04 de octubre de 2006
La crisis muestra al público un choque de visiones y personalidades, las de los secretarios de la Defensa y de Marina
Todos los caminos en Oaxaca hoy en día conducen a la Secretaría de Marina. Los helicópteros que están ejecutando operaciones de inteligencia sobre la capital para preparar el asalto contra la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), los cuerpos de élite que llegaron a esa entidad en los últimos días y los agentes de inteligencia que empezaron a instalarse en Oaxaca desde hace cuatro meses, pertenecen a la Marina. ¿Por qué la Secretaría de Marina está tan activa en este proceso? Porque desde hace más de una década las principales tareas de contrainsurgencia han estado a cargo de marinos y Oaxaca no fue la excepción. Pero también, porque el secretario de la Defensa, general Clemente Vega García, ha dicho expresamente al presidente Vicente Fox que el Ejército no reprimirá a civiles por problemas de políticos, que es lo que piensa hacer el gobierno federal si no encuentran soluciones pacíficas en Oaxaca en los próximos días.
Centro de operaciones de la Marina, en Oaxaca se vuelven a medir las líneas de comportamiento de los dos secretarios de las Fuerzas Armadas y la forma como se relacionan con el presidente Fox. El general Vega García tiene en la matanza de Tlatelolco y la guerra sucia el estigma y el freno. Cuando el desafuero de Andrés Manuel López Obrador que temía el Presidente deviniera violencia, le pidió tener lista a la tropa para controlar a los revoltosos. No, le dijo el general, a menos que le diera la orden firmada. Fox se sintió insultado, pero el general le dijo que no quería que en el futuro los metieran en la cárcel por reprimir al pueblo, ni manchar la imagen de los soldados. El secretario de Marina, Marco Antonio Peyrot González, no tiene ese problema. Querubín militar en este sexenio, se la jugó con el presidente Fox, y el PAN, agradecido, hizo a su hijo Marco Antonio Peyrot Solís diputado federal y presidente de la Comisión de las Fuerzas Armadas.
La crisis oaxaqueña muestra las viejas pero importantes diferencias entre el general Vega y el almirante Peyrot. La Secretaría de la Defensa no sabía del envío de marinos a Oaxaca este fin de semana, y la Secretaría de Marina tampoco le corrió la cortesía de informarle. ¿Para qué? El Ejército ha estado fuera de la parte central en la lucha contrainsurgente. Desde que comenzaron los problemas serios con la guerrilla en Oaxaca, particularmente en la zona de Los Loxichas, los servicios de inteligencia de la Marina comenzaron a operar. Del Cisen desembarcaron José Manuel Vera Salinas y Manuel Moreno Rivas, con la instrucción al entonces gobernador José Murat de darles cargos en la seguridad pública, como cobertura de las tareas de inteligencia contra el Ejército Popular Revolucionario (EPR). Eran subordinados del contralmirante Wilfrido Robledo, quien desde su cargo de jefe de la Policía Federal Preventiva (PFP) en el gobierno de Ernesto Zedillo, había combatido a la guerrilla.
Al llegar Ulises Ruiz como gobernador nombró a Vera Salinas director general de Seguridad Pública, y a Moreno Rivas director de la Policía Judicial de Oaxaca. Cuando fracasó en el desalojo de los maestros hace casi cuatro meses, Ruiz tuvo que destituir a su secretario de Gobierno y operador de los grupos de choque, Jorge Franco, y a Vera Salinas. Desde las sombras, Franco y Vera Salinas siguen operando en el control de los grupos opositores a Ruiz. Incluso, según una fuente en Oaxaca, el marino dirige un grupo de comandos especiales -que él mismo formó en el estado- que ha sido empleado para atacar los campamentos de la APPO en la noche.
Aunque el Ejército tiene en la Sección II su aparato de inteligencia que incluye la investigación de movimientos armados, la Marina es la que ha sobresalido en la última década en su estudio e investigación. Robledo, quien hoy se encuentra a cargo de la seguridad en el estado de México, trabajó intensamente sobre el EPR, que opera fuertemente en Oaxaca, y aunque fue relevado en el gobierno foxista, los marinos continuaron a cargo de esa tarea, controlando inclusive los mandos de la PFP, que en los últimos años no ha tenido experiencias de éxito frente al EPR.
