Naief Yehya
naief.yehya@gmail.com
LA LEY
La ley internacional es muy clara. Los ataques indiscriminados en contra de blancos civiles son ilegales. De tal forma, es un crimen que Hamas lance cohetes hacia Israel como lo es un bombardeo israelí. Nada puede maquillar este hecho, ni la absoluta desesperación de los palestinos ante el bloqueo criminal que ha impuesto Israel a Gaza, ni el argumento israelí de que Hamas usa escudos humanos. Los Convenios de Ginebra protegen a los templos, instituciones culturales e infraestructura civil, como los edificios de gobierno, las estaciones de tv y la universidad islámica (la cual fue destruida, según la versión oficial, porque: “La universidad fue una vez conocida como un bastión de apoyo de Fatah, pero gradualmente ha sido tomada por la ideología de Hamas y muchos de los líderes son egresados o alumnos. Hamas influencia notablemente los programas de enseñaza y usa el campus para reclutar.”) Así mismo, hospitales (como el de Quds, que servía también de refugio a cientos de civiles), cuarteles de la policía, prisiones y miles de casas particulares fueron reducidos a escombros. Cuando la destrucción adquiere estas proporciones, no puede hablarse de daño colateral, sino de daño central, total y medular. Ni siquiera instalaciones de la onu en Gaza se salvaron de salvaje bombardeo israelí. Toda construcción era sospechosa de ser almacén o fábrica de misiles. Cuando cuarenta civiles fueron despedazados en una escuela de la onu , Israel respondió que su bomba cayó técnicamente afuera de la escuela; cuando un obús israelí mató a dos trabajadores de la onu que distribuían provisiones, trataron de confundir a la opinión pública argumentando que Hamas era responsable; cuando la artillería israelí destruyó el cuartel de la onu , aparentemente usando municiones de fósforo blanco (una sustancia incendiaria que quema la piel, músculo y hueso), Tel Aviv sólo reconoció haber empleado ese tipo de armas (prohibidas para su uso en contra de poblaciones) hasta terminado el conflicto.
RESENTIMIENTO
El ataque contra Gaza, que no podemos llamar guerra, ha desatado el resentimiento mundial en contra de Israel y ha dado lugar a oleadas de represalias contra los judíos del planeta. Esto es desastroso y trágico, pero inevitable, ya que no solamente millones pudieron ver la magnitud de la destrucción y la desproporción entre el daño causado por los cohetes de Hamas y el armamento israelí, sino que también fue muy obvio que la invasión se detuvo justo a tiempo para no robar cámara a la toma de posesión de Obama, además de que la matanza tenía también una repugnante finalidad electorera. La noción de que el Estado israelí está en peligro por culpa de Hamas es absurda e ignorante, y el hecho de que el setenta y ocho por ciento de la población haya apoyado la guerra resulta escandaloso para cualquiera que entiende que si bien Israel tiene todo el derecho a defenderse, eso no le da el derecho a masacrar a un pueblo. No es menos enfurecedor que, mientras el mundo se pregunta para qué lanzó Israel este ataque, la mayoría de los israelíes se pregunten por qué terminó tan pronto. El conflicto Israel Palestina no se resolverá por las armas (a menos de que se emprenda una campaña exhaustiva de exterminio, como claman muchos en la extrema derecha israelí). El problema es que Israel ha creado una narrativa falaz, una campaña de propaganda en la que la desposesión del pueblo palestino de su tierra se presenta como un frente de la “guerra contra el terror”, como la defensa de Occidente de los salvajes islámicos.
LA INEXISTENCIA DE SOLUCIONES
Aceptémoslo de una vez. No hay modelos de acuerdos de paz que puedan funcionar en el conflicto israelí palestino hoy. La agresiva política sionista de crear “hechos en el terreno” al desarraigar palestinos por la fuerza e implantar colonos, ha enredado a dos poblaciones de manera irreversible. El gobierno israelí declara que sería imposible volver a las fronteras del '67, ya que retirar a los colonos de Cisjordania podría desatar una “guerra civil”. De no echar marcha atrás, la población palestina está condenada a desvanecerse lentamente en un territorio que se empequeñece día con día, obligados a subsistir con limosnas, sin posibilidad alguna de crear un Estado viable y autosuficiente. Cada vez que alguien concluye que este conflicto no tiene solución, lo que en realidad está diciendo es que la tragedia del pueblo palestino no tiene solución y está condenado a desaparecer. Mientras que para los israelíes este problema no es más que un inconveniente cotidiano, una molestia que puede ser comparable, en términos de vidas humanas, con los accidentes en las carreteras o los incendios. Pocos pueblos tienen un legado humanitario, intelectual y cultural tan maravilloso y admirable como el judío. Un pueblo así no puede vivir sometido a la dictadura de la propaganda ni a la fantasía de la omnipotencia de las armas.
