el crimen del mecánico aquel que arrojó su vehículo contra los niños de un kinder, ocasionando la muerte de dos criaturas y heridas en una veintena más? Aberrante. Como advertencia para que un hecho de tan delirante violencia no se repitiera jamás (se repitió siete años más tarde), psiquiatras, psicólogos y educadores coincidieron en la solución: tolerancia. Tal es el remedio y la clave: tolerancia.

Sólo que aquí cabe la aclaración: por más que en ninguna de sus formas es aceptable, existen dos clases de violencia- violencia-causa y violencia-efecto. Una es la causante y otra la contestataria. El ejemplo:

El asesino de las criaturas permanece a estas horas, con todo merecimiento, en la cárcel. La suya fue una violencia inaudita, sí, pero antes fue violentado durante tres larguísimos años por las autoridades de la escuela de niños Gabriela Mistral que en provecho propio y para sus prácticas cívicas en plena calle, frente al plantel, al mecánico le escamotearon su derecho ciudadano al libre tránsito que le garantiza el 11 constitucional.

Tolerancia sí, ¿pero de qué tamaño como para sobrellevar el sentimiento de frustración y resentimiento que en tantos de nosotros provoca la corrupción de unas autoridades que en el artículo 14 de su flamante Reglamento de Tránsito Metropolitano lo estipulan: “En las vías públicas está prohibido (…)V: Colocar señalamientos o cualquier otro objeto para reserva de espacios de estacionamiento en la vía pública sin la autorización correspondiente”. Y que el infractor se hará acreedor a la sanción respectiva ¿Y? Las calles privatizadas por franeleros impositivos, o de plano enrejadas por vecinos sobrones, nos violan el derecho ciudadano que garantiza el antedicho artículo constitucional. ¿Y.?

Ante semejantes atrabiliarios, ¿tolerancia? ¿Cuánta se necesita para resistir a un ambulantaje encimoso, gritón, prepotente y ruidoso que se ha apoderado de estaciones del metro, calles y barrios enteros? ¿Y los mecánicos de la vía pública y unos vecinos escandalosos que violentan la doméstica paz y el Bando de Policía y Buen Gobierno, hoy con un nombre nuevo, pero con la ineficacia de siempre?

Tolerancia, aconsejan. ¿Y qué dicen de los vecinos que a la pura ley de los suyos disponen de la vía pública para sus bailes nocturnos, y a alaridos de La Boa y el ponchis ponchis a 20 mil decibeles nos desbarrancan en el insomnio y la exasperación, y pásense por el estrecho de los compañones todos nuestros derechos garantizados en el bando de marras? (De repente, a media noche, ¡tíznale!, los bombazos que en la fiesta del santito proclaman urbi et orbi la católica religiosidad del mexicano. Dios…)

¿Tolerancia frente a la voz oficial del mediocre, o sea el claxon? ¿Tolerancia (¡espantable!) frente a las mega-marchitas donde pocos o muchos vociferantes bloquearon arteras, venas y vasos capilares de una ciudad de por sí enferma de alta presión? Mis valedores…

Ese que hace siete años asesinó a unas criaturas está siendo asesinado día con día en su celda de la prisión, por más que la violencia-causa nunca fue castigada Hoy, el émulo del mecánico anda prófugo mientras lo afirma el psiquiatra J.V Rocabert: “La población del DF está sufriendo un proceso de paranoidización progresiva como mecanismo defensivo ante la reducción paulatina del espacio vital y el incremento de la violencia y la criminalidad”.

Tolerancia ¿Y del espacio que con 24 millones de anuncios malforjados, machacones y embusteros, nos han invadido a lo impune y desvergonzado la partidocracia y sus ifes y trifes en radio y televisión? ¿Todo Eso qué? ¿Tolerancia?(bah.)

jueves, abril 02, 2009

A dos nalgas…

Tomás Mojarro

Señor Oscar Arias, presidente de la república hermana de Costa Rica:

Joven fui yo también, y atolondrado; un inmaduro que, salvo ese estado de gracia que es el amar a una Berta que por aquel entonces era mi única, ninguna acción realizaba al imperativo de la trascendencia. Y es que por aquel entonces aún no conocía el valor de mi tiempo de vida, y lo malgastaba a lo miserable; un poquillo de tabaco, otro poco de licor, y que la desvelada, y la criarla insulsa con otros de mi carnada tan vacíos de vida interior como yo mismo. Y no más. Mucho tiempo después cortaría de cuajo con la botella (mínima afición), con el cigarrito (vicio perruno) y con la existencia del mediocre. No más.

Pero lo más reprobable, señor presidente de Costa Rica:

Yo tenía un vicio secreto de esos que el cínico vuelve público, y lo exhibe y hasta alardea de él. Vergüenza me da confesarlo, pero las circunstancias me obligan a revelarle la clase de adicción que empobrecía mi existencia y solicitarle que no me juzgue con demasiado rigor. Yo, señor presidente, era un aficionado del futbol. Aficionado, sí, pero lástima no a jugarlo en algún equipo llanero, práctica placentera que nos libera endorfinas tanto como elimina toxinas, no. Yo era uno de esos aficionados pasivos y dependientes que delegan en alquilones del futbol, y sus triunfos hacía míos, y sus derrotas las lloraba como propias. Todo un mediocre, señor presidente…

En mi vicio, por suerte, no llegué a ser un fanático de la catadura de esa Perra Brava que cimbra a gritos la “bombonera” de Toluca (usted ha de dispensar la originalidad del mote importado de origen, “bombonera”) mientras se intoxica con cerveza y otras drogas hasta terminar echando fuera chamarra y camisa y ándele, a enseñar a lo impúdico unas lonjas y unos vientres fofos por sedentarios ¡a los 35,40 años de su edad! Mi fanatismo no llegaba a tal grado de ridiculez, pero no voy a descargarme de culpa fui aficionado pasivo y enajenado al clásico pasecito a la red, qué vergüenza.

Vaya. Logré confesarle mi antiguo vicio; ya me siento mejor. Pero tengo un paliativo que saca la cara por mí: yo era joven, sin mística, ideales y un definido proyecto de vida. Por otra parte yo no cargaba en mis lomos la responsabilidad de toda una nación, -ante quien exhibirme de mal ejemplo. ¿Pero usted, señor Oscar Arias? ¿Usted, todo un presidente de Costa Rica, malgastando su tiempo de vida y de gobernante para mostrarse como uno más de la Perra Brava en una clara invitación a la enajenación colectiva? ¿Usted, delegando e invitando a delegar en las ancas de once alquilones del futbol, y alegrándose de sus triunfos, enorgulleciéndose de sus logros y doliéndose de sus derrotas? ¿Usted también, uno más de la Perra Brava, diciendo “ganamos”, “nos derrotaron”, “logramos anotar el gol”, mientras permanece aplastado a dos nalgas en algún palco del estadio futbolero? ¿Delegando usted?

¿Qué ejemplo es ese para sus gobernados, señor presidente? (Asumir siempre, delegar nunca, dígale a sus compatriotas, es la única vía para el cambio, que será obra de todos, aun en contra del gobierno.) O qué, ¿no es un estadista? ¿No tiene una muy alta responsabilidad ante sus gobernados? ¿Allá en Costa Rica no existen problemas de su incumbencia que deba solucionar..?

Por otra parte, ¿cómo llegó usted a la presidencia, si se puede saber? ¿Es un presidente legítimo o un impostor? Buen síntoma si se atreve a asistir a los estadios sin que lo aturdan la rechifla y los gritos vituperosos de los asistentes. Loable si en los estadios no es necesario desplegar miles de sardos que lo resguarden de la iracundia popular. Ya que un presidente legítimo no necesita de semejante blindaje, ¿lo necesita usted? ¿De necesitarlo no le daría pena y bochorno el no poder dar un paso fuera del recinto presidencial si no es arropado en la protección de un escandaloso aparato de seguridad? A mí me daría vergüenza gobernar con el odio, la burla y el desprecio de los gobernados, y no me atrevería a caer en la frivolidad de mostrarme como aficionado al futbol y a la temeridad de presentarme ante quienes así me detestan. Pero claro, yo no soy presidente de ningún país. Quizá es por eso que no lo soy. En fin.

