martes, mayo 12, 2009

Vos también tenés tu historia...

RAÚL MONGE

Desde su llegada a México con su familia, en 1975, Carlos Ahumada fue dejando por las oficinas gubernamentales un reguero de documentos apócrifos: acta de nacimiento, pasaportes, formas migratorias, actas matrimoniales...

Después, como negociante, se enfrascó en litigios amañados, compró influencias y al final se enredó con poderosos políticos y funcionarios en una conjura contra Andrés Manuel López Obrador. En Derecho de réplica, el empresario se autodefine como inocente y hasta idealista, pero su propia historia lo condena...

Antes de mezclar los negocios con la política, aventura de la que ahora se arrepiente porque –confiesa– “fue una combinación explosiva”, Carlos Ahumada ya arrastraba un largo historial de traiciones, estafas y engaños.

Éstos comenzaron desde su llegada a México, a mediados de los setenta, en las gestiones que realizó para obtener la nacionalidad mexicana, entre otros documentos oficiales, y continuaron a lo largo de su carrera, en la cual tejió una bien estructurada red de complicidades políticas y empresariales que en menos de una década lo llevaron a concentrar más de una docena de empresas, dos equipos profesionales de futbol, un diario y, por si fuera poco, una fortuna personal estimada en al menos 50 millones de dólares, de acuerdo con la Procuraduría General de la República.

“Sinceramente me rompí el alma para lograr lo que tengo hoy”, le dijo Ahumada a la periodista Olga Wornat, quien lo entrevistó en septiembre de 2003 para la revista Poder. Hace dos años, luego de una estancia de mil 131 días en la cárcel –del 28 de marzo de 2004 al 7 de mayo de 2007–, Ahumada decidió retornar a su natal Argentina.

La parte oscura de la historia del empresario naturalizado mexicano comenzó cuando llegó a México, en compañía de su madre, Mercedes Leonor Sofía Kurtz Salvatierra, y de su hermano Pablo. Los tres ingresaron con visa de turistas a territorio mexicano el 6 de octubre de 1975 y se alojaron provisionalmente en casa de una media hermana de Carlos que radicaba en el país desde hacía años y cuyo nombre, ahora se sabe, es Graciela.

Según consta en los documentos que entregaron a la oficina mexicana de Migración, los Kurtz ingresaron con visas de turista por un término de 180 días, y no existe constancia alguna en los archivos de esa dependencia de que hayan refrendado su permiso con el fin de permanecer más tiempo en el país.

Otro dato menor pero que refleja su tendencia a la mentira: a Wornat le dijo que era “el séptimo de siete hermanos”; en su libro menciona que es el quinto de seis.

Luego de concluir sus estudios de primaria en 1976, cuenta Ahumada, él y su familia se fueron a vivir a San Cristóbal de Las Casas, donde asegura que permanecieron un año.

En 1977, dice, regresaron a la Ciudad de México y el mismo año cursó el segundo grado de secundaria en la escuela Amado Nervo. El tercero lo estudió en la secundaria 95 Víctor Hugo.

Sin embargo, en la entrevista con Wornat, Ahumada declaró que cursó los tres años en la secundaria número 75.

De ahí, cuenta Ahumada en su libro, saltó al Colegio de Ciencias y Humanidades plantel sur y, en 1983, “ingresé en la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde cursé cuatro semestres de la licenciatura en actuaría”. Lo cierto es que en su expediente académico sólo tiene acreditados los dos primeros semestres de esa carrera.

Antes de cumplir la mayoría de edad, el 23 de julio de 1979, Carlos Ahumada recibió otro ejemplo de cómo abrirse paso frente a la ley, ya sea por su puerta principal o a través de sus lagunas, omisiones, o de plano aprovechando los atajos que facilita la corrupción.

Al presentar una constancia de inexistencia del acta de nacimiento, Mercedes Kurtz consiguió que el oficial noveno del Registro Civil adscrito a La Aurora, Coahuila, Roberto García Sánchez, reconociera legalmente a Carlos Ahumada como ciudadano mexicano, nacido en Saltillo, Coahuila. Así quedó asentado en el libro I, tomo II, folio 242, foja 042 de la oficina del Registro Civil del municipio de La Aurora.

