De Proceso 20-02-006
El "gober precioso", lección de priismo
Miguel Ángel Granados Chapa
Dicen que los moribundos, antes de expirar perciben como en una revelación una síntesis, un sumario de sus vidas. Al PRI le ocurre algo semejante pero en sentido contrario, en el estado agónico quizá no del partido mismo sino de sus posibilidades presidenciales, está ofreciendo un resumen, un compendio de lo que ha sido y es. La conversación que gracias a un ladrón generoso, una suerte de Chucho El Roto de la electrónica hemos podido conocer, entre el gobernador de Puebla Mario Marín y el denunciante de Lydia Cacho, Kamel Nacif Borge, presenta en minutos el meollo del régimen autoritario priista: la colusión entre el poder político y el económico, el torcimiento ufano de la ley y el sometimiento de la justicia, un peligroso desprecio por los medios de información. Y la secuela no es menos aleccionadora: cómplices del gober precioso, como ahora es inevitable referirse a Marín (y así habrá que llamarlo siempre, aunque eventualmente perdiera el cargo), el candidato presidencial, los senadores y diputados federales, los locales y los alcaldes priistas, todos a una se alinean tras el Ejecutivo poblano, como si fuera víctima de una maniobra política y no el paradigma del gobernante corrupto e infractor.
Ya arrinconado por los interrogatorios a que se ha sometido, y en los que ha ido mudando su posición ante las grabaciones, hasta admitir que podría ser su voz la que se escucha en el degradante diálogo con Nacif Borge, Marín se congratuló de que, en último término, esas piezas carecerían de valor en un juicio, porque resultan de un acto delictuoso, la intervención de telefonemas sin apego a la ley. Supongamos que tiene razón (aunque cabe la posibilidad de que la línea interceptada lo estuviera por algún mandamiento judicial en, digamos, una averiguación penal por lavado de dinero). Pero se equivoca si piensa que sólo de esos materiales puede componerse una acusación en su contra. Los hay de otra naturaleza, son públicos y corresponden a la línea argumentativa que se desprende de las conversaciones intervenidas, donde captamos a un Nacif Borge simultáneamente locuaz e inarticulado.
La verosimilitud de las grabaciones resulta de su coincidencia con hechos públicos conocidos o inferidos. El gobernador se interesó personalmente por el caso, como si fuera de gran relieve por su efecto público, y no lo era (...hasta que lo fue). Por su propia naturaleza, la difamación se persigue sólo por querella de parte, no de oficio como corresponde a los delitos de orden público. Imaginamos, por lo demás, que Marín no se involucra personalmente en todos y cada uno de los procedimientos penales que desarrolla la Procuraduría a sus órdenes. Independientemente de las grabaciones, el gobernador debe responder por qué se interesó de modo directo en un caso que pudo haberse tramitado en el Distrito Federal (donde se asienta la editorial que publicó Los demonios del edén) o en Quintana Roo, donde reside la autora.
No sólo eso. Supongo que tampoco es frecuente la diligencia de la policía ministerial, cuyo personal viajó desde el altiplano hasta la costa caribeña para detener no a un delincuente peligroso, que además estuviera en condiciones de huir y se aprestara a hacerlo, sino a una periodista que por añadidura habló de su libro en la televisión, lo que terminó de irritar a Nacif Borge, según su dicho, y lo hizo acudir al apoyo del gobernador, a cuya campaña había contribuido.
Marín se involucró en el caso por eso, para pagar favores. No ocultó su interés en el asunto. Se refirió abiertamente a él (no fue, por lo tanto, necesario que se le espiara para saberlo) en la víspera de que se dictara auto de formal prisión a Lydia Cacho. Y el 22 de diciembre empleó las palabras que al día siguiente repitió ante su cómplice, mientras se intercambiaban señalamientos de heroísmo: en Puebla al que delinque se le llama delincuente, y la señora Cacho lo es. No podía esperarse de la jueza Rosa Celia Pérez (que en su despacho muestra una fotografía del gobernador Marín, en una implícita admisión de que su oficina depende del Poder Ejecutivo) más que un fallo acorde con la voluntad manifestada expresamente por su jefe. Claro que no escribió en su auto: por instrucciones del señor gobernador se inicia proceso penal contra Lydia Cacho, pero ese es el sentido de su decisión.