Usted, todo un señor presidente, asistió al estadio, y tal vez hizo suya la derrota ajena ¿Si se quitase el vicio onanista de gozar y sufrir con hazañas ajenas? ¿Si al menos no exhibiese su vicio en público?

lunes, marzo 30, 2009

La droga y el pobre de espíritu

Tomás Mojarro

Así es, mis valedores: calificar de dificultosa la situación que vivimos en el país sería caer en una obviedad, que con conocimiento de causa lo podrán afirmar el obrero, el artesano, el ama de casa, en fin; cualquiera de los pobres, que en México lo somos todos si exceptuamos a los ricos. Quién mejor que las clases populares para atestiguar que el catarrito que nos pronosticó el de Hacienda él mismo nos lo iba a cambiar, a la vuelta de unos meses, por un tsunami monumental. En manos de semejantes hablantines, ineptos e irresponsables avanza a trancos, entre tumbos y reculones, el aparato gubernamental. Es México.

Y por si la crisis en la economía familiar no fuera bastante, ahora la nueva plaga, que a querer o no financian las empobrecidas masas populares, esa despiadada brama de enajenación colectiva del IFE, Instituto Federal Electoral, que en la aberrante dimensión de 23 millones y medio de anuncios publicitarios se ha desbozalado en todos los medios de condicionamiento de masas para exaltar inexistentes virtudes de una democracia que es tan sólo democracia electoral; electorera, en el caso presente. Y digo una vez más:

La verdadera democracia, por más que liberal, se integra con tres entidades básicas: la vertiente formal, la representativa (participativa, debería ser), y la social como el componente más importante, que alude a todos los beneficios sociales que el Sistema de poder ha negado a las masas sociales. “Democracia”; así apoda ese Sistema la maniobra periódica de depositar el voto por este o aquel candidato que nos haya convencido (a mí no) con sus promesas de campaña, pero sin que ese voto garantice que tales promesas nos serán cumplidas. ¿Entonces..?

Entonces democracia al modo del IFE: ¿alguno con tres gramos de cultura política, que no sea la falsa y enajenante que mamamos (yo no) de la TV, podrá conservar la ecuanimidad ante la propaganda del IFE que afirma, y sigue tan campante: “Tenemos un poder grande, para convertir el silencio en exigencia”? El silencio en exigencia, y esto machacado a todas horas de todos los días, ¿existe receta mejor para mantener a las masas sociales en el puro reniego, la megamarchita, la pasividad y la dependencia? A propósito…

¿De qué partidos proceden los candidatos a puestos de elección popular? Esos vienen ¡imagínense!, del PAN, yunquera mentalidad de monjas del Verbo Encarnado; del Revolucionario Ins., de nefasta memoria para quienes conservamos la memoria histórica, y de los colaboracionistas talamanteros de Nueva Izquierda que propone el Partido de la Revolución Democrática. Esos perredistas, priístas y educandos del Verbo Encarnado son quienes se preparan para cantarnos todo lo sabios que son, todo lo laboriosos, honrados, austeros y bien preparados que están para enchufarse en el presupuesto que financiamos nosotros. Lástima de los millones derrochados en un parto de los montes que van a abortar tales ratones vividores. Cuánto mejor invertir los dineros de la campaña en escuelas públicas. Y sin embargo habrá que votar; es nuestro derecho ciudadano y nuestra obligación. En fin.

Por eso mismo, mis valedores, porque sólo así se resisten y superan las épocas dificultosas; porque sólo de esta manera nos podremos enfrentar la crisis, porque sólo así lograremos nadar a contracorriente y sobrevivir, es imperativo de primera necesidad que hoy tengamos y mantengamos la cabeza fría y una conveniente dosis de temple, resistencia, entereza, determinación y capacidad de respuesta a los retos cotidianos que nos va imponiendo la contingencia crítica. Preciso es que nos mantengamos alerta, con nuestros sentidos vigilantes para aplicar el antídoto a cada nueva circunstancia adversa.

Pues sí, ¿pero resistir y enfrentar es característica de las masas? ¿No hay espíritus débiles? ¿Y cuál es la actitud, cuál la reacción del débil? Exacto, sí, el síndrome del avestruz, la fuga de una realidad que lo rebasa, fuga que lleva a cabo por la vía de las dos drogas más nefastas para el ente humano. La primera es el licor, que a su virulencia añade la alcahuetería de leyes y comunidad que ven como lo más natural la ebriedad y el tráfico de botellas.

¿La otra droga devastadora de débiles? La superstición, esa industria de charlatanes y vividores (brujas blancas y brujos barbados) que desde radio, TV y prensa escrita, con todo y sus “psíquicos”, estafan a los pobres de espíritu con el trocito de esperanza inútil. Esas ganas de creer en los demás cuando no creemos en nosotros mismos. Lóbrego.

miércoles, marzo 25, 2009

Después, el delirio

Tomás Mojarro

Lo ingenuo que era yo por aquel entonces. Miren que escandalizarme de las corruptelas que permeaban el aparato gubernamental en los sexenios de Fox, de Zedillo, del “compatriota” años antes, y de todos los demás años más antes. Yo escandalizarme con lo que ocurrió por aquel entonces, siendo que es hoy, con la actual corrupción, cuando adquiere su peso exacto y real dimensión. En fin. De aquel incidente me curé, pero caramba, qué virus me habré tragado entre los que infestan e infectan el aire de la ciudad, hijos naturales de la contaminación ambiental e hijos putativos del amasiato de ozono con gasolina, del plomo y las chimeneas, del monóxido de carbono con las heces fecales que acarrean los vientos junto con vientos humanos. La crónica:

Barrio de Mixcoac, mi barrio. Tranquilo el ánimo y el vespertino acunado en el nidal del sobaco caminaba yo rumbo a mi depto. de Cádiz. Los pulmones se me hinchaban con el aire de la ciudad, esta mi amadísima que venía contemplando al andar, y percibiendo su pulso, su señorío, su calma, su paz, su quietud. Apenas allá, en Insurgentes, un discreto embotellamiento de siete cuadras, y acá un borbollón renegrido en los chacuacos de la fábrica transnacional de asbestos cancerígenos y plásticos no biodegradables, y en la esquina de mi barrio los restos resquebrajados de tres narcos que cayeron en el ajuste de cuentas del día, y el ulular de patrullas y ambulancias como en trance de parto dificultoso. En el límpido firmamento ese que se nos vuelve ángel guardián: el helicóptero policíaco, pajareando los pasos de todos los paisas, sospechosos de culpabilidad mientras no demuestren ser inocentes. La calma de mi ciudad. Me detuve a observar el contingente de tanquetas que se dirigían al cuartel. De súbito el de casco y forifai:

“¡Ese del chalequito de pelos, qué hingaus fisgonea pa acá, circúlele!”

Con los de chivo me apuntaba. Yo, valiente que no fuera, el terror, el pánico, las ganas de desaguar por todos los orificios. Por amansar el calambre en el bajo vientre hice como que no escuchaba al moto de la moto y traté de disimular el miedo chiflando, pero yo, como chiflar, nada chiflo, que nomás la riego, la saliva. Buscando el auxilio del Señor de los Cielos (no el que murió, sino el que todavía vive, espero) alcé los ojos, y el del helicóptero artillado, militar: “¡Ese pseudo-neo-comunis-toide, qué nos ve! ¡Indentifíquese!”

“Indentifíquese”, santo Dios. Por disimular desplegué el vespertino en la sección del clásico pasecito a la red, la del horóscopo y el obituario, la de los corazones solitarios -mi preferida-, la de las puterías de las estrellas de gran canal que aparecen en el gran canal de las estrellas, clon del gran canal del desagüe. Y qué de fotos, qué de tetas, qué de pubis, qué de cóccix, qué de nalgas, qué de válgame. Yo de ganchete observaba la calle, sin imaginar que media cuadra más adelante me iba a asaltar el delirio. Porque ocurrió que iba yo examinando el periódico, que es decir la nota roja, que es decir las fotos de las cabezas sin torso y los torsos descabezados, con la foto de uno chaparrito, y la de un Fox (al que le apesta El Tamarindillo) y una señora justicia a la que le apestan el tamarindillo y todo lo demás. Yo, ante la sangre que chorreaba la nota roja, mal contenía el vómito. De ganchete, por aquello de las moscas, observaba Afis y Zetas que pasaban por la calle, y fueron las moscas, precisamente, las que se me vinieron en enjambre y me hundieron en el delirio. Y yo, que no creo en fenómenos paranormales…

