jueves, noviembre 02, 2006

Roger Penrose: Oxford y el camino a la realidad

CUAUHTEMOC VALDIOSERA ENVIADO

Oxford. Roger Penrose es inglés y nació en 1931. Sus trabajos sobre agujeros negros, gravedad cuántica y, recientemente, la ciencia de la mente lo han convertido en una celebridad dentro del mundo científico. Ha sido distinguido, entre otros galardones, con el Wolf Prize (junto a Stephen W. Hawking), la medalla de la Royal Society y el Premio Albert Einstein. Su libro La nueva mente del emperador se convirtió en best seller. En su bibliografía cabe mencionar Las sombras de la mente, Lo grande, lo pequeño y la mente humana y su última obra es El camino a la realidad: una guía completa a las leyes del universo. En la actualidad es catedrático de matemáticas en la Universidad de Oxford.

Su último libro es una verdadera catedral sobre la influencia de las matemáticas en nuestra civilización. Se trata de una obra monumental en todos los sentidos (tiene más de mil 400 páginas y hace un repaso de toda la historia de las matemáticas y la física), pero su lectura sin duda ampliará los horizontes mentales de todos los que se atrevan a descubrir las leyes que rigen el cosmos de la mano de este sabio profesor.

Visitamos esta hermosa ciudad universitaria llena de tradición e historia, buscando el pensamiento de sir Roger Penrose y sus opiniones sobre la conciencia y la mente, tema capital en la investigación científico-tecnológica, y entre sus respuestas más relevantes pudimos rescatar las siguientes:

-Tanto el título como el subtítulo de su nuevo libro son muy ambiciosos. ¿Hasta qué punto podemos decir hoy que la física puede enseñarnos el camino a la realidad y que ya podemos tener a nuestro alcance una guía completa de las leyes del universo?

-Aclaro que con este título no pretendo sugerir que al final del libro el lector llegará a comprender la realidad, por supuesto. Su objetivo es simplemente presentar un mapa provisional para ir descubriendo el mundo, siguiendo el camino que nos indican las matemáticas. En cuanto al subtítulo, confieso que fue una idea de la editorial que me pareció bastante exagerada, pero al final me convencieron de que ayudaría a atraer a más lectores potenciales.

En todo caso, se le preguntó, ¿por qué cree que las matemáticas y la física nos ofrecen el mejor camino para comprender la realidad?

Penrose contestó que esto es precisamente lo que trata de exponer a lo largo de todo el libro. Toda la ciencia moderna, y especialmente la física, dependen de las nociones matemáticas. Sin las matemáticas, la ciencia no podría progresar. El libro empieza con un prólogo que refleja cómo durante siglos la gente se preguntaba sobre los mecanismos que hacían funcionar al mundo, y buscaban explicaciones para catástrofes naturales, como las erupciones volcánicas, recurriendo a la ira de los dioses u otras fuerzas sobrenaturales. Pero sólo tras la aparición de una ciencia fundamentada en las matemáticas, en tiempos de la antigua Grecia, se han logrado avances reales para mejorar nuestra comprensión del mundo. Las matemáticas constituyen la raíz de todo el progreso científico que hemos conseguido a lo largo de la historia.

Sobre la fascinante personalidad de sir Roger Penrose, merece mencionarse que recibió su doctorado en geometría algebraica en Cambridge, es profesor de matemáticas en Oxford y, a pesar de que la mayor parte de su trabajo pertenece a la teoría de la relatividad y la física cuántica, es un apasionado de las matemáticas recreacionales, que manejan intrigantes problemas de la tessellation, tema de la geometría consistente en cubrir una superficie con tejas de determinadas formas.

En su libro Sombras de la mente, Penrose sugiere que problemas profundos en la física, la inteligencia artificial y la filosofía de la mente se hallan estrechamente conectados y hacen concluir que el pensamiento humano no puede ser simulado por ninguna computadora.

Arguye finalmente que esto puede tener efecto a nivel de la mente por medio de procesos de colapso del quántum en microtubos (microtubules), que son estructuras de proteínas encontradas en el esqueleto de una neurona.

