René Delgado
De a poco va surgiendo una constante de la actual administración, diagnostica mal y -obviamente- opera peor.
En cinco campos ha sido notorio ese problema: crimen organizado, petróleo, mejora en la calidad educativa, crisis económica y telecomunicaciones.
Si ese síndrome se repite en el campo electoral y se mezclan narcotráfico y comicios, el resultado puede ser peligroso no sólo para la administración y su partido sino también para el país. Ojalá no se equivoquen.
* * *
Propenso al uso de metáforas para justificar la actuación de su administración, el presidente Felipe Calderón comienza a generar un síndrome. Aquel propio de los médicos que fallan en el diagnóstico y, al operar, se topan con un mal distinto al supuesto y sobre la marcha improvisan sin saber qué va a resultar.
Así, más de una vez, el mandatario ha echado mano de la metáfora médica para justificar la gravedad de cuanto ocurre en el combate al crimen. Todavía, apenas el jueves antepasado, reiteró que operó en ese campo creyendo que se trataba de una "apendicitis" y se encontró con "un cáncer generalizado".
"Haga de cuenta que yo llegué a la Presidencia y -permítaseme la metáfora- y como si fuera un médico al que le dice el paciente: ¨¡oiga, me duele mucho el abdomen! Y sabíamos que dolía mucho el abdomen. Sabíamos de extorsiones, de presiones, secuestros, levantamientos... los primeros decapitados aparecieron en 2005. Dolía el abdomen, y al abrir, lo que se pensaba que era una apendicitis, la verdad es que era un cáncer que había invadido una buena parte. Y lo que hay que hacer es extirpar, irradiar y atacar con todo" (Reforma, 27 de febrero). Tan simple como eso.
Lo peor del asunto es que cuando se disiente del diagnóstico y la operación la administración no duda en señalar esa crítica como un acto de deslealtad con el Estado y se reclama una solidaridad y una unidad fincada en una fe ciega.
* * *
Igual ocurrió con la reforma petrolera: del diagnóstico del tesoro escondido en el fondo del mar se pasó a operar en una chapopotera.
Se hizo el diagnóstico sin verdadera perspectiva y se emprendió la operación. Se ajustó con mal tino el gabinete; luego, se titubeó en la estrategia y en los plazos para sacar adelante la reforma y, finalmente, salió la reforma que muy lejos quedó de la situación que ahora afronta la economía, la industria y el mercado petrolero.
Tan malo fue el diagnóstico como la operación que, ahora, hasta se modifican las conclusiones sobre lo ocurrido. Primero se agradeció a la oposición su desempeño en la reforma, luego se vituperó su actuación.
* * *
La mejora de la calidad educativa tuvo la misma suerte. Del mal diagnóstico se pasó a la operación y, de ahí, al fracaso.
Se pensó que los acuerdos con la cúpula sindical encabezada por Elba Esther Gordillo daban para sacar la reforma y, al mismo tiempo, para concursar de manera aliada en las elecciones, siendo que lo segundo condenaba a lo primero. Y, ahora, resulta que no hay mejora educativa ni alianza electoral.
Por si eso no bastara, la lideresa magisterial ha hecho de la Presidencia de la República la oficialía de partes donde reciben sus demandas y reclamos; y de la Secretaría de Educación Pública, un servicio de taquimecanografía.
* * *
Ante la crisis económica, el primer diagnóstico fue increíble: a México le significaba un "catarrito". De ahí, se ha pasado a un segundo diagnóstico: "el catarrito" nos llevó al "hoyo" del cual saldremos con dificultad.
La operación pasa ahora por la aplicación de técnicas de resucitamiento que se practican en una sala de emergencias, donde se empieza por recorrer el laberinto burocrático para, previa convocatoria y concurso, solicitar tanques de oxígeno, iodo y curitas.
Así, se transita del Presidente del Empleo al Presidente del Desempleo.
* * *
Y, bueno, lo ocurrido en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes es una historia kafkiana que dejó a la administración sin secretario ni subsecretaria para colocar al frente de la dependencia a un experto en materia electoral.
En la justificación presidencial, a Luis Téllez se le aceptó "la renuncia" por bueno. Tan bueno es el funcionario que, al momento de aceptar su renuncia como secretario, se le recontrató como asesor. En la explicación presidencial de la operación llevada a cabo, no hay un solo reproche a la actuación de Téllez. Todos son reconocimientos y agradecimientos.
"Yo le agradezco al doctor Téllez su compromiso y la responsabilidad... Su contribución a este esfuerzo ha sido fundamental... reconozco y agradezco la labor de Luis, un servidor público al servicio de México. Por su gran experiencia lo he invitado como asesor personal de la Presidencia de la República".
La única duda es por qué, siendo Luis Téllez como es, se le dejó renunciar. Fuera de eso, todo lo demás está muy claro.
