Discurso pronunciado en la UNESCO el 14 de noviembre de 1947
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura está compuesta de muchas naciones diferentes y de muy diversos pueblos. Algunos de ellos tienen una larga y brillante tradición de conquistas en los campos de la investigación en las matemáticas y en la física; otros han demostrado, en los últimos cincuenta años, un derecho a ser incluidos entre los guías del descubrimiento científico; otros en fin, tienen todavía el porvenir ante ellos. La historia de cómo nace en un país joven, como el que habéis escogido como sede de vuestra Segunda Asamblea General, el impulso para explorar lo desconocido, cómo al principio es sólo una llama mortecina que puede apagarse en cualquier momento y cómo requiere atención cuidadosa e inteligente hasta que por fin parece prenderse y promete iluminar todo el porvenir, es una historia siempre fascinante. Con peligro de cansar vuestra atención, espero que no hasta el punto del aburrimiento, voy a intentar contaros esta historia tal como ha ocurrido en este joven país nuestro que hoy se ufana de teneros como huéspedes de honor.
La historia del desarrollo de las matemáticas y la física en las últimas décadas arranca con la labor de Sotero Prieto, un gran maestro y un gran hombre. Aunque él apenas publicó trabajos originales, porque durante toda su muy breve vida estuvo dedicado con altruismo sin igual a las labores de la docencia, inflamó la imaginación de un grupo de estudiantes jóvenes y les imbuyó el ansia de realizar investigaciones originales. Y lo que es más importante aún, les enseñó a pensar con precisión, con profundidad, con claridad y con honradez. Aquellos de nosotros que tuvimos la buena fortuna de ser sus alumnos, los que después tuvimos el privilegio de estudiar en las principales universidades de los Estados Unidos y de Europa, siempre honraremos su memoria como la del hombre que nos inculcó la calidad del esfuerzo, el respeto profundo por la verdad y las normas rigurosas que se exigen del que quiere embarcarse en una carrera de investigación científica.
El talento de Prieto para seleccionar al alumno brillante y excepcional no tenía igual. A él dedicaba particularmente su atención, la atención de un hombre cuya pasión era la enseñanza. Así no es ningún accidente que tengamos hoy en México un grupo de matemáticos y físicos que ya han demostrado su calidad en la investigación. Lo que es todavía más importante, ellos a su vez están preparando nuevos grupos de estudiantes jóvenes y brillantes que a su vez enseñarán a otras generaciones. El arranque de una reacción en cadena está ya a la vista. Comparada con la física, más precisamente con la física experimental, la investigación matemática tiene la ventaja de que puede florecer y crecer sin más ayuda que una biblioteca adecuada pero modesta, abundancia de papel de escribir y una buena dosis de inteligencia. En menor escala esto es también cierto en la física teórica. Así pues no es tampoco ningún accidente que la investigación matemática se desarrolle en tierra virgen antes que la física teórica, y ésta antes que la física experimental, lo que se ha comprobado en el caso de nuestro país.
La física experimental, que requiere como se sabe grandes laboratorios y enormes gastos, está en muchos casos fuera de los recursos limitados de un país pequeño y tendrá que venir al último. Por lo tanto, tenemos que depender en gran parte de la'munificencia de organizaciones internacionales como la UNESCO y algunas de las grandes fundaciones para la construcción y equipo de laboratorios adecuados de física experimental. Pero, sí miramos la historia de la ciencia, no podemos evitar darnos cuenta de que muchos de los maravillosos descubrimientos del pasado han sido hechos con medios muy limitados, que están al alcance de países de potencia económica restringida.
Considerad los magníficos descubrimientos de Michael Faraday, el trabajo de Rutherford y su escuela, los instrumentos tan modestos que sirvieron a Roentgen cuando azoró al mundo con su descubrimiento de los rayos X. Curie y su esposa trabajando en un laboratorio que hoy sería considerado inferior a uno bien montado para estudiantes. Os veréis tentados de sacar la conclusión que no es imposible descubrir nuevos hechos físicos fundamentales dentro de los estrechos confines de un modesto taller. Lo que se necesita es un cerebro de primera clase imbuido en el deseo ardiente de explorar lo desconocido y en un absoluto respeto por la verdad, y de estos requisitos, ninguna nación, sin que importe su grandeza y poderío, puede jamás poseer el monopolio exclusivo.