En el documento oficial se consigna, además, que Carlos nació en el Hospital Civil de Saltillo, a las 2:00 horas del día 11 de junio de 1964, y que sus padres, Aníbal Ahumada Ferreira y Mercedes Leonor Kurtz, son mexicanos, igual que sus abuelos paternos y maternos Arturo Ahumada Anchorena (finado), Herminia Ferreira Salvatierra (finada), Roberto Kurtz (finado) y Mercedes Salvatierra de Kurtz (finada).

El único dato que coincide con el acta levantada en Argentina es el día de nacimiento. El documento original fue expedido por el Registro Civil de la ciudad de Córdoba, en el que se establece que Carlos Ahumada nació en la Clínica Integral de esa ciudad el mismo 11 de junio de 1964, aunque a las 18:45 horas.

No obstante, en su libro Ahumada menciona una fecha y un lugar de nacimiento distintos: dice que nació en 1963, en el Sanatorio Británico de Córdoba.

Cumplida la mayoría de edad y ya jurídicamente dueño de sus actos, Ahumada cometió su primera trasgresión en México: amparado en el acta de nacimiento apócrifa, tramitó y obtuvo el 31 de agosto de 1982 su cartilla militar en la junta de reclutamiento número 16 del Distrito Federal. El documento quedó registrado en la Secretaría de la Defensa Nacional bajo la matrícula B-2403280.

Animado por su buena suerte, obtuvo luego el primero de los tres pasaportes mexicanos que llegó a tener, todos con distintos datos personales. Le asignaron el número 15920. En la solicitud, Ahumada se declaró mexicano e hijo de padres mexicanos por nacimiento.

Por esa época, según su propio dicho, ya había desempeñado varios oficios: cadenero, lavacoches y gerente de una discoteca. También había sido dueño de dos carritos de hot-dogs, un taxi y una taquería.

Con el falso estatus de mexicano, en 1983 estableció una pequeña fábrica de mesas multiusos. Por ese proyecto, el entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado le entregó el Premio Nacional de la Juventud en la categoría de Capacitación y Productividad en la Fábrica.

En los archivos del Instituto Mexicano de la Juventud (antes Consejo Nacional de Recursos para la Atención de la Juventud) existe constancia del reconocimiento otorgado al empresario, que en la ficha de inscripción quedó registrado como mexicano nacido en La Aurora, Coahuila.

Problemas de identidad

Según refiere Ahumada en Derecho de réplica, también fue en 1983 cuando contrajo nupcias con su primera esposa, Sonia Georgina Medrano Tinoco, de quien, subraya, se divorció seis años más tarde, en 1989.

En este punto Ahumada también falta a la verdad: se casó con Sonia Georgina Medrano en agosto de 1984, según consta en el acta matrimonial número 02184, expedida por el entonces juez 25 del Registro Civil, Romero Aramez Garza Garza.

En dicho documento, que firmaron como testigos del contrayente su madre Mercedes Kurtz Salvatierra y su hermana Verónica, Carlos Ahumada vuelve a aparecer como ciudadano mexicano, nacido en Coahuila.

Sujeto al régimen de separación de bienes, el matrimonio se disolvió el 30 de agosto de 1990 –y no en 1989, como afirma Ahumada–, de acuerdo con los datos registrales 090310/00047/1990 del Juzgado Décimo del Registro Civil. Nunca dio parte a la Secretaría de Gobernación sobre la disolución del vínculo matrimonial, como están obligados a hacerlo los extranjeros.

Estimulado por el Premio Nacional de la Juventud y recién casado, Ahumada fundó en sociedad con algunas amistades la empresa Maderamex, cuyo giro era el diseño y fabricación de juguetes de madera, pero fracasó.

Antes de emprender otro negocio, el empresario volvió a incurrir en falsedades con documentos oficiales. El 23 de marzo de 1984 tramitó en la oficina de la Secretaría de Relaciones Exteriores en la delegación Tláhuac la renovación de su pasaporte, por un período de cinco años.

En la copia de su solicitud anotó que sus padres eran mexicanos, y en el renglón destinado a la ocupación o profesión que desempeñaba en aquel entonces escribió “actuario”.

Ahumada afirma que por esas fechas ayudó a la familia de su hermano mayor, Roberto, a establecerse en México:

“Roberto fundó la empresa Grupo Director Empresarial que ofrecía a sus socios rendimientos similares a los de una casa de bolsa, mediante la inversión de ahorros en diversas empresas. En 1990, Roberto enfrentó una demanda de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores por actuar ilícitamente como casa de bolsa. Fue aprehendido e ingresó al Reclusorio Oriente y más tarde fue trasladado al Sur, donde enfrentó un juicio que lo mantuvo preso hasta 2001.”

Lo que no cuenta en su libro es que él fue socio de dicha empresa. Únicamente recuerda que su hermano lo involucró y que por esa razón él mismo permaneció en el Reclusorio Oriente durante 28 días. Refiere que salió absuelto de todos los cargos que le imputaban a él, a su madre y a su otro hermano, Pablo.

En el juicio que se le siguió en el Juzgado Décimo Octavo de lo Penal (expediente 191/90), Ahumada volvió a cambiar sus datos de identidad: declaró que había nacido en Córdoba, Argentina; que ingresó a México en calidad de turista el 6 de octubre de 1975 en compañía de su madre; que su hermano los alcanzó en 1984 junto con su esposa y sus hijos, y que se habían quedado irregularmente en el país.

En esa ocasión Ahumada se identificó con el pasaporte número 9664329 expedido por el Ministerio de Interior de la República Argentina el 11 de septiembre de 1975. El documento incluía la visa 1270, con validez de 180 días.

A pesar de su confesa y acreditada estancia irregular en el país, las autoridades judiciales no iniciaron el procedimiento correspondiente para deportar a Ahumada.

Otro capítulo oscuro que omite Ahumada en su libro es cómo se hizo de las granjas de cría y engorda de pavos.

Según contó su hermano Roberto en declaraciones a Proceso (edición 1430, marzo de 2004), Carlos Ahumada fabricaba pólvora y la vendía en un negocio ubicado cerca de La Merced. Pero en abril de 1987 le alquiló a Estela Cabrera Sanabria y Enrique Sanabria Bernal un rancho en Amecameca, Estado de México, con el propósito de instalar ahí una granja.

Estableció ahí su negocio y poco después quiso comprar el rancho, pero Estela y Enrique se negaron porque pretendía pagarles en abonos.

Cuando se acercaba la fecha de vencimiento del contrato de arrendamiento y los propietarios del predio querían cobrarle, Ahumada se ocultó y posteriormente los despojó del terreno sin pagarles nada. Tramitó sus nuevas escrituras a nombre de Cecilia Gurza González, con quien se casó tiempo después.

En medio de la larga batalla jurídica que emprendió para quedarse con el rancho de Amecameca, y tras otro intento de despojo de una granja en Yecapixtla, Morelos, Ahumada se dio tiempo para continuar con sus tropelías.

El 19 de abril de 1989 gestionó su tercer pasaporte mexicano, con vigencia de cinco años, y bajo protesta de decir verdad volvió a sostener que había nacido en La Aurora, Coahuila, y que sus padres eran mexicanos.

Por esas fechas, luego de su para entonces ya fallida aventura avícola y financiado por su hermano Roberto, Carlos Ahumada descubrió, por así decirlo, el negocio de la minería en el estado de Guerrero.

Pero tampoco le fue bien. En Derecho de réplica dice que la depresión en la industria lo obligó a cerrar la planta. Lo que no dice es que dejó embarcadas a casi 900 personas ni que cuando empezaron los problemas legales le traspasó la mina a su cuñado Enrique Gurza.

Entonces regresó a la Ciudad de México y decidió cambiar de giro. Eligió el rubro de la construcción y se promovió como contratista en distintas delegaciones políticas.

Pero antes de que la prosperidad le llegara, el 26 de abril de 1990 Ahumada burló de nueva cuenta a la Secretaría de Gobernación al simular que había entrado como turista al país, y de esa forma obtuvo la Forma Migratoria de Turista número 3436291, con vigencia de 30 días.

Un par de días antes de vencerse el permiso, el 22 de mayo, solicitó la extensión de su estancia en México por un plazo de 30 días. Y el 31 de mayo pidió a la Dirección de Servicios Migratorios un permiso para casarse con una ciudadana mexicana. En ese trámite manifestó que era soltero, cuando en realidad seis días antes había recibido el acta de nulidad de su primer matrimonio.

Cumplidas las formalidades de ley, el 18 de junio contrajo matrimonio con Cecilia Gurza González.

Según consta en el acta 01841, expedida por el juez vigésimo del Registro Civil de la Ciudad de México, Ahumada presentó documentación que lo acreditaba como argentino, y con esa misma nacionalidad registró a sus padres. Datos que contradijeron a los que manifestó en su primer matrimonio.

El 29 de enero de 1991, luego de haber burlado a las autoridades de Relaciones Exteriores al obtener tres pasaportes con documentación apócrifa, Ahumada consiguió la nacionalidad y juró respetar las leyes y a las autoridades mexicanas.