Las moscas. ¿De dónde salieron, de dónde se me echaron encima? ¿Del muladar de la calle? ¿De las bolsas de basura apiladas en las esquinas? ¿Del agua estancada en el charco aquel, que al paso del tiempo se tornó verdosa y malparió ajolotes oscuros y verdes moscones que vuelan en derredor con su zumbido lóbrego? Ah, pestilentes miasmas que genera ese charco cuyas larvas habitan, cohabitan en latas vacías de cerveza, en ese tenis roto, ese pomo, ese corcho flotando entre lama, esa almohadilla jaspeada de algo cafioscuro, esa popocina, esos… Y lo que es la inocencia infantil; lo que es el milagro de una imaginación todavía muchacha, todavía no muy echada a perder por la programación del Gran Canal y TV Azteca: semiencuerado por la deuda externa y el Fobaproa zedillista, el chavito echaba a navegar en las aguas corrompidas su barquito de papel, ágil velero que viento en popa a toda vela surca los lomos del glauco mar. Boga, boga, marinero; boga, boga, bogavante. La imaginación todavía flamante, recién estrenada. De repente, los motos acelerando sus motos, y las patrullas, las ambulancias, los altoparlantes: “¡Abran cancha, rápido!” Disimulando el temor abrí el...

miércoles, febrero 18, 2009

Fulgores de aurora boreal

Tomás Mojarro

El día según esto del amor y la amistad, mis valedores. Mañana es la fecha que a la advocación de tan nobles sentimientos ha impuesto el comercio para forzar el bolsillo de sus dóciles marchantes a la compraventa y el toma-y-daca del consumismo. No merece tal fecha los fulgores de amor que aquí les ofrezco cada año, que para las masas decir amor y amistad es declararlo con el regalo en la diestra. Tal vez aquellos de ustedes que habitan en ese estado de gracia que es el amor resulten mejor gratificados si a la chuchería añaden el lirismo de estos poemas en prosa, espejo y flor de la literatura oriental, que fue capaz de trovar las ternezas, la pasión y el ardoroso erotismo de El Cantar de los Cantares, con un amador que así exalta la belleza de la amantísima

“Iréme al monte de la mirra, y al collado del incienso (…) Nardo y azafrán, caña aromática y canela, mirra y áloes, fuente de huertos, pozo de aguas vivas”. Sublime. Mis valedores…

Aquí entrego a ustedes estos a modo de fulgorcillos de aurora boreal, y ello con ánimo de que a su hora los digan a la única; quedo, de boca a oído, de boca a boca, a sangre, a entraña, a espíritu. Aquí los “siempre, siempre” y los “nunca, nunca”, del amor que se enciende, fulgura y, si no se le aviva cada día, termina por erosionarnos el corazón con su llovizna de cenizas. Ah, si a la que aman la conmoviesen como la caja envuelta para regalo y el sello transnacional. En fin, aquí, de la abundancia del corazón, habla el poema:

“Maldije la lluvia que crepitaba sobre mi techo, impidiéndome dormir. Maldije el viento que sacudía mi jardín. Pero llegaste tú, y entonces di gracias a la lluvia, porque has tenido que quitarte tus ropas mojadas, y di gracias al viento, que apagó mi lámpara…”

“Habíamos agotado las palabras de amor. Callamos entonces, y al igual del silencio que se establece entre dos ejércitos que han de librar batalla, hubo un silencio profundo entre nosotros. Y libré la batalla de amor. El ruido de los sables estaba en nuestros besos. Los suspiros de los heridos en nuestros estertores. La algarabía de los carros de guerra estaba en las arterias…

Y te conservé, contra mí, como un estandarte destrozado…”

“Recuerdo esa mañana de Damasco y el silencio del jardín donde tú te adormías. La sombra de tu cuello era azul. Tus senos subían y bajaban con ritmo de fuente. Tus brazos, en abandono, eran dos arroyos de plata en la hierba; las mariposas se posaban sobre tus uñas, tomando las por rosas. ¿Contemplaría mi padre, en ese instante, vírgenes más bellas en los jardines del Paraíso? Me extendí a tu lado, como un mendigo a la vera de una mezquita…”

“Aquella noche nevaba sobre el jardín. Yo tenía frío y tú no lo advertiste. Contemplabas los grandes árboles bajo los que antaño te esperé tantas veces. Toda aquella nieve caía sobre nuestro pasado…”

“¿Aquella promesa que me hiciste, ayer tarde, bajo la acacia en flor? ¿Dónde está el rocío que empapaba las flores de la acacia?”

“Dejaste caer en el polvo el tulipán rojo que yo te había dado. Lo recogí. Era blanco ya. En aquel breve instante había nevado sobre nuestro amor…”

‘Yo había suspendido en su puerta una guirnalda de flores de manzano, haciendo exhalar a mi laúd un canto de amor. Al otro día la encontré. Unos claveles rojos que crecen en el jardín de mi vecino adornaban su traje. Me encerré en mi morada rompí mi laúd. Lloré…”

“Sus manos. La mañana de nuestro primer encuentro fue la mano derecha de mi bienamada la que me envió en gracioso saludo su corazón y sus labios. La tarde de nuestro primer encuentro fue la mano izquierda de la bienamada la que abrió su túnica para que mis besos se posaran sobre sus senos. Así, y por todo lo que les debo todavía, cantaré a las manos de mi bienamada… ¡Dolor, oh dolor! ¿Por qué despiertas? Mi bienamada partió, y cómo recordar algo más que sus dos manos sobre sus ojos en lágrimas…”

“Cuando el navio en que yo partía se alejaba de la ribera oí una canción de una dulzura desgarradora. El mar tenía ya mil pies de profundidad, pero los sentimientos amistosos que te impulsaron a cantar para mí, oh amigo, ¡eran aún más profundos..!”

“Una canción a lo lejos… Es un mendigo. Puesto que este viejo, que nunca ha poseído nada, canta, ¿por qué lloras tú, que posees tan hermosos recuerdos?”

De ti, amadísima ausente. Y uno aquí, aniquilándose (Amor.)

lunes, enero 26, 2009

Anticipación a la muerte

Tomás Mojarro

Contra mi se juntaron todos - En las manos del impío, Él me hizo caer - Próspero estaba, y me desmenuzó - Me arrebató por la cerviz y me despedazó -Y me puso por blanco suyo - Partió mis ríñones, y no perdonó…

Los desdichados esta vez, mis valedores. Los del ánimo contristado. ¿Por qué en ocasiones este despertar ceniciento, por qué semejante desánimo y la sensación de que ya todo es inútil, de que las labores de este día y las de esta vida, rutinarias, carecen de todo sentido, de que son las mismas que realizamos ayer, y que habremos de ejecutar mañana? Un Sísifo de petate; así me sentía esta mañana, y qué hacer…

¿Recuerdan ustedes a Sísifo, personaje de la mitología griega? Sí, ese malandrín al que los dioses condenan de por vida (de por muerte) a trepar un enorme piedrón hasta la cima de un cerro, para que de la ornare precipite hasta el suelo, y Sísifo baje para volver a treparlo, y que la piedra caiga otra vez, y otra, y otra vez a treparla, y así hasta la eternidad. Un Sísifo de pacotilla me sentí esta mañana, repasando las tareas por cumplir. Y aquel desaliento…

Fue así como un ánimo apachurrado me llevó a iniciar el presente artículo con el tema de los desdichados venidos a menos, esos que conocieron tiempos de dicha y días de abundancia; que fueron los consentidos de la fortuna y son ahora sus entenados que, de repente, cuando menos lo esperan, en pleno rostro reciben el aletazo de la desdicha, y a rodar sin rumbo y sin asidero. Mírenlos ahí, malaventurados que lamentan con Job los tiempos en que eran felices, y no lo sabían:

¿Por qué se da vida a los de ánimo en amargura? Porque antes que mi pan viene mi suspiro, y mis gemidos corren como aguas…

Así, arrastrando la cobija, inicié las labores acostumbradas, con la sensación de que nada le daba sentido a mi día ni a mi vida, cuando de súbito ahí, milagrosa, la trompeta de la resurrección: un toque. Un toque, sí, pero no de los que alguno sospecha, que conmigo licor y otras drogas toparon en tepetate. No, un toque de campana en la puerta, y sí, una tandada de desdichados que me volvieron a la vida; sus seres queridos, todos luchadores sociales, permanecían en donde el Estado de derecho reserva para esa clase de mexicanos: el calabozo. Y que la fianza, y que los abogados, y que…

Los recién llegados buscaban el valimiento oportuno de aquellos de ustedes que a base de humana solidaridad mantienen vivo y actuante el Centro de Acopio de El Valedor, que si creyentes o no creyentes, se atienen a la exhortación del Nazareno: “Sed compasivos como vuestro Padre lo es”.

Un sentimiento que ilustra a cabalidad en una de sus soberbias parábolas. Relean, si no, esa del Buen samaritano que, a diferencia de la impiedad del sacerdote y el levita, “viendo al herido fue movido a misericordia, y llegándose a él vendó sus heridas, echándoles aceite y vino”.

