Por Enrique Kato* En los últimos doce meses la producción del país creció 1.6%, dato significativo ya que refleja un drástico estancamiento económico. Para tener una referencia más clara comparemos estos datos con el crecimiento logrado desde principios de los noventa que es del 3% anual, a esta tasa de crecimiento del 3% se requerirían 24 años para duplicar los ingresos del país; en cambio a la tasa actual de 1.6% harían falta 45 años para duplicar el ingreso. En el país tenemos casos diferenciados. Entidades como Querétaro, Aguascalientes y Guanajuato que han tenido ritmos acelerados de crecimiento y duplicarían sus ingresos, de mantenerse el crecimiento observado desde inicios de los noventa, en 14 años. En la situación actual habrá una importante reducción en el crecimiento y se ampliará el número de años necesarios para duplicar el ingreso. Un caso a destacar es el Distrito Federal que crece a la mitad de la velocidad que el resto del país y que requeriría cerca de 40 años para duplicar el ingreso de esa entidad. Aunque el DF provee altos ingresos a su población por ser sede de los poderes políticos y de los corporativos empresariales. Otra importante entidad es el Estado de México que contribuye fuertemente a la producción del país. En términos de ingreso por habitante, el Estado de México y Guanajuato son similares; esta afirmación se basa en el similar PIB por habitante o de manera más sencilla en su semejante remuneración por hora trabajada. El ingreso por trabajador es cercano a los seis mil pesos mensuales. De estar aportando ingresos dos personas a un hogar se tendría un ingreso familiar de alrededor de los doce mil pesos. En una situación más favorable se encuentran Aguascalientes y Querétaro dado que tienen mayores ingresos y crecen más que otras entidades. Estadísticamente el promedio de seis mil pesos mensuales, encierra en un solo dato el ingreso representativo, del conjunto de la economía. Sin embargo, de manera realista, debemos imprimir la desigualdad vigente de la distribución de la riqueza refiriendo la proporción de trabajadores que reciben menos de tres salarios mínimos y así hacer evidente que la mitad de la población trabajadora recibe menos de los seis mil pesos mil referidos. En todo el país seis de cada 10 trabajadores están percibiendo menos de tres salarios mínimos. Lo mismo ocurre en el Estado de México donde existe gran desigualdad debido a la disparidad que generan las zonas industriales de importancia nacional junto con las grandes extensiones habitacionales de fuerte marginación. Previamente afirmamos que un trabajador en esta entidad estaría percibiendo al mes unos seis mil pesos. Pero seis de cada 10 trabajadores estarán por debajo del promedio ganando no más de tres salarios mínimos, esto es, unos $4,300 pesos al mes. La desigualdad se manifiesta por esta importante diferencia, lo que implica que la mayoría recibe menos de estos $4,300 pesos al mes señalados, siendo que el promedio es de seis mil. Por su parte, en Querétaro y Aguascalientes la desigualdad es ligeramente menor. Así como hemos determinado los rangos de ingresos de distintas entidades del país ahora es necesario identificar el problema de la inflación, la consideración que hemos hecho para tal efecto es que ésta es la peor condición para los trabajadores porque les arrebata su poder de compra. Para los bajos niveles de ingresos descritos, y que corresponde a más de la mitad de los mexicanos, el escaso presupuesto familiar se destina esencialmente a la alimentación y gastos primordiales y necesarios del sustento familiar. Esta precisión es fundamental porque la inflación, es decir, el crecimiento de los precios es más elevado cuando se trata de los bienes de la canasta básica. Para inicios de este mes de noviembre la instancia responsable de medir el crecimiento de los precios reportó que la inflación ha sido en los últimos doce meses del 6.8%, pero el dato oficial respecto a la inflación de la canasta básica es cercana al 8%. Se trata de cifras aproximadas, dado que conocemos en la práctica que entre menos ingreso tenga una familia su gasto en bienes de consumo necesario es más elevado. Ante estos datos podemos afirmar que los meses actuales son de una importante pérdida de poder de compra. En conjunto, las condiciones económicas adversas que enfrentamos deterioran nuestro nivel de vida. Por años los gobiernos neoliberales han insistido en mantener un equilibrio macroeconómico como una muestra de una supuesta fortaleza económica del país y ese discurso se acompañó de topes a los incrementos salariales que no permitieron recuperar el poder adquisitivo, la inflación ciertamente parecía controlada hasta que inicio el periodo de crisis. Hoy no existen condiciones en muchas empresas para aumentar los ingresos laborales, a la par del costo de la canasta básica; por lo cual el deterioro del nivel de vida es latente, y por si fuera poco las empresas se preparan ya a programar supuestos “paros técnicos”, en algunos casos y en establecer reducción de costos laborales o llanos despidos. El fin de año aparece como el último momento en que las empresas, empujan aún a sacar sus existencias de los almacenes y vender sus mercancías o rematarlas a cualquier costo, con el fin de enfrentar en mejores condiciones la recesión, sin embargo esto no va a suceder. La crisis se agudiza, las empresas más endebles quiebran, el desempleo se incrementa, y por ende disminuye la capacidad de compra de la población. Las empresas no parecen tener claro que en la medida en que mantengan la retribución de los trabajadores, habrá más margen para sostenerse; con menos probabilidades de despidos el funcionamiento de la economía no se detiene, contando con su fuente de ingresos los trabajadores, realizan compras, hay circulación de capital. Podríamos decir que los pequeños negocios o empresas jóvenes, en las circunstancias actuales, lo que debiera de importarles es identificar sus fuentes de ingreso y que atiendan a los segmentos del mercado en que incursionan. El ejercicio consiste en recolectar la información de los clientes que pueden mantener sus niveles de compra; y adicionalmente que se concentren esfuerzos en aquellos productos que en estos tiempos no reducen su demanda tan fuertemente. Porque el período de crisis se caracteriza en ser como un revulsivo, que si bien se lleva el capital ficticio y la especulación financiera, también es destrucción de capital ocioso o ineficiente y siempre será importante mantenerse en la competencia si se tienen los fundamentos económicos suficientes, hoy día eso es lo más importante en resistir el ciclo para renovarse en el siguiente. Estamos ahora hablando de las consecuencias inmediatas de la perdida del poder de compra de los trabajadores, pero esto como sabemos va aparejado de la ola de despidos, que en este momento aún no es tan visible; pero lo cierto es que en la expectativa se debiera incluso de estar preparado para un escenario de crisis social, frente a un fenómeno económico que empieza y no tiene visos de ser como en 94' o en 82' , una situación que se podía remontar en el corto plazo en base a los fundamentos económicos que tenía el país, aquí de entrada estamos ante una situación diferente de la economía global y que ciertamente habrá que ir leyendo paso a paso porque no es posible ahora con las evidencias que tenemos manejar una situación de largo plazo. * Miembro del Taller de Economía Social y Políticas Públicas de la Facultad de Economía de la UNAM y miembro del personal académico Centro de Estudios Económicos de la UAQ. |
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