Tomás Mojarro
Porque tal es la especie de los políticos. Esos nacieron políticos y políticos van a morir. Pueden encontrarse desactivados o desenchufados, pero sólo permanecen en hibernación. El día menos deseado van a amanecer en activo. En la banca, en desgracia, en ese exilio dorado que es una embajada o en el otro, riguroso, que son las Islas Fidji; aquí, como allá, son políticos. Siguen siendo políticos. Sin más.
Ciertas épocas suelen producir comaladas de políticos donde, garbanzo de a libra (esterlina), surge el estadista que, carismático y arropado por funcionarios eficientes, hace historia en los anales del país. Pues sí, pero lástima: hoy qué ralea de políticos, mis valedores, qué manada de políticos. Piensen, si no, en ese que haiga sido como haiga sido permanece, todavía hoy, encaramado en Los Pinos. Con gente de esa ralea, ¿es extraño que políticos defenestrados en años pasados vuelvan hoy al primer plano de la grilla politiquera? Vean ahí nomás, con pujos de candidato presidencial, a Santiago Creel, a un Manuel Espino yunquista y a un lunático Fox que (quién lo dijera) vuelve a la tenebra dentro del partido Decepción Nacional. Y entonces…
¿Entonces podría ser extraño que un René Bejarano, a su hora linchado por los medios de condicionamiento de masas, vuelva al rejuego político en su primitivo cubil del Sol Azteca? ¿Quién pudiese suponer que el llamado “Señor de las ligas” fuese rehabilitado? Para calibrar la dimensión del prodigio recuerden la dimensión de la escandalera que culminó en el linchamiento donde participaron todos los medios de manipulación. Ya enajenada, la masa vociferaba: ¡Línchenlo..!
Tal rugía una chusma enardecida, en la mano el hachón y el capirote de ku-klux-klán velando un rostro encrespado, sudorosa la cuera y las fauces babeantes. ¡A público juicio, a la picota con el corrupto corruptor corrompido! ¡Alumbren la noche las cruces en llamas! ¡Aullen los capirotes de la hermandad, enervados con el dulce espectáculo de la chamusquina y el suave aroma de la carne en llamas! ¡A corretear por la calle en tenebra al Mr. Hyde bandido que huye por las azoteas del poblado! ¡Rujan y ululen las masas de crispados puños! ¡No haya piedad para el engendro execrable! ¡Que del prevaricador no quede hueso sobre hueso! ¡Sea el corrupto empalado, masacrado, descuartizado, quemado vivo en pública hornaza para el regodeo de unas masas salidas de madre y sedientas de sangre! ¡Linchamiento hasta las últimas cenizas! ¡Siga el espectáculo de la carpa, del circo de tres pistas, que es decir la simulación, la gesticulación y la hipocresía, deleite de masas cándidas! ¡Que los sumos sacerdotes y los fariseos, voz engolada e iracundia de utilería, gargajéen el anatema contra el rostro del réprobo! ¡Rasgadas sus túnicas y sus cabezas capeadas de ceniza, condenen los justos jueces al condenando! ¡Al pescuezo una rueda de molino, y al mar! ¡Al patíbulo con el criminal, mal ejemplo de una comunidad que es espejo, flor y frutilla madura de beatas costumbres y hábitos santos, y en la comarca brille la justicia!
Y sí: ningún paliativo, atenuante ninguno merecía su crimen: haber escandalizado al quinteto de la muerte, quinteto de Carlos: Salinas, Ahumada, Gelista, Cabal Peniche y Romero Deschamps, todos Carlos legítimos. Justicia, claman Marta y su lunático, Lino Korrodi y Arturo Montiel! Justicia, los Ricardo Aldana, Espinosa, Isidoro el Divino y otros divinos como el divino Hank Rhon. Al patíbulo con el penitente impenitente! A tatemarlo con leña verde, blanca y roja. Con leña blanquiazul, a sancocharlo. El ritual de la hornaza contémplenlo todos en el benemérito duopolio, en vivo y a todo dolor, de costra a costra y de frontera a frontera. ¡A la hoguera!
Ah, indecorosa danza de máscaras, carnaval del histrionismo, el protagonismo, el fingimiento y la simulación. Ah, dramatización del escándalo en un repleto jacalón de San Lázaro, donde monigotes esponjados, engrandecidos (el ojo del duopolio les aumenta el tamaño), índice en alto y engolada voz mentaron leyes y reglamentos y clamaron justicia Qué estatura moral de los alcahuetes del fingimiento que así manipularon a unas masas encandiladas. ¡A la hoguera! Todo en nombre de la Justicia, Dios…
En fin, que esperpéntico Fénix, el linchado Bejarano resurge de sus cenizas, regresa y afianza el timón de una de las mafias del Sol Azteca. Una, eso sí, mil veces menos bellaca que la chuchería talamantera de Nueva Izquierda.
Mis valedores: revivió Bejarano. Como Creel, como Espino, como Fox el lunático. (¡Puagh!)