En 1935 Monges López fundó la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de México, y poco después el Instituto de Matemáticas y el de Física, dedicados exclusivamente a suministrar las facilidades necesarias para la investigación en las ciencias correspondientes. Monges López tiene el don del organizador y del administrador eficaz, y el desarrollo de la ciencia en México debe mucho a sus esfuerzos. El Instituto de Matemáticas fué puesto bajo la dirección de Alfonso Nápoles Gandara, uno de los estudiantes destacados de Prieto. El primer director del Instituto de Física fué Alfredo Baños, que obtuvo su doctorado en física en el Instituto Tecnológico de Massachusetts con una tesis sobre rayos cósmicos hecha bajo mi dirección mientras disfrutaba de una beca Guggenheim en dicha institución. Su segundo y actual director es Carlos Graef Fernández, también un becario Guggenheim, que tiene igualmente un doctorado en física del Instituto ya citado por una tesis sobre rayos cósmicos que hizo allá bajo mi dirección.
Volveremos a insistir más tarde sobre el trabajo de estos dos institutos. Estrechamente ligado con ellos está el Observatorio de la Universidad en Tacubaya, fundado a fines del siglo pasado y que ha sido dirigido en varías etapas por hombres eminentes como Díaz Covarrubias y Joaquín Gallo. En 1942 se construyó en Tonantzintla, estado de Puebla, un nuevo observatorio astrofísico. Está equipado con un telescopio fotográfico Schmidt de 75 cm. de diámetro, capaz de fotografiar estrellas hasta de la décima novena magnitud y cubrir un campo de varios grados cuadrados, además de instrumentos para conteos de estrellas en áreas selectas. Este observatorio participa en un programa internacional de patrulla de regiones escogidas de nuestra galaxia, dirigido por Harlow Shapley del Observatorio de Harvard. Su fundador y su primer director es Luis Enrique Erro, cuyo entusiasmo en la disciplina que ha escogido no tiene límites, y su personal incluye a hombres de ciencia como Haro y Terrazas.
Hacia 1940 se puso en evidencia la necesidad de asegurar medios para la presentación, discusión y publicación de los trabajos de investigación realizados en México y fué así como nació en 1943 la Sociedad Matemática Mexicana, seguida poco después por la Sociedad Mexicana de Ciencias Físicas, La primera ha sido muy activa desde su fundación; ha convocado a numerosas asambleas regionales en diferentes ciudades del país y a dos asambleas generales, y ha establecido el -Boletín de la Sociedad Matemática Mexicana que sirve como el principal vehículo para publicación de investigaciones en matemáticas y física teórica realizadas en México. Este no es el único periódico que publica trabajos en matemáticas y física. Existen además, la revista Ciencia, el Anuario de la Comisión Impulsora y Coordinadora de ¡a Investigación Científica, numerosos periódicos dedicados a diversas ramas de la ingeniería y las Memorias del Instituto Nacional de Cardiología donde han' aparecido algunos estudios matemáticos muy interesantes sobre ciertos temas biológicos, para mencionar sólo los ejemplos más sobresalientes. Regresaremos a estos asuntos más tarde.
En 1943 el Gobierno Federal llegó a la conclusión de que debería suministrarse ayuda en mayor escala a la investigación científica y creó en ese año la Comisión Impulsora y Coordinadora de la Investigación Científica (CICIC), durante la última guerra mundial. Esta comisión, provista de fondos del Presupuesto Federal, está dedicada a promover la investigación en las ciencias matemáticas, físicas, químicas, geológicas y biológicas y sus aplicaciones técnicas. Subvenciona investigaciones llevadas a cabo en laboratorios ya existentes y ha establecido varios propios para ramas especiales de la ciencia, como por ejemplo la radioactividad y la mecánica de suelos, donde el interés nacional lo pide.
