Si se matan es por que les estamos pegando.
¿Dónde han oído tan genial argumento?
Lo empleó, por ejemplo, el presidente eterno Vicente Fox .
Y hoy, que las narcoejecuciones dejaron de ser un asunto
de tres o cuatro ciudades para convertirse en un fenómeno nacional.
A falta de los empleos prometidos tenemos acceso cotidiano a las balaseras,
persecuciones, asesinatos de una crueldad sin parangón y videos en internet
El segundo gobierno del cambio, altamente preocupado por el bien común,nos ha regalado a todos un espectáculo de la violencia a la puerta misma de nuestros hogares.
La violencia, ciertamente, ya estaba ahí, como lo prueban las microhistorias que siguen. Pero la mano dura del felipismo la ha democratizado tras pegarle al avispero.
¿Dónde han oído tan genial argumento?
Lo empleó, por ejemplo, el presidente eterno Vicente Fox .
Y hoy, que las narcoejecuciones dejaron de ser un asunto
de tres o cuatro ciudades para convertirse en un fenómeno nacional.
A falta de los empleos prometidos tenemos acceso cotidiano a las balaseras,
persecuciones, asesinatos de una crueldad sin parangón y videos en internet
El segundo gobierno del cambio, altamente preocupado por el bien común,nos ha regalado a todos un espectáculo de la violencia a la puerta misma de nuestros hogares.
La violencia, ciertamente, ya estaba ahí, como lo prueban las microhistorias que siguen. Pero la mano dura del felipismo la ha democratizado tras pegarle al avispero.
LA INTERNA DEL PRI
Hoy es diputado federal. Lo han acusado de ser un acaparador de maíz, pero pocas veces se habla de sus vínculos con el célebre capo Ismael El Mayo Zambada. En la elección interna del PRI, el hoy legislador contendió contra un experimentado político cercano al gobernador. Ganó de calle. ¿Cómo le hizo? La noche anterior a los comicios, mandó bandas de música y cerveza a los centros de votación. Toda su gente pasó una alegre velada y temprano votó disciplinadamente, con todo y cruda.
ATRACCIÓN TURÍSTICA
El día que mataron al hermano del Señor de los Cielos, Culiacán volvió a temblar. Rodolfo Carrillo salía de una plaza comercial cuando fue acribillado, junto con su esposa, Giovanna Quevedo, y un inocente franelero. Tras el crimen hubo una persecución. En el restaurante Morton –carnes sonorenses–, a un kilómetro del centro comercial, conservan, y muestran con cierto orgullo, la huella de un balazo que pegó en una pared. ¿Lo disparó uno de los cinco sicarios que murieron horas después en un enfrentamiento con la policía?
LA PRIMAVERA, FORTALEZA CONTRA EL NARCO
No basta con tener dinero para hacerse con una mansión en el fraccionamiento La Primavera. El fraccionamiento de marras se ubica a las afueras de Culiacán: adentro hay centros comerciales, escuelas, templos y un lago que antes fue presa de riego agrícola. Es la gran idea de Enrique Coppel, el mismo que mandó una carta a sus 25 mil empleados ordenándoles votar por Felipe Calderón y acaba de abrir su propio banco. (Un párrafo de la célebre carta:“Piensen que somos en Coppel 25 mil y que si cada uno de nosotros podemos convencer a tres clientes, tres amigos y tres parientes, ya hablamos de 250 mil votos. ¡Podemos hacer la diferencia!”).
El gobierno del estado le construyó un camino especial y La Primavera está totalmente bardeado. Ahí no entra la realidad de Culiacán. Y tampoco entran los narcos, o eso presumen sus creadores. Para vivir en La Primavera es preciso que al menos tres de los residentes le firmen cartas de buena conducta. Pues sí, los ricos de Culiacán no relacionados con los productores de sustancias ilegales pueden no ser muchos, pero estaban hartos de tener vecinos de dudosa reputación en sus colonias.
