domingo, septiembre 03, 2006

Desde San Lazaro

Saldos de la (no) batalla
Julio Hernandez


La primera batalla poselectoral abierta fue ganada de manera tajante por Andrés Manuel López Obrador: llevó a Vicente Fuchs a una pinochetista militarización de San Lázaro, donde las armas nazionales se quedaron en espera de los actos de provocación que dieran paso a desalojos y represión "legitimados" y, luego, usando solamente una parte de sus fuerzas (las de una bancada legislativa que sus adversarios aseguraban que estaba dividida y desanimada), dejó al jefe de la campaña del odio y la división sociales convertido en un presidente DHL (entregas y te vas), que al ser incapaz de cumplir con un ritual legislativo está informando a Felipe Calderón que los planes conjuntos están sujetos a fuerte revisión.

Ironías históricas: a fin de cuentas, el cerco y la exclusión sólo dejaron fuera a su promotor, Vicente el (informativamente) Breve. Y, en el Zócalo judoka, la fuerza del adversario fue usada para derribarlo, apareciendo entonces los "violentos" como prudentes y los "pacíficos" como organizadores de trampas envenenadas. Las profecías apocalípticas se convirtieron en un reacomodo de fuerzas que adelantó el adiós político de lo que queda del presidente Fox (el 1º de septiembre ha sido su 30 de noviembre, aunque el emperador despechado aún puede usar los tres meses de amargo saldo para buscar inmolaciones colectivas). Y los diarios amagos de represión contra el plantón del Zócalo y Reforma han de esperar mejores tiempos porque con el gesto de prudencia tomado la tarde del viernes en la Plaza de la Constitución se ha quitado fuerza a las pretensiones de violencia institucional contra un movimiento que no ha roto un vidrio ni pintado una pared durante semanas de resistencia masiva, mientras sus adversarios en el poder han debido instalar tanquetas, soldados y artificios de guerra civil para contener un desbordamiento ciudadano que acabó conduciéndose con más madurez y responsabilidad que el poder desquiciado.

El más dañado resulta ser, desde luego, Felipe Calderón. Sigue estando fuera del escenario político, convertido en un objeto que debe acomodarse a las decisiones del jefe Vicente que a noventa días de entregar el cargo se niega a reconocerle personalidad suficiente a su presunto heredero. Si Fox no ha sido capaz de garantizarse un Informe presidencial de despedida, mucho menos podrá organizar una toma de posesión repudiada. Con los movimientos estratégicos de la tarde del pasado viernes, Calderón queda más expuesto a una posible anulación de los comicios (es decir, que se declaren no válidos) o a una ruta de descarrilamiento rumbo al 1º de diciembre.


¡Qué oso!
Enrique Galvan

En una reciente entrevista de prensa, Porfirio Muñoz Ledo trazó con agudeza un perfil de don Vicente MegaSpot, a quien conoce de cerca por sus antiguas andanzas políticas: "Yo sostengo que Fox es un ranchero mañoso, que no tiene pensamiento complejo... tonto no es, piensa sus cosas y tiene asesores, algunos muy duros y otros hasta perversos". ¿Cómo un ranchero mañoso -aunque carente de discernimiento complejo- fue a hacer el oso al Congreso? ¿Quién de sus asesores lo empinó? En las últimas horas estuvo acompañado de Carlos Abascal, que no es ranchero y sí posee la capacidad de pensamientos de cierta complejidad, pero carece de experiencia política. Descartado. La gente cercana a don Vicente comenta que Abascal le anticipó con crudeza los riesgos. ¿Quién más? Todo indica que fue la señora Marta quien lo empujó. ¿Y por qué habría de hacerlo? No fue su intención que hiciera el oso, sólo que, madre al fin, le importan más sus hijos -para los que necesita protección- que su segundo marido. La señora Marta sabía que si la oposición impedía que don Vicente leyera su Informe, como sucedió, habría muchas posibilidades de que también impida que tome posesión Felipillo el primero de diciembre. Quería conocer hasta dónde llegan sus fuerzas. ¿Serán necesarios más efectivos del Estado Mayor y de la PFP en las calles para sentar a Felipillo en la silla presidencial, o, inclusive, mandar apresar a los diputados de oposición?

