Tengo un teléfono celular Telcel por el que pago aproximadamente 350 pesos al mes. Al cabo de un año de servicio recibí la notificación de un cobro que asciende a 200 pesos por concepto de una fianza. No entendí el mencionado concepto y recurrí al servicio de atención al cliente. Ahí me dijeron que se cobraba la fianza para ''asegurar'' que no dejara yo de pagar, pero Telcel tiene (el número de) mi tarjeta de crédito y se cobra el monto de mi servicio cada mes y no hay forma de que yo deje de pagarle. Asimismo, me dijeron que cada año se cobra la fianza, pero que a partir del segundo año de servicio podría yo reclamar ese dinero, pero que casi nadie lo hace. ¿Para qué sirve la fianza en cuestión? No quisiera ser un mal pensado, pero ¿acaso se la estarán embolsando?
J. Bolter/DF
Enrique Galván: Estimado señor Bolter: el grupo Slim maneja un menú de productos y servicios muy amplio: excelentes, buenos, regulares, malos y pésimos. Como estrategia contra entusiasmos y frustraciones he desarrollado la dieta Slim. Mire usted, se trata de lo siguiente: teléfono celular (y radio) lo tengo contratado con la compañía Nextel; larga distancia, con la empresa Avantel (hoy Axtel); Internet, con Cablemás. Soy adicto al té mañanero y acostumbro tomarlo en Starbucks, no en Sanborns; mis periódicos y revistas los adquiero en el puesto de la esquina; los libros, en Gandhi y El Sótano, y la música la bajo de Internet. Mi seguro de gastos médicos lo quise comprar a Inbursa, me lo negaron con toda razón, ya que no calificaba por mis antecedentes de salud; al final salí ganando porque me aceptó Blue Cross, de California. Hago mis comidas con frecuencia en el restaurante Peces, de mi querido amigo Marco Rascón que, según la carta de los alimentos que ahí expende, es ''el único lugar en el país que no es propiedad de Carlos Slim'', empresario al cual solamente le tocan al final 200 pesos mensuales de mis flacos ingresos por el pago del servicio telefónico local.
J. Bolter/DF
Enrique Galván: Estimado señor Bolter: el grupo Slim maneja un menú de productos y servicios muy amplio: excelentes, buenos, regulares, malos y pésimos. Como estrategia contra entusiasmos y frustraciones he desarrollado la dieta Slim. Mire usted, se trata de lo siguiente: teléfono celular (y radio) lo tengo contratado con la compañía Nextel; larga distancia, con la empresa Avantel (hoy Axtel); Internet, con Cablemás. Soy adicto al té mañanero y acostumbro tomarlo en Starbucks, no en Sanborns; mis periódicos y revistas los adquiero en el puesto de la esquina; los libros, en Gandhi y El Sótano, y la música la bajo de Internet. Mi seguro de gastos médicos lo quise comprar a Inbursa, me lo negaron con toda razón, ya que no calificaba por mis antecedentes de salud; al final salí ganando porque me aceptó Blue Cross, de California. Hago mis comidas con frecuencia en el restaurante Peces, de mi querido amigo Marco Rascón que, según la carta de los alimentos que ahí expende, es ''el único lugar en el país que no es propiedad de Carlos Slim'', empresario al cual solamente le tocan al final 200 pesos mensuales de mis flacos ingresos por el pago del servicio telefónico local.
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