viernes, agosto 24, 2007

Dos notas sobre Cuba

La primera

Clichés anticubanos
Gilberto López y Rivas

Recientemente polemicé en un canal televisivo nacional sobre el tema de Cuba. Durante el ríspido debate salieron a relucir los viejos y conocidos mitos y prejuicios, alimentados durante décadas de ataques permanentes a la Revolución, a sus dirigentes y al régimen socialista establecido por el pueblo cubano en ejercicio de su soberanía y el derecho a la autodeterminación consagrado en los documentos fundacionales de la Organización de Naciones Unidas.

Mi oponente esbozó una empobrecida realidad cubana, regida por un "Estado policiaco" en el que se impone una dictadura ideológica en la educación, formación e información de las masas inertes de infantes y ciudadanos que bajo el control riguroso del Partido Comunista hacen del desayuno, comida y cena su principal preocupación cotidiana.

¿Cómo compaginar esta perspectiva de un país en el que impera -según esta visión empañada- la desnutrición, la sobrevivencia, la represión y el temor, con los grandes logros alcanzados por Cuba en los terrenos de la cultura, la educación, el deporte, la salud y otros indicadores sociales? ¿Es posible que bajo el terror de un Estado omnipresente prosperen la literatura, el arte, la música, la danza, las ciencias médicas, la biotecnología, la computación, la antropología, el alto nivel de sus delegados en cuanta reunión científica internacional hay en el ámbito local y mundial? ¿Cómo hacer coincidir esta lúgubre descripción de la patria de Martí, con ese gigante de la solidaridad internacionalista que derrotó en Angola al ejército racista de Sudáfrica, creando las condiciones para la debacle del apartheid? Que envía médicos, educadores y personal de apoyo a los más apartados y necesitados lugares del planeta, y que es capaz, incluso, de ofrecer generosamente a su archienemigo estadunidense ayuda médica inmediata ante la tragedia de Nuevo Orleáns en 2005. Donde el porcentaje de profesionales y técnicos mujeres es mayor al de los varones.

¿Cómo explicar las tasas cubanas de escolaridad de 100 por ciento en primaria y secundaria, sus rendimientos escolares en matemáticas, mayores a los de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Irlanda, Portugal y Noruega? ¿Los alumnos por aula (20) en enseñanza primaria, menores que en estos países, además de España, Francia y Japón? La tasa de mortalidad infantil de Cuba en menores de cinco años es de ocho infantes por cada mil nacidos vivos, mientras en América Latina es de 37 y 81 a escala mundial, contando además con 100 por ciento de niños inmunizados. La esperanza de vida al nacer es de 74 años, mientras en el mundo es de 66 años. Hay en la isla 590 médicos por cada 100 mil habitantes, en comparación con 160 en América Latina; en Cuba se tienen 631 camas hospitalarias por cada 100 mil habitantes, mientras en América Latina sólo 220. La Revolución ha hecho posible que Cuba sea una potencia biomédica y científica mundial que pone al alcance de los países pobres sus vacunas, tratamientos innovadores y medicinas.

Mi oponente en el programa enfatizó lo limitado de la oferta disponible en periódicos y en revistas para los lectores cubanos, cuando se tienen registrados 577 publicaciones periódicas y 128 editoriales, decenas de publicaciones por Internet, 382 bibliotecas públicas, 57 teatros, 135 galerías de arte, 302 casas de cultura, 265 museos, 406 cines, 364 librerías. "Según datos de la UNESCO en el periodo 1989-1994, en el número de obras que poseen las bibliotecas públicas por cada 100 habitantes, Cuba superaba con 48 títulos a México (36), Perú (25), Costa Rica (10), Chile (5) e igualaba a Italia con la misma cifra." (Alfonso Sastre, et al. Cuba 2005. Editorial Hiru.)

He podido observar y constatar directamente el nivel de información sociopolítica de los estudiantes en todos los niveles de la enseñanza, o el de un telespectador a través de noticieros, cursos y programas especiales como las Mesas Redondas en las que frecuentemente se tocan temas de actualidad por dos horas, con expertos, testigos y analistas de primera calidad, sin cortes comerciales ni intereses corporativos que dicten la línea política de los participantes.

¿Cuba, Estado policiaco? Un país que no registra ejecuciones extrajudiciales como las de la guerra sucia del Estado mexicano contra la izquierda desde los años 50 del siglo pasado, con los cientos de desaparecidos políticos, asesinados y torturados; donde durante todos estos años desde el triunfo de la Revolución en 1959 nunca se ha utilizado a las fuerzas armadas para reprimir y masacrar a manifestantes indefensos, como sí ha ocurrido en México (1959, 1968, 2006); donde no hay grupos paramilitares como la Brigada Blanca, el Batallón Olimpia, Halcones y los más de una docena que operan en Chiapas; donde la incidencia de homicidios y delitos de sangre es de las más bajas del orbe; donde no hay secuestros de personas ni actúan las diversas mafias del crimen organizado con las secuelas de cientos de ejecutados (más de mil durante los pocos meses del gobierno espurio de Felipe Calderón); donde no hay autoridades policiales y militares penetradas por el narcotráfico; esto es, donde impera un Estado de derecho en el que la justicia no está en venta ni brinda impunidad para ricos, poderosos y politiquillos.