A su turno, la procuradora de Justicia (¡pocas veces tan sarcástico ese título!) Blanca Laura Villeda admitió el abordamiento singular que se dio al procedimiento contra Lydia Cacho: no se le enviaron notificaciones durante la averiguación previa (omisión de que se ufana Nacif Borge en sus telefonemas) "para evitar el escándalo". Por la razón que fuere, en todo caso es ilegal no apercibir a la indiciada, sobre todo en tratándose de un delito no peligroso y sabedores su perseguidores de que mantiene un domicilio fijo y público. Pero qué chasco se llevaron si en verdad lo que procuraban impedir es que el asunto se les volviera un problema: al actuar del modo en que lo hicieron generaron un caso resonante cuyas repercusiones en el peor de los casos (para la sociedad) demorarán en atenuarse pero dejaron ya marcado de por vida a Marín.
Por lo que hace a Nacif Borge, si alguien creyera que pretendió defender su honra al acusar de difamación a Lydia Cacho, entenderá que ha conseguido el efecto contrario. Quienes leyeron Los demonios del edén antes de diciembre pasado apenas habrán reparado en la persona que amerita una docena de menciones (exactamente doce en un libro de 208 páginas), aunque de ellas se desprenda su papel de protector de Jean Succar Kuri. Pero es éste, no el denunciante, el protagonista del libro, el directamente señalado por la autora, con base en expedientes judiciales y en otros indicios, como pederasta y partícipe en el comercio sexual infantil. Si creyéramos que intentó de verdad proteger su honor, o castigar a quien lo había dañado, generó el efecto contrario. No sólo hizo que se recuperara información sobre su pasado (cuando fue arrestado en Las Vegas por evasión fiscal) y sus prácticas empresariales, sino que es ahora universalmente conocida su concepción del mundo y de la vida, del poder, de las mujeres y del periodismo, conocimiento que no le ganará aprecio, estoy seguro.
El presuntamente difamado (que acusó a Lydia Cacho no por serlo, sino sólo para incidir en el procedimiento de extradición de su amigo Succar Kuri) resulta, a la postre, un difamador. No sólo ha intentado, sin éxito, destruir la reputación de la periodista cuya figura, al contrario, se agranda en relación directamente proporcional al achicamiento de su acusador y sus cómplices, especialmente el gober precioso, sino que condensó su ira contra la prensa acusando en falso a Proceso. También en diciembre, es decir, mucho antes de que se conociera tan públicamente su talante, ofreció un anticipo de sus rasgos al decir que esta revista lo había buscado para conocer su punto de vista ante el procedimiento penal. En realidad, con sus palabras, él dice que "iban a sacar algo de mí" y miente al añadir "que cuánto les daba porque no lo sacaran". Él se negó a considerar la oferta, o sea "les dije que vayan y tiznen a su madre".
Yo no sé si la admirable Blanche Petrich (en la entrevista con Nacif Borge, aparecida en La Jornada el 22 de diciembre) atenuó ese verbo, o el propio denunciante de Lydia Cacho se ruborizó y no empleó el chinguen que tan a menudo salta en sus telefonemas. Como quiera que sea, como parte de esta publicación le digo, como antes respondíamos a las mentadas de madre:
¡La suya!
Ya arrinconado por los interrogatorios a que se ha sometido, y en los que ha ido mudando su posición ante las grabaciones, hasta admitir que podría ser su voz la que se escucha en el degradante diálogo con Nacif Borge, Marín se congratuló de que, en último término, esas piezas carecerían de valor en un juicio, porque resultan de un acto delictuoso, la intervención de telefonemas sin apego a la ley. Supongamos que tiene razón (aunque cabe la posibilidad de que la línea interceptada lo estuviera por algún mandamiento judicial en, digamos, una averiguación penal por lavado de dinero). Pero se equivoca si piensa que sólo de esos materiales puede componerse una acusación en su contra. Los hay de otra naturaleza, son públicos y corresponden a la línea argumentativa que se desprende de las conversaciones intervenidas, donde captamos a un Nacif Borge simultáneamente locuaz e inarticulado.