Amparado en su nueva condición migratoria, Ahumada tramitó el 28 de enero de 1992 una nueva cartilla militar como mexicano por naturalización. La Sedena avaló el trámite y le otorgó la cartilla B-9617276.

Seis meses después, en julio, renovó su pasaporte y en éste declaró haber nacido en la ciudad argentina de Córdoba, aunque mintió en los datos de sus progenitores al anotar que era hijo de padre argentino y madre mexicana.

En octubre de 1992, las autoridades migratorias abrieron una investigación para conocer el estatus del empresario y se toparon con otra sorpresa: en sus archivos no encontraron antecedentes de la forma migratoria 177436 con la que Ahumada acreditó su residencia legal en el país y promovió su carta de naturalización. Por ese hecho, la PGR abrió la averiguación previa 2175/FESPLE/93, pero el asunto pasó a la reserva porque la Secretaría de Gobernación, entonces encabezada por Patrocinio González Garrido, no formuló cargos.

Negocios en grande

Carlos Ahumada afirma que comenzó a trabajar para la delegación Álvaro Obregón a principios de los noventa, en el sexenio de quien luego sería su cómplice en el caso de los videoescándalos, Carlos Salinas de Gortari.

Ahí comenzó su meteórico enriquecimiento. Y en los tres años de la siguiente administración capitalina, la de Óscar Espinosa Villarreal, el empresario facturó poco más de 100 millones de pesos.

Contra lo que podría suponerse, el fin del priismo y el ascenso de la izquierda al poder en el Distrito Federal no implicaron el fin de los negocios de Ahumada con las obras públicas. Según cuenta el propio empresario, la persona que lo vinculó con el Partido de la Revolución Democrática fue el extitular de la Procuraduría General de Justicia del DF y de la Procuraduría General de la República, quien además era su notario de cabecera: Ignacio Morales Lechuga.

El titular de la Notaría Pública 116 del Distrito Federal lo presentó con Ramón Sosamontes Herreramoro, quien estaba a punto de asumir las riendas de la delegación Iztapalapa, la más grande y la de mayor presupuesto en la capital del país, junto con la Gustavo A. Madero. “Como en todas sus gestiones, Nacho percibió por ésta sus honorarios correspondientes”, subraya Ahumada.

Por Sosamontes, Ahumada conoció a Rosario Robles, entonces jefa de Gobierno del Distrito Federal, y ella le abrió las puertas a otros negocios de construcción en distintas delegaciones políticas. A la vez, el apoyo financiero del empresario contribuyó a que le pintaran bien las cosas al PRD en los comicios del 6 de julio de 2003.

Cuando los delegados electos comenzaron a armar sus equipos, Ahumada, ya dueño del diario El Independiente, comenzó a cobrarles sus favores y lanzó sus redes en aquellos sitios en los que presumía que podría ampliar sus negocios o afincar nuevas sucursales.

El modus operandi de Ahumada consistía en recomendar a incondicionales suyos en las áreas de Administración y Finanzas, con el fin de amarrar licitaciones de obras públicas y tener asegurado el pago rápido de los trabajos realizados.

A la par de sus negocios en las delegaciones políticas, Ahumada tejió otras redes con funcionarios y exfuncionarios públicos, incluido el expresidente Carlos Salinas de Gortari, con quien fraguaría el golpe mediático contra el entonces jefe de Gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador, en complicidad con el entonces legislador panista Diego Fernández de Cevallos.

En su libro, Ahumada se arrepiente de haber mezclado los negocios con la política: “Fue una combinación explosiva”, dice, para alguien tan inocente como él:

“Mezclé muchas cuestiones y las llevé al extremo. Por ejemplo, mi idealismo. Como lo había vivido desde chico, como simpatizaba con los proyectos de izquierda, me deslumbré con participar en el PRD, con gente como Ramón Sosamontes y Rosario Robles, en quienes creí ciegamente y que hoy sigo pensando estaban comprometidos con su proyecto.

“Posteriormente, me cautivó Lázaro Cárdenas (Batel), a quien considero una buena persona. Enredé todo esto con mi actividad principal que era la de empresario; me metí, como se dice, entre las patas de los caballos, en un conflicto de pesos pesados, como fue la pugna de Andrés Manuel con los Cárdenas. Después se sumaron a esto Salinas, Diego Fernández, la elección de 2006.”

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