Compañeras y compañeros de partido:
En el PRI no tenemos duda alguna en cuanto al papel histórico que a nuestra corriente política le corresponde jugar en México en estos tiempos aciagos, y es regresar a como dé lugar a Los Pinos, el hogar que nos vio nacer.
Precisamente porque un objetivo importante del accionar del Partido ha sido regresar al gobierno para acceder al botín –y repartirlo de nuevo entre nuestras clientelas– no podemos aceptar los pactos para promover la competencia política en nuestra contra.
Nosotros fuimos los primeros en demostrar la amnesia a nuestros principios y la adopción de posiciones programáticas, durante el gobierno de Carlos Salinas, el cual, por cierto, yo apoyé en todo momento. Ahora no podemos permitir que otros partidos copien esa amnesia y ese pragmatismo que son monopolios nuestros.
Nosotros fuimos los que empezamos la vieja tradición –vigente durante 81 años– de apetito por el poder y falta de respeto a los ciudadanos.
Nosotros fuimos los primeros artífices de la ambición y el oportunismo, y hemos contribuido orgullosamente al descrédito de la política ante la sociedad. Ante tal alarde de desmemoria e inconsistencia sobre el papel que hemos jugado, los llamo a celebrar, hoy en nuestro día, a líderes de la talla de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Arturo Montiel, Roberto Madrazo, Elba Esther Gordillo, Carlos Salinas, Ulises Ruiz y Mario Marín.
Allá están los otros partidos y su embrollo. Nosotros hemos sido consistentes en nuestra propuesta de elevar los impuestos a cambio de impedir las alianzas en nuestra contra. Nuestros seguidores jamás se verán ensombrecidos por la duda y el desconcierto. Saben que somos corruptos pero confiables.
En el PRI tenemos nuestro quehacer. Comprar votos, construir clientelas, engañar ciudadanos, evidenciando que somos una fuerza política capaz de comprender la difícil situación que atraviesa el país, y proponer soluciones que nos convengan y nos regresen al poder. Porque en el Partido Revolucionario Institucional sí sabemos gobernar a la antigüita.
México atraviesa una de las etapas más críticas de su historia, y gracias a Dios, nosotros hemos contribuido a que eso sea así. El país está sumido en un desarreglo que va desde la economía hasta la política, y nosotros hemos ayudado bloqueando reformas, protegiendo nuestros intereses, y financiando a nuestros gobernadores para poder mantener el statu quo.
Tal combinación ha llevado a una severa destrucción del tejido social y a un serio daño de los valores nacionales con los cuales hemos indoctrinado a millones de mexicanos para que sean apáticos, conformistas, y no cuestionen nuestra autoridad. Este es el resultado de nueve años de gobiernos panistas sin rumbo ni experiencia autoritaria. La era de la confusión que nosotros queremos remontar con la restauración del PRI viejo pero conocido.
Aquí, en marzo del 2010, estamos como siempre, los priistas con el pensamiento liberal (con la excepción de 17 estados en los que me he sumado a la criminalización del aborto y a la penalización del derecho a decidir).
No hay mejor escenario para el crimen organizado que la debilidad de la política y por eso es que últimamente nos va tan bien como partido. No hay ambiente más propicio para el predominio de los poderes fácticos que el desorden institucional y la ingobernabilidad, y por ello ya nos hemos aliado con esos poderes fácticos para planear una regresión a la medida de nuestros intereses compartidos. Por cierto, agradezco a Televisa la transmisión de este discurso en cadena nacional.
¡Cuidado!
Muchas décadas costó en el país instaurar un régimen democrático y debemos frenar su avance ahora mismo. A 200 años del Inicio de la Independencia y a una centuria del Inicio de la Revolución, debemos afirmar categóricamente que las libertades y los derechos ciudadanos son algo que el PRI siempre se ha empeñado en revertir.
Por eso debemos revalorar la política cupular, tras bambalinas, al estilo priista.
Por eso debemos aquilatar la importancia de los acuerdos y los pactos a oscuras, y a espaldas de la ciudadanía para elevarle los impuestos y así asegurar que nuestro puntero presidencial –Enrique Peña Nieto– no enfrente una alianza PAN-PRD en el Estado de México.
Pensar en México, en este México nuevo y distinto, requiere hacerlo de las viejas maneras, con los discursos atávicos, con las palabras apolilladas. Pensar en México para ponerlo a nuestra disposición otra vez, requiere no creer en la creatividad de la sociedad civil y no impulsar su protagonismo, ni aprender sus modos ni soñar sus sueños. Tan es así que me he opuesto a las candidaturas independientes y a cualquier otro mecanismo que le de voz y representación real a la sociedad.
Los años recientes, en la alternancia, los priistas hemos demostrado con creces nuestra falta de compromiso con una República moderna. Hemos pretendido la disolución del país para luego hacernos de sus despojos. Hemos sabido ejercer una oposición en la que aprobamos tan sólo los acuerdos cuando convienen a nuestros intereses (empresariales, corporativos, sindicales). No nos vamos a detener. Las necesidades de nuestros líderes políticos no cesan, se profundizan.
Es indispensable subrayar que para regresar al poder necesitamos darle todo lo que necesiten a nuestros gobernadores. Somos constitucionalmente una federación con estados libres y soberanos, y por ello podemos permitir que en sus feudos locales, los gobernadores priistas gobiernen como se les dé la gana. Los gobernadores de los estados emanados de nuestra fuerza política, cuentan con todo el respaldo de su Partido, aunque violen la ley, atropellen las garantías individuales, les arrebaten a las mujeres el derecho a decidir, o protejan pederastas.
Tengo confianza plena en las bancadas de Senadores y Diputados que representan al PRI en el Congreso de la Unión. Estoy segura que al disciplinarse ante mí, ante su coordinador parlamentario, o ante algún poder fáctico de peso –mientras ignoran a sus representados– podremos seguir legislando para preservar intereses enquistados y asegurar el regreso del PRI a Los Pinos.
Juntos vamos a reinstalar el autoritarismo, pero ahora disfrazado mejor. Queremos un México al que podamos controlar y manipular y exprimir como siempre.
Seguimos luchando.
Seguiremos luchando.
¡Viva el PRInosaurio!
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