Del informe al infomercial
Sendero
Septiembre 2, 2006.

No hubo informe presidencial. Para efectos políticos y de cara a la sociedad, este año no hubo informe. Formalmente sí lo hay, desde luego: se entregó por escrito y posteriormente en cadena nacional el presidente (con minúsculas, siguiendo a la milenaria Marcela Gómez Zalce) dio un mensaje y al hacerlo, reveló con toda nitidez la naturaleza del “gobierno del cambio”: su carácter mediático, impositivo (quedamos “encadenados” durante varios minutos) y parafernalio.

No hubo informe porque el ritual político no se cumplió: el presidente no dio cuenta del “estado que guarda la nación” ante el congreso, que es “la casa del pueblo”. Frases hechas, lugares comunes, acartonamientos que dan soporte al ritual del 1 de septiembre, que este año no se efectuó.

Esta ausencia representa un signo más del derrumbe del viejo sistema político, remozado por el “gobierno del cambio”, pero vigente en su esencia y en sus formas. Y si la forma es fondo, como dice otro lugar común de la política, la forma de este “informe” revela el fondo de la “administración” foxista: su desprecio por la política, que es diálogo, concertación, construcción de consensos y búsqueda del bien común, y su evidente gusto por la inmediatez, la espectacularidad y la insulsez de la imagen televisiva.

La trayectoria de Vicente Fox: del Congreso al set televisivo, del diálogo a la descalificación y la amenaza, del mensaje político al infomercial. Lo de ayer en cadena nacional no fue un informe ni un pronunciamiento de un estadista, fue el intento de vender una imagen de una mercancía añeja, ajada, devaluada, falta de credibilidad. El producto en venta es Fox… y ya nadie –o muy pocos- lo compran.

Si Fox no pudo subir a la tribuna en el Congreso es responsabilidad de él y de sus “operadores políticos” (con Abascal a la cabeza). Su impericia política, su insensibilidad social y su inquina autoritaria (recordemos aquello de los renegados) han impedido a Fox presentarse ante México en el Congreso. La “máxima tribuna del país” le ha sido negada por cuenta propia, su ausencia del Congreso obedece a las malas siembras del sexenio, que ahora son tempestades políticas en tiempos de huracanes. Los congresistas del PRD y del PT han sido -ahora sí- representantes de millones de mexicanos que nos avergonzamos de tener un presidente (con minúsculas) como Fox (y que cada quien coloque aquí los calificativos que mejor lo describan….).

Pésima decisión de Fox y/o sus “asesores” de pasar del Congreso al set de televisión, la de hacer un infomercial en lugar de un informe presidencial. Mala decisión porque mostró que todo fue un montaje, que todo estaba preparado puesto que el infomercial había sido previamente grabado; en esas circunstancias, acudir al Congreso para pretender leer el mensaje político no fue más que una representación que evidenció la debilidad de Fox. Si ya sabía que no hablaría ¿a qué fue?

Hubiera sido más inteligente y más prudente simplemente enviar el informe por escrito, escurrir el bulto durante unos días (montando a caballo en su rancho, por ejemplo) y lunes o martes, organizar una rueda de prensa donde podría dar un mensaje breve y después responder a las preguntas de la prensa. Pero es demasiado para Fox… ¿lo imaginan tratando de responder a las preguntas de Carmen Aristegui o de Julio Hernández?

Del informe al infomercial. Pésima decisión de Fox porque ha colocado a la Institución Presidencial en el mismo rango que los cosméticos milagrosos, las cacerolas antiadherentes, los aparatos para bajar la panza y los ungüentos mágicos para eliminar los barros.

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