En Oaxaca se le ha subido varios grados a la temperatura de la gran caldera social. Del fraude electoral y el divisionismo inducido, a la represión fascistoide. El movimiento social de más relevancia y resistencia de muchas décadas como laboratorio experimental para ver qué tanto es posible apretarle a las tuercas ciudadanas electorales: te lo digo Oaxaca para que lo entiendas ciudad de México. APPO y AMLO, sepan que las únicas siglas aceptadas son PFP y que el nuevo bastón de mando es un tolete.
La semana postrera del gobierno foxista ha sido utilizada para instalar en Oaxaca un estado de excepción, sin respeto a los ordenamientos legales y con una reiterada suspensión de derechos constitucionales. Ciudadanos en protesta contra un gobernante largamente rechazado han sido despojados de los espacios naturales de convergencia cívica y, luego, en ese focalizado estado de sitio, se han practicado las más tradicionales maniobras del catálogo de la guerra sucia.
Hoy, miles de ciudadanos están atemorizados ante las declaraciones precalderónicas de directivos de la Policía Federal Preventiva, que dan por terminada la etapa de tolerancia y han emplazado tropas y tanquetas en una explanada pública, la del templo de Santo Domingo, para impedir que se reinstale allí el campamento de la APPO, que semanas atrás fue echado por la fuerza del zócalo de la capital del estado. Camionetas con policías federales, estatales y municipales recorren las calles de la ciudad con la amenaza de que cumplirán órdenes de aprehensión, cuyos destinatarios pueden ser cualquiera que a los ojos de los presuntos guardianes sea sospechoso de pensar distinto y cuyo nombre pueda ser impreso a la carrera en un documento oficial supuestamente justificante. Por las calles también es posible encontrar mujeres que preguntan por hijos o familiares o que narran los abusos cometidos contra ellos. Las fuerzas federales y estatales hablan de respeto a las leyes pero permiten y promueven la emisión de una radiodifusora pirata denominada Radio Ciudadana, aunque la gente le llama Radio Patito o Radio Alcantarilla, en la que (varios grados más de avance en las estrategias de control social fascistoide) se dan domicilios de dirigentes de la APPO o de personajes cívicos, como la doctora Bertha Elena Muñoz Mier, alma de Radio Universidad, para que "la gente" vaya a cobrar cuentas a esos "culpables" de lo que sucede en la entidad, exhortos criminales que permitirían a bandas de policías encubiertos actuar endosando la represión a presuntos "enojos ciudadanos". Radio Ciudadana, que se emite desde lugares desconocidos y en la que, por ejemplo, ayer se llamaba a los oaxaqueños "bien nacidos" a golpear al autor de ciertos teclazos astillados (identificado por nombre, apellido, periódico que publica su columna y una que otra tele en que sale de voceador) en cuanto esos "ciudadanos ejemplares" lo encontraran en la calle.
Y en el ambiente reina la convicción social de que estas horas finales del foxismo horas que a su vez son las iniciales del nuevo reino diazordacista del terror son las más oscuras y peligrosas para Oaxaca, porque la "Mano firme, pasión por México", pretende demostrar su vigencia en estas latitudes aplastando el ejemplarmente peligroso movimiento oaxaqueño y creando una cortina de distracción sangrienta que ayude a encubrir lo que pueda pasar en la capital del país el día del relevo presidencial.
El puño endurecido que se ha mostrado en Oaxaca es responsabilidad de Felipe Calderón, pues a estas alturas ya tiene el control del aparato represivo. Ese rostro de violencia institucional forma parte de un diseño político del régimen entrante. Por ello Calderón ha nombrado a practicantes de las doctrinas económicas socialmente represivas para que se encarguen de las carteras que seguirán beneficiando a las cúpulas empresariales; por ello Calderón ha considerado la posibilidad de nombrar al héroe de las represiones jaliscienses como secretario de Gobernación, y por ello ha nombrado en su gabinete social a representantes de la ultraderecha y de los intereses partidistas más conservadores.
Ese diseño institucional pretende llevar a los mexicanos del desánimo electoral y el encono social al temor inmovilizante. De lo que se trata es demostrar a los mexicanos que las protestas y la disidencia no tienen más destino que la desgracia personal: el control férreo de los espacios de opinión e incluso de información equilibrada (ayer ya no estuvo Ricardo Rocha en la frecuencia de Radio Fórmula) pretende doblegar a los críticos y opositores mediante el expediente de la marginación o la inexistencia mediática. Golpes físicos y sicológicos para instalar el neofranquismo de San Felipe: los presos oaxaqueños, por ejemplo, fueron llevados en viajes de terror a una cárcel de alta seguridad, a muchas horas de distancia, en Nayarit; ayer hubo disparos de armas de fuego y secuestros de personas en las afueras de la Facultad de Medicina de la UABJO, mientras estudiantes denunciaban desapariciones y represión, protestaban por las balaceras contra el edificio escolar y llamaban a defender a estudiantes detenidos y los puestos de socorro médico que han servido para atender a heridos sin distingos políticos y que también han sido baleados y agredidos.
En la capital del país los políticos pretenden aparentar que todo sigue su crónica accidentada marcha con normalidad, mientras la APPO ofrece diálogo a sabiendas de que el calderón social ha entrado en ebullición y mientras segmentos guerrilleros anuncian en Oaxaca su decisión de enfrentar a la PFP. Felipe el entrante pone su mejor sonrisa para reunirse con distinguidos priístas (el pacto PRIAN que mantiene a Ulises en Oaxaca y convalidará a Calderón en San Lázaro) y el tic tac sigue sonando en un escenario de alta peligrosidad, en el que aparentemente la caída de Ulises estaría pactándose para después del primero de diciembre, cuando ya no haya necesidad de elecciones para nombrar sustituto, a cambio de desmembrar y descabezar ejemplarmente a la APPO. Tic, tac. ¡Hasta mañana, desde Oaxaca, donde las organizaciones civiles y ONG también están en la mirilla!
