José Gil Olmos
MÉXICO D.F., 9 de junio (apro).- Si las cosas van como hasta ahora el gobierno de Ulises Ruiz terminará como empezó: en medio de impugnaciones, violencia, terror y muerte. Una situación que nunca se había vivido en Oaxaca y quizá en ningún otro estado del país.
Hace seis años el priista Ulises Ruiz, allegado a Roberto Madrazo y su grupo ganó la elección para gobernador a Gabino Cué que, como ahora, encabezaba una alianza opositora que proponía un cambio de gobierno en Oaxaca, una de las entidades con mayores rezagos del país.
En aquella ocasión, Ulises Ruiz hizo gala de sus artes en el fraude electoral y ganó con poco más de 30 mil votos. En ese entonces, el padrón era de más de 2 millones de electores. Debido a una serie de irregularidades durante la jornada, el proceso electoral se fue a los tribunales donde el priista ganó en medio de cuestionamientos a las autoridades electorales.
Desde su llegada al gobierno de Oaxaca, Ulises Ruiz empezó la dejar la marca que distinguiría su gobierno: el uso del poder de manera impune y corrupta.
Mandó a hacer obras públicas que quedaron en manos de su familia, lanzó una campaña de persecución contra sus adversarios y se apropió del PRI en el estado haciendo a un lado a sus propios compañeros de partido.
La violencia nació de sus manos hasta hoy día ofreciendo un récord vergonzante, que no ha tenido ningún gobernante mexicano: 70 muertos por razones políticas (incluidas las últimas de San Juan Copala), 500 activistas sociales detenidos, y la desaparición de una decena de personas ligadas a distintas organizaciones sociales, políticas y hasta guerrilleras.
En el 2006, el mandatario oaxaqueño estuvo a punto de salir del gobierno por el conflicto de la APPO, pero al final logró salir airoso. Compró conciencias de líderes sociales y maestros, y engañó a los oaxaqueños haciéndoles creer que todo era culpa de las agrupaciones populares y del magisterio. Aún más, en un alarde del manejo mediático que tiene, creo la pantalla del surgimiento de un supuesto grupo armado en la sierra que utilizaban, dijo, tenis Nike nuevos.
En ese año, el presidente Vicente Fox lo arropó en una negociación oscura con el PRI. A cambio de mantenerlo, el PRI le daría el reconocimiento de la victoria de Felipe Calderón en esa elección presidencial. Y así fue.
Ulises Ruiz fue el primer gobernador del PRI que hizo un reconocimiento del triunfo de Calderón la noche de aquel 2 de julio al escribir una carta dirigida a sus pares de otros estados, rebasando la voluntad de Madrazo que aún no se atrevía a reconocer su derrota.
A partir de entonces todo se le perdonó a Ulises Ruiz, quien hizo cómplice a Calderón de su gobierno, pasándose por el arco del triunfo las acusaciones de violaciones a las garantías individuales de los oaxaqueños y de asesinatos a líderes sociales e indígenas como lo hizo la Suprema Corte de Justicia al investigar el conflicto del 2006.
El gobierno de Ulises Ruiz ha sido una pesadilla para los oaxaqueños en los últimos seis años. Diario lo ven pasar en camionetas de lujo, en aviones arrendados que al final de su administración quiere apropiarse, luciendo su impunidad mientras la capital del estado sufre la peor crisis económica de su historia.
Nuevas manifestaciones de maestros y de organizaciones populares han cerrado las principales calles de la ciudad afectando la actividad comercial y turística de la ciudad de Oaxaca.
Restaurantes y hoteles vacíos, tiendas y bares sin gente, comercios sin actividad, nuevos enfrentamientos en las calles y conatos de violencia en algunas zonas del estado, es lo que se vive en vísperas de la elección del próximo 4 de julio cuando se elijan al gobernador, presidencias municipales y diputados locales.
La violencia con la que llego Ulises Ruiz parece ser la misma con la que pretende hacer ganar a su candidato Eviel Pérez Magaña quien enfrenta a un candidato de la oposición más fortalecido por la experiencia de la contienda electoral de hace seis años.
De acuerdo con expertos, en las elecciones de Oaxaca, la violencia y el temor a participar benefician al PRI porque mantiene su voto duro y aleja las posibilidades de una mayor participación ciudadana.
Es por ello que no se descarta que desde el gobierno de Ulises Ruiz se promuevas acciones violentas encaminadas a inhibir el voto.
Oaxaca esta sumida en una profunda crisis desde que llego Ulises Ruiz. Es tiempo de que los oaxaqueños reflexionen si quieren mantener un gobierno de continuidad o dar el paso a la alternancia, aunque sea también un riesgo como lo demostraron los gobiernos de Felipe Calderón y Vicente Fox.
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