martes, noviembre 10, 2009

¿Quiénes son los expertos en educación?


José de Jesús Castellanos

Cada vez que alguien habla de o analiza el sistema educativo mexicano, resulta que es para señalar sus muchas deficiencias y reprobarlo. Hace apenas unos días, se presentó un estudio elaborado por Mexicanos Primero, institución que trabaja en torno al tema, y en el mismo se determina que nuestro sistema educativo es un desastre.

Desde luego que el resultado no es una novedad. Ahora, sin embargo, está soportado por una institución de la sociedad civil que lejos de buscar la confrontación con la Secretaría de Educación Pública (SEP), busca trabajar al lado de ella para impulsar la mejora de la misma.

Ésa es la tónica del presidente de esa institución, Claudio X. González, quien entre su estrategia cuenta con el reconocimiento que anualmente se hace a maestros que innovan, estimulan y ayudan a que sus alumnos se superen. Podría decirse que Mexicanos Primero es experto en la crítica positiva y la negativa, buscando soluciones de fondo para el bien de México.

Sin embargo, el diagnóstico –que no es el primero y seguramente no será el último por la resistencia de las autoridades o del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para modificar planes y métodos educativos– ha molestado a quienes se han visto involucrados en el desarrollo de la educación en México, incluyendo al ex secretario de Educación en el sexenio pasado, Reyes Tamez Guerra, quien de inmediato presentó su protesta.

El resultado del estudio señala que como consecuencia de la falta de infraestructura, ausentismo de profesores, marginación, comisiones sindicales y bajos sueldos, entre otras causas, los estudiantes mexicanos son de los peores calificados en la OCDE. Esta institución ha iniciado una campaña para que los padres de familia exijan en sus respectivos planteles una mejor educación para sus hijos.

Sin embargo, han pasado años y años sobre esta situación y en la SEP nadie se ha atrevido a realizar una reforma educativa a fondo que permita superar el estado de postración de la educación en México. Las resistencias, lo sabemos, son muchas; también los intereses creados. Pero el gran perdedor es México.

¿Cómo mejorar un sistema educativo que siempre repite lo mismo? Es de sobra sabido que quien hace lo mismo siempre obtiene el mismo resultado. Los adornos no cambian lo que es el fondo. Por eso no queda claro que México pueda elevar la calidad de la educación.

Quizá el primer problema es que todo lo definen los “expertos”, los “técnicos”, los “asesores”. Por ellos pasa o no pasa cualquier programa, cualquier libro de texto, etcétera. Es más, ellos son los que dictan por dónde y cómo debe ser la educación y nadie debe salirse del guión. Y como pocos son los que se salen y mejoran las cosas, o a quienes se les autorizan verdaderas mejoras, el país no avanza.

Antes no había tantos pedagógos ni tantas teorías sobre cómo educar a los niños, pero había mejores resultados. Fueron las innovaciones del sexenio de Luis Echeverría las que iniciaron la debacle del sistema. Y aunque se dice que se han dado algunos cambios, como la introducción del civismo y la ética en la educación, el problema es que los nuevos textos pasaron por los mismos filtros que durante los últimos años han diseñado planes y programas que no han dado resultado.

Una reforma educativa a fondo requiere no sólo de cambios de actitud en los maestros, a los cuales se les suele cargar la mano, pues no todos son agitadores, comisionados sindicales ni beneficiarios de la grilla. Así lo ha reconocido el propio Mexicanos Primero al otorgar su premio anual a lo más destacado del magisterio. Pero, a fin de cuentas, ellos trabajan con el material y los programas que les dictan. Al mismo tiempo, ellos recomiendan que los padres de familia estén más cerca de la escuela y de sus hijos.

Pero, finalmente, cabría analizar detenidamente la conveniencia de realizar un cambio de “expertos”, dejar de estar inventando y copiando cosas que ya se han desechado en otros países, y volver a los principios fundamentales de la pedagogía, independientemente de que se deban introducir y aprovechar las nuevas tecnologías.

Se trata, sin duda, de un problema complejo, pero ¿no sería mejor integrar equipos de trabajo con maestros exitosos, probados, que han logrado alumnos de excelencia, que tecnócratas de escritorio que, quizá sin nunca haber estado en el aula, dictan las normas y los modos con que deben actuar los docentes?

Los estudios se reproducen y no salimos de un diagnóstico constante: la educación en México está en una situación crítica. Es urgente actuar, ya.

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