domingo, septiembre 10, 2006

Recordar: Efrén Capiz

ZIRAHUEN, MICHOACAN.- La lucha por la tierra es parte de la naturaleza de Efrén Capiz Villegas, líder comunero, cabeza de la Unión de Comuneros Emiliano Zapata, maestro guarachero, talabartero y aprendiz de panadero. La osamenta comprimida por casi 80 años trajina el tapiz de un cuero vitalmente curtido.

"¡Qué bonito es mi gabán y mi estado Michoacán!", con sombrero y gabán al hombro reza la figura enraizada en canas cuando habla de Nahuatzen, su tierra natal. Su historia data de un 9 de septiembre de 1924.

Es fin de semana, por una angosta puerta de metal puede verse a Eva Castañeda trapeando; en los últimos 45 años ha compartido andanzas con Efrén Capiz, "el compañero" como a veces lo llama. "Es sábado glorioso, cuando te lavo, te plancho y te coso", comenta ella entre risas.

La casa de Efrén Capiz está atiborrada de papeles, periódicos, documentos y libros, una amplia mesa apila los diarios frecuentados por el líder comunero y encima de ellos un librito, Directorio de máximas, pensamientos y frases célebres.

El aire parece detenerse en el umbral, tiempos pasados acompañan los muros con fotografías en blanco y negro, una de ellas del General Lázaro Cárdenas del Río; cerca, un piano negro cargado de años.

La raíz

Ahí está Eva, habla de su noviazgo, a Efrén no le gusta comentar sobre eso, dice que no es importante para una entrevista, Eva prosigue. Ella trabajaba de secretaria en un despacho, ahí conoció a Efrén, él acudía al lugar para ver al "licenciado", después, empezó a retornar pero por otras causas. A lo largo de un año ella lo observaba parado en un sitio apartado viéndola, sin decirle nada, sin animarse, "¿qué no te has dado cuenta?" le decían conocidos a Eva aludiendo a la figura que pasaba horas contemplándola, ella mentía: "no, ¿de qué?".

Un día Efrén por fin perdió el miedo, le habló, se le declaró, se hicieron novios, una pila de meses conociéndose y 24 semanas de cárcel de por medio él para luego, a los 35 años Efrén, a los 30 Eva, casarse.
Después vinieron los hijos, dos varones una mujer, al mayor, Rafael, lo mataron el mismo año que a Genaro Vázquez, cuando iba a la secundaria; el dedo de sus padres apunta al ex gobernador michoacano Arriaga Rivera, no les cabe duda.

"¿Para qué hablar de esas cosas?, eso no es importante para la entrevista", replica Efrén.
Pero los recuerdos se amontonan y basta una sugerencia para que la lengua siga lógica propia, la imagen paterna viene a Efrén, Juan CapIz Sánchez su padre, Erlinda Villegas Ruiz su madre.

"Mi papá andaba por la lucha de la tierra comunal, él era alto y todos los de su familia también, su mamá Concepción y tata Rafael mi abuelo, sólo de parte de mi mamá eran chaparritos y pues yo salí a ella. Mi abuelo Pepe de parte de mi mamá, era natural, así se les decía, moreno, más bien prieto, mi abuela mamá Ita su esposa era de razón, blanca, blanca, los blancos eran de razón y los otros pues no éramos de razón.

"El papá de mi papá era también natural y su mamá era mestiza, ella se llamaba Concepción, por eso yo salí una revoltura, pero pesaron más las gotitas de sangre de mi mamá, ella no sabía leer ni escribir pero sabía bien el purépecha, al grado de que, cuando iba el General Cárdenas por allá la llamaban para traducir".

A veces la gente llegaba con Juan CapIz Sánchez de visita: "Juanito -le decían a mi papá- quisiera por ahí unos surquitos para sembrar unos elotitos; pues ándale ahí está el cerro -les contestaba mi papá- escógele y búscate un desmonte, nomás que hay que pelear la tierra".

No sólo la familia toca el recuerdo de Efrén, los campos y los animales pastando cruzan su umbral: "Antes había estado en el pueblo que era de obrajeros, se llegaba la siembra y la cosecha y ahí íbamos, luego a hacer forrajes y gabanes, desde chiquito lo enseñaban a uno. Ahí se iba uno al campo; frente a Nahuatzen había un pueblo que se llamaba El Juanito, arriba había que irle a dar de beber a los animales en un ojo de agua, pero teníamos que llegar temprano o se acababa.

"Nos usaban para ocupar animales ahí en el llano; una vez se me ocurrió irme a una barranca y tumbar unas ramas de cirimo, ¿sí saben cuál es el cirimo?, la tila que le dicen -da unas hojotas-, y que se las comen los animales, ya todo el mundo me decía ¡Efrencito! ¿no te llevas mis vaquitas?, y pues me las llevaba con otros amigos; en la tarde antes de regresar las ordeñábamos y nos tomábamos la leche. Tomábamos de burra, de chiva y de vaca. La de borrega nunca me llamó la atención. Cuando llegaba yo al pueblo ya estaban bien ordeñadas; cuando me decían si me las volvía a llevar a pastar yo les contestaba: "Sí claro, como no". Ahí nos juntábamos a comer y lo hacíamos bien, tortilla, chiles, nopales".

Aprendiz, oficial y maestro

La lucha por la tierra que el padre de Efrén Capiz mantenía desde que éste era niño hizo que él aprendiera algunos oficios. Un día se le metió en la cabeza que quería ser panadero, así que habló con su papá para que lo ayudara a ser aprendiz; para entonces el conocimiento de los oficios sólo se heredaba de familiar a familiar, pero como Juan Capiz Sánchez era líder comunal y luchaba con la gente por la tierra no tuvo mayor complicación para lograr que su hijo hiciera sus pininos en la panadería del lugar.

"Fuimos a ver a Laco, Eraclio se llamaba, y le dijo a mi papá que estaba bien, que yo podía entrar con él de aprendiz. Pero para entonces ese oficio era muy pesado, no había automóviles, se iba uno con un canasto en la cabeza al trote para los diferentes pueblos en la madrugada a repartir el pan; eran canastos grandotes, pero a mí me hicieron uno chiquito; ser panadero era muy pesado, nada más dormías un rato, así que un día pensé: Yo mejor quiero ser guarachero.

"Por la panadería había una guarachería y ahí me quedaba viendo; entonces le dije a mi papá que quería ser guarachero, por lo que primero fuimos a ver a Laco para decirle que ya no iba a ser su aprendiz y, luego, fuimos con Pichi que se llamaba Prisciliano y era el guarachero. Antes había huaraches de petatillo, tejido y unos para mujer de correa de perro, unos cerrados, casi como zapatos, con dibujos, muy bonitos.

"Ahí sí fui aprendiz guarachero, oficial guarachero y maestro en guarachería; ya cuando sabía uno bien ponías tu taller aparte. Yo puse el mío y tenía mucha gente, iba a comprar el material a Uruapan porque nada más curtían ahí. Antes la gente era muy presumida, a los zapatos nuevos se les ponía lo que se llama el rechinido, entonces yo se lo ponía y, me decían "¡Efrencito!, ¡Efrencito!, ponle rechinido a mis guaraches" y yo les contestaba: ¡Ay hombre! para que vean que estás estrenando".

Luego con un pariente que llegó a vivir a Nahuatzen y que había trabajado en una curtidora en Morelia, Efrén se convirtió en aprendiz de curtidor, oficial curtidor y maestro en curtiduría. "Curtía de todo y me iba bien porque la gente ya no tenía que ir fueras a comprar el material. Todo eso acompañado por la lucha por la tierra.

"Yo siempre tenía intención de estudiar, así que cuando tuve un capita dejé a una hermana mía que aprendió a curtir y yo le hice la lucha a entrar a la escuela en Morelia, a la Técnica Álvaro Obregón que sostenían los municipios mediante becas, pero yo ya no alcancé beca, aún así entré a cuarto de primaria a los 20 años, me hospedaba en un hotelito y cuando se me acababa el dinero me iba al pueblo a trabajar para juntar unos centavos y regresarme a Morelia.

"Logré entrar a la escuela de excedente, de pilón pues, por lo que tenía que hacer algunos servicios en la escuela durante seis meses; servíamos en la cocina y lavábamos platos. Después de los seis meses había un examen y los que no sacaba ocho se tenían que salir para dejar los lugares a otros excedentes".

Tras seis meses de ser excedente en la escuela Efrén Capiz pasó de cuarto a quinto; sin embargo la institución terminó sus labores de primaria y se convirtió sólo en secundaria: "Afortunadamente por ese entonces me hice amigo de Marcial y Pablo Cifuentes, que eran hijos de un coronel que había andado con Lázaro Cárdenas. Él había muerto, por lo que el General intervino para que ellos estudiaran.

"Fuimos con los Cifuentes y otros conocidos a buscar el General para que nos dejaran dormir en la escuela y estudiar el sexto año en otro lado. Traíamos nada más lo del pasaje, nos fuimos en el tren y luego a pie, sin comer; por ahí unas personas nos dieron a cambio de unas botellas de petróleo que nos encontramos unas tortillas y carne de armadillo. Cuando llegamos ya no estaba el General, ya había salido y nos pusimos a esperarlo.

"Por ahí llegó el papá del Catetos -un muchacho alto que iba a la secundaria- y nos regaló cocos que traía en una camioneta; nos pusimos a tomar agua de coco con sal porque sabía más sabrosa. Le echamos harta sal, pero al rato traíamos una diarrea fuerte, nos purgamos.

"Ya después llegó el General y llamaron a los Cifuentes; nosotros nos metimos con ellos, todos hablamos y le dijimos que queríamos estudiar. Ordenó hacer una carta para el gobernador y nos mandó a cenar a una sala grande, con mesas, llena de cazuelas con cosas muy sabrosas. Después personalmente nos dio un sobre a cada uno y la carta para el gobernador. Nos mandó en carro a Apatzingán, en aquel tiempo era como 1945 y que vamos abriendo el sobre que nos dio a cada uno 150 pesos para cada quien. Era un dineral. Pagamos lo que debíamos y cenamos unas güilotitas asadas".

Así como la primaria pudo acabarla gracias a la ayuda "del General", Capiz Villegas contó junto con sus amigos con esa misma ayuda para pasar a la secundaria y continuar sus estudios. La foto de Cárdenas del Río en la sala de su casa no es gratuita.

La cárcel

El olor del café estilo Oaxaca inunda la estancia mientras, Efrén Capiz recuerda las cuatro veces que ha sido detenido, una por seis meses, otra por un año, después por cinco años y finalmente otra por unas horas.

La primera vez que lo detuvieron era presidente del Consejo Estudiantil Nicolaita, en la década de los 50; para entonces en el país había escasez de maíz, pero en Michoacán las cosechas se habían dado bien y el maíz era muy bueno; entonces los intermediarios lo empezaron a sacar de la entidad para venderlo más caro, generando desabasto en la entidad o bien la venta de producto de baja calidad que venía de otros lugares.

Ante la inconformidad y movilización de la gente la autoridad decidió evitar a los intermediarios efectuando un programa de comercialización directa a la gente, la cual tenía que efectuar enormes filas desde una noche antes de que se iniciara la venta para poder comprar su maíz, en una de esas filas a una mujer le llegó el momento de dar a luz; la asistencia médica llegó tan tarde que ahí mismo parió. Esto generó gran descontento e indignación en la gente que, harta de hacer esas enormes filas, fueron a ver a los estudiantes para que los apoyaran.

Se organizó una marcha en la que fue detenido un compañero de Efrén Capiz llamado Sebastián Dimaz Quiroz, por lo que los estudiantes fueron a un evento en donde estaba el mandatario David Franco, a quien esperaron hasta el final, pero sin éxito. Como toda respuesta llegó la policía y los detuvo para acusarlos de diferentes cargos, entre ellos sedición y ataque peligroso.

Seis meses en la cárcel fue el resultado de esa movilización. Desde la celda Capiz Villegas elaboró un amparo contra los delitos que se le imputaba, pero en el de ataque peligroso tenía posibilidades de perder, ya que había personas que atestiguaban haberlo visto golpeando a una autoridad.

Es así como su entonces novia Eva con un amigo decidieron que Efrén saliera bajo fianza luego de que Efrén se negara a tal opción; el problema fue que él no estaba dispuesto a salir por considerar que no tenía que pagar por algo que no había hecho. Los gendarmes tuvieron que sacarlo de la prisión cargándolo, porque se negaba a salir.

En 1963 en la lucha antidegortarista estuvo nuevamente encerrado por un año: "Arriaga Rivera, apoyado por los curas, por las monjas, por los Caballeros de Colón y los Legionarios de Cristo se pusieron en contra de Elí de Gortari como rector".

Para entonces se suscitó la represión en el Colegio de San Nicolás, en donde luego de que Capiz Villegas se entrevistara con otros sus compañeros con el gobernador Arriaga Rivera; al llegar a San Nicolás le tocó ver los heridos y llevar a algunos al hospital.

"Luego que veníamos de regreso me agarró la policía y me llevó a encerrar, ahí estuve un año acusado de asonada, rebelión, sedición. Se estuvieron desahogando pruebas y luego de doce meses salí, aunque no me acuerdo si fue bajo fianza".

En 1966 a Capiz Villegas le tocaría el periodo más largo que vivió en la cárcel, durante cinco años: "Fue cuando mataron a otro estudiante y hubo otro gran movimiento; estábamos en San Nicolás haciendo un documento en el que pedíamos la desaparición de poderes. En la Plaza de Armas había un mitin cuando llegó la caballería y pasó por encima de cientos de estudiantes. Nosotros tiramos por la ventana todos los papeles que teníamos ahí y nos detuvieron".

Las llamadas por teléfono interrumpen la plática de Efrén que, sorteando la nostalgia, acaba: "¡Ah!, ¿pero para qué hablar de todo esto si no es importante para una entrevista?".

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