sábado, marzo 24, 2007

Gana mexicano premio en Toulouse


Toulouse, Francia (23 marzo 2007).-Familia Tortuga, película mexicana presentada en competición oficial en el Festival de Toulouse, revela un nuevo talento de la joven generación de directores mexicanos: Rubén Imaz, que despliega ya en su primera obra un magistral lenguaje cinematográfico.

Rubén Imaz tiene sólo 27 años, y Familia Tortuga (filmada en 2005 y terminada en 2006) le sirvió de tesis para terminar sus estudios de cine.


La película narra un día en la vida de una familia: un padre que acaba de perder su trabajo, su hijo, su hija, y el tío de éstos, minusválido, que se ocupa de la casa, del jardín y de sus tortugas. Es la víspera del primer aniversario de la muerte de la madre, cuya ausencia impregna toda la atmósfera del filme.

Cada uno de los personajes se encierra en sus propias angustias, mientras el viejo tío trata de evitar que se rompa el frágil hilo que sigue uniendo a la familia.

Imaz construye una trama apasionante con una sucesión de minucias que al imbricarse se transforman en algo esencial: la vida. Los pequeños hechos del
quehacer cotidiano van pintando los personajes como pinceladas impresionistas. Al final, el cuadro es completo, y conmovedor.

La película es interpretada por Dagoberto Gama (Mezcal, El Violín) en el rol del padre, por los jóvenes José Angel Bichir y Luisa Pardo, que dan sus primeros pasos en el cine, y por un actor no profesional, Manuel Plata (el tío Manuel), que es verdaderamente tío del director. Pese a esa disparidad de experiencias, la actuación del elenco es impecable, sin una sola nota
falsa.

Familia Tortuga fue hecha con muy pocos medios. El director trabajó siete meses en el guión y tres semanas en el rodaje, con los fondos que la escuela de cine otorga para las películas de tesis, que en general son cortometrajes. Y pudo terminar la posproducción gracias al apoyo de Cine en Construcción, del fondo de fomento del cine del Festival de Rotterdam y del Instituto Mexicano de Cinematografía.

"La ventaja es que hice esta película sin ningún tipo de presión, fui completamente libre", declaró
el viernes a la AFP Rubén Imaz.

Para hacer la película, el director trabajó a partir de tres elementos: un lugar, un sentimiento y personajes adolescentes.

"Cuando decidí hacer un largometraje, en vez de un corto para la tesis, busqué primeramente un espacio en el que pudiera controlar la filmación. Lo tuve con la casa, que es la de mi abuelo materno. El segundo elemento fue el sentimiento de ausencia de una persona, que me vino en la misma casa, puesto que mi abuela murió hace unos años, y para mí ese sentimiento
estaba presente allí. El tercer elemento que tenía claro era que quería hablar sobre la adolescencia", explicó Imaz.

"A partir de ahí empecé a construir la historia. La idea es mostrar el vínculo personal fuerte entre los cuatro personajes, pese a que están encerrados cada uno en su propio caparazón", dijo.

Pero en la película, pese a ser una historia tan intimista, hay también un trasfondo político.

"Mi intención era situarla en el México actual, cuando la colaboración entre el PRI y los sindicatos se
rompió, cuando se produjo el cambio de partido y la pérdida de las elecciones por el PRI, y cuando personajes maquiavélicos del poder deshicieron su pacto con los sindicatos para hacer otro con los economistas y los empresarios neoliberales", explicó el cineasta.

"Es por eso que imaginé al padre perdiendo su trabajo a raíz de ese cambio social. Lo importante para mí era focalizarme en los personajes, pero a la vez esos personajes pueden darnos la fotografía del contexto social en que se encuentran, y yo quería mostrar que
esas decisiones políticas pesan también en la vida personal de una familia".

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