La iniciativa tomada el fin de semana para recopilar fotografías de inteligencia y colocarse a la cabeza de la estrategia militar en la eventual ocupación de Oaxaca capital, cae sobre un terreno que ya han venido cultivando. El fin de semana pasado, de acuerdo con otra fuente de información, arribaron comandos especiales de la Marina a Salina Cruz, donde hay una base importante de la Marina y tienen el control del aeropuerto. La Marina también tiene bases en Huatulco y en Puerto Escondido, que tienen aeropuerto con capacidad internacional.
No es casual que sólo en Oaxaca capital y Salina Cruz se tengan registros del arribo de unidades y equipo de la Marina. El Ejército se encuentra al margen de los planes de ocupación de Oaxaca capital. La Marina no necesariamente intervendría directamente en la eventual acción de fuerza contra la APPO, cuya tarea recaerá principalmente en la PFP, que si bien tiene una brigada de soldados, no ha sido utilizada en todo el sexenio para las operaciones contrainsurgentes. Tampoco obedece esta marginación al resultado de una división de tareas dentro del gobierno federal. Lo que existe es una enorme distancia entre los secretarios Vega y Peyrot en cuanto a su visión sobre la lealtad y responsabilidad, además de una rivalidad que, como nunca hasta ahora, había sido expuesta públicamente.
El punto de la lealtad es trascendental. ¿Es el general Vega desleal con el comandante de las Fuerzas Armadas, el presidente Fox, al no querer involucrar al Ejército en la represión en Oaxaca? ¿Es leal el almirante Peyrot al estar dispuesto a hacerlo? El general Vega ha venido cuidando a la institución, no sólo la militar sino, sobre todo, la presidencial. Cuando se negó a preparar la represión por instrucciones de Fox, tuvo que ver más con la necedad de utilizar la fuerza para resolver problemas de los políticos, que con una amenaza para la seguridad nacional. El almirante Peyrot no ha tenido reparos en apoyar las decisiones políticas por encima de las institucionales, lo cual le ha sido premiado con presupuesto y futuro político.
Hoy, Oaxaca los exhibe y expone la contradicción del sexenio: institucionalidad versus intereses particulares. ¿Qué es lo importante? El Estado no se maneja al gusto de particulares ni para resolver las deficiencias o las diferencias de los políticos. De eso ya tenemos demasiado lastre en el pasado. Las Fuerzas Armadas tampoco pueden ser manejadas con discrecionalidad por el Presidente en turno, sino en función de salvaguardar los intereses nacionales. Reprimir en Oaxaca para salvar la cara de un gobierno que no ha sabido gobernar, nos regresa rápidamente al pasado. El general Vega lo entiende. El almirante Peyrot está a tiempo de reconocerlo.
Centro de operaciones de la Marina, en Oaxaca se vuelven a medir las líneas de comportamiento de los dos secretarios de las Fuerzas Armadas y la forma como se relacionan con el presidente Fox. El general Vega García tiene en la matanza de Tlatelolco y la guerra sucia el estigma y el freno. Cuando el desafuero de Andrés Manuel López Obrador que temía el Presidente deviniera violencia, le pidió tener lista a la tropa para controlar a los revoltosos. No, le dijo el general, a menos que le diera la orden firmada. Fox se sintió insultado, pero el general le dijo que no quería que en el futuro los metieran en la cárcel por reprimir al pueblo, ni manchar la imagen de los soldados. El secretario de Marina, Marco Antonio Peyrot González, no tiene ese problema. Querubín militar en este sexenio, se la jugó con el presidente Fox, y el PAN, agradecido, hizo a su hijo Marco Antonio Peyrot Solís diputado federal y presidente de la Comisión de las Fuerzas Armadas.
La crisis oaxaqueña muestra las viejas pero importantes diferencias entre el general Vega y el almirante Peyrot. La Secretaría de la Defensa no sabía del envío de marinos a Oaxaca este fin de semana, y la Secretaría de Marina tampoco le corrió la cortesía de informarle. ¿Para qué? El Ejército ha estado fuera de la parte central en la lucha contrainsurgente. Desde que comenzaron los problemas serios con la guerrilla en Oaxaca, particularmente en la zona de Los Loxichas, los servicios de inteligencia de la Marina comenzaron a operar. Del Cisen desembarcaron José Manuel Vera Salinas y Manuel Moreno Rivas, con la instrucción al entonces gobernador José Murat de darles cargos en la seguridad pública, como cobertura de las tareas de inteligencia contra el Ejército Popular Revolucionario (EPR). Eran subordinados del contralmirante Wilfrido Robledo, quien desde su cargo de jefe de la Policía Federal Preventiva (PFP) en el gobierno de Ernesto Zedillo, había combatido a la guerrilla.