Otorga becas para investigación en nuestro país y en el extranjero, da fondos para mejorar las bibliotecas especializadas ya existentes y trabaja por contrato con instituciones mexicanas y extranjeras para ejecutar investigaciones que se consideran de importancia nacional. Ha organizado el Comité para la Investigación de los Recursos Minerales de México y el Comité Coordinador de la Carta Geográfica de la República, ha trabajado con el Consejo Nacional de Investigación de los Estados Unidos, a través del Comité Mixto Mexicano-Norteamericano, para el Estudio del Volcán de Parícutin, donde se realizaron estudios volcanológicos y físicos, ha cooperado con la División de Conservación de la Unión Panamericana en estudios ecológicos de la fauna salvaje mexicana, y en muchos otros asuntos más.
Los resultados de sus actividades se publican en sus anuarios, en los que han aparecido numerosos trabajos sobre toda clase de temas, desde las matemáticas puras hasta la volcanología. Su política fundamental es la de otorgar libertad completa en la ejecución de la investigación. No se hace ninguna tentativa para formular un programa rígido que eliminaría todo lo que no estuviera conforme con él, al contrario, cada caso se juzga por sus méritos y se dan subsidios aun a proyectos muy alejados de los caminos conocidos, pues es precisamente de las investigaciones en campos nuevos e inexplorados de donde los desarrollos científicos más sobresalientes del mañana tienen la mejor probabilidad de surgir.
La Fundación Guggenheim, el Instituto dé Educación Internacional, el Departamento de Estado de los Estados Unidos, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, la Universidad de Harvard, la de Princeton y muchas otras organizaciones más, han ayudado enormemente para preparar a jóvenes investigadores por medio del otorgamiento de becas.
Desafortunadamente, hasta ahora la Fundación Rockefeller ha mostrado un interés muy limitado en el desarrollo de la investigación matemática y física en México y las entrevistas con su representante han sido muy poco satisfactorias.
Un fuerte ímpetu ha recibido la investigación en México con las visitas periódicas de destacados matemáticos, físicos y otros especialistas, auspiciadas prominentemente por la Universidad de México y la Comisión (ClCIC). Gracias en parte a la ayuda suministrada por la División de Asuntos Culturales del Departamento de Estado de los Estados Unidos ha sido factible invitar a varios matemáticos y físicos sobresalientes a venir a México por períodos desde unas semanas hasta unos meses.
Entre los matemáticos de gran renombre podemos citar al finado George David Birkhoff y a su hijo Garrett, ambos de la Universidad de Harvard; a Solomon Lefschetz de Princeton, a Norbert Wiener del Instituto Tecnológico de Massachusetts, a Nelson Dunford de Yale, a Francis D. Murnaghan de Johns Hopkins y a otros más. Físicos de fama como John Hasbrouck van Vleck y Léon Brillouin de Harvard (éste también del Colegio de Francia), Karl K. Darrow, de los Laboratorios Telefónicos Bell y otros más, han estadcT en México. El plan será extendido, tan pronto como sea posible, a otros países además de los Estados Unidos, y para este fin la UNESCO debería tener la posibilidad de suministrar una ayuda que sería muy bien recibida. Por ejemplo, la CICIC invitó al distinguido matemático chino Shiing-Shen Chern, cuya breve visita será recordada por largo tiempo.
La influencia ejercida por estas personas en el desarrollo de la investigación matemática y física en México ha sido profunda y duradera. Consideremos brevemente el ejemplo del finado George David Birkhoff, uno de los grandes matemáticos de nuestro tiempo y uno de los creadores de la moderna escuela matemática de los Estados Unidos. Cuando vino por primera vez a México en 1942, en ocasión de la inauguración del Observatorio Astrofísico de Tonantzintla, donde pronunció uno de los discursos principales, estaba interesado en una nueva teoría de la gravitación basada sobre el espacio-tiempo de Minkowski, la teoría restringida de la relatividad y la transformación de Lorentz (el espacio-tiempo electromagnético, como le agradaba llamarlo) que presentó por primera vez allí. Su discurso encendió la imaginación de un grupo de jóvenes hombres de ciencia mexicanos que asistían a la reunión, quienes decidieron investigar a fondo la nueva teoría. Más tarde Birkhoff regresó para dirigir un seminario en los Institutos de Matemáticas y de Física de la Universidad de México. El resultado de estas investigaciones está consignado en una media docena de artículos por hombres de ciencia mexicanos como Graef, Erro, Barajas, Alba y Romero Juárez y ha conducido por un lado a muy interesantes estudios sobre el Principio de Equivalencia de Einstein por Barajas, a investigaciones importantes sobre la distribución de las nebulosas extragalácticas por Erro y a sus consecuencias cosmológicas por Graef.
