Entre dos aguas.....

Una muestra de la sumisión de los gobers preciosos perredistas, aludiendo a que no tienen de otra mas que ser institucionales y aceptar su derrota. De Cardenas Batel ya no dudo que deba reconocer a Calderon obligatoriamente por los rumores Ahumados. Lo peor es que dudan aun del fraude atribuyendole la derrota a no tener representantes en todas las casillas. O la gober preciosa asume a Fecal como presidente diciendo "él tiene que construir su legitimidad".
Sabran lo que es ser de izquierda y que existen métodos comunales y de autogestion, o que aun desconociendo al espurio tienen derecho al presupuesto federal porque son gobernadores legítimos?.
Me recuerda, en sentido sarcástico, una frase famosa de Jorge Luis Borges (no el Jose Luis Borgues de Fox quien solo él conoce) que dice "Esta derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece".

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Gloria Leticia Díaz

En tanto que el jefe de Gobierno electo Marcelo Ebrard se mantiene “leal” al compromiso de no reconocer al “presidente espurio” Felipe Calderón, otros gobernantes emanados del PRD, como Lázaro Cárdenas Batel y Zeferino Torreblanca –quienes en entrevista ventilan los errores cometidos en la campaña de López Obrador– consideran que no tienen más remedio que tratar con él, pese a las irregularidades observadas en el proceso electoral. Amalia García, por su parte, esperará a ver el comportamiento del nuevo gobierno, pues a su juicio el clima de civilidad y respeto debe provenir del propio PAN, ante el claro pluralismo expresado en las urnas.

De prisa por su retraso de media hora, Lázaro Cárdenas Batel guarda las formas políticas al llegar a la asamblea anual de la Concamin el pasado 4 de octubre y saluda cordialmente a la invitada de honor, Josefina Vázquez Mota, quien acude en representación de Felipe Calderón.

Al término del discurso de la exsecretaria de Desarrollo Social, el gobernador perredista de Michoacán aplaude con discreción y se incorpora para felicitarla, como el gobernador priista de Nuevo León, Natividad González Parás, y el panista de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña. Los tres fueron premiados por la Confederación de Cámaras Industriales por haber promovido el desarrollo de sus entidades en la materia.

Acabada la asamblea, el perredista Cár-denas Batel dialoga con otros miembros del equipo de Vázquez Mota, y permanece en el estrado hasta que la panista se despide afectuosamente de él.

Parecía que había quedado atrás el conflicto poselectoral que culminó con la Convención Nacional Democrática, la cual calificó a Felipe Calderón como “presidente espurio” y nombró a Andrés Manuel López Obrador “presidente legítimo”.

“Como gobernantes, no nos queda de otra”, reconoce Cárdenas Batel más tarde en entrevista con Proceso, al hablar de los tratos que tendrá que establecer con Felipe Calderón y su gobierno.

Algo parecido opina el gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca Galindo, quien, sin tener credencial del PRD, había contendido por ese partido desde 1993 a presidente municipal –cargo que ganó en 1999– y a diputado federal en dos ocasiones antes de ser postulado para la gubernatura en febrero de 2002.

“Me parecería un acto suicida que un gobierno como el mío, que tiene una dependencia de 96.5% de la Federación, pueda hablar de aislacionismos o de ínsulas, cuando el que va a pagar los platos rotos es el sector de los más pobres de Guerrero”, expresa a su vez en entrevista por separado.

Para Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno electo del Distrito Federal, en cambio, no hay otro presidente “legítimo” que López Obrador, a cuya toma de posesión asistirá el 20 de noviembre próximo, pues considera que él y su equipo deben “ser leales a los resolutivos de la Convención Nacional Democrática”.

Amalia García Medina, gobernadora de Zacatecas y exdirigente nacional del PRD, aclara por su parte: “La verdadera pregunta es qué es lo que ellos (Calderón y los panistas) están ofreciendo y planteando al país para crear un ambiente de civilidad política y condiciones de respeto en una nación plural. No puedo adelantar cómo voy a actuar después del 1 de diciembre porque no sé cómo van a hacerlo ellos”.

Y es que la polarización política como saldo del proceso electoral por la Presi-dencia de la República es de tal magnitud, que a muchos de los perredistas que operan dentro de las instituciones –como algunos gobernantes y legisladores– se les dificulta cumplir con el pedido lopezobradorista de no tener tratos con Calderón.