- Haz tú lo mismo, aconseja Jesús al aturdido que lo interrogaba: “¿Quién es mi prójimo?” Y aun a poco andar, la requisitoria contra todo creyente: “¿Por qué me llamas: “Señor, Señor“, y no haces lo que digo..?

Pero en fin, que ni yo soy párroco ni están ustedes para escuchar fervorines, ni este el lugar ni el tiempo de la predicación, sino del ejemplo, y a esto quería yo llegar: ocurrió, mis valedores, que a un desdichado asaltaron y acaban de herir hasta darlo por muerto, y en viéndolo en la desdicha cierto samaritano de utilería le tendió la mano y, alzándolo del suelo donde yacía a medio morir, lo llevó consigo y le dio valimiento, y estoy seguro de que de este trance no ha de morir. La crónica del suceso, que ocurrió a la salida de la estación del metro Balderas:

Caminaba yo aquella mañana por la banqueta, abstraído en cierta figura que traía en mente (ojos que te vieron ir, mi única…) cuando miré al desdichado caído ahí, en mitad del arroyo (el arroyo vehicular), entre basuras y escupitajos. Desconfiadón, receloso, ya me disponía a seguir mi camino, pero un no sé qué me detuvo, y entonces me incliné y le tendí la mano (que a la hora de mi muerte, Señor, me lo tomes en cuenta…)

Esto de que la desdicha se me atraviese no es inusual espectáculo en la deshumanizada ciudad. Días antes del suceso que seguiré relatándoles, y en plena estación del metro aquel muchachejo tirado en pleno cemento, encementado él que hagan de cuenta un cadáver al que los viandantes, apresurados rumbo a rumbos imprecisos, ignoraban.

martes, enero 06, 2009

Después de esto, ¿hablar del Holocausto?

Tomas Mojarro

Asqueado todavía, horrorizado, en la mente los cientos de cadáveres desgarrados por la vesania del “pueblo de Dios”, me explico ahora las opiniones que de los palestinos han expresado los nazis genocidas de Oriente. La de Menahem Begin en sendos discursos (1982 y 1988):

- Los palestinos son bestias caminando sobre dos piernas (…) Podrían ser aplastados como animalejos (…) las cabezas aplastadas contra las paredes…

Macabro, mis valedores. Demencial. En el territorio mártir, los validos de Washington siguen desgarrando a sus víctimas. Mujeres y niños, entre sus preferencias. Se manifestaba en The Jerusalem Post (2001) Moshe Katsav, presidente de Israel:

- Existe una enorme distancia entre nosotros, los judíos, y nuestros enemigos. No sólo en habilidad, sino en moralidad, cultura, santidad de vida y conciencia Ellos son nuestros vecinos aquí, pero aunque parece una distancia de unos pocos metros, aquí existe gente que no pertenece a nuestro mundo, sino que en realidad pertenece a una galaxia diferente.

La opinión de Noam Chomsky, analista político norteamericano:

- En la prensa norteamericana y en la prensa mundial, se pinta a Israel como el símbolo de la decencia humana (New York Times), como un país con valores morales excepcionales. Es cierto que de vez en cuando se equivocan, dicen, pero fíjense en lo nobles que son. A ningún otro país que comete atrocidades se le trata así. Israel tiene una especie de carta blanca como ningún otro país en el mundo. Si los rusos hubieran tratado a los judíos como Israel trata a los palestinos, probablemente les habríamos atacado con bombas atómicas. A Israel se le permite que trate a los palestinos como no se le permite a nadie.

Israel atacó Líbano, mató mucha más gente que Hussein: mató como a unas 20 mil personas en ese ataque. Bombardeó con saña la capital frente a la televisión. Todavía ocupa el sur de Líbano. Como los Estados Unidos estaban a favor de la invasión, vetaron todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que trataban de poner fin a la agresión. Israel sigue aferrado a los territorios ocupados. Se ha anexionado una gran parte. Los Estados Unidos (dicen estar contra las agresiones) les apoyan.

Golda Meier, en junio de 1969:

- ¿Los palestinos? No existe tal cosa como los palestinos. Ellos, los palestinos, nunca han existido. (Y una vez que se convenció, o de que fue convencida por medio de la violencia de que los palestinos sí existen:) Lo malo es que no hay nadie a quién regresárselos.

De Las guerras secretas de la CÍA: “El 7 de junio de 1981 se recibió aviso de que Israel, utilizando aviones de combate suministrados por los Estados Unidos, acababa de bombardear y destruir el reactor nuclear de Iraq (…) Israel disponía de acceso casi ilimitado a las fotografías por satélite obtenidas por los Estados Unidos y las había utilizado para preparar su ataque. Casey, director de la CÍA, había recibido la visita de Ariel Sharon, ex ministro de Defensa de Israel, un truculento ex general del bando de los halcones. Israel estaba facilitando apoyo paramilitar encubierto a la milicia cristiana más importante del Líbano, el derechista partido falangista dirigido por Gemayel, belicista implacable”.

El jefe Heilbrun del Comité para la Reelección Gral. de Shobno Lahat, en oct, 1983: “¡Tenemos que matar a todos los palestinos, a menos que ellos mismos se resignen a vivir aquí como lo que deben ser: esclavos!”

(Y no, los palestinos no se resignan. Y como no se resignan…). Frente a la masacre de Junín, en Cisjordania, lo expresó Terje Roed-Larsen, enviado especial de la ONU:

El campo de refugiados fue escenario de horrores que superan el entendimiento humano. Vi gente en total conmoción, cuyas casas hablan sido destruidas. Vi familias tratando de desenterrar gente bajo montañas de piedras, pedazo a pedazo. Desde hace mucho no se había visto una destrucción masiva de esta dimensión. Es un infierno. Moralmente es repugnante…

¿Cómo habría reaccionado, qué hubiese expresado de haber presenciado la carnicería de Gaza, perpetrada a lo impune gracias a Bush y demás perros de guerra encuevados en el Pentágono..?

Dios, Alá, ¿quién es la víctima? ¿Quién es el verdugo? ¿Quién?

jueves, diciembre 18, 2008

Baile de máscaras

Tomás Mojarro

Porque tal es la especie de los políticos. Esos nacieron políticos y políticos van a morir. Pueden encontrarse desactivados o desenchufados, pero sólo permanecen en hibernación. El día menos deseado van a amanecer en activo. En la banca, en desgracia, en ese exilio dorado que es una embajada o en el otro, riguroso, que son las Islas Fidji; aquí, como allá, son políticos. Siguen siendo políticos. Sin más.

Ciertas épocas suelen producir comaladas de políticos donde, garbanzo de a libra (esterlina), surge el estadista que, carismático y arropado por funcionarios eficientes, hace historia en los anales del país. Pues sí, pero lástima: hoy qué ralea de políticos, mis valedores, qué manada de políticos. Piensen, si no, en ese que haiga sido como haiga sido permanece, todavía hoy, encaramado en Los Pinos. Con gente de esa ralea, ¿es extraño que políticos defenestrados en años pasados vuelvan hoy al primer plano de la grilla politiquera? Vean ahí nomás, con pujos de candidato presidencial, a Santiago Creel, a un Manuel Espino yunquista y a un lunático Fox que (quién lo dijera) vuelve a la tenebra dentro del partido Decepción Nacional. Y entonces…

¿Entonces podría ser extraño que un René Bejarano, a su hora linchado por los medios de condicionamiento de masas, vuelva al rejuego político en su primitivo cubil del Sol Azteca? ¿Quién pudiese suponer que el llamado “Señor de las ligas” fuese rehabilitado? Para calibrar la dimensión del prodigio recuerden la dimensión de la escandalera que culminó en el linchamiento donde participaron todos los medios de manipulación. Ya enajenada, la masa vociferaba: ¡Línchenlo..!

Tal rugía una chusma enardecida, en la mano el hachón y el capirote de ku-klux-klán velando un rostro encrespado, sudorosa la cuera y las fauces babeantes. ¡A público juicio, a la picota con el corrupto corruptor corrompido! ¡Alumbren la noche las cruces en llamas! ¡Aullen los capirotes de la hermandad, enervados con el dulce espectáculo de la chamusquina y el suave aroma de la carne en llamas! ¡A corretear por la calle en tenebra al Mr. Hyde bandido que huye por las azoteas del poblado! ¡Rujan y ululen las masas de crispados puños! ¡No haya piedad para el engendro execrable! ¡Que del prevaricador no quede hueso sobre hueso! ¡Sea el corrupto empalado, masacrado, descuartizado, quemado vivo en pública hornaza para el regodeo de unas masas salidas de madre y sedientas de sangre! ¡Linchamiento hasta las últimas cenizas! ¡Siga el espectáculo de la carpa, del circo de tres pistas, que es decir la simulación, la gesticulación y la hipocresía, deleite de masas cándidas! ¡Que los sumos sacerdotes y los fariseos, voz engolada e iracundia de utilería, gargajéen el anatema contra el rostro del réprobo! ¡Rasgadas sus túnicas y sus cabezas capeadas de ceniza, condenen los justos jueces al condenando! ¡Al pescuezo una rueda de molino, y al mar! ¡Al patíbulo con el criminal, mal ejemplo de una comunidad que es espejo, flor y frutilla madura de beatas costumbres y hábitos santos, y en la comarca brille la justicia!