La verosimilitud de las grabaciones resulta de su coincidencia con hechos públicos conocidos o inferidos. El gobernador se interesó personalmente por el caso, como si fuera de gran relieve por su efecto público, y no lo era (...hasta que lo fue). Por su propia naturaleza, la difamación se persigue sólo por querella de parte, no de oficio como corresponde a los delitos de orden público. Imaginamos, por lo demás, que Marín no se involucra personalmente en todos y cada uno de los procedimientos penales que desarrolla la Procuraduría a sus órdenes. Independientemente de las grabaciones, el gobernador debe responder por qué se interesó de modo directo en un caso que pudo haberse tramitado en el Distrito Federal (donde se asienta la editorial que publicó Los demonios del edén) o en Quintana Roo, donde reside la autora.
No sólo eso. Supongo que tampoco es frecuente la diligencia de la policía ministerial, cuyo personal viajó desde el altiplano hasta la costa caribeña para detener no a un delincuente peligroso, que además estuviera en condiciones de huir y se aprestara a hacerlo, sino a una periodista que por añadidura habló de su libro en la televisión, lo que terminó de irritar a Nacif Borge, según su dicho, y lo hizo acudir al apoyo del gobernador, a cuya campaña había contribuido.
Marín se involucró en el caso por eso, para pagar favores. No ocultó su interés en el asunto. Se refirió abiertamente a él (no fue, por lo tanto, necesario que se le espiara para saberlo) en la víspera de que se dictara auto de formal prisión a Lydia Cacho. Y el 22 de diciembre empleó las palabras que al día siguiente repitió ante su cómplice, mientras se intercambiaban señalamientos de heroísmo: en Puebla al que delinque se le llama delincuente, y la señora Cacho lo es. No podía esperarse de la jueza Rosa Celia Pérez (que en su despacho muestra una fotografía del gobernador Marín, en una implícita admisión de que su oficina depende del Poder Ejecutivo) más que un fallo acorde con la voluntad manifestada expresamente por su jefe. Claro que no escribió en su auto: por instrucciones del señor gobernador se inicia proceso penal contra Lydia Cacho, pero ese es el sentido de su decisión.
A su turno, la procuradora de Justicia (¡pocas veces tan sarcástico ese título!) Blanca Laura Villeda admitió el abordamiento singular que se dio al procedimiento contra Lydia Cacho: no se le enviaron notificaciones durante la averiguación previa (omisión de que se ufana Nacif Borge en sus telefonemas) "para evitar el escándalo". Por la razón que fuere, en todo caso es ilegal no apercibir a la indiciada, sobre todo en tratándose de un delito no peligroso y sabedores su perseguidores de que mantiene un domicilio fijo y público. Pero qué chasco se llevaron si en verdad lo que procuraban impedir es que el asunto se les volviera un problema: al actuar del modo en que lo hicieron generaron un caso resonante cuyas repercusiones en el peor de los casos (para la sociedad) demorarán en atenuarse pero dejaron ya marcado de por vida a Marín.
Por lo que hace a Nacif Borge, si alguien creyera que pretendió defender su honra al acusar de difamación a Lydia Cacho, entenderá que ha conseguido el efecto contrario. Quienes leyeron Los demonios del edén antes de diciembre pasado apenas habrán reparado en la persona que amerita una docena de menciones (exactamente doce en un libro de 208 páginas), aunque de ellas se desprenda su papel de protector de Jean Succar Kuri. Pero es éste, no el denunciante, el protagonista del libro, el directamente señalado por la autora, con base en expedientes judiciales y en otros indicios, como pederasta y partícipe en el comercio sexual infantil. Si creyéramos que intentó de verdad proteger su honor, o castigar a quien lo había dañado, generó el efecto contrario. No sólo hizo que se recuperara información sobre su pasado (cuando fue arrestado en Las Vegas por evasión fiscal) y sus prácticas empresariales, sino que es ahora universalmente conocida su concepción del mundo y de la vida, del poder, de las mujeres y del periodismo, conocimiento que no le ganará aprecio, estoy seguro.