Porque tal es la especie de los políticos. Esos nacieron políticos y políticos van a morir. Pueden encontrarse desactivados o desenchufados, pero sólo permanecen en hibernación. El día menos deseado van a amanecer en activo. En la banca, en desgracia, en ese exilio dorado que es una embajada o en el otro, riguroso, que son las Islas Fidji; aquí, como allá, son políticos. Siguen siendo políticos. Sin más.
Ciertas épocas suelen producir comaladas de políticos donde, garbanzo de a libra (esterlina), surge el estadista que, carismático y arropado por funcionarios eficientes, hace historia en los anales del país. Pues sí, pero lástima: hoy qué ralea de políticos, mis valedores, qué manada de políticos. Piensen, si no, en ese que haiga sido como haiga sido permanece, todavía hoy, encaramado en Los Pinos. Con gente de esa ralea, ¿es extraño que políticos defenestrados en años pasados vuelvan hoy al primer plano de la grilla politiquera? Vean ahí nomás, con pujos de candidato presidencial, a Santiago Creel, a un Manuel Espino yunquista y a un lunático Fox que (quién lo dijera) vuelve a la tenebra dentro del partido Decepción Nacional. Y entonces…
¿Entonces podría ser extraño que un René Bejarano, a su hora linchado por los medios de condicionamiento de masas, vuelva al rejuego político en su primitivo cubil del Sol Azteca? ¿Quién pudiese suponer que el llamado “Señor de las ligas” fuese rehabilitado? Para calibrar la dimensión del prodigio recuerden la dimensión de la escandalera que culminó en el linchamiento donde participaron todos los medios de manipulación. Ya enajenada, la masa vociferaba: ¡Línchenlo..!
Tal rugía una chusma enardecida, en la mano el hachón y el capirote de ku-klux-klán velando un rostro encrespado, sudorosa la cuera y las fauces babeantes. ¡A público juicio, a la picota con el corrupto corruptor corrompido! ¡Alumbren la noche las cruces en llamas! ¡Aullen los capirotes de la hermandad, enervados con el dulce espectáculo de la chamusquina y el suave aroma de la carne en llamas! ¡A corretear por la calle en tenebra al Mr. Hyde bandido que huye por las azoteas del poblado! ¡Rujan y ululen las masas de crispados puños! ¡No haya piedad para el engendro execrable! ¡Que del prevaricador no quede hueso sobre hueso! ¡Sea el corrupto empalado, masacrado, descuartizado, quemado vivo en pública hornaza para el regodeo de unas masas salidas de madre y sedientas de sangre! ¡Linchamiento hasta las últimas cenizas! ¡Siga el espectáculo de la carpa, del circo de tres pistas, que es decir la simulación, la gesticulación y la hipocresía, deleite de masas cándidas! ¡Que los sumos sacerdotes y los fariseos, voz engolada e iracundia de utilería, gargajéen el anatema contra el rostro del réprobo! ¡Rasgadas sus túnicas y sus cabezas capeadas de ceniza, condenen los justos jueces al condenando! ¡Al pescuezo una rueda de molino, y al mar! ¡Al patíbulo con el criminal, mal ejemplo de una comunidad que es espejo, flor y frutilla madura de beatas costumbres y hábitos santos, y en la comarca brille la justicia!
Y sí: ningún paliativo, atenuante ninguno merecía su crimen: haber escandalizado al quinteto de la muerte, quinteto de Carlos: Salinas, Ahumada, Gelista, Cabal Peniche y Romero Deschamps, todos Carlos legítimos. Justicia, claman Marta y su lunático, Lino Korrodi y Arturo Montiel! Justicia, los Ricardo Aldana, Espinosa, Isidoro el Divino y otros divinos como el divino Hank Rhon. Al patíbulo con el penitente impenitente! A tatemarlo con leña verde, blanca y roja. Con leña blanquiazul, a sancocharlo. El ritual de la hornaza contémplenlo todos en el benemérito duopolio, en vivo y a todo dolor, de costra a costra y de frontera a frontera. ¡A la hoguera!
Ah, indecorosa danza de máscaras, carnaval del histrionismo, el protagonismo, el fingimiento y la simulación. Ah, dramatización del escándalo en un repleto jacalón de San Lázaro, donde monigotes esponjados, engrandecidos (el ojo del duopolio les aumenta el tamaño), índice en alto y engolada voz mentaron leyes y reglamentos y clamaron justicia Qué estatura moral de los alcahuetes del fingimiento que así manipularon a unas masas encandiladas. ¡A la hoguera! Todo en nombre de la Justicia, Dios…
En fin, que esperpéntico Fénix, el linchado Bejarano resurge de sus cenizas, regresa y afianza el timón de una de las mafias del Sol Azteca. Una, eso sí, mil veces menos bellaca que la chuchería talamantera de Nueva Izquierda.
Mis valedores: revivió Bejarano. Como Creel, como Espino, como Fox el lunático. (¡Puagh!)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario