miércoles, mayo 11, 2011

Costa de Marfil: la otra revuelta

Jesús Aldabi Olvera

MÉXICO, 6 de mayo (apro).- Al contrario de las dictaduras de África del Norte, la mayoría de los países de África Subsahariana cuentan con un sistema democrático. Sin embargo, en países como Uganda, Benín, Gabón y Costa de Marfil se presentan manifestaciones multitudinarias, tal como sucede entre sus vecinos árabes.

La razón es que en esas naciones de África subsahariana la apertura política no se ha aprovechado y los problemas que enfrentan desde su independencia amenazan con dar al traste con su endeble democracia.

Jeanne Maddox Toungara, catedrática de Historia en la Universidad Howard de Washington y experta en temas de Costa de Marfil, explica a Apro el caso de este país:

“Muchas de las revoluciones del Norte de África están demandando aprobación popular de sus constituciones, elecciones multipartidistas y la implementación de un gobierno democrático. Costa de Marfil ahora tiene todo esto, pero tiene problemas por la falta de una tradición democrática y la falta de respeto de la ley por parte del expresidente Gbagbo”.

Durante el gobierno de Laurent Gbagbo existía formalmente la libre expresión y el estado de derecho. Sin embargo, el presidente depuesto mostró aspectos que causaron un gran rechazo social, ya que llegó al poder después de la inestabilidad política provocada por el golpe de estado de 1999, pospuso seis veces las elecciones y se negó a aceptar los resultados de las elecciones de 2010.

Además, su administración se vio marcada por una guerra civil que iniciaron los grupos opositores del norte del país en septiembre de 2002. Según la base de datos CIA Worldfactbook, el conflicto se originó por los problemas estructurales del país, como la reforma agraria y la falta del reconocimiento de la ciudadanía de una cuarta parte de la población.

En 2011 la situación se repitió con los mismos factores, pues se enfrentaron las milicias norteñas contra las milicias del sur de Gbagbgo. En el informe de Amnistía Internacional, titulado Costa de Marfil: advertencia de catástrofe de derechos humanos ante el avance de las fuerzas sobre Abiyán, del 31 de marzo, se denuncia que el gobierno de Gbagbgo reclutó mercenarios de Liberia para los combates. Aunque el reporte también dice que las fuerzas leales al actual presidente, Alassane Ouattara, cometían violaciones a los derechos humanos.

“Lo que hubiera sido una fácil transición de liderazgo fue volcada por el gobernante que se encontraba en el cargo”, lamenta Toungara.

De acuerdo con la experta, Gbagbo movió sus influencias en el Consejo Constitucional del país para ser seleccionado como el ganador de las elecciones. El presidente de dicho Consejo, Paul Yao N'Dre, es aliado de Gbagbo.

A pesar de que los comicios se realizaron con procedimientos aprobados por el Código Electoral y la Constitución, y de que expertos de la Organización de Naciones Unidas observaron el desarrollo de la jornada electoral en 700 casillas, el presidente del Consejo Constitucional de Costa de Marfil, Paul Yao N´Dre, anuló los votos de siete distritos del norte del país por considerar que la oposición controlaba la zona.

“En este caso, se debían repetir las elecciones”, explica Toungara.

El Consejo Constitucional tiene la autoridad para analizar los reclamos acerca de la justicia de las votaciones del país, pero no puede eliminar los votos de alguna región o declarar inválida la decisión de la Comisión Electoral Independiente (integrada por miembros de todos los partidos) que declaró a Ouattara como vencedor.

Sin embargo, el Consejo Constitucional rectificó su decisión el 5 de mayo y terminó con la crisis institucional al declarar a Ouattara presidente.


El espejo de Houphouet

El dilema de Costa de Marfil va más allá de sus problemas electorales: 42% de la población se encuentra por debajo de la línea de la pobreza (en 1999 era apenas 28%), sólo 48.7% de la población sabe leer y escribir, el país ocupa el lugar 163 de 177 en el Índice de Desarrollo Humano de 2010, y el 118 de 149 países en el Índice Global de Paz, y en el índice de Estados fallidos ocupa el lugar 12 de 60.

Esto no siempre fue así.

Costa de Marfil creció 11% durante la década de los sesenta gracias a su producción de cacao (actualmente acapara 46% de la producción mundial). De 1960 a 1993, el país tuvo un boom económico calificado como “el milagro marfileño”. Incluso a “Abidjan”, la capital económica de Costa de Marfil, se le llamó “la París de África Occidental”.

