Cambio de fondo · Hernández
Carlos Fernández-Vega
En la Oficina de la Presidencia, el cachorro de la familia con turbios negocios en gasolineras
Pues nada, que el de las "manos limpias" optó por "el rumbo de la violencia", no "por el rumbo de la paz" según su sesudo dicho de dos días atrás, y ungió como secretario de Gobernación a un violador de los derechos humanos, coleccionista de denuncias por tortura y promotor de la impunidad. Si el mini presidente electo supone que Francisco Ramírez Acuña mantendrá los equilibrios, fomentará un clima de paz y entendimiento y negociará con las distintas fuerzas políticas, entonces ratifica que su prioridad es el pago de facturas y no los intereses nacionales.
Una vez ungido, ¿qué le encomendó Felipe Calderón a Ramírez Acuña? Según sus propias palabras, "velar por la plena vigencia de la ley con un compromiso permanente de respeto a los derechos humanos y a las libertades de las personas, así como con la transparencia y absoluta rendición de cuentas en el gobierno... lograr la plena vigencia de un auténtico estado de derecho... lograr un marco de respeto a la legalidad y a la vida institucional entre los mexicanos... (porque) ha constatado la necesidad y el valor que tiene el diálogo en la pluralidad y a la vez la responsabilidad irrenunciable para el gobernante de hacer valer la ley".
El encargo, pues, se lo da a un personaje que como gobernador de Jalisco acumuló no menos de 640 denuncias por tortura, de acuerdo con la estadística de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, mandó a paseo a las recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, reprimió, incomunicó y encarceló ilegalmente a manifestantes por él calificados de "cuatreros", y junto con su sucesor en el puesto (Gerardo Octavio Solís Gómez, ex procurador estatal de Justicia y ex secretario general de Gobierno con Ramírez Acuña) gritó "ya nos la pelaron, ya ganamos", una vez que la policía de la entidad rompió el último tolete en la cabeza de los globalifóbicos que se manifestaron en mayo de 2004, en plena Cumbre de Guadalajara, un día antes de destapar a Felipe Calderón.
Atinadísimo, exacto, el mini presidente electo le encomienda a Ramírez Acuña "velar por la plena vigencia de la ley con un compromiso permanente de respeto a los derechos humanos y a las libertades de las personas...", y lo hace a pesar de la puntual denuncia: "el gobernador de Jalisco con licencia y ex alcalde de Guadalajara tiene cuentas pendientes en materia de derechos humanos con las organizaciones civiles estatales, nacionales e internacionales, y con las comisiones Nacional y Estatal de Derechos Humanos, y si Felipe Calderón lo designa secretario de Gobernación, el mensaje que enviará a la sociedad es que no le importa ese rubro; primero como edil, y luego como gobernador, recibió recomendaciones de las comisiones Nacional y Estatal de Derechos Humanos por los delitos de tortura, detenciones arbitrarias, incomunicación de detenidos, entre muchas otras, y no las atendió; al contrario, premió a los policías violadores de los derechos humanos; al separarse del cargo, el gobernador dejó muchos pendientes en derechos humanos. La tortura fue comprobada no sólo por organizaciones civiles internacionales, sino que las propias comisiones Nacional y Estatal de Derechos Humanos lo probaron, incluso la CNDH giró un informe especial que no fue atendido; él era responsable, primero como alcalde, y luego como gobernador, de atender las recomendaciones por violaciones a derechos humanos. No lo hizo ..." (Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Liga Mexicana de Defensa de los Derechos Humanos, Centro Fray Francisco de Vitoria y Amnistía Internacional, sección México).
Y así como no le importó el tema de los derechos humanos, a Calderón tampoco le interesó que su flamante jefe de la Oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño, tenga un abultado historial de negocios turbios con el poder político, en especial en el sector energético y al paso del Felipillo por la secretaría del ramo.
De este adalid de la "continuidad", en México SA hemos comentado: Juan Camilo Mouriño, ex coordinador operativo de la campaña felipista, ex subsecretario de Energía con Calderón, ex diputado federal que presidió la Comisión de Energía cuando el michoacano era líder de la bancada blanquiazul en San Lázaro, ex cabeza visible del PAN en Campeche y candidato fallido por la alcaldía de la ciudad capital de dicho estado, es hijo de un inmigrante español, Carlos Mouriño Atanes (Amigos de Fox), surgido de la chistera como uno de los magnates de aquella entidad. Especializado en el renglón energético y los contratos con Pemex. Es propietario del Grupo Energético del Sureste, con 38 gasolineras en Campeche, Tabasco y Quintana Roo, y de Transportes Especializados Ivancar, "al servicio" de Pemex Refinación.
De acuerdo con la Profeco, entre las gasolineras con más irregularidades en el país (litros "ordeñados") están las del citado Grupo: 97.14 por ciento de ellas reporta irregularidades, es decir, sólo una de las estaciones de servicio de los Mouriño despacha litros de a litro, un récord de "manos limpias".
A las joyas mencionadas se suma Germán Martínez Cázares (Adolfito), como secretario de la Función Pública, quien bien puede iniciar su labor investigando los turbios negocios que la familia Mouriño hace con el poder político, especialmente ahora que el cachorro Juan Camilo despachará en Los Pinos.
Y por allí apareció Patricia Espinosa Castellano como nueva secretaria de Relaciones Exteriores. Lo mejor del caso es que, por fin, esa cartera la ocupa un diplomático de carrera (25 años, en este caso). Sólo el tiempo podrá documentar si valió esta decisión.
No se convulsionen, porque lo de ayer sólo es un entremés de lo que veremos en San Lázaro el viernes por la mañana... Felicidades a La Jornada por su edición número 8 mil, que hoy circula.
cfvmx@yahoo.com.mx/ cfv@prodigy.net.mx
Una vez ungido, ¿qué le encomendó Felipe Calderón a Ramírez Acuña? Según sus propias palabras, "velar por la plena vigencia de la ley con un compromiso permanente de respeto a los derechos humanos y a las libertades de las personas, así como con la transparencia y absoluta rendición de cuentas en el gobierno... lograr la plena vigencia de un auténtico estado de derecho... lograr un marco de respeto a la legalidad y a la vida institucional entre los mexicanos... (porque) ha constatado la necesidad y el valor que tiene el diálogo en la pluralidad y a la vez la responsabilidad irrenunciable para el gobernante de hacer valer la ley".
El encargo, pues, se lo da a un personaje que como gobernador de Jalisco acumuló no menos de 640 denuncias por tortura, de acuerdo con la estadística de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, mandó a paseo a las recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, reprimió, incomunicó y encarceló ilegalmente a manifestantes por él calificados de "cuatreros", y junto con su sucesor en el puesto (Gerardo Octavio Solís Gómez, ex procurador estatal de Justicia y ex secretario general de Gobierno con Ramírez Acuña) gritó "ya nos la pelaron, ya ganamos", una vez que la policía de la entidad rompió el último tolete en la cabeza de los globalifóbicos que se manifestaron en mayo de 2004, en plena Cumbre de Guadalajara, un día antes de destapar a Felipe Calderón.
Atinadísimo, exacto, el mini presidente electo le encomienda a Ramírez Acuña "velar por la plena vigencia de la ley con un compromiso permanente de respeto a los derechos humanos y a las libertades de las personas...", y lo hace a pesar de la puntual denuncia: "el gobernador de Jalisco con licencia y ex alcalde de Guadalajara tiene cuentas pendientes en materia de derechos humanos con las organizaciones civiles estatales, nacionales e internacionales, y con las comisiones Nacional y Estatal de Derechos Humanos, y si Felipe Calderón lo designa secretario de Gobernación, el mensaje que enviará a la sociedad es que no le importa ese rubro; primero como edil, y luego como gobernador, recibió recomendaciones de las comisiones Nacional y Estatal de Derechos Humanos por los delitos de tortura, detenciones arbitrarias, incomunicación de detenidos, entre muchas otras, y no las atendió; al contrario, premió a los policías violadores de los derechos humanos; al separarse del cargo, el gobernador dejó muchos pendientes en derechos humanos. La tortura fue comprobada no sólo por organizaciones civiles internacionales, sino que las propias comisiones Nacional y Estatal de Derechos Humanos lo probaron, incluso la CNDH giró un informe especial que no fue atendido; él era responsable, primero como alcalde, y luego como gobernador, de atender las recomendaciones por violaciones a derechos humanos. No lo hizo ..." (Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Liga Mexicana de Defensa de los Derechos Humanos, Centro Fray Francisco de Vitoria y Amnistía Internacional, sección México).
Y así como no le importó el tema de los derechos humanos, a Calderón tampoco le interesó que su flamante jefe de la Oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño, tenga un abultado historial de negocios turbios con el poder político, en especial en el sector energético y al paso del Felipillo por la secretaría del ramo.
De este adalid de la "continuidad", en México SA hemos comentado: Juan Camilo Mouriño, ex coordinador operativo de la campaña felipista, ex subsecretario de Energía con Calderón, ex diputado federal que presidió la Comisión de Energía cuando el michoacano era líder de la bancada blanquiazul en San Lázaro, ex cabeza visible del PAN en Campeche y candidato fallido por la alcaldía de la ciudad capital de dicho estado, es hijo de un inmigrante español, Carlos Mouriño Atanes (Amigos de Fox), surgido de la chistera como uno de los magnates de aquella entidad. Especializado en el renglón energético y los contratos con Pemex. Es propietario del Grupo Energético del Sureste, con 38 gasolineras en Campeche, Tabasco y Quintana Roo, y de Transportes Especializados Ivancar, "al servicio" de Pemex Refinación.
De acuerdo con la Profeco, entre las gasolineras con más irregularidades en el país (litros "ordeñados") están las del citado Grupo: 97.14 por ciento de ellas reporta irregularidades, es decir, sólo una de las estaciones de servicio de los Mouriño despacha litros de a litro, un récord de "manos limpias".
A las joyas mencionadas se suma Germán Martínez Cázares (Adolfito), como secretario de la Función Pública, quien bien puede iniciar su labor investigando los turbios negocios que la familia Mouriño hace con el poder político, especialmente ahora que el cachorro Juan Camilo despachará en Los Pinos.
Y por allí apareció Patricia Espinosa Castellano como nueva secretaria de Relaciones Exteriores. Lo mejor del caso es que, por fin, esa cartera la ocupa un diplomático de carrera (25 años, en este caso). Sólo el tiempo podrá documentar si valió esta decisión.
No se convulsionen, porque lo de ayer sólo es un entremés de lo que veremos en San Lázaro el viernes por la mañana... Felicidades a La Jornada por su edición número 8 mil, que hoy circula.
cfvmx@yahoo.com.mx/ cfv@prodigy.net.mx
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