¿Qué caminos seguirá mi memoria para olvidar? No quiero volver a dormir. No quiero volver a soñar. No quiero volver al auto. Mi marido va con náuseas en el avión porque vio la sangre de los niños muertos. Todo es de un intenso color blanco, como mi vestido de novia. Pero no estoy en Acapulco, no estoy en el auto, no estoy en el avión. Estoy en una cárcel por un crimen que no cometí, y la madre de los niños muertos me agradece que los haya matado, me dice que sus otros hijos ya no morirán de hambre. Ahora soy una niña con un auto de juguete que me compró mi tía Claudina, es decir mi prima, es decir mi hermana, es decir mi madre. No quiero dormir. Camino y todos me miran. Miran mi piel sangrante, mis piernas laceradas, es decir las piernas de los niños muertos, la piel de los niños muertos. Sé que ya casi amanece, pero sigo soñando, voy en el avión, no, voy en el auto, voy con los niños muertos que se ríen de mí. Llevo las manos llenas de monedas.
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