jueves, marzo 27, 2008

El festival de la desvergüenza

Tomás Mojarro

"Yo no renuncio. Los problemas del país son los mismos que existían antes de que todo esto (se) iniciase, y la responsabilidad que tenemos de resolverlos y la determinación que tenemos de hacerlo. La convicción con la que trabajamos sigue siendo la misma, y el proyecto del Presidente y el proyecto de México".

De acuerdo, señor Mouriño, pero vamos a ver: da la casualidad de que ni el Presidente ni México, mucho menos, están a discusión, sino sólo el asunto de los contratos que armó usted con PEMEX. ¿Ello configura o no configura el delito de tráfico de influencias? Esa es la pregunta y eso es lo esencial. Lo demás es verborrea encaminada a apuntalar la maniobra de desubicación y cortinas de humo con la que usted intenta levantarse del banquillo de los acusados. Su táctica, señor Mouriño, es diáfana, transparente, infantil, que sólo puede engañar a los candidos. Y ustedes, mis valedores…

Este es el tiempo. Estos que ahora vivimos son los días de las palabras prostituidas, emponzoñadas, esas que precisan de enmascararse para ocultar su descomposición. Hoy mismo vivimos el predominio de ese lenguaje que tantos, a lo perverso, desde el Sistema de Poder han envenenado y colocado a modo de minas antipersonales para engañar a los candidos en provecho propio. Cuidado con semejante lenguaje de picaros y engañabobos…

‘No hubo conflicto de interés en mi actuación como servidor público, puesto que mis atribuciones no estaban relacionadas con la operación comercial de PEMEX-Refinación ni mucho menos con las cuestiones del transporte”.

Y es que cuando una comunidad se enferma de gravedad, afirma el estudioso, lo primero que se gangrena es el lenguaje; o en otras palabras: no hay mejor manera de lograr que se acepten doctrinas extrañas y absurdas, o de defenderlas, “que rodearlas de legiones de palabras oscuras, dudosas e indefinidas, las que los picaros toman como refugios, como guaridas de ladrones o madrigueras de zorros de las que, si resulta difícil hacer salir a los tales embusteros, ello no es por su contundencia, sino por las zarzas, espinas y oscuridad de los matorrales en que se han refugiado, pues como la falsedad resulta inaceptable para la mente del hombre, a la manipulación y engañifa no les queda otra defensa que la oscuridad del lenguaje”.

Mis valedores: hoy resultan muy a propósito como para leer entre líneas esas declaraciones que arroja al aire el todavía hoy titular de Gobernación: “No incurrí en tráfico de influencias, puesto que jamás induje a funcionario alguno de PEMEX-Refinacion para obtener beneficios o privilegios indebidos…”

Anuncia, al propio tiempo, que entrega copias de los siete contratos que firmó entre diciembre del 2000 y enero del 2004, ya cuando ostentaba cargos públicos dentro de la pasada administración, a instancias que de hecho están bajo su jurisdicción, “para que lo juzguen”: la Secretaria de la Función Pública (SFP), de la Procuraduría General de la República (PGR) y de las juntas de Coordinación Política del Congreso de la Unión.

“Por supuesto que puedo y sigo adelante en mis funciones. Sigo trabajando firme y hacia delante en el proyecto del Presidente”.

Y en el pantano de los vocablos embusteros, la declaración de Ricardo González Sada, titular de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX): “Si hay material y documentos que ameriten una investigación, la apoyamos plenamente para que se despeje la situación”.

Aquí se nota de forma clara la secuencia de las situaciones ambiguas, porque si se configura un delito, tal como se tipifica en los artículos 47 y 88 de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos y 214 y 221 del Código Penal, de haber voluntad en las instancias justicieras, se deberla aplicar de inmediato la ley, y no andar con rodeos, con pretextos, con simulaciones de “fiscalías especiales”. En fin. Mis valedores…

Toda esta corrupción lucrativa e impune configura México, nuestro país. ¿Y nosotros, los responsables de todo lo bueno y lo malo que ocurre en esta privatizada nación, mientras tanto? ¿Todos nosotros a seguir delegando en ese Poder al que tomamos por aliado, y entonces exigirle y seguir exigiéndole, y renegar y seguir renegando, y forjarle mega-marchitas y enseñarle las nalgas? (Dios…)

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