martes, mayo 22, 2007

Carta imaginaria

(aunque no por ello imposible) del ex presidente Vicente Fox al caricaturista Rogelio Naranjo con motivo de la presentación del libro Me van a extrañar en la Feria de Mazatlán

Juan Villoro

Muy distinguido señor Naranjo:

Es un honor dirigirme a un insigne caricaturista, a quien no por azar se le dice El Fisgón. Es usted algo metiche. Ya desde que dibujaba Los agachados se veía que le interesaba ejercer la canija crítica. No crea que me enojo. La señora Marta sí se molestó, para qué más que la verdad. Se le ocurrió demandar a Proceso por su libro Me van extrañar, pero se dio cuenta de que ya lo había demandado. Entonces tomó el ejemplar y lo aventó por la ventana, sin darse cuenta que yo todavía lo tenía agarrado. Salí volando y me di un guamazo. Pero tengo suerte, eso nunca lo he negado: caí encima de mi burro favorito. Ahí seguí viendo su libro. El papel es muy bonito y los cromos lucen aunque uno los vea de cabeza. Hay pocas palabras y eso siempre ayuda a leer.

Se me ocurrió que en lugar de quejarme debía felicitarlo. Pinta usted muy bien, señor Magú Naranjo. A veces sus temas son fuertes, pero me recuerdan el muralismo de Diego Siqueiros.

México siempre ha sido un país con valor para reflejar la desgracias y más valor para producirlas. Con tantos problemas que tenemos, ¿para qué andarse fijando en cuánto cuestan las toallas del presidente? Los periodistas buscan la calumnia, incluso un premio Nóbel, como el colombiano Julio Scherer.

Sé que yo no le caigo muy en gracia, pero ya dije en Washington que me desquité. Lo digo otra vez. A la gente le extraña que un ex presidente tenga arrestos para hablar. Pues a mí no me calla ni Rubén Aguilar.

Hay países en los que usted debería estar en la cárcel, pero a mí sus monos ni me despeinan. Nunca antes se le exigió tanto a un presidente como ustedes me exigieron a mí. Eso sí, noto que Felipe le cae peor que yo. Lo pinta chaparro y arrodillado. Le quiero decir que no es un enano, aunque sí es muy pequeño. Mis botas le quedan grandes, eso se nota a leguas. Algunos maloras le dicen “Pie Pequeño”. Se lo paso al costo, nomás por si quiere pintar algo. La señora Marta me acaba de pasar un papelito que dice: “También dile de las tortillas”. No le voy a decir a usted, que todo lo dibuja, que fui al pan porque luego me hace fama de mandilón. Pero sí sé que el maíz está mucho más caro que cuando yo controlaba los precios. Como Felipe es pequeño, cree que todos comen poquito. Su ropa de militar, que tanto le gusta, es de talla infantil. Con esto no quiero decir que no dé el ancho como presidente. Es chaparro y nada más.

A Marta usted la pinta bien guapetona. Cuando los jijos del populismo defendían el voto por voto, dijeron que mi señora defendía el botox por botox. Usted sabe que no es así: pinta las arruguitas normales y hasta la maquilla bonito. A ella en cambio, sus retratos no le gustan. Pero eso es sólo por su carácter, no porque no entienda su arte.

Yo pienso que sus cuadros se verían bien hasta en los museos de Europa, en esos edificios coloniales que tienen allá. Cuando usted me retrata siento que veo un óleo del Greco Latino.

Sé que hoy presenta su libro en Mazatlán, tres veces heroica por sobrellevar con orgullo la envidia de que Veracruz haya sido tres veces invadida. Sin embargo, yo siempre digo: “¿Qué es más heroico, perder rápido con el ejército americano o soportar cada año a los spring-brakers?” Los mazatlecos trabajan como viles chinos y aguantan cosas que ni siquiera aguantan los negros. Decir esto no es racista: es un homenaje al aguante de los negros.

Se me criticó por decir que las mujeres son lavadoras con patas. No diré eso de las mazatlecas, que no parecen lavadoras. Desde chiquillas parecen botellitas de Coca-Cola. Lo sé porque dirigí esa fábrica y no digo más porque Marta se pone celosa. Mazatlán es capital del tomate y, por qué no, también del tomatito cherry. Admiro esa ciudad donde se encuentra Oceánica, acuario de mucho prestigio cultural. También me gusta que a los taxis les digan Anorexias, con eso de que están en los huesos.

Sé que presenta su libro en compañía de Alejandro Magallanes, diseñador precoz, nacido a muy temprana edad, que incluso se ha dado tiempo de ser un gran navegante, y del antropólogo Luis Villorio. No he leído nada de él porque los libros me quitan el tiempo, pero sé que le gusta el beisbol y apoya al Pachuca, gran equipo al que Felipe confunde con el Toluca. Dígale que se esfuerce o va a acabar como Carlos Monsiváis, que anda por ahí diciendo que yo sólo he sido ex presidente.

Espero que su libro sea bien recibido en el mundo entero y también en Mazatlán. No me importa que me haya puesto con esa nariz en la portada. Los que montamos a caballo a veces ganamos por una nariz y yo les gané a todos. Y ya que estamos en esas le digo que Felipe iba en ancas: sólo ganó porque yo llevaba las riendas. ¿Usted cree que Pie Pequeño podía ganar solito? Y ya no sigo porque luego sacan el puro contexto de mis frases.

Espero que le vaya muy bien en el desarrollo turístico donde hoy presenta su libro y que tenga éxito en ésa y otras ferias ganaderas. Que Dios lo bendiga


Vicente Fox Quesada
23 de marzo de 2007
Rancho de San Cristóbal

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