Ante la incapacidad gubernamental para brindar seguridad, los más ricos construyen fortalezas. Y para estar totalmente protegidos y no quedar mal con nadie, los Coppel entregaron la escuela de La Primavera a los Legionarios de Cristo y la capilla al Opus Dei. El templo fue consagrado a José María Escrivá Balaguer, el santo de la poderosa congregación.
Para desgracia de los Coppel y del Opus, quien rifa en Culiacán es otro santito de nombre Jesús Malverde.
EL PROFESOR
Una tarde cualquiera, I.S., profesor de la Universidad de Occidente, en Culiacán, reconoció a algunos de sus alumnos en el estacionamiento, algunos de los diez muchachos parados tras la cajuela de un auto. El profesor pasó por ahí porque su automóvil estaba a un lado. Al acercarse, se dio cuenta de lo que veían los diez muchachos con tanto interés. El dueño del carro sacó un cuerno de chivo y lo presumió a los demás. El profesor volvió a ver a los muchachos, vendedor y compradores, en sus clases. Nunca les dijo nada. En la UDO hay muchachos que nunca bajan de ocho de calificación, hagan lo que hagan.
REGLAS PARA VIVIR EN CULIACÁN
Un culichi de clase media toma la palabra: “En tu carro siempre vives con miedo y aprendes a comportarte de cierta manera. Si se te para una Hummer a un lado no debes voltear, si una troca roja o negra viene tras de ti con las luces encendidas debes hacerte a un lado. “Lo mismo es en la calle. Si tienes una novia guapa y le dicen algo la regla es no responder. Si tienes un vecino narco que hace fiestas y toca sus bocinotas toda la madrugada, no debes decir nada.
“Aquí muchas morras aprender a cotizarse desde que están en la prepa. Si son bonitas se visten bien y se van al malecón nuevo a exhibirse. Muchas quieren agarrar un narco, porque termine en la cárcel o muerto ellas arreglarán sus vidas. Además, se sentirán intocables cuando se sepa que andan con tal persona”.
EL LAVADOR QUE QUISO SER DIPUTADO
Tres muchachos fueron a una fiesta en la colonia Las Quintas, algo así como el Polanco culiacanense. Era el primer día de 2002. Nunca los volvieron a ver. Los muchachos se pelearon con Rommel Andrade, hijo del dueño de la casa. Y salieron para nunca ser encontrados. La leyenda local cuenta que la desgracia de Rolando Andrade, padre de Rommel, fue que el padre de uno de los muchachos tenía negocios con El Mayo Zambada –cuyos fondos fueron congelados en Estados Unidos apenas el 17 de mayo pasado– y que fue a ver al capo para pedirle su intervención. “Aunque sea que me dejen enterrarlo”, dijo. El Mayo mandó llamar a Andrade y le dijo: “Aparecen porque aparecen”. Andrade tenía la fama de ser un prestanombres, un lavador. Desde entonces, no pudo dormir en paz. Durante años buscó cómo protegerse. Un día buscó al presidente del PRD, José Luis Pérez Duarte, y le ofreció financiar las campañas electorales a cambio de que lo hicieran diputado federal. Nunca llegó a la Cámara. Murió hace un par de años. Los muchachos de la fiesta jamás aparecieron.
EL ORGULLO DE COSALÁ
Es uno de los orgullos de los cosaltecos, que ya van por su tercer gobernador. En la casa donde nació Leopoldo Sánchez Celis hay una placa metálica que conmemora el hecho. La placa no destaca otro hecho sobresaliente: Miguel Angel Félix Gallardo, fundador de una dinastía de narcotraficantes fue policía judicial del estado y escolta de la familia Sánchez Celis.