Este desarrollo tuvo lugar durante el gobierno de partido único de Henry Houphouet-Boigny, quien dirigió el país ininterrumpidamente desde la independencia en 1960 hasta su muerte, en 1993.

Sin embargo, el reparto de la riqueza del país no fue equitativo. Jems Robert Koko Bi, importante escultor marfileño reconocido en la Bienal de Arte Africano Contemporáneo de Dakar en 2000 y 2008, habló con Apro acerca de la situación de su país.

“Cuando se viene de un continente como África, donde todo es difícil de entender, y cuando la gente está al límite de la sobrevivencia y vives en un país como Costa de Marfil y tienes que lidiar para encontrar algo que comer, ¿se le puede llamar realmente un milagro?”, pregunta.

Y afirma:

“Nunca hubo ese milagro económico que Houphouet dijo, no para la gente marfileña. Fue una estrategia política de Houhpouet para enseñar un falso espejo que diera a la gente esperanza. Pero en la realidad, las personas sabían que no había nada”.

Comenta además que las comparaciones con las condiciones de vida de los países vecinos como Burkina Faso, Mali y Guinea, donde todo es sequía y la pobreza es más dura, hacía que los marfileños valoraran lo poco que tenían.

En el año 2005 el costo humano de la producción de cacao comenzó a llamar la atención gracias al Reporte global de trabajo infantil de la Organización Internacional del Trabajo, que mostró que en Costa de Marfil hay 200 mil niños que laboran en las plantaciones, 12 mil trabajan lejos de sus familiares y existe el riesgo que 6% sea esclavizado.

En el libro Costa de Marfil: por una alternativa democrática, del entonces opositor Laurent Gabgbo, se describe la “dictadura” que se vivía con Houphopuet. El encarcelamiento de disidentes (especialmente líderes sindicales como el exdirector de Amnistía Internacional de Costa de Marfil, Francis Wodié) durante las épocas de bonanza.

Las consecuencias eran lógicas. La ilusión social que creó Houphouet se desvaneció con su muerte. Esta es, para el artista, la causa de la crisis. Sin embargo cree que hay un aspecto más profundo:

“En algún lugar hay un egoísmo muy grande en Costa de Marfil. No hay solidaridad. Costa de Marfil es realmente un tesoro, pero cada uno quiere quedárselo para sí mismo si tiene la posibilidad, y cuando no la tiene, llama a alguien que le pueda ayudar”.


La división por la ivoirité

Inmediatamente después de la muerte de Houphouet Boigny comenzaron las luchas por el poder entre sus dos principales colaboradores: Henri Konan Bédié, entonces ministro de Finanzas, y Alassane Ouattara, entonces primer ministro. A la lucha por el poder se sumó el opositor Laurent Gabagbo.

“Durante esta campaña, Bedie creó el concepto de la ivoirité para contestar la legítima candidatura de Ouattara contra él en la carrera presidencial”, explica Maddox Toungara.

La madre de Ouatarra nació en Costa de Marfil (Gbleleban) y él nació en Dimbokro, en el mismo lugar de Bedie. El padre de Ouatarra fue un funcionario colonial asignado a Costa de Marfil, pero cuando este país proclamó su independencia respecto de Francia, él estaba en la frontera en lo que es Burkina Faso, por eso fue excluido de las elecciones.

La experta denuncia que la ivoirité establecía como marfileños sólo a las personas de las regiones del sur, únicos ciudadanos que tenían el privilegio del voto y acceso a los beneficios de la nación, a pesar de que 25% de la población es inmigrante, especialmente de Burkina Faso y Mali.

“Ellos fueron la columna vertebral del desarrollo económico del país a través de su trabajo en la agricultura del cacao y el café. Algunas familias han vivido en Costa de Marfil por generaciones, pero nunca buscaron obtener la ciudadanía. Para ganar las elecciones, Bedie tenía que excluirlos del voto, y consecuentemente privar de ese derecho a las personas de descendencia norteña”.

“Esto trajo un conflicto étnico y cultural creado por la implementación de la ivoirité, y de propaganda viciada entre las identidades y religiones entre el norte y el sur”.

