miércoles, agosto 26, 2009

De un mundo mágico…

Tomás Mojarro

“¡Yo soy Oaxaca!, en la presencia de sus siete regiones; en sus trajes de vértigos en colorido que roban al paisaje los tonos de su luz; en el perfil moreno de sus mujeres disímiles de carácter, a veces místicas, humildes, sonadoras y también alegres y agresivas en la belleza; fieles hasta la obse­sión y sacrificadas hasta el coraje…!

En el recuerdo mantengo las imágenes de Oaxaca, mis valedores. Cierro los ojos, me miro de piel adentro y me veo mano con mano de una mujer, sota moza que es flor y espejo de Ciudad Ixtepec. Nallieli su nombre, que en zapoteca significa: “yo te amo”. Con mi única planeaba viajar hasta Oaxaca, la capital, y asistir al espectáculo, magia y esplendor, de La Guelaguetza, soberbia expresión de cultura, folklore, raíz, tradición y seña de identidad de ese pueblo que es abanico y mosaico de tantos pueblos. La Guelaguetza, sobrevivencia de un mundo mágico. Mis valedores…

¿Alguno de ustedes habrá asistido a los Lunes del Cerro en el Cerro del Fortín, oeste de la ciudad? ¿Alguno ha admirado esa que es, a ojos, oídos y espíritu, maravilla de color y fulgores, y encantamiento de sones, tonadas, clamor y recitaciones de música y flor, olanes y plumas, y brillos y cintas y enrevesados juegos coreográficos que saben a raíz de un pueblo que es multitud de pueblos, y esencia e idiosincrasia, e identidad. Era el 2006. Mi única y su servidor (de ella) planeábamos asistir a los Lunes del Cerro…

¡Yo soy Oaxaca! Y hablo con la voz de mi fértil suelo, de mis agrestes montañas, de mis fecundos bosques y de mi tierra erosionada; con los cafetos y la copra señoreando el cielo con la brisa de un mar intensamente azul, que retrata entre sus aguas las alturas; también, y con el agrio dulzón de mis pinas derramando sus mieles en las bocas que rezan un rito de emoción. Así, con esos labios, voy a dialogar hacia mí misma…”

Cálida prosa con la que Dn. Francis­co Hernández Domínguez trova a su tierra, prosa a la que me permito agregar: La Guelaguetza: cerrados los ojos contemplo la parvada de danzantes llegados de las siete regiones, cuajaron de penachos y máscaras, danzas y ofrendas, que al vivo rayo del sol ejecutan un mágico ceremonial acompasado a tonadas que a toda garganta y a pecho abierto se claman en tono mayor, o se salmodian a lo hondo, a lo memorioso, a lo melancólico, en un acompasado tono menor. La Guelaguetza…

Porque yo, mi mano en la de mi istmeña de Ciudad Ixtepec, año con año desde hace algunos, presenciaba esa ceremonia que es síntesis y amalgama de lo indígena tradicional y español y mestizo, donde se queman el copal y el incienso a Centéotl, diosa del maíz tierno, y a la Virgen que vino de España y convive en santa paz con la Princesa Donají, con el rey Cosijoeza y el arrogante Zahuindanda, el Flechador del Sol…

Fue en esta semana, pero del 2006. A la fiesta del espíritu y los sentidos pensá­bamos asistir mi Nallieli y su servidor (de ella). Contando las horas se nos iban los días, pero a mí y a tantos nos dejaran vestidos, alborotados y alborozados, yo, reluciente mi chaleco de pelos y mi única con los collares de monedas de oro, su atuendo de tehuana con el “resplandor” con que habría de enmarcar el resplandor de su rostro. Vestidos y alborotados quedamos mi Nallieli, su amador y los oficiantes de La Guelaguetza, representantes altivos de la “raza de bailadores de jarabe”, que dijo López Velarde. Lástima.

Lástima grande, porque a la fiesta de los Lunes del Cerro del 2006 se le atravesó la insurrección de la APPO y maestros de la Sección 22 (causas justísimas) contra el gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz, que iba a degenerar en decenas de heridos, fuego y destrucción de automóviles y locales comerciales, la prisión de varios maestros y militantes de la APPO y la muerte de un periodista extranjero. ¿Ulises Ruiz, del que exigían su destitución, para que el gobierno terminara sustituyéndolo por otro del mis­mo Sistema? Ese, en la fiesta de La Guela­guetza de este 2009, presidiéndolo todo en primera fila del graderío. Mis valedores:

¿Alguna vez lograrán los maestros pensar, hacer un ejercicio de autocrítica y crear las tácticas apropiadas para la defensa de sus objetivos de lucha? ¿O pura mega-marchita y plantón? “¡E-xi-gi-mos!” Dios…

Este año tampoco podré asistir a los Lunes del Cerro, ni siquiera porque La Guelaguetza se celebra por partida doble: la oficial y la de los maestros y la APPO. No habré de asistir. Es que mi Nallieli de alguna forma ya no es de este mundo. Tampoco yo. (Y duele.)

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