En un clima de tensión interna del PRD, que se elevó por la decisión de no ventilar la autocrítica y por la carta que dirigió a Elena Poniatowska el fundador del perredismo Cuauhtémoc Cárdenas –a quien los lopezobradoristas calificaron de “traidor”–, Proceso buscó a los tres gobernantes mencionados y al jefe de Gobierno electo del Distrito Federal, quienes tendrían que navegar en dos aguas –la resistencia civil y la institucionalidad– cuando Felipe Calderón tome posesión como presidente constitucional.

Los tres mandatarios entrevistados –quienes refieren haber tenido varias reuniones durante el proceso electoral y el conflicto resultante para intercambiar puntos de vista y definir posturas comunes– han sido acusados por dirigentes partidistas de sus entidades y del centro del país de traicionar a López Obrador o de no definirse claramente en su favor, a pesar de que en las tres entidades que administran el tabasqueño ganó.

Los errores y el caso Cárdenas

“En la declaración de principios y en los estatutos del partido, se habla de la responsabilidad que tenemos con él. De eso no hay duda. Pero en ninguna parte de esos documentos se dice que debamos ser operadores del PRD. No podíamos hacer, por principios, lo que siempre criticamos del PRI”, señala Zeferino Torreblanca, quien dice haber colaborado en la campaña acercándose “con personajes del más alto nivel empresarial, que no coincidían con Andrés Manuel y que hasta miedo le tenían”.

Aunque los gobernantes y Ebrard coinciden en que su trato con el próximo gobierno de la República será en el marco de las instituciones sin claudicar en sus posiciones políticas, el jefe de Gobierno electo acota: “Si nos dicen, por ejemplo: ‘Fíjate que para darte tus participaciones tienes que venir a ver al señor Calderón y reconocerlo como legítimo’, eso no se va a poder”.

Mientras Ebrard acata plenamente el acuerdo de no hacer pública la autocrítica para evitar “que sea utilizada por nuestros enemigos para dividirnos, confundirnos y destruirnos si pueden”, y Amalia García subraya que deberá producirse un debate interno, los mandatarios de Michoacán y Guerrero no tienen reparos para hablar de las fallas internas que se cometieron en el proceso.

–El nombramiento de López Obrador como “presidente legítimo” y el resolutivo de la Convención Nacional Democrática que llama a no reconocer al gobierno de Felipe Calderón, ¿no mete en problemas a los gobernantes del PRD? –se pregunta a Cárdenas Batel.

–Sí y no. Sí, porque hay quien no comprende cuál debe ser nuestro papel como gobernantes que, sin abandonar militancia ni principios, tenemos que actuar en la trinchera que nos toca y en el espacio que nosotros mismos, con el apoyo de miles de personas en una lucha muy grande, ganamos. No, porque no nos queda de otra. No es finalmente un brete porque ni siquiera creo que tengamos opción. Como gobernadores estamos dentro de las instituciones y ahí no hay opción. En ese sentido, por difícil que pareciera la decisión, al final de cuentas es muy fácil.

–¿Se puede gobernar un estado sin pedirle nada al Ejecutivo federal?

–Pedir en el sentido de la limosna o la caridad o que me vean con buenos ojos, evidentemente que no. Se trata de hacer valer los derechos de la gente de nuestras entidades, de hacer valer el pacto federal, pero eso implica coordinarse, no pedir limosna. Habrá funcionarios a los que Felipe Calderón tendrá que nombrar y hay que tratar con ellos. Ni siquiera tenemos que meternos en un conflicto existencial.

En esto coincide Torreblanca, quien se queja de que algunos dirigentes perredistas le han exigido definiciones más contundentes, como lo hicieron diputados federales guerrerenses el 18 de septiembre en el sentido de que desconozca a Felipe Calderón y respalde a López Obrador como “presidente legítimo”.

“No es lo mismo que el Gobierno del Distrito Federal diga que rompe lanzas con el gobierno de la República porque más de 50% de su presupuesto proviene de recursos propios, a que lo haga uno como el mío, que mensualmente depende de la mesada que viene de la Federación. Me parecería poco inteligente tener un pleito de esa naturaleza, pues si una semana me aplauden los perredistas, no sé cómo reaccionarán el día en que no haya carreteras y no tenga yo recursos para resolver los demás programas.

“La izquierda tiene que adecuarse a la realidad. Se puede ser muy ideólogo cuando no hay ningún compromiso ni tienen que pagarse sueldos o aguinaldos o reparar escuelas.”

Al respecto, “se puede discutir mucho”, apunta Torreblanca, quien aclara que entre él y el PRD “hay una relación de concubinato. Nos conocemos mejor que un matrimonio”.