El presuntamente difamado (que acusó a Lydia Cacho no por serlo, sino sólo para incidir en el procedimiento de extradición de su amigo Succar Kuri) resulta, a la postre, un difamador. No sólo ha intentado, sin éxito, destruir la reputación de la periodista cuya figura, al contrario, se agranda en relación directamente proporcional al achicamiento de su acusador y sus cómplices, especialmente el gober precioso, sino que condensó su ira contra la prensa acusando en falso a Proceso. También en diciembre, es decir, mucho antes de que se conociera tan públicamente su talante, ofreció un anticipo de sus rasgos al decir que esta revista lo había buscado para conocer su punto de vista ante el procedimiento penal. En realidad, con sus palabras, él dice que "iban a sacar algo de mí" y miente al añadir "que cuánto les daba porque no lo sacaran". Él se negó a considerar la oferta, o sea "les dije que vayan y tiznen a su madre".
Yo no sé si la admirable Blanche Petrich (en la entrevista con Nacif Borge, aparecida en La Jornada el 22 de diciembre) atenuó ese verbo, o el propio denunciante de Lydia Cacho se ruborizó y no empleó el chinguen que tan a menudo salta en sus telefonemas. Como quiera que sea, como parte de esta publicación le digo, como antes respondíamos a las mentadas de madre:
¡La suya!
Otro consentido sexenal
Por Isaín Mandujano y Ricardo Ravelo
Información recabada por Proceso revela que Kamel Nacif está relacionado con el actual gobernador poblano Mario Marín desde que éste era subsecretario de gobierno de Mariano Piña Olaya. El vínculo: compras ilegales de terrenos, de las que derivaron diversos asesinatos de luchadores sociales que trataron de recuperar las tierras ejidales. A su vez, el mandatario chiapaneco, Pablo Salazar Mendiguchía, y el presidente Fox no sólo le inauguraron al empresario textilero una gran fábrica de ropa para exportación en San Cristóbal de las Casas (2002), sino que lo elogiaron y le dieron "apoyos económicos" federales y estatales por alrededor de 17 millones de pesos...
PUEBLA, PUE.- Consentido entre otros por los actuales gobernadores de Puebla, Mario Marín, y de Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchía, a la vez que apapachado por el presidente Vicente Fox, el autodenominado Rey de la Mezclilla, Kamel Nacif Borge, tiene cuentas pendientes con la justicia de Estados Unidos, donde estuvo preso en 1993 por evasión fiscal y sigue siendo investigado por el origen de su fortuna, ya sin visa.
Ligado a presuntos actos de pederastia -según el libro Los demonios del Edén, de la periodista Lydia Cacho Ribeiro-, Kamel Nacif Borge, adicto al juego y al dinero, solía viajar por lo menos dos veces al mes en su avión privado a Las Vegas para apostar grandes sumas en el casino Binion Horseshoe, donde fue aprehendido un día de mayo de 1993 acusado de defraudar al fisco.
Estuvo preso 15 días y recobró la libertad tras el pago de una fianza de 10 millones de dólares, suma que fue cubierta por el dueño del casino, su amigo Jack Binion. Luego, Nacif Borge fue arraigado en el estado de Nevada, donde permaneció 10 meses bajo estricta vigilancia policiaca.
Tras las revelaciones que Lydia Cacho hizo en su libro, algunos clientes y amigos del empresario que impulsó la siembra y cosecha de algodón en el norte del país se han distanciado de él, pues a su mala imagen previa sumó las sospechas de que está implicado en la pederastia.
