Los duros ocupan los lugares dominantes en el equipo con que Felipe Calderón pretende gobernar un país donde se multiplican los signos de ingobernabilidad. Uno de esos signos, paradójicamente, se mostró en las vacilaciones y ajustes en que incurrió el nuevo Presidente a la hora de integrar su gabinete. Tres veces modificó fechas de presentación de algunos designados, cambió de adscripción a más de uno a última hora, y sacó de la lista a quien se había dicho en su oficina misma que sería secretario de Marina. Y aun se vio en el caso de mencionar a personas que no serían nombradas, para aliviarlas del peso de la postergación.
Aunque en el gabinete hay panistas sin credencial y que la tuvieron como zedillistas (Luis Téllez y Javier Lozano), el gabinete es casi por entero panista y acentuadamente foxista, como muestra de agradecimiento del sucesor al antecesor por los múltiples favores recibidos, los que obligaron a decir al Tribunal Electoral que Vicente Fox había puesto en riesgo la elección. Seis secretarios de Estado formaron parte del gabinete del guanajuatense que a partir de este domingo descansa en sus ranchos San Cristóbal y La Estancia. Cuatro más fueron subsecretarios u ocuparon posiciones de relieve en ese mismo gobierno. Y nueve han sido elegidos a cargos de representación, postulados por el PAN.
Dejamos al margen a los secretarios castrenses, el de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván (parte del legado foxista, también, pues fue subsecretario hasta el jueves 30) y el de Marina, almirante Mariano Francisco Sáynez Mendoza (de quien sólo hay que decir que desplazó a última hora a Raúl Santos Galván Villanueva, a quien tan se tenía previsto nombrar que el Senado aprobó el miércoles 29 su apresurado ascenso a almirante).
En el frente que se ocupará de la gobernabilidad (aparte esos ministerios militares) el puño cerrado y no la mano tendida es la seña de identidad.
Habría tres razones por las cuales fue designado secretario de Gobernación Francisco Xavier Ramírez Acuña: su trayectoria política, su condición de felipista pionero y la represión a altermundistas en Guadalajara, pero se teme que la decisión se fundara más en este último rasgo que en los anteriores, y que se espera que el trato a cualquier inconformidad ciudadana se asemeje al que se asestó a los globalifóbicos el 28 de mayo de 2004 (víspera por cierto del rumboso destape tapatío del hasta entonces secretario de Energía) y en sus secuelas policiaca, ministerial y carcelaria. Hasta esa fecha Ramírez Acuña aparecía como uno de los panistas con mayor experiencia política: alcalde (de Guadalajara nada menos), diputado local, diputado federal, gobernador. Y como cabeza de la corriente liberal jalisciense, contraria a los Tecos y el Yunque, que un tiempo dirigió Gabriel Jiménez Remus, embajador foxista en España, y a quien el conservadurismo panista impidió ser candidato a gobernador en 1995, cuando lo fue Alberto Cárdenas.
Es temible la designación como secretario de seguridad pública de Genaro García Luna, que fue acusado por uno de sus antecesores, Alejandro Gertz Manero, por irregularidades en la compra de aeronaves en la Policía Federal Preventiva, de que fue uno de los jefes; y en el gasto que esa corporación erogó para la protección de candidatos presidenciales en el proceso electoral del 2000. Lo mismo que Wilfrido Robledo, su amigo ahora director de la Agencia de Seguridad Estatal mexiquense (cuyos integrantes violaron derechos humanos a granel el 4 de mayo en Atenco), García Luna fue exonerado de esos cargos, y Gertz Manero salió del gabinete foxista. De todos modos, su ahora sucesor no se preocupó nunca por la eventualidad de ser aprehendido, pues hubiera tenido que hacerlo él mismo, ya que el procurador general de la república Rafael Macedo de la Concha, que lo protegió en sus vicisitudes ante Gertz Manero, lo hizo director de la Policía Judicial Federal, que mudó su nombre (sólo eso cambió) y se llama ahora Agencia Federal de Investigaciones (AFI). La especialidad de esa corporación consiste en no cumplir las órdenes de aprehensión que son parte sustantiva de su tarea: las detenciones de jefes del narcotráfico las realiza el Ejército, mientras que la AFI se abstiene de capturar de nuevo a Joaquín Guzmán Loera (a) El Chapo y de aprehender a muchos presuntos delincuentes notorios cuya detención ha sido ordenada por jueces federales. No es casualidad, por otro lado, que bandas de sicarios y secuestradores se hagan pasar como miembros de la AFI, tal vez por la escasa diferencia que se percibe entre las conductas de unos y otros.