Como sea, los mandatarios vecinos de Guerrero y Michoacán se refieren al imperativo de reconocer –junto con las irregularidades cometidas en el proceso electoral– que en la campaña de López Obrador hubo errores, como el relativo a la estructura electoral y a la selección de candidatos a diputados federales y senadores.

Comenta Torreblanca: “Teníamos la Presidencia de la República en las manos. Perdimos por razones que espero cada quien tenga la humildad de evaluar. Si todavía no tenemos en el partido gente para cubrir casillas en todo el país, es momento de que el partido se dedique a la parte interna. Es posible que se haya dado el fraude precisamente donde no tuvimos presencia. Dicen por ahí: ‘En arca abierta, el justo peca’.

“Y en el resultado final, ¿qué no contaron los otros candidatos? Hubo voto diferenciado. Hay que hacer una revisión de los que se colgaron (de la figura de López Obrador), para reivindicar los principios que se han perdido por el pragmatismo y el utilitarismo. Basta con que revisemos quiénes conforman las cámaras.”

Cárdenas Batel explica que las críticas que tanto él como su padre, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hicieron en torno a las candidaturas, no sólo se basaban en los posibles resultados electorales. Muchas cosas más estaban en juego. Por ejemplo, “sería muy lamentable que a la hora de las definiciones sobre temas fundamentales que tendrán que darse en el Congreso de la Unión, esa fuerza tan importante que encabezó el PRD empezara a resquebrajarse y a confirmarse las previsiones que muchos teníamos sobre las candidaturas que no fueron debidamente procesadas porque privó el pragmatismo electoral”.

El gobernador michoacano sale también en defensa de su padre y descarta que haya sido un factor que incidió en el fracaso de López Obrador: Eso “sería aceptar el cómputo final, y se supone que estamos en otra cosa; la diferencia de 250 mil votos puede explicarse por diversos factores, como la falta de presencia en casillas, no asistir a un debate, la mala o regular selección de candidatos a diputados y senadores, etcétera. Pero además, la distancia –que no ruptura– entre Andrés Manuel y mi padre era la misma hace ocho meses, cuando AMLO tenía una enorme ventaja en las encuestas, que dos semanas antes del 2 de julio. Es decir, el factor Cuauhtémoc Cárdenas no varió. Eso no quiere decir que no tenga un peso en el electorado y que no haya influido en algún sentido. Pero no es todo”.

Para Torreblanca, “el ingeniero Cárdenas es un hombre que a través de su liderazgo, de su decisión histórica, logró que este partido se conformara y consiguió que el parteaguas de la izquierda empezara a darse en este país. Por eso no me parece que tengamos que devenir en las purgas estalinistas y hacerlo a un lado porque no coincidimos con su manera de pensar. Es un hombre al que nadie lo puede acusar de que es un buscachambas, como pretenden señalarlo ahora. Es un hombre congruente, al igual que López Obrador”.

El PRD, “institución a cambiar”

El michoacano Cárdenas Batel comparte con López Obrador la propuesta de renovar las instituciones, pero considera que entre las instituciones que deben cambiar se encuentra el propio PRD, el cual tiene que dejar de “supeditarse al peso de sus liderazgos”, entre los que destaca el de su padre y el de López Obrador.

“Es positivo que haya liderazgos fuertes, pero creo que el PRD debe buscar cada vez más fortalecer la vida orgánica y la institucionalidad. La guía debe ser fundamentalmente su definición programática, respecto a lo que requiere México, y no que gane el pragmatismo, como en un escenario donde, por el deseo de triunfar, pongamos a El Chapo Guzmán como candidato”, puntualiza.

Amalia García, militante de la izquierda desde que el Partido Comunista Mexicano (PCM) estaba proscrito, advierte que, después de la contienda electoral del 2 de julio, “ya no se puede pensar a México sin las izquierdas, que ahora pueden influir en el rumbo del país como nunca antes”.

Para el PRD, partido del que es fundadora, “lo que está por delante es la pertinencia de hacer un alto en el camino para desarrollar un planteamiento y fijar una ruta de cómo trabajar por esa nación progresista que beneficie a las mexicanas y mexicanos que se expresaron en las urnas el 2 de julio”.

Sobre las acusaciones de traición que han surgido, reconoce que, aunque eso “no es lo deseable”, forman parte del debate que siempre se ha dado en el PRD. Lo que pasa, explica, es que, “como en todos los partidos, siempre hay alguien que se desborda”.