EL OLVIDO DE EL LIMONCITO
¿Quién recuerda El Limoncito? Un 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad, fueron acribillados 12 de sus pobladores. Haga un recuento el lector de las últimas matanzas del narco que recuerda. El final casi siempre es el mismo: se hacen rimbombantes declaraciones en la prensa, los gobernadores demandan la intervención federal, a veces los soldados llegan y las fuerzas vivas se declaran felices. ¿Y alguien recuerda a los muertos de El Limoncito o cualquier otro lugar? ¿Se recordará dentro de seis meses a los recientes muertos de Iguala, si cada día hay nuevas masacres? ¿Se ha fijado que los diarios ya juntan todos los muertos de un fin de semana para cabecear los lunes: 25 muertos en siete estados? En Cosalá cuentan, como quien habla del último chisme rosa del pueblo, que el único sobreviviente de la matanza, quien pasó horas bajo los cadáveres de sus paisanos, se fue a vivir a Culiacán y se contrató ahí como velador. Una noche asaltaron el negocio y le dispararon. No le dieron, pero se regresó corriendo a El Limoncito. “Acá es más seguro”, dicen que dijo.
EL SUDOR DE UN ALCALDE
Debía ser una buena noticia. Pero al presidente municipal de Elota le cayó mal. Sudaba cuando le dijeron que podía cobrar impuesto predial en la playa, zona federal, y engordar las arcas municipales. “¿Y cómo les voy a cobrar si todos son narcos?”.
EL DESPISTE DE LA PRENSA
Fue nota de ocho columnas en un diario en el que la profesora Elba Esther Gordillo tiene mucha influencia: había una propiedad de narcotraficantes a menos de un kilómetro de la casa del gobernador. Je, je, se rieron en Culiacán. “Lo que no saben es que los narcos estaban en la casa de enfrente”.
LUCHA CONTRA LOS IGNORANTES
De 2001 a la fecha, la era “del cambio”, se calculan nueve mil 500 narcoejecuciones. Pueblos y ciudades han pasado temporadas de terror. Las policías de todos los niveles están penetrados por los narcotraficantes. Felipe Calderón ha convertido al tema en el eje de su gobierno: declara todos los días sobre el asunto, tiene al Ejército en las calles y ha creado un cuerpo de elite para combatir “el flagelo”.
Caray, pura exageración, pues según el secretario de Seguridad Pública se está gastando pólvora en infiernillos. Recientemente, Genaro García Luna dijo que se ha sobredimensionado el tamaño del enemigo. Según él, el brazo armado del narco es sólo “un puñado de gente con capacidades de inteligencia y de educación muy limitadas”. ¿Y qué tal si fueran inteligentes y educados?
EL DIPUTADO Y EL CEJA GÜERA
Saúl Rubio ganó de calle la diputación local de Sinaloa de Leyva, pese al escándalo por sus asistencia al sepelio de Miguel Angel Beltrán Lugo, El Ceja Güera, asesinado en el muy seguro penal de La Palma. Cuando estaba seguro de ganar me dijo:
“Voy al Congreso a limpiar mi imagen, porque llevan ocho años acusándome de narco”.
–¿Ocho años?
–Sí, y no me han encontrado nada: o sea, o soy muy listo o no hay nada.
Un año después, la camioneta de Saúl Rubio, diputado del PAN, recibió 90 balazos.
Murieron él y su secretario. Las investigaciones continúan, y están presos dos presuntos autores materiales.
CUANDO LOS GATILLEROS ANDAN SUELTOS
A un empresario lo secuestraron en su casa, luego de encañonar a su esposa y sus hijos. Más tarde enviaron dos dedos con la exigencia del rescate. A otro, empresario del ramo farmaceútico, lo quisieron secuestrar en su negocio. El se dio cuenta y huyó por la puerta trasera. Ya encarrerados, los secuestradores se llevaron a su hermano, quien iba llegando. A los pocos días el empresario recibió una grabación: su hermano estaba atado al techo y lo golpeaban con un enorme tubo. En los días subsecuentes, el empresario recibe constantes llamadas a su Nextel: “Ah, ¿no vas a pagar, cabrón? Pues oye esto” y lo ponían a escuchar los golpazos y los gritos de su hermano. Pagó.
