lunes, mayo 12, 2008

Bailando al son del narcotráfico

Marcela Gómez

El hombre pone de manifiesto su verdadero carácter, mi estimado, cuando se le pilla desprevenido. La ola de originales acontecimientos en los últimos días girando alrededor de la agenda de los cárteles del narcotráfico ha expuesto la vulnerabilidad del régimen de Felipe Calderón, que ha fracasado en su estrategia integral tan cacareada en estos 17 meses en su lucha contra la organizada delincuencia.

Lo más grave, my friend, es que Felipe y su achispado Gymboree tomaron la delicadísima decisión de sacar a nuestras fuerzas armadas a la calle, asumiendo (which is the mother of all primary fuckups) que con esto matarían dos pájaros de un tiro: la legitimación del régimen y una posible victoria contra la bola de traviesos. El número de ejecuciones que de paso cobra cuentas al interior del gobierno federal y el tsumani de violencia en varias entidades con todo y la colosal presencia del Ejército, debe prender todas las alarmas.

Los mensajes son bastante claros.

Y en estricto sentido y sin hacerse bolas, la ejecución de Édgar Millán, bajo la cadenita de Facundo Rosas, y éste bajo García Luna, dejó al descubierto no sólo que el enemigo hace tiempo está en casa (nada nuevo) sino la capacidad precisa para hacer daño... en todos los sentidos.

Sobre todo cuando Genaro, sus disfuncionales asesores, el tesorito inservible de Bucareli, y el Gymboree presidencial armaron un insensato circo disponiendo un funeral —lugares donde más ha sido visto el responsable de la SSP-F— para rendir honores, acto que no sólo fue un aberrante exceso sino que horas antes se recibieron amenazas retrasando la presencia presidencial...

Acto seguido, Calderón escupió en el micrófono sus distintivas idioteces contra los traviesos y después, mostrando el tamaño de su miedo, viajó a Tamaulipas reduciendo su gira a escasos minutos, y encima del inmenso despliegue de seguridad, lo resguardó un helicóptero artillado.

Horas después… ese mismo día a las 1700... en Los Pinos, el virus de la juntitis aguda se desboca y mientras varios funcionarios de todos los niveles están jugando al Tío Lolo, volaba la versión de que uno de los Beltrán Leyva, El Mochombo, había sido ejecutado en Puerta… no, no, Puente Grande, Jalisco. La paranoia y el nerviosismo activaron todos los resortes de seguridad del Estado mexicano, incluyendo todas las peligrosas lecturas sobre la sembrada jiribilla mediática desmentida más tarde. ¿Resultado?

El gobierno de Calderón baila al son del narcotráfico.

Que incluye una interesante guerra (mediática) psicológica que los trae, literalmente, pasmados. Sin más estrategia que la de (juntitis) salir al micrófono y la foto, los eslabones clave en el mando civil de la seguridad federal identificados con García Luna están cuestionados, borrados del mapa y/o muertos.

Quedando en lo general severamente golpeado y destilando ansiedad (to say the least) que ya gotea a los siguientes niveles hasta la base de... las travesuras.

Encarnando una cosa indudable, mi estimado: los ajustes de verdaderas cuentas y de control territorial apenas comienzan dentro del poderoso grupo denominado La Federación —donde todos sus integrantes son cabezas de León—, que ha sido el detonador del sangriento panorama desbocando los demonios de traiciones. Y al carecer de un liderazgo interno que permita el correcto balance entre su caos y control, la onda expansiva de la factura aún no llega a sus destinatarios finales en otras organizaciones y… en el gobierno de Calderón. ¿Me sigue?

Culiacán —donde ayer hubo inauditas maniobras de la organizada delincuencia en el perímetro del aeropuerto internacional— es ya botón, esperemos que no para el recuerdo.

Porque si estos imbéciles alocados en Los Pinos dieron su aval para el anuncio con bombo y platillo del punto de la próxima reunión del gabinete de seguridad encabezada por el tesorito presidencial de Gobernación —en ausencia de Felipe que estará en Perú—, asumiendo que con ello demostrarán fuerza y respeto en la tierra (des)gobernada por Aguilar Padilla en estos muy peligrosos momentos, no están entendiendo nada.

Al contrario.

Con su supina ignorancia y arrogancia (pésima combinación), my friend, se están prestando para (la foto) estupendas impresiones en este predecible y agitado comienzo de semana. A menos, claro, …que sea el fondo del (des)propósito.

Por la Mirilla

Y justo en el clímax de la violencia del narcotráfico, aparece Salinas de Gortari con la venia de Los Pinos regalando su perverso tour mediático. Lo que faltaba.

Chingón.

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