Estas contribuciones han sido discutidas en cierta medida en un artículo sobre gravitación por el que esto escribe, que aparecerá próximamente en la Enciclopedia Británica, y han sido publicadas en periódicos científicos nacionales y extranjeros. Resultados semejantes podrían citarse respecto a los trabajos iniciados por Lefschetz y por Garrett Birkhoff sobre topología, sobre los tipos de soluciones de ecuaciones diferenciales lineales y no-lineales, sobre el álgebra de las redes y sobre otros temas, en ios que un grupo de jóvenes matemáticos como Vázquez, González Baz, Lifshitz y otros han tomado parte. El caso de Norbert Wiener es singularmente interesante. De acuerdo con un convenio cooperativo y con la ayuda de la Fundación Rockefeller y de la Fundación Macy, el profesor Wiener, distinguidísimo matemático de los Estados Unidos, podrá permanecer en México en años alternos para trabajar con Arturo Rosenblueth, eminente fisiólogo mexicano que dirige el laboratorio fisiológico del Instituto Nacional de Cardiología, sobre problemas de la teoría matemática de la acción del nervio y del músculo, con especial atención al corazón. Este trabajo, que tal vez conducirá en el porvenir a un nuevo capítulo de la ciencia que podría llamarse neurofisiología matemática, incluye ideas muy profundas extraídas del análisis matemático, de la estadística matemática, de la ingeniería de comunicaciones y la técnica más refinada de la experimentación fisiológica. Se está realizando actualmente en México con personal mexicano y unos cuantos invitados norteamericanos.
Investigaciones sobre rayos cósmicos, teóricas y experimentales, han sido realizadas en el Instituto de Física desde su fundación. Circunstancias relacionadas con el tramo de latitud geomagnética disponible en México y con la accesibilidad de montañas elevadas, le dan a nuestro país una situación privilegiada. De hecho, muy pocas regiones del mundo igualan esta combinación de latitud geomagnética favorable y altas montañas accesibles. Por esta razón la UNESCO podría, a su debido tiempo, considerar algún proyecto para un laboratorio internacional a altura elevada para trabajar sobre rayos cósmicos, que podría ser utilizado por todos los físicos interesados y debidamente preparados. Los trabajos de investigación sobre radiación cósmica hechos en México se publican regularmente en periódicos físicos nacionales y norteamericanos y han sido, y siguen siendo, presentados en asambleas científicas en nuestro país y en el extranjero.
Tal vez el acontecimiento científico más importante, relacionado con la física y la química, que ha ocurrido en México, es el descubrimiento del elemento 23, vanadio, por Andrés Manuel del Río, profesor de mineralogía de la entonces Real Escuela de Minería, en 1801. En los últimos tiempos he tenido ocasión de realizar algunas investigaciones históricas sobre este asunto, en colaboración con Arturo Arnáiz y Freg, un distinguido historiador, y los resultados son tan interesantes que siento el deber de comunicarlos aquí. El meollo de lo que hemos encontrado es como sigue: en 1801 Andrés Manuel del Río creyó haber descubierto en minerales extraídos en Zimapán, Hidalgo, un nuevo elemento al que bautizó con el nombre de "eritronio". Un año después entregó muestras que contenían el nuevo elemento a Alexander von Humboldt, aprovechando la visita que a la sazón hacía a México. Von Humboldt llevó consigo dichas muestras a París, a su regreso a Europa, y las entregó a CoUet-Descotils, a quien pidió un informe sobre la pretensión de del Río. Collet-Descotils analizó las muestras ya mencionadas e informó, erróneamente, que contenían solamente cromío. En aquel entonces von Humboldt aceptó este veredicto y por consiguiente rechazó la pretensión de del Río como no válida. Este, desorientado por el informe de CoUet-Descotils, por algún tiempo no insistió en defender su derecho al descubrimiento, pero que decidió no abandonarlo lo muestra con claridad meridiana una cita tomada de su libro Eleme/iíos de Orictognosia que vio la luz pública en 1832 y 1846: ". . . así llamé eritronio a mi nuevo metal, pero. . . el uso, ese tirano de todas las lenguas, ha decretado que se ha de llamar vanadio en honor de no sé qué diosa escandinava; una diosa mexicana tendría muchos mejores derechos, porque en sus dominios fué descubierto treinta años antes". Estos hechos han sido el tema de comunicaciones publicadas recientemente en el periódico Nature de Londres.
Los acontecimientos relacionados con el redescubrimiento del elemento 23 por Sefstróm en 1830, en los minerales de Taberg, Smaland, Suecía, y sus razones para bautizarlo con el nombre de vanadio en honor de una deidad escandinava son bien conocidos. En el mismo año, sin embargo, Wohler estableció que el vanadio descubierto por Sefstróm y el eritronio desaibierto por del Río y contenido en las muestras que le había entregado a von Humboldt en 1802, eran idéntico elemento. Después de la identificación de Wohler, Berzalius y von Humboldt reconocieron la validez de la prioridad de del Río. Por supuesto que no sería posible ahora, a más de un siglo de distancia, cambiar una nomenclatura reconocida y llamar eritronio al elemento 23 tal como lo quiso del Río, en lugar de vanadio. Su prioridad en el descubrimiento de este elemento y por lo tanto su derecho a bautizarlo parecen, sin embargo, incuestionables.
El desarrollo de varias ramas de la ingeniería, como siempre sucede, no ha ido muy a la zaga del desarrollo de la ciencia pura. Por ejemplo, el tamaño de la ciudad de México se ha duplicado en los últimos quince años y ha sido necesario construir edificios más grandes y más pesados.
El subsuelo de la ciudad es una arcilla acuosa y por consiguiente la solución del problema de la cimentación no es fácil. Si a esto se agrega que está en una zona sísmica, resulta que la suerte del constructor mexicano no le permite descansar tranquilamente en un lecho de rosas. Además el Gobierno Federal, a través de su Secretaría de Recursos Hidráulicos, ha iniciado un vasto programa de construcción de grandes presas de tierra y de concreto. Todo esto acarrea consigo numerosos problemas en la nueva ciencia de la mecánica de suelos, a cuya solución un grupo de investigadores mexicanos dirigidos por Nabor Carrillo ha aportado y está aportando contribuciones importantes. En el campo de las comunicaciones eléctricas, la interconexión de plantas, la teoría de los circuitos y la teoría electromagnética, otro grupo guiado por Manuel Cerrillo ha hecho trabajos muy interesantes. Proyectos y construcciones en gran escala de plantas hidroeléctricas por la Comisión Federal de Electricidad y por empresas particulares también requieren un desarrollo de la ingeniería eléctrica muy por encima de lo que se consideraba suficiente en nuestro país hace veinte años. En relación con estas nuevas actividades, los ingenieros mexicanos han demostrado su capacidad y su preparación.
Observaciones análogas podrían hacerse respecto a la industria petrolera, a los ferrocarriles, a las carreteras, y a otros. En lo anterior me he esforzado para presentar una vista de conjunto, breve y coherente, de lo más importante del desarrollo contemporáneo de las ciencias matemáticas y físicas en México, y del de sus subsidiarias técnicas. Por fuerza apenas me he referido a la química, la ingeniería química o a la geología, y apenas he mencionado incidentalmente a las ciencias biológicas, que formarán el tema central de otra conferencia de esta serie. Aunque todavía estamos lejos de alcanzar a los países de vieja y arraigada tradición en la investigación científica, nos encontramos en medio de un período de desarrollo intenso. Considero firmemente que estamos en víspera de una reacción intelectual en cadena que equivale a un renacimiento y que pronto podremos ocupar un lugar decoroso y bien ganado, aunque sea modesto, entre las naciones científicas del mundo.
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