La Tijuana de Jorge Hank, sí. Y la de 18 años de gubernaturas panistas también. Y los empleados del cártel sueltos. Los secuestros crecieron sin precedentes en 2005 y 2006, en medio de la guerra por la plaza entre la todavía existente familia de los Arellano Félix y su brazo armado que encabeza Ismael El Mayo Zambada contra el cártel de Sinaloa, de Joaquín El Chapo Guzmán.
Los secuestros pasaron de 10 a 50 y luego a 200. Decenas de familias se han ido a vivir a la vecina San Diego. Las que pueden. Alberto Capella, presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública, dice que las exigencias de rescate van de dos mil pesos a 3.5 millones de dólares.
A finales de abril, luego de cuatro meses de iniciado el Operativo Tijuana –no otra cosa sino la presencia de miles de soldados, marinos y policías federales– fue capturado Víctor Magno Escobar Luna, alias El Pareja, quien según las autoridades encabezaba el principal grupo de secuestradores.
En las calles, El Pareja era considerado el gerente de recursos humanos de los Arellano Félix. “Ellos nunca habían visto su negocio en tanto riesgo como cuando perdieron el control de ese grupo”, dice Capella.
LA GUERRA DE LAS TIENDITAS
En Tijuana, Alí Primera tendría que haber escrito otra canción. Las casas de los pobres ya no son de cartón sino de madera. Con el salario de una semana en la maquila se puede comprar una pared. Las puertas de las cocheras de California, desechadas, son paredes para los nuevos tijuanenses.
Aunque, cierto, no todo es lodo en los terrenos más pobres de “la pervertida” –como le dijo Fernando Jordán en 1950. Hay aquí y allá lunares de casas de interés social y fraccionamientos privados que uniforman el paisaje urbano con sus aplomares. Y hay también las casitas como de cuento, todas de madera y coloridas, que vienen a levantar iglesias cristianas de Estados Unidos, a cambio de nada o para pagar las culpas.
No es la “tercera nación” sino la frontera, la nación del olvido permanente, la de los olvidados de siempre y siempre recordados en tiempos electorales. Es en esta época que la industria de la construcción tiene un auge, porque de los partidos fluyen los regalos: cemento, papel arenado, brea.
En esas casuchas tiene lugar la guerra de cárteles, que se pelean una a una 12 mil narcotiendidas repartidas en 750 colonias. Abajo, cerca del Cerro Colorado, el paisaje cambia en un tramo. Ahí está el rancho Las bardas, una de las primeras propiedades confiscadas a la familia Arellano Félix. Podría ser un parque o un centro cultural, pero sólo es lo que es: una ex propiedad de narcos, saqueada y abandonada.
Ahí sigue, igual que la guerra que, otra vez, el gobierno no va a ganar
ATRACCIÓN TURÍSTICA
El día que mataron al hermano del Señor de los Cielos, Culiacán volvió a temblar. Rodolfo Carrillo salía de una plaza comercial cuando fue acribillado, junto con su esposa, Giovanna Quevedo, y un inocente franelero. Tras el crimen hubo una persecución. En el restaurante Morton –carnes sonorenses–, a un kilómetro del centro comercial, conservan, y muestran con cierto orgullo, la huella de un balazo que pegó en una pared. ¿Lo disparó uno de los cinco sicarios que murieron horas después en un enfrentamiento con la policía?