La mayor conquista de la Revolución cubana está a la vista: un pueblo instruido y noble que ha logrado resistir con éxito el más feroz de los bloqueos y la permanente hostilidad militar y guerra encubierta de Estados Unidos, construyendo un socialismo que no exento de carencias, errores y deficiencias constituye una alternativa de vida digna para los seres humanos en el océano de muerte y destrucción del capitalismo mundial.

La segunda

El canto del Burr
ócrata
Jean Francois Fogel

Eliades Acosta Matos es un burrócrata (con dos «r», sí, como burro), uno de estos que pro
duce el socialismo cubano. Su posición es la de Jefe del Departamento de Cultura del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. No hay que dar muchas vueltas para entenderlo: Acosta Matos finge ser escritor; en realidad es un comisario político; vigila a los escritores y artistas cubanos. Acaba de dar una entrevista al diario Granma (órgano del partido único de Cuba) sobre “la guerra cultural”, cuyo contenido es un síntoma del malestar de las autoridades de La Habana frente a todo lo que tiene que ver con los procesos autónomos de creación.

Claro que como buen miembro del Partido Comunista, este hombre domina los matices de la comunicación ideológica. Lastima el “ignominioso fin del socialismo en Europa del Este y la URSS” y se identifica con la Revolución cubana (nació en el 1959) hasta negar su existencia propia: “mi historia personal y la historia más reciente del pueblo cubano son la misma historia”.

Ahora bien, en su entrevista, este señorito -perdón, compañero– se pronuncia sobre los puntos sobresalientes del momento en el área de la cultura:

1. Habla de la “buena salud” de la literatura cubana aunque, dice, “en el exterior los resultados están marcados por la impronta política, o sea, tanto hablas tanto recibes”. No da prueba ninguna de lo que afirma pero, con suma hipocresía, propone dos nombres, Amir Valle Ojeda y Zoé Valdés, antes de añadir que “en realidad esos nombres no merecen más comentarios”. Entendemos: se hace un comentario sobre supuestos mercenarios del anticastrismo que cobrarían por hablar, antes de decir que no merecen comentarios.

Traducción mía: estamos resentidos frente al éxito y a la influencia de estos autores.

2. Nota la incipiente “lucha por los archivos”, es decir por escribir la historia de la cultura cubana. No es un fenómeno “casual”, afirma el pobre funcionario, otra vez sin más pruebas. Y sobre todo, sin decir que intenta de esta manera responder a la publicación, por parte de la Revista "Encuentro de la cultura cubana", de documentos sobre el famoso encuentro entre Fidel y los intelectuales. La verdadera historia no pertenece al partido que reescribe su historia, sabiendo -como lo mostró Orwell- que se necesita el control del pasado para controlar el presente.

Traducción mía: no conviene a las autoridades de La Habana oír el lema de su política hacia los intelectuales tal como fue definido por Fidel, “dentro de la revolución, todo; contra la Revolución, nada”.

3. Denuncia la existencia del blog Muñequitos rusos como “una especie de revisión de la etapa soviética”. Aquí tocamos al colmo del ridículo: se trata de un blog del exilio cubano dedicado a la nostalgia de los dibujos animados presentados hace veinte años en la televisión cubana. Denunciarlo es como dejar en ridículo a Proust por su afición a las magdalenas.

Traducción mía: duele a la cúpula superior del poder recordar de qué manera una revolución soberana recibía limoná de Moscú.

4. Lástima las nuevas tecnologías, “un factor esencial” en un proceso de monitoreo y ataques a Cuba. En la isla, a través del control de los servidores, se consigue censurar a Internet. Pero afuera no hay como callar la voz de los que se preocupan por Cuba.

Traducción mía: el trabajo de la propaganda cubana no sabe cómo enfrentarse con el pluralismo en la Red.

Palabra por palabra –la manera de hablar en la primera persona del plural como si todos los cubanos se expresaran a través de Acosta Matos, la manera de pintar la isla como el baluarte de una resistencia hacia el exterior cuando es un lugar de represión interna, la manera de repetir la eterna promesa de “crear conciencia en la sociedad cubana”-, la entrevista es una muestra perfecta de la jerga burocrática cubana que se nombra teke-teke en la isla. Y, como siempre, está la torpeza, el dato estúpido que pinta muy mal a la Revolución y que se entrega de manera, esta vez sí, casual: reconocer que entre 1959 y ahora, La Habana perdió “1.750 espacios de música bailable”.

“Nuestras orquestas no tocan en La Habana, prefieren irse un fin de semana a cualquier sitio fuera del país”, reconoce el burrócrata. ¡Vaya música!


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