* * *
En esos campos ha sido notoria la incapacidad para diagnosticar correctamente los problemas y, siguiendo con la metáfora, emprender la operación que lleve a la pronta recuperación de la salud del enfermo.
Esa evidencia es motivo de preocupación frente a lo que se ve venir. En el campo electoral se está partiendo de un diagnóstico bastante aventurado e indudablemente peligroso. Ante la imposibilidad de presumir logros y ante la probabilidad de sufrir todavía más descalabros, la administración y su partido han resuelto involucrar, por acción u omisión, en el narcotráfico a su principal adversario, el Partido Revolucionario Institucional. Eso, sin descuidar la administración de los programas sociales que, sin duda, tendrá un efecto electoral.
Se entiende que a partir de los triunfos electorales obtenidos por el partido tricolor y a partir de la caída albiazul en las encuestas de preferencia electoral ante los próximos comicios Acción Nacional esté desesperado y busque con ansias socavar a su adversario. Se entiende eso, pero de ahí a mezclar la elección con el narcotráfico puede, si el diagnóstico está mal hecho, conducir a una operación en extremo peligrosa.
* * *
El desencuentro registrado en la reunión del jefe del Ejecutivo con gobernadores, coordinadores parlamentarios y dirigentes del partido tricolor echándoles en cara su falta de apoyo en el combate al narcotráfico se complementa, en la aparente contradicción, con las puyas lanzadas por el dirigente panista, Germán Martínez, donde endosa parte del problema del narcotráfico al priismo.
Esa pinza perfila una estrategia peligrosa. Por un lado, puede provocar que, frente al reproche de la administración y la acusación del partido albiazul, el priismo resuelva efectivamente hacer el vacío y dejar varadas acciones e iniciativas, ahí sí, directamente relacionadas con el combate al crimen. Por otro lado, puede provocar que el mismo crimen -viendo cómo se politiza su combate- encuentre en la polarización una oportunidad de oro para complicar aún más la situación.
Si el diagnóstico es que, aplicando esa pinza, el PAN puede no mejorar su posicionamiento electoral pero sí empeorar el del PRI, es confundir el merthiolate con la nitroglicerina.
Se estaría operando con variables fuera del control oficial, variables cuya actuación se cifra en la violencia criminal.
* * *
Ojalá no sea ése el diagnóstico y, si lo es, ojalá se suspenda la operación.
De a poco va surgiendo una constante de la actual administración, diagnostica mal y -obviamente- opera peor.
En cinco campos ha sido notorio ese problema: crimen organizado, petróleo, mejora en la calidad educativa, crisis económica y telecomunicaciones.
Si ese síndrome se repite en el campo electoral y se mezclan narcotráfico y comicios, el resultado puede ser peligroso no sólo para la administración y su partido sino también para el país. Ojalá no se equivoquen.
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Propenso al uso de metáforas para justificar la actuación de su administración, el presidente Felipe Calderón comienza a generar un síndrome. Aquel propio de los médicos que fallan en el diagnóstico y, al operar, se topan con un mal distinto al supuesto y sobre la marcha improvisan sin saber qué va a resultar.
Así, más de una vez, el mandatario ha echado mano de la metáfora médica para justificar la gravedad de cuanto ocurre en el combate al crimen. Todavía, apenas el jueves antepasado, reiteró que operó en ese campo creyendo que se trataba de una "apendicitis" y se encontró con "un cáncer generalizado".
"Haga de cuenta que yo llegué a la Presidencia y -permítaseme la metáfora- y como si fuera un médico al que le dice el paciente: ¨¡oiga, me duele mucho el abdomen! Y sabíamos que dolía mucho el abdomen. Sabíamos de extorsiones, de presiones, secuestros, levantamientos... los primeros decapitados aparecieron en 2005. Dolía el abdomen, y al abrir, lo que se pensaba que era una apendicitis, la verdad es que era un cáncer que había invadido una buena parte. Y lo que hay que hacer es extirpar, irradiar y atacar con todo" (Reforma, 27 de febrero). Tan simple como eso.
Lo peor del asunto es que cuando se disiente del diagnóstico y la operación la administración no duda en señalar esa crítica como un acto de deslealtad con el Estado y se reclama una solidaridad y una unidad fincada en una fe ciega.
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Igual ocurrió con la reforma petrolera: del diagnóstico del tesoro escondido en el fondo del mar se pasó a operar en una chapopotera.
Se hizo el diagnóstico sin verdadera perspectiva y se emprendió la operación. Se ajustó con mal tino el gabinete; luego, se titubeó en la estrategia y en los plazos para sacar adelante la reforma y, finalmente, salió la reforma que muy lejos quedó de la situación que ahora afronta la economía, la industria y el mercado petrolero.