Y sí: ningún paliativo, atenuante ninguno merecía su crimen: haber escandalizado al quinteto de la muerte, quinteto de Carlos: Salinas, Ahumada, Gelista, Cabal Peniche y Romero Deschamps, todos Carlos legítimos. Justicia, claman Marta y su lunático, Lino Korrodi y Arturo Montiel! Justicia, los Ricardo Aldana, Espinosa, Isidoro el Divino y otros divinos como el divino Hank Rhon. Al patíbulo con el penitente impenitente! A tatemarlo con leña verde, blanca y roja. Con leña blanquiazul, a sancocharlo. El ritual de la hornaza contémplenlo todos en el benemérito duopolio, en vivo y a todo dolor, de costra a costra y de frontera a frontera. ¡A la hoguera!

Ah, indecorosa danza de máscaras, carnaval del histrionismo, el protagonismo, el fingimiento y la simulación. Ah, dramatización del escándalo en un repleto jacalón de San Lázaro, donde monigotes esponjados, engrandecidos (el ojo del duopolio les aumenta el tamaño), índice en alto y engolada voz mentaron leyes y reglamentos y clamaron justicia Qué estatura moral de los alcahuetes del fingimiento que así manipularon a unas masas encandiladas. ¡A la hoguera! Todo en nombre de la Justicia, Dios…

En fin, que esperpéntico Fénix, el linchado Bejarano resurge de sus cenizas, regresa y afianza el timón de una de las mafias del Sol Azteca. Una, eso sí, mil veces menos bellaca que la chuchería talamantera de Nueva Izquierda.

Mis valedores: revivió Bejarano. Como Creel, como Espino, como Fox el lunático. (¡Puagh!)

lunes, diciembre 08, 2008

Este puño, ¿si se ve?

Tomás Mojarro

Maestros marchan de nuevo contra la alianza educativa y la Ley del ISSSTE.

Las marchas son necesarias, pero insuficientes, afirma mi maestro de teoría política, y explica la causa de que algunos sectores sociales las sigan utilizando frente al gobierno para “exigirle” que les resuelva un problema determinado. Hoy mismo se sigue utilizado esa táctica a contrapelo de la historia reciente del país, que lleva más de 60 años demostrando la ineficacia de las marchas cuando se toman como fin y no como medio. El maestro:

-Cuando se analizan científicamente la fortaleza y la debilidad de un enemigo cualquiera se logra localizar aquello que lo hace vulnerable a pesar de que cuente con elementos que mantengan su poder. Un principio fundamental consiste en entender que la fortaleza del enemigo es directamente proporcional a la debilidad nuestra. En este sentido tenemos que autoanalizarnos y detectar todo aquello que nos hace débiles ante el enemigo histórico de nuestro cambio, que no es coyuntural sino histórico.

Dogmas enajenantes.- El enemigo del cambio de estructuras con las que logremos darnos un gobierno al que obedecer como sus mandantes encontró una forma de control y dominio que le proporciona excelentes resultados: ha inoculado en los movimientos sociales concepciones y formas de lucha ineficaces y obsoletas.

Una vez que el gobierno ha inoculado tales formas obsoletas de lucha social y una vez que han sido introducidas en el imaginario colectivo, se enraizan a nivel de dogma incuestionable, con lo cual cobra vida propia esa forma inservible de concebir las cosas: los mismos luchadores sociales, con su falta de lucidez, se han encargado de reproducir las concepciones que pretenden combatir. Ya habiendo logrado este fenómeno enajenante, los agentes gubernamentales sólo necesitan darle “mantenimiento”.

Consecuencias de una estrategia equivocada; A lo largo de muchas décadas los movimientos sociales han caído en una trampa estratégica de la que derivan gran parte de sus derrotas. El razonamiento estratégico que se repite de manera consuetudinaria se sintetiza en la siguiente fórmula:

Razón + legalidad + consenso popular = triunfo.

El planteamiento es así de sencillo: si tenemos la razón, la ley y el apoyo popular, el resultado inequívoco va a ser el triunfo. A tal estrategia el gobierno le ha opuesto una que así se sintetiza:

Poder político y económico armados = triunfo.

Hasta hoy, la razón desarmada no ha podido derrotar al irracionalismo del poder armado (armado no con armas de fuego, sino creando sistemas de lucha pacífica superiores a las citadas armas de fuego). Pero durante décadas y décadas se han forjado “conjuros” que se pregonan a grito abierto en la calle y las plazas en la creencia de que para alcanzar el triunfo basta con gritar esas frases a lo estridente. Una frase “mágica” consiste en repetir la consigna de que “el pueblo unido - jamás será vencido”. No se entiende esto, elemental: para que el pueblo se una no basta un grito que convoque a la realización del milagro. El pueblo no se va a unir por sí solo ni con gritos, sino con tácticas y estrategias científicas respaldadas con un trabajo eficiente y constante.

La marcha-mitin.- A una y a otro se les ha cambiado su función objetiva, la de demostrar una inconformidad y preparar a las bases combatientes para pasar a formas de lucha específicas en su área de operación. Se les ha asignado, en cambio, la capacidad de ser el todo de la lucha. Al sobredimensionar ambas tácticas y enraizar tal concepción a nivel de dogma incuestionable hemos quedado desarmados ante el enemigo histórico.

El dogma de la marcha-mitin no se cuestiona, por más que una y otra vez ha demostrado sus limitaciones, su inoperatividad como arma contra la injusticia. Cuántos luchadores bienintencionados no han caído en la trampa de semejante “canto de sirenas”. Y es que al convertir la marcha-mitin en el todo de la lucha se falseó su función práctica; se le dio carácter de liturgia secular, de peregrinación que enarbola conjuros que claman por el milagro que haga desaparecer el enemigo histórico, y por medio de esa magia lograr un paraíso terrenal donde ya no exista este perverso mundo, el de la explotación del hombre por el hombre. Con el tiempo, los marchistas-peregrinos se desencantan al no ser escuchados por el gobernante, y porque el conjuro mágico no logró el milagro, y entonces…

No, y los maestros…

Tomás Mojarro

Es una lástima que en este país haya que echar madres para ver si asi las autoridades se deciden a actuar. (Rayuela, de La Jornada.)

¿Qué dicen sobre esto la historia y la realidad objetiva? Que tal aseveración es mentira, y que detrás del insulto y de la exigencia no hay fuerza ninguna contra el Sistema. Apenas ayer previne a todos ustedes respecto a esa trampa que un Estado opresivo y represivo tiende a las masas sociales con ánimo de mantenerlas domesticadas y en la mansedumbre, la pasividad y la dependencia. ¿La trampa? Cabe en un solo verbo, les dije: exigir. Cada vez que sientan el rigor de una medida gubernamental injusta o dañina para su economía familiar, exijan. ¿Que el Poder no les hace justicia? ¿Que se deprecia la capacidad adquisitiva del salario? ¿Que padecen desempleo, carestía, devaluaciones? La solución, en sus manos: exíjannos. No nos dejen de exigir. Es su derecho.

Bueno, sí, nosotros exigimos. Uno por uno o en muchedumbre exigimos. ¿Y? A modo de ejemplo que ilustrase la trampa del exigir me referí al caso del mega-rico que sufrió el secuestro de su hijo, al que los captores sacrificaron una vez que no fue cubierto cabalmente el precio fijado para el rescate. “Si no pueden, renuncien”,exigió el agraviado a las autoridades que de inmediato, histriónicas, redactaron un Acuerdo para la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, con 75 medidas de gobierno y se dieron un plazo de 100 días para cumplir. Los 100 días transcurrieron, ¿y? Para medir el candor “Cada mando debe evaluar su dimisión”, afirma ahora el de la exigencia.

Aludí también al caso de otro individuo; dolido ante el plagio de su hija y la nulidad de las autoridades para aclarar el secuestro les estampo en el rostro conceptos de este calibre: “Ya pedí, ya supliqué, ya imploré, ya lloré, ¡ahora exijo! La propia autoridad nos ha dicho que no tenemos nada que nos lleve a encontrar a… (su hija.) ¿Esto es nada? Un hombre que trabajó cerca de dos años con mi familia, y que sabemos que sus hermanos son de una banda que ya ha hecho secuestros. ¿Eso es no tener nada? ¡Eso es no tener madre!”