El procurador Eduardo Medina Mora (cuyo nombramiento debe ser ratificado por el Senado) cumplió hasta su designación como director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) una pulcra y eficaz trayectoria en los sectores privado y público. En el Cisen, sin embargo, se le impusieron las necesidades propias del precandidato presidencial que firmaba como secretario de Gobernación, Santiago Creel, e hizo méritos suficientes para llegar a la Secretaría de Seguridad Pública a la muerte de Ramón Martín Huerta, en septiembre de 2005, cuando aún parecía posible que Creel fuera candidato presidencial. Su respuesta a la Comisión Nacional de Derechos Humanos sobre la participación de la PFP, que depende de la SSP, en las tropelías policiacas (perdón, policiales) perpetradas en Atenco en mayo pasado, es una suma del credo autoritario, una alabanza a los procedimientos de una corporación que se supera a sí misma en Oaxaca, a donde fue enviada para apuntalar al gobernador Ulises Ruiz.
Esa es la brigada de choque político, físico, del gabinete calderonista. Se encargarán del golpeo financiero y económico el secretario de Hacienda Agustín Carstens, subsecretario de Francisco Gil, que comparte sus dogmas y los perfeccionó en el Fondo Monetario Internacional; el secretario de Economía, Eduardo Sojo, de pura cepa foxista (acompañó al ya expresidente desde el gobierno guanajuatense), enviado por su jefe de entonces a auxiliar en su campaña a su jefe de ahora; y Luis Téllez, que ascendió desde un cargo técnico en el salinismo al primer círculo zedillista y está ahora destinado a ser gerente de los monopolios de las telecomunicaciones en su condición de titular de la SCT, en cuyas áreas de competencia carece de antecedentes. Tampoco los tiene en el ámbito laboral el secretario del Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano Alarcón. Expriista (subsecretario dos veces en el gobierno de Zedillo, presidente también entonces de la Comisión Federal de Telecomunicaciones), representante en su hora del gober precioso Mario Marín, Lozano Alarcón fue impedido de ocupar el cargo finalmente asignado a Téllez por decisión de los monopolios de la televisión, pues donde manda capitán no gobierna marinero.
Alberto Cárdenas, impulsado al gobierno de Jalisco por la extrema derecha, volverá al gabinete (con Fox fue secretario del Medio Ambiente) ahora como titular de la secretaría del nombre más luengo en el organigrama: Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa). Pasó un tiempo por ese sector, en la Comisión Nacional Forestal, y es de esperar que su gestión en el campo sea menos perjudicial de lo que fue en la ecología, según calibraron los más importantes grupos ambientalistas, como Greenpeace. Uno de sus colaboradores cercanos, Juan Rafael Elvira, ascendió a la titularidad de la Semarnat. Hizo allí carrera en este sexenio, como delegado en Michoacán, como director y como subsecretario de Fomento y Normatividad Ambiental. Antes fue elegido alcalde de Uruapan, municipio gobernado hace tiempo por el PAN. También se encuentra un antecedente de panismo local en Abelardo Escobar, nombrado por Fox secretario de la Reforma Agraria en abril pasado (cuando el Presidente envió a Florencio Salazar Adame a reforzar la campaña de Calderón) y que permanecerá en ese cargo. Fue secretario del ayuntamiento de Ciudad Juárez (donde funcionó por décadas la escuela de agronomía propiedad de su familia) y antes de ser director del Registro Nacional Agrario, diputado a la LVIII legislatura.
De bancadas panistas en el Congreso surgieron también quienes serán responsables de Educación Pública, Desarrollo Social y Salud. Josefina Vázquez Mota fue tres meses integrante de la LIX legislatura, antes de ser nombrada secretaria de Desarrollo Social por el presidente Fox, que en febrero pasado la comisionó para coordinar la campaña de Calderón. Carente de experiencia en el ramo educativo (si bien es conferencista no ha sido profesora) y aunque no la tenga de mucho tiempo en el terreno político, es de suponerse que su gestión al frente de la SEP será de esta naturaleza. Queda por definir si lo hará para erigir un muro de contención a los afanes que en esta materia tiene Elba Esther Gordillo, y aun para recortar los privilegios de la dirección sindical que encabeza, o si será intendente de los intereses de la lideresa, al fin y al cabo aliada y contribuyente importante a la victoria de Calderón.
De la anterior legislatura (y de universidades públicas estatales, a diferencia de la mayor parte de sus compañeros, formados en la enseñanza superior privada) proceden la secretaria de Desarrollo Social Beatriz Zavala Peniche (integrante también de la actual legislatura, en el Senado) y el de Salud, José Ángel Córdoba Villalobos. El nombramiento de la antropóloga egresada de la Universidad de Yucatán, de donde es oriunda, se explica por su papel en la elaboración de la Ley de Desarrollo Social, fruto de la Comisión legislativa del ramo que ella presidió (por lo que resultó extraño que en Xicoténcatl encabezara no la equivalente sino la de Educación). El médico guanajuatense, el más felicitado hasta ahora entre los miembros del gabinete, en expresiones públicas de empresas y corporaciones profesionales, no se abstuvo como diputado de mostrar posiciones conservadoras en temas polémicos de salud pública. Está destinado a ser el anti Julio Frenk (cuya tarea, salvo en materia de tabaco) tuvo alto nivel republicano y científico.
Dos mujeres no afiliadas al PAN, y tenidas en cuenta por sus antecedentes profesionales forman (con Vázquez Mota y Zavala) el sector femenino, la cuota mujeril en el gabinete de cerca de veinte miembros. Se trata de la secretaria de Energía Georgina Kessel que, si bien formaba parte del equipo hacendario de Fox, como directora de la Casa de Moneda, cuenta para el desempeño de su función con el precedente de haber presidido –a la hora de su creación– la Comisión Reguladora de Energía, hace más de 10 años. Y de la secretaria de Relaciones Exteriores Patricia Espinosa (homónima de la directora del Instituto Nacional de las Mujeres, por lo que conviene incluir su segundo apellido, Cantellano, para identificarla), que se formó en relaciones internacionales en El Colegio de México y ha sido miembro del servicio exterior, una profesional de la diplomacia cuya reivindicación se busca con su nombramiento, claro reproche –el único– a la administración precedente. Integrarla al gabinete implicó que Calderón postergara a Arturo Sarukhán, que fue su principal consejero en política exterior, por lo que se sintió obligado a compensarlo en términos de presencia pública. Anunció que será embajador en Estados Unidos o subsecretario para América del Norte, que de un modo u otro puede entenderse la misión que le confió anticipadamente.
Me refiero para finalizar a los tres colaboradores más cercanos política y personalmente con el nuevo presidente que, por lo demás, los ha tenido ya como colaboradores. Rodolfo Elizondo Torres permanecerá en la Secretaría de Turismo, a la que llegó tardíamente en el sexenio pasado. Fue miembro del comité nacional encabezado por Calderón y lo apoyó en la contienda interna por la candidatura presidencial, pese a que no era el aspirante grato a Fox. Contemporáneo y paisano del ahora presidente, Germán Martínez Cázares fue director jurídico del comité panista presidido por Calderón de 1996 a 1999. Los identificó su adhesión a Carlos Castillo Peraza, que en el caso del flamante Ejecutivo se diluyó de un modo que Julio Castillo López, hijo del ideólogo ya fallecido, ha llamado traición.
Y el último pero por supuesto no el menos importante: Juan Camilo Mouriño, el Córdoba de ese Salinas que es Calderón. Nacido como aquel fuera de México, será titular de la Oficina de la Presidencia, que será reinstalada en el organigrama de Los Pinos, con el mismo nombre, como para subrayar su filiación. Tal vez un mínimo rubor impidió a Calderón nombrar a quien fue subsecretario de Energía bajo sus órdenes responsable de una secretaría de Estado, pues no siendo mexicano por nacimiento se violaría la Constitución, que demanda esa oriundez para tal cargo. Aunque, a decir verdad, Mouriño la violentó ya, con inverecundia, cuando fue diputado local y federal, que requieren satisfacer la misma condición. Ese irrespeto a la ley podría ser un modo de ser. ?
