Patricia Peñaloza
ruta_sonora@yahoo.com
En su momento, The Jesus and Mary Chain, agrupación escocesa encabezada por los hermanos William y James Reid, no vendió toneladas de discos, pero fue generando un seguimiento fuerte, subterráneo, que con el tiempo los distinguió como creadores de un sonido emblemático e inspirador para lo que luego sería la “neosicodelia”, antecedente del “britpop” de los 90. Hermanados con bandas como Spaceman-3, Love and Rockets, Cocteau Twins o inclusive los Pixies, de este lado del océano, de modo más visible su influencia se escuchó en grupos como My Bloody Valentine, Dinosaur Jr, Sonic Youth o más recientemente Black Rebel Motorcycle Club (ayer tocó en el DF) o The Raveonettes. La clave de su sonido fue aplicar a sus guitarras, inspiradas en rasgueos a lo Velvet Underground y The Stooges, alta distorsión y desenfreno, pero sin ser sucios, sino precisos en la producción de amplio espectro, a lo Phil Spector o Brian Wilson, accesibles melodías pop de por medio (le llamaron “noise-pop”). Sentaron precedente y contribuyeron a hacer del ruido un lugar seguro para las grandes audiencias (las cuales, entre otras cosas, aceptarían al luego llamado grunge).
Fundado en 1984 y desbandado en 1999, este dueto vuelve por sus fueros en gira inusitada. Básicos son sus discos Psychocandy (1985), Darklands (1987) y Honey’s Dead (1992). Cabe destacar el fugaz paso de Bobby Gillespie por la banda, quien luego despuntó con ese notable proyecto que a la fecha sigue generando buenos discos, Primal Scream.
Famosos por, en sus inicios, ejecutar sets de 20 minutos y destruir todo al final, previa locura de feedback y demás destrucción de tímpanos, los Jesus and Mary Chain actúan este domingo en la capital. No se sabe si aún destruyan cosas, pero quizá sí vengan a recordarnos uno de los varios lugares sónicos de los que proviene una parte de lo que asimilamos como “rock-pop alternativo” en los últimos 20 años.
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En su momento, The Jesus and Mary Chain, agrupación escocesa encabezada por los hermanos William y James Reid, no vendió toneladas de discos, pero fue generando un seguimiento fuerte, subterráneo, que con el tiempo los distinguió como creadores de un sonido emblemático e inspirador para lo que luego sería la “neosicodelia”, antecedente del “britpop” de los 90. Hermanados con bandas como Spaceman-3, Love and Rockets, Cocteau Twins o inclusive los Pixies, de este lado del océano, de modo más visible su influencia se escuchó en grupos como My Bloody Valentine, Dinosaur Jr, Sonic Youth o más recientemente Black Rebel Motorcycle Club (ayer tocó en el DF) o The Raveonettes. La clave de su sonido fue aplicar a sus guitarras, inspiradas en rasgueos a lo Velvet Underground y The Stooges, alta distorsión y desenfreno, pero sin ser sucios, sino precisos en la producción de amplio espectro, a lo Phil Spector o Brian Wilson, accesibles melodías pop de por medio (le llamaron “noise-pop”). Sentaron precedente y contribuyeron a hacer del ruido un lugar seguro para las grandes audiencias (las cuales, entre otras cosas, aceptarían al luego llamado grunge).
Fundado en 1984 y desbandado en 1999, este dueto vuelve por sus fueros en gira inusitada. Básicos son sus discos Psychocandy (1985), Darklands (1987) y Honey’s Dead (1992). Cabe destacar el fugaz paso de Bobby Gillespie por la banda, quien luego despuntó con ese notable proyecto que a la fecha sigue generando buenos discos, Primal Scream.
Famosos por, en sus inicios, ejecutar sets de 20 minutos y destruir todo al final, previa locura de feedback y demás destrucción de tímpanos, los Jesus and Mary Chain actúan este domingo en la capital. No se sabe si aún destruyan cosas, pero quizá sí vengan a recordarnos uno de los varios lugares sónicos de los que proviene una parte de lo que asimilamos como “rock-pop alternativo” en los últimos 20 años.
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