Aunque el gobernador de Puebla, Mario Marín, niega cualquier relación de amistad con Nacif, en la capital del estado se asegura que esa relación surgió a principios de los años noventa, durante el sexenio de Mariano Piña Olaya, en cuya administración el actual gobernador, Mario Marín Torres, fungía como subsecretario de gobierno.
Y no sólo eso, sino que, de acuerdo con las fuentes consultadas, la relación entre Kamel Nacif y Mario Marín fue estrechándose conforme avanzaba el proyecto de expropiación de mil 84 hectáreas de los terrenos ejidales donde hoy se asienta el complejo inmobiliario conocido como Angelópolis, donde Kamel Nacif se benefició con la compra de 100 hectáreas del ejido Momoxpan.
Los ejidatarios se opusieron a la venta de esas tierras. Uno de los líderes que defendió ese patrimonio de los campesinos e indígenas fue José Cruz Zapotécatl. Inconforme con la venta de las tierras a Nacif, José Cruz Zapotécatl se entrevistó con él para exigirle su devolución, puesto que la operación de compraventa había sido ilegal.
En el restaurante donde desayunaban, El Mesón del Ángel, el empresario ofreció a José Cruz una maleta de dinero para que abandonara su lucha. "Eran puros billetes grandes", recuerda un testigo de aquel encuentro. José Cruz rechazó el dinero y, tres semanas después, fue asesinado. El crimen, según las publicaciones de entonces, se atribuyó a Mario Marín, quien se desempeñaba como subsecretario de gobierno.
Meses después, surgieron nuevos movimientos sociales con el propósito de recuperar las tierras que habían sido "puestas en manos de los ricos". En 1994, Saturnina -La Nina, como le llamaban- luchó desde la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (la CNTE) para rescatar los terrenos, al mismo tiempo que planteaba las reivindicaciones de su gremio. Pero también fue asesinada, en un Volkswagen.
La misma suerte corrió Sergio Moreno, cabeza de la Organización Campesina Independiente 13 de Octubre, quien pugnaba por recuperar las tierras de la Sierra Norte. Su lucha se frustró en 1996, tras ser asesinado por los caciques que servían al poder gubernamental.
Entre los poblanos es del dominio público la historia de cómo se apropió Kamel Nacif de las 100 hectáreas de la reserva territorial más importante del estado. Luego de comprar dicha extensión, Nacif la hipotecó en el Banco de Oriente.
Tras asumir el gobierno de Puebla, Manuel Bartlett Díaz determinó la nulidad del reparto que había hecho su antecesor, Mariano Piña Olaya, por lo que las escrituras fueron invalidadas y el Banco de Oriente se quedó sin garantías. Debido a esos y a otros hechos, la institución anunció su quiebra.
Los apoyos de Fox y Salazar
En cuanto a la relación del gobernador de Chiapas, Pablo Salazar, con el empresario textilero Nacif Borge, que salió a relucir en el escándalo por el caso de Lydia Cacho, tampoco es nueva y fue ostensible desde que el mandatario estatal y el presidente Fox le inauguraron, en San Cristóbal de las Casas, la fábrica de suéteres y playeras Trans Textil Internacional, S.A. de C.V. (TTI), que ahora se denomina Spintex, S.A. de C.V., y que, además de ser una fuente de explotación para cientos de indígenas de varios municipios chiapanecos, recibió apoyos económicos de los tres niveles de gobierno.
Cuando, en abril de 2002 y ante el presidente Fox, el gobernador Pablo Salazar inauguró TTI, manifestó que la empresa representaría una inversión superior a 82 millones de pesos, con una participación de capitales de 65 millones de inversión privada, 11 millones del gobierno del estado y 6 millones del Programa Federal Marcha Hacia el Sur.
Ante el primer mandatario de la nación, el gobernador Salazar dijo entonces que aquella empresa de Kamel Nacif era "un símbolo para los chiapanecos, al considerarlo como el principal punto de arranque para el desarrollo industrial de la entidad".
Enseguida, Vicente Fox pidió a Nacif tomar la palabra, ante lo cual el empresario, puro en mano, bromeó con el presidente diciéndole que, por su baja estatura, necesitaría un banquito para alcanzar el micrófono.
