Por Facundo García
No suena muy filosófico, pero para comprobar que al mundo le chifla el moño basta con mirar alrededor. Aparatos innecesarios, ropa que no se usa, computadoras que quedan obsoletas a los tres años, calzones sucios... Objetos. Uno piensa que los tiene, pero en realidad ellos lo tienen a uno. Para liberarse de esta tiranía de los cachivaches, David Michael Bruno se propuso una meta que comparte cada vez más gente a través de su blog www.guynameddave.com y de un grupo en Facebook. Esta especie de delirio personal se llama 100 Thing Challenge (“El desafío de las cien cosas”), y consiste en demostrar que se puede vivir un año con ese número de pertenencias, esquivando el bombardeo de las propagandas y haciéndole fuck you a los shoppings. “Es mi manera de combatir el consumismo”, escribe el chabón en un post. “¿Qué me impulsa? La fe en que las posesiones materiales pueden ser buenas cuando sirven a un propósito superior a la mera posesión. Quiero mostrar que una persona corriente no necesita toneladas de boludeces para pasarla bien. Por otro lado, espero que esto me sirva para entender mejor cómo funciona nuestra cultura.”
Ojo, el tipo no es un hippie. Labura como emprendedor web, es padre de familia y hasta se define como un republicano bastante religioso. Es decir que no sólo es estadounidense sino que es un estadounidense de derecha. Aun así, admite que seguir comprando maniáticamente nos meterá en problemas con la naturaleza y con otros seres humanos. “Más allá de lo que prometan las marcas, no podemos comprarnos una identidad”, sigue el iniciador del desafío, que comenzó el 12 de noviembre pasado. “Nuestro rol en la vida está infinitamente más marcado por nuestras acciones que por nuestras posesiones. ¿Querés ser un rebelde? Escapale al shopping. La vida real no pasa por las tiendas (...) Acá tenés una fórmula para resistir: esforzate por verte común y corriente, y volvete interesante a través de tus acciones.”
Al igual que las más de mil personas que se sumaron al grupo de Facebook, David asume que la lista que confeccionó es absolutamente personal y funciona según reglas propias. Todos sus libros, por ejemplo, se cuentan como uno solo; y un par de zapatos valen como una única pilcha. La casa y los muebles compartidos con la familia no se consideran. En cuanto al resto de los bártulos, ha tenido altibajos. Lo que menos esfuerzo le ha costado es negarse a la TV, medio que cataloga como “el factor número uno para convertirse en un consumista zombi”. “Prendé una tele en tu casa y la llenarás de basura”, asegura. Con esa actitud consiguió bajar sus posesiones a unas 93.
David sabe que hay meses especialmente peligrosos, en los que abuelitas o tías traen regalos y se sienten ofendidas si se los desprecian. La solución a eso fue sumar una nueva ley, que consiste en que una vez que le dan algo, él tiene una semana para evaluar si se lo queda, lo revende o lo dona. Pero ha decidido, para alegría de su esposa, considerar que todo el cajón de ropa interior es un solo objeto, de modo que puede cambiarse sin límites y cuando lo precise. Una medida inteligente que contrasta con la estupidez de seguidores como Cait Simmonds, quien a pesar de tener veinte pares de zapatos pidió gancho y los consideró un solo ítem. Ahora pensá: ¿cómo sería tu lista?
No suena muy filosófico, pero para comprobar que al mundo le chifla el moño basta con mirar alrededor. Aparatos innecesarios, ropa que no se usa, computadoras que quedan obsoletas a los tres años, calzones sucios... Objetos. Uno piensa que los tiene, pero en realidad ellos lo tienen a uno. Para liberarse de esta tiranía de los cachivaches, David Michael Bruno se propuso una meta que comparte cada vez más gente a través de su blog www.guynameddave.com y de un grupo en Facebook. Esta especie de delirio personal se llama 100 Thing Challenge (“El desafío de las cien cosas”), y consiste en demostrar que se puede vivir un año con ese número de pertenencias, esquivando el bombardeo de las propagandas y haciéndole fuck you a los shoppings. “Es mi manera de combatir el consumismo”, escribe el chabón en un post. “¿Qué me impulsa? La fe en que las posesiones materiales pueden ser buenas cuando sirven a un propósito superior a la mera posesión. Quiero mostrar que una persona corriente no necesita toneladas de boludeces para pasarla bien. Por otro lado, espero que esto me sirva para entender mejor cómo funciona nuestra cultura.”
Ojo, el tipo no es un hippie. Labura como emprendedor web, es padre de familia y hasta se define como un republicano bastante religioso. Es decir que no sólo es estadounidense sino que es un estadounidense de derecha. Aun así, admite que seguir comprando maniáticamente nos meterá en problemas con la naturaleza y con otros seres humanos. “Más allá de lo que prometan las marcas, no podemos comprarnos una identidad”, sigue el iniciador del desafío, que comenzó el 12 de noviembre pasado. “Nuestro rol en la vida está infinitamente más marcado por nuestras acciones que por nuestras posesiones. ¿Querés ser un rebelde? Escapale al shopping. La vida real no pasa por las tiendas (...) Acá tenés una fórmula para resistir: esforzate por verte común y corriente, y volvete interesante a través de tus acciones.”
Al igual que las más de mil personas que se sumaron al grupo de Facebook, David asume que la lista que confeccionó es absolutamente personal y funciona según reglas propias. Todos sus libros, por ejemplo, se cuentan como uno solo; y un par de zapatos valen como una única pilcha. La casa y los muebles compartidos con la familia no se consideran. En cuanto al resto de los bártulos, ha tenido altibajos. Lo que menos esfuerzo le ha costado es negarse a la TV, medio que cataloga como “el factor número uno para convertirse en un consumista zombi”. “Prendé una tele en tu casa y la llenarás de basura”, asegura. Con esa actitud consiguió bajar sus posesiones a unas 93.
David sabe que hay meses especialmente peligrosos, en los que abuelitas o tías traen regalos y se sienten ofendidas si se los desprecian. La solución a eso fue sumar una nueva ley, que consiste en que una vez que le dan algo, él tiene una semana para evaluar si se lo queda, lo revende o lo dona. Pero ha decidido, para alegría de su esposa, considerar que todo el cajón de ropa interior es un solo objeto, de modo que puede cambiarse sin límites y cuando lo precise. Una medida inteligente que contrasta con la estupidez de seguidores como Cait Simmonds, quien a pesar de tener veinte pares de zapatos pidió gancho y los consideró un solo ítem. Ahora pensá: ¿cómo sería tu lista?
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