LA PRIMAVERA, FORTALEZA CONTRA EL NARCO
No basta con tener dinero para hacerse con una mansión en el fraccionamiento La Primavera. El fraccionamiento de marras se ubica a las afueras de Culiacán: adentro hay centros comerciales, escuelas, templos y un lago que antes fue presa de riego agrícola. Es la gran idea de Enrique Coppel, el mismo que mandó una carta a sus 25 mil empleados ordenándoles votar por Felipe Calderón y acaba de abrir su propio banco. (Un párrafo de la célebre carta:“Piensen que somos en Coppel 25 mil y que si cada uno de nosotros podemos convencer a tres clientes, tres amigos y tres parientes, ya hablamos de 250 mil votos. ¡Podemos hacer la diferencia!”).
El gobierno del estado le construyó un camino especial y La Primavera está totalmente bardeado. Ahí no entra la realidad de Culiacán. Y tampoco entran los narcos, o eso presumen sus creadores. Para vivir en La Primavera es preciso que al menos tres de los residentes le firmen cartas de buena conducta. Pues sí, los ricos de Culiacán no relacionados con los productores de sustancias ilegales pueden no ser muchos, pero estaban hartos de tener vecinos de dudosa reputación en sus colonias.
Ante la incapacidad gubernamental para brindar seguridad, los más ricos construyen fortalezas. Y para estar totalmente protegidos y no quedar mal con nadie, los Coppel entregaron la escuela de La Primavera a los Legionarios de Cristo y la capilla al Opus Dei. El templo fue consagrado a José María Escrivá Balaguer, el santo de la poderosa congregación.
Para desgracia de los Coppel y del Opus, quien rifa en Culiacán es otro santito de nombre Jesús Malverde.
EL PROFESOR
Una tarde cualquiera, I.S., profesor de la Universidad de Occidente, en Culiacán, reconoció a algunos de sus alumnos en el estacionamiento, algunos de los diez muchachos parados tras la cajuela de un auto. El profesor pasó por ahí porque su automóvil estaba a un lado. Al acercarse, se dio cuenta de lo que veían los diez muchachos con tanto interés. El dueño del carro sacó un cuerno de chivo y lo presumió a los demás. El profesor volvió a ver a los muchachos, vendedor y compradores, en sus clases. Nunca les dijo nada. En la UDO hay muchachos que nunca bajan de ocho de calificación, hagan lo que hagan.
REGLAS PARA VIVIR EN CULIACÁN
Un culichi de clase media toma la palabra: “En tu carro siempre vives con miedo y aprendes a comportarte de cierta manera. Si se te para una Hummer a un lado no debes voltear, si una troca roja o negra viene tras de ti con las luces encendidas debes hacerte a un lado. “Lo mismo es en la calle. Si tienes una novia guapa y le dicen algo la regla es no responder. Si tienes un vecino narco que hace fiestas y toca sus bocinotas toda la madrugada, no debes decir nada.
“Aquí muchas morras aprender a cotizarse desde que están en la prepa. Si son bonitas se visten bien y se van al malecón nuevo a exhibirse. Muchas quieren agarrar un narco, porque termine en la cárcel o muerto ellas arreglarán sus vidas. Además, se sentirán intocables cuando se sepa que andan con tal persona”.
EL LAVADOR QUE QUISO SER DIPUTADO
Tres muchachos fueron a una fiesta en la colonia Las Quintas, algo así como el Polanco culiacanense. Era el primer día de 2002. Nunca los volvieron a ver. Los muchachos se pelearon con Rommel Andrade, hijo del dueño de la casa. Y salieron para nunca ser encontrados. La leyenda local cuenta que la desgracia de Rolando Andrade, padre de Rommel, fue que el padre de uno de los muchachos tenía negocios con El Mayo Zambada –cuyos fondos fueron congelados en Estados Unidos apenas el 17 de mayo pasado– y que fue a ver al capo para pedirle su intervención. “Aunque sea que me dejen enterrarlo”, dijo. El Mayo mandó llamar a Andrade y le dijo: “Aparecen porque aparecen”. Andrade tenía la fama de ser un prestanombres, un lavador. Desde entonces, no pudo dormir en paz. Durante años buscó cómo protegerse. Un día buscó al presidente del PRD, José Luis Pérez Duarte, y le ofreció financiar las campañas electorales a cambio de que lo hicieran diputado federal. Nunca llegó a la Cámara. Murió hace un par de años. Los muchachos de la fiesta jamás aparecieron.
EL ORGULLO DE COSALÁ
Es uno de los orgullos de los cosaltecos, que ya van por su tercer gobernador. En la casa donde nació Leopoldo Sánchez Celis hay una placa metálica que conmemora el hecho. La placa no destaca otro hecho sobresaliente: Miguel Angel Félix Gallardo, fundador de una dinastía de narcotraficantes fue policía judicial del estado y escolta de la familia Sánchez Celis.
EL OLVIDO DE EL LIMONCITO
¿Quién recuerda El Limoncito? Un 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad, fueron acribillados 12 de sus pobladores. Haga un recuento el lector de las últimas matanzas del narco que recuerda. El final casi siempre es el mismo: se hacen rimbombantes declaraciones en la prensa, los gobernadores demandan la intervención federal, a veces los soldados llegan y las fuerzas vivas se declaran felices. ¿Y alguien recuerda a los muertos de El Limoncito o cualquier otro lugar? ¿Se recordará dentro de seis meses a los recientes muertos de Iguala, si cada día hay nuevas masacres? ¿Se ha fijado que los diarios ya juntan todos los muertos de un fin de semana para cabecear los lunes: 25 muertos en siete estados? En Cosalá cuentan, como quien habla del último chisme rosa del pueblo, que el único sobreviviente de la matanza, quien pasó horas bajo los cadáveres de sus paisanos, se fue a vivir a Culiacán y se contrató ahí como velador. Una noche asaltaron el negocio y le dispararon. No le dieron, pero se regresó corriendo a El Limoncito. “Acá es más seguro”, dicen que dijo.
EL SUDOR DE UN ALCALDE
Debía ser una buena noticia. Pero al presidente municipal de Elota le cayó mal. Sudaba cuando le dijeron que podía cobrar impuesto predial en la playa, zona federal, y engordar las arcas municipales. “¿Y cómo les voy a cobrar si todos son narcos?”.
EL DESPISTE DE LA PRENSA
Fue nota de ocho columnas en un diario en el que la profesora Elba Esther Gordillo tiene mucha influencia: había una propiedad de narcotraficantes a menos de un kilómetro de la casa del gobernador. Je, je, se rieron en Culiacán. “Lo que no saben es que los narcos estaban en la casa de enfrente”.
LUCHA CONTRA LOS IGNORANTES
De 2001 a la fecha, la era “del cambio”, se calculan nueve mil 500 narcoejecuciones. Pueblos y ciudades han pasado temporadas de terror. Las policías de todos los niveles están penetrados por los narcotraficantes. Felipe Calderón ha convertido al tema en el eje de su gobierno: declara todos los días sobre el asunto, tiene al Ejército en las calles y ha creado un cuerpo de elite para combatir “el flagelo”.
Caray, pura exageración, pues según el secretario de Seguridad Pública se está gastando pólvora en infiernillos. Recientemente, Genaro García Luna dijo que se ha sobredimensionado el tamaño del enemigo. Según él, el brazo armado del narco es sólo “un puñado de gente con capacidades de inteligencia y de educación muy limitadas”. ¿Y qué tal si fueran inteligentes y educados?
EL DIPUTADO Y EL CEJA GÜERA
Saúl Rubio ganó de calle la diputación local de Sinaloa de Leyva, pese al escándalo por sus asistencia al sepelio de Miguel Angel Beltrán Lugo, El Ceja Güera, asesinado en el muy seguro penal de La Palma. Cuando estaba seguro de ganar me dijo:
“Voy al Congreso a limpiar mi imagen, porque llevan ocho años acusándome de narco”.