Ante la insistencia presidencial, el empresario, que en estos días ha sido exhibido por los medios de comunicación como una persona locuaz, le dijo al presidente de la República:
-Pero yo no sé hablar...
-Un saludo a tus trabajadores -lo animó Vicente Fox.
-Aquí ya estoy, gracias. ¿Y ahora de qué hablo? ¡Pero qué malo eres!
Bueno, pues les agradezco a todos -al señor presidente, a su señora esposa, al señor gobernador- por esta inauguración, y ojalá que hagamos otra... Eso es todo lo que puedo decir...
Así de escueta fue su intervención.
Por su parte, Fox se dijo satisfecho por aquel evento y elogió la actitud de Nacif, a quien le ofreció acudir a inaugurar otra de sus empresas.
Tanto Salazar como Fox presumieron entonces de que aquella fábrica elaboraría suéteres de primera calidad, que en su mayor parte serían exportados a Estados Unidos.
Y así fue. En noviembre de ese mismo año, cuando Fox regresó a Chiapas, Salazar se jactó ante el presidente de que aquella empresa había enviado ya a Iowa y Florida, Estados Unidos, más de 30 mil suéteres y 57 mil playeras, que representaban 11 toneladas de ropa manufacturadas en la fábrica de Nacif por trabajadores chiapanecos.
Posteriormente, la empresa dejó de producir suéteres y se dedicó sólo a la elaboración de playeras que, también exportadas casi en su totalidad a Estados Unidos, son vendidas por grandes almacenes, como Sears, Target, Wal Mart y J.C. Penny.
Esas playeras tienen marcas "de prestigio" que se encuentran de moda en el mercado estadunidense, como Tommy Hilfiger, casa con la que TTI tenía importantes contratos.
Aunque la planta de Nacif recibió apoyos federales y estatales por 17 millones de pesos a raíz de la promesa de que generaría más de mil 500 empleos, Miguel Pickard, miembro del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas, A.C. (CIEPAC), constató en abril de 2003 que en realidad la mano de obra contratada no rebasaba los 500 trabajadores.
Según Pickard, el gobierno del presidente Fox transfirió 6 millones de pesos a TTI mediante el Programa Marcha Hacia el Sur, cifra que se utilizó para acondicionar la nave industrial que hoy alberga la planta.
Por su parte, el gobierno estatal de Pablo Salazar compró en más de 10 millones de pesos la inmensa nave de 8 mil 400 metros cuadrados a su anterior dueño, Bodegas Gigante, y se la ofreció a TTI en comodato, sin cobrar renta.
Más aún, mediante "becas", el gobierno de Chiapas cubrió los salarios de los empleados de TTI durante los primeros seis meses de su estancia en la empresa, el tiempo que supuestamente tardaban en capacitarse.
Por último, el gobierno municipal de San Cristóbal contribuyó con ese extraordinario paquete de incentivos construyéndole a Nacif una gran banqueta alrededor de las entradas principales de la nave.
Todo fue puesto para Nacif en bandeja de oro, y en la actualidad, a la entrada principal de la nave, sobre un muro de concreto, pueden leerse dos letras: KN, el sello de Kamel Nacif.
PUEBLA, PUE.- Consentido entre otros por los actuales gobernadores de Puebla, Mario Marín, y de Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchía, a la vez que apapachado por el presidente Vicente Fox, el autodenominado Rey de la Mezclilla, Kamel Nacif Borge, tiene cuentas pendientes con la justicia de Estados Unidos, donde estuvo preso en 1993 por evasión fiscal y sigue siendo investigado por el origen de su fortuna, ya sin visa.
Ligado a presuntos actos de pederastia -según el libro Los demonios del Edén, de la periodista Lydia Cacho Ribeiro-, Kamel Nacif Borge, adicto al juego y al dinero, solía viajar por lo menos dos veces al mes en su avión privado a Las Vegas para apostar grandes sumas en el casino Binion Horseshoe, donde fue aprehendido un día de mayo de 1993 acusado de defraudar al fisco.