Aunque en el gabinete hay panistas sin credencial y que la tuvieron como zedillistas (Luis Téllez y Javier Lozano), el gabinete es casi por entero panista y acentuadamente foxista, como muestra de agradecimiento del sucesor al antecesor por los múltiples favores recibidos, los que obligaron a decir al Tribunal Electoral que Vicente Fox había puesto en riesgo la elección. Seis secretarios de Estado formaron parte del gabinete del guanajuatense que a partir de este domingo descansa en sus ranchos San Cristóbal y La Estancia. Cuatro más fueron subsecretarios u ocuparon posiciones de relieve en ese mismo gobierno. Y nueve han sido elegidos a cargos de representación, postulados por el PAN.
Dejamos al margen a los secretarios castrenses, el de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván (parte del legado foxista, también, pues fue subsecretario hasta el jueves 30) y el de Marina, almirante Mariano Francisco Sáynez Mendoza (de quien sólo hay que decir que desplazó a última hora a Raúl Santos Galván Villanueva, a quien tan se tenía previsto nombrar que el Senado aprobó el miércoles 29 su apresurado ascenso a almirante).
En el frente que se ocupará de la gobernabilidad (aparte esos ministerios militares) el puño cerrado y no la mano tendida es la seña de identidad.
Habría tres razones por las cuales fue designado secretario de Gobernación Francisco Xavier Ramírez Acuña: su trayectoria política, su condición de felipista pionero y la represión a altermundistas en Guadalajara, pero se teme que la decisión se fundara más en este último rasgo que en los anteriores, y que se espera que el trato a cualquier inconformidad ciudadana se asemeje al que se asestó a los globalifóbicos el 28 de mayo de 2004 (víspera por cierto del rumboso destape tapatío del hasta entonces secretario de Energía) y en sus secuelas policiaca, ministerial y carcelaria. Hasta esa fecha Ramírez Acuña aparecía como uno de los panistas con mayor experiencia política: alcalde (de Guadalajara nada menos), diputado local, diputado federal, gobernador. Y como cabeza de la corriente liberal jalisciense, contraria a los Tecos y el Yunque, que un tiempo dirigió Gabriel Jiménez Remus, embajador foxista en España, y a quien el conservadurismo panista impidió ser candidato a gobernador en 1995, cuando lo fue Alberto Cárdenas.
Es temible la designación como secretario de seguridad pública de Genaro García Luna, que fue acusado por uno de sus antecesores, Alejandro Gertz Manero, por irregularidades en la compra de aeronaves en la Policía Federal Preventiva, de que fue uno de los jefes; y en el gasto que esa corporación erogó para la protección de candidatos presidenciales en el proceso electoral del 2000. Lo mismo que Wilfrido Robledo, su amigo ahora director de la Agencia de Seguridad Estatal mexiquense (cuyos integrantes violaron derechos humanos a granel el 4 de mayo en Atenco), García Luna fue exonerado de esos cargos, y Gertz Manero salió del gabinete foxista. De todos modos, su ahora sucesor no se preocupó nunca por la eventualidad de ser aprehendido, pues hubiera tenido que hacerlo él mismo, ya que el procurador general de la república Rafael Macedo de la Concha, que lo protegió en sus vicisitudes ante Gertz Manero, lo hizo director de la Policía Judicial Federal, que mudó su nombre (sólo eso cambió) y se llama ahora Agencia Federal de Investigaciones (AFI). La especialidad de esa corporación consiste en no cumplir las órdenes de aprehensión que son parte sustantiva de su tarea: las detenciones de jefes del narcotráfico las realiza el Ejército, mientras que la AFI se abstiene de capturar de nuevo a Joaquín Guzmán Loera (a) El Chapo y de aprehender a muchos presuntos delincuentes notorios cuya detención ha sido ordenada por jueces federales. No es casualidad, por otro lado, que bandas de sicarios y secuestradores se hagan pasar como miembros de la AFI, tal vez por la escasa diferencia que se percibe entre las conductas de unos y otros.
