Alejandro Gertz Manero editorial2003@terra.com.mx Parece que se nos está haciendo “bolas el engrudo” en el tema petrolero, que va en ruta de colisión en la vida pública del país, dado que las posturas ideológicas y políticas chocan a diario con los intereses económicos, públicos y privados, en una danza macabra en la que todos quieren tener la razón, llevando a la inmensa mayoría de los mexicanos a una confusión que polariza al país y que bien poco va a ayudar a solucionar el problema. Este asunto me recuerda la crisis del Seguro Social, que culminó con una serie de enfrentamientos, cambios legislativos y procedimientos financieros, que en su momento también llevaron a los participantes a asumir posiciones extremas en las que todo era o perfecto o catastrófico, sin poder llegar, en razón de los intereses que ahí se disputaban, a un diagnóstico razonable y a una solución lógica. El resultado lo estamos enfrentando ahora, cuando las propias autoridades del Seguro Social reconocen que dicha institución se haya en una crisis financiera aún más profunda, y la reforma legislativa y financiera lo único que logró fue mandar los fondos de retiro a instituciones de la banca privada, que ojalá no vayan a quebrar, como ya está ocurriendo con los grandes bancos internacionales, que están hundiendo a la economía mundial. Ahora en el petróleo el centro del debate está en privatizar y dar apertura aún más a la inversión en ese rubro, ya que con ello, supuestamente, llegarán los recursos necesarios para incrementar la extracción y refinación de ese energético, lo cual será posible siempre y cuando aquellos que inviertan tengan la certeza de obtener la amortización de su capital y ganancias suficientes, ya que lo único que mueve a los inversionistas en cualquier rubro económico son sus intereses. También es evidente que Pemex actualmente es un mosaico de conductas y resultados donde hay de todo, desde la más cínica corrupción hasta los esfuerzos laborales y productivos más encomiables; mientras dicha institución es “la madre de todas las madres”, que produce y propicia los fondos y los recursos con los que está sobreviviendo penosamente nuestro país, ya que 40% del presupuesto nacional se nutre de ellos; razón por la cual la nación y todos los mexicanos dependemos totalmente de esa riqueza, que si se reduce por cualquier circunstancia habrá de generar una catástrofe financiera y social de consecuencias impensables. En razón de lo anterior, es necesario plantearnos lo siguiente: 1. En el tema fundamental, que es el de los recursos presupuestales que Pemex le proporciona al país, la privatización puede garantizar que éstos continuarán, y aun así obtener ganancias suficientes; y ¿cómo habrá de realizar ese milagro? 2. La inversión privada nacional y extranjera en Pemex logrará lo que ningún gobierno ha alcanzado y derrotará a la corrupción en esa empresa, o ¿continuará coludiéndose con dicha corrupción como lo ha hecho hasta ahora? 3. ¿Se ha diseñado una estrategia nacional en este proyecto de privatización que permita enfrentar la necesaria baja en los precios del petróleo, que en su incremento desmesurado ya reventaron a la economía mundial? 4. ¿Podremos entender que la privatización y la globalización no darán fruto alguno, mientras no se resuelvan la corrupción, la ineficiencia y la impunidad que privan en todos los rubros del país, incluido prioritariamente el petróleo? 5. ¿Tendremos todos los mexicanos acceso a la información que es indispensable para unirnos a un gran proyecto nacional, como es el petróleo, o nos ocurrirá lo que ya pasó en el caso del Seguro Social? |
“México es paradisíaco e indudablemente infernal”, le escribe Malcolm Lowry a Jonathan Cape. A un amigo le confiesa: “México es el sitio más apartado de Dios en el que uno pueda encontrarse si se padece alguna forma de congoja; es una especie de Moloch que se alimenta de almas sufrientes”. JV.
jueves, enero 24, 2008
Engrudo y petróleo
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