Semejante reclamo, y sobre todo el tono empleado por el agraviado, han acaparado la atención de casi todos los medios de condicionamiento de masas, donde se alaba y pondera, además del valor civil, la táctica que utilizaron ambos agraviados: exigir a las autoridades correspondientes. Los dos exigieron justicia y resultados positivos para remediar su drama familiar. ¿Y? ¿Dio resultado la pura exigencia? ¿Qué contestan ustedes? ¿Tan aturdidos seremos que vamos a acatar la táctica del Sistema y exigir y seguir exigiendo? Lo afirma, por su parte, López Obrador:

- Sólo mediante presiones, movilizaciones y protesta en las calles se logrará que quienes usurpan la Presidencia., ¡volteen a ver al pueblo!

Volteen a verlo, válgame. Como si le implorásemos esa caridad. Y la “eficacia” de la protesta en la noticia de hace unos días: “Enviaré un telegrama a Calderón para exigirle que de inmediato suspenda la aplicación del aumento número 27 al precio de las gasolinas”. ¿Y? Telegrama o no telegrama, ¿El de Los Pinos suspendió el susodicho aumento? ¿Que contestan ustedes..?

Y es que ahí está el engaño que nos forja el Estado por boca de sus voceros en el periodismo, que alaban, ponderan y sobrevaloran esa engañifa Así, mexicanos, exíjanle al gobierno que les solucione sus justas demandas. Así una y otra vez, en coro de porristas que exaltan esa forma estéril de lucha, vale decir: no asuman como ciudadanos su tarea histórica Ustedes, como niños o subditos que nos entregaron su libertad y de nosotros todo lo esperan porque los hemos condicionado tomarnos por sus aliados, sigan delegando en nosotros, y a ver cuánta fuerza hay detrás de todos ustedes, 106 millones de átomos que repiten el estribillo de marras.

Cuidado, mis valedores, mucho cuidado; nosotros acudir al ejercicio de pensar y al de la autocrítica La historia y la realidad objetiva muestran y demuestran que el exigir al Poder ningún resultado positivo aportará para nuestra causa, porque detrás de la exigencia no hay en las masas fuerza ninguna; no hay poder ciudadano. ¿Por qué, entonces, en los medios de condicionamiento de masas tanto se ensalza la táctica de la exigencia popular? Porque con ella de forma alguna menoscabamos los intereses políticos, económicos, financieros, etc., de una Super-estructura de la que los “medios” son parte fundamental.

Y contra el exigir de las masas, el antídoto:

“Ni los veo, ni los oigo, ni los siento”.

Total.

¡E-xi-gi-mos!

Tomás Mojarro

Cuidado con esa trampa, mis valedores: la de la exigencia. Mucho cuidado con la engañifa del Sistema de poder, que medra y se beneficia con la necesidad de las masas integrantes de esta comunidad enferma de tantos males, pero que también se previene contra una latente rebelión de ese paisanaje (oprimido, deprimido y en ocasiones reprimido) con el recurso de hacerle tragar calmantes y antidepresivos que, a manera del Prozac, los mantienen mansos, pasivos y dependientes. Mucha y a todas horas televisión, que es decir telenovelas al por mayor, choricera de clásico pasecito a la red, chismarajos inmundos de actricitas del gran canal dos que se hacen del dos en leyes, reglamentos y el decoro más elemental para aprontar a jóvenes seniles y viejos impotentes su gran canal del desagüe en un delirante aquelarre de procacidad y en la glorificación de la pantaleta y el nalgatorio, todo esto aderezado con un tsunami de anuncios comerciales que me los tienen así, miren, en la posición de vaciar intestinos, e hipnotizados bajo el efecto de los opiáceos que les administra el Sistema. A propósito:

Lean ustedes Un mundo feliz, de Huxley, donde la dictadura de aquel país, para mantener a la gente domesticada y en calidad de zombi, le administra cada día su ración de cierto bebistrajo que nombra soma. Y entonces sí, todos contentos. Ustedes mismos, ¿cuántas horas al día dedican a la lectura? ¿Cuántas a su ración de soma-televisión? Por eso mismo, mis valedores; por eso es que ya nos tomaron la medida…

Pero no todo es pasividad. De repente se alzan voces discordantes que expresan a gritos su descontento contra un Sistema que así nos mantiene en situación en tantas formas intolerable. ¿Que qué? ¿Motín a bordo? Para esos descontentos el Sistema ha creado el antídoto, que cabe en un verbo: exigir. Ustedes exijan. Descarguen su exasperación exigiéndonos. Es su derecho y es su obligación. Faltaría más. No dejen de exigimos. Exíjannos. ¿Nosotros? Nosotros ni los vemos, ni los oímos, ni los sentimos. Pero ustedes Exíjannos…

Pues sí, pero vamos a ver: ¿para los descontentos es esa la táctica conveniente? Para saberlo remitámonos a las enseñanzas que ofrece la historia, esa estrella polar del estudioso que quiera entender cabalmente los problemas de la comunidad y sus posibles soluciones. A ver qué dicen a esto la historia y la realidad objetiva.

Hace unos meses cierto comerciante que acababa de vender su negocio en más de 500 millones de nuestra moneda nacional, o sea dólares (información de los matutinos), fue objeto del secuestro de su hijo. Regateó el precio con los plagiarios y, según comunicado prendido a los restos mortales de la víctima, no satisfizo a cabalidad sus pretensiones económicas. Bien conocido es el resultado: el menor fue asesinado por sus captores (asesinado también fue su chofer, pero ante el Poder y la industria del periodismo del que forma parte qué canacos puede valer la vida de un simple trabajador de salario mínimo). Y ocurrió entonces: en una reunión histórica y frente a la cúpula del gobierno, el padre agraviado expresó su dolor, acusó a las autoridades correspondientes de falta de resultados positivos, y exigió justicia a las autoridades de marras, lanzándoles la requisitoria que hoy se torna punto de referencia: “Si no pueden, renuncien”.

Los del poder pusieron rostros adustos, rostros de circunstancias, y de inmediato se pusieron a redactar un documento al que enjaretaron un título rimbombante: Acuerdo para la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, con setenta y cinco medidas de gobierno que se comprometieron a cumplir en un plazo perentorio de cien días a partir de la fecha, veintiuno de agosto del año en curso. Y el plazo comenzó a correr, día a día. “Si no pueden, renuncien”. Mis valedores…

El sábado anterior se cumplieron los cien días del plazo. ¿Y? ¿Cuáles fueron los resultados? Claro, sí, los consabidos: nulos, sin más, al tiempo que todos y cada uno de los firmantes se deslindan de posible responsabilidad. Es el presente gobierno. Es el Sistema de poder. Es México. Y la coincidencia:

Casi al término del tal plazo un individuo más, dolido ante el plagio de su hija y la nulidad de las autoridades, emuló al anterior, y con todo y su porción de protagonismo estampó los siguientes párrafos en plena cara de los policías de alto rango, cuya actuación frente al dramático problema familiar no le satisfizo:

“Ya pedí, ya supliqué, ya imploré, ya lloré, ahora exijo“.

martes, noviembre 25, 2008

La balada de los viejos

Tomás Mojarro

Remontamos noviembre, mes de la Descarnada, los fieles difuntos y el resfrío en el ánima; un tiempo a la medida para reflexionar en que habremos de dar el paso hacia la Gran interrogante y que por eso mismo el imperativo es vivir; a toda sangre y a todo pulmón. “Nuestras vidas son los ríos - que van a dar a la mar- que es el morir”. Nuestra única certidumbre…

Noviembre y los viejos, esos entrañables que hoy sobreviven apenas, a penas, el tramo final, ellos que mucho antes que nosotros conocieron la vida a todo vivir, con lo que la vida significa de amor y dolor, de ambición e ideal, de alegrías, fracasos y desilusiones. Los viejos que nos precedieron en el áspero oficio del diario vivir, oficio agridulce; ellos que a su hora fueron capaces de inspirar y vivir el “amor amoroso de las parejas pares”; ellos, que practicaron puntualmente el rito alucinante del amor que “cabalga por los desfiladeros de la muerte” y ejercieron el oficio de las lágrimas y los vuelos del ideal, y soñaron despiertos; esos que, ícaros irredentos, cayeron una y otra vez, y Dédalos, una y otra vez se alzaron y echaron a andar, que el humano destino es la sobrevivencia. Esos fueron hombres en plenitud, varonas ellas y ellos varones, e imaginaron un destino y eligieron un rumbo, y lo intentaron con una fe que se puso y los puso a prueba una y otra vez, y que hoy arriban a1 tramo final. Nuestros viejos. Viejo yo mismo. Y qué hacer…

