Jean Meyer jean.meyer@cide.edu Tres nombres, tres personas, tres víctimas de la violencia ciega y criminal. El Miércoles Santo, en la ciudad de México, en la esquina de Lázaro Cárdenas y Doctor Bolaños Cacho —la siniestra colonia Doctores— fue asesinado nuestro colega y amigo Conrado Hernández. Ingrid Betancourt sigue viviendo como muerta, secuestrada por las ingloriosas FARC. El arzobispo de Bagdad, Bulus Faraj Rahho, secuestrado el 29 de febrero cuando salía de celebrar la misa en Mosul, fue asesinado 15 días después. En febrero del presente año, los principales delitos en la ciudad de México aumentaron 11.8% en comparación con el mes de febrero del año pasado. El promedio diario subió de 194 a 217 y perpetraron 57 “homicidios dolosos”. Conrado, joven y brillante historiador, murió asesinado el miércoles 19 de marzo de cuatro balazos, a las 11 de la mañana, en una avenida céntrica de la capital. Todos los que lo conocieron han recibido con pesar e indignación la noticia y demandan a las autoridades competentes la investigación expedita de los hechos y el castigo de los responsables. Su identificación, arresto y castigo no devolvería la vida a Conrado y tampoco haría olvidar que cada día dos personas mueren de muerte violenta en esta ciudad y que la estadística de los “homicidios dolosos”, a escala nacional, es horripilante, equivale a una pequeña guerra: 3 mil muertes ligadas al narcotráfico y quién nos dirá de manera creíble cuántos miles más para el gran total? Conrado Hernández, doctor en historia por el Colegio de México, había estudiado en la Universidad Autónoma Metropolitana y en la UNAM, había sido el editor de muchos números de la revista Metapolítica, trabajaba ya en el Colegio de Michoacán y era el director de la revista Relaciones de esta famosa institución. Autor de varios libros y de no menos buenos artículos, había sido recientemente premiado por su última publicación. Esa distinción pudo contribuir a su asesinato puesto que, aprovechando las vacaciones universitarias, había viajado a la ciudad de México para retirar dinero, quizá la cantidad modesta correspondiente del premio, de un banco capitalino. Luego de salir del banco fue interceptado por sus agresores. Así quedó truncada una vida más. Un gran talento, un hombre joven en la plenitud de sus posibilidades, animado y con proyectos. No tengo los datos para hablar de las otras 60 víctimas capitalinas del mes de marzo, ni de los asesinados que se cuentan por centenares en todo el país, pero la muerte de Conrado, tragedia para sus familiares y sus amigos, nos obliga a reflexionar sobre la matonería que es una plaga nacional. ¿Hasta cuándo? Ingrid Betancourt, en su martirio, representa a los cientos, a los miles de víctimas secuestradas por la narcoguerrilla colombiana. Joaquín Villalobos, quien fue en su juventud uno de los más temibles “comandantes” de la guerrilla salvadoreña antes de convertirse a la democracia, lamenta que sectores de la izquierda europea, americana, mexicana sigan idealizando las FARC, cuando han dejado de ser una guerrilla revolucionaria para transformarse en ‘narcoguerrilla’. Decirlo no es un ataque político reaccionario sino constatar fríamente la realidad: son los mayores extorsionadores y secuestradores del mundo (El País, 24 de marzo). Lo peor es que la violencia delictiva en las calles de Madrid o México, concluye el ex comandante, está conectada con todo esto. “La violencia criminal es ahora hegemónica y, en estas condiciones, la violencia política organizada, cualquiera que sean sus intenciones, termina contagiada por la primera”. El terror golpea cada día más a la menguante comunidad cristiana de Irak y el asesinato del arzobispo de Bagdad ha confirmado sus peores presentimientos. Ya han caído unos 30 sacerdotes y no sé cuántas iglesias han sido tiroteadas, dinamitadas, bombardeadas. Bin Laden recordó que está en guerra contra los Estados Unidos, los “cruzados” y el Papa; el asesinato del arzobispo lo confirma y sume en la consternación la Iglesia caldea, una de las más antiguas del cristianismo, de rito oriental pero en comunión con Roma. Los caldeos son la comunidad cristiana más numerosa de Irak; los siriacos ortodoxos, los armenios católicos y ortodoxos, los asirios, también llamados nestorianos, todos presentes en Irak desde toda eternidad como lo manifiestan sus nombres, están amenazados de desaparecer. Muchos huyeron a la provincia norteña de Kurdistán, en los países vecinos, otros tomaron el camino del exilio definitivo a Europa, Australia, América. Los cristianos eran 1 500 000 en 2003. Quedan menos de 800 mil como resultado de los “daños colaterales” de la decisión estadounidense de acabar con Saddam Hussein… Irak es un país devastado por la guerra, por el terrorismo y ahora por la miseria. Todos en esta región tan castigada han sufrido desgracias trágicas, pero entre todos los iraquíes, los cristianos son los más amenazados. Descendientes de los contemporáneos de Abraham —quién salió de Ur, en Caldea, esa Caldea que dio su nombre a la Iglesia caldea— estos cristianos, hijos de los primerísimos cristianos, hablan una lengua derivada del arameo hablado por Jesús. Ciudadanos leales de la república de Irak, no aceptan la dislocación del país y su división en guettos para sunitas, shiitas, curdos etcétera… Nos recuerdan la permanencia de la revelación ya vieja de 2 mil años: todos los hombres son hermanos. Sí. Pero Caín mató a Abel, Conrado, Bulus y mantiene muerta en vida a Ingrid. |
“México es paradisíaco e indudablemente infernal”, le escribe Malcolm Lowry a Jonathan Cape. A un amigo le confiesa: “México es el sitio más apartado de Dios en el que uno pueda encontrarse si se padece alguna forma de congoja; es una especie de Moloch que se alimenta de almas sufrientes”. JV.
lunes, marzo 31, 2008
Conrado, Ingrid, Bulus Rahho
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