La semana postrera del gobierno foxista ha sido utilizada para instalar en Oaxaca un estado de excepción, sin respeto a los ordenamientos legales y con una reiterada suspensión de derechos constitucionales. Ciudadanos en protesta contra un gobernante largamente rechazado han sido despojados de los espacios naturales de convergencia cívica y, luego, en ese focalizado estado de sitio, se han practicado las más tradicionales maniobras del catálogo de la guerra sucia.
Hoy, miles de ciudadanos están atemorizados ante las declaraciones precalderónicas de directivos de la Policía Federal Preventiva, que dan por terminada la etapa de tolerancia y han emplazado tropas y tanquetas en una explanada pública, la del templo de Santo Domingo, para impedir que se reinstale allí el campamento de la APPO, que semanas atrás fue echado por la fuerza del zócalo de la capital del estado. Camionetas con policías federales, estatales y municipales recorren las calles de la ciudad con la amenaza de que cumplirán órdenes de aprehensión, cuyos destinatarios pueden ser cualquiera que a los ojos de los presuntos guardianes sea sospechoso de pensar distinto y cuyo nombre pueda ser impreso a la carrera en un documento oficial supuestamente justificante. Por las calles también es posible encontrar mujeres que preguntan por hijos o familiares o que narran los abusos cometidos contra ellos. Las fuerzas federales y estatales hablan de respeto a las leyes pero permiten y promueven la emisión de una radiodifusora pirata denominada Radio Ciudadana, aunque la gente le llama Radio Patito o Radio Alcantarilla, en la que (varios grados más de avance en las estrategias de control social fascistoide) se dan domicilios de dirigentes de la APPO o de personajes cívicos, como la doctora Bertha Elena Muñoz Mier, alma de Radio Universidad, para que "la gente" vaya a cobrar cuentas a esos "culpables" de lo que sucede en la entidad, exhortos criminales que permitirían a bandas de policías encubiertos actuar endosando la represión a presuntos "enojos ciudadanos". Radio Ciudadana, que se emite desde lugares desconocidos y en la que, por ejemplo, ayer se llamaba a los oaxaqueños "bien nacidos" a golpear al autor de ciertos teclazos astillados (identificado por nombre, apellido, periódico que publica su columna y una que otra tele en que sale de voceador) en cuanto esos "ciudadanos ejemplares" lo encontraran en la calle.
Y en el ambiente reina la convicción social de que estas horas finales del foxismo horas que a su vez son las iniciales del nuevo reino diazordacista del terror son las más oscuras y peligrosas para Oaxaca, porque la "Mano firme, pasión por México", pretende demostrar su vigencia en estas latitudes aplastando el ejemplarmente peligroso movimiento oaxaqueño y creando una cortina de distracción sangrienta que ayude a encubrir lo que pueda pasar en la capital del país el día del relevo presidencial.
El puño endurecido que se ha mostrado en Oaxaca es responsabilidad de Felipe Calderón, pues a estas alturas ya tiene el control del aparato represivo. Ese rostro de violencia institucional forma parte de un diseño político del régimen entrante. Por ello Calderón ha nombrado a practicantes de las doctrinas económicas socialmente represivas para que se encarguen de las carteras que seguirán beneficiando a las cúpulas empresariales; por ello Calderón ha considerado la posibilidad de nombrar al héroe de las represiones jaliscienses como secretario de Gobernación, y por ello ha nombrado en su gabinete social a representantes de la ultraderecha y de los intereses partidistas más conservadores.
Ese diseño institucional pretende llevar a los mexicanos del desánimo electoral y el encono social al temor inmovilizante. De lo que se trata es demostrar a los mexicanos que las protestas y la disidencia no tienen más destino que la desgracia personal: el control férreo de los espacios de opinión e incluso de información equilibrada (ayer ya no estuvo Ricardo Rocha en la frecuencia de Radio Fórmula) pretende doblegar a los críticos y opositores mediante el expediente de la marginación o la inexistencia mediática. Golpes físicos y sicológicos para instalar el neofranquismo de San Felipe: los presos oaxaqueños, por ejemplo, fueron llevados en viajes de terror a una cárcel de alta seguridad, a muchas horas de distancia, en Nayarit; ayer hubo disparos de armas de fuego y secuestros de personas en las afueras de la Facultad de Medicina de la UABJO, mientras estudiantes denunciaban desapariciones y represión, protestaban por las balaceras contra el edificio escolar y llamaban a defender a estudiantes detenidos y los puestos de socorro médico que han servido para atender a heridos sin distingos políticos y que también han sido baleados y agredidos.
En la capital del país los políticos pretenden aparentar que todo sigue su crónica accidentada marcha con normalidad, mientras la APPO ofrece diálogo a sabiendas de que el calderón social ha entrado en ebullición y mientras segmentos guerrilleros anuncian en Oaxaca su decisión de enfrentar a la PFP. Felipe el entrante pone su mejor sonrisa para reunirse con distinguidos priístas (el pacto PRIAN que mantiene a Ulises en Oaxaca y convalidará a Calderón en San Lázaro) y el tic tac sigue sonando en un escenario de alta peligrosidad, en el que aparentemente la caída de Ulises estaría pactándose para después del primero de diciembre, cuando ya no haya necesidad de elecciones para nombrar sustituto, a cambio de desmembrar y descabezar ejemplarmente a la APPO. Tic, tac. ¡Hasta mañana, desde Oaxaca, donde las organizaciones civiles y ONG también están en la mirilla!
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