Me gusta observarlos; en su rostro, como en un diario fiel y puntual, proclaman la marca de todos los vicios, de virtudes y penurias, y el sinsabor y la dicha agridulce. Pozos de prudencia, fuentes de experiencia, respeto y gratitud, esa leche humana que fluye del cogollo mismo del corazón. El padre Juan, que “hizo el bien mientras vivió”. La madre Tula, entraña entrañable, sé lo que digo, y argamasa familiar. Nuestros viejos, los de todos nosotros…

Pues sí, pero hay de viejos a viejos. Unos hay, los más desdichados, que en la fase “terminal” aguardan su hora en la almendra erosionada de la soledad. Son los confinados en el asilo, víctimas muchos de la humana ingratitud, que lograron forjar una familia para que la familia se deshiciera de ellos. Y si es la ternura la leche humana, y la misericordia la humana miel, la ingratitud es la bilis del hombre, su halitosis, lo que el hombre tiene de vinagrillo, de escorpión, de basilisco. Y basilisco malagradecida. Porque yo digo, mis valedores: todo en el ente humano merece perdón: flaquezas, error, torpezas, claudicaciones; todo, menos la ruindad de los traidores, los envidiosos y los malagradecidos. Digo yo. Y a propósito…

Acabo de visitar un asilo de ancianos, el más remoto de todos, el más mortecino, el más lóbrego y que, segregado del caserío, agoniza extraviado en aquella polvorienta geografía: una finca árida, gris, que envejece al paso cojitranco de sus ancianas criaturas, con sus muros leprosos que arropan aquel almácigo de vejestorios descascarados de la vida que, guardia baja, aguardan el guadañazo final. Desahuciados de todo y de todos, menos del ejercicio del sufrimiento. Viejos de asilo en asilo de viejos. Me puse a observarlos. Era la hora de entre dos luces, cuando la tarde duda y la noche aún no se decide. Los miré deambular, sonámbulos, en aquel retazo de mundo que constituye su postrera ración de este mundo. De un lado a otro ellos y su bordón, los vi caminar a lo cojitranco, y cimbrarse a toses, y ahogarse a jadeos, y gorgotear a flemas, y abrir de par en par aquellos ojillos atónitos, y derrumbarse en la banca del jardincillo y exigir a bocanadas ávidas su ración de vida. Los viejos.

Llegó la noche que fue de toses y ojeras, del temblor de manos, la extrema resequedad y la humedad excesiva, temblor y humedad que dejan traslucir unos pulmones deshilachados, unas vísceras que se desintegran y unos músculos que llegaron al punto de la claudicación. Ah, ese enfrentar el horror inacabable de la noche en vela, en insomnio, en pesadillas. Noches de la anciana aquella que en el avieso sueño de los somníferos se remueve en el camastro y repite en sueños: “Mamá, mamá…”. Ah, los labios del viejo aquel, su movimiento incesante ¿Qué intentan decir? Los ojos del otro, fijos en el techo. Tanto tiempo fijos, que alguno le echó una sábana encima.

Noche de los tosijosos bagazos, un ir y venir del camastro al lugar excusado, un manipular de pastillas, cápsulas, ungüentos, gotas y comprimidos, y el resuello rasposo, y el desacompasado latir, y el vahído, los sudores, los sofocos, el ahogo. En la almendra de su angustia, Job: “mide mi corazón la noche”, y las primeras luces, que no llegan. Presidiendo su comalada de frutillas que se tuestan, la Enlutada.

lunes, noviembre 17, 2008

Si yo nunca muriera…

Tomás Mojarro

La vida y la muerte, mis valedores. Aquí algunas reflexiones:

La grieta entre la vida y la muerte es mínima; cuestión de fracción de segundo; es, sin embargo, una grieta tan absoluta, que ninguna experiencia puede tender un puente entre ella. Sólo podemos estar en un lado respecto a la muerte. De este lado, la muerte aún no existe; del otro, ya no existe la vida. Eso es todo. Si somos, la muerte no es. Si la muerte es, nosotros no somos…

La muerte, esa presencia viva en la comunidad. Nunca antes, en tiempos de paz, nos había zarandeado como hoy. Delincuentes y criminales, miembros del ejército, civiles, policías, y ahora el estallido y el incendio, en todos sentidos, que terminaron por desgarrar a sus víctimas, Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos, entre ellas. Y aquí mi problema personal…

La muerte mata, pero cómo suele hermosear al difunto. Y no, yo no voy a engranarme al coro oficial de maquillistas que a collares de adjetivos “embellecen” los cadáveres de Mouriño y Vasconcelos. Yo no, que no olvido los contratos de PEMEX ni la probable colusión con el narcotráfico.

Pero vivimos noviembre y acabamos de invocar las almas de los fieles difuntos; vale, entonces, que evoque a la muerte, ella que en montones de años y felices días ha terminado por hablarme de tú. (Me está oyendo. Me guiña un ojo, mírenla.)

La forma en que hemos vivido va a reflejarse en la forma en que hemos de morir. Tal como un día bien vivido lleva a un sueño feliz, así una vida bien utilizada lleva a una muerte plácida. Si hemos vivido una vida de conflicto y emocionalmente perturbada, o una existencia egoísta y vacía, nuestra muerte será agitada y difícil. ¿Que no sabemos morir? Por ello no preocuparnos, que a su hora la naturaleza tomará por su cuenta todo el asunto. Nosotros, sueltos, flojitos, anuentes. Oponernos de nada nos va a servir, conque…

Por cuanto a ustedes, ¿habrán leído a los existencialistas (Sartre, Camus)? ¿Recuerdan cómo se expresaron de la muerte? Que el destino a todos nos convierte en condenados a muerte, y que todos los crímenes que pudiesen cometer todos los hombres de todos los tiempos nada significan si se comparan al crimen fundamental de la muerte. Que la muerte, para el ateo, es un crimen sin criminal, y para el creyente un crimen perpetrado por Dios.

Y es que la muerte, según la Biblia, representa el castigo divino por la desobediencia del hombre. Si Eva y Adán, con sus descendientes, iban a ser inmortales, la muerte fue un castigo correspondiente al “pecado original”. Así, la muerte deja de ser un accidente para convertirse en una fatalidad y una violación del orden natural. De esta manera y para algunos pensadores el mundo es una monstruosa, gigantesca prisión, de la cual la única salida que encuentran los condenados es la muerte. Que “cada día unos son degollados frente a mis ojos; vemos cómo seremos, a nuestra vez, degollados. Esa es la condición humana”. Malraux.

Pues sí, pero al propio tiempo, la reflexión del filósofo: “una dicha para el hombre es su condición de mortal, pues gracias a tal condición su existencia puede hacerse dramáticamente intensa”. (Tomen nota quienes, en vez de vivir su vida, persisten en el horror de vegetar en la mediocridad. Conste.)

¿Alguna esperanza de vencer a la muerte? Ninguna. Los avances de la medicina la retrasan, pero hasta ahí. El nacimiento y la muerte son realidades correlativas; una y otra suponen una mutación de estado. No se pudiese abolir la muerte sin abolir la vida. A la muerte la traemos en nuestro interior. Si acaso, circunstancias externas la activan, pero no más. Lástima.

El humano sólo toma decisiones importantes en su vida cuando está presente el sentido de la muerte por el riesgo de dejar incompleta su obra. Vive cada instante de tu vida como si fuera el último.

Porque lo único que le da sentido a la vida es la muerte. La cortedad de nuestra vida (singular e irrepetible) en relación al tiempo, ¿puede privar de sentido a la vida? No. Precisamente este saberse limitado por el tiempo es el factor que motiva y apresura al hombre a cumplir su misión en la vida una misión que, en nuestra necesidad de trascendencia, juzgamos siempre incompleta. Y después de todo, mis valedores…

La vida y la muerte caben en una frase: entramos, y un llanto; un llanto, y salimos. Y ya. Piénsenlo.

miércoles, noviembre 12, 2008

Memento mori

Tomás Mojarro

(Aquí, para ustedes, mi recordación anual de la Descarnada.)

Me gustarla vivir siempre, siempre (…) -Porque como iba diciendo y lo repito: - ¡Tanta vida y jamás! - Tantos años, ¡y siempre, muchos siempre, siempre, siempre..!