La pregunta trae a la mente de la exdirigente nacional del PRD discusiones intensas que se dieron desde la fundación del partido. “Parecía que se iba a acabar el mundo en esos debates. Por supuesto, no debe extrañar que ahora hubiera posiciones diversas y debate en un partido democrático, que se funda con hombres y mujeres que venimos de distintas expresiones y experiencias.

“El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas ha presentado un documento. Tiene derecho a ello. Es un militante del PRD. Escribe sus opiniones, y en el PRD eso es lo clásico”, sostiene.

Cercana en diferentes momentos a las figuras más emblemáticas del PRD, García Medina hace un reconocimiento a Cárdenas y a Andrés Manuel López Obrador.

“En este preciso momento, Andrés Manuel ha logrado convocar a millones de hombres y mujeres por la causa de la lucha contra la desigualdad y por una visión incluyente. De igual manera, Cuauhtémoc Cárdenas es una figura importantísima, pero no sólo para la izquierda. Ambos son figuras progresistas, de izquierda, con un pensamiento social, y tienen una dimensión nacional, rebasan al propio partido.”

Del proceso electoral en sí mismo, destaca que después de reunirse con dirigentes y con los gobernadores emanados de su partido, concluyeron que “se trató de una elección inequitativa con exceso de uso de recursos y con campaña negra, pero reconocemos que instituciones como el Tribunal Electoral (del Poder Judicial de la Federación) tiene como función fundamental la determinación de quién gobernará”.

Sin embargo, apunta, “si hablamos de legitimidad, esa se construye no sólo con el voto, sino también con la acción de cada quien. En ese sentido, Andrés Manuel es un hombre congruente con la definición, y eso no significa que los gobernadores perredistas no seamos respetuosos del estado de derecho actual, que planteamos que se debe reformar. Pero la legitimidad se construye todos los días, y al que le corresponde construirla es al PAN”.

–¿No caen los gobernadores perredistas en un conflicto cuando López Obrador se nombra “presidente legítimo” y tienen que tratar con Felipe Calderón?

–Nosotros estamos trabajando con la gente. El asunto es distinto. Nosotros no damos títulos de presidente porque no es nuestra función. Lo que hacemos es trabajar por nuestro estado; esa es nuestra obligación constitucional.

García Medina procura mencionar lo menos posible a Felipe Calderón, y aunque esté directamente implicado en lo que dice, prefiere referirse al PAN.

Sin embargo, no elude mencionarlo en relación con la reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) que se realizó en Nuevo Vallarta, Nayarit, el 11 de septiembre.

Puntualiza que en la Conago, “que es el espacio de los gobernadores”, aprovechó para refutar las palabras que Felipe Calderón había expresado un día antes en la plaza de toros México, cuando aludió a sus adversarios como parte del “pasado que desprecia la ley, que aborrece las instituciones”.

“Considerar que los adversarios son un peligro es una visión que genera heridas y daños al país, y no ayuda a generar un ambiente de respeto ni de gobernabilidad”, apunta.

–En ese escenario, ¿van a poder trabajar con Felipe Calderón los gobernantes del PRD?

–La pregunta es al revés. A mí me encantaría que se la hiciera al PAN, porque en la Cámara de Diputados y en la de Senadores –pero sobre todo en la primera–, el trato que se estableció con el PRD no fue un trato respetuoso, siendo una fuerza sustancial que obtuvo cerca de 15 millones de votos, y la otra fuerza (el PRI) hizo lo mismo. Ese trato no pavimenta una nueva condición para la gobernabilidad. Al contrario, me sorprende que, en algunos casos, miembros del PAN tengan un tono tan beligerante, tan agresivo, hacia quienes formamos parte de esta expresión política de izquierda.

Ante la insistencia sobre el papel que jugarán los gobernadores afines a López Obrador en la administración encabezada por Felipe Calderón, dice: “Mi pregunta es qué es lo que ellos están ofreciendo y planteando al país para crear un ambiente de civilidad política, condiciones de respeto en una nación plural”.

Recuerda al respecto el caso de Alemania, donde el exprimer ministro socialdemócrata Gerhard Schröder perdió la elección con resultados muy cerrados ante la socialcristiana Angela Merkel, a quien finalmente se le reconoció el triunfo: “Fue ella quien buscó y propició las condiciones de respeto y civilidad. Acá resulta lo contrario”.

Y sentencia: “El sentido común indicaría que si ellos señalan que su partido ganó y si tienen la ratificación del Tribunal Electoral, debieran ser los más interesados en contribuir a un clima de civilidad, de respeto, de reconocimiento de la pluralidad, pero no es así. Tal vez lo que falta ahí es oficio político y profundidad en la reflexión”.