Octavio Rodríguez Araujo
Setenta y tres por ciento de la población de Oaxaca vive con un ingreso inferior a seis dólares diarios. De 570 municipios, cerca de 460 carecen de drenaje, agua potable, pavimentación y otros servicios necesarios para una vida digna. Gran número de oaxaqueños pertenecientes a unas 15 etnias vive en discriminación permanente desde siempre, especialmente en las ciudades. Por si no fuera suficiente, buena parte de los fondos para salud, educación y apoyos al campo se pierde, por corrupción y rapiña, en los organismos gubernamentales encargados de su administración. La emigración a Estados Unidos, provocada por la falta de oportunidades en la entidad, hace que ésta ocupe uno de los tres primeros lugares exportadores de mano de obra del país (alrededor de un cuarto de millón de personas anual).
Setenta y tres por ciento de la población de Oaxaca vive con un ingreso inferior a seis dólares diarios. De 570 municipios, cerca de 460 carecen de drenaje, agua potable, pavimentación y otros servicios necesarios para una vida digna. Gran número de oaxaqueños pertenecientes a unas 15 etnias vive en discriminación permanente desde siempre, especialmente en las ciudades. Por si no fuera suficiente, buena parte de los fondos para salud, educación y apoyos al campo se pierde, por corrupción y rapiña, en los organismos gubernamentales encargados de su administración. La emigración a Estados Unidos, provocada por la falta de oportunidades en la entidad, hace que ésta ocupe uno de los tres primeros lugares exportadores de mano de obra del país (alrededor de un cuarto de millón de personas anual).
Según los datos consultados, el turismo es una de las principales fuentes de riqueza del estado, pero no todos los pueblos son turísticos, sólo unos cuantos. Y, además, es una actividad concentrada en muy pocas manos. Las industrias productivas son escasas, y los comercios forman parte, señaladamente, de la estadística de las microempresas y de la economía informal.
La educación carece de infraestructura adecuada incluso en la ciudad capital, la desnutrición de centenas de miles de niños la hace todavía más deficiente. Los profesores, gracias a la desconcentración acordada por Salinas con Elba Esther Gordillo, son de los peor pagados del país y sus condiciones de trabajo en la compleja geografía de ese estado son, como bien se sabe, de las más difíciles. Estos profesores, a través de la sección 22 del SNTE, habían negociado ciertos apoyos con gobiernos anteriores, pero con el gobierno de Ulises Ruiz fueron suspendidos. Ahí se prendió la mecha de uno de los movimientos más grandes de Oaxaca, pues los profesores (70 mil) tienen la simpatía de amplios sectores de la población, particularmente de los más pobres. Con éstos se formó la APPO (Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca). El movimiento se inició el 22 de mayo de este año con un paro de labores indefinido. Un millón 300 mil alumnos, de 20 mil escuelas, se quedaron sin clases. La razón, sencilla: el gobierno no sólo no atendía sus demandas, sino que no quiso instalar una mesa de diálogo y negociaciones. ¿Y cuál era la principal demanda? La reasignación de la zona en términos de salarios, ya que el turismo había encarecido la vida sin que los ingresos mejoraran.
En lugar de negociar, Ulises Ruiz reprimió el movimiento con lujo de violencia (14 de junio en la madrugada), resultando 92 heridos, algunos de gravedad. Ruiz solicitó a Gobernación la intervención de la Policía Federal Preventiva. El argumento: que había armas de uso exclusivo del ejército y que el dirigente magisterial había pertenecido a una organización armada. Todo inventado por el inepto gobernador. De aquí que las originales demandas económicas se convirtieran en políticas: que renuncie el gobernador. En la gran marcha del 16 de junio (la tercera en dos semanas), formada por más de 200 mil personas (para el gobierno del estado fueron 17 mil), fue el inicio del movimiento popular en el que, por lo menos en apariencia, la sección 22 del SNTE ha sido rebasada por momentos, pues se han sumado organizaciones y personas de muy diversas posiciones políticas y experiencias de lucha.
La indiferencia y la impericia del gobierno estatal y del federal ante los movimientos populares hicieron crecer el de Oaxaca. Otros factores enturbiaron las posibilidades de solución, si acaso existió la intención de encontrarla y llevarla a cabo: las elecciones federales del 2 de julio y los compromisos que tanto el gobierno federal como su candidato hicieron con el PRI para "ganar" la Presidencia. La consigna de los priístas en Oaxaca (como en otros estados) -no deberá olvidarse- fue votar por Calderón para la Presidencia de la República. La posición del PRI y de sus legisladores, tanto locales como federales, es de defensa de su gobernador, ya que nuevas elecciones no les favorecerían. Y Calderón, por su lado, necesita a los priístas no sólo para gobernar, sino incluso para poder tomar posesión como presidente.
A mucha gente se le olvida que los movimientos sociales no surgen por generación espontánea. Ocurren porque el poder y sus instituciones no los toman en cuenta y porque tienen un profundo desprecio por el pueblo. No sé con exactitud qué ocurrirá para cuando este artículo aparezca, pero cualquier solución de fuerza será contraproducente. En Oaxaca el pueblo, en mayoría, cuenta con organización y no doblará las manos. Quienes creen, como lo han dicho, que el problema es muy complejo, no han entendido nada. Fue el necio e inepto gobernador el que lo hizo difícil y más grande de como empezó. Deberá renunciar.
El secretario de Gobernación bien haría en no repetir las mismas palabras de Felipe Calderón al periodista Francisco Garfias (Vértigo, 22/1/05) con motivo de la "invasión" popular del rancho de Fox.
-Cuando invaden el rancho del presidente Fox [,] una turba entra literalmente hasta la cocina. Luego se hace una mesa de negociación. No cuestiono la justeza de sus demandas. En lo que no estoy de acuerdo es en sus métodos. Si soy presidente de la República y alguien entra, ya no digamos a mi casa, sino a la de cualquier mexicano, no le voy a proponer una mesa de negociación, lo voy a meter a la cárcel.
-A menudo la política se pone sobre la ley [dijo Francisco Garfias, el entrevistador].
-Eso es lo que no aceptaría [contestó Calderón].
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