Al llegar Ulises Ruiz como gobernador nombró a Vera Salinas director general de Seguridad Pública, y a Moreno Rivas director de la Policía Judicial de Oaxaca. Cuando fracasó en el desalojo de los maestros hace casi cuatro meses, Ruiz tuvo que destituir a su secretario de Gobierno y operador de los grupos de choque, Jorge Franco, y a Vera Salinas. Desde las sombras, Franco y Vera Salinas siguen operando en el control de los grupos opositores a Ruiz. Incluso, según una fuente en Oaxaca, el marino dirige un grupo de comandos especiales -que él mismo formó en el estado- que ha sido empleado para atacar los campamentos de la APPO en la noche.
Aunque el Ejército tiene en la Sección II su aparato de inteligencia que incluye la investigación de movimientos armados, la Marina es la que ha sobresalido en la última década en su estudio e investigación. Robledo, quien hoy se encuentra a cargo de la seguridad en el estado de México, trabajó intensamente sobre el EPR, que opera fuertemente en Oaxaca, y aunque fue relevado en el gobierno foxista, los marinos continuaron a cargo de esa tarea, controlando inclusive los mandos de la PFP, que en los últimos años no ha tenido experiencias de éxito frente al EPR.
La iniciativa tomada el fin de semana para recopilar fotografías de inteligencia y colocarse a la cabeza de la estrategia militar en la eventual ocupación de Oaxaca capital, cae sobre un terreno que ya han venido cultivando. El fin de semana pasado, de acuerdo con otra fuente de información, arribaron comandos especiales de la Marina a Salina Cruz, donde hay una base importante de la Marina y tienen el control del aeropuerto. La Marina también tiene bases en Huatulco y en Puerto Escondido, que tienen aeropuerto con capacidad internacional.
No es casual que sólo en Oaxaca capital y Salina Cruz se tengan registros del arribo de unidades y equipo de la Marina. El Ejército se encuentra al margen de los planes de ocupación de Oaxaca capital. La Marina no necesariamente intervendría directamente en la eventual acción de fuerza contra la APPO, cuya tarea recaerá principalmente en la PFP, que si bien tiene una brigada de soldados, no ha sido utilizada en todo el sexenio para las operaciones contrainsurgentes. Tampoco obedece esta marginación al resultado de una división de tareas dentro del gobierno federal. Lo que existe es una enorme distancia entre los secretarios Vega y Peyrot en cuanto a su visión sobre la lealtad y responsabilidad, además de una rivalidad que, como nunca hasta ahora, había sido expuesta públicamente.
El punto de la lealtad es trascendental. ¿Es el general Vega desleal con el comandante de las Fuerzas Armadas, el presidente Fox, al no querer involucrar al Ejército en la represión en Oaxaca? ¿Es leal el almirante Peyrot al estar dispuesto a hacerlo? El general Vega ha venido cuidando a la institución, no sólo la militar sino, sobre todo, la presidencial. Cuando se negó a preparar la represión por instrucciones de Fox, tuvo que ver más con la necedad de utilizar la fuerza para resolver problemas de los políticos, que con una amenaza para la seguridad nacional. El almirante Peyrot no ha tenido reparos en apoyar las decisiones políticas por encima de las institucionales, lo cual le ha sido premiado con presupuesto y futuro político.
Hoy, Oaxaca los exhibe y expone la contradicción del sexenio: institucionalidad versus intereses particulares. ¿Qué es lo importante? El Estado no se maneja al gusto de particulares ni para resolver las deficiencias o las diferencias de los políticos. De eso ya tenemos demasiado lastre en el pasado. Las Fuerzas Armadas tampoco pueden ser manejadas con discrecionalidad por el Presidente en turno, sino en función de salvaguardar los intereses nacionales. Reprimir en Oaxaca para salvar la cara de un gobierno que no ha sabido gobernar, nos regresa rápidamente al pasado. El general Vega lo entiende. El almirante Peyrot está a tiempo de reconocerlo.
rriva@eluniversal.com.mx
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