jueves, abril 26, 2007

En el nombre del terrorismo…

Marcela Gómez Zalce

No se pueden realizar, mi estimado, dos políticas a la vez. No causa ninguna sorpresa que el gobierno norteamericano decida no medir con la misma vara delicadas situaciones de complicidades cuando de terrorismo se trata.

El deleznable caso de Luis Posada Carriles, huésped distinguido de México en su curiosa travesía para llegar a Estados Unidos, acusado de haber derribado un avión de Cubana de Aviación y varias travesuras más con originales explosivos, tuvo un feliz término la semana pasada, my friend, cuando, aprovechando el bombardeo y el clima mediático en medio de la consternación por la masacre de estudiantes en el Tecnológico de Virginia, el terrorista anticastrista obtuvo su libertad bajo fianza y fue trasladado a Miami, Florida, donde cumplirá un arresto domiciliario hasta el 11 de mayo donde se le iniciará un simulado proceso judicial por violar… leyes de inmigración y por escupir un par de mentiritas para solicitar su ciudadanía estadunidense.

Por supuesto que Posada Carriles, mientras esté vivito y coleando, será una permanente molestia para la seguridad nacional de nuestros inquietos vecinos por el cúmulo de entretenida información, que a lo largo de su vida operando las cañerías de la inteligencia ha obtenido, y con la que ha llegado a amagar al ocurrente aparato de Estado si no se le cumplen los distintivos arreglones para terminar sus días… en relativa calma.

La simpática cuestión, querido lector, es que Luis ahora deberá cuidarse de no resbalar en la bañera, en un escalón o en cualquier situación rutinaria, ya sabe, no vaya a ser. Sobre todo cuando la relación con la familia Bush —que data de los tiempos de papi George en la controvertida CIA— es, digamos, añeja, chistosa y llena de oscuras connivencias.

Otorgarle el perdón, aprovechando la cortina mediática pavimentándole el camino de la impunidad a quien fuera el operador estrella para vulnerar el régimen (y aliados) de Fidel Castro (quien para estar al borde de la muerte lució de pelos el fin de semana ) parece ser la consigna de Washington —justo cuando la Casa Blanca atraviesa su peor crisis política, tanto en el ámbito jurídico con el caso de su procurador (otro con minúsculas) Alberto Gonzales, quien enfrenta severas acusaciones por... politizar la justicia (debió solicitarle el desaforado manual a Fox, Azuela y Macedo de la Concha, pues) como en el contexto de la invasión a Irak, donde George W. Bush está perdiendo la guerra y hasta la risa —y demuestra los niveles de cinismo de un régimen en decadencia en su actuar frente al terrorismo.

Término utilizado desde 2001 para impunemente violar, aplastar, derrocar, invadir, atropellar e impulsar los métodos más antidemocráticos, oscuros y peligrosos, de parte de un gobierno que escupe en cualquier micrófono ser el defensor de las causas más nobles y legales del planeta.

El caso de Luis Posada Carriles es una muestra más del doble rasero y discurso develando que hay de terroristas a terroristas. O sea, hay niveles y sobre todo si están en la nómina. Quien quita y en una de ésas en el futuro no muy lejano hasta Osama Bin Laden, el hombre más buscado del orbe por la nación con el aparato de inteligencia más costoso, desenmascara el culebrón tras bambalinas detrás de aquél fatídico ataque a las torres gemelas y que fue el parteaguas de la llamada guerra contra el terrorismo.

La atractiva cuestión, que no deja de ser crucial en este peligroso laberinto de información, chantajes y complicidades en el mundo integral de los intereses detrás de la inteligencia (y contrainteligencia), sigue siendo el tamaño del miedo de las áreas claves del gobierno del tío Sam a Posada Carriles, posiblemente porque la información clasificada y acumulada dentro del disco duro que posee podrían estar algunos de los hilos conductores de los casos políticos más sonados que siguen atentando contra la seguridad nacional de un complejo sistema y que, de explotar, las simpáticas consecuencias geopolíticas serían, literalmente, de pronóstico reservado… quizá, my friend… quizá…

Por la mirilla

El gobernador de Nuevo León, Natividad González Parás, está en la divertida mira, con datos duros, de algunas atrayentes agencias estadunidenses a raíz de (¿la extradición de Osiel Cárdenas?) la creciente ola de violencia y de la impunidad con que el narco se mueve en la entidad. Lo original será atestiguar si el mandatario estatal aguanta la presión... porque la sombra de un interinato, mi estimado, suena… suena...

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