miércoles, noviembre 29, 2006

Crisis extendida

Julio Hernández López

La crisis nacional derivada del fraude electoral llegó ayer a San Lázaro, con panistas y perredistas convertidos en guerreros en lucha por la tribuna de la discordia. De la violencia verbal a la física, de la individual a la colectiva y de la partidista a la institucional: un madruguete blanquiazul precipitó la batalla legislativa y adelantó a los ojos del mundo la dimensión del conflicto creado por la imposición de Felipe Calderón como presunto triunfador electoral y por el abuso de los poderes fácticos (empresarios, televisoras, medios en general) en la búsqueda de acallar disidencias y satanizar a los adversarios.

Madruguete panista increíblemente torpe, pues coloca a los blanquiazules en una condición de rijosidad que usualmente consideran impropia de su estilo almidonado, incentiva a los lopezobradoristas sin cargo y con él a fortalecer su resistencia y a pelear con más fuerza no el primero de diciembre sino desde ahora y, finalmente, es prácticamente inservible, pues la escena de un Calderón recibiendo la banda presidencial en medio de una riña legislativa de dimensiones impredecibles no haría sino evidenciar que el michoacano de los lentes no es el hombre que unirá a los mexicanos durante seis años.

Estallido de la caldera legislativa a unas horas de que el esposo de la señora Margarita (un señor bajito, sin bigotes pero con lentes) se tomara bien bonitas fotos con señores priístas distinguidos y les dijera con sentida oratoria que él (el Margarito de la señora esposa; no, perdón, al revés, o algo parecido) iría al templo de San Lázaro a llevar flores inaugurales de su sexenio invernal el primero de diciembre, pero no por gusto personal sino porque así la señora Constitución lo establece. (¡Oh, sí: obediencia extrema a la tres veces hache Constitución!)

Tempestades en San Lázaro mientras la caldera hirviente emite un borbotón jalisciense llamado Francisco Ramírez Acuña para que arroje más gasolina represiva al fuego social. O-Paco, el gobernador que citaba a sus funcionarios a tomar acuerdos mientras lo acompañaban a jugar golf, es garantía anunciada de torpeza e ineficacia administrativas que serán aderezadas con una cavernícola concepción de lo que es el "orden" y el "estado de derecho". Pero la debilidad crujiente del producto Calderón lo ha llevado a pagar explícitamente una deuda de juego (político) al apostador Ramírez Acuña, que colocó sus fichas en la casilla perdida de la ruleta por la candidatura presidencial y acabó ganando lo que ahora cobra con altivez propia de cantante con mariachi interpretando un corrido (corrido fue Calderón luego de aquel destape en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, en mayo de 2004, madruguete ­Frac es especialista en esos albazos políticos­ que provocó reproches del despechado Fox contra su secretario de Energía Chapelén y contra el gobernador del peinado de salón que le dijo a Chente ­Fox, no Fernández­ que a él, el héroe de la represión a globalifóbicos, nomás lo regañaba el pueblo de Jalisco. ¡Uf, qué bueno que aquí le corta este tecleador desafinado a sus insinuaciones musicales, pues de otra manera se estaría metiendo a hablar de cantantes como Valentín Elizalde y de las venganzas de narcos y de la relación de éstos con políticos de estados como Jalisco, y de... y de que aquí más vale pasar a otras tonadas!).

El anuncio, sin atenuantes, de mano dura que implica el nombramiento del licenciado Ramacú en Gobernación, de alguna manera opacó (otra especialidad de O-Francisco) las críticas que algún despistado quisiese hacer al paso a la inmortalidad gallega que el joven matador Juan Camilo Mouriño ha tenido al ser nombrado en la planilla de alternantes que comenzará a tejer faenas en la Plaza México a partir de este primero. Si Carlos Salinas tenía su mexicano de origen extranjero, José María Córdoba, como jefe de una vicepresidencia llamada oficina de la Presidencia, Felipe Salinón ha creado su propia versión (aunque reducida) en la persona de un joven cuyo lugar de nacimiento ha estado públicamente en duda (se habla de que nació en España) pero cuya fortuna familiar ha estado claramente vinculada a los sectores energéticos. El padre del joven Mouriño ha causado sensación en meses anteriores porque ha vuelto a su patria, luego de hacer la América en México, sobre todo en Campeche, con tal millonada de dólares que sus paisanos quisieran embarcarse a la brevedad rumbo a Champotón, Campeche, si fuese necesario, y entrar en contacto político con alguien que se apellide Calderón, Felipe, si fuera necesario. Con el paisano Mouriño estarán garantizados los grandes intereses de los grupos empresariales y políticos españoles que apostaron a las siglas F.C.

Victorias pírricas en el ajedrez sin rey que juega Calderón contra sí mismo: no pudo nombrar a Javier Lozano en Comunicaciones y Transportes pero le dio la Secretaría del Trabajo en espera de un segundo aire; ahora no pudo colocar a Arturo Sarukhán como titular de Relaciones Exteriores pero lo nombró y colocó en la antesala en espera de que más delante pueda remover a una Patricia Espinosa así tempranamente lastimada, y tampoco pudo el presidente electo darle mejor cargo a su corifeo Germán Martínez más que una desfondada secretaría especializada en buscar infructuosamente peces gordos de la corrupción.

Una especie de gabinete político de guerra de juguete, con un granadero tapatío en Gobernación, un fidelísimo inexperto en la oficina de la Presidencia, una diplomática de transición en Relaciones Exteriores y la edición amiga de Valores Juveniles en la Función Pública pescadora de charales por consigna o por extremo descuido de éstos.

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