viernes, agosto 14, 2009

Especialista en “estados fallidos”

Tomás Mojarro

Estados Unidos reconoció la independencia mexicana enviando por Ministro Plenipotenciario a Mr. Joel R. Poinsett, quien ejerció un pernicioso influjo en la política fomentando la frac-masonería…

Este dicho Poinsett, especialista en “estados fallidos”, había venido a nuestro país y tanteado el terreno para sus maquinaciones, y explorado las posibilidades y ventajas para el Norte rapaz, y ofrecido hasta 5 millones de dólares por el estado de Texas. Apenas consumada la independencia de México Poinsett fue enviado en calidad de ministro plenipotenciario del país que hoy nos envía al cubano-norteamericano Carlos Pascual, especialista, él también, en “estados fallidos”. Para calcular semejanzas o diferencias del México de 1822 y el de hoy día, aquí algunos párrafos del diario de viaje del susodicho Poinsett.

“¡Cuántas dificultades, peligros y privaciones! Sin nada qué comer, excepto tasajo o carne seca; sin nada que beber, excepto pulque. Ventas carentes de lo más necesario y horriblemente sucias; ladrones en cada paso de la montaña, gritos y chiflidos. Estuve escuchando un largo catálogo de miserias y peligros a los que tendré que enfrentarme…”

Ricos y pobres. “Entre nosotros (en EU) el forastero no ve ese sorprendente y asqueroso contraste entre el esplendor de los ricos y la escuálida penuria de los pobres que constantemente hiere sus ojos en México.” De 1822 al 2009, ¿ha cambiado el país? ¿Cuánto…?

Burocracia. “Con una deuda exorbitante, el presupuesto para el sostenimiento del gobierno es muy elevado, y el número de personas empleadas en los diversos ramos de la administración aumenta, de modo excesivo, los gastos de ésta”. ¿Ha cambiado…?

¿Justicia en México? “Los abogados: un gremio numeroso y la práctica de la abogacía no es, como en Estados Unidos, un llamamiento a la justicia imparcial, sino al arte de multiplicar actuaciones y de aplazar resoluciones hasta conseguir el apoyo del juez por medio de influencias y sobornos…” (¿Así era? ¿Ya no es?)

Las mujeres. “Las casadas son de modales muy agradables. Se dice que son fieles al amante favorecido y que una intriga de esta clase no afecta la reputación de una dama”.

La religión. “Sienten placer infantil al marchar en procesiones y para ellas se visten del modo más fantástico, y los sacerdotes han considerado necesario permitirles que mezclen sus danzas y mojigangas con las ceremonias católicas (…) Son los campesinos, sobrios, industriosos, dóciles, ignorantes y supersticiosos. Dejan que sus sacerdotes los manejen para bien o para mal. ¿El agro? Ese está completamente arruinado”. ¿Y hoy…?

Los sacerdotes. “Ejercen una influencia ilimitada sobre las clases bajas y altas y se oponen a las libertades civiles. El clero posee fincas muy extensas y ricas, y una proporción bastante elevada de las tierras está hipotecada a su favor. Visité la catedral de Puebla, muy bella, pero en medio de su esplendor entraban indios miserables y semidesnudos, que nos veían boquiabiertos o se arrodillaban ante el altar de algún santo predilecto, ofreciendo un contraste tan especial como doloroso frente a la magnificencia del templo”.

Por cuanto a la Cuba de Carlos Pascual. “Cuba es de gran importancia para nuestros estados del sur. Lo que más me atemoriza por ser más perjudicial para nuestros intereses es que esta isla sea ocupada por alguna gran potencia marítima. Esto no sólo nos privaría de esta extensa y lucrativa rama de comercio, sino también, en caso de guerra con esa nación, le brindaría una posición militar desde donde podría aniquilar todo nuestro comercio en estos mares. Cuba no es solamente la llave del Golfo de México, sino también la de nuestra frontera marítima al sur de Savannah y en su suerte están involucrados algunos de nuestros más altos intereses, tanto políticos como comerciales.

Ahora me ocupo de un asunto del que apenas me atrevo a escribir: los ultrajes e insultos inferidos a nuestros compatriotas por las viles turbas de La Habana. Nuestros sufrimientos por este motivo son comunes a todas las naciones de gran comercio. Pero algún remedio exige el salvaje tratamiento que nuestros mercaderes, capitanes de buque y marinos han sufrido a veces en esta ciudad (…) Nuestros agentes comerciales no son reconocidos como tales por las autoridades de La Habana, y no se atreven ni siquiera a protestar contra estos actos deliberados de crueldad…”

Poinsett, Carlos Pascual, México. (Este país.)

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