domingo, abril 22, 2007

Buscando las palabras exactas

JORGE ALBERTO GUDIÑO HERNÁNDEZ


Alberto Barrera Tyszka,
La enfermedad,
Anagrama,
Barcelona, 2006.


Andrés Miranda acaba de recibir los resultados de unos exámenes clínicos. Es doctor y, como tal, no debe sorprenderse por la contundencia que reportan unas cuantas placas. Sin embargo, en esta ocasión, el paciente es su padre. O mejor, es a su padre a quien ha obligado a realizarse una serie de estudios. Por eso es que Andrés no sabe cómo reaccionar ante la inminencia del diagnóstico: no le cabe la menor duda de que tiene cáncer. Peor, es terminal y ha hecho metástasis en los pulmones.

La relación con su padre es compleja. Tras la muerte de su madre en un accidente aéreo, fue él quien se encargó de su educación, de apoyarlo cuando decidió estudiar medicina aun cuando se nota que no es lo que más le apasiona. En dado caso, decidió quedarse en el área de la investigación teórica sin tener que enfrentarse a pacientes de carne y hueso. Y no sólo por la reacción ante la sangre, ante el cuerpo enfermo, sino también porque sigue sin saber cómo comunicar palabras que abren la puerta de la fatalidad. Andrés Miranda insiste en que debe hacerse de golpe, sin darle vueltas al asunto, sin ofrecer falsas esperanzas cuando la muerte ya se ha instalado en los tejidos del paciente.

Pero todas sus teorías se vienen abajo cuando debe comunicárselo a su padre. En un primer momento, le oculta la realidad. Le dice que está bien, que tendrá que hacerse otros estudios sólo para confirmar el estado de su salud. Los niveles de estrés a los que ha llegado se multiplican al enfrentarse con Ernesto Durán, quien padece una hipocondría poco común: está convencido de que el único doctor que puede salvarlo es el propio Andrés. Atrincherado tras su secretaria, se rehúsa a atenderlo, a tomarle las llamadas. Entonces aventura una nueva estrategia: los correos electrónicos se van acumulando en una cuenta que sólo abre Karina quien, de pronto, se ve inmersa en una relación de codependencia con Durán.

Andrés se lleva de viaje a su padre a la misma isla a donde él lo llevó tras la muerte de su madre. Busca el momento preciso para comunicarle el diagnóstico. Pero las oportunidades se crispan cuando la circunstancia parece ser idónea. Se lo suelta en el viaje de regreso, como si nada, como un comentario cualquiera. Es entonces cuando llega de golpe la enfermedad. La conciencia de ésta es un arma que la activa y que va desencadenando, uno a uno, todos los pasos de la sintomatología. Conforme su padre se va muriendo, Andrés Miranda piensa en lo difícil que es encontrar las últimas palabras. Poco es lo que se le puede decir a una persona a punto de morir, poco es lo que puede convencerle de que las cosas han sido buenas y vale la pena resignarse. Será una búsqueda por las palabras precisas, aunque nada garantiza que se encontrarán.

Respecto a los premios literarios, es mucho lo que puede decirse. Alberto Barrera Tyszka (Caracas, 1960) ha obtenido el XXIV Premio Herralde de Novela. Con la reserva de no conocer al resto de los contendientes, puedo asegurar que es un premio bien otorgado. La enfermedad es una novela poderosa e intensa, que parte de las pausas y los silencios para crear un ambiente desolador e íntimo donde, lo que más importa, es la posibilidad de verse reflejado por una avalancha de confrontaciones.

No hay comentarios.: