Los británicos resucitan la leyenda en el 02 Arena londinense ante 18.000 privilegiados
EFE
Los míticos Led Zeppelin irrumpieron anoche de nuevo en los escenarios con su primer y único concierto después de 19 años, ante un auditorio repleto de miles de fans en el 02 Arena de Londres. No defraudaron. Los 18.000 afortunados en conseguir una entrada escucharon con devoción la voz especial de Robert Plant, los inconfundibles riff con la guitarra doble de Jimmy Page, a John Paul Jones en plenas facultades con el bajo y los teclados, y ocupando el lugar que dejó John Bonham en la batería, su hijo Jason, que supo estar más que a la altura.
Con muchas más arrugas que antaño, una imagen austera de negro casi riguroso, alejados del look salvaje de finales de los 60, pero con la misma contundencia, el grupo británico rubricó con sobresaliente un legado inconfundible en un magistral regreso a los escenarios.
Fue el primer tema de su álbum debut, Good Times Bad Times, el elegido para abrir el concierto, que duró 90 minutos, y que sirvió para homenajear a Ahmet Ertegun, el hombre que fundó el sello discográfico estadounidense Atlantic Records y que apostó en 1968 por el potencial de los británicos, convirtiéndolos en la primera banda de rock que fichaba por una discográfica especializada en grupos de soul y R&B.
De nuevo se escuchó su potente conjunción del hard rock, el misticismo de sus letras y las pinceladas blues y folk de su música, que encendieron a un auditorio de nostálgicos que corearon casi todos los temas, algunos inolvidables, como el del álbum Led Zeppelin II (22 de octubre de 1969) Ramble On, enmarcado en un decorado en el que las imágenes de los músicos se fueron superponiendo en fondos geométricos, en blanco y negro, en tonos ácidos y eléctricos.
Otros temas potentes
Pero Londres también vibró con tonadas setenteras como Since I've Been Loving You (Led Zeppelin III, 1970), un tema oscuro y sexy pero también mágico y elegante, para el que los británicos eligieron teñir de rojo la pantalla gigante que enmarcaba el escenario.
El riff salvaje de Jimmy Page en Black Dog (1971) o el siempre evocador Stairway To Heaven -Led Zeppelin IV (1971)- transportaron a la afición británica. Este último, casi un himno de la música contemporánea, supuso, previsiblemente, uno de los momentos álgidos de la noche. Los ocho minutos que dura la canción pasaron volando y los Zeppelin recrearon como hace años la progresión de la canción y su estremecedor recorrido desde los acordes más suaves hasta el potente sonido de una desgarradora batería (a cargo, hoy, de Bonham junior), sin olvidar el excepcional solo de guitarra de Page.
También hubo tiempo para la improvisación, e incluso para presentar un nuevo tema. Fue en este momento, en la primera parte del concierto, cuando Plant, muy comunicativo con los congregados, contó a la audiencia que se le venían a la mente "miles y miles de recuerdos" y agradeció el hecho de "tener a Jason en el grupo". Bonham hizo resucitar las manos de su padre, del que esperaba, dijo, que le "susurrara algo al oído".
La guinda del pastel la pusieron con la psicodélica Kashmir (Physical Graffiti, 1975), un alarde sónico en el que brilló su imponente solista. Aclamados por las exigencias del público, los Led Zeppelin tuvieron que salir al escenario dos veces más. Regresaron a 1969 con Whole Lotta Love y culminaron esta excepcional reunión con su acento más rock en Rock And Roll.
EFE
Los míticos Led Zeppelin irrumpieron anoche de nuevo en los escenarios con su primer y único concierto después de 19 años, ante un auditorio repleto de miles de fans en el 02 Arena de Londres. No defraudaron. Los 18.000 afortunados en conseguir una entrada escucharon con devoción la voz especial de Robert Plant, los inconfundibles riff con la guitarra doble de Jimmy Page, a John Paul Jones en plenas facultades con el bajo y los teclados, y ocupando el lugar que dejó John Bonham en la batería, su hijo Jason, que supo estar más que a la altura.
Con muchas más arrugas que antaño, una imagen austera de negro casi riguroso, alejados del look salvaje de finales de los 60, pero con la misma contundencia, el grupo británico rubricó con sobresaliente un legado inconfundible en un magistral regreso a los escenarios.
Fue el primer tema de su álbum debut, Good Times Bad Times, el elegido para abrir el concierto, que duró 90 minutos, y que sirvió para homenajear a Ahmet Ertegun, el hombre que fundó el sello discográfico estadounidense Atlantic Records y que apostó en 1968 por el potencial de los británicos, convirtiéndolos en la primera banda de rock que fichaba por una discográfica especializada en grupos de soul y R&B.
De nuevo se escuchó su potente conjunción del hard rock, el misticismo de sus letras y las pinceladas blues y folk de su música, que encendieron a un auditorio de nostálgicos que corearon casi todos los temas, algunos inolvidables, como el del álbum Led Zeppelin II (22 de octubre de 1969) Ramble On, enmarcado en un decorado en el que las imágenes de los músicos se fueron superponiendo en fondos geométricos, en blanco y negro, en tonos ácidos y eléctricos.
Otros temas potentes
Pero Londres también vibró con tonadas setenteras como Since I've Been Loving You (Led Zeppelin III, 1970), un tema oscuro y sexy pero también mágico y elegante, para el que los británicos eligieron teñir de rojo la pantalla gigante que enmarcaba el escenario.
El riff salvaje de Jimmy Page en Black Dog (1971) o el siempre evocador Stairway To Heaven -Led Zeppelin IV (1971)- transportaron a la afición británica. Este último, casi un himno de la música contemporánea, supuso, previsiblemente, uno de los momentos álgidos de la noche. Los ocho minutos que dura la canción pasaron volando y los Zeppelin recrearon como hace años la progresión de la canción y su estremecedor recorrido desde los acordes más suaves hasta el potente sonido de una desgarradora batería (a cargo, hoy, de Bonham junior), sin olvidar el excepcional solo de guitarra de Page.
También hubo tiempo para la improvisación, e incluso para presentar un nuevo tema. Fue en este momento, en la primera parte del concierto, cuando Plant, muy comunicativo con los congregados, contó a la audiencia que se le venían a la mente "miles y miles de recuerdos" y agradeció el hecho de "tener a Jason en el grupo". Bonham hizo resucitar las manos de su padre, del que esperaba, dijo, que le "susurrara algo al oído".
La guinda del pastel la pusieron con la psicodélica Kashmir (Physical Graffiti, 1975), un alarde sónico en el que brilló su imponente solista. Aclamados por las exigencias del público, los Led Zeppelin tuvieron que salir al escenario dos veces más. Regresaron a 1969 con Whole Lotta Love y culminaron esta excepcional reunión con su acento más rock en Rock And Roll.
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