Tan malo fue el diagnóstico como la operación que, ahora, hasta se modifican las conclusiones sobre lo ocurrido. Primero se agradeció a la oposición su desempeño en la reforma, luego se vituperó su actuación.
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La mejora de la calidad educativa tuvo la misma suerte. Del mal diagnóstico se pasó a la operación y, de ahí, al fracaso.
Se pensó que los acuerdos con la cúpula sindical encabezada por Elba Esther Gordillo daban para sacar la reforma y, al mismo tiempo, para concursar de manera aliada en las elecciones, siendo que lo segundo condenaba a lo primero. Y, ahora, resulta que no hay mejora educativa ni alianza electoral.
Por si eso no bastara, la lideresa magisterial ha hecho de la Presidencia de la República la oficialía de partes donde reciben sus demandas y reclamos; y de la Secretaría de Educación Pública, un servicio de taquimecanografía.
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Ante la crisis económica, el primer diagnóstico fue increíble: a México le significaba un "catarrito". De ahí, se ha pasado a un segundo diagnóstico: "el catarrito" nos llevó al "hoyo" del cual saldremos con dificultad.
La operación pasa ahora por la aplicación de técnicas de resucitamiento que se practican en una sala de emergencias, donde se empieza por recorrer el laberinto burocrático para, previa convocatoria y concurso, solicitar tanques de oxígeno, iodo y curitas.
Así, se transita del Presidente del Empleo al Presidente del Desempleo.
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Y, bueno, lo ocurrido en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes es una historia kafkiana que dejó a la administración sin secretario ni subsecretaria para colocar al frente de la dependencia a un experto en materia electoral.
En la justificación presidencial, a Luis Téllez se le aceptó "la renuncia" por bueno. Tan bueno es el funcionario que, al momento de aceptar su renuncia como secretario, se le recontrató como asesor. En la explicación presidencial de la operación llevada a cabo, no hay un solo reproche a la actuación de Téllez. Todos son reconocimientos y agradecimientos.
"Yo le agradezco al doctor Téllez su compromiso y la responsabilidad... Su contribución a este esfuerzo ha sido fundamental... reconozco y agradezco la labor de Luis, un servidor público al servicio de México. Por su gran experiencia lo he invitado como asesor personal de la Presidencia de la República".
La única duda es por qué, siendo Luis Téllez como es, se le dejó renunciar. Fuera de eso, todo lo demás está muy claro.
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En esos campos ha sido notoria la incapacidad para diagnosticar correctamente los problemas y, siguiendo con la metáfora, emprender la operación que lleve a la pronta recuperación de la salud del enfermo.
Esa evidencia es motivo de preocupación frente a lo que se ve venir. En el campo electoral se está partiendo de un diagnóstico bastante aventurado e indudablemente peligroso. Ante la imposibilidad de presumir logros y ante la probabilidad de sufrir todavía más descalabros, la administración y su partido han resuelto involucrar, por acción u omisión, en el narcotráfico a su principal adversario, el Partido Revolucionario Institucional. Eso, sin descuidar la administración de los programas sociales que, sin duda, tendrá un efecto electoral.
Se entiende que a partir de los triunfos electorales obtenidos por el partido tricolor y a partir de la caída albiazul en las encuestas de preferencia electoral ante los próximos comicios Acción Nacional esté desesperado y busque con ansias socavar a su adversario. Se entiende eso, pero de ahí a mezclar la elección con el narcotráfico puede, si el diagnóstico está mal hecho, conducir a una operación en extremo peligrosa.
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El desencuentro registrado en la reunión del jefe del Ejecutivo con gobernadores, coordinadores parlamentarios y dirigentes del partido tricolor echándoles en cara su falta de apoyo en el combate al narcotráfico se complementa, en la aparente contradicción, con las puyas lanzadas por el dirigente panista, Germán Martínez, donde endosa parte del problema del narcotráfico al priismo.
Esa pinza perfila una estrategia peligrosa. Por un lado, puede provocar que, frente al reproche de la administración y la acusación del partido albiazul, el priismo resuelva efectivamente hacer el vacío y dejar varadas acciones e iniciativas, ahí sí, directamente relacionadas con el combate al crimen. Por otro lado, puede provocar que el mismo crimen -viendo cómo se politiza su combate- encuentre en la polarización una oportunidad de oro para complicar aún más la situación.
Si el diagnóstico es que, aplicando esa pinza, el PAN puede no mejorar su posicionamiento electoral pero sí empeorar el del PRI, es confundir el merthiolate con la nitroglicerina.
Se estaría operando con variables fuera del control oficial, variables cuya actuación se cifra en la violencia criminal.
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Ojalá no sea ése el diagnóstico y, si lo es, ojalá se suspenda la operación.
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