–¿Ocho años?
–Sí, y no me han encontrado nada: o sea, o soy muy listo o no hay nada.
Un año después, la camioneta de Saúl Rubio, diputado del PAN, recibió 90 balazos.
Murieron él y su secretario. Las investigaciones continúan, y están presos dos presuntos autores materiales.
CUANDO LOS GATILLEROS ANDAN SUELTOS
A un empresario lo secuestraron en su casa, luego de encañonar a su esposa y sus hijos. Más tarde enviaron dos dedos con la exigencia del rescate. A otro, empresario del ramo farmaceútico, lo quisieron secuestrar en su negocio. El se dio cuenta y huyó por la puerta trasera. Ya encarrerados, los secuestradores se llevaron a su hermano, quien iba llegando. A los pocos días el empresario recibió una grabación: su hermano estaba atado al techo y lo golpeaban con un enorme tubo. En los días subsecuentes, el empresario recibe constantes llamadas a su Nextel: “Ah, ¿no vas a pagar, cabrón? Pues oye esto” y lo ponían a escuchar los golpazos y los gritos de su hermano. Pagó.
La Tijuana de Jorge Hank, sí. Y la de 18 años de gubernaturas panistas también. Y los empleados del cártel sueltos. Los secuestros crecieron sin precedentes en 2005 y 2006, en medio de la guerra por la plaza entre la todavía existente familia de los Arellano Félix y su brazo armado que encabeza Ismael El Mayo Zambada contra el cártel de Sinaloa, de Joaquín El Chapo Guzmán.
Los secuestros pasaron de 10 a 50 y luego a 200. Decenas de familias se han ido a vivir a la vecina San Diego. Las que pueden. Alberto Capella, presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública, dice que las exigencias de rescate van de dos mil pesos a 3.5 millones de dólares.
A finales de abril, luego de cuatro meses de iniciado el Operativo Tijuana –no otra cosa sino la presencia de miles de soldados, marinos y policías federales– fue capturado Víctor Magno Escobar Luna, alias El Pareja, quien según las autoridades encabezaba el principal grupo de secuestradores.
En las calles, El Pareja era considerado el gerente de recursos humanos de los Arellano Félix. “Ellos nunca habían visto su negocio en tanto riesgo como cuando perdieron el control de ese grupo”, dice Capella.
LA GUERRA DE LAS TIENDITAS
En Tijuana, Alí Primera tendría que haber escrito otra canción. Las casas de los pobres ya no son de cartón sino de madera. Con el salario de una semana en la maquila se puede comprar una pared. Las puertas de las cocheras de California, desechadas, son paredes para los nuevos tijuanenses.
Aunque, cierto, no todo es lodo en los terrenos más pobres de “la pervertida” –como le dijo Fernando Jordán en 1950. Hay aquí y allá lunares de casas de interés social y fraccionamientos privados que uniforman el paisaje urbano con sus aplomares. Y hay también las casitas como de cuento, todas de madera y coloridas, que vienen a levantar iglesias cristianas de Estados Unidos, a cambio de nada o para pagar las culpas.
No es la “tercera nación” sino la frontera, la nación del olvido permanente, la de los olvidados de siempre y siempre recordados en tiempos electorales. Es en esta época que la industria de la construcción tiene un auge, porque de los partidos fluyen los regalos: cemento, papel arenado, brea.
En esas casuchas tiene lugar la guerra de cárteles, que se pelean una a una 12 mil narcotiendidas repartidas en 750 colonias. Abajo, cerca del Cerro Colorado, el paisaje cambia en un tramo. Ahí está el rancho Las bardas, una de las primeras propiedades confiscadas a la familia Arellano Félix. Podría ser un parque o un centro cultural, pero sólo es lo que es: una ex propiedad de narcos, saqueada y abandonada.
Ahí sigue, igual que la guerra que, otra vez, el gobierno no va a ganar
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