El golpe militar en contra de Bedie en diciembre de 1999 trajo al poder a alguien del oeste, el General Guei, que decidió con Gbagbo (FPI), también alguien del oeste, que eran los únicos candidatos viables para las elecciones presidenciales del 2000, aclara la experta, y también explica las causas profundas del inicio de la guerra:

“La guerra civil del 2002 es una consecuencia de la falla de Houphouet de desarrollar fuertes y amplias instituciones democráticas después de su muerte, pero más importante la consecuencia del mal entendimiento de Gbagbo sobre lo que significa el poder y la autoridad en una sociedad multicultural. Él provocó el intento de golpe de Estado y el motín militar que le siguió”.

La ivoirité provocó un polémico debate en la sociedad marfileña. Muchos intelectuales lo tachan como un concepto de exclusión. La canción Mon pays va mal (mi país va mal), del cantante de reggae marfileño que vive en el exilio, Tiken Jah Fakoly, denuncia los males que trajo este concepto:

Antes no se hablaba de los norteños o sureños
pero ahora todo se echa a perder
el ejército se divide
los estudiantes se dividen
la sociedad se ​​divide
incluso nuestras madres se dividen
Antes no se hacía mención de los cristianos o los musulmanes
pero ahora han echado todo a perder
nos falta la medicina
contra la injusticia, el tribalismo, la xenofobia
después de la ivoirité
ellos crearán otra cosa

De acuerdo con la experta Toungara, el caso de Costa de Marfil fue preparado como el genocidio de Ruanda de 1994. El uso de los medios y la radio, especialmente, fue primordial para propagar odio y provocar susceptibilidades de manipulación (a través del dinero, la comida y el vestido), y así se creó una realidad basada en las diferencias.

“Nunca hubo antes un conflicto religioso en Costa de Marfil antes de la ivoirité”, recalca.

Y Jems Robert Koko Bi afirma que “la diversidad puede ser un factor importante para el desarrollo y la unidad. Normalmente las personas marfileñas no son guerreros, sino trabajadores pacíficos. Pero los políticos les han sembrado un espíritu negativo desde 1999: la división. Côte d´Ivoire (nombre francés oficial del país) tiene la constitución de cuatro grandes grupos étnicos y la equidad entre la diversidad social y cultural eran los factores de bienestar en este país. Pero el espíritu de división se ha convertido en el arma de la desestabilización”.


Perdón, cultura y paz

La llegada de Ouattara al poder ha despertado expectativas. Especialmente después de su mensaje en Navidad a los cristianos, en el que los llamó hermanos y apeló por la paz y la reconciliación.

El perfil que la BBC de Londres hace de Ouattara lo coloca como un tecnócrata occidental. Su experiencia internacional como director de África en el FMI y como cabeza del Banco de los Estados del Este Africano (CEAO) y otras instituciones internacionales, además del rápido reconocimiento que obtuvo de Francia y Estados Unidos, le dan seguridad.

“Él tiene la conciencia moral y el deseo de implementar una agenda de derechos humanos y anticorrupción. Entiende su papel, y sirvió como uno de los primeros ministros de Houphouet y como cabeza del gobierno. Su gobierno será inclusivo y competente”, opina Toungara.

A pesar de ello, se enfrenta a retos como la restauración del respeto de los derechos humanos, el desarrollo económico de la agricultura de exportación y el empleo, especialmente para los jóvenes que buscan tener mayor preparación.

Jems Robert Koko Bi relata su situación particular y explica las ideas que tiene sobre la paz y la cultura:

“En cualquier parte del mundo los artistas son importantes. Ellos tratan, a través de sus trabajos, de hacer conciencia para orientar a las personas hacia un cambio (…) pero mientras los políticos hagan lo que quieran, el esfuerzo de los artistas no tendrá influencia cuando la gente lo necesite”.

Koko Bi piensa que la gran cantidad de muertes que hubo en el conflicto hará difícil la resolución de los problemas de su país sin importar quien sea el presidente. Ouattara tiene entonces una situación delicada, ya que se puede pensar que llegó al poder después de una guerra.

“Creo que antes de dar justicia social, (Ouattara) debe dar el tiempo para que cada quien tenga paz”, dice.

Y cree que la responsabilidad debe ser compartida:

“Todo el pueblo marfileño es culpable. Cada uno es culpable. También yo. Así que debemos buscar la paz y la libertad por nosotros mismos. Necesitamos perdonarnos, el señor Ouattara necesita encontrar paz y libertad. Cuando la encuentre, será un buen candidato para buscar la justicia social”.

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