Marta Lamas
En el proceso interno para definir al candidato socialista para las elecciones presidenciales francesas de abril del próximo año, Ségolene Royal ganó con el 60.6% de los votos a sus contrincantes Dominique Strauss-Kahn, exministro de Economía (20.8%) y Laurent Fabius, exprimer ministro (18.5%). Este triunfo habla tanto de la afluencia de un voto joven y moderno, que se afilió al Partido Socialista (PS) por Internet, así como de la desilusión de los militantes con un estilo de la política partidaria socialista. Pero sobre todo es indudable que su condición de mujer ha sido una de las principales cartas de Royal. Otras son su promesa de dar más autoridad a los gobiernos municipales, subsidiar a las pequeñas empresas, construir viviendas a buen precio y otorgar más poder a la ciudadanía; todas estas propuestas las alienta vía Internet.
¿Quién es esta mujer que arrolló de tal forma a sus adversarios en las primarias socialistas? Ségolene Royal, la cuarta de ocho hermanos, nació en Senegal, donde su padre estaba comisionado como coronel del ejército. Estudió ciencias económicas y ciencia política. Cuando entró a la École Nationale d’Administration (ENA), donde se forman los cuadros de elite, conoció a su pareja, Francois Hollande, con quien procreó cuatro hijos en los 25 años que llevan viviendo juntos. Hollande es actualmente el secretario general del Partido Socialista francés, y ha congelado sus ambiciones personales ante el despegue de su mujer.
Considerada una política “pragmática”, Royal ha sido diputada varias veces y ha ocupado las carteras de ministra de Medio Ambiente (de 1992 a 1993 con Mitterrand), ministra de Educación Escolar (de 1997 a 2000 con Jospin) y ministra de la Familia, Infancia y Discapacitados (de 2000 a 2002, con Jospin). Sus adversarios la consideran demasiado neófita para encabezar la presidencia de la república. Ha sido acusada de inexperta, tradicionalista y poco socialista. En los debates televisivos en los que participó tuvo varios faux pas, derivados de su ignorancia sobre ciertos temas. Ese ha sido el flanco por el que se la ha atacado más. Y aunque hasta sus adversarios reconocen que su imagen cuenta mucho, pues es elegante, femenina y sexy (como se vio en las fotos en bikini que publicaron varios medios), también se le ha criticado por su glamour.
Pero Ségolene Royal gusta no sólo por su condición de mujer bella sino porque rompe esquemas. Reivindica valores familiares conservadores pero llevó a su padre ante los tribunales para obligarlo a pagar la manutención de sus hermanos. Se presenta como una madre tradicional preocupada por la familia, pero promueve el permiso de paternidad para los hombres y jamás se ha casado con el padre de sus cuatro hijos. Tiene posturas feministas, pero no el aspecto típico que se asocia a una feminista. Es conservadora, pero un elemento decisivo para su triunfo fue la utilización del internet, donde impulsó un foro participativo bajo el nombre Désirs d’avenir (deseos de futuro).
Para muchísimos franceses, lo que entusiasma de Royal quizá sea precisamente esa mezcla de tradición y modernidad, acompañada de elegancia, sex appeal y respetabilidad. Por eso, además de cualquier otra interpretación, el triunfo de esta mujer en la elección primaria del PS expresa el deseo de los militantes que quieren un cambio. Además Ségolene cae bien por su imagen optimista y populachera. Cuando los dirigentes socialistas tradicionales se irritaron por su candidatura, en lugar de intentar ganarse a los líderes de su partido, ella salió a la calle a conquistar al electorado. Cuando Ségolene se atrevió a rivalizar con los miembros del PS más sólidos y añejos (de ahí el apelativo de “elefantes”) se desataron los señalamientos misóginos, como el de que Hollande sería el que tendría que cuidar a los niños o que las elecciones no eran un concurso de belleza. Royal se manejó con gran prudencia, unas veces callando y otras respondiendo con frases agudas, que mostraban su desprecio ante el machismo de sus correligionarios. Un comentario que hizo, y que hoy se comprueba por certero, fue: “Las gacelas corren más rápido que los elefantes”.
Con esta victoria interna, Ségolene Royal se convirtió en la adversaria del candidato de la derecha, muy probablemente Nicolas Sarkozy, actual ministro del Interior. Ya una encuesta de opinión arrojó un empate entre Royal y Sarkozy. Sin embargo, los temores de la derecha ante el ascenso de Royal muestran que la socialista es una candidata que también puede movilizar a un electorado conservador. Además, como hoy en día la imagen es tan importante como una buena postura política, la mirada azul y la dulce sonrisa de Ségolene pueden convertirse en poderosas armas electorales.
Es indudable que el estilo de Ségolene Royal resulta muy atractivo para un electorado que desea un cambio de estilo político. Ella ha hablado sobre la importancia de rescatar la “inteligencia colectiva” y ha manifestado que desea una democracia más participativa. Esto implica cambiar la política y acercarla más a la ciudadanía, lo que gusta mucho a quienes también anhelan una renovación. La prensa ha dicho que su mayor cualidad es la de saber escuchar a los franceses. ¿Sabrán escucharla los franceses? En su mensaje al final de la contienda, Ségolene Royal los invitó a imaginar una Francia que “tenga el coraje de afrontar las mutaciones sin renunciar a su ideal de libertad, igualdad y fraternidad”.
Habrá que seguir su desempeño en la contienda electoral y, sobre todo, ver si el electorado de izquierda, que no la considera muy de izquierda, cierra filas en torno a ella. ?
En el proceso interno para definir al candidato socialista para las elecciones presidenciales francesas de abril del próximo año, Ségolene Royal ganó con el 60.6% de los votos a sus contrincantes Dominique Strauss-Kahn, exministro de Economía (20.8%) y Laurent Fabius, exprimer ministro (18.5%). Este triunfo habla tanto de la afluencia de un voto joven y moderno, que se afilió al Partido Socialista (PS) por Internet, así como de la desilusión de los militantes con un estilo de la política partidaria socialista. Pero sobre todo es indudable que su condición de mujer ha sido una de las principales cartas de Royal. Otras son su promesa de dar más autoridad a los gobiernos municipales, subsidiar a las pequeñas empresas, construir viviendas a buen precio y otorgar más poder a la ciudadanía; todas estas propuestas las alienta vía Internet.
¿Quién es esta mujer que arrolló de tal forma a sus adversarios en las primarias socialistas? Ségolene Royal, la cuarta de ocho hermanos, nació en Senegal, donde su padre estaba comisionado como coronel del ejército. Estudió ciencias económicas y ciencia política. Cuando entró a la École Nationale d’Administration (ENA), donde se forman los cuadros de elite, conoció a su pareja, Francois Hollande, con quien procreó cuatro hijos en los 25 años que llevan viviendo juntos. Hollande es actualmente el secretario general del Partido Socialista francés, y ha congelado sus ambiciones personales ante el despegue de su mujer.
Considerada una política “pragmática”, Royal ha sido diputada varias veces y ha ocupado las carteras de ministra de Medio Ambiente (de 1992 a 1993 con Mitterrand), ministra de Educación Escolar (de 1997 a 2000 con Jospin) y ministra de la Familia, Infancia y Discapacitados (de 2000 a 2002, con Jospin). Sus adversarios la consideran demasiado neófita para encabezar la presidencia de la república. Ha sido acusada de inexperta, tradicionalista y poco socialista. En los debates televisivos en los que participó tuvo varios faux pas, derivados de su ignorancia sobre ciertos temas. Ese ha sido el flanco por el que se la ha atacado más. Y aunque hasta sus adversarios reconocen que su imagen cuenta mucho, pues es elegante, femenina y sexy (como se vio en las fotos en bikini que publicaron varios medios), también se le ha criticado por su glamour.
Pero Ségolene Royal gusta no sólo por su condición de mujer bella sino porque rompe esquemas. Reivindica valores familiares conservadores pero llevó a su padre ante los tribunales para obligarlo a pagar la manutención de sus hermanos. Se presenta como una madre tradicional preocupada por la familia, pero promueve el permiso de paternidad para los hombres y jamás se ha casado con el padre de sus cuatro hijos. Tiene posturas feministas, pero no el aspecto típico que se asocia a una feminista. Es conservadora, pero un elemento decisivo para su triunfo fue la utilización del internet, donde impulsó un foro participativo bajo el nombre Désirs d’avenir (deseos de futuro).
Para muchísimos franceses, lo que entusiasma de Royal quizá sea precisamente esa mezcla de tradición y modernidad, acompañada de elegancia, sex appeal y respetabilidad. Por eso, además de cualquier otra interpretación, el triunfo de esta mujer en la elección primaria del PS expresa el deseo de los militantes que quieren un cambio. Además Ségolene cae bien por su imagen optimista y populachera. Cuando los dirigentes socialistas tradicionales se irritaron por su candidatura, en lugar de intentar ganarse a los líderes de su partido, ella salió a la calle a conquistar al electorado. Cuando Ségolene se atrevió a rivalizar con los miembros del PS más sólidos y añejos (de ahí el apelativo de “elefantes”) se desataron los señalamientos misóginos, como el de que Hollande sería el que tendría que cuidar a los niños o que las elecciones no eran un concurso de belleza. Royal se manejó con gran prudencia, unas veces callando y otras respondiendo con frases agudas, que mostraban su desprecio ante el machismo de sus correligionarios. Un comentario que hizo, y que hoy se comprueba por certero, fue: “Las gacelas corren más rápido que los elefantes”.
Con esta victoria interna, Ségolene Royal se convirtió en la adversaria del candidato de la derecha, muy probablemente Nicolas Sarkozy, actual ministro del Interior. Ya una encuesta de opinión arrojó un empate entre Royal y Sarkozy. Sin embargo, los temores de la derecha ante el ascenso de Royal muestran que la socialista es una candidata que también puede movilizar a un electorado conservador. Además, como hoy en día la imagen es tan importante como una buena postura política, la mirada azul y la dulce sonrisa de Ségolene pueden convertirse en poderosas armas electorales.
Es indudable que el estilo de Ségolene Royal resulta muy atractivo para un electorado que desea un cambio de estilo político. Ella ha hablado sobre la importancia de rescatar la “inteligencia colectiva” y ha manifestado que desea una democracia más participativa. Esto implica cambiar la política y acercarla más a la ciudadanía, lo que gusta mucho a quienes también anhelan una renovación. La prensa ha dicho que su mayor cualidad es la de saber escuchar a los franceses. ¿Sabrán escucharla los franceses? En su mensaje al final de la contienda, Ségolene Royal los invitó a imaginar una Francia que “tenga el coraje de afrontar las mutaciones sin renunciar a su ideal de libertad, igualdad y fraternidad”.
Habrá que seguir su desempeño en la contienda electoral y, sobre todo, ver si el electorado de izquierda, que no la considera muy de izquierda, cierra filas en torno a ella. ?
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