Estuvo preso 15 días y recobró la libertad tras el pago de una fianza de 10 millones de dólares, suma que fue cubierta por el dueño del casino, su amigo Jack Binion. Luego, Nacif Borge fue arraigado en el estado de Nevada, donde permaneció 10 meses bajo estricta vigilancia policiaca.
Tras las revelaciones que Lydia Cacho hizo en su libro, algunos clientes y amigos del empresario que impulsó la siembra y cosecha de algodón en el norte del país se han distanciado de él, pues a su mala imagen previa sumó las sospechas de que está implicado en la pederastia.
Aunque el gobernador de Puebla, Mario Marín, niega cualquier relación de amistad con Nacif, en la capital del estado se asegura que esa relación surgió a principios de los años noventa, durante el sexenio de Mariano Piña Olaya, en cuya administración el actual gobernador, Mario Marín Torres, fungía como subsecretario de gobierno.
Y no sólo eso, sino que, de acuerdo con las fuentes consultadas, la relación entre Kamel Nacif y Mario Marín fue estrechándose conforme avanzaba el proyecto de expropiación de mil 84 hectáreas de los terrenos ejidales donde hoy se asienta el complejo inmobiliario conocido como Angelópolis, donde Kamel Nacif se benefició con la compra de 100 hectáreas del ejido Momoxpan.
Los ejidatarios se opusieron a la venta de esas tierras. Uno de los líderes que defendió ese patrimonio de los campesinos e indígenas fue José Cruz Zapotécatl. Inconforme con la venta de las tierras a Nacif, José Cruz Zapotécatl se entrevistó con él para exigirle su devolución, puesto que la operación de compraventa había sido ilegal.
En el restaurante donde desayunaban, El Mesón del Ángel, el empresario ofreció a José Cruz una maleta de dinero para que abandonara su lucha. "Eran puros billetes grandes", recuerda un testigo de aquel encuentro. José Cruz rechazó el dinero y, tres semanas después, fue asesinado. El crimen, según las publicaciones de entonces, se atribuyó a Mario Marín, quien se desempeñaba como subsecretario de gobierno.
Meses después, surgieron nuevos movimientos sociales con el propósito de recuperar las tierras que habían sido "puestas en manos de los ricos". En 1994, Saturnina -La Nina, como le llamaban- luchó desde la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (la CNTE) para rescatar los terrenos, al mismo tiempo que planteaba las reivindicaciones de su gremio. Pero también fue asesinada, en un Volkswagen.
La misma suerte corrió Sergio Moreno, cabeza de la Organización Campesina Independiente 13 de Octubre, quien pugnaba por recuperar las tierras de la Sierra Norte. Su lucha se frustró en 1996, tras ser asesinado por los caciques que servían al poder gubernamental.
Entre los poblanos es del dominio público la historia de cómo se apropió Kamel Nacif de las 100 hectáreas de la reserva territorial más importante del estado. Luego de comprar dicha extensión, Nacif la hipotecó en el Banco de Oriente.
Tras asumir el gobierno de Puebla, Manuel Bartlett Díaz determinó la nulidad del reparto que había hecho su antecesor, Mariano Piña Olaya, por lo que las escrituras fueron invalidadas y el Banco de Oriente se quedó sin garantías. Debido a esos y a otros hechos, la institución anunció su quiebra.
Los apoyos de Fox y Salazar
En cuanto a la relación del gobernador de Chiapas, Pablo Salazar, con el empresario textilero Nacif Borge, que salió a relucir en el escándalo por el caso de Lydia Cacho, tampoco es nueva y fue ostensible desde que el mandatario estatal y el presidente Fox le inauguraron, en San Cristóbal de las Casas, la fábrica de suéteres y playeras Trans Textil Internacional, S.A. de C.V. (TTI), que ahora se denomina Spintex, S.A. de C.V., y que, además de ser una fuente de explotación para cientos de indígenas de varios municipios chiapanecos, recibió apoyos económicos de los tres niveles de gobierno.
Cuando, en abril de 2002 y ante el presidente Fox, el gobernador Pablo Salazar inauguró TTI, manifestó que la empresa representaría una inversión superior a 82 millones de pesos, con una participación de capitales de 65 millones de inversión privada, 11 millones del gobierno del estado y 6 millones del Programa Federal Marcha Hacia el Sur.
Ante el primer mandatario de la nación, el gobernador Salazar dijo entonces que aquella empresa de Kamel Nacif era "un símbolo para los chiapanecos, al considerarlo como el principal punto de arranque para el desarrollo industrial de la entidad".
Enseguida, Vicente Fox pidió a Nacif tomar la palabra, ante lo cual el empresario, puro en mano, bromeó con el presidente diciéndole que, por su baja estatura, necesitaría un banquito para alcanzar el micrófono.
Ante la insistencia presidencial, el empresario, que en estos días ha sido exhibido por los medios de comunicación como una persona locuaz, le dijo al presidente de la República:
-Pero yo no sé hablar...
-Un saludo a tus trabajadores -lo animó Vicente Fox.
-Aquí ya estoy, gracias. ¿Y ahora de qué hablo? ¡Pero qué malo eres!
Bueno, pues les agradezco a todos -al señor presidente, a su señora esposa, al señor gobernador- por esta inauguración, y ojalá que hagamos otra... Eso es todo lo que puedo decir...
Así de escueta fue su intervención.
Por su parte, Fox se dijo satisfecho por aquel evento y elogió la actitud de Nacif, a quien le ofreció acudir a inaugurar otra de sus empresas.
Tanto Salazar como Fox presumieron entonces de que aquella fábrica elaboraría suéteres de primera calidad, que en su mayor parte serían exportados a Estados Unidos.
Y así fue. En noviembre de ese mismo año, cuando Fox regresó a Chiapas, Salazar se jactó ante el presidente de que aquella empresa había enviado ya a Iowa y Florida, Estados Unidos, más de 30 mil suéteres y 57 mil playeras, que representaban 11 toneladas de ropa manufacturadas en la fábrica de Nacif por trabajadores chiapanecos.
Posteriormente, la empresa dejó de producir suéteres y se dedicó sólo a la elaboración de playeras que, también exportadas casi en su totalidad a Estados Unidos, son vendidas por grandes almacenes, como Sears, Target, Wal Mart y J.C. Penny.
Esas playeras tienen marcas "de prestigio" que se encuentran de moda en el mercado estadunidense, como Tommy Hilfiger, casa con la que TTI tenía importantes contratos.
Aunque la planta de Nacif recibió apoyos federales y estatales por 17 millones de pesos a raíz de la promesa de que generaría más de mil 500 empleos, Miguel Pickard, miembro del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas, A.C. (CIEPAC), constató en abril de 2003 que en realidad la mano de obra contratada no rebasaba los 500 trabajadores.
Según Pickard, el gobierno del presidente Fox transfirió 6 millones de pesos a TTI mediante el Programa Marcha Hacia el Sur, cifra que se utilizó para acondicionar la nave industrial que hoy alberga la planta.
Por su parte, el gobierno estatal de Pablo Salazar compró en más de 10 millones de pesos la inmensa nave de 8 mil 400 metros cuadrados a su anterior dueño, Bodegas Gigante, y se la ofreció a TTI en comodato, sin cobrar renta.
Más aún, mediante "becas", el gobierno de Chiapas cubrió los salarios de los empleados de TTI durante los primeros seis meses de su estancia en la empresa, el tiempo que supuestamente tardaban en capacitarse.
Por último, el gobierno municipal de San Cristóbal contribuyó con ese extraordinario paquete de incentivos construyéndole a Nacif una gran banqueta alrededor de las entradas principales de la nave.
Todo fue puesto para Nacif en bandeja de oro, y en la actualidad, a la entrada principal de la nave, sobre un muro de concreto, pueden leerse dos letras: KN, el sello de Kamel Nacif.
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