Cuando se refiere a la inteligencia artificial (IA), dice: "el punto de vista de la IA parece derivar en parte de que la individualidad no depende de los átomos particulares que componen su cuerpo: hay una continua sustitución de prácticamente todo el material del cuerpo viviente de cualquier persona, material a su vez trasladable de un medio a otro. Una persona no es más que una configuración de información, cuyo contenido informático la caracteriza. Esto lo confirman las computadoras modernas de alta velocidad, donde la información se puede trasladar de cualquier medio a otro y en cualquier formato.

"Asimismo la conciencia parece ser un fenómeno tan diferente de otros, perceptibles en el mundo físico, que debe de ser algo muy especial. En cuanto a su organización física, puedo discernir con claridad que se trata de las ideas tradicionales de la física organizadas en sistemas más complejos. Pero tiene que haber algo más, algo cuya naturaleza sea completamente diferente de las otras cosas que son importantes en la forma en que funciona el mundo. Algo que aunque se use sólo ocasionalmente tenga una organización tan refinada que se aproveche de la reducción de estados y la canalice con el objetivo de hacernos funcionar, pero que muy raramente se aproveche en los fenómenos físicos de manera útil.

"Me inquieta el papel que juega la tecnología, y esto no es culpa ni de los matemáticos ni de los físicos. La tecnología es un problema, porque, aunque es maravillosa, tiene el efecto de magnificar las modas. Las modas controlan lo que se investiga, por lo fácil que resulta comunicar ideas de un extremo al otro del mundo: es instantáneo. Esto hace que se pueda avanzar mucho en áreas que están de moda, pero pienso que así se pierde algo. Cuando las comunicaciones eran mucho más difíciles, había pequeños grupos de personas centradas en su propio trabajo. Quizá tenga una visión romántica y sentimental de cómo eran las cosas entonces, quizá entonces las modas ya eran importantes.

"Siempre he creído que las matemáticas eran inmunes a este tipo de cosas, pero no es cierto. Antes cada uno trabajaba en lo suyo desarrollando sus propias ideas, y en ocasiones se reunía con otros y alguna idea común fructificaba. Ahora vas a cualquier sitio y todo el mundo investiga sobre lo mismo, lo cual es un poco descorazonador. En física todavía es peor.

"Hay otro asunto que también me preocupa, y aunque no es relevante en matemáticas, sí lo es en física: tiene que ver con los enormes gastos que supone la realización de grandes experimentos. Hay que desarrollar experimentos que cada vez requieren máquinas más y más grandes para observar energías más y más grandes. Por supuesto que entiendo por qué interesa. Pero se requiere el respaldo de gobiernos, ingentes cantidades de dinero y enormes organizaciones. Para decidir quién recibe este dinero se crean comisiones integradas por expertos en esas áreas. Pero ¿por qué son expertos? ¿Por qué forman parte de esas comisiones? Quizá porque fueron figuras importantes en el desarrollo de las teorías al uso. Así, estas teorías al uso quedan entronizadas y es difícil romper el cerco. Todo esto está relacionado con lo que decía antes. Las modas en un área experimental, combinadas con el efecto adicional que supone el coste de los experimentos, delimitan las maneras de pensar."

Nos dice Penrose en su libro La nueva mente del emperador: "En el interior de nuestras cabezas hay una magnífica estructura que controla nuestras acciones y de algún modo da lugar a una conciencia del mundo que nos rodea. Es difícil ver cómo un objeto de apariencia tan poco prometedora pueda lograr los milagros de que le sabemos capaz. Sin embargo, un examen más próximo comienza a revelar que el cerebro tiene una estructura mucho más intrincada de lo que suponemos y una compleja organización". La conciencia humana generalmente ha sido observada desde un punto de vista metafísico, y en consecuencia su estudio no ha sido considerado un tema apropiado para la investigación científica.

Para muchos científicos el cerebro humano y la mente constituyen la última frontera de la ciencia, de ahí que se considere que la neurociencia es una de las disciplinas que tienen más camino por recorrer.



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