El procurador Eduardo Medina Mora (cuyo nombramiento debe ser ratificado por el Senado) cumplió hasta su designación como director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) una pulcra y eficaz trayectoria en los sectores privado y público. En el Cisen, sin embargo, se le impusieron las necesidades propias del precandidato presidencial que firmaba como secretario de Gobernación, Santiago Creel, e hizo méritos suficientes para llegar a la Secretaría de Seguridad Pública a la muerte de Ramón Martín Huerta, en septiembre de 2005, cuando aún parecía posible que Creel fuera candidato presidencial. Su respuesta a la Comisión Nacional de Derechos Humanos sobre la participación de la PFP, que depende de la SSP, en las tropelías policiacas (perdón, policiales) perpetradas en Atenco en mayo pasado, es una suma del credo autoritario, una alabanza a los procedimientos de una corporación que se supera a sí misma en Oaxaca, a donde fue enviada para apuntalar al gobernador Ulises Ruiz.
Esa es la brigada de choque político, físico, del gabinete calderonista. Se encargarán del golpeo financiero y económico el secretario de Hacienda Agustín Carstens, subsecretario de Francisco Gil, que comparte sus dogmas y los perfeccionó en el Fondo Monetario Internacional; el secretario de Economía, Eduardo Sojo, de pura cepa foxista (acompañó al ya expresidente desde el gobierno guanajuatense), enviado por su jefe de entonces a auxiliar en su campaña a su jefe de ahora; y Luis Téllez, que ascendió desde un cargo técnico en el salinismo al primer círculo zedillista y está ahora destinado a ser gerente de los monopolios de las telecomunicaciones en su condición de titular de la SCT, en cuyas áreas de competencia carece de antecedentes. Tampoco los tiene en el ámbito laboral el secretario del Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano Alarcón. Expriista (subsecretario dos veces en el gobierno de Zedillo, presidente también entonces de la Comisión Federal de Telecomunicaciones), representante en su hora del gober precioso Mario Marín, Lozano Alarcón fue impedido de ocupar el cargo finalmente asignado a Téllez por decisión de los monopolios de la televisión, pues donde manda capitán no gobierna marinero.
Alberto Cárdenas, impulsado al gobierno de Jalisco por la extrema derecha, volverá al gabinete (con Fox fue secretario del Medio Ambiente) ahora como titular de la secretaría del nombre más luengo en el organigrama: Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa). Pasó un tiempo por ese sector, en la Comisión Nacional Forestal, y es de esperar que su gestión en el campo sea menos perjudicial de lo que fue en la ecología, según calibraron los más importantes grupos ambientalistas, como Greenpeace. Uno de sus colaboradores cercanos, Juan Rafael Elvira, ascendió a la titularidad de la Semarnat. Hizo allí carrera en este sexenio, como delegado en Michoacán, como director y como subsecretario de Fomento y Normatividad Ambiental. Antes fue elegido alcalde de Uruapan, municipio gobernado hace tiempo por el PAN. También se encuentra un antecedente de panismo local en Abelardo Escobar, nombrado por Fox secretario de la Reforma Agraria en abril pasado (cuando el Presidente envió a Florencio Salazar Adame a reforzar la campaña de Calderón) y que permanecerá en ese cargo. Fue secretario del ayuntamiento de Ciudad Juárez (donde funcionó por décadas la escuela de agronomía propiedad de su familia) y antes de ser director del Registro Nacional Agrario, diputado a la LVIII legislatura.
De bancadas panistas en el Congreso surgieron también quienes serán responsables de Educación Pública, Desarrollo Social y Salud. Josefina Vázquez Mota fue tres meses integrante de la LIX legislatura, antes de ser nombrada secretaria de Desarrollo Social por el presidente Fox, que en febrero pasado la comisionó para coordinar la campaña de Calderón. Carente de experiencia en el ramo educativo (si bien es conferencista no ha sido profesora) y aunque no la tenga de mucho tiempo en el terreno político, es de suponerse que su gestión al frente de la SEP será de esta naturaleza. Queda por definir si lo hará para erigir un muro de contención a los afanes que en esta materia tiene Elba Esther Gordillo, y aun para recortar los privilegios de la dirección sindical que encabeza, o si será intendente de los intereses de la lideresa, al fin y al cabo aliada y contribuyente importante a la victoria de Calderón.