naief.yehya@gmail.com
LA LEY
La ley internacional es muy clara. Los ataques indiscriminados en contra de blancos civiles son ilegales. De tal forma, es un crimen que Hamas lance cohetes hacia Israel como lo es un bombardeo israelí. Nada puede maquillar este hecho, ni la absoluta desesperación de los palestinos ante el bloqueo criminal que ha impuesto Israel a Gaza, ni el argumento israelí de que Hamas usa escudos humanos. Los Convenios de Ginebra protegen a los templos, instituciones culturales e infraestructura civil, como los edificios de gobierno, las estaciones de tv y la universidad islámica (la cual fue destruida, según la versión oficial, porque: “La universidad fue una vez conocida como un bastión de apoyo de Fatah, pero gradualmente ha sido tomada por la ideología de Hamas y muchos de los líderes son egresados o alumnos. Hamas influencia notablemente los programas de enseñaza y usa el campus para reclutar.”) Así mismo, hospitales (como el de Quds, que servía también de refugio a cientos de civiles), cuarteles de la policía, prisiones y miles de casas particulares fueron reducidos a escombros. Cuando la destrucción adquiere estas proporciones, no puede hablarse de daño colateral, sino de daño central, total y medular. Ni siquiera instalaciones de la onu en Gaza se salvaron de salvaje bombardeo israelí. Toda construcción era sospechosa de ser almacén o fábrica de misiles. Cuando cuarenta civiles fueron despedazados en una escuela de la onu , Israel respondió que su bomba cayó técnicamente afuera de la escuela; cuando un obús israelí mató a dos trabajadores de la onu que distribuían provisiones, trataron de confundir a la opinión pública argumentando que Hamas era responsable; cuando la artillería israelí destruyó el cuartel de la onu , aparentemente usando municiones de fósforo blanco (una sustancia incendiaria que quema la piel, músculo y hueso), Tel Aviv sólo reconoció haber empleado ese tipo de armas (prohibidas para su uso en contra de poblaciones) hasta terminado el conflicto.
RESENTIMIENTO
El ataque contra Gaza, que no podemos llamar guerra, ha desatado el resentimiento mundial en contra de Israel y ha dado lugar a oleadas de represalias contra los judíos del planeta. Esto es desastroso y trágico, pero inevitable, ya que no solamente millones pudieron ver la magnitud de la destrucción y la desproporción entre el daño causado por los cohetes de Hamas y el armamento israelí, sino que también fue muy obvio que la invasión se detuvo justo a tiempo para no robar cámara a la toma de posesión de Obama, además de que la matanza tenía también una repugnante finalidad electorera. La noción de que el Estado israelí está en peligro por culpa de Hamas es absurda e ignorante, y el hecho de que el setenta y ocho por ciento de la población haya apoyado la guerra resulta escandaloso para cualquiera que entiende que si bien Israel tiene todo el derecho a defenderse, eso no le da el derecho a masacrar a un pueblo. No es menos enfurecedor que, mientras el mundo se pregunta para qué lanzó Israel este ataque, la mayoría de los israelíes se pregunten por qué terminó tan pronto. El conflicto Israel Palestina no se resolverá por las armas (a menos de que se emprenda una campaña exhaustiva de exterminio, como claman muchos en la extrema derecha israelí). El problema es que Israel ha creado una narrativa falaz, una campaña de propaganda en la que la desposesión del pueblo palestino de su tierra se presenta como un frente de la “guerra contra el terror”, como la defensa de Occidente de los salvajes islámicos.
LA INEXISTENCIA DE SOLUCIONES
Aceptémoslo de una vez. No hay modelos de acuerdos de paz que puedan funcionar en el conflicto israelí palestino hoy. La agresiva política sionista de crear “hechos en el terreno” al desarraigar palestinos por la fuerza e implantar colonos, ha enredado a dos poblaciones de manera irreversible. El gobierno israelí declara que sería imposible volver a las fronteras del '67, ya que retirar a los colonos de Cisjordania podría desatar una “guerra civil”. De no echar marcha atrás, la población palestina está condenada a desvanecerse lentamente en un territorio que se empequeñece día con día, obligados a subsistir con limosnas, sin posibilidad alguna de crear un Estado viable y autosuficiente. Cada vez que alguien concluye que este conflicto no tiene solución, lo que en realidad está diciendo es que la tragedia del pueblo palestino no tiene solución y está condenado a desaparecer. Mientras que para los israelíes este problema no es más que un inconveniente cotidiano, una molestia que puede ser comparable, en términos de vidas humanas, con los accidentes en las carreteras o los incendios. Pocos pueblos tienen un legado humanitario, intelectual y cultural tan maravilloso y admirable como el judío. Un pueblo así no puede vivir sometido a la dictadura de la propaganda ni a la fantasía de la omnipotencia de las armas.
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