Carlos Fernández-Vega
cfvmx@yahoo.com.mx • cfv@prodigy.net.mx
En el cuento de nunca acabar, un nuevo “acuerdo coyuntural” entra al “rescate” –por enésima ocasión– de los barones del azúcar, el cual, como es costumbre, involucra recursos públicos para proteger intereses privados. Aún se desconoce, a detalle, el costo que para el erario implicó, implica, la “expropiación” de 27 ingenios azucareros ordenada por Vicente Fox el 3 de setiembre de 2001, cuando ya opera un “salvamento” adicional en este sector que destaca por ser uno de los barriles empresariales sin fondo que agobian a las finanzas nacionales.
Se trata del clásico “problema de coyuntura” (socializar pérdidas y privatizar ganancias) que acumula varias décadas. Los barones de la industria azucarera (muchos de ellos, también, de las bebidas “refrescantes” y de la “panadería industrializada”) son participantes destacados y recurrentes en el privilegiado cuan costosísimo circuito estatización-privatización-reestatización-reprivatización (etcétera, etcétera) practicado por gobiernos tricolores y blanquiazules, que al erario no sólo le ha significado un severo dolor de cabeza (por no hablar de ronchas en sagradas partes), sino una permanente sangría de recursos en detrimento de ya saben quiénes.
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En el cuento de nunca acabar, un nuevo “acuerdo coyuntural” entra al “rescate” –por enésima ocasión– de los barones del azúcar, el cual, como es costumbre, involucra recursos públicos para proteger intereses privados. Aún se desconoce, a detalle, el costo que para el erario implicó, implica, la “expropiación” de 27 ingenios azucareros ordenada por Vicente Fox el 3 de setiembre de 2001, cuando ya opera un “salvamento” adicional en este sector que destaca por ser uno de los barriles empresariales sin fondo que agobian a las finanzas nacionales.
Se trata del clásico “problema de coyuntura” (socializar pérdidas y privatizar ganancias) que acumula varias décadas. Los barones de la industria azucarera (muchos de ellos, también, de las bebidas “refrescantes” y de la “panadería industrializada”) son participantes destacados y recurrentes en el privilegiado cuan costosísimo circuito estatización-privatización-reestatización-reprivatización (etcétera, etcétera) practicado por gobiernos tricolores y blanquiazules, que al erario no sólo le ha significado un severo dolor de cabeza (por no hablar de ronchas en sagradas partes), sino una permanente sangría de recursos en detrimento de ya saben quiénes.
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