De la anterior legislatura (y de universidades públicas estatales, a diferencia de la mayor parte de sus compañeros, formados en la enseñanza superior privada) proceden la secretaria de Desarrollo Social Beatriz Zavala Peniche (integrante también de la actual legislatura, en el Senado) y el de Salud, José Ángel Córdoba Villalobos. El nombramiento de la antropóloga egresada de la Universidad de Yucatán, de donde es oriunda, se explica por su papel en la elaboración de la Ley de Desarrollo Social, fruto de la Comisión legislativa del ramo que ella presidió (por lo que resultó extraño que en Xicoténcatl encabezara no la equivalente sino la de Educación). El médico guanajuatense, el más felicitado hasta ahora entre los miembros del gabinete, en expresiones públicas de empresas y corporaciones profesionales, no se abstuvo como diputado de mostrar posiciones conservadoras en temas polémicos de salud pública. Está destinado a ser el anti Julio Frenk (cuya tarea, salvo en materia de tabaco) tuvo alto nivel republicano y científico.
Dos mujeres no afiliadas al PAN, y tenidas en cuenta por sus antecedentes profesionales forman (con Vázquez Mota y Zavala) el sector femenino, la cuota mujeril en el gabinete de cerca de veinte miembros. Se trata de la secretaria de Energía Georgina Kessel que, si bien formaba parte del equipo hacendario de Fox, como directora de la Casa de Moneda, cuenta para el desempeño de su función con el precedente de haber presidido –a la hora de su creación– la Comisión Reguladora de Energía, hace más de 10 años. Y de la secretaria de Relaciones Exteriores Patricia Espinosa (homónima de la directora del Instituto Nacional de las Mujeres, por lo que conviene incluir su segundo apellido, Cantellano, para identificarla), que se formó en relaciones internacionales en El Colegio de México y ha sido miembro del servicio exterior, una profesional de la diplomacia cuya reivindicación se busca con su nombramiento, claro reproche –el único– a la administración precedente. Integrarla al gabinete implicó que Calderón postergara a Arturo Sarukhán, que fue su principal consejero en política exterior, por lo que se sintió obligado a compensarlo en términos de presencia pública. Anunció que será embajador en Estados Unidos o subsecretario para América del Norte, que de un modo u otro puede entenderse la misión que le confió anticipadamente.
Me refiero para finalizar a los tres colaboradores más cercanos política y personalmente con el nuevo presidente que, por lo demás, los ha tenido ya como colaboradores. Rodolfo Elizondo Torres permanecerá en la Secretaría de Turismo, a la que llegó tardíamente en el sexenio pasado. Fue miembro del comité nacional encabezado por Calderón y lo apoyó en la contienda interna por la candidatura presidencial, pese a que no era el aspirante grato a Fox. Contemporáneo y paisano del ahora presidente, Germán Martínez Cázares fue director jurídico del comité panista presidido por Calderón de 1996 a 1999. Los identificó su adhesión a Carlos Castillo Peraza, que en el caso del flamante Ejecutivo se diluyó de un modo que Julio Castillo López, hijo del ideólogo ya fallecido, ha llamado traición.
Y el último pero por supuesto no el menos importante: Juan Camilo Mouriño, el Córdoba de ese Salinas que es Calderón. Nacido como aquel fuera de México, será titular de la Oficina de la Presidencia, que será reinstalada en el organigrama de Los Pinos, con el mismo nombre, como para subrayar su filiación. Tal vez un mínimo rubor impidió a Calderón nombrar a quien fue subsecretario de Energía bajo sus órdenes responsable de una secretaría de Estado, pues no siendo mexicano por nacimiento se violaría la Constitución, que demanda esa oriundez para tal cargo. Aunque, a decir verdad, Mouriño la violentó ya, con inverecundia, cuando fue diputado local y federal, que requieren satisfacer la misma condición. Ese irrespeto a la ley podría ser un modo de ser. ?
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