miércoles, mayo 06, 2009

Para manipular a la Perra Brava

Tomás Mojarro

El futbol, como espectáculo para las masas, sólo aparece cuando una población ha sido ejercitada, reglamentada y deprimida a tal punto que necesita, para que no decaiga por completo su desfalleciente sentido de la vida, cuando menos una participación POR DELEGACIÓN en las “hazañas” en las que se requiere fuerza, habilidad y destreza…

Del clásico pasecito a la red, mis valedores. En el futbol cimarrón acaban de ocurrir acontecimientos que cimbraron a las masas con vocación de Perra Brava y que las traen a estas horas como agua en batea Y cómo pudiera ser de otro modo, si no acaban de asimilar triunfos ajenos, derrotas que padecen como propias y cambios estrepitosos en la dirección del equipo “nacional”.

Ahí, avieso y manipulador, el contubernio del Sistema de poder y el duopolio de la televisión se encarga de crear oportunas cortinas de humo para que las masas mal se percaten de la carestía de la canasta básica y la soporten sin protestar. Para los gigantescos corporativos las gigantescas líneas de crédito del Monetario Internacional. Para los que han de pagar tales préstamos el clásico pasecito a la red, sin más. Pero no jugarlo, que tal acción lúdica iba a representar un acto voluntario y desenajenante. No, mirarlo sentados a dos nalgas en el estadio o el televisor. Futbol, sí, y mucho, y a todas horas, con todo y los respectivos análisis de los merolicronistas. Sí, pero sólo verlo jugar.

Alguno pudiera hacerle notar a la Perra Brava la perversidad del Poder: los destinatarios del préstamo grande del FMI juegan ellos mismos: golf tenis, cricket, polo, natación; pero esos que van a pagar el préstamo ven jugar, pasivos y dependientes, el clásico pasecito a la red, que mediante sumas miÍonarias en nuestra moneda nacional (dólares) practican los alquilones del espectáculo. Pero las masas populares se niegan a pensar, a crecer, a madurar, que entonces asumirían en lugar de seguir delegando.

La inmensa mayoría del pueblo rara vez toca un balón. En el estadio se convierte en espectador pasivo que participa ‘por delegación’ de los triunfos de su equipo predilecto, a cuyos partidos asiste a distancia, desde una tribuna, enajenándose en el jugador profesional, que adquiere de ese modo categoría de ídolo. Pero ay de su ídolo, si es vencido en la cancha…

A su hora Elvira García, periodista-”Abandonados, desatendidos por el gobierno, los pobres han caído en manos de la televisión”. Y Leo Zuckerman “La TV ha convertido el futbol en una gran telenovela. Cada equipo es una telenovela. Es una historia interminable sin final feliz o triste. Hay momentos de alegría eufórica y de angustia depresiva. La historia de siempre continúa.”

Pero claro, para lograr tan sañuda manipulación de las masas, el duopolio ha integrado todo un equipo de merolicronistas histriones, maestros de la prosopopeya, la vociferación y el aullido estridente cuando cantan el ¡goool! Y los ditirambos para la enajenación: “gol versallesco”, “de caravana y alfombra roja”, “sublime”, “héroes”, “la gloria”, “la excelsitud”…”

“Tienden los comentaristas a acentuar el carácter estético del juego; se habla del estilo de los jugadores del mismo modo que se puede hablar de una obra pictórica. Pero no debemos extrañamos: se trata de crear una pseudo-cultura basada en valores irrisorios para uso de las masas a las que no se les permite tener acceso a la cultura. Se simula un serio estudio de algo de lo que no hay nada que aprender, enseñar o comentar más allá de algunas elementales reglas de juego”. (¿Lo entenderá, querrá entenderlo la Perra Brava?)

Recuerdo, a propósito, la iracundia de cierto comentarista que ya a los cincuenta o más años de su edad, hizo del comentario futbolístico su razón de vida (Lóbrego.) Al finalizar algún encuentro de futbol se esponjó, vitriólico, arrojando bocanadas de bilis negra sobre la página de Ovaciones:

“Repetimos, para definir lo que fue el juego, en un editorial de cuatro palabras: el América, cobarde; los pumas, impotentes. ¡Que no blasfeme el director técnico contra el arbitraje! ¡Un cobarde como él no tiene derecho a exigir premios del silbato! ¡Que nadie se enoje tampoco de que la gente esté trinando contra el sistema definitorio del campeonato, y las sospechas comerciales se agudicen…¡por culpa de los cobardes y los impotentes..!”

El Gráfico: “Esto ya no sirve”, exclamó F.T.H., de 28 años de edad, y se suicidó arrojándose al paso de pesado autobús. Los familiares del hoy occiso, que lo acompañaban en el momento fatal, declaran: “F. no resistió el dos a uno que los Pumas le metieron al América…”

No hay comentarios.: