viernes, diciembre 01, 2006

Morir...

Morir, morir para levantarse al amanecer. Crecer, creer en lo indudable, en lo infinito de nuestra muerte y de nuestros pensamientos, pues el amanecer es eterno.

Renacer en la piel del tiempo, dominar la luz del espacio y rodar jugueteando con el alma que nunca existirá, aquella gota de agua extraviada en un universo sin color ni olor, lleno de olvido y misterios, de ecos sordos y miradas profundas, miradas sin color.

Es acaso ésto la vida, o simplemente el juego de la ilusión entre mis venas, el cual me crea y me hace creer... creer que en la mañana todavía existiré, miraré al horizonte y soñaré sin encontrar la línea divisoria entre lo eterno y lo efímero?

No... no, solo soy una ilusión, la ilusión de mi existencia hecha imagen que reflejada por la luz, me crea a mi, yo... el ser sin mirada ni color, aquel que deambula en un momento y se va, atrapado puede ser en un destello sin cuidado y perdido por ahí... ente de tierra un instante porque alguna ley absurda lo permitió... ese soy yo.

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