Porque, a querer o no, mis valedores: se impone hablar de la muerte; tenerla presente siempre, y esto por una razón vital: vivos estamos, y por esta sola condición es la muerte nuestra segunda naturaleza y desembocadura natural. La edad no importa. No importa el estado de salud. Nada importa nada frente a la muerte que, dice el filósofo, siempre es posible, aunque no probable; esa que nos será siempre espantable, y prematura siempre, no importa a qué edad sobrevenga; y lo provechoso: si tenemos presente que nuestro destino es morir, más habremos de apreciar este nuestro tiempo de vida. Porque mientras nosotros somos, ella no es, y cuando ella es, nosotros ya no somos. Y qué tiempo mejor para recordar a la muerte, la propia y particular, que estos días cenicientos de noviembre. Memento homo…

Cuando yaces agonizante no mueres sólo de la enfermedad. Mueres de toda tu vida. Aprende a morir y vivirás, porque nadie aprenderá a vivir si no ha aprendido a morir. Si no sabes, no te preocupes: la naturaleza te dará todas las instrucciones a la hora precisa. Ella tomará por su cuenta el asunto…

A todos ustedes invito a recordar a nuestros difuntos; los invito a detener el tanto de un suspirillo nuestra desaforada carrera rumbo a ninguna parte, y meditar en la única certidumbre que tenemos en esta vida: la muerte. Porque en verdad les digo: para morir sólo se necesita estar vivo, y sólo está vivo quien sabe que habrá de morir, y créanme: es más tarde de lo que suponemos; de lo que desearíamos tantos…

Y no quiero morir. No quisiera morir: -amo la vida porque está colmada de poesía - y de crímenes, y de odio, y rabia y lágrimas…

No; ni el poeta, ni nosotros, sobre todo quienes ya andamos doblando el Cabo de Buena Esperanza. Pues no, pero habrá que morir.

Hay que morirse: - hay que irse muriendo a piedra y lodo. -A soledad, a gritos, a poemas: - hay que morirse. Nada más. A secas… Miguel Guardia.

Sabines: Mi madre me contó que yo lloré en su vientre. - A ella le dijeron: tendrá suerte. - Alguien me habló todos los días de mi vida - al oído, despacio, lentamente. - Me dijo: ¡vive, vive, vive! - Era la muerte.

Y la figura de la muerte, a decir de Cervantes, en cualquier traje que venga es espantosa, y Octavio Paz: “Para el mexicano moderno la muerte carece de significación. Ha dejado de ser tránsito, acceso a la otra vida más vida que la nuestra. Pero la intrascendencia de la indiferencia ante la muerte es la otra cara de nuestra indiferencia ante la vida”, y Sabater el filósofo: “Tan obsesionados viven los hombres por la presencia pavorosa de la muerte, que apenas tienen tiempo para fijarse en la vida (…) Pasan el tiempo -lo matan- tratando de alejar de sí la muerte, previniéndola, combatiéndola o viendo morir a los suyos, compadeciéndolos, envidiándoles, calculando el tiempo que les falta para quedarse del todo sin tiempo…”

La melancólica voz de Nezahualcóyotl: "¿Acaso se vive con la raíz en la tierra? - No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí. - Aunque sea de jade se quiebra, aunque sea de oro se quiebra - aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. - No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí…”

Pues sí, pero algo que desde los tiempos sin memoria obsesionan al hombre: ¿qué es la muerte? ¿Cuál es el misterio sin fondo de la muerte? ¿Cuál? Sabiduría quintaesenciada, la literatura oriental:

“Desearíais saber el secreto de la muerte, pero, ¿cómo saberlo si no buscáis en el corazón de la vida? Si en realidad queréis conocer el espíritu de la muerte, abrid bien vuestro corazón al cuerpo de la vida. Porque la vida y la muerte son uno, como lo son el río y el mar…”

Pero fuera tristuras, arriba corazones, estos que anidan vivos dentro del pecho, que lo jura el Popol Vuh: Nosotros somos los vengadores de la muerte. Nuestra estirpe no se extinguirá mientras haya luz en el lucero de la mañana.

Porque muerte y lucero están ahí nomás, tras lomita, vivir; pero vivir a cabalidad, con todos los sentidos vivos todavía; vivir hasta atragantarnos, cada día y en el cogollo de cada minuto. Hoy nada más. Por siempre hoy, por más que el “siempre” sea un invento del humano para sus dioses, no para simples humanos. Vivir la vida. Porque habrá que morir. (Memento mori.)

lunes, octubre 06, 2008

Tlatelolco, Morelia, sangre derramada…

Tomás Mojarro

Ahora sí, mis valedores: va en serio esta vez. Esta vez la agresión fue en contra de todos nosotros. En esa ocasión la violencia tomó como blanco no al gobierno, no a los de uniforme, no a militantes del cartel rival, sino a todos nosotros, las masas sociales. Sin más.

¿Y qué? ¿Ni con esa provocación, ni con esta sangre y este dolor colectivo vamos a reaccionar? ¿No habremos de decidirnos a buscar el remedio? ¿Ni con provocación tan atroz vamos a proceder como adultos? ¿Preferimos seguir como infantes, como adolescentes, como sociedad inmadura? ¿Vamos a delegar, una vez más, en un Sistema de poder que en mil y una formas y en mil y una ocasiones nos ha demostrado que no es, como lo definía el clásico, un gobierno que mande obedeciendo, al que obedecemos como sus mandantes? A tal gobierno sí podemos y debemos exigir, porque es nuestro gobierno, aliado de todos nosotros porque lo integramos con un candidato de todos nosotros, la denominada sociedad civil, y no como hasta ahora, que procede de alguno de los partidos políticos, parte integral del Sistema Esto, mis valedores, será posible después de crear estrategias con las que nos arroguemos ese poder popular que nos garantiza el 39 Constitucional.

Pero al no tener conciencia del cambio histórico que precisamos y que sólo nosotros hemos de efectuar, tampoco tenemos conciencia del enemigo histórico de ese cambio, y entonces, en nuestra ignorancia, vamos a los terrenos del tigre, con veladoras le iluminamos el escondrijo, y a gritos y sombrerazos le exigimos que deje de devorar carne humana.

Y sí, triunfantes después de arrancarle hasta 75 propósitos de enmienda, tan tranquilos volvemos a casa. Promesas más o menos, ¿el tigre va a volverse vegetariano? ¿Por amor a nosotros, que le aportamos el alimento? Después de lo acontecido la noche del 15 del mes en Morelia, ¿seguir delegando en el tigre, que es decir en el Sistema de poder? ¿Seguirle entregando ese nuestro poder, que nos garantiza el 39 Constitucional? Mis valedores: ya nos tomaron la medida; nos la tomaron por nuestra pura ignorancia..

Y ahora sí, ante los nuevos tiempos mexicanos, tiempos del terrorismo, el de Los Pinos convoca a las masas sociales:

“pueblo y gobierno unidos”, forma obvia, descarada, de diluir su responsabilidad. Y nosotros, una vez más, ¿caer en la manipulación y por comisión u omisión convertirnos en cómplices del enemigo histórico de nuestro cambio? Porque a ver: ¿quién es el responsable directo de cumplimentar los fines últimos del Estado al que, para eso mismo, desde los escarceos iniciales de la civilización entregamos un cacho de libertad personal y con ello rebasar el estado de naturaleza, la ley de la selva, la ley del más fuerte? Esos fines, recuérdenlo, se sintetizan en un par de vocablos: bienestar y seguridad. ¿Hoy mismo, en los tiempos que corren, ¿los cumple el Sistema de poder? Mis valedores…

Ante el reguero de niños, mujeres, viejos y adultos en la plaza principal de Morelia, ¿vamos a seguir ignorando, desperdiciando, la herencia del 1968, parteaguas que fue en la historia de México y en el que Morelia y su Universidad desempeñaron un papel fundamental en la Conferencia Estudiantil de 1963? ¿Vamos a seguir en la ignorancia de esas formas de organización celular autogestionaria que nos otorguen ese poder que pregona el 39 en la Carta Magna, y con ello hacer efectiva la democracia participativa que fue bandera del 68: plebiscito, referendo, revocación de mandato? O por contras, ¿a seguir con esa cultura que, para distorsionarnos, para borrarnos la memoria histórica, nos infiltra el Sistema de poder? “Ustedes exijan, sigan exigiendo, tomen la calle cuantas veces quieran. Ustedes y nosotros, los del Poder que debiera ser suyo y nos han entregado, vamos a crear comisiones de ciudadanos que vigilen las acciones del gobierno, y nos exijan cuando perciban que no cumplimos compromisos como los 75 de aquella noche de agosto cuando todos ustedes, ‘organizados’, iluminaron México“.