Por más que se hagan fotografiar en locaciones rancheras, los dos presidentes siguen sin entender la razón profunda de lo que sucede en Oaxaca y en buena parte del país. Los mecanismos oficiales de interlocución ya no funcionan, y el entramado institucional que durante décadas garantizó cierta estabilidad política y social (combinando, en dosis a gusto de los gobernantes en turno, la corrupción, la mediatización y la represión) ahora sólo genera enojo ciudadano y ficciones como las engoladas mesas de negociación que Bucareli ha montado sin la presencia de las partes realmente importantes que son la APPO y el magisterio de la sección 22 del SNTE...
La historia de gran democracia y alegre gobierno que en complicidad con los medios, sobre todo los electrónicos, ha impuesto la plutocracia como verdad dominante se descascara cuando se confronta esa visión virtual con la realidad de un México agraviado que se manifiesta en las calles y en la lucha política. El reino de la percepción con el que se impuso el fraude electoral, y que mantiene todavía embebidos a muchos ciudadanos cuya única fuente de información política son los programas de las televisoras o los comentarios radiofónicos alineados, se diluye cuando, a la retahíla de lugares comunes que esa tele y radio inculcan, se oponen movimientos y acciones como los oaxaqueños, que nos dicen a todos que la paciencia popular está al límite y que por más manipulación de conciencias que los gobiernos del espot ordenen, la realidad real sigue insatisfecha y, en casos como los de quienes hoy arriban al DF, movilizada.
La historia de gran democracia y alegre gobierno que en complicidad con los medios, sobre todo los electrónicos, ha impuesto la plutocracia como verdad dominante se descascara cuando se confronta esa visión virtual con la realidad de un México agraviado que se manifiesta en las calles y en la lucha política. El reino de la percepción con el que se impuso el fraude electoral, y que mantiene todavía embebidos a muchos ciudadanos cuya única fuente de información política son los programas de las televisoras o los comentarios radiofónicos alineados, se diluye cuando, a la retahíla de lugares comunes que esa tele y radio inculcan, se oponen movimientos y acciones como los oaxaqueños, que nos dicen a todos que la paciencia popular está al límite y que por más manipulación de conciencias que los gobiernos del espot ordenen, la realidad real sigue insatisfecha y, en casos como los